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AUG i 4 iro<) HARVARD COLLEGE LIBRARY

SOUTH AMERICAN COLLECTION

THE GIFT OF ARCH1BALD CARY COOLIDGE, '87

CLARENCE LEONARD HAY, 'of

H SCIENTIFIC CONCHE

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MANUEL BILBAO.

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Buenos Aires

Desde su fundación

hasta nuestros días.

Especialmente el período comprendido en los siglos XVIH y XIX.

Precedido de una caita del

Doctor Don Vicente Fidel López.

BUENOS AIRES, 1902

IMPRENTA DE JUAN A. ALSINA

CALLE DE MÉXICO, 1 42 2

Es propiedad

BUENOS AIRES

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MANUEL BILBAO

BUENOS AIRES

Desde su fundación hasta nuestros días

Especialmente el período comprendido en los siglos XVIII y XIX

PRECEDIDO I>K UNA CARTA DJiL

DOCTOR DON VICENTE FIDEL LÓPEZ

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BUENOS AIRES IMPRENTA DE JUAN A. ALSINA, MÉXICO 1422

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Harvard College Llbrary

Clft of

Archibald Cary Coolldge

and

Clarence Leonard Hay

Aprll 7, 1909.

Es propie<ht<L

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A MIS PADRES

Mercedes Rivera de Bilbao

Manuel Bilbao.

NTRODUCCIOK

La lectura de numerosas obras y publicacio- nes, sobre Buenos Aires, me indujeron á escri- bir este libro.

Comencé los trabajos de esta obra, sin pen- sar arribar á lo que he arribado, como meros apuntes que me sirvieran de entretenimiento en las horas que disponía, libre de mis ocupa- ciones.

Al cabo de cierto tiempo de labor, me encon- tré con un gran acopio de datos, concibiendo entonces el pensamiento de publicarlos en la forma que he adoptado, con la idea de llevar al conocimiento del lector, de una manera cla- ra, precisa y amena, la vida y desarrollo de esta ciudad hasta nuestros días.

En esta obra encontrará el lector mucho que no se ha publicado, fruto de la tradición de familia y de conocimientos propios del autor.

VIII

He investigado personalmente y por inter- medio de sujetos que me merecen fó, infinidad de pormenores y detalles, suprimiendo muchos hechos cuya veracidad no he podido com- probar.

He procurado que todo mi libro respire sin- ceridad y veracidad. »

En varios capítulos encontrará citadas el lector algunas de las obras que he consulta- do (1), para que los que deseen ampliar las

(1) En prensa mi libro, han llegado á mis manos di- versas obras y publicaciones que no he tenido tiempo de tomar en consideración. Entre estas últimas, un trabajo del señor José Luis Cantilo, titulado El Escudo de Ar- mas de Buenos Aires, en el que este señor atribuye al Padre Salvaire el descubrimiento del acta del 19 de Ju- lio de 1649, por la cual el Cabildo de esta ciudad creaba el Escudo de Armas de la misma, consistente en una paloma volando, que simboliza al Espíritu Santo, debajo de la cual hay un ancla y circundado de estas palabras: «Ciudad de la Trinidad, Puerto de Buenos Aires», al que más tarde se le agregó el de Muy Noble y Muy Leal.

Sin tiempo, como decimos, para tomarlo en conside- ración en su correspondiente lugar, y á fuer de verídi- cos y por vía de información, insertamos estas líneas que contribuirán á hacer luz sobre dicho asunto, el que he tratado, teniendo á la vista las opiniones de Don Vi- cente Fidel López, General Mitre, Pedro Rivas, Mariano A. Pelliza, Andrés Lamas, Eduardo Madero, etc., etc.

IX

materias recurran á ellos, v como un medio de comprobación, sin excluir la cita parcial y en el texto cuando lo lie creído necesario.

He tomado los hechos y las opiniones de los autores, las que en algunos casos he hecho mías, ampliándolas al mismo tiempo con datos que por diversos medios he obtenido.

La prensa diaria es una fuente de informa- ción de primer orden, de la que mucho me he servido.

Concluida mi labor, juzgué conveniente que mi trabajo fuese revisado por una persona de reputada autoridad, dirigiéndome con este fin al ilustrado escritor Doctor Don Vicente Fidel López, á cuyo elevado criterio sometí el valor de mis escritos.

El Doctor López, con una benevolencia que nunca podré olvidar, tomó sobre esta ímpro- ba tarea.

Manifestando mi agradecimiento á tan emi- nente estadista y hombre de letras, por las molestias que le he causado, el interés que me

ha demostrado v las acertadas observaciones

«

que me ha hecho, entrego á la publicidad este libro, animado á ello por la buena opinión que mi trabajo ha merecido á mi ilustrado crítico,

X

la que so traduce on la carta que á continua- ción inserto.

Debo también hacer extensivo mi reconoci- miento al señor Juan A. Alsina, por el cuida- doso interés que se ha tomado al hacerse cargo de esta edición.

Manuel Bilbao.

CARTA

1>KL

DOCTOR DON VICENTE FIDEL LÓPEZ

Une nos Aires, Agonfo de HM/2.

Señor Don Manuel Bilbao:

Kstiniado señor y amigo: He leído con espe- cial cuidado el manuscrito del precioso trabajo en que Vd. se propone hacer la completa exhibi- ción del desarrollo edificio y social de Buenos Aires, desde 1602 en que la aldea era apenas un embrión, hasta este momento en que figura como la espléndida y rica Capital de la República Argentina, estimada por todos como un centro de vida internacional y rebozante de prosperi- dad; y debo felicitarlo una y mil veces, de que á su edad haya emprendido y terminado vna obi*a que no todos habrían escrito con igual éxito y oportunidad.

xn

Yo, que como le digo a Vd., la he leído con muy seria detención, no he encontrado en ella la falta de un solo detalle característico que no esté debidamente apuntado y puesto con preci- sión y verdad en su correspondiente lugar y con la luz necesaria para dar una idea precisa del encadenamiento de los sucesos. Todo, lo estadís- tico, lo curioso, lo anecdótico, lo administrativo ha sido reunido y consignado, hasta con aque- llos inventos modernos que entran como facto- res del largo desarrollo de cosas de qíte Vd. se ocupa y cuyo grande mérito consiste en la per- fecta filiación que constituye la materia, como una serie de hechos concordantes en el todo,

fino de los méritos más dignos de alabanza, es la naturaleza, sencilla, analítica y llana del estilo con que está escrita la obra. Vd., con evi- dente razón y buen sentido, ha huido de los to- ques sonoros y generalmente vacíos con que po- dría haber adornado tan bella y perfecta expo- sición, limitándose á vn estilo corrido, correcto y expositivo, que es propio y requerido por su asunto. Así es que, desde el principio hasta el fin, el lector encuentra y es llevado por el gran- de panorama que se le expone á la vista, como el viajero que va de corrido en la exploración

XIII

de un sinnúmero de sucesos y de cosas que pa- san por su vista con el prestigio de la realidad.

Todo esto, mi apreciadle amigo, y muchas otras cosas que se podrían agregar, me obligan á feli- citarlo cordialmente, por la terminación de su manuscrito; seguro de que el juicio público á su aparición, confirmará la merecida reputación de trabajo tan meritorio y tan útil como bien calculado, para dar una idea exacta del desa- rrollo material y moral, en dos siglos apenas de vida de nuestra Capital.

Me encuentro feliz de tener que dar á Vd. el testimonio de mi completa aprobación y de sus- cribirme su afectísimo servidor y a/migo

Vicente F. López.

CAPITULO I. Reseña Histórica.

Situación Geográfica de Buenos Aires. Fundación de la Ciudad. Breve reseña histórica hasta nuestros ni as.

La Ciudad de Buenos Aires está situada á la margen derecha del Río de la Plata, sobre una inmensa llanura, á los 34° 35' y 26" de latitud austral y 58° 23' y 34" de longitud occidental del Meridiano de Greenwich.

Don Pedro de Mendoza, primer adelantado del Río de la Plata fundó el 2 de Febrero de 1635 (1) la ciudad de Buenos Aires, cuyos pobladores la abandonaron en 1541 refugiándose en la Asunción.

El 11 de Junio de 1580, Don Juan de Graray fundó por segunda vez á esta ciudad, trazando un paralelógramo de 2416 varas de base con frente al río y 1360 de fondo al oeste; y dividiéndolo en manzanas de 151 varas, re- partió solares á sus compañeros, señaló el local para iglesia y nombró el Cabildo, como solían hacerlo los conquistadores españoles.

Desde entonces data sin interrupción de continuidad la existencia de esta ciudad, cuya monótona vida colo- nial no tiene nada de extraordinario.

El 8 de Agosto de 1776 se creó el Virreynato de Bue- nos Aires, cuyo primer Virrey fué Don Pedro de Ceballos.

( 1 ) En 1586 según Madero, pues en 1585 Mendoza estaba en Ettpaña.

BUENOS AIRES

El funcionario español que durante el coloniaje más se distinguió fué el progresista Virrey Juan José Ver- tiz. Durante su gobierno la ciudad inició su evolución de progreso, encontrándose en el transcurso de esta obra iniciativas honrosas que le pertenecen.

Las invasiones inglesas encontraron al Virreynato en manos de Sobremonte, hombre débil que no estuvo á la altura de las circunstancias y que abandonó su puesto refugiándose en el interior del país, de donde regresó cuando Don Santiago Liniers, secundado por criollos y españoles, había rechazado á los invasores.

La invasión francesa en España, la deposición de la Monarquía Española y la caída de la Junta Central de Sevilla, produjeron la Revolución de la Independencia.

El 25 de Mayo de 1810 fué depuesto el Virrey Don Baltazar Hidalgo de Cisneros y nombrada la Primera Junta de Gobierno Patrio, que se compuso del coronel Cornelio Saavedra, como Presidente, y de los señores Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan José Passo, Miguel Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Mariano Moreno como Secretario.

Desde esta fecha data la vida independiente de la

República, cuyos primeros años empleó en afianzar su

independencia para caer enseguida en la anarquía de

los partidos, hasta la batalla de Pavón que consolidó la

Unión Nacional.

Después de esta batalla, la vida del país tampoco fué

tranquila, pero la situación de la República fué norma- lizándose hasta 1880 en que se capitalizó la ciudad de Buenos Aires.

capitulo n.

Escudo de Armas.

El primer Blasón. El Escudo Actual.

El Blasón ó Escudo de Armas de esta ciudad lia susci- tado entre los historiadores argentinos algunas diferen- cias. Según las Efemérides de Bivas, el primer Blasón que tuvo Buenos Aires fué el que le dio Garay el 20 de Octubre de 1580, que consistía en un águila negra ó un pelícano pintado al natural, con su corona á la cabeza, con una cruz colorada sangrienta saliendo de la mano y con cuatro hijos debajo demostrando que les cría.

El actual Escudo de Armas de Buenos Aires fué de- cretado el 5 de Octubre de 1716 por el rey Felipe V, consistente en dos navios anclados en un mar espumoso plateado y una paloma volando sobre un fondo celeste, la cual simboliza al Espíritu Santo.

Por la misma Real Cédula que se creó este escudo, se dio á esta ciudad el título de Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Buenos Aires.

Este escudo lo usaba la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires hasta la capitalización de esta ciudad, en que la Provincia creó el suyo.

i

CAPÍTULO III.

Buenos Airea Antiguo.

Buenos Aires A fines «el siglo XVIII. Fama de que gozaba en Amé- rica.— Lo QUE FUÉ LA COSTA. ASPECTO DE LA CIl'DAD DESDE EL RÍO.

Opinión de Felipe IV. El Virrey Vertiz.— Condiciones en que en- contró A Buenos Aires. Iniciativas de Vertiz. Buenos Aires en 1800 y en 1830.— Lo que fueron las calles hasta lfttt).

(Obra* cotVfuUadax : La Ciudad de Buenos Aires, del Lh\ Vicente G. Quenada; El año 20, del Dr. Vicente Fidel lApez; Efemérides America- nas, de Pedro Rivas; Buenos Aires desde Setenta Años Atrás, de Jone A. Wilde; Memorias de Un Viejo, ¿le Víctor (fdlrez).

A fines del siglo XVIII Buenos Aires era una ciudad baja, de edificios chatos coronados de tejados.

La fama de belleza de que disfrutó entre las demás ciudades de la América Española durante el coloniaje, provenía más del carácter alegre y jovial de sus habi- tantes y de la belleza de sus mujeres que de lo que en realidad era.

Con Montevideo, fueron de las pocas ciudades de azo- tea de esa época.

La costa de Buenos Aires era un talar y en ella se le- vantó el Rancho de palo á pique en donde ondeó la bandera española hasta la fundación del Fuerte.

El aspecto de la ciudad desde el río era original. Se divisaba una faja de edificios bajos, blanqueados ó color ladrillo, sobresaliendo las torres de las iglesias.

La cantidad de huertas y quintas hacían que la mez- cla de las casas con los árboles le diesen un aspecto pin- toresco.

BUENOS AIBES

El 5 de Julio de 1661, Felipe IV declaraba que Bue- nos Aires era la ciudad de la América Española más apetecida de los extranjeros. Las invasiones inglesas y otros acontecimientos posteriores vinieron á dar la razón á este monarca.

El Virrey Vertiz fué el funcionario español más pro- gresista que tuvo Buenos Aires durante el coloniaje, de- biéndosele muchas iniciativas de progreso que vincu- laron su nombre entre los bienhechores de esta ciudad.

Cuando se hizo cargo del gobierno, las condiciones generales de la ciudad eran pésimas.

Los vecinos arrojaban las aguas servidas á las calles, depositándose en las mismas las basuras y desperdicios, lo que hacía que las condiciones higiénicas de la pobla- ción fuesen deplorables.

Los propietarios sacaban el barro con que construían sus casas, de las calles, las que por este motivo se veían llenas de pozos. Por la noche, los que tenían carruajes, los depositaban en la calle delante de la puerta de sus casas.

< Yo he visto, decía el ingeniero Mosquera, en alguna calle principal, dejar las muías y caballos muertos muchas veces; he visto arrojar las basuras de cuales- quier casa y aún algo más: he visto en la fiesta de los toros, dejar éstos muertos en las calles; y en fin, si hu- biera de enumerar todo lo que en la materia tengo visto, no aóabaría nunca de referir los innumerables procedi- mientos que he observado, contrarios á la buena policía y opuestos á la limpieza y salud pública, todos los cuales excesos y defectos, si no se previenen y cortan bajo gra- ves penas, nos inutilizarán el trabajo y harán infructuo- so el gasto que se impendan» (1).

(1) La ciudad de Buenos Aire*, por Vicente G. Quesada. Revisto de Buenos Aires, tomo 14, página* 625 y 021).

6 BUENOS AIRES

En 1783 el Virrey Vertiz había nombrado al Ingenie- ro Joaquín Antonio Mosquera, para que estudiase y lle- vase á cabo la nivelación y empedrado de la ciudad; pero éste, conociendo los inconvenientes y odiosidades que su nombramiento le producirían, aceptó previas dos condiciones: que el Gobernador Intendente Don Fran- cisco de Paula Saenz aceptó, y que eran las siguientes :

« Primera : que las resoluciones que él dictase no pu- diesen ser suspendidas ni por el Ayuntamiento, ó sus miembros, ni por los juzgados subalternos, ni que estos conozcan ni decidan de las emergencias que pueden sus- citarse, pidiendo que sólo se apelase directamente al Virrey. Segunda: se declarase la autoridad que ejerce y franqueándole los auxilios por las justicias y puestos militares de la capital, poniendo á su disposición diaria- mente dos soldados» (1).

Mosquera solicitó y obtuvo el concurso del Brigadier Custodio de Saá y Faria, el mismo, que en 1780 había empezado á hacer la nivelación de la parte sud de la ciudad, trabajo que suspendió en aquel entonces por no tener carácter oficial y que en unión de Mosquera rea- nudó en 1783, contando al principio con el apoyo de los vecinos, el que más tarde les faltó.

No obstante esto, se llevó á cabo casi toda la nivela- ción de la parte central de la ciudad, aunque de una manera imperfecta, por las resistencias del vecindario.

Fué así como se hizo el primer empedrado der Bue- nos Aires, á fines del siglo XVIII, siendo los vecinos de las calles Bolívar, entre Alsina y Victoria, los prime- ros que solicitaron la construcción del empedrado en la cuadra mencionada.

Para dar una idea más acabada de lo que eran las

(1) Id., id., pág. 615.

BUENOS AIKBS

calles centrales de la ciudad á fines del siglo XVIII, transcribimos el siguiente párrafo :

« La calle que pasa por detrás de la Merced, dice un documento de B de Enero de 1780, era tan mala, que « solo con cuidado, y á la desfiladada, pasan personas por una parte de ella», á causa de las aguas llovedizas que corrían por allí, llevándose terraplenes y amena- zando hasta los mismos edificios. Se había tratado, no . solo de componer esta calle, sino de seguir abriendo la otra hasta la bajada de las Monjas, prestándose los veci- nos por cuyos terrenos pasaba la delincación. La obra se comenzó entonces, desmontando un promontorio al lado del Molino de Viento, que á la sazón allí existía. Los vecinos de este barrio pedían se compusiera esta parte de la ciudad, que hacía imposible se edificase en eDa, para lo cual juzgaban era indispensable se ejecu- tase la nivelación acordada para dar salida á las aguas por los zanjones designados, dividiendo las corrientes la calle Cabildo para que á más corrieran por el zanjón de Matorras y otras en el de Viera, para desaguar en el río» (1).

No arredraron á Vertiz estos inconvenientes, reali- zando las mejoras que pudo hacer en beneficio de sus gobernados, á pesar de lo exiguo de los recursos con que contaba y del espíritu atrasado de su época.

La idea de la construcción de un muelle, la funda- ción de la Casa de Expósitos, el primer empedrado, la nivelación de la ciudad, la higienización de sus calles y terrenos baldíos, la iluminación de sus vías, el estable- cimiento de la Imprenta, la construcción del primer teatro, la fundación del Real Colegio de San Carlos, al que habilitó para estudios superiores, la solicitud y pro-

(1) La ciudad de Buenos Aires, por el Dr. Vicente G. Quesada, Revista de Buenos Aires, Tomo 14, página 617.

8 BUENOS AIRES

grama que elevó al Rey, para la fundación de una Uni- versidad, que éste aprobó, y que su sucesor, el Virrey Loreto, dejó sin efecto, observando que era malo elevar la educación de los criollos movedizos y mal dispues- tos para la sumisión, etc., hacen que nuestra afirmación anterior, sobre el Virrey Juan José Vertiz, se encuentre plenamente confirmada.

En 1800 los arrabales de la ciudad, que no tenían cer- co de material, comenzaban en la parte Sud en las ca- lles de Méjico y Chile por donde corría el tercero del Sud, encontrándose á la altura de la calle Perú el puen- te conocido por de los Granados.

De allí seguían al NO hasta la plaza de Monserrat, quedando la iglesia de la Concepción en despoblado.

De Monserrat al Mercado del Plata había muy poca población.

El límite norte era la calle Corrientes donde comen- zaban los tunales.

La Plaza de toros en el Retiro quedaba en las afue- ras entre las quintas.

Los terceros que cruzaban la ciudad eran varios, y cuentan las crónicas, que con motivo de unas lluvias, el Intendente Don Francisco de Paula Saenz tuvo que poner guardias en la calle de las Torres, hoy Rivadavia, para que no se ahogara la gente.

Los terceros más famosos eran el de los Granados ó Tercero del Sud y el del Temple en la calleque fué de este nombre (1).

En 1830 los suburbios llegaban por el oeste al Hueco de Lorea que era mercado de carretas, el que más tarde se trasladó al Hueco de las Salinas, hoy Plaza Once Se- tiembre, donde estuvo hasta poco después del año 80.

(1) El año 20, por el doctor Vicente Fidel López.

BUENOS AIRES 9

Por el sud llegaba al Hueco de la Fidelidad, que fué también mercado de carretas, el que después pasó á la Plaza Concepción y más tarde á la de Constitución.

Por el norte los arrabales estaban en la plazuela don- de fue la Plaza Nueva, donde se levantó más tarde el Mercado del Plata, la que era plaza de carretas que más tarde se trasladó al Hueco de Doña Ingracia, hoy plaza Libertad.

Los tunales y cercos de pita comenzaban antes de lle- gar á la llamada Plaza de Armas, en donde se edificó el Parque de Artillería ó sea la actual plaza General La- valle, llamada así desde 1878.

En 1835 la calle de Defensa puso en comunicación el Riachuelo con la ciudad.

En 1849 el coronel Chilabert construyó dos puentes sobre el Riachuelo.

Los faroles eran estrechos y largos, teniendo en su centro una vela de sebo, cuyo humo ponía negro los vi- drios, no esparciendo por consiguiente claridad alguna.

La gente que salía de noche lo hacía llevando un fa- rol, pero las malas veredas, la falta de luz y la ninguna vigilancia, hacían que la gente se quedase en sus casas. Mas tarde vinieron los serenos.

Las veredas de las calles tenían una vara de ancho, un metro de altura cuando dos y tres, estando en parte obstruidas por las rejas de las ventanas. Eran de ladrillo.

Hasta el año 80 había muchas así, las que en el día han desaparecido.

En la calle de Florida á la altura de Yiamonte había un puente movedizo que cuando no llovía se ladeaba, existiendo varios escalones en la vereda para subir ó ba- jar cuando el tiempo era bueno. Muchas veces, cuando se producía una lluvia repentina los transeúntes tenían que cruzar á pié el tercero por no encontrarse el puente en su lugar.

10 BUENOS AIRES

El Puente de los Suspiros se encontraba en el tercero de la calle Viamonte al llegar á Suipacha.

Cuando llovía, el agua de los caños de las azoteas, co- mo la que caía de los tejados, iban sobre las veredas, y los transeúntes, para librarse de ella, corrían agarrán- dose el sombrero, al que previamente habían envuelto en su pañuelo, poniéndole las cuatro puntas dentro.

Cuando la lluvia era muy fuerte, la gente se refugiaba en los portales hasta que disminuía.

Más adelante los caños se alargaron de modo que cuando lloviese los chorros de agua no fuesen á la ve- reda sino á la calle.

Las calles eran insoportables por la tierra en el vera- no y el barro en el invierno.

Hasta hace cuarenta años las calles centrales tenían pantanos que las hacían intransitables.

Cuando se empezó á generalizar los empedrados, se hacían formando declive de ambas aceras al centro para que las aguas corriesen por él.

En la calle de Rivadavia, la Recoba y otras centrales había Bandolas que eran pequeñas mercerías ambu- lantes.

Las calles tenían hileras de postes en los que se ata- ban las riendas de los caballos.

Muchos de estos postes eran cañones del tiempo de la Independencia, los que poco á poco se fueron sacando quedando únicamente uno en la esquina de la Merced.

El tráfico era reducido. Se veían en las calles enor- mes carretas de grandes ruedas, tiradas por bueyes que venían de la campaña y provincias.

Las carretas y tropas de muías que procedían de las Provincias de Cuyo, conduciendo vino en barriles, acei- tunas, etc., entraban por la calle de los Mendocinos hoy Maipú.

La ciudad tenía sus alternativas. Mucha actividad á

BUENOS AIHES 11

la mañana hasta las 2 de la tarde, en que no se veía ni un alma. En el verano se dormía la siesta.

De tarde, á las cinco, se reanimaba la actividad más social que comercial, en que las familias concurrían al Paseo de la Alameda, donde se respiraba el aire del río.

Al toque de ánimas se cerraban generalmente las tiendas.

CAPITULO IV.

Buenos Aires Antiguo.

La Plaza de la Victoria. Lo que ha sido.— Diversas transforma- ciones QÜK HA SUFRIDO. LoS COSTADOS DE LA PLAZA EN DIVERSAS

¿pocas. La Pirámide de Mayo.

t Obras consultadas : Los Últimos Cuatro Años de la Dominación Es- pañola en el Rio de la Plata, de Francisco Sagui ; Las Beldades de mi tiempo, ole Santiago Calzadilla; La (rran Aldea, de Lucio V. López; Viaje Pintoresco, de Alcides D'Orbigny, y las Efemérides, de Rivasj.

La plaza de la Victoria, llamada así en recuerdo de los triunfos sobre los ingleses, lleva este nombre desde 1808.

Hasta 1883 estuvo separada de la antigua plaza del Fuerte, después 25 de Mayo, por la que fué Recoba Vieja. Desde entonces se llama Plaza de Mayo.

La plaza de la Victoria no tenía árboles. Los primeros que tuvo fueron Paraísos, los que el Intendente Alvear sustituyó por Palmeras que no prosperaron, siendo á su vez reemplazadas por los actuales Plátanos, traídos ya grandes de Palermo.

Los primeros bancos fueron de ladrillos y les llama- ban poyitos. Más tarde vinieron los de mármol, los que se sustituyeron por los actuales do madera pintados de verde.

En la plaza del Fuerte tenían lugar las ejecuciones. Había allí también una fuente de material.

Las dos fuentes de hierro que había en estas plazas y de las que solamente queda la que corresponde á la que

BUENOS AIRES 13

fué plaza del Fuerte, tenían cuatro estatuas alegóricas qne representaban los ríos Paraná, Uruguay, de la Plata y Salado. La que falta está en la Plaza Independencia en Mendoza, donada por el Intendente Seeber.

Lo único que queda en pié del tiempo de la Colonia, con frente á la Plaza de Mayo, son las dos propiedades situadas al costado de la Intendencia y que dan frente á las calles Rivadavia y Bolívar las que con el ensanche de la Casa Municipal desaparecerán dentro de poco, no quedando por consiguiente edificio alguno de aquella época, á excepción de lo que resta del antiguo Cabildo.

Esas casas fueron edificadas al principio del siglo XIX por un francés de apellido Duval, el que, al quebrar tuvo que enagenar sus bienes.

No han sufrido modificación alguna de importancia desde 1806 hasta nuestros días. Donde está la Intenden- cia estuvo el Seminario Colonial. Ese mismo sitio lo ocupó mucho tiempo el Departamento de Policía. Don- de se encuentra el Palacio Arzobispal era un cerco de ladrillo coronado de vidrios de botella.

La Catedral en esa época tenía dos torres.

Donde está el Nuevo Banco Italiano era la casa del brigadier general Azcuénaga, propiedad después de los Olaguer Feliú.

Donde está el Banco de la Nación tuvo Graray su ca- sa cuando fundó á Buenos Aires. Después fué depósito de aduana, y antes de edificarse el teatro Colón fué la Casa de Comedias.

Lo demás de la calle de Eivadavia que da frente á la plaza hasta la calle del 25 de Mayo, eran boliches de la más humilde condición.

Todo era de ladrillo en barro sin reboque.

Donde está la casa de Gobierno estaba el Fuerte.

Donde está el Congreso Nacional fue mercado de car- ne y más tarde cuartel del Regimiento de Patricios.

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Donde está el edificio de La Previsosa eran los Altos de Escalada.

La Recoba Vieja cruzaba la plaza de las calles Defeu- sa á la de Reconquista.

En la cuadra de Defensa á Bolívar la ocupaban edi- ficios que no tenían mayor importancia. Allí fue el pri- mer punto que ocuparon los jesuítas en Buenos Aires, antes de construir San Ignacio.

El Cabildo se construyó en 1711.

Tenía en la base de la torre inscripta la palabra Jus- ticia. Un rayo borró el Jus y dejó el ticia y después el pico demoledor se llevó lo demás.

El Cabildo era el edificio más importante de Buenos Aires.

Allí se reunieron en Cabildo Abierto los patriotas del año 10.

Fué el asiento del Poder Judicial y en sus bajos esta- ba la Cárcel Pública.

El gran Arco de la Recoba Vieja comunicaba las dos plazas antes de 1883.

En la esquina de Rivadavia y San Martín, frente á la Catedral, está la piedra fundamental de la ciudad.

La Pirámide de Mayo fué elevada en homenaje y re- cuerdo del 25 de Mayo de 1810.

El 6 de Abril de 1811 se echaron los cimientos.

En 1826 el Congreso Nacional ordenó la construcción de un gran monumento á la revolución de Mayo con es- ta inscripción: «La República Argentina á los autores de la Revolución en el memorable 25 de Mayo de 1810».

La Pirámide primitiva era de una altura de ocho varas, estando circundada de una reja de hierro sostenida por doce columnas que tenían en cada extremidad un globo.

La Pirámide antigua se encuentra dentro de la actual, habiendo tenido en diversas épocas varias modificacio- nes hasta encontrarse tal cual está hoy.

BUENOS AIRES 15

Tiene cuatro estatuas como apéndices laterales que, según unos, representaban las cuatro estaciones, y según otros, el comercio, la industria, las artes y la agricultu- ra. La reja de hierro que la circundaba tenía cuatro fa- roles á gas.

El 24 de Mayo de 1891 se colocó una placa de bronce que la Junta de 1811 había decretado en memoria de los oficiales Felipe Pereyra de Lucena y Manuel Arti- gas, muertos al principio de la guerra de la Indepen- dencia.

CAPITULO V. Ráenos Airea Antiguo.

.¿O/tra* row,ulta.liu: EfmUridft l'líimoi Cuatro Años dt la Domí. Pinta, de FrancUco Sagní),

El 16 de Febrero de 1595, Don Fernando de Zarate echó los cimientos del Fuerte de Buenos Aires, que ae concluyó el 20 de Setiembre de 1720, siendo Goberna- dor de Buenos Aires el general Zavala.

El fuerte era un cuadrado perfecto provisto de obras en sus cuatro ángulos, estando rodeado por un foso seco comunicándose con la plaza por medio de un puente le- vadizo.

Estaba bien defendido para su época, aunque en caso de creciente los tiros de sus callones no alcanzarían á los buques que atacasen la ciudad por el lado snd; pero la me- jor defensa de ésta eran los bancos y los peligros del río.

En el patio del fuerte se encontraban las cajas reales.

Hasta 1849 existió en el salón principal de la forta- leza una baldosa levantada para clavar el asador.

Ocupaba el sitio donde se encuentra la Casa de Go- bierno frente á la plaza de Mayo.

Por una ley de la Legislatura en 1853, siendo Goberna- dor Don Pastor Obligado, se empezó á demoler para le- vantar en su lugar un edificio para aduana, el que se hizo su 1855 un poco más abajo de donde estaba la fortaleza.

BUENOS AIRES 17

En 1873 Sarmiento decretó la construcción déla Casa de Correos y Telégrafos en la esquina de las calles Vic- toria y Balcarce.

Más tarde, en 1882, el general Boca mandó levantar en el otro costado un cuerpo de edificio que lo uniera al anterior para asiento de las autoridades nacionales.

La demolición del Fuerte privó á esta ciudad de uno de sus más queridos edificios.

Esta medida se tomó para levantar en su lugar una aduana en un sitio inadecuado á este objeto, en una ciudad donde sobraban parajes más apropiados, y que al fin no se hizo en el mismo punto.

Ese Fuerte era el símbolo de nuestro pasado colonial, cuna de nuestra libertad, asiento de los Gobernadores y Capitanes Generales de estas comarcas, de sus Virre- yes, y residencia de los Gobiernos Independientes que nos dieron Patria y Libertad.

Allí habían rendido sus armas los primeros invasores ingleses al mando de Beresford, y la bandera de la Pa- tria flameó en él desde el 25 de Mayo de 1810 hasta su demolición.

Era el baluarte de esta ciudad, cuyos cañones habían luchado con los marinos extranjeros que en diversas épocas la habían amenazado.

Ese Fuerte, cuyos muros contemplaron la rendición de Beresford, la figura de Liniers, á los Directores Su- premos de las Provincias Unidas del Río de la Plata, etc., ¿qué sería en nuestros días? Sería un sitio de vene- ración nacional, en el que á cada aniversario patrio se congregarían las generaciones futuras, como lo hacen al pié de la histórica Pirámide, palpando en él lo que fue- ron los tiempos heroicos de la nacionalidad argentina desde su origen.

El cuadro de Villegas que se conserva en el Museo Histórico da una idea de lo que fué.

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CAPITULO VI.

Buenos Aires Antiguo.

La Rkcoba Vieja. Lo qtk kka. Cómo la knaüknó kl Gobierno. Su compra pon los Murrieta. Prkcio que pagaron. Cómo la adquirió Don TomAs de Anchorkna.— Si* demolición.

La Recoba Vieja con su hermoso Arco Central era un edificio de estilo morisco que ocupaba el centro de la Plaza de Mayo entre las calles Defensa y Reconquista.

Era una sucesión de casas de una ó dos piezas, á cu- yos costados había una arquería uniforme techada como la de la Recoba Nueva.

Ninguna de las dos Recobas tenía altos, hasta que el señor Crisol levantó su casa en la esquina de las calles Victoria y Bolívar.

Al arco de la Recoba Vieja concurrían las familias á oír las retretas que se tocaban en el Fuerte, los vende- dores negros que llamaban á sus marchantes por el nombre de pila con el agregado de amito, ofreciéndoles sus mercancías compuestas de mazamorra, tortas fritas, empanadas, etc. Esta clase de vendedores ha sido susti- tuida hoy por hombres de todas partes del mundo.

Cuando el bloqueo anglo-francós, el gobierno se en- contró en serios apuros financieros, no teniendo en sus primeros momentos recursos de que echar mano, pi- diendo al comercio mayorista un empréstito, el que lo facilitó.

Entre este comercio se encontraban los hermanos

BUENOS AIRES 19

Francisco y Manuel Murrieta, vizcaínos, naturales de Somorostro, quienes no contribuyeron á dicho emprés- tito á pesar de ser hombres de fortuna.

Apremiado Bozas por la guerra interna y externa, resolvió vender la Recoba Vieja.

Sacada á remate la Recoba, fueron sus compradores los hermanos Murrieta en la suma de 400.000 pesos mo- neda corriente.

Cuando se efectuó esta venta, el señor Tomás de An- chorena se encontraba ausente en la campaña, y al in- formarse de ello, se disgustó, pues tenía interés en ha- berla adquirido.

íío se desanimó á pesar de todo y se puso en campaña para obtenerla, para lo cual se valió de Don LinoLatorre, pariente de los Murrieta, sin que estos sospecharan nada en absoluto.

Como los tiempos eran duros, Don Lino, al visitar sus parientes, les dijo : que Rozas estaba muy contrariado con la conducta de ellos, pues cuando el empréstito no habían tenido dinero para prestar al gobierno pero no les faltaba para comprar la Recoba.

Empezaron los dos hermanos á hacerse recriminacio- nes recíprocas y á ver que Don Lino tenía razón, pero se encontraban eon que no podían hacerse atrás por haber firmado ya el boleto de compra. En medio de su aflicción se decían que cómo harían para verse libres del asunto.

Don Lino les observaba atentamente, hasta que ter- ciando, les dijo: Pero si no es para aflijirse tanto lo que á Vds. les pasa. Lárguenle la pildora á algún hijo del país y que cargue el con todo, pues nosotros, aunque españoles, como no tenemos cónsul y se nos considera como hijos del país, mejor será que no nos metamos en nada.

¿Y cómo haremos? dijeron los Murrieta, y Don Lino,

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con toda diplomacia, les dijo, que si ellos querían, él les buscaría un comprador, hijo del país, á lo que ellos ac- cedieron.

Se retiró, y enseguida comunicó á Anchorena el resul- tado de su misión, dándole éste un escrito en el que se decía al gobierno que, habiendo los Murríeta fracasado en varias operaciones comerciales, no disponían del di- nero que creían tener para esta compra, por lo que pe- dían al Gobierno aceptase la transferencia que hacían de ella al señor Anchorena, el que en prueba de confor- midad firmaba con ellos su escrito.

El Gobierno aprobó la transferencia y Anchorena, previo pago de la suma en que se enajenó la Recoba, entró en posesión de ella.

Los Murrieta, cuando supieron la fumada, se agarra- ban la cabeza y no se conformaban con ella.

El Intendente Alvear se propuso demolerla en una noche poniendo, para llevar á cabo su propósito, gran número de peones, los que no pudieron realizar su in- tento por encontrarse que los escombros eran como pie- dra saltando las chispas al golpe de cada pico.

Este edificio de la época colonial fué demolido el 25 de Mayo de 1883, clausurándose la calle que cruzaba la plaza en 1890.

La Municipalidad pagó á los herederos de Don Tomás de Anchorena cuando adquirió la Recoba para demo- lerla, la suma de 22.000.000 de pesos moneda corriente.

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CAPITULO VII.

^ Buenos Aires Antiguo.

Reflexiones sobre nuestro pasado. Opinión de Rivadavia. Dókdk be hace el estudio de la civilización de los pueblos. espíritu demoledor. consideraciones. lo que representaban nuestr08 antiguos edificios. observaciones.

« Toda nación presta una espe- cie de culto á cuanto pertenece á la época de su independencia y al principio de su civilización, y siempre acusa de omisión á sus antepasados por lo que dejaron de trasmitirle».

Rivadavia.

El estudio de la civilización de los pueblos se hace en sus monumentos, en sus obras, en sus edificios, en to- do lo que representa una tradición.

Nuestros pasados gobernantes demolieron todo lo que representaba un símbolo ó un recuerdo de la época en que vimos la luz de la nacionalidad.

Todo ha desaparecido. La piqueta demoledora nada ha perdonado. Solo nos queda un pedazo del histórico Cabildo y la Pirámide reformada.

¿ Qué diría el mundo civilizado, si el gobierno de Ita- lia, por ejemplo, ordenase la demolición de las ruinas del Coliseum, de la columna Trajana, del Forum, del Arco Triunfal de Druso, etc.? ¿Si las ruinas de Pompeya, que con tanto celo se cuidan, como asimismo todas las antigüedades que se conservan en la península itálica, fuesen demolidas sin consideración alguna ?

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Se levantaría una protesta universal imposible de des- cribir. Sería tocar á la humanidad toda en algo que le pertenece, pues representa la historia de su civilización. Y al decir el gobierno de Italia, no queremos referirnos á ese solo país, donde felizmente se sabe apreciar loque se tiene.

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Nos referimos á toda la Vieja Europa que se esfuerza y se emula en conservar sus antigüedades que repre- sentan su historia, sus glorias, su pasado, etc.

En el mismo Oriente, y no digamos ahora sino en los miles de años que tienen las Pirámides de Egipto, las viejas construcciones griegas, etc., no hubo en todo ese enorme lapso de tiempo quien se atreviese á tocar lo existente.

Los bárbaros y los que no lo fueron, los odios de raza, las luchas religiosas, etc., todos respetaron lo existente á pesar de ser tan antiguo para ellos, y de ser pueblos viejos que tenían con qué reemplazarlos.

Miremos el pasado de nuestra ciudad, ciudad de ayer, al lado de las viejas ciudades europeas, y que no conser- va casi nada de hace noventa años.

¿Qué cuenta pedirán las generaciones venideras álos gobernantes que nada respetaron?

¿Dónde está ese Fuerte, la Recoba que dividía ambas plazas principales, el cuartel del Retiro, etc.?

¡Qué poco teníamos y qué poco hemos sabido con- servar!

Se dirá que eran edificios feos, viejos, atrasados, in- dignos de una ciudad progresista.

¿Sería esa teoría capaz de ponerse en frente de los si- glos que tienen las construcciones europeas sui generis?

Esos monumentos que eran la cuna de nuestras glo- rias y tradiciones, han desaparecido en una ciudad en la que sobraban tierras y parajes á propósito para hacer las construcciones que en su lugar se levantaron.

BUENOS AIRES 23

Se invocaba el progreso, el desarrollo de la ciudad, las ideas nuevas para proceder así y se olvidaba que esos monumentos nacionales nos pertenecían á todos los argentinos.

Con qué placer recorremos las calles en que hay ca- sas que todavía conservan algo del tipo colonial, de ese Buenos Aires de las invasiones inglesas y del año grande de 1810. Se nos tildará por nuestro modo de pen- sar -de retrógrados, de espíritus atrasados, por los que no estiman su histórico pasado, pero no se crea por es- to que seamos enemigos de nuestro progreso y desarro- llo. Lejos de eso. No hay que confundir el respeto por las cosas de nuestro pasado, con el más vivo deseo de adelanto.

T los que así piensen, si se preguntan á mismo, convendrán con nosotros y dirán: ¿Con qué derecho se nos ha privado de todo eso ?

Y cuando en la historia se lea que las mujeres de Bue- nos Aires arrojaban el año siete sobre los invasores in- gleses, desde las azoteas de sus casas, tachos de agua hir- viendo, se perderá la mirada del transeúnte mirándolos techos de las modernas construcciones, sin saber, sino se preocupa en ello, que la altura de aquellas azoteas era apenas de cinco metros, no apreciándose en su ver- dadero valer el mérito de aquellas heroínas.

CAPITULO VIH. Buenos Aires Antiguo.

LAS PRIMERA8 CONSTRUCCIONES. LOS MAESTROS ALRANILK8. Lo QUÉ* BRA UNA CASA COLONIAL. LAS CONSTRUCCIONES MODERNAS.

(Obras consultados: Censo Municipal de 1887 y Memorias de un Vtejo, de Víctor Oáívez).

Las primeras construcciones que se hicieron cuando se fundó esta ciudad fueron ranchos de paja y adobe de una sola pieza.

Más adelante, la teja reemplazó á la paja aumentán- dose el número de habitaciones, las que tenían una puerta de una hoja.

Las paredes tenían un ancho enorme, alcanzando al- gunas al metro y las menos al medio metro.

Los reboques eran de barro, empleándose el adobe en las grandes construcciones.

Los maestros albañiles eran españoles, á quienes se les llamaba « alarifes ».

Las casas coloniales de Buenos Aires tenían su sello característico como todavía se les puede observar en el barrio sud de la ciudad. Bajas, macisas, con su techum- bre de teja, sus pesadas cornisas, sus ventanas ó balco- nes de reja salientes ó voladas como se les llamaba.

Las puertas de barroca de cuatro hojas adornadas de aldabones eran de las casas de lujo. Las ventanas con flores, como llamaban los herreros á las tres S que lle- vaban en el centro, generalmente eran voladas.

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BUENOS AIRES 25

Los zaguanes y pasadizos, tenían pinturas que repre- sentaban alguna escena campestre, las que deleitaban á sus propietarios y que hoy no se admitirían en la cocina de una casa chic.

Las casas tenían, además de la puerta de calle, una de fierro, tras la que no faltaba el celoso perro que anun- ciaba á sus amos la presencia del visitante ó forastero.

Los faroles de candileja eran triangulares y descan- saban sobre un soporte de hierro inmediato al zaguán de donde enviaban á su alrededor la penumbra del acei- te de potro que consumían.

Las casas de fondo completo tenían 75 varas.

En la distribución interior tenían tres patios. El pri- mero de los señores, el segundo del servicio y el tercero era la huerta ó corral.

El patio criollo ha desaparecido. No es el Buenos Ai- res de ahora el de antes, que á los extranjeros les resul- taba chato; el paseante no se sentía abrumado por las enormes construcciones modernas.

El patio de antes recordaba á los de Andalucía con sus vejetaciones lujuriosas, no faltaban en él el algibe cuando ésta reemplazó al pozo, ni los parrales, ni la hi- guera bajo la cual se tomaba mate en rueda.

Las familias pudientes tenían todo género de como- didades.

Las salas tenían muebles macizos, algunas veces con dorados, no faltando los espejos y las alfombras, lo mis- mo que en los dormitorios.

Las arañas eran de bujías con fanales de cristales y caireles.

La casa de Escalada, en la calle San Martín, tenía las paredes tapizadas de damasco de seda amarilla con cor- nizas y ñecos dorados.

Los techos eran de madera blanca con dorados.

Había también espejos con lunas de Venecia.

BUENOS AIEES

Las piezas rodeaban los patios, siendo la primera el salón, más largo que ancho.

El dormitorio, con su cama en el medio, con su sofá ó cómoda, etc.; cuadrando el patio el comedor, siguiendo después las demás piezas interiores hasta la cocina.

Los pisos eran de ladrillo, de los llamados de piso. Los cielo-rasos no se eonocían como asimismo la pin- tura de aceite, siendo el blanqueo interno y externo el que se practicaba.

La chimenea era poco usada y se le reemplazaba en las casas pudientes por grandes copones de bronce con carbón de leña, en los que se quemaban zahumerios á que eran muy aficionados las gentes de antaño.

Las casas lucían mobiliarios sencillos y sólidos, ha- biendo quien tenía muebles franceses, ingleses ó ameri- canos, según el gusto del dueño de casa.

Otras casas tenían un altillo saliente con reja, como tenían las ventanas de las casas de las familias pudien- tes, lo que extrechaba notablemente las veredas, que eran de una vara de ancho, lo que constituía un peligro en la noche en que el alumbrado era casi nulo.

La edificación posterior reemplazó los tirantes de palma por los de pino de tea y urunday, empleándose ladrillos bien eocidos y alfajías de madera en lugar de las cañas, reemplazando la argamasa al barro.

Los frentes de las casas se adorna con parapetos ele material ó rejas de hierro sostenidas por pilares cuadra- dos de ladrillo.

Más adelante la tierra romana, la cal, etc., se emplean en las construcciones, las huertas disminnyen y son más pequeñas.

Se empieza á usar el papel en las paredes, las puertas y ventanas son menos sólidas y tienen una forma más elegante.

Se construyen algibes que reemplazan á los pozos que

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con el agua del río eran lo que se bebía por la pobla- ción.

Las casas de negocio no tenían vidrieras ni escapa- rates.

Las casas se pintaban de celeste, menos en tiempo de Hozas que lo estaban de colorado.

Las esquinas no tenían ochavas, terminando en punta los edificios.

Tales eran las construcciones del Buenos Aires viejo, de las que quedan pocos ejemplares.

En las construcciones modernas se emplean ladrillos de primer orden, tirantes de acero, columnas de hierro, el portland, la tierra romana, la piedra, el mármol, el mosaico, el parqué, etc., las ventanas y puertas son de las mejores maderas, llegando á veces á ser verdade- ras obras de arte, empleándose en ellas desde el cedro y el roble hasta el más rico nogal.

Los servicios de gas, aguas corrientes, cloacas, luz eléctrica, etc., no faltan en la más modesta casa. Los algibes y pozos han desaparecido.

El aumento de población y valorización de la tierra hacen que las construcciones, además de ser más cos- tosas, que se aproveche el terreno desde los cimien- tos de los edificios que están ocupados por espacio- sos sótanos teniendo las casas hasta cinco y seis pisos como pasa en las de la Avenida de Mayo.

Las escaleras se suprimen casi por medio de los as- censores, colocándose los del último piso en las mismas condiciones que los del primero.

Todos los estilos existen en la moderna Buenos Ai- res, desde el antiguo colonial que rápidamente des- aparece hasta el moderno Luis XV, Renacimiento, Gó- tico. Inglés, Art Nouveau, etc. Todas las arquitecturas tienen su representación.

En la edificación del día todo es alto á excepción de

28 BUENOS AIBES

los arrabales y suburbios en que hay muchas casas bajas.

Las casas de antaño ostentaban en su frente el escudo de armas de las familias, los que fueron sacados por una resolución de la Asamblea Nacional del 26 de Octubre de 1813.

En Julio de 1902, la Comisión Municipal, á inicia- tiva del Señor de la Cárcova, ha instituido el premio « Municipalidad de Buenos Aires», consistente en una medalla de oro y diploma de honor, que se adjudicará al arquitecto ó ingeniero autor de los planos del edificio que se construya en el año, y que reúna el mejor ca- rácter arquitectónico y ornamental en su fachada ó fa- chadas, y en la exoneración de los derechos municipales de delineación, niveles y edificación, correspondiente á la propiedad.

El fin de esta iniciativa es fomentar la edificación pri- vada de carácter arquitectónico dentro del perímetro comprendido entre las Avenidas Colón, Paseo de Julio, ribera del Río de la Plata, Canning, Rivera, Gazcón, Rivadavia, Rio ja y Caseros.

CAPITULO IX. Buenos Aires Antiguo.

La Casa del Montr Piedad. La Legislatura de la Provincia. El Consulado. Las Temporalidades. La Casa de Expósitos. La Aduana Vieja. La Casa de Ejercicios. Las Cárceles. La Pri- mera venta de Tierras. La Recoleta. La calle del Pecado. Lo que fue el local que ocupa la Casa de Moneda. El Retiro.

Entre los edificios del siglo XV1H que mejor estado de conservación ofrecen, se encuentra el que ocupa el Monte de Piedad, en la esquina de las calles de Perú y Belgrano, cuyo interior, á pesar de las modificaciones que ha sufrido, y que no son fundamentales, respira to- davía el ambiente colonial.

Era la casa de la Virreyna Viuda, conocida también por la Virreyna Vieja.

Pertenecía á la familia de Del Pino, y al frente de la puerta principal ostentaba las armas de la familia del padre del obispo Medrano.

En 1848 ala muerte de Don Joaquín Almeída, esposo de doña Juana Cazón, pasó á la Cofradía del Santísimo Rosario, dividiéndose su renta en cuatro partes; una para la Casa de Ejercicios, otra para la cofradía que tenía que costear la misa de una en Santo Domingo, además de la fiesta del Santo, y otra al Patriarca San José.

Las otras dos partes eran una para el hospital de hombres y la otra para el de mujeres.

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Hoy ocupa este edificio el Banco Municipal de Prés- tamos.

El edificio de la Legistatura de la Provincia en la calle de Perú y que hasta hace poco ocupaba el Consejo Deliberante de la Capital, pertenecía á las Casas Tem- poralidades.

El ingeniero Pedro Catelin hizo una construcción de madera situado en uno de los patios del edificio, seme- jante al de la Cámara de los Pares de París de aquella época.

Además de las tres órdenes de semicírculos bajos destinados á los representantes, tenía palcos y galerías para el público.

En los primeros tiempos los palcos altos se destina- ban á los personajes de representación, corporaciones, jefes del ejército, etc., lo que con el tiempo se suprimió quedando todo libre para el público.

La primera Sala de Representantes fué electa el 17 de Febrero de 1820, inaugurando las construcciones de Catelin el Io de Mayo de 1822.

El Congreso Nacional de 1826 y 1827 que funcionaba en el local del Consulado, se trasladó al local de la calle Perú después de desalojada la Sala de Represen- tantes por Rivadavia.

El Consulado se estableció en 1794 bajo el gobierno del Virrey Arredondo, siendo nombrado secretario el doctor Manuel Belgrano.

Ocupaba el sitio dondo se levanta el edificio del Ban- co de la Provincia de Buenos Aires en la calle de San Martín entre las de Bartolomé Mitre y Cangallo.

A su costado se encontraba la casa de Don Francisco Del Sar, donde hoy es lo de Funes y Lagos.

Cuando el Congreso de Tucumán se trasladó á Bue- nos Aires, el recinto donde celebró sus sesiones fué en una parte del edificio del Consulado.

BUENOS AIRES 31

En el mismo edificio instaló Rivadavia la primera Sala de Representantes de la Provincia, la que poco después se trasladó á la casa de Temporalidades de la calle Perú, cuando el ingeniero Catelin terminó los arreglos interiores.

Las Temporalidades se llamaban las casas edificadas en la calle del Perú entre Alsina y Moreno que pertene- cieron á los jesuítas y en las que han estado la Legisla- tura de la Provincia, Universidad, Museo, Biblioteca, etc. En tiempo de la Colonia á esta manzana se le llamaba «la manzana de las luces».

La Casa de Expósitos la fundó el Virrey Vertiz en 1779, siendo su primer administrador Don Martín de Sarratea.

En 1823 Rivadavia la reorganizó poniéndola bajo la administración de la benemérita Sociedad Damas de Beneficencia.

El local primitivo que ocupó fué en la calle Moreno 22 antiguo. En ella funcionó la imprenta de los Niños Expósitos.

El 24 de Mayo de 187-4 se trasladó el local á la ca- lle Larga de Barracas, hoy Avenida Montes de Oca, donde continúa prestando sus servicios.

Uno de los letreros que tenía y que se han sacado decía :

Mi madre y mi padre Me arrojan de sí. Y la caridad divina Me recoje aquí.

La Aduana Vieja, situada en la bajada de la calle de Belgrano, es otro de los edificios coloniales que se con- servan. Los niveles de la calle la han dejado debajo de ella, conservándose su frente casi tal cual fué, lo mis- mo que el portón de la calle Balcarce que ostenta un gorro frigio de latón.

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Era un gran caserón con salida á las dos calles.

La Aduana Nueva se empezó á construir después de 1855, al frente de la Casa de Gobierno que mira al río. La construcción del Puerto Madero, hizo necesaria su demolición en 1894.

En la torre de este edificio estaba el Faro de Buenos Aires.

La Casa de Ejercicios fué fundada por la Señora Ma- ría Antonia de la Paz y Figueroa, natural de Santiago del Estero, fundadora á su vez de la Hermandad del Di- vino Salvador, en la que tomó el nombre de Sor María Antonia de San José.

Su nombre primitivo fué « Casa de Ejercicios Espiri- tuales», siendo, como su nombre lo indica, una casa de ejercicios y retiro, donde iban y van todavía anualmente á este fin numerosas personas piadosas.

El patio y la puerta de entrada á la capilla donde se recogían los que iban á hacer ejercicios, se conservaba tal cual era á fines del siglo XVIII hasta hace poco.

En 1795 se inauguró el vetusto edificio después de pasar muchas vicisitudes.

Esta antigua casa se ha empezado á demoler en 1899 para levantar en su lugar una gran construcción moder- na con el mismo fin.

La congregación que atiende á esta casa se ha exten- dido por toda la República, especialmente en la Provin- cia de Buenos Aires, donde cuenta con casas en Liniers, bajo el patrocinio de San Cayetano y otra en San Justo bajo el de San Mauricio.

La Cárcel Correccional estaba próxima al Hospital de Hombres ; la de Mujeres en la calle Victoria entre Bolívar y Perú, además de la que estaba en los bajos del Cabildo.

La esquina de las calles Victoria y Bolívar, propiedad hoy de Don Manuel Aguirre, fué el primer terreno que

BUENOS AIKES 33

se Tendió en esta ciudad, siendo su precio un caballo blanco y una guitarra, lo que se realizó en 1584.

En ese local estuvo el Tribunal de la Inquisición que poco tuvo que hacer felizmente en esta ciudad.

El terreno de la Eecoleta se vendió en 1604 á un Beaumont, en cambio de algunas prendas de vestir.

La calle del Pecado, ó más bien dicho, el callejón co- nocido por este nombre, fué en tiempos de la colonia una callejuela de la Plaza de Toros.

De la casa vecina, de la que aún resta algo frente á la antigua plaza Monserrat, hoy Mariano Moreno, era ocupada por las autoridades y gente de copete de aque- lla época.

La callejuela se pobló de gente alegre, entre la que no es difícil se produjese algún crimen, debiendo quizás á esto su nombre.

Hoy la calle del Pecado se llama calle Aroma.

La Recoba que daba frente á la Plaza Monserrat, lle- na de boliches y tienduchas, se demolió en 1897.

El local que ocupa la Casa de Moneda fué Convento y Hospital de Betlemitas.

Más tarde estuvo allí el Cuartel de los Restauradores.

La Casa de Moneda de Buenos Aires se fundó en 1777, funcionando con diversos intervalos.

El nuevo edificio de la calle México y Defensa, fué inaugurado en el mes de Julio de 1880, por el Presi- dente Avellaneda.

Los adelantos modernos que cuenta este estable- cimiento fueron organizados por el Ingeniero Martín Castilla.

El Retiro fué desde 1702, mercado de esclavos.

La primera Plaza de Toros estuvo en la Plaza de Monserrat, trasladándose después al Retiro, donde se construyó un edificio de ladrillo, cuya parte superior estaba coronada de palcos que ocupaban los días de

34 BUENOS AIRES

función las familias distinguidas de la época. Le seguían las gradas á una altura de dos varas, separadas del cir- co por un cerco de tablas, que tenía refugios para los toreros y capeadores cuando se veían en peligro.

La entrada valía tres reales.

En 1793 se desmoronó una parte, causando algunas víctimas.

En 1807, cuando las invasiones inglesas, la Plaza de Toros fué ocupada por los patriotas.

En 1822 el general Rondeau mandó demolerla orde- nando la construcción de cuarteles con sus materiales.

Los aficionados á los toros se refugiaron en Barracas, donde hubo una plaza de este género.

El Retiro ha tenido varios nombres. Campo de la (t loria, después de las invasiones; Campo de Marte, más tarde, y Plaza General San Martín hoy, conservándose siempre el tradicional de Retiro, cuyo nombre le venía por quedar en las afueras de la ciudad.

CAPITULO X.

Buenos Aires Antiguo.

Algo de lo que queda en pié. Casas particulares antiguas. Quintas de antaño.— Los Saladeros.

La casa del Doctor Nicolás Rodríguez Peña, situada en la calle Callao entre Paraguay y Charcas, fué donde se reunieron los patriotas del año 1810, que prepararon la revolución de la Independencia.

En esa época era una chacra suburbana conserván- dose de ella una pieza en la que la Municipalidad colocó el año 1894 una placa conmemorativa.

Esta propiedad pertenece á la familia de Rodríguez Peña desde 1745, habitando la quinta, ó el resto de lo que ésta fué, la Señora Catalina Rodríguez Peña de Cazón.

La casa de Ezcurra, en que vivió Rozas, era propie- dad de su esposa doña Encarnación Ezcurra de Rozas, en la esquina de las calles Bolívar y Moreno; es una construcción antigua.

Es digno de observarse los tirantes de pino de tea, los que al presente se encuentran en perfecto estado de con- servación.

En esta casa particular, estuvieron las autoridades del Gobierno de la Provincia, hasta la capitalización de Buenos Aires. El correo la ocupó hasta 1901 .

Pertenece todavía á la familia de Ezcurra y de los hijos de Manuela Rozas de Terrero.

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Son igualmente construcciones antiguas: La casa que habita el general Mitre, en la calle de San Martín.

La casa que ocupó El Tiempo hasta hace poco en la calle Bartolomé Mitre.

La casa de la familia de Constanzó en la calle Belgra- no entre Bolívar y Defensa, que ostenta en su frente el año 1772 como fecha de su construcción. Es un edificio de estilo morisco que se encuentra todavía en buen pié de conservación.

La casa de la calle San Martín y Cuyo, donde nació el Doctor Vicente Fidel López en 1815, reconstruida por el Ingeniero Catelin para Don Miguel Gutiérrez en 1834.

La de la familia de Bozas en la calle Defensa frente al paredón de San Francisco.

La casa de la familia de Andrade, en la calle Vene- zuela, propiedad secular de esta familia. En ella habita Don Luis Andrade propietario actual.

La casa donde se refugió Rozas después de Caseros, ocupada entonces por la Legación Británica, situada en la calle Bolívar pasando Venezuela, propiedad en aque- lla época de la familia de Ramos Mexía.

La casa donde nació Don Vicente López y Planes, au- tor del Himno Nacional, en la calle Perú B33. El Director del Museo Histórico, colocó en ella el Io de Enero de 1901 una placa conmemorativa.

La casa que hizo construir el almirante Guillermo Brown y en la que vivió y murió, se encuentra en la calle Martín García 684.

La casa donde nació el general Mitre, en las calles de Suipacha y Lavalle.

La casa de la esquina Buen Orden y Alsina, ocupada por una ropería vasca. La de Don Miguel Riglos hoy de la Municipalidad, al

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costado de la Intendencia. Esa propiedad fué de San Martín, conservándose casi tal cual como fué. De su balcón, en otra época, muchas damas distinguidas y hombres políticos, presenciaron numerosos aconteci- mientos. Con el ensanche de la Intendencia se demolerá.

Entre las quintas de antaño se encontraban la de Don Ladislao Martínez, en la esquina de las Catalinas, cercada de una pared baja á las calles Temple y Flo- rida y en la que había toda clase de verduras (1822).

La quinta de Don Francisco del Sar, pasando la Re- coleta, después de Bollini y hoy barrio populoso.

La quinta de Mac Kinley, después de Lezama, y hoy Parque Municipal de este nombre.

La quinta de Navarro Viola, en la calle de Caseros cuyo edificio se conserva.

Las quintas de Moreno y Balcarce, en la parte sud de la ciudad.

La quinta de Brittain, donde se (plantó el primer pe- ral de agua.

Los saladeros se establecieron en Barracas en las már- genes del Riachuelo, donde se hacía el tasajo que se ex- portaba en gran cantidad al Brasil.

Barracas era los Domingos un centro de diversión y de paseo, funcionando allí una plaza de toros.

Buenos Aires era entonces una aldea colonial con sus techos de teja y sus zanjones navegables en los días de lluvia.

CAPITULO XI.

Buenos Aires Antiguo,

La Sociedad de antaño. Impresione* de los Hermano» Rohertson. Familias antiguas. Lab bellezas de 1830. —Barrio Scd. Barrio Norte.— Los salonks de la sesora de Mandrville.*— Las tertulias

DK LO DE SeNILLOSA. La CASA DE ItlOLOS. TERTULIAS DE K8A ÉPOCA.

Cómo eran las reuniones sociales. Los ingleses.— Costumbres

y GUSTOS.

(Obras consultadas: Leüers on South America, por los Hermanos Ro- bertson; Las Beldades de mi tiempo^ de Santiago Calzadilla; Bu&nos Ai- res Antiguo; Buenos Aires desde Setenta años atrás, por José A. WUde; Patricias Argeiúinas, de Adolfo P. Carranza, etc.).

La sencillez y sinceridad patriarcal que se respiraba en las familias de Buenos Aires ha sido suplantada en nuestros días por el interés y el egoísmo, aunque no del todo felizmente.

Los hermanos Robertson, distinguidos viajeros ingle- ses que estuvieron en esta ciudad á principio del siglo XIX, refieren sus impresiones sobre la sociedad de an- taño de la manera siguiente, en su obra titulada: Letters on South America, publicada en Londres en 1842.

«Pocos lugares hay en el mundo donde sea más es- trecho y sincero el trato entre los hijos del país y los extranjeros en general ; pero más especialmente con los ingleses, que en la Ciudad de Buenos Aires, desde que se convirtió en la capital de un estado soberano.»

Refiriéndose á la cortesía de las dueñas de casa, con-

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tinúan en otro párrafo: «Son pacientes con las faltas ajenas; si os brindan acogida, es por lo general sincera y durable; no hay maneras rebuscadas ni afectaciones ni bnrlas á los inferiores, ni adulación á los que se creen muy altos; salvo, por broma, cuando reconocen en inferiores ó iguales buen natural ó un espíritu indul- gente. Una niña bailará, no con la misma complacen- cia, pero simulando cierta cordialidad, con un viejo ó con un tipo ridículo, como lo haría con un joven apues- to y elegante. No permiten jamás ni á los tontos, pare- cer que lo sean. Toman en ello tal interés, que los fa- tuos más estirados los he visto doblegarse como varillas elásticas bajo la acariciadora influencia de las por- teñas.»

Después de explicar detalladamente una pelea entre dos negros de kt servidumbre de la familia de Barquín, en la que uno de los fámulos resultó herido á pesar de los esfuerzos del señor Robertson para evitarlo, en pre- mio de cuya generosa actitud fué invitado á entrar á la casa, describe lo que era ésta, la que en su tiempo fué uno de los hogares más distinguidos de esta ciudad y que nosotros transcribimos como un cariñoso recuerdo al que fué el hogar de nuestros abuelos:

«Una dama de bellísimo en bon point, me hizo pasar al salón y en él fui admirablemente recibido. »

«Varias sílfidos, cada una bujía en mano, permitían ver el plácido contraste de sus pálidos semblantes y el rostro encendido del que había presenciado la tragedia ocurrida junto á la entrada de la casa.»

«Yo no había cumplido todavía veinte años, y un poco enamorado como era, sentía envanecerme al re- cibir por mi conducta filantrópica, una lluvia de piro- pos de esos labios de miel. A la media hora departía- mos en la mayor confianza, y al cabo de quince días pertenecía al número de los amigos íntimos.»

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c Jamás he frecuentado un circulo familiar más inte- resante y seductor. Allí estaba la señora Barquín, una dama de la antigua escuela, llena siempre de atinadas reflexiones sobre sus ricos yacimientos de cal en el Uruguay; al par que su pálida y encantadora hija que acababa de contraer matrimonio con el capitán Cervi- no; cumplida pareja en la que lucían el ingenio y la dis- creción. Cervino era un sabio español, capitán de navio de la real armada, comisionado por su gobierno para hacer un estudio de las provincias del Río de la Plata; encargo que desempeñó con éxito brillante. Allí estaba Doña Merceditas, una de las .bellas más seductoras de Buenos Aires, con su inseparable amiga Doña Mari- quita Oromí, la mujer más elegante de la clase social á que pertenecía, y por último, el padre y la madre de es- ta criatura fascinadora; él, un cumplido caballero, ofi- cial del estado mayor del Virrey; ella, perfecto dechado de lo que debe de ser una dama. La señora Barquín se esmeró en la educación de sus hijas con quienes vivió siempre bajo el mismo techo, y las Oromí eran con- currentes asiduas de las tertulias nocturnas. ¿Quién po- día dejar de estar encantado con semejantes relaciones? Me atraían verdaderamente, y como recibiese las segu- ridades de deber considerar la casa como propia, con motivo del incidente aquel del negro, fui honrado con la mayor intimidad. Iba á almorzar, á comer, á tomar café, á cenar, á reír, á charlar como y cuando se me an- tojaba. Doña Mariquita y Doña Merceditas eran mis íntimas y predilectas amigas, hasta que casó la una con el apuesto mozo Don Jaime Nadal, y la otra con un guapo chileno (1). Envidié á los dos, y algo hubiese dado por haberme visto en el pellejo de ambos.»

(1) Don Rafael Bilbao.

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Durante la guerra de la independencia, las damas de Buenos Aires contribuyeron con sus alhajas y eroga- ciones en dinero al sostenimiento de los ejércitos pa- triotas.

De esa época eran las señoras Tomasa de la Quintana de Escalada, María Sánchez de Thompson, más conocida por el apellido de su segundo esposo Mandeville; Re- medios Escalada de San Martín, Lucía Riera de López y Planes, Concepción Riera de Gutiérrez, Rufina Orma de Rebollo, Isabel Calvimontes de Agrelo, María de los Santos Riera de Del Sar, Angela Castelli de Igarzabal, Carmen Quintanilla de Alvear, Nieves Escalada de Oro- mi, Francisca Silveira de Ibarrola, Bernardina Chava rría de Viamonte, Ana Riglos de Irigoyen, María Mer- cedes Coronel de Paso, Benita Nazarre de Pico, Merce- des Lasala de Riglos, Mercedes Warnes de Unquera, Juana Pueyrredón de Saenz Valiente. Andrea Balbas- tro de Gálvez, Juana Manuela Soler de Fuentes, María de los Santos Aré val o, Isabel del Castillo deEzeiza, Ce- lestina Alvarez de Ezeiza, Mercedes Barquín de Bilbao, Agustina López Osornio de Ortíz de Rozas, María Ota- lora de Soler, Rosalía Lagacha de Las Heras, Andrea IbañezdeAnchorena, Juana Del Pino de Rivadavia, Jua- na Trillo de Sánchez, Irene Gutiérrez de Tollo, Juana Pastora Elía de Argerich, Gregoria Rivera de Barron, Manuela Acosta de Ramírez, Damasia Caviedes de Mar- tínez, Josefa Acevedo de Belgrano, Juana Olazábal de Soler, etc.

En 1830 y años posteriores, la burguesía porteña la constituían las familias de Del Mármol, Trelles, Coro- nel, Zamudio, Senillosa, Lavalle, Casares, Izquierdo, Darragueira, Ituarte, Costa, Botet, Riera, Caviedes, Sarratea, Tagle, Carranza, Saenz Valiente, Aguirre, Del Pino, Telechea, Lezica, Martínez, Mac Nab, Giménez, Romero, Saenz, Riglos, Casamayor, Maldonado, Agui-

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rre, Anchorena, Martínez de Hoz, Pereda, Ortíz Ba- sualdo, Llavallol, Cazón, Alurralde, Linch, Videla, Andrade, Alsina, Somellera, López, Agüero, Villarino, Masculino, Guerrico, Marcó del Pont, Díaz de Vivar, Arana, Belaustegui, Herrera, Varangot, Pérez Millán, Quintana, Perdriel, Guido Ibáñez, Achával, Madariaga, Rufino, Insiarte, Rodríguez Orey, Carballido, Lozano, Azcuénaga, Demaría, Mansilla, Castellanos, etc., etc.

Las señoritas de más figuración fueron : Agustina Rozas, Agustina Casares, Avelina Saenz, Lucía Mascu- lino, Santos del Mármol, Juana Araujo, Justa Carranza, Petrona Coronel, y las de López, Martínez de Haz, Bel- grano, Costanzó, Aguirre, Zumarán, Guerrero, etc.

El Saint Germain porteño era el Sud.

Allí vivían las familias de Darragueira, López y Pla- nes, Luca, Sarratea, Rivera, Arana, Vivot, Cazón, Al- meida, Saenz, Caviedes, Alzaga, Martínez de Hoz, Tagle, Díaz Vélez, Casares, Izquierdo, Calzadilla, Castellote, Belgrano, Botet, Senillosa, Lavalle, Carranza, Costa, Del Mármol, Fernández, Coronel, Ituarte, Mac Nab, Trelles, Del Pino, Larrea, Inchaurregui, Burzaco, Ortíz de Rozas, Ezcurra, Martínez, Costanzó, Quiroga, Saenz Valiente, etc.

El norte era poco poblado de familias, encontrándo- se entre ellas las de Escalada, Gutiérrez, Barquín, Bal- bastro, Achával, Madariaga, Riglos, Olaguer Feliú, Mandeville, Albarellos, Frías, Del Sar, Martínez, Pa- checo, Azcuénaga, etc.

Uno de los salones más concurridos durante los pri- meros tiempos de la vida social porteña, fueron los de la señora María Sánchez de Mandeville, quien casó en primeras nupcias con Don Juan Thompson, el que le hi- zo como regalo de bodas la manzana comprendida entre las calles de Cuyo, Cangallo, San Martín y Florida.

A la muerte de éste, la viuda casó con el señor Man-

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deville, siendo los salones de su casa lo más frecuenta- dos de Buenos Aires. Allí concurrían los generales de la Independencia, los políticos de ese entonces y la socie- dad más distinguida en damas y caballeros.

Por los salones déla señora de Mandeville desfilaron: el virrey Liniers, Saavedra, Rivadavia, Belgrano, Pueyrredón; los ministros diplomáticos Mackau, Wa- lesky, Marqués de Caxías, Mariscal Santa Cruz, etc. Sabios como Holemberg, Darwin y Bonpland; las señoras Tellechea de Pueyrredón, Correa de Lavalle, Zumarán de Angelis, Villanueva de Amstrong, Reinoso de Pacheco, Plomer de Lozano, la Marquesa Forbín de Janson, etc.

Las tertulias de lo de Senillosa, en las que Don Pru- dencio Rosas pedía se bailara el Cielito criollo con rela- ción, y que la señora dueña de casa exhortaba á las ni- ñas á que lo hicieran para agradar al general.

La casa de Don Miguel de Riglos fué otro de los cen- tros de distinción de esa época.

A sus balcones, sobre la plaza de la Victoria, concurría la élite, á presenciar los desfiles de las fiestas patrias, los ministros diplomáticos y damas de relación de los dueños de casa.

La vajilla era de oro y plata, y la gentileza y atención de los dueños de casa era tal, que los que allí concurrie- ron, jamás olvidaron los buenos ratos que pasaron.

Las tertulias de lo de Carlos María Huergo al lado de lo de Senillosa, Doña Paula Planchón, León Gallar- do, Antonio de la Peña, Doña Mauricia Fernández de Coronel, Agustina López de Osornio, Manuel Carran- za, Juan Bernabé Molina, Juan Bautista Peña, Doña Flora Azcuénaga, lo de Castex, González Videia, Oro- mi, Severa Lastra, Santa Coloma, etc.

En la casa de Rozas tenían también lugar reuniones sociales^ en las que se bailaba el minué, distinguiéndose

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en él Manuelita Rozas y el señor Mandeville, ministro de Inglaterra.

Las reuniones comenzaban temprano, concluyendo generalmente á las doce de la noche. Aunque no había día de recibo, los días más generales de estas fiestas eran los lunes, domingos y sábados.

Se bailaba con piano, acompañándose á veces con violín y flauta.

Santiago Calzadilla lucía en el piano sus habilidades en las tertulias, siendo además compositor. El doctor Juan Bautista Alberdi, compuso una contradanza ó mi- nué que mucho gustó. Se llamaba El llorar de una bdla.

Había muchos mulatillos que tocaban el piano en es- tas reuniones, pero cuando era una fiesta de tono no de- bían faltar Juan P. Esnaola, Marradas ó Espinosa, los maestros de más boga en ese tiempo.

Las reuniones comenzaban por un minué liso bailado por las señoras y caballeros de más categoría en unión de la señora dueña de casa.

Después se bailaba el Montonero, llamado también el Federal, la contradanza colombiana con una especie de cielito al final, el vals pausado, la gavota, la contra- danza configuras que era dirigida por uno que hacía de bastonero.

La polka vino mucho después del vals.

Tuvo mucha aceptación el solo inglés á que eran muy aficcionados los numerosos caballeros ingleses que concurrían á estas reuniones, varios de los que se casa- ron con niñas de las principales familias del país, como Don Roberto Billinghurst, que fué el primer ciudadano argentino nacionalizado en 1812 y que en 1810 casó con una de las de Agrelo, Don Enrique Tomkinson que casó con la señorita Virginia Alvear y que últimamente fes- tejó sus bodas de oro, y muchos otros cuyos apellidos figuran en nuestros días llevados por sus descendientes.

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De aquí que los gustos y costumbres inglesas estu- vieran muy en boga. El gusto francés vino después. En estas reuniones se obsequiaba con el mate de leche perfumado con canela ó vainilla, se tomaba agua fresca con panal y el agrio.

En los palcos en el teatro se comía maní.

CAPITULO XII.

Buenos Aires Antiguo.

La mujer dk antaño. Lecturas predilectas. Las Visitas. La* Serenatas.— Respeto por los mayores. Las fiestas familiares. los regalos. costumbres caseras. los nacimientos. los matri- MONIOS.— LOS PARTES DE CASAMIENTO. PASEOS CAMPESTRES. El MATK

de las Morales.

(Obra* consultadas; Las Beldades de mi tiempo, de Santiago Calzadüla; Buenos Aire* Antiguo, Revista de. Buenos Airea),

La mujer de antes, de costumbres sencillas, que leía, cosía, ^estudiaba el piano cuando lo había, atendía los quehaceres de la casa, que no pensaba en teñirse el pelo, ni en pintarse, porque la que lo hubiera hecho na- die la habría vuelto á mirar bien en aquella sociedad tan escrupulosa ; y que menos pensaba en fiestas y pa- seos como sucede hoy, aunque es cierto que estas eran pocas ó ninguna casi, ha disminuido mucho en nuestros días, fruto de la educación y libertad en que se crían.

Las lecturas predilectas de las niñas de antaño eran ¿oí Mosqueteros, Osear y Amanda, Los Amantes de Teruel, Pablo y Virginia, Clara Wartone y otras por el estilo.

En las visitas no se hablaba de suicidios ni de muer- tes. Se tomaba agua fresca de algibe con panal.

Se daban serenatas llevando á cuestas un piano.

La primera que cosechó este género de demostracio- nes fué Manuelita Rozas.

Era costumbre en los menores pedir la bendición á

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sus mayores, y en los días onomásticos, al ir la familia á saludar á sus padres ó abuelos, pedirles también la ben- dición, besarles la mano y retirarse llevando casi siem- pre un pequeño obsequio de estos.

Cuando había alguna fiesta, las relaciones se facili- taban desde la vajilla hasta el servicio, y cuando se tra- taba de algún cumpleaños, había que oír á las morenas, al dar el recado y entregar el obsequio, el cómo se es- forzaban por hacer quedar bien á sus patrones, comen- zando siempre por la sacramental fórmula de: «Manda decir la señora que como está su merced y los niños», etcétera.

Los regalos consistían en bandejas de dulces y yemas quemadas.

En ese día no faltaba en la comida el pavo casero en- gordado desde tiempo atrás en la huerta de la casa.

En las reuniones familiares, cuando no se bailaba, se jugaba á la lotería con cartones, ó las prendas, á que eran muy aficionados nuestros antepasados.

Las personas mayores tenían su mesa de malilla, tre- sillo ó rocambor.

Los nacimientos se comunicaban á los parientes y amigos, anunciando que había nacido un nuevo cria- ditOj siendo el bautismo motivo de fiestas.

La designación de los padrinos, á quienes se les daba más importancia que en nuestros días, era motivo de serias deliberaciones.

El casarse era una ceremonia sencilla.

El cura de la parroquia ó el sacerdote amigo de la casa echaba la bendición ante un altar iluminado por dos velas, adornado, cuando más, con flores naturales; no se conocían las marchas nupciales, ni los cronistas que dijeran cómo iba vestida la novia y qué concurren- cia había y mucho menos la fotografía y los cinemató- grafos, como pasa hoy.

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Los emolumentos del sacerdote apenas llegaban á veinte reales.

El matrimonio no era tina complicación de ceremo- nias como al presente sucede.

Todo era sencillo y se desarrollaba en un ambiente patriarcal, y fuera de la bendición del párroco, no se precisaban los requisitos modernos que han hecho del matrimonio una sucesión de fiestas que comienzan en el atrio, siguen en la nave del templo, se detiene como por accidente delante del altar, pasando enseguida á la sacristía, de donde se pasa á la casa de la novia, donde se realiza la última fiesta.

Hoy las ceremonias nupciales son caras, habiendo su- bido enormemente 'sus emolumentos los curas, sin con- tar las orquestas y adornos de los altares por floristas.

Se veían partes de casamiento como este: «Si la apro- bación de las personas sensatas puede contribuir á la felicidad del Santo Matrimonio, Fulano y Zutano soli- citan de Vd. la suya».

Los partes en forma de verso también se usaban.

He aquí una copia de uno de ellos.

Quién va? Quién es?

Don Manuel Aragonés Y doña Juana Castellanos Que hoy ofrecen .... ¡ A sus paisanos ! A quienes besan la mano

¡Bien lo veo! Unidos por los lazos Del himeneo, En la calle de la Merced Para servir a Vd., Brindemos pues, como hermanos ¡Oh beneméritos ciudadanos! Por tan feliz unión .... Que cuenta para su suerte Con dinero y corazón En la vida y en la muerte.

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Los paseos campestres se hacían llevando cada con- currente las provisiones, con las que se regalaban pasan- do horas de solaz en medio de la animación y sencillez más sincera, resultando de ellas matrimonios felices.

Uno de los puntos predilectos era las Barrancas de los Olivos, especialmente á la quinta de Castro, asistien- do entre los concurrentes aficionados á la música, como el Dr. Nicanor Albarellos, guitarrista ; Don Juan Peña, flautista; el Dr. Juan Bautista Alberdi, músico y com- positor; Don Ladislao Martínez, el Dr. Vicente F. López, etc., y las familias de Riera, Pacheco, Martínez, Gutié- rrez, Castex, Videla, etc.

De estos paseos, para los que generalmente se elegía las vísperas de fiesta y á los que concurrían la juventud de aquella época, dio origen al popular refrán porteño de el Mate de los Morales.

Esta familia vivía en un rancho en el camino á San Isidro, y á la sombra de sus árboles solían descansar los viajeros de los ardientes rayos del sol.

Mientras esto hacían, se acercaba á ellos una de las Morales á ofrecerles un matecito, prometiendo traerlo enseguida, lo que los viajeros aceptaban gustosos. Des- pués de una larga espera, partían sin que el mate pro- metido llegase, y como esto sucedió á muchos, pasó á ser adagio popular el «como el mate de las Morales * cuan- do en alguna casa se ofrecía algo y se demoraba ó no se cumplía con lo prometido.

capitulo xm.

Buenos Alre0 Antiguo.

L\ comida.— Plato* predi lectob. Los pasteles. La verdura. Las aves. El pescado. Postees. El pan. Las frutas. El vino. Desayuno y horas de comer. Vida casera. Diversiones. Los

cafés.

(Obran considtadatf : Las Beldades de mi tiempo, de Santiago Calzo - t/Ula; El año 20, por Don Vicente Fidel López; Buenos Aires Antiguo, Viaje Pintoresco, de Alcides D*Orbigny).

La cocina criolla de nuestros abuelos no tenía los re- cursos de la culinaria moderna ni contaba con los ele- mentos de esta.

Sin embargo, la gente era más sana.

Los platos predilectos eran: el puchero con garbanzos y salsa de tomate, el asado, la humita en chala, el sába- lo del río, el quibebe, la carbonada, el pastel de fuente con recoldo de pichones, los pastelitos fritos, el pastel de choclo. Las ensaladas tenían más vinagre que aceite, algunas veces se le ponía azúcar y se servía con el asa- do de costilla de vaca, que al hacerse, su humo iba hasta la vecindad.

La perita parda, perdida casi en nuestros días, gusta- ba mucho en la carbonada.

Las albóndigas con arroz, el locro, las empanadas cor- dobesas con su sabroso picadillo de carne y cebolla, con su caldo de grasa caliente que vendían las negras, listas para comerlas.

BUENOS AIRES 51

Los pasteles caseros se mandaban á xla panadería, de donde volvían quemados ó fríos. No había hornos en las casas.

La verdura era escasa. El zapallo y la batata era lo que más abundaba. £1 primero reemplazaba á las papas, que se traían de Francia.

No faltaban las aves caseras.

El pavo casero se engordaba con nueces en el corral de la huerta de la casa.

Las perdices, y en general la caza, llegaban á la ciu- dad cuando los caminos estaban buenos, vendiéndose por excepción cuando esto no era así.

Los pescados más generales eran: el sábalo, surubí, palometa, pejerey, bagre, dorado, armado, etc., todos del río.

La lista de postres la componían: la leche crema, el arroz con leche con canela, el maíz frito, los orejones de duraznos con azúcar, las roscas de maíz, las tortas fritas, los dulces de tomate, cidra cayota, batata grande, zapallo, la yema quemada, etc.

El pan de trigo no era muy abundante, el de maíz su- plía á este en muchos casos.

Las peras, manzanas, duraznos, brevas, higos, san- días, melones, etc., abundaban; siendo el punto donde .se vendían los mejores, el Depósito Americano.

Antes de 1850, el vino del país que se bebía era malo. Era una especie de arrope diluido en agua. No se cono- oía mucho el Champagne, pero se bebía buen vino tinto español, el Priorato, el Carlón, el Oporto y el Jerez.

El alojamiento, como las comidas, eran muy sencillos en las casas de Buenos Aires. El desayuno general era el mate.

Se almorzaba temprano y se dormía la siesta en el verano. Se comía á las cuatro de la tarde, cenándose de noche.

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La oscuridad de las calles, las malas veredas y la fal- ta de diversiones, que se concretaban á tertulias fami- liares, hacía que las gentes se recogiesen temprano.

Las diversionas eran pocas, reduciéndose á los paseos campestres á los alrededores de la ciudad, á las tertu- lias f amillares y á las reuniones de hombres en las casas de negocio en las que se discutía política.

Los cafés eran los más concurridos.

Los más importantes fueron :

El de la Victoria, Santo Domingo, Smith, Keen y Faunch, donde se dio un gran banquete el 23 de Abril de 1823, conmemorando el aniversario del rey Jorge IV.

El café de Malcos, frente á la iglesia del Colegio, era también de los mejores, pero ninguno alcanzó la popu- laridad del café de Catalanes, situado en la calle San Martín y Cangallo.

Fué el más famoso en los anales porteños. A él con- curría lo más selecto, de la juventud y hombres de esos tiempos, desde el director supremo Alvarez Thpmas á quien Dorrego hizo una mala pasada con sus bromas.

Catalanes, después de pasar por varios dueños, toda- vía mantiene abiertas sus puertas, aunque el edificio no es el mismo.

Los cafés reemplazaban á los clubs, que no se cono- cían, y vinieron el año 41 y después del 52.

CAPITULO XIV. Buenos Aires Antiguo.

Oficio* dk los criollos. Loh vkndkdork» de vklas. Los fruteros.

IiOS PRIMEROS CAUROH. LiAS IIASURAS. La LK$A. LOS AGUATEROS.

( Obras consultadas: El Año 20, del doctor Vicente Fidel López; Bue- nos Aires desde Setenta anón atrás, de José A. Wilde; Viaje Pintoresco, de Alcides D^Orbifjny).

Buenos Aires presentaba un aspecto diametralmente opuesto al que ofrece hoy.

En aquellos tiempos la población extranjera era poca estando casi todos los oficios en manos de los hijos del país.

Los criollos eran buenos plateros y lomilleros. Fa- bricaban chapas y objetos de metal, las monturas para el ejército, fundían cañones, hacían pólvora, etc.

Hacían un jabón con ceniza, potasa y unas yerbas de la campaña, que limpiaban la ropa de toda mancha con agua fría.

En las calles se veían pasar las lavanderas con sus atados de ropa en la cabeza, fumando su cigarro de ho- ja, llevando su mate, camino del río.

Los vendedores de velas llevaban éstas colgando co- mo balanzas, de los extremos de una caña, sobre los hombros.

Los fruteros llevaban en árganas á caballo su mercan- cía como asimismo los panaderos que hacían su repar- to en la misma forma, pero con muías.

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Las carretas y carretillas tiradas á la cincha, fueron los primaros medios de transporte liasta 18S0 en que Bell y Wliite introdujeron los primeros carros con elás- ticos, tirados al pecho por caballos.

Los carros que hacían el tráfico de mercaderías en el río, eran construidos de madera dura, sobre grandes rue- das. Hacían largos recorridos en el agua.

Los carros de basura eran chicos y los tiraban una muía. Las basuras se empleaban en rellenar las calles y pantanos, siendo esto causa de numerosas epidemias.

La leña se descargaba en las puertas de las casas de donde eran transportadas las rajas al interior de éstas por el servicio ó changador.

Los escoberos con sus escobas y plumeros de plumas de avestruz, como asimismo los lecheros, pasteleros, vendedores de tortas fritas, los mazamorreros, etc., re- corrían á diversas horas del día y de la noche las calles de la ciudad.

Los primeros aguateros llevaban sus pipones de agua del río, sobre dos grandes ruedas, sentándose ellos so- bre el yugo, de donde manejaban á los bueyes conduc- tores.

Más tarde vinieron los aguateros de carro y pipa más pequeña, tirados por caballos, habiendo algunos más elegantes que tenían la pipa pintada. No tenían elástico.

La medida de venta era la caneca, especie de barrili- to que se tomiban de la parte superior de una tira de cuero. Dos de estas canecas valían medio real ó sean cinco centavos de los de ahora.

En la parte delantera del pipón, llevaban una campa- na con laque anunciaban su presencia en las calles. Te- nían también el santo de su devoción, el que también iba en la parte delantera.

Como los demás gremios, tenían su clientela á la que servían del mejor modo posible.

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Las aguas corrientes desalojaron á este gremio del centro de la ciudad.

Los coches eran pocos. En general la gente se mane- jaba á caballo.

CAPITULO XV.

Buenos Aires Antiguo.

Costumbres pasadas. Los baños en kl río. Escenas pintoresc as.- El Zahumerio. El Abanico. Los Peinktonss. El Miriñaque. Los Velorios. Los Serenos.

(Obras consultadas: Buenos Aires desde Setenta años atrás, de José A. Wüde} Las Beldades de mi tiempo, de Santiago Calzaditta, Buenos Airea Antiguo).

La costumbre de bañarse en el río era general.

El 8 de Diciembre comenzaba la temporada bendi- ciendo las aguas los franciscanos y dominicos.

Las señoras se bañaban á la tarde á la caída del sol, paseándose después con la cabellera suelta para secarla.

Los tenderos y almaceneros lo hacían de noche, lle- vando sus fiambres para cenar.

Los baños en el río ofrecían escenas curiosas como la de bañistas al rayo del sol con sus paraguas, hombres que porfiaban desatando las galleta* que algún amigo les había hecho en las ropas.

Las tormentas eran á veces tan rápidas, que apenas daban tiempo para vestirse.

El zahumerio era una costumbre muy general entre las familias de antaño, costumbre que ha desaparecido casi en nuestros días.

La elegancia había elejido para su lucimiento el aba- nico entre los que había obras de verdadero mérito,

BUENOS A1EES 57

como puede verse entre los que poseen las familias an- tiguas de nuestra sociedad, que fueron de sus mayores.

Había abanicos con los países de encaje de Ingla- terra, de cabritilla blanca pintada, de encajes diversos, de rico papel pintado, con lentejuelas, etc. Tenían las varillas de marfil y de nácar labrada con incrustaciones de oro. Los había de plumas riquísimas.

El abanico no abandonaba nunca á una dama chic.

Los peinetones se usaron por el año 1830. Los había de más de una vara de vuelo.

Esta moda motivó un edicto policial sobre el mejor derecho á la mano en las veredas.

El inventor de los peinetones fué el señor Masculino, siendo esta moda netamente porteña.

El miriñaque se usó también el año 30.

Numerosas son las anécdotas de los percances que ocasionaron á las señoras los miriñaques, los que más de una vez fueron causa de desgracias.

La muerte de una criatura, ó de un angelito, como se dice, era entonces motivo de una fiesta.

No solo se velaba en la casa del muerto, sino que á veces se prestaba á los parientes.

Esta costumbre se conservaba hasta hace poco en la campaña y en algunas provincias del interior.

El velorio de una persona mayor era lleno de sen- timiento.

El duelo se despedía en el cementerio ó en el templo, acompañando los amigos á los deudos hasta su casa donde generalmente se servía un almuerzo.

Los pésames eran personales, no usándose casi la tarjeta.

Los serenos vestían capote con caperuza y lanza corta sin regatón.

Llevaba cada uno un farol con el que recorrían su manzana, anunciando el estado del tiempo, con su can-

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BUENOS AIRES

tíñela, de las doce han dado y nublado, las dos han sido y lloviendo, las once han dado y sereno, etc.

En los suburbios, donde los salteos abundaban, había serenos de caballería.

Después ó durante la guerra del Paraguay desapa- recieron.

CAPITULO XVI. Buenos Aires Antiguo.

IjOS MAZAMORKKROB. Lo» PASTELEROS. El, TRABAJO K(» DESHONRA.— SKÑOKA8 QUE CON HU TRABAJO 8O8TU VIERON 8US PAMILIAB. ObIGEH 1)K 1,08 ROLLITOS DE TaKJIAOOXA. El AGRIO.— La PAJUELA. La MACANA. El. APERO.

'Obras coruntHadas: I^as Beldades de mi tiempo, de Santiago Calza - tti/la. Colección de Cara* y Caretas),

Los mazamorreros eran morenos emancipados, que hacían su mercancía con lejía, revolviéndola con un pa- lo de higuera. En grandes tachos sobre la cabeza lleva- ban la mazamorra, recorriendo las casas de sus antiguos amos y de sus marchantes. «Espesa, para la mesa, la ma- mazamorra cocida!» decían por las calles.

Uno de los últimos morenos, que hasta hace poco ven- día mazamorra y que el año 98 se retiró casi centena- rio, fué Juan José Urquiza, criado en casa de la familia de este nombre.

Hoy la mazamorra se hace en fábricas y su reparto en carritos, que se anuncian con una corneta.

Los pasteles de antaño, de que todos se hacían tan buenas lenguas, eran vendidos por negros y negras que, al grito de e*td tapao, les anunciaban.

Eran muy codiciados las masitas y alfajores que en el zaguán de lo de Doña Flora de Azcuénaga, situado en la calle Rivadavia al llegar á Florida, vendía el negro Domingo, viejo criado de la casa, emancipado.

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A la oración, se presentaba el moreno con la canas- ta y el palo, que le servía también de apoyo para cami- nar, y su farolito de vela de sebo. Una vez que realizaba la venta se marchaba hasta el día siguiente. Hasta hace poco una de las más antiguas pasteleras era la morena Rosa Sosales.

El trabajo honrado y honesto proporcionó en mu- chas ocasiones recursos á señoras distinguidas.

Así fué como Doña Albina Alcaráz de Castex, hacien- do bollos y tortitas salvó sus dificultades domésticas, y al dejar ella de necesitar de su trabajo, pasó la receta de sus bollitos á Doña Carlota Murga la que más tarde la cedió á Doña Josefa Tarragona de Paz, viuda de Don Luciano Paz. La receta déla señora de Murga le valió mucho éxito, como á su antecesora.

Más tarde, un vasco llamado Pancho, peón de la se- ñora de Paz, puso una masería y á los bollos les dio el nombre de bollitos de Tarragona, con el que han llega- do á nuestros días, que como es de suponer, están muy lejos de parecerse á los que esta señora hacía. Tal fué el origen de los populares bollitos de Tarragona.

Igual popularidad alcanzaron los dulces en caldo que hacían las señoras de Lezica, de la calle Chile.

El agrio se hacía de las naranjas agrias que se cose- chaban en Buenos Aires y en sus alrededores.

Se partían las naranjas y se esprimía el jugo en un vaso grande, que para esto se usaba, echándosele azúcar y agua fresca. Con un palito se deshacía el azúcar y se tomaba.

La pajuela era un hilo grueso de algodón bañado en azufre.

La macana era un pedazo de madera dura en forma de maza, que tenía en la parte superior un agujero, por el que se pasaba una lonja de cuero que cada uno ador- naba con argollas á su gusto. La usaban los gauchos ca- rreteros, aguateros, etc. Era un arma formidable.

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£1 apero se componía de un freno con cabezada tes- tera y f rentera, un fiador y una manea, un par de espue- las, un lomillo con cabezadas, un par de estribos y pasa- dores, un rebenque con argollas y abrazaderas, un puñal cabo y vaina de plata siendo todo lo anterior de este metal en los de lujo, llevando además un pellón de hilo y sobrepuesto bordado, una carona de vaca y otra de suela, una cincha, etc.

CAPÍTULO XVII.

Buenos Aires Antiguo.

La haza negra. Cuando se introdujo. Aspecto fisiológico i>ki negro argentino. conducta kn las invasiones inglesas. et- c0mpen8a8 que obtuvieron. conducta como esclavos. disposi- CIONES GUBERNATIVAS SOBRE LOS NEGROS. IjA RAZA NEGRA Y LA GUERRA

db la Independencia. Sus costumbres. 8rs sociedades. Dimi- nución DE LOS NEGROS. Se VIDA ACTUAL. Kl MONUMENTO Á FA1X- CHO. El NEGRO Y EL INDIO.

(Obras consiiltadan: Efemérides Americanas, de Pedro Jiiras; Cen*o de 1895; Los Últimos Cuatro Años de la Dominación Española en el Jlio de la Plata, por Francisco Sagui; Buenos Aires <¿<sde Setenta- años atrita, de José A. Wilde; índice del Archivo de Policía, por Rafael. Trelles '.

Al comenzar la conquista, no se conocía la raza ne- gra. Introducidos como esclavos durante el coloniaje, su número llegó á ser importante.

En 1595 Don Pedro Gómez Rainel, fué autorizado por el Rey de España para -introducir en el Río de la Plata seiscientos negros por año.

Más tarde, en virtud del tratado de Utrech, la compa- ñía del Mar del Sud, se comprometió á transportar es- clavos á América y obtuvo autorización para traficar en Cartagena de Indias, Vera Cruz, Panamá y Buenos Aires.

La plaza del Retiro, fué el mercado de esclavos.

La raza africana radicada en la República, no tenía el aspecto repelente de ciertas razas de África, siendo, fisiológicamente hablando, superiores á las de ese conti- nente.

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BUENOS AIRES 63

Durante las invasiones inglesas, los negros lucharon en defensa tle la ciudad, con un ardor y entusiasmo que les valió el reconocimiento público.

Penetrado el Cabildo de este sentimiento, dictó, con fecha 22 de Octubre de 1807, una resolución por la cual resolvía rescatar cierto número de esclavos pagando el importe á sus dueños.

El virrey y el pueblo concurrieron también á este fin, obteniendo la libertad de más de setenta esclavos, com- prendiendo las recompensas á las esclavas viudas.

Durante la esclavitud fueron sumisos á la autoridad de sus dueños, siendo queridos de los niños á quienes ha- bían visto nacer y acompañaban siempre creando entre lazos de afecto.

Las vendedoras de la calle Florida eran negras, no te- niendo las señoras de antaño ningún reparo en com- prarles los comestibles que vendían en sus timbas.

El servicio domestico era compuesto de negras des- calzas, con sus enaguas bien almidonadas y muy lim- pias, usando casi todas los apellidos de sus amos. Hasta 1820 y aún después, las amas de leche en general y las niñeras eran negras.

El 9 de Abril de 1812, el gobierno patrio prohibió la introducción de esclavos, declarando que todo africano que pisase el territorio nacional, después del 25 de Mayo de 1813, sería libre.

La Constitución del año 16, declaró libres á los ne- gros.

Por una ley del 15 de Noviembre de 1824, la trata de negros se declara piratería, castigándose á los ciudada- nos que se ocupasen en ello.

La esclavitud fué abolida por la Constitución de 1853, sin que ningún amo reclamase el pago de sus esclavos.

Durante la guerra de la independencia, formaban en los ejércitos de la patria, y fué uno de ellos el negro

64 BUENOS AIRES

Ventura, esclavo, quien denunció la conspiración de Al- zaga, en Julio de 1812, por lo que obtuvo su libertad y un escudo con la inscripción: « Por fielá la Patria ».

Tenían sus sitios donde daban sus bailes y reunio- nes.

Eran muy laboriosos, granjeándose las simpatías de sus amos.

El barrio de los negros se distinguía con el nombre de Barrio del Tambor, por el ruido infernal de sus can- dombes. Era este el de Monserrat, llamado también de la Fidelidad.

En la organización de sus sociedades, por naciones, tenían sus reyes y reinas que presidían sus fiestas, ejer- ciendo sobre cada agrupación gran autoridad moral.

Las principales «Naciones» eran: Congo, Angora, Mo- zambique, Muchagua, Lübolo, Quipara, Banguela, etc. La más numerosa era la Nación Conga.

Tenían sus congregaciones, siendo la más importante la de San Francisco, donde tenían un altar á San Beni- to; la de Nuestra Señora del Rosario, en Santo Domin- go, donde hacían y costeaban sus fiestas y procesiones.

Según el censo de 1895, esta raza tiende rápidamente á desaparecer, teniendo" por enemigos principales la tí- sis y la poca fecundidad de la mujer negra, la que es co- diciada por ciertos extranjeros que se unen frecuente- mente en matrimonio con ellas.

El negro ha sido desalojado del servicio doméstico, viviendo hoy aparte, formando colectividad, lejos de los cuidados de sus antiguos señores, que mucho les va- lieron para su existencia. Hoy se les ve de ordenanzas en las oficinas nacionales, otros de vigilantes y no po- cos de cocheros.

Sin embargo, esta raza fiel y patriota, tiene un mo- numento que perpetúe su patriotismo y su constancia en el levantado á la memoria de Falucho.

BUENOS AIRES 65

A pesar de todo, los negros han sido más felices que los indios que, absorbidos por la conquista, fueron sus familias distribuidas, viéndose así las madres condena- das á no ver más á sus hijos y vice- versa, quedándoles únicamente el recuerdo del desierto, la toldería, la tribu y la familia.

CAPITULO XVIII.

Buenos Aires Antiguo.

La Primera Sala i>k Comercio. Libertad de comercio. El comer- cio de 1850. La Anécdota de Balbabtro.— Mercaderías que se im- portaban.— CASAB DK COMERCIO MINOR18TAH.

(Obras consúltenlas: Buenos Aires desde Setenta años atrás, por José A. \VUde; Coleccionen de la Gaceta Mercantil; La Gran Aldea, de Lucio V. López; La* Beldades de mi tiempo^ de Santiago CaJzadilla).

La primera Sala de Comercio estuvo en la calle del Fuerte, hoy 25 de Mayo.

La fundaron los residentes ingleses en 1810, para uso exclusivo de ellos.

Tenían su sala de lectura con los periódicos que lle- gaban de Europa y los que aparecían en el país.

La libertad de comercio que la revolución de Mayo proclamó hizo que éste se desarrollase rápidamente, abriéndose numerosas casas de comerciantes del país y extranjeros, especialmente ingleses y españoles.

Por el año 1850, el comercio inglés estaba represen- tado por las siguientes casas mayoristas, muchas de las que todavía existen:

Bates Stokes, Eduardo Seymour, Raimundo Mackin- ley, Dickson y C.a, Juan Best y Hnos., Tomás Duguid y C.a, Briscoe Twyford y C.a, R. J. Carlisle, Hughes Brothers, Bunge Hutz y C.B, más tarde Bunge Borne- feld y C.a, Stanley Blach y C.a, Eggs Krutish y C.a7 Plowes Atkinson y C.a, Nicholson Green y C.a, Juan

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Groldsmith y C.a, Brownnell Steyman y C.a, Eberhard y C.a, Zimmerman Frazier y C.a, Daniel Gowland y C.a, Jorge Beley, Freyer Hnos., Jorge Bell, Thode y C.a, Tomás Rowse, Bayley Hnos., Wirfield, Latham y C.a, Liaplane y Grifford Hnos., Diego Thomson, Parlane Macalister y C.ft, Tomás Amstrong, Destayns y Hughs, Henry y Reopes, la firma de Carlos S. Getting fué des- pués Getting Muller y C.n en Buenos Aires, y Muller Oetting y C.a, en Londres.

Las casas de Bates Stokes, Diego Thomson y Tomás Dnguid favorecían dándoles trabajo á muchos hijos del país, entre los que se encontraba Don Pedro Balbastro el que acosado por sus acreedores ingleses, no tuvo incon- -veniente alguno al ser demandado por uno de éstos que le tenía fiadas unas medias, pañuelos y otras chu- cherías, en declarar que efectivamente reconocía la deuda como cierta, pero como argentino se cobraba con ellas de lo que podía corresponderle en las islas Mal- vinas, de que los ingleses se habían apoderado en esos tiempos.

Ante esta declaración, Don Isidoro Peralta, Juez de Paz de la Merced, condenó á Balbastro al pago de su deuda, lo que efectuaron sus amigos.

El comercio del país y español estaba representado por las casas de Don Gregorio Lezama, Llavallol ó hijos, Santamaría Llambí y C.a, Juan Gerónimo Martínez, J. llamos, Enrique Ochoa y C.a, José Miguel Nóbrega, Antonio Romaguera, Buxareo y C.a, José C. Rosa, Tri- fón Lezica y C.a, Senillosa, Narciso Martínez y C.ft, 'Barber y Orr, etc.

Las mercaderías que se importaban en esa época eran: muselinas, lienzo de género para cortinas, saraza, cocos blancos y de color, pañuelos de algodón y de sed», cortes de vestido, paño de la estrella, gorras para seño- ras y niñas, flores artificiales, alambres para gorras,

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bramantes, tela para ponchos, hilo en ovillo y en car- retel, pañuelos de gasilla, cintas para cinchas, cintas para fajas, cintas de lana punzó, agua de Colonia, es- pejos, seda para coser, plantillas, paraguas, botones de seda, pañuelos de corbata, botones de hueso, medias, ba- yetas de dos frisas, pañuelos de rebozo de lana, brines para calzoncillos y pantalones, paños, peines, jabón, vinos, aguardiente, pasas, ciruelas, garbanzos, papel de estraza, alquitrán, cigarros, naipes, cristalería, aceite- ras, pizarras, lápices, juguetes de estaño, jamones, es- critorios portátiles, chocolate, frutas secas, pescado, vino Oporto, cuchillos, machetes, pianos, resmas de pa- pel ordinario, fósforos, escobas, ginebra, bizcochos de soda, pimienta, sombreros de palma, esteras, hilo de acárrate, almidón, clavos, pávilos, té, café, canela, alambre, estopas, baldes, estufas, azúcar, tabaco, etc.

La mueblería de Micher, frente á San Francisco, fué la única durante mucho tiempo.

Entre las sastrerías de esa época figuraban las de Mayer y M. Crabos, frente al Teatro Argentino, y la de Lacompte y Dudignac en la calle de Piedad. Estos úl- timos eran los sastres de Bozas.

Mr. Nieblet, fué el primer inglés que estableció en Buenos Aires una tienda de ropa hecha. Coyle, Moine y Star d oís fueron los primeros que establecieron sas- trerías de consideración.

La panadería más antigua es la del Gañón. La fundó en 1843 Juan Michelet en la calle de Maipú, trasla- dándose al cabo de muchos años á la calle de Cuyo. Mi- chelet la vendió á Antonio Pérez, cuya viuda es la actual propietaria.

Los bizcochos de esta panadería tuvieron su época, siendo muy buscados aún.

Los primeros sombreros ingleses los vendió Puddi- comb^ que tenía su sombrerería en la esquina de las ea-

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lies de San Martín y Piedad, donde es lo de Lascano. Fueron los llamados Water prouf, (aprueba de agua), quedando muy mal el nombre una vez que se ponían á prueba.

La farmacia de Don Silvestre Demarchi, la fundó Don Pablo Ferrari, frente á Santo Domingo. En 1834 la compró Demarchi, quien la atendió personalmente hasta 1854, pasando después por diversos dueños en la fami- lia, hasta que ingresó el señor Parodi, llamándose en- tonces droguería de Demarchi y Parodi.

Hace poco la adquirieron los señores Soldati, Craveri y Tagliabue, los que la han ensanchado y modernizado instalándola frente á San Francisco.

La farmacia de Don Samuel Biehop, fué después de Don Santiago Torres y Ca. Al disolverse esta sociedad se formó la de Gibson y Rolon, que poco duró, saliendo de ellas las droguerías del día de Diego Gibson y de Rolon Ducombs y C*.

El coche se te-nía por necesidad, porque los malos afirmados por un lado y como las distancias eran pocas, no lo hacían indispensable. Los coches eran escasos y malos, contándose con los dedos.

La cochería del pardo Roque fué de las primeras y la única que alquilaba coches por el año 28. Tenía el co- che que fué de la Virreyna, el que para las fiestas pa- trias lo ataba con cuatro muías á la Dumond.

Usaba una capa eolor indefinido y un sombrero tri- cornio.

A Roque le dio por las grandezas, mandando bus- car un título á Europa, consiguiendo con ello que sus colegas y parroquianos que antes le decían Don Roque le dijesen Roque Don, lo que le molestaba sobremanera.

Posteriormente Ja ánica cochería que alquilaba coches era la de Oualde.

La abundancia de cocherías que existen en el mo-

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derno Buenos Aires harían larga una lista de este gé- nero, pero es justo recordar de paso á Marcial Miras quien en estos últimos tiempos causó una revolución en los de ese gremio poniendo término al abuso de sus colegas que explotaban al género humano con los pre- cios que cobraban por los entierros poniendo sus tari- fas al alcance de todos los bolsillos.

Las librerías de G. Ibarra, en la calle Santa Clara 22, y la de la Independencia, en la calle da. Represen- tantes 60, fueron las mejores de su época.

Don Diego Stelsby estableció una de las primeras relojerías de algún valor, en la calle San Martín al lado del Café de Catalanes.

Las tiendas de antaño, atendidas por hijos del país, han sufrido un vuelco completo. La vidriera no se co- nocía y en las veredas se tomaba el fresco y se hacía tertulia.

El tendero dandy, atendía personalmente á sus mar- chantes, á quienes obsequiaba con mate, y en medio de la conversación más variada hacía sus ventas.

A este género de comerciantes pertenecía Carlos Ro- mero, Narciso Bringas, Domingo Bolar, Bonorino, Ri- vero, los Ituriaga, etc.

Había también el tendero úrenay como le llamaban, porque su traje, que consistía en un largo levitón que le tapaba el calzoncillo y no le permitía abandonar el mostrador que le servía para cubrirse y ocultar su semi- desnudéz.

Había tiendas como la Decolumnas en la calle de la Victoria, la de Pepe el Cabezón y otras.

La mercería y bazar de Don Nicolás Infiestas situada en la calle de Bolívar entre Victoria y Alsina, tuvo su época. Allí se vendió el primer papel sellado, los prime- ros guantes de cabritilla, los primeros fósforos de cera, el agua Colonia y el aceite de Monpelás. El As de

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Bastos, de Crisol en la Recoba Nueva, en la esquina de Victoria y Bolívar, era otro bazar por el estilo.

Don Luis Caamaña fué el fundador del cuerpo de ta- quígrafos de la Legislatura. Fué también uno de los tenderos más afamados de aquellos tiempos. La mejor recomendación que podía hacer una señora de algún artículo, era decir que era de lo de Caamaña. Esta tienda estaba en la calle Alsina y Chacabuco.

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CAPITULO XIX. Obispado.

Creación del Obispado de Buknos Aires. Noticia biográfica pok orden cronológico de los obispos porteños.

( Obras consultadas : Revista de Bueno* Aires; Guia de Forasteros de JH56; Efemérides Americanas, de Pedro Rivas; Obispos del Río de la Plata, por el doctor Vicente G. Quesada).

La diócesis de Buenos Aires dependía del Obispado del Paraguay hasta 1620, en que por una Bula del Pa- pa Paulo V, fué elevada esta iglesia en Catedral del Nuevo Obispado del Río de la Plata, dedicándola á San Martín. Fray Pedro Carranza, de la Orden de los Car- melitas, fué su primer Obispo el que tomó posesión de su puesto el 12 de Mayo de 1622, siendo Obispo consa- grante don Julián de Cortázar que le consagró en San- tiago del Estero. Su presencia en esta ciudad puso fin á las rivalidades entre las comunidades religiosas que se disputaban beneficios entre sí, procurando obtener supremacía temporal en el Cabildo.

Durante su Obispado, Carranza tuvo serias disidencias con el gobernador Céspedes, á quien excomulgó, po- niendo á la iglesia en entredicho con la autoridad civil, por haber ésta puesto en prisión al notario del Santo Oficio de la Inquisición, Juan Vergara, hombre rico, relacionado ó intrigante.

Los amigos de Vergara hicieron creer al Obispo que esa prisión era un atropello á sus fueros, por lo que

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reclamó de ella, siendo su reclamo rechazado por el go- bernador.

En vista de esto, el Obispo y el clero, armados, pusie- ron en libertad á Vergara, al mismo tiempo que el gober- nador amenazaba con la artillería la casa del Obispo.

Durante esta pendencia, el pueblo permanecía neu- tral, concluyendo por convenir las autoridades en con- flicto en elevar á la Corte la solución del caso, deján- dose entre tanto en libertad á Vergara.

El Consejo de Indias, dio la razón al Gobernador, con- denando el proceder del Obispo.

Después, ambos funcionarios se reconciliaron, murien- do Carranza en 1632, siendo sepultado en la Catedral, de cuya obra fué iniciador.

El segundo Obispo fué Fray Cristóbal de Aresti, de la orden de San Benito y natural de Valladolid.

Fué antes Obispo del Paraguay, distinguiéndose en la defensa de Villa Rica, contra los portugueses, en la pro- vincia de la Gruayra en las Misiones.

Al principio de su gobierno, fué hostil á los jesuítas, pero después les protegió.

Elegido Obispo de Buenos Aires el 7 de Agosto de 1635, vino á esta ciudad sin las bulas de traslado.

Como su antecesor tuvo sus disidencias con la autori- dad civil, suprimiendo en la Catedral el sitial del gober- nador.

Hubo de eer embarcado por intruso, por no haber traído los requisitos necesarios cuando se hizo cargo de este -Obispado, no llevándose esto á cabo.

El Obispo Aresti, ejerció el gobierno eclesiástico hasta 1637 en -que se trasladó al Perú, falleciendo en Potosí en 1638.

Fray Cristóbal de Mancha y Velazco, tercer Obispo, gobernó la diócesis desde el 31 de Agosto de 1641 hasta el 8 de Abril de 1673 en que falleció.

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Don Antonio de Arcona Imberto, cuarto Obispo, era natural de Navarra. Gobernó el Obispado desde el 17 de Diciembre de 1676 hasta el 19 de Febrero de 1709.

El quinto Obispo titular fué Don Juan Bautista Si- cardo de la Orden de los Hermitaños de San Agustín. Era natural de Cerdeña. Se ignoran los motivos porque no se hizo cargo de supuesto. Tampoco el sexto Obispo Fray Pedro Fajardo aceptó el nombramiento.

Fray Gabriel de Arregui fué nombrado Obispo el 23 de Junio de 1712, gobernando la diócesis dos años, sin haberle llegado las bulas. Pertenecía á Ja Orden de San Francisco, siendo natural de esta ciudad. Era un hom- bre muy virtuoso y abnegado á lo que unía una gran modestia. Trasladado al Obispado del Cuzco en 1714, falleció allí en 1724.

Fray Pedro Fajardo de la orden de la Santísima Tri- nidad, natural de Córdoba, la Llana (1), que no aceptó anteriormente el puesto de sexto Obispo, vino á ser el octavo, gobernando la diócesis desde el 30 de Septiem- bre de 1716 hasta el 16 de Diciembre de 1729, en que fa- lleció.

Fray Juan de Arregui, natural de Buenos Aires y hermano del anterior Obispo de este nombre. Desempeñó el Obispado del 16 de Abril de 1731 al 18 de Diciembre de 1736 en que falleció, á los ochenta años, siendo se- pultado en San Francisco, de cuya iglesia fué iniciador.

Fray José Peralta Rocha y Benavidez, natural de Lima, era de la Orden de Predicadores.

Gobernó el Obispado del 17 de Abril de 1738 al 17 de Noviembre de 1746 en que murió.

Don Cayetano Pacheco, arcediano de la diócesis de La Paz en Bolivia fué el undécimo Obispo. Murió sin con- sagrarse.

(1) Kn la República Argentina.

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Don Cayetano de Marcellano y Agramont, gobernó el Obispado de 1760 á 1759, en que fué nombrado Arzo- bispo de La Paz, en Bolivia, su ciudad natal.

Don José Antonio Bazurco, natural de Buenos Aires. Gobernó la diócesis de 1760 al 5 de Febrero de 1761 en que falleció.

Don Manuel Antonio de la Torre, natural de Palencia, fué el décimo cuarto Obispo, siendo trasladado del Obis- pado del Paraguay en 1762. Murió en Chuquisaca el 20 de Mayo de 1776.

Fray Sebastián Malvar y Pinto, de la Orden de San Francisco, natural de San Martín de Salcedo. Recorrió el Obispado hasta las Misiones, siendo después nombra- do Arzobispo de Santiago en España.

Don Manuel de Azamor y Ramírez, natural de Villa Blanca, provincia de Sevilla, décimo sexto Obispo. Sien- do rector de la Universidad de Osuna, fué nombrado Obispo de Buenos Aires. Era un hombre muy virtuoso y escritor erudito. Tomó posesión de su cargo en Abril de 1778 hasta el 2 de Octubre de 1796 en que falleció, siendo sepultado en la Catedral.

Don Pedro Inocencio Bejarano, natural de Granada, fué electo Obispo en 1797, y sin venir á esta diócesis fué trasladado á la de Lingüesa.

Don Benito Luó y Riego, deán de la Iglesia de Lugo, le tocó dirigir la diócesis de 1802 á 1812 en que falle- ció. Su período fué el más accidentado por haber te-. nido lugar las invasiones inglesas y el pronunciamiento del 25 de Mayo de 1810.

Este Obispo se distinguió por sus disidencias con Li- niers y su partidismo por Sobremonte.

Don Mariano Medrano y Cabrera, actuó del 12 de Ju- lio de 1831, en que el Papa Gregorio XVI, lo elevó á diocesano hasta el 7 de Abril de 1851, en que falleció. Actuó durante el gobierno de Hozas. Suprimió á pe-

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dido del gobierno varias fiestas, lo que le trajo un con- flicto con el Senado Ecleciástico que no le reconocía tal autoridad sin autorización del Papa, motivando estas disidencias la venida de Monseñor Bedini, que fué cordialmente recibido por las autoridades. El gobierno, en vista de los achaques del Obispo Medrano se dirigió al Papa Pió IX, pidiéndole el nombramiento del Doc- tor Miguel García, en caso de que quedase vacante el 0-obierno de la Diócesis, lo que la Santa Sede no tomó en cuenta.

El último Obispo fué Don Mariano José de Escalada Bustillos y Zeballos.

J

CAPITULO XX.

Arzobispado*

Monsknor Escalada último Obispo de Buenos Aires. El Patrona- to Nacional. Creación del Arzobispado.— Monseñor Escalada

PRIMRR ARZOBISPO. MoS&fi&Olt Ahkihoaí MteftSttltott CÁSTIWCAKOS,

Monseñor Esp*n*sa. Lo qj?e krih. PAlio«

(Obras constatadas: Revista de Rumio* Aire», Bhborba Ice Confede- ración Argentina, par Adolfo Saldia*: Colección de Carca y Caretas).

El Dr. Mariano José de Escalada Bustillos y Zeballos, nació en esta ciudad, el 26 de Noviembre de 17.99.

Dnrante el gobierno del general Viamonte, el 2 de Julio de 1832, el Papa le nombró directamente Obispo Auxiliar de Buenos Aires, lo que el gobierno, por acuer- do del 29 de Marzo de 1834, no aceptó mandando re- tener la bula en uso de sus derechos de Patronato, de lo que protestó Escalada, no cediendo el Papa ni el go- bierno de Buenos- Aires en la emergencia.

El Patronato Nacional que el gobierno ejerce sobre la Iglesia Argentina, ea una derivación natural del que lo» Beyes de España ejercían en el Nuevo Mundo antes de la Independencia.

Fué el Papa Alejandro VI, quien concedió á dichos reyes el Supremo Patronato' en- todas las tierras que descubriesen y conquistasen en cambio del auxilio que eBos prestaban para sostener y propagar la Religión Católica en los mismos; no permitiendo en consecuencia intervención dfe la Corte Romana más allá d'e la

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aceptación de los candidatos que ellos proponían para Henar las vacantes en las diócosis como hoy sucede en la República.

La Asamblea de 1813, dispuso que las bulas y bre- ves de la Santa Sede, no tendrían más efecto que los que le concediesen las autoridades y leyes argentinas, asumiendo de hecho las atribuciones que tenían los Re- yes de España, en cuanto á la división y provisión de Obispados en el territorio nacional.

La Santa Sede ha pretendido diversas veces recupe- rar sus privilegios, pero se ha encontrado siempre con la negativa absoluta de todos los Gobiernos Indepen- dientes que no han querido renunciar á ninguno de sus privilegios y derechos heredados de la Madre Patria.

Producida la Revolución de la Independencia, los Gobiernos Patrios no podían permitir la intervención del Rey en actos que se reputaban de soberanía, por lo que después do producirse el caso de que el Gobierno detuviese unos breves que mandó el Pontificado, á pesar de sus protestas, este reunió una junta de teólogos y jurisconsultos distinguidos ante quienes sometió el caso: después de serias desavenencias, el Patronato Nacional quedó reconocido tal cual hoy lo ejerce el Gobierno de la Nación.

Volviendo á Monseñor Escalada, el 21 de Junio de 1835, el Obispo Medrano le consagró en la Iglesia de San Ignacio, Obispo de Aulón, á quien sucedió, siendo nombrado Obispo de la diócesis el 23 de Junio de 1864. recibiéndose del Gobierno del Obispado el 18 de No- viembre de 1855.

Elevada á Arzobispado la Catedral de esta ciudad el 4 de Marzo de 18G5, el Obispo de Megara, Monseñor Jacinto Vera, le impuso solemnemente el palio arzo- . bispal el 18 de Noviembre de 1866.

Partió para Roma el 26 de Setiembre de 1869, á to-

r*

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mar parte en el Concilio Ecuménico del Vaticano, fa- lleciendo en dicha ciudad el 28 de Julio de 1870.

Sus restos fueron traídos á Buenos Aires en Abril de 1871, celebrándose grandes exequias en la Iglesia Me- tropolitana, siendo trasladado solemnemente después á la capilla Regina Martyrum, donde se le sepultó.

Monseñor Escalada, último Obispo y primer Arzobis- po de Buenos Aires, era de las primeras familias de nuestra sociedad, siendo persona muy estimada y res- petada, dando su presencia en el Arzobispado lustre á la Iglesia Argentina por las buenas prendas personales que le adornaban.

En el Gobierno de la Iglesia Argentina, el Arzobis- pado es el Poder Ejecutivo; el Cabildo Eclesiástico, el Legislativo, y la Curia, el Judicial.

Es de advertir, que el título de Arzobispo de Buenos Aires, no le da derecho á. intervenir en cualquier otra diócesis, por ser cada Obispo independiente entre sí, dependiendo directamente de Roma.

Sin embargo, moralmente, el Arzobispo es considera- do el jefe de la iglesia argentina, por gobernar la Capi- tal Federal.

El Dr. Federico Aneiros, segundo Arzobispo, nació en esta ciudad el 28 de Junio de 1826, ordenándole el Obispo Medrano.

Cuando en 1869 Monseñor Escalada se ausentó para Roma y cuando ocurrió la muerte de éste, Monseñor Aneiros estuvo al frente del Arzobispado.

Monseñor Fray Wenceslao Achával, Obispo de San Juan de Cuyo, le consagró Obispo de Aulón, el 23 de Octubre de 1870.

Nombrado Arzobispo, el mismo Obispo Achával le con- sagró Arzobispo de Buenos Aires, el 24 de Julio de 1873.

Durante diez y seis años (1854 á 1870), desempeñó la cátedra de derecho canónico en la Universidad.

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Su muerte, ocurrida el 3 de Setiembre de 1894. fué un duelo nacional.

La modestia y virtudes del extinto todo el mundo se las reconoció durante su vida y después de su muerte.

Fué un carácter sencillo y generoso. Sus restos des- cansan en la Catedral.

En 1884, el general Roca expulsó del país al Delegado Apostólico, Monseñor Mattera, quedando desde enton- ces rotas las relaciones diplomáticas con la Santa Sede.

Monseñor Uladislao Castellano»rtercer Arzobispo de esta ciudad, fué varias veces candidato al Obispado de Córdoba, desempeñando las funciones de vicario gene- ral de los Obispos Alvarez, Esquiú y Toro. Era autor de la Historia de Nuestra Señora del Rosario de Córdo- ba y hombre de reputado saber.

Monseñor Mariano Casanova, Arzobispo de Santiago de Chile, fué su consagrante, y esta, designación por parte de Castellanos fué un acto de alta política, dada la tirantes de relaciones que había en aquel entonces entre Chile y la, Argentina, motivando este hedió mani- festaciones de simpatía entre ambos pueblos;

Monseñor Castellanos era un hombre inteligente con una larga foja de servicios en el interior; peto para la diócesis que venía á gobernar era un desconocido. Su elección se debió más á intrigas políticas que á otra cansa, porque de haberse consultado la> opinión de los fieles de la arquidiócesis hubiera sido nombrado Monse- ñor Juan Agustín Boneo, hijo de esta ciudwdy hombre virtuoso y de ilustre abolengo y á qnien: ei Cabildo Eclesiástico había nombrado gobernador del Arzobispa- do en sede vacante.

En el Concilio de Obispos americanos descolló Caste- llanos sonando su nombre varias veces como candidato al Capello Cardenalicio que el Papa había prometido á los americanos del sur. Durante su paso por el gobierno

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eclesiástico de esta ciudad procuró disciplinar el clero, trasladó el Seminario Conciliar á Villa Devoto, mu- riendo cuando preparaba la reunión del sínodo diocesa- no y la fundación de un diario católico.

Durante su gobierno se restablecieron las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, viniendo de Internun- cio Apostólico Monseñor Antonio Sabatucci.

Monseñor Castellanos, falleció el 6 de Febrero de 1900 en Villa Dolores, departamento de San Justo, pro- vincia de Córdoba, á donde concurría los veranos á des- cansar.

Monseñor Mariano Antonio Espinosa, sucedió á Cas- tellanos el 15 de Noviembre de 1900, en que Monseñor Antonio Sabatucci le impuso el Palio.

Monseñor Espinosa, implantó entre nosotros el óbolo de San Pedro y fué el primer Obispo de la nueva dióce- sis de La Plata, dirigiendo actualmente el Arzobispado.

El Palio que el Papa envía á los Arzobispos cuan- do se les consagra es tejido con la lana de los corderos que en la iglesia de San Juan de Letran en Boma, se bendicen cada año. Permanece este tiempo el Palio en el Sepulcro de San Pedro, enviándoseles después á los favorecidos, con el que se les entierra.

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CAPITULO XXI.

La Iglesia Porteña.

La Catedral. El Obispo Carranza fundador. Lo que fué kn su ori- gen.— Dbkkumbk y primera inauguración. Diversas épocas en que he decretó su terminación. su ornamentación. quien la bendijo definitivamente. La fachada primitiva.— Beformas DE Bivadavla. La decoración exterior. Cuando se concluyó. Lo que contiene kn su interior. El altar mayor: lo que representa. El panteón. Sepulcros dk San Martín y Aneiros. El cristo de Van Dice. Distinciones de León xiii A la Catedral. El decorado de Parisi.

(Obras consultada*: Buenos Aires Antiguo, Efemérides Americanas de Pedro Rivas, Colección de Caras y Caretas, Tradiciones de Don Pastor >'. Obligado).

El Obispo Carranza dio comienzo á la construcción de la Catedral que en un principio fué una agrupación de edificios techados de paja, en uno de los cuales se instaló una capilla para los oficios del culto.

En medio de ese rancherío se trazaron los cimientos de la actual Catedral, los que al demolerse, hicieron que los oficios se trasladasen al convento de los jesuítas en San Ignacio. En 1752, estando en construcción se de- rrumbó una parte; abriéndose con gran pompa, por pri- mera vez el 25 de Marzo de 1791. Este hecho no signi- ficó que estuviera concluida, pues en 1821 se decretó su terminación lo que vuelve á repetirse en 1835, te- niendo lugar la reapertura el 10 de Noviembre de 1852.

De esto nació el dicho entre las personas de anta- ño cuando una cosa demoraba mucho «si es como la obra de la Catedral».

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El Obispo Malvar y Pinto completó su ornamentación, bendicióndola en 1791 el Obispo Azamor y Ramírez, lo que volvió hacer, consagrándola definitivamente, el Obispo Lué en 1804.

La fachada primitiva era lisa con dos torres, que por mucho tiempo dieron su nombre á la calle Rivadavia y las que después del derrumbe de 1762, se suprimieron por el arquitecto Rocha para no impedir la acción de los cañones del fuerte.

Rivadavia á su regreso de Europa trajo de París los planos de la Magdalena, introduciendo numerosas mo- dificaciones.

Las doce columnas del frente estuvieron mucho tiem- po sin revocar y sin concluirse, circundadas por una reja de hierro. Simbolizan á los apóstoles. El bajo relie- ve que tiene el triángulo representando el encuentro de José con su padre Jacob, fué obra de un preso, el que fué indultado por su trabajo.

La fachada de la catedral fué concluida á fines de 1862.

En la nave derecha, al llegar al altar mayor, se en- contraba la medida exacta de la vara española colocada allí á principios del siglo XVJJL.

El piso de la catedral lo construyó Rozas. El altar mayor era de tres faces. Representaba el Misterio de la Trinidad.

En tiempo de Rivadavia se le colocó donde hoy se encuentra, estando antes más adelante, quedando los arcos de los costados que hoy están delante atrás, por donde se transitaba. De las columnas que se cortaron se hizo un altar para la iglesia de Flores. Debajo del altar mayor está el panteón, cuya entrada es por el cos- tado de la nave de Dolores.

El sepulcro de San Martín y el del Arzobispo Anei- ros adornan el interior de la Catedral.

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Existía en esta Iglesia un Cristo de Van I)ick, verda- dera obra de arte, el que fué sustituido por una mala co- pia notándose esto por una devota que decía: «El Cristo no me mira lo mismo».

En la Catedral se encuentran además la imagen de Santa Florencia, modelada en cera sóbrelos huesos de la Santa, el facsímil del ladrillo con que la República Ar- gentina está representada como país católico, al clausu- rarse la Puerta Santa de San Pedro, ceremonia que se practica cada siglo. Ambas cosas fueron donadas por el Papa León XIII.

Monseñor Terrero trajo la cruz que correspondía al siglo pasado en la Puerta Santa, la que también se en- cuentra aquí.

El interior de la Catedral lia sufrido en parte un cam- bio radical, debido al pintor Francisco Parisi. Pertene- cen al estilo renacimiento italiano las pinturas que deco- ran esta iglesia.

Los tres cuadros que adornan la bóveda del presbite- rio, representan á Jesús y la Samaritana, Jesús y la mu- jer adúltera, y Jesús en el templo con los doctores de la ley.

En los vidrios de las ventanas están pintados los apóstoles á cuyo lado se ve un angelito con tableros marcando líneas de las escrituras.

En la cúpula central se ven las figuras de la Tem- planza, la Justicia, la Fortaleza y la Prudencia. En los tambores de esta cúpula se ven representados San Pedro, San Pablo, Santa Catalina y Santa Cecilia, además de las cuatro sibilas Deifica, Eutrea, Cumana y Tiburtina.

También se allí el cuadro que representa «El Triunfo de la Religión ».

Todos estos cuadros son originales del señor Parisi lo que acrecenta el mérito de la obra.

La Catedral en un principio fué parroquia que com- prendía la ciudad y campaña.

CAPITULO XXII.

t,a Iglesia Porteña.

San Francisco. Ajíticíükdad de lo» franciscanos en el Río déla Plata. Construcción de la iglesia. Derrumbes que ha sufrido.

LiO QUE CONTIENE EL CONVENTO. LOCAL DE LA UNIVERSIDAD. HOSPI- TAL I>K SANGRE EN 1880. DEMOLICIÓN DE 1.A CÚPULA. SAN ROQUE.

Cuando sb empezó A construir esta capilla. Lo que contiene. Santo Domingo. Quienes fundaron A Santo Domingo. Expulsión i>e la. Orden. Museo y Observatorio. Restauración de la Or- den en 1885. Las invasiones inglesas. Iniciativa del padre Bec- «•o. lo que eran las inmediaciones de santo domingo.

(Obras co-nsidfadas: Buenos Aire* Antiguo; Viaje Pintoresco ¡ de Alci- dett D'Orbigny; Colección de Vara* y Caretas; Notician Históricas sobre la fundación y edificación del templo de San Francisco en Buenos Aires, por el doctor Vicente G. Quesada; Noticias sobre la edificación del tem- plo de Santo Domingo, por el mismo).

Los primeros religiosos que vinieron al Río de la Pla- ta con don Pedro de Mendoza, fueron franciscanos.

Los historiadores Trelles, Quesada y otros, atribuyen al Convento de San Francisco, llamado en su origen de las Once mil Vírgenes de Buenos Aires, el ser el pri- mero que tuvo esta ciudad, pues en 1689 el padre Ro- mano era cura de la ciudad y guardián del convento.

Las enormes paredes de este templo están asentadas en barro. En 1726, Fray Juan de Arregni dio comienzo á las obras que en 1754 bendijo el guardián Bernardo de Molina.

A principios del siglo XIX sufrió un derrumbe en su frente, siendo refaccionado y reforzado con tirantes de

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hierro por el ingeniero Tomás Toribio, procediendo el arquitecto Francisco Cañete á construir el frente y las torres actuales en 1816.

Este templo es de una nave, teniendo noventa me- tros de largo, doce de ancho y diez y ocho de elevación.

Uno de los primeros relojes de sol que hubo en Bue- nos Aires, fué el de este convento, siendo su aguja muy exacta.

El ciprés existente en la huerta, se le reputa como uno de los árboles más antiguos de Buenos Aires, atribu- yéndose su plantación á Fray Luís de Bolaños, como así mismo el catre de Jacaranda de éste, en el que, se- gún la tradición, durmió también su compañero San Francisco Solano. Bolaños murió el 14 de Octubre de 1629, siendo sepultado en una de las naves del templo, del que fué fundador.

En el coro se conserva un gran Facistol de Jacaranda, obra del escultor en madera, Pereyra Peregoso.

Los franciscanos tenían un Cristo de Murillo, que se extravió hace tiempo.

Los cuadros de la Ascensión y de la Crucificación que existen en la sacristía, tienen esta inscripción: «Mi- guel Ángel, fecit anno 1760 ».

Los franciscanos también perdieron su convento cuan- do las reformas de Kivadavia, estando en sus claustros, antes de la mitad del siglo XIX, la Universidad de De- recho.

En 1880 fué hospital de sangre.

San Francisco es una iglesia construida en barro, lo que ha motivado diversas obras para su seguridad, sien- do la más importante la de 1901 en que se demolió la cú- pula después de oiría opinión de los ingenieros Benoit, Ayerza y Morales, para reconstruirla de nuevo de una manera más sólida y segura.

Los planos de esta iglesia fueron hechos por el jesuíta

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Andrés Blanqui y los del convento por el capitán de na- vio José de Echeverría.

Lia capilla de San Soque se empezó á construir en 1602, perteneciendo á la orden tercera de los franciscanos.

En esta iglesia se encuentra un Nazareno que en su época se reputaba uno de los más ricos y que fué vestido por la señora Rosa Lastra de Lezica, en cumplimiento de una promesa.

El mejor panteón de Buenos Aires lo tiene esta capi- lla, el que ocupa todo el subsuelo de la misma.

Fray Pedro Cabeza, Fray Juan Beloso, Fray Juan Rivero y Fray Bernardino de Lárraga fundaron, en 1603, el convento de Santo Domingo.

Desde su fundación ha sufrido tres derrumbes: en 1673, 1720 y 1752.

El 29 de Junio de 1761, el Obispo Juan Antonio de Basurco, colocó la piedra fundamental del templo, el que se concluyó en 1779.

Don Juan de Lezica y Torresuri fué su principal con- tribuyente.

Cuando las reformas de Rivadavia, los dominicos sa- lieron del país, estableciéndose en su convento un mu- seo de Historia Natural, bajo la dirección del químico y botánico italiano Pablo Ferrari.

En 1827, el astrónomo italiano Octavio Fabricio Mo- sotti, fundó un pequeño observatorio astronómico, con lo que vino á prestar buenos servicios á la ciencia.

En 1835, durante el gobierno de Rozas, el padre In- chaurregui restauró la Orden.

Una de las escenas más sangrientas de la reconquista, se desarrolló en la torre de esta iglesia, ocupada por los invasores y en la que se ven las balas que en tiempo de Rozas colocó allí don José María Iturriaga y que no son las originales. Las que se pusieron son de madera. La otra torre es moderna.

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Los ingleses rindieron sus armas, encontrándose en el interior del templo las banderas tomadas en ese tiempo.

Por iniciativa del padre Modesto Beoco, todos los años, el & de Julio, se celebra un Te Deum en recuerdo de la Reconquista.

Donde es la actual calle 5 de Julio, era el cementerio. La ranchería del convento ocupaba la esquina de Bal- caree y Venezuela, siendo habitada por esclavos del mismo.

capitulo xxm.

ha Iglesia, Porteña.

Sah Ignacio. Cuando se fundó. lo» jesuítas. Su expulsión. Lo

QUE CONTIENE E8TA IGLE8IA. El PlLAR. COMO SE FUNDÓ. La ORDEN

de los Recoletos. Obras dk arte. La Merced. San Nicolás. Las Catalinas.

( Obras consulados: Censo Municipal de 1887, Buenos Aires Antiguo. Diccionario Enciclopédico),

Los jesuítas fundaron la iglesia de San Ignacio en 1722, perteneciéndoles toda la manzana donde se en- cuentra, la que aun conserva el tipo conventual en los locales que ocupan el Colegio Nacional, el Museo, la Universidad, etc., que formaban lo que se llamó las ca- sas Temporalidades y Manzana de las luces.

Los constructores de la iglesia fueron los jesuítas Blanchi y Prímoli, el primero de los cuales construyó también la iglesia del Pilar.

San Ignacio fué primeramente capilla, como lo ates- tigua una placa de mármol con la inscripción 1675, en- contrada al refaccionarse la iglesia en 1859, la que el cura Don Apolinario del Carmen y Heredia colocó en el claustro de la sacristía.

Cuando Carlos III ordenó la expulsión de los jesuítas, el gobernador BucareUi la llevó á cabo, no solo en estas ciudad sino también en todo el Vixreynato, causando con ella la ruina de las Misiones.

En esta iglesia se encuentran los cráneos y. huesos de

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San Clemente y San Próspero, una notable copia del cuadro de Rafael «La Transfiguración», la Virgen de las Nieves, verdadera patrona de Buenos Aires, según Salvaire, la Virgen del Tránsito, que se encuentra allí desde hacen más de dos siglos en tal estado de conser- vación que parece recién concluida.

Una de las campanas más grandes y antiguas de la ciudad, es la que se encuentra en la torre donde no está el reloj. La de éste es la misma que tenia el Cabildo en 1810, llevada allí cuando se demolió la torre de este edificio.

Se declaró parroquia en 1823, en que la Catedral se dividió en dos.

En 1604, el terreno que ocupa la iglesia del Pilar y el cementerio de la Recoleta, fué vendido á un Beaumont en cambio de alguna ropa, el que á su vez lo vendió en 1608 al capitán Simón de Baldés el que lo donó á la Vir- gen del Pilar en cumplimiento de una promesa.

Concedida en 1717 por el Rey licencia á los Recole- tos para establecerse en Buenos Aires, con la condición de que encontrasen un alma caritativa que costease la obra, esta fué Don Juan de Narbona, que donó veinte mil pesos á este fin. Narbona era un famoso contrabandista en esa época, lo que no le impedía construir templos.

Los Recoletos edificaron su convento en 1724, de acuerdo con los planos del jesuíta Blanqui, echando los cimientos del actual templo del Pilar, que fué uno de los más suntuosos de su época, siendo su arquitectura de estilo dórico.

Los Recoletos fueron fundados por Don Juan de la Puebla y Sotomayor Conde de Belalcázar, quien en 1484 inició en España la Orden de Hermanas Menores de la extricta observancia de San Francisco.

En Italia se introdujo en 1B25 y en 1B92 en Nevers (Francia), por el Duque Luis de Gronzaga y en París en 1603.

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En 1532, Clemente VII hizo de los Recoletos una or- den particular de donde salían religiosos en misión para las Indias y capellanes para el ejército. De los primeros de éstos fueron los que fundaron la Recoleta.

Y ya que hablamos de esta orden, diremos de paso que Beatrís de Silva estableció en Toledo en 1484 una or- den de religiosas de la misma congregación, que la Santa Sede aprobó en 1489 bajo la regla de Santa Clara.

Los Recoletos vestían hábito azul sajón y fueron des- alojados en 1822 de su convento, quedando únicamente un capellán y un lego.

El frontal del altar mayor es de plata maciza hecho á cincel; es una obra de arte.

Desde el siglo XVII se encuentra en esta iglesia el San Pedro de Alcántara, obra del reputado maestro es- pañol Alonso Cano, reputado el Miguel Ángel de los es- pañoles, figurando en el catálogo de obras de arte de Cano como existente en el convento de los Recoletos de Buenos Aires. Varias veces se ha intentado robarlo, por lo que por precaución se encuentra unido al muro por una cadena.

En 1830 se erigió en parroquia la iglesia del Pilar, siendo poco antes destinada á cementerio la huerta del convento.

El padre jesuíta Andrés Blanqui, uno de los arquitec- tos más notables del siglo XVIII en Buenos Aires, fué el que hizo los planos y construyó á San Ignacio, San Telmo, San Francisco, La Merced, el primer convento de las Catalinas, en las calles de México y Defensa, y por último, la famosa catedral de Córdoba.

La iglesia de La Merced, obra pues de Blanqui, aun- que muchos lo dudan ó ignoran, fué empezada á cons- truir por José Ruíz de Arellanosy su esposa Rosa Giles, la que al poco tiempo falleció, Arellanos se casó con Doña María Teodora de Suero que fué la que terminó la obra, empezada por su esposo en 1769.

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La Merced fué convento de Mercedarios hasta las re- formas de Rivadavia en que éstos salieron del país.

En ella se encuentra un Cristo tallado por los indios, habiendo estado antes un cuadro del pintor Monvoisin, representando á la señora Lastra de Lezica orando, con un negrito de frac á su lado.

El cuadro era de un colorido notable. No se sabe dón- de se encuentra, suponiéndosele en poder de la familia de esta dama.

La modificación del frente de La Merced, en cuyo frontispicio superior central está representada la en^ trega del bastón de mando del ejército, por el general Belgrano, después de la batalla de Tucumán, como así mismo la imitación de la piedra ó el granito, la han des- pojado del sello característico de nuestras antiguas igle- sias.

Desde 1823, esta iglesia es parroquia.

La iglesia de San Nicolás fué una capilla fundada por Don Domingo Acasusso, reconstruida en 1767 por Don Francisco de Araujo, á condición de que en el término de seis años se le permitiese fundar otro convento destina- do á las señoritas de la primera sociedad que deseasen abrazar el estado religioso sin necesidad de dote, consi- guiendo que viniesen de Chile, las monjas capuchinas las que pasaron poco después á la iglesia de San Juan.

El convento de las Catalinas, fué fundado por el Dr. Dionisio de Torres Briceño, el 27 de Octubre de 1717, comenzándose á edificar en 1724 frente donde es hoy la Casa de Moneda.

Fallecido en 1737 el fundador pareció más convenien- te trasladarlo donde hoy se encuentra, cuyo edificio se inauguró el 25 de Diciembre de 1746 siendo las fundado- ras cuatro monjas traídas de Córdoba por el provisor Juan Antonio de Espinosa y el presbítero Juan Anto- nio González.

CAPITULO XXIV.

!& Iglesia Pórteña.

Ba.LV AÑERA. La PlBDAD. MoNSERRAT. SOCORRO. fc$AN MlOUEL. SAN

Juan. San Telmo. La Concepción. Regina Mabtykum. Capilla del Carmen. Santa Felicitas. San Juan Evangelista. San Cristóbal. Santa Lucía. Nuestra Señora dr Nueva Pomprya. El Salvador. Espíritu Helio i oso de Buenos Aires. Costumbres criollas y costumbres yankee8. creación de ni'evab parroquias.

(Obran consultadas: Censo Municipal fie Í8N7); Bueno* Aire* Aniif/uo. Revista de Buenos Air es % etc.).

La iglesia de Bal van era fué capilla de Benedictinos y cementerio, siendo su fundador Fray Juan Rodrí- guez, de la Orden de San Francisco. En 1833 fué con- vertida en parroquia.

La Piedad fué una capilla construida por Don Ma- nuel Gómez. La nueva iglesia tenía una torre al prin- cipio, estando siempre en obra. En 1769 se erigió en parroquia.

*^La primitiva capilla de Monserrat la construyó Don Juan Sierra, la que en 1769 se convirtió en parroquia.

La iglesia del Socorro fué construida por Don Ale- jandro Del Valle, siendo erigida en parroquia en 1781. A causa de un pleito, no se entregó á los oficios divinos hasta 1783.

El Papa León X1TI la erigió en Basílica, siendo con la de Lujan las únicas iglesias de este género de la re- pública.

Don José Javier Espinosa vendió en 1738, en la

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suma de doscientos pesos, al presbítero Juan Alonso González, el terreno que ocupa la iglesia de San Miguel, siendo el fundador de la Hermandad de Caridad, que tenía su asiento en la calle Esmeralda, donde está la Asistencia Pública.

El templo actual fué edificado por el presbítero José González de Islas, en unión de uno de sus hermanos, co- locándolo bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios y San Miguel.

Era en un principio una capilla dependiente de la Hermandad de Caridad, que enterraba gratuitamente á los pobres en este templo, lo que levantó una grita enorme entre los demás curas de esa época, que veían con ello mermar sus entradas, por lo que hicieron tra- bajos hasta obtener que se prohibiese la humanitaria tarea de la hermandad.

En esta iglesia hay dos panteones. Uno debajo del altar mayor y otro á la entrada, los que no se abren en los días de difuntos. Los únicos restos que se sabe están ahí, pertenecen á la familia Madero.

En el despacho parroquial se encuentra un cuadro con los retratos de los fundadores y la imagen de la pa- trona, con una curiosa inscripción sobre el mismo.

Cuando el sitio del 53/ los sitiadores llamaban la chis- mosa á la torre de San Miguel, por encontrarse allí el observatorio de la defensa. Los sitiados llamaban teru- terus á los entrénanos sitiadores, por lo bullangueros que eran en las guerrillas.

La torre tenía cuatro faroles, que el cura Deleheye sacó hace poco.

Hasta 1830 dependió de San Nicolás, año en que fué elevada á parroquia.

La iglesia de San Juan fué construida por el Maes- tre de Campo, Don Juan de San Martín, siendo en su origen curato de indios dependiente de la Catedral.

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Cuando procedentes de Chile llegaron á esta ciudad las monjas capuchinas, se alojaron en la iglesia de San Nicolás, situada entonces en las afueras de la ciudad, con caminos en el invierno intransitables, por lo que la superiora vio no convenirles la situación de su con- vento y solicitaron la permuta de éste por la iglesia de San Juan que ofrecía el señor San Martín.

Aprobada la permuta por real cédula del 17 de Abril de 1753, cumpliendo este mandato el Obispo Cayetano Marcellano y Agramont, en compañía del síndico de las Capuchinas, Don Francisco Rodríguez Vidal, tomó posesión de la iglesia.

Las Capuchinas, orden religiosa monacal, salieron de Chile en 1745 con el apoyo y bendición del Obispo de aquella diócesis Juan González Malgarejo, haciendo el viaje por tierra bajo la custodia del clérigo José de Le- caroz Egosque y Oballe.

Las primeras capuchinas que vinieron fueron María Agustina, madre abadesa fundadora; María Josefa Victoria, Vicaria y maestra de jóvenes; Sor María Se- rafina, tornera mayor; Sor María Micaela, maestra de Novicias; Sor María Manuela, tornera segunda, secre- taria y Correctora del Coro.

La llegada de estas religiosas fué un acontecimiento á las que salieron á recibir á las fueras de la ciudad el Cabildo Eclesiástico cantándose después un Te Deum por su feliz llegada.

Las paredes de San Juan tienen cerca de un metro de ancho.

Se conserva allí una estatua de mármol de Santa Clara, patrona de esta ciudad.

Al costado derecho del altar mayor se encuentra se- pultado Don Pedro Meló de Portugal y Villena, quinto virrey del Río de la Plata.

Existe en esta iglesia un Gobelino que lleva la fecha

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de su fabricación 1667, al lado de la firma y del escudo del señor Gobelin.

Se encuentra colocado en el coro bajo, y por él han recibido las monjas valiosas ofertas. Se le reputa como uno de los mejores en su género, cuidándosele desde que se descubrió su importancia, encontrándose algo deteriorado por haber estado tapando una claraboya cuando se ignoraba su mérito.

Representa la Adoración de los Reyes Magos, siendo copia de un cuadro de Ticiano que en el Museo del Prado lleva el N.° 484.

La iglesia deSanTelmo la empezaron á construir los jesuítas.

Un devoto, en medio de un temporal, hizo la prome- sa á este santo de que si salvaba, le levantaría un tem- plo.

A su llegada hizo presente su deseo al Obispo, y como la obra de esta iglesia estuviese parada y no tuviese nombre todavía, se concluyó por este medio, dándosele el nombre de San Pedro Telmo, santo dominico y abo- gado de los marinos.

En tiempo de la independencia fué fundición de ca- ñones bajo la dirección de don Martín Monasterio, eri- giéndose en parroquia en 1813. Los libros parroquiales de esta iglesia, correspondientes á los años 1842 á 1853, se quemaron este último año.

La Concepción fué una capilla construida por don Matías Flores, nombrándose, en 1730, dos capellanes para atender á los fieles que, por las distancias, no po- dían cumplir con sus deberes religiosos.

La actual iglesia de la Concepción es moderna y se debe á los esfuerzos del cura José C. García de Zúñiga.

En 1769 se erigió en parroquia.

La capilla Regina Marti rum, fué construida por el arzobispo Escalada, en la que se encuentra sepultado.

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La capilla del Carmen, sustituyó á la antigua capilla de la Bola de Oro. Sus terrenos se vendieron, formándo- se un barrio laborioso, en el que cada año, el día de Nuestra Señora del Carmen, es un centro de animación y diversión.

La iglesia de Santa Felicitas en Barracas, debe su ori- gen á un drama que allí se desarrolló en Enero de 1872, del que fué víctima la señora Felicitas Guerrero de Al- zaga, viuda á la sazón, y que fué muerta por un joven de conocida familia, que se había enamorado de ella y á cuya pasión no correspondió, por lo que, una vez de consumado su crimen, se suicidó.

En recuerdo de su infortunada hija, sus padres levan- taron esta iglesia, dándole su nombre. Es de estilo gó- tico, siendo una elegante construcción.

La iglesia de San Juan Evangelista se erigió en pa- rroquia en 1869.

La iglesia de San Cristóbal estuvo hasta 1882 en la calle San Juan entre Pichincha y Matheu, donde hoy es un inquilinato.

El 15 de Enero de 1884 se colocó la piedra funda- mental de la actual, siendo padrino el general Antonio Dóuovan.

La iglesia de Santa Lucía sustituyó á la antigua ca- pilla de este nombre. En 1886 se erigió en parroquia.

El templo de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompey a, se inauguró en Junio de 1900, bendiciéndolo el canónigo Luis Duprat, gobernador de la Arquidióce- 8Ís en Sede Vacante.

El Salvador pertenece á los jesuítas que tienen el co- legio de este nombre al costado. Es de construcción moderna debido á que el 28 de Febrero de 1875, una turba lo incendió, corriendo grave peligro los jesuítas Estevan Salvado, padre Cabezas, etc. de grata memoria.

La capilla de la Buena Muerte, que se encueiitra en

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uno de los costados de esta iglesia, es tina de las más suntuosas de la capital.

Las veintidós parroquias de Buenos Aires y sus cin- cuenta y Seis conventos y capillas, dan una prueba de su devoción. Cada iglesia tiene el sello característico de la época de su construcción.

La edificación religiosa es de las mis constantes, espe- cialmente en los barrios apartados.

Las donaciones de terrenos y de dinero, que los cató- licos pudientes realizan dan impulso á todas ellas, sien- do ayudadas por las órdenes religiosas con la enseñanza á que se dedican y que les produoen importantes en- tradas.

En Norte América los ricos hacen sub donaciones pa- ra socorrer y construir hospitales ó asilos para los me- nesterosos. Las bibliotecas y otros establecimientos del estado, reciben importantes sumas que unen el nombre de sus donantes á los bienhechores de la humanidad des- heredada.

Esta costumbre no se ha implantado todavía entre nosotros.

La nueva división del municipio, y más que todo, la población que se extiende en todas direcciones, han he- cho pensar al Arzobispado en la creación de diez nuevas parroquias cuyos templos se construirán paulatinamen- te, dado el inmenso costo de la obra, señalándose los nombres de San Pablo, San Antonio, San Rafael, San Vicente, Santa Inés, San Patricio, San Luis, SanFelipe, San Benito y San Gabriel para las nuevas iglesias.

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CAPITULO XXV. ha Iglesia Porteña.

CeSTUHBfcHS BBU««MMü»«— Eí. VIÁTICO.— FESTIVIDADES»— La S KM ANA SaN- TA 1»E AMTAÑO. El »1a 1»K difuntos.

f Obran coiisuUmdmr. Viajé Pintorexco de Aludes D'Orbigny; Bueno* Atres, sus hombres, Sus costumbres, etc., de Carlos Martines; Buenos Ai- res desde Setenta 060* «tras* de José A. Wüde; Colección de Caras y Ca- retas, etc.)

La falta de actividad comercial hacía que la gente fuese más observadora y más supersticiosa, primando en las mujeres el sentimiento religioso y en los hombres la política.

Las puertas de las iglesias se veían llenas de cojos y ciegos que no cesaban de pedir una limosnita por él amor de Dios.

Las señoras usaban para ir á la iglesia, la mantilla elegantemente prendida á su cabellera, otras el peinetón envuelto en gasa negra, con un velo de este color que les cubría la espalda, predominando la elegancia y sen- cillez.

Llevaban consigo un negrito con silla y alfombra, pues en esos tiempos las primeras eran escasas en los templos.

El viático salta en procesión, anunciándose su presen- cia en las calles con una campana que llevaba uno de los acompañantes.

El sacerdote revestido, como asimismo los monagui-

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líos, acompañaban la Custodia que aquél conducía en medio de los cirios y faroles que los fieles llevaban.

El tráfico se suspendía; todo el mundo se descubría y las mujeres se arrodillaban á su paso.

Después de 1885 se prohibió la salida del viático en esta forma.

Las grandes fiestas religiosas eran más populares y solemnes.

La fiesta de San Martín el 1 1 de Noviembre, era tan solemne, que formaba todo el ejército como en los ani- versarios patrios, concurriendo el Gobierno al Te Dettm que se celebra en la Catedral. Hoy, como cualquier otra fiesta religiosa, es feriado únicamente para los civiles, celebrándose las ceremonias dentro de los templos, es- pecialmente en la Catedral.

Las fiestas del Corpus Christi se celebraban con gran pompa. La tradicional procesión recorría varias calles de la ciudad, asistiendo á ella las autoridades eclesiásti- cas, congregaciones religiosas, las familias más distin- guidas, numeroso pueblo y el ejército, siendo, decía una persona antigua, el único día del año en que todas las mujeres hablan latín.

Hoy esta procesión recorre la Plaza de Mayo no al- canzando ciertamente la solemnidad que tuvo en los pasados tiempos.

Las fiestas de Santa Clara, segunda patrona de Bue- nos Aires, se celebraban en la iglesia de San Juan con gran pompa.

La de Nuestra Señora de los Remedios, en San Mi- guel, patrona también de esta iglesia, tuvo su importan- cia en su época.

Las de San Benito, Nuestra Señora del Rosario, San- ta Lucía, etc., tenían gran lucimiento. De estas, la de Santa Lucía en Barracas, es la única que todavía con- serva su carácter popular.

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Los dias que el Cristianismo dedica á conmemorar el sacrificio del Mártir del Gólgota, eran observados fielmente por los católicos de esos tiempos.

Los creyentes no comían carne en esos días, en los que tampoco se carneaba, abasteciéndose la población de pescado del río y porotos.

De los pueblos vecinos concurrían los devotos aloján- dose muchos de ellos en la Casa de Ejercicios donde ha- cían sus datas.

Durante los días de Semana Santa, el tráfico se sus- pendía delante de las iglesias, no permitiéndose pasar sin descubrirse.

Los santos se llevaban á los sitios públicos, tradicio- nalmente destinados á este fin.

Las campanas tocaban hasta el Viernes Santo en que sonaban tres veces para anunciar al pueblo la muerte del Redentor.

Enseguida las matracas reemplazaban á aquellas, co- mo sucede en nuestros días.

Las procesiones eran grandes desfiles y verdaderos actos de devoción. Los asistentes iban envueltos en nu- bes de polvo, pues las calles carecían de afirmados, y los guiones y hachones los llevaban la gente de representa- ción. La plaza de la Victoria era el centro de estas festi- vidades.

En el arco del antiguo Cabildo se levantaba un altar cou el Señor de Nazaret en donde la procesión que salía de la Catedral hacía su estación.

El pulpito que allí se levantaba era una cátedra donde los oradores que se renovaban con frecuencia im- provisaban y leían temas adecuados á dichos días.

Las procesiones de Semana Santa eran cuatro y se efectuaban el Jueves Santo llevando cada una el Cristo de su devoción.

Una era la de la Catedral, de la que nos hemos ocupa-

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do. La otra salía de la iglesia de San Juan por la calle Alaina hasta llegar al costado de la iglesia de San Igna- cio, donde estaba colocado el Cristo de la Aspiración.

La del Cristo y el Pecador arrepentido se llevaba á la esquina de México y Defensa y la del Señor de la Humil- dad y Paciencia á la de Piedad y Reconquista,

Nuestra Señora de los Dolores, se encontraba en to- das oartes.

Los principales oradores sagrados de aquella época eran: los canónigos Martín Boneo, Argerich, Elortondo y Palacios, Moreno, Marín, los padres Echevarría, Pine- ro, Ladrón de Guevara, los franciscanos Aldazor y Ca- margo, los dominicos Tailo y Fulias, etc.

Las siete palabras se leían ala madrugada, arrancan- do cada sermón grandes llantos en los fieles y oradores. Los dominicos Esquiú, Marcolino Benavente y Becco, el franciscano Chapo, los jesuítas Jordán y Darner, los sacerdotes Suárez Salgado, Eduardo Martínez, Ceferino Pérez, Felipe Jesús Echeverría, el Obispo de Jasso Mon- señor Romero, etc., en épocas recientes han ocupado la cátedra sagrada en estas y otras solemnidades.

El sábado de Gloria era de alegría general. Los ca- ñonazos, las gruesas de cohetes, las descargas de armas de fuego de los vecinos, producían también sus desgra- cias como sucede en nuestros días.

Hasta mucho después de la caída de Rozas, los sába- dos de Gloria se quemaba un Judas Iscariote.

Era un muñeco de género, al que se le ponían mone- das, rellenándosele con pólvora y petardos. Un gendar- me le subía y bajaba de una cuerda, cuando los petar- dos hablan estallado y el fuego había llegado al pecho, apoderándose de él un populachp compuesto de la clase más baja del pueblo que se disputaba laa monedas.

El dinero representaba la venta de Jesús por Judas y en tiempo de Rozas al muñeco se le daba el nombre de alguno de los enemigos de éste.

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BURNOS AIKBS 103

El 2 da Noviembre de cada año es un día que la igle- sia y la humanidad toda de los pueblos civilizados, des- tina á conmemorar la memoria de los que nos han pre- cedido en el camino de la vida.

Es nndia de recogimiento universal, ¿pues, quién no tiene un padre, una madre, una hija, un hermano, un deudo, en fin, cuya pérdida no llene su corazón de con- goja y cariñoso reouerdo?

Antes, cuando los cementerios eran más sencillos, más sencillas eran también las ceremonias.

Desde temprano las campanas de las iglesias dobla- ban y la población se dirigía como podía, usando toda clase de vehículos, á los sitios sagrados donde descansan los que han sido.

La industria moderna proporciona á los cementerios numerosa indumentaria en reemplazo de las rosas, vio- letas y coronas de flores naturales tejidas por los deu- dos, que se depositaban por éstos en los sepulcros, lle- vándolas en familia. La orquídea, las flores de trapo y de cerámica y las coronas que salen de los escaparates de los bazares á precios de fábrica, han sustituido á aquellas.

Aquellos tristes parajes, sitios de recuerdo y amargu- ra para los corazones que han amado, se ven en nues- tros días profanados por gentes que toman aquellos re- cintos por puntos de diversión y de paseo.

Hemos visto en las calles y avenidas de la Recoleta, corsos en que se desfilaba, luciendo las mujeres sus ves- tidos y haciendo crítica como en cualquier paraje de di- versión, y festejantes que se daban cita allí para verse, cuando debían pensar, al pasar el sagrado dintel del ce- menterio, en la memoria de los que fueron y en la mi- seria que somos. Allí se ven hasta vendedoras de masas y pasteles, gente que se arremolina ante la puerta de un sepulcro para observar los adornos y si pasa algún en-

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tierro se forma calle y enseguida cola, observando sin recato alguno, el dolor de los deudos que acompañan al que llevan á la última morada.

Allí se ven á gentes sentadas, de tertulia, en los um- brales de las bóvedas, sin guardar el menor respeto por aquellas tumbas, sin fijarse que son objeto de su profa- nación los cadáveres, hasta quienes llegan sus risotadas.

Pero también se ve pasar á la dama severa que, con su pensamiento fijo en lo que motiva su presencia en el recinto de los muertos, marchando humildemente i orar y rendir el último tributo al deudo amado.

Se ve también al padre que, con su corazón aflijido por la pérdida de lo que más amaba, tal vez á su hija! á quien el frío mármol del sepulcro guarda, como que- da la esperanza desvanecida por el desengaño.

Se venias madres, las esposas aflijidas, que no ven lo que á su alrededor pasa, entregadas á sus oraciones y recuerdos.

Se ve recogimiento en algunas personas, más no en la generalidad.

Sería de desear, que los que no hacen gala de sus sen- timientos piadosos, procurasen rodear de la veneración y respeto que merecen esos sagrados recintos, dejando, al penetrar en ellos, las pompas y vanidades mundanas ante la realidad de la miseria humana.

CAPITULO XXVI. Iglesias Disidentes.

LlBKBTAD DE CULTOS. La I0LB8IA AnGLICANA. Su OKI U EN Y DESARRO- LLO.— La Iglesia Escocesa. Su origen y desarrollo.

La libertad de cultos fué sancionada por la Sala de Representantes el 12 de Octubre de 1825.

Desde entonces tuvieron entrada al país y existencia libre, todas las religiones y ritos que se han ido estable- ciendo, y que más tarde la Constitución Nacional ga- rantizó nuevamente en uno de sus artículos.

El 25 de Setiembre de 1825 se estableció la primera capilla protestante en Buenos Aires.

En un terreno cedido gratuitamente por Rozas á va- rios curas de nacionalidad inglesa, situado en la calle 25 de Mayo entre Cangallo y Cuyo, se echaron en 1831 los cimientos del Templo de San Juan Bautista (Saint John Anglican Church).

Esta iglesia, como las demás de este Rito, depende de la Iglesia Oficial de Inglaterra, cuyo gef e es el Rey.

De las sectas protestantes residentes entre nosotros, el Rito Anglicano es uno de los más numerosos.

De la Iglesia de San Juan Bautista depende directa- mente el «Barracas Institute».

Las otras capillas de este culto que existen y depen- den de San Juan, son:

La de San Pedro, (Saint Peters Church) en Flores.

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La de San Salvador, (Saint Savirous Church) en Belgrano.

La de Todos los Santos, (All Saints Church) en Quilmes.

La de la Santísima Trinidad, (Holly Trinity Church) en Lomas de Zamora.

Todas estas iglesias están atendidas por pastores.

El Reverendo "W. H. Sterling, ha sido el único Obis- po de esta religión que ha habido en la República Argentina.

Hace dos años (1899) renunció su puesto y se fué á Europa.

Actualmente no hay Obispo.

Los primeros escoceses llegaron á la República á principios de 1802.

El núcleo más importante que vino al país, partió del puerto de Leith abordo del Symmetoy el 22 de Mayo de 1825, al mando de Don Guillermo Cochrane.

El Reverendo Peter Sheridan, asistido por el Reve- rendo William Brown colocó el 25 de Febrero de 1833 la piedra fundamental del Templo Escocés de la calle de Piedras.

El primer Pastor de la Iglesia Escocesa en Buenos Aires fué el Reverendo William Brown, quien perma- neció en su puesto hasta el 31 de Diciembre de 1849 en que se retiró á Escocia, siendo sustituido por el Reve- rendo Smith, muy conocido en este país y la República Oriental por «el Padre Smith ».

Habiéndose retirado de la vida activa el Reverendo James Smith le sucedió el Reverendo J. W. Flenxing B. D

Este Pastor está al frente de esta iglesia desde el 2 de Diciembre de 1879.

El Templo de la calle Piedras se demolió en 1893 4 causa de la apertura de la Avenida de Mayo, cQoatru-

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yéndose en su reemplazo la hermosa Capilla de San Andrés en la calle Belgrano, la que fué inaugurada el año 1896.

La Iglesia Escocesa está dirigida por el Reverendo J. W. Fleming, secundado cada dos años por pastores que vienen de Europa.

Los Reverendos J. Moir Portevus, Lyall Wilson, E. Edward Taylor, A. Rutherford Howble y Gordon Mac- Kenzie ayudan al Reverendo Fleming en el desem- peño de sus funciones.

Cuentan los Prebisterianos además de esta Iglesia con las siguientes:

La Iglesia de San Juan en Quilines fundada el 18 de Febrero de 1855 por el Reverendo James Smith, al que sustituyó en 1857 el Pastor francés Gebbie.

Durante el invierno de 1857 los pocos escoceses resi- dentes en los alrededores de Chascomús, celebraron una reunión en la que resolvieron la construcción de una capilla mediante la donación de diez ovejas por cada mil que poseyere cada contribuyente, depositándose en el Banco de la Provincia de Chascomús lo que se ob- tuvo por este medio.

Con estos fondos se construyó un rancho miserable en «Las Malas» cerca de la laguna «La Jalea», en el que se reunían los domingos, habiendo obtenido desde Escocia la protección del Pastor Ferguson.

El 10 de Noviembre de 1872 se edificó en el pueblo de Chascomús el Templo de San Andrea que sustituyó á la capilla conocida por «El Rancho».

En 1868 se fundó el Templo Presbiteriano de Jeppe- ner que aún existe.

Cuentan los Presbiterianos para su propaganda con varias publicaciones y colegios.

CAPITULO XXVII. Iglesias Disidentes*

Los Misionkuos Americanos. Cuando vinieron al país. Sus traba- jos.— Iglesias con que cuentan.— Los Hebreos. Su kxistkncia kk Buenos Aikes. La igle&ia alemana.

Los protestantes del Rito Metodista Episcopal Ame- ricano, dependen del Obispo C. C. Me. Cabe, residente en Omaha, Estado de Nebraska en Estados Unidos.

La Sociedad Misionera que atiende los trabajos reli- giosos fuera de Estados Unidos, tiene sus oficinas en Nueva York.

Esta iglesia no tiene obispo local en Buenos Aires.

Los que en Norte América son tales, visitan cada año las misiones extranjeras.

Cuando se reúne en esta ciudad la Conferencia Anual, que es el cuerpo de gobierno de esta iglesia en Sud Amé- rica y que lo componen todos los pastores, tienen gene- ralmente un Obispo que los preside, los que vienen cuan- do la Dirección de las Misiones lo cree conveniente. En ausencia del Obispo, los pastores nombran entre ellos quien los presida.

El establecimiento de esta misión en el Rio de la Pla- ta, data de 1835, de la que fué primer misionero el Re- verendo Fountain Qt. Pitts, quien regresó al año siguien- te á Estados Unidos.

En 1836 se reunieron en un pequeño escritorio de la calle San Martín frente á la Catedral, los protestantes de

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este rito, presididos por el Reverendo doctor John Dempster, resolviéndose la fundación de un templo que sirviera para los oficios del culto.

En 1842 se estableció una pequeña capilla en la calle Cangallo entre 25 de Mayo y Reconquista, frente, don- de está hoy, el hotel Pro vence.

Entre los años 1867 y 1869, los pastores Thomson y Milne, dieron principio á la propaganda en español y el resultado de estos trabajos fué la fundación de la pri- mera Iglesia Metodista Episcopal (Firsh Methodist Epis- copal Church), que el Reverendo Enrique Gr. Jackson inauguró en 1870 en la calle Corrientes 718.

Al Reverendo Jackson le sucedió el Reverendo John F. Tompson, infatigable propagandista de sus doctri- nas y á éste el Reverendo Tomás H. Stockton.

El Reverendo William P. Me. Laughlin D. D., dirije actualmente esta iglesia, que, como todas las de esta Mi- sión, depeuden del Reverendo Almon W. Greeman, re- sidente en Buenos Aires. Además de la iglesia de la ca- lle Corrientes, existen las siguientes :

La segunda Iglesia Metodista Episcopal, situada en la calle Junín 976, fundada en 1898 y dirijida por el pas- tor Don Remigio Vázquez.

La tercer Iglesia Methodista Episcopal, situada en la calle Saavedra 1038, fundada en 1895 y dirijida por el pastor Don Martín Arnejo.

La cuarta Iglesia Methodista Episcopal, situada en la calle Vieytes, en Barracas, fundada también en 1895 y que la dirije el pastor Juan Robles. Los cultos en estas dos últimas iglesias son en español.

La quinta Iglesia Methodista Episcopal, está situada en la Boca, calle Almirante Brown 1050. Fué fundada en 1893 y tiene dos Misiones: una en inglés y otra en es- pañol. La dirije el pastor C. J. Turner.

En Lomas de Zamora se fundó en 1895, una Misión que dirije hoy el pastor F. Rice.

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En varios pueblos de la provincia de Buenos Aires, en el interior de la República, oomo asimismo en el Paraguay y República Oriental, tienen varias Misiones atendidas por unos veinticuatro pastores.

Los Hebreos en la República son numerosos, figuran- do muchos de sus creyentes en el alto comercio.

En 1868 empegaron á llegar á Buenos Aires los pri- meros israelitas, fundándose en 1864, en la calle Liber- tad, U primera Sinagoga.

El primer Rabino de los hebreos en esta ciudad, ha si- do el señor Henry Joseph, conocido comerciante de es- ta plaza.

El barón Hirsch, condolido de la lastimosa situación en que se encontraban muchos judíos alemanes y rusos, resolvió adquirir tierras en la República ó iniciar su co- lonización, empleando en ella á dichos judíos.

Estas colonias se establecieron en el sur de la pro- vincia de Buenos Aires y en la de Entre Ríos, estando su administración á cargo de la Jewish Oolonization Aso- ciation que tiene sus oficinas en esta ciudad.

En 189C el número de hebreos había aumentado con- siderablemente.

Ese mismo año, á iniciativa del señor Henry Joseph, se colocó la piedra fundamental de la nueva Sinagoga, en la calle Libertad 785, demoliéndose la vieja.

La Iglesia Alemana del rito Luterano que existe en la calle Esmeralda 166, fué fundada en 1847.

En el mismo edificio tiene una escuela anexa.

El pastor que dirije esta iglesia, es un hombre pooo accesible que no quiso facilitarnos dato alguno por lo que no nos extendemos sobre ella, como lo hemos hecho con las demás en que se nos facilitó gentilmente cuanto dato pedimos.

CAPÍTULO XXVIII.

Iglesias Disidentes. i

La ÍGLH8IA. Rusa. Impoktancia y uksakrollo d*. ehta iglkhia Los Tübcob.

En 1887, los ortodoxos residentes en la República pi- dieron al Czar Alejandro III7 el establecimiento de la iglesia Ortodoxa Rusa en esta capital, á lo que accedió el monarca en 1888, incorporándola á la Legación Im- perial de Rusia.

Esta iglesia es la única de este culto en Sud América, y los ortodoxos que residen en la República no son so- lamente rusos, sino también griegos, servios, dalmatinos, montenegrinos, sirios, árabes, etc., y la dirije en la ac- tualidad el Reverendísimo Arcipreste Constantino Iz- rastzoff, hombre de una finísima cultura y vastas luces.

La primera capilla ortodoxa se instaló en 1889, en una casa particular de la calle Talcahuano, alquilada con este objeto.

La primera Liturgia (Misa) fué cantada el Io de Ene- ro de 1889, según el calendario Ruso, por el sacerdote Miguel Kranoff, asistido por el diácono Sizemsky.

En 1891 el Reverendísimo Arcipreste Constantino Izrastzoff reemplazó al padre Ivanoff .

La hermosa iglesia de este rito, que se eleva en la calle Brasil, frente al Parque Lezama, se debe á los es- fuerzos del Arcipreste Izrastzoff, quien personalmente

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recolectó en Rusia los fondos necesarios para su cons- trucción, obteniendo además muchísimos objetos demé- rito para la decoración interior de la iglesia, consisten- tes en mosaicos venecianos, pinturas, cálices, patenas, cruces, vestuarios, etc.

La piedra fundamental de este templo se colocó en Diciembre de 1898, inaugurándose solemnemente el 6 de Octubre de 1901, asistiendo á este acto el Presidente de la República, cuerpo Diplomático, Intendente Muni- cipal y numerosa concurrencia.

Fué construida según los planos del arquitecto Ale- jandro Christophersen, el que tuvo por base el croquis del arquitecto ruso M. T. Preobrazensky, de acuerdo en todo con las prescripciones del Rito Ortodoxo.

Este edificio, de lejano estilo morisco, luce sus lindas torres y cúpulas de zinc azul salpicadas de estrellas do- radas, coronadas de cruces.

El estilo arquitectónico ruso deriva del bizantino y del persa, encontrándose por eso uniformidad arquitec- tónica en las cúpulas de las iglesias de Teherán y de Moscou.

En su interior, cuyo decorado estuvo á cargo del pin- tor Casellá, ostenta los siete días de la Creación, y en la cúpula las Magnificencias de la Corte Celestial.

La Iglesia Ortodoxa Rusa fué consagrada con el nombre de la Santísima Trinidad.

En su interior se construirá, dentro de poco, otro al- tar que será consagrado á San Nicolás Taumaturgo y María Magdalena.

El Arcipreste Izrastzoff ha sido agraciado por el Czar, con la condecoración de Santa Ana, por sus trabajos en pro de esta Iglesia.

La mayoría de los turcos residentes en la República son cristianos maronitas, siendo pocos, relativamente, los rusos, musulmanes y ortodoxos de la iglesia griega.

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Los maronitas están por edificar una capilla en esta capital, y su número, además de los que son turcos, se calcula en unos veinte mil.

Los drusos y musulmanes no cuentan con ninguna Mezquita y su número se calcula en unos dos ó tres mil creyentes.

Los turcos de la Iglesia Griega asisten á la Iglesia Or- todoxa Rusa de la calle Brasil, donde la Liturgia y otros cultos divinos se celebran á veces en griego, otras en slavo y otras en árabe.

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CAPITULO XXIX. Congregaciones Extranjeras.

Kl Ejército df. Salvación. Las Escuelas Evangélicas.— Los Após- toles.

El Ejército de Salvación, cuyo jefe en Buenos Aires es el Brigadier Francisco W. Peace, se estableció entre noao ti os en 1887.

Sus trajes y medios de propaganda causaron en un principio risa, pero el espíritu práctico de la Raza Sa- jona y su persistencia, han hecho que esta institución cuente hoy con veinte cuarteles y cincuenta oficiales.

El fundador de ésta secta, que pertenece al protestan- tismo inglés, fué el General Guillermo Booth.

Usan entre sus asociados los grados militares estando las mujeres equiparadas en sus grados á los hombres.

Tienen su Cuartel General en la calle Rivadavia pa- sando el Once de Setiembre.

Publican un periódico titulado El Grito de Guerra, que es el órgano del «The Salvation Army».

Buenos Aires, en el fondo algo volteriano y burlón, les observaba sonriendo, pero ellos, persistentes como son, no desmayan en sus trabajos y han extendido su ra- dio de acción entre la gente menesterosa de los su- burbios.

Esta asociación cuenta con varios asilos nocturnos.

En 1898, el caballero inglés Willian C. Morris, fundó las Escuelas Evangélicas Argentinas.

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La asistencia á éstas escuelas es gratuita, enseñán- dose la moral cristiana y los principios evangélicos, inculcándose en sur educandos el sentimiento de amor ¿ la Patria por ser inetrucoión que allí se gen ui ñá- mente argentina.

La primera escuela se estableció el año 98 en Palée- nlo con diez y ocho niños, y al terminar el año 1899 su número se había elevado á ceroa de doscientos.

En el mes de Febrero de 1899 se fundó en las inme- diaciones de la anterior la primera escuela para niñas con ciento noventa y ocho alumnas.

Al comenzar el año 1900 había tres escuelas diurnas con setecientos veinte niños y á las clases nocturnas asistían noventa y ocho alumnos.

A fines de ese año la asistencia total alcanzó á mil setenta y seis niños.

A principio de 1901 se inauguró la cuarta escuela en la calle Nicaragua, entre Primera y Dorrego.

La fundación del Instituto Evangélico Argentino, si- tuado en la calle Santa 4228 al 4240, tiene por ob- jeto proporcionar oficios útiles á los niños que han cursado en las escuelas anteriores sus principios ele- mentales.

En el mes de Diciembre de 1898, Buenos Aires fué sorprendido con la noticia de que contaba en su seno con una congregación religiosa sui geverix, en la que además de la caridad y de la predicación dominical del Evangelio, trabajaba la tierra, poseía talleres industriales de carpintería, herrería, etc., y se ejercía la medicina.

Esta última causa fué la que dio entrada á la auto- ridad en los dominios de «Los Apóstoles», como se les designó, dando en la cárcel con Don Juan Gimena, Apóstol Mayor y Jefe de la agrupación, hasta el escla- recimiento de algunos hechos que no afectaron el buen nombre del Patriarca.

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Esta asociación de la que, como hemos dicho, es jefe Qimena, á quien sus sectarios llaman Tata-Dios, secun- dado eficazmente por sus hijos Lúeas y Diego tíimena, tiene su asiento en la calle Lavalleja, siendo numerosa.

«Los Apóstoles» han llevado el comunismo á su más alta expresión, gozando tranquilos en sus dominios del fruto de su trabajo y satisfechos del cumplimiento de su misión que ellos llaman divina.

CAPITULO XXX. Espiritismo.

Lo QUK B8B8TA DOCTRINA. CUANDO 8E ESTABLECIÓ EN BüKNOS AlRKB. SUS PBOPAOANP18TA8. BeVISTAS Y CENTROS E8PIRITI8TA8.

La Doctrina Espiritista nació en los Estados Unidos el año 1848.

De allí se extendió rápidamente por todos los países civilizados de la tierra, haciendo millares de prosélitos.

Generalmente se tiene una idea falsa de los espíritus; no son. como algunos creen, seres vagos é indifinidos, ni llamas como las de los fuegos fatuos, ni fantasmas como las de los cuentos de aparecidos. Son seres semejantes á nosotros, que, como nosotros, tienen un cuerpo pero fluí- dico á invisible en estado normal.

Mientras el alma está unida al cuerpo, durante la vi- da, tiene una doble envoltura, pesada, grosera y des- tructible la una, el cuerpo; la otra, fluídica, ligera é in- destructible, el periespíritu.

Tres cosas esenciales se cuentan en el hombre: el alma ó espíritu, principio inteligente, en el cual residen el pensamiento, la voluntad y el sentido moral; el cuerpo ó envoltura material que pone al espíritu en relación con el mundo exterior; y el periespíritu, envoltura lige- ra que sirve de lazo intermediario entre el alma y el cuerpo.

Guando la envoltura material está gastada y no pue- de funcionar, fallece y el espíritu se despoja de ella,

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como se abandona un vestido inservible; á esto es lo que llamamos la muerte.

Tales son, en pocas palabras, los principios de la doc- trina espiritista.

Esta doctrina cuenta en Buenos Aires con buen nú- mero de adeptos.

La primera sociedad espiritista que se fundó en Bue- nos Aires, se estableció en la calle Moreno 79 anti- guo. Fué su fundador el señor José Manuel Flores, al regresar de un viaje que hizo á Montevideo, en Octu- bre de 1857, y el médium de este centro lo fué el señor Justo de Espada.

En 1868 se fundó un centro que se llamó « Fé, Espe- ranza y Caridad », á iniciativa del señor Francisco Ca- sares.

Entre ios propagandistas más carácter íes dos, se en- cuentran los señores Cosme Marino, Felipe Senillosa, Antonio Ugarfce, etc.

-Cuentan los creyentes de esta doctrina, para la pro- paganda de sus ideas, con varias revistas, entre ellas la Constancia y la Fraternidad.

En el resto de la República existen numerosos cen- tros y publicaciones espiritistas.

En la capital, los principales centros son:

« Dios y Progreso », « Luz y Verdad » , « La Salvación », «Alian Kardec», «Juana de Arco», «Paz y Trabajo», «La Fraternidad», «El Porvenir», «La Constancia», « La Fe », « Fe y Caridad », « Amor Fraternal », « La Au- rora », « Nueva Providencia », « Luz del Desierto », « Amor Universal », etc.

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CAPÍTULO XXXI. Masoneri i Argentina.

LtA Logia Lautaro. Establecimiento del Gran Oriente Argentino. Diversos Ritos. Fundación de Logias. División dk la Maso- nería.— Logias con quk cuenta.— Masones ilustres.

(Obra conmUtada: Anuario Masónico para 1880 y 188 /, por M. Enco- bar).

La Masonería es una institución que vino á la Amé- rica del Sud é principios del siglo XIX.

La Logia Lautaro, del Capítulo del Grado 18, « Ca- balleros de América », fué la primera que se estableció en la República Argentina.

Actuó con todo el vigor masónico, en el período que el general Juan Martín Pueyrredón era Director Su- premo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Cuando el doctor Monteagudo conspiraba contra San Martín, siguiendo este los principios de la institución, lo acusó ante la Logia.

En su correspondencia usó muchas veces San Martín los.*, y la h', y cuando quería hacer saber que una per- sona era masón, decía: e* matemático.

£1 22 de Abril de 1857, se estableció el Supremo Con- sejo y Gran Oriente para la República Argentina.

Antes de esto, el 9 de Marzo de 1856, se había fundado la Logia Unión del Plata, bajo los auspicios del Gran Oriente del Uruguay, lo mismo que otras siete logias

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que se establecieron y que dependían de aquel Oriente, hasta la fundación del Gran Oriente Argentino.

La masonería desarrolla su acción bajo diversos Ritos y Orientes.

En Buenos Aires hay logias del Rito Escocés, Rito Azul, Eito Simbólico Italiano, Rito Ecléctico, Rito de York, etc.

Las más antiguas del Rito Escocés se fundaron:

La Logia «Unión del Plata», el 9 de Marzo de 1856; «Confraternidad Argentina», el 25 de Noviembre de 1856; «Consuelo del Infortunio», el 28 de Mayo de 1867; «Regeneración», el 1.° de Julio de 1857; «Lealtad», el. 2 de Julio de 1857; cConstancia», el 25 de Julio de 1857; «Sol de Mayo», el 24 de Agosto de 1858; «Frater- nidad» y «Unión y Amistad», en 1858; «Obediencia á la Ley», el 14 de Enero de 1859; «Caridad», el 3 de Se- tiembre de 1858; «Humanité», el 14 de Abril de 1864; refundiéndose más tarde en la Logia «Egalité et Huma- nité», fundada el 22 de Enero de 1870; «Estrella de Oriente», el 15 de Agosto de 1868, «Progreso», el 12 de Noviembre de 1868; «América», el 27 de Mayo de 1870; «Moralidad», el 27 de Diciembre de 1872; «Alian- za», el 27 de Enero de 1873 (en la Boca), «Los Hijos de Hiram» y «Salomón», el 12 de Julio de 1873; «Eureka», en 1877. La Logia «Libertad» se fundó en Flores en 1876 y realizó sus trabajos el 8 de Abril de 1879; «Q-a- ribaldi», el 17 de Abril de 1876; «Rivadavia», el 4 de Mayo de 1876; «Hijos de la Caridad», el 12 de Junio de 1878 (en la Boca); «Primera Argentina», en 1879; «Britania», el 30 de Julio de 1879.

Al Rito Azul pertenecían, además de la Gran Logia Central, la «Logia Tolerancia», fundada el 25 de Junio de 1857; «Unión Italiana 1.a», el 23 de Diciembre de 1858; «Les Amis de la Veritó», el 1.° de Setiembre de 1860; «Grennania», el 24 de Noviembre de 1863; «Es pe-

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ranza», el 9 de Febrero de 1876; «Unión Italiana», «Li- ben Pensatori» y «Armonía», en 1876 (en la Boca), «Daniel María Cazón», el año 1879, etc.

Al Hito Simbólico Italiano: «La Logia Italia», fun- dada en 1866; «Unión Italiana* N.° y «Obediencia á la Ley», en 1877; «Sette Colli» y «Figli d'Italia», en 1878 (esta última en la Boca); «Unión Italiana 2.a», en 1879.

Al Rito Ecléctico pertenecía la «Logia Alemana Deustchland», fundada en 1877.

Al Rito Azul, bajo la obediencia del Gran Oriente de Francia, la «Logia Amie des Náufragos», fundada el 8 de Marzo de 1852.

Al Rito de York, la «Logia Provincial Inglesa», fun- dada el 5 de Febrero de 1861; «Excelsior», en 1854 bajo la obediencia del Gran Oriente de Inglaterra; «Star of the South», fundada en 1864.

De estas logias, muchas han desaparecido, otras han cambiado de Rito, habiendo aumentado su número con- siderablemente.

La Masonería Argentina se ha dividido en dos Orien- tes, uno presidido por el Dr. Emilio Gouchon y otro por el Dr. Servando A. Gallegos.

Además de las logias de otros ritos que trabajan en Buenos Aires, las que dependen únicamente del Gran Oriente Argentino, son:

«Caridad», «Unión Italiana Ia.», «Hijos de Hiram», «Constancia», «Italia», «Obediencia & la Ley», «Tole- rancia», «Daniel María Cazón», «Colón y Esperanza N.°J19», «Rivadavia», «Federico III», «General San Martín», «Unión del Plata», «Humberto I de Saboya», «Confraternidad Argentina», «Reforma Liberal», «Phi- laletos», «Progreso», «Roma», «Estrella de Oriente», «Platón», «Aurora», «Pitágoras», «Libertad», «Cap.\ Unión Italiana 1.a», «Colón y Esperanza N.° 111», «Non Plus Ultra», «Unión Argentina» y cLautaro».

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En el Caballito la Logia «Armonía».

En la Boca las logias: «Liben Pensatori», «Guiseppe Garibaldi», cPríncipe de Gales», «Figli d 'Italia», «Pro- tezione é Lavoro» y «Alianza 2.a».

En Barracas al Norte: «Hijos del Trabajo», «Eureka» y «Armonía Fraternal».

Los principales Templos Masónicos son: el de la calle Cangallo y el nuevo de la calle Río Bamba.

Han pertenecido á la Masonería en distintas épocas los señores: Generales José de San Martín, Juan Mar- tín Pueyrredón, Carlos M. de Alvear, Matías Zapiola, Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento, Nicolás Le- varle, Liborio Bernal, Félix Benavidez, Rudecindo Ro-ía, etc.

Doctores: Bernardo Monteagndo, Vicente Fidel Ló- pez, Nicanor Albarellos, Joaquín V. González, Adolfo Saldías, Juan Pedro Justo, Juan A. Golfarini, Daniel María Cazón, Faustino J. Jorge, Servando A. Gallegos, Emilio Gouchon, José Roque Pérez, Manuel H. Lan- genheim, Pedro Mallo, Enrique B. Moreno, Lorenzo Torres, Manuel Augusto Montes de Oca, Miguel García Fernández, Ononésimo Leguizamón, Baldomcro García Quirno, Melitón González del Solar, etc.

Señores: Pedro Díaz de Vivar, Carlos Urien, Juan Francisco Monguillot, Mariano Billinghurst, Alvaro Pin- to, Roberto Cano, José V. Cabral, Héctor F. Várela, Francisco Bilbao, Manuel C. Chueco, Rafael Hernán- dez, Luis Andrade, José Fernández, etc.

CAPÍTULO xxxn.

Socialismo.

El Socialismo Universal. El Socialismo en la República. Ca- rácter del Socialismo Argentino. Sus fro-hombriss. Crszbos so- cialistas en Buenos Aires.

En 1889 el Oongreso Socialista reunido en París, de- cretó como fiesta uní-versal de la clase trabajadora, el Io de Mayo de cada año.

El socialismo tiene en sus filas escritores y políticos de fama universal, elocuentes oradores y propagandis- tas á cuyos esfuerzos debe la clase obrera su mejora- miento, el que hasta ahora se ha traducido en la dimi- nución de las horas de trabajo y el aumento de los sa- larios.

Entre nosotros el socialismo no ha alcanzado el des- arrollo que en otros países ha realizado, si bien sus tra- bajos han logrado algún éxito.

El Socialismo Argentino, sin desconocer los princi- pios universales de su doctrina, tuvo, desde su origen? un acentuado carácter político.

Antes de 1880 eran muy pocos los socialistas que ha- bía en Buenos Aires, pero después de esa fecha, comen- zaron su propaganda, la que dio por resultado la con- currencia á las elecciones de 1895.

Los centros socialistas de Brenos Aires, como todos los demás de este género, celebran con grandes mani- festaciones el Io de Mayo, demostrando año á año los

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progresos que realiza. Cuenta con numerosas hojas pe- riodísticas en la prensa, y entre sus principales propa, gandistas se encuentran los señores: Adrián Patroni, Juan B. Justo, Alfredo L. Palacios, José Inggenieros, Basilio Vidal, N. Kepetto, E. Dickman, Anibal Poeta, Julio Arraga, Antonio Zaccagnini, R. T. Bello, Anto- nio Várela, Alfredo Torcelli, Alejandro Mantecón, Fran- cisco S. Bayón, etc.

Los principales centros socialistas existentes en la Ca- pital, son:

Comité Ejecutivo del Partido Socialista, Centro So- cialista Obrero, Centro Socialista Norte, Centro Socia- lista Sección Oeste, Centro Socialista Carlos Marx, Cen- tro Socialista de General Las Heras, Vowarts, Círculo Socialista Italiano, Centro Socialista de la Parroquia de San Bernardo, Centro Socialista de la Boca, Centro So- cialista de Barracas al Norte.

CAPÍTULO XXXHI.

Anarquismo.

Carácter del Anarquismo en la República. Su acción turbu- lenta. — Quienes forman su mayor! a. Malatesta. Principales Grupos.

£1 Anarquismo, más teórico que práctico, cuenta con unos cinco mil adeptos en esta ciudad, pero esta planta exótica de la Vieja Europa, no puede prosperar en un país joven como el nuestro, en el que las clases obreras y menesterosas no sufren las necesidades y miserias que allá pasan.

Los anarquistas gozan de entera libertad, y entre ellos ka habido algunos que se reputaban peligrosos, pero que, felizmente hasta ahora, no han producido nin- gún atentado, concretándose su acción á fomentar huel- gas y provocar tumultos cuando hay alguna agitación.

Cuando alguno de estos sectarios realice en Europa algún atentado de los que de cuando en cuando produ- cen, Buenos Aires vendrá á tener la misma celebridad que Patterson en Estados Unidos.

En el resto de la República también hay anarquistas, pero en número muy reducido.

Los italianos y los españoles predominan entre ellos, siendo muy pocos los hijos del país que han abrazado estas doctrinas.

Cuentan para la propaganda de sus ideas, con varios periódicos que no tienen fecha fija para su aparición, haciéndolo cuando buenamente pueden.

126 BUENOS AIRES

En 1889, el famoso anarquista italiano Malatesta, reu- nió en la calle de Comercio á un grupo de cuarenta sec- tarios, emprendiendo entre las clases obreras una enér- gica propaganda.

La autoridad no les persiguió, ni molestó para no darles con ello importancia.

Los anarquistas se reúnen en grupos, en los que no impera autoridad alguna, siendo por consiguiente todos iguales, porque sus doctrinas demoledoras no les permi- ten reconocer entre ellos mismos una autoridad que les dirija.

Los grupos de Buenos Aires no tienen locales espe- ciales donde reunirse, haciéndolo al aire libre y cuando les cuadra.

Los principales grupos se denominan: «Desertores*, «Angiolillo», «Dinamitardos», «Desheredados», «Dis- persos», etc.

Los más agresivos constituyen «Violencia contra Violencia», «Ni Dios ni Amo», etc.

Otros más estudiosos y moderados forman los grupos «Germinal», «Feminista», «Estudiosos», «Dolce far Niente», «Libertad y Progreso», «Alba», «Ciencia y Progreso», «Libertad y Amor», etc.

CAPITULO XXXIV.

Cementerios.

Como bb enterraba á principios del siglo XIX. Los cadáveres de los pobrk8. ialkbia» qitk tiekek pairteones. muertos enterrado* kw las Iglesias.

A principios del siglo XIX los cementerios no se co- nocían en Buenos Aires.

Se enterraba en las iglesias, las que tenían á los cos- tados su campo santo donde se sepultaba á los pobres enterrándose á los muertos ilustres á lo6 costados y al pié de los altares.

Hubo una época en que los cadáveres de los pobres tenían que sufrir una odisea, cuando no tenían como abonar los derechos, por dejárseles que les comieran las aves de rapiña por lo que la autoridad ordenó á los curas su entierro gratuito.

Las iglesias más antiguas conservan panteones sub- terráneos que los días de difuntos se pueden visitar.

El Panteón de la Catedral se encuentra debajo del altar mayor. Es un cuadrado reducido de bajo techo en el que los cirios que lo iluminan los días de difuntos di- sipan apenas las tinieblas que allí reinan.

Entre los muertos sepultados en éste panteón se en- cuentran el General Manuel Guillermo Pinto, ex Gober- nador de Buenos Aires, sin chapa ni inscripción alguna que lo indique, lo mismo que el Deán del Paraná Juan

128 BUENOS AIRES

J. Alvarez, Don Lorenzo Rocha, Víctor Silva, Don Juan Paez, cura de la Piedad, etc.

Pocas inscripciones hay, entre las cuales mencionare- mos la del Canónigo Julián Segundo Agüero primer cu- ra de la Catedral, fallecido en 1851, Don Diego Estanis- lao Zavaleta, el Arcediano Martín Boneo, el Dean Don Ángel Brid, etc.

Las tumbas del general San Martín, Monseñor Anei- ros y la del Obispo Carranza, se encuentran también en la Catedral.

El costado de esta iglesia era Campo Santo.

En San Francisco se encuentran los dos obispos Arregui, fundadores de la iglesia, como asimismo los restos de Fray Luís de Bolaños, compañero de San Fran- cisco Solano, y uno de los fundadores también de la iglesia.

El panteón está abandonado y últimamente no lo abrían en los días dedicados á los muertos.

El panteón de San Roque es el único que se encuen- tra en buenas condiciones, debido á la señora de Lezama, que tiene allí sepultado asa hijo Gregorio Máximo.

Ocupa todo el subsuelo de la iglesia, siendo un salón amplio y ventilado, con mucha luz y perfectamente atendido. Tiene un altar del Santo Cristo.

Allí se encuentran sepultados, entre muchos, Juana María Ibañez de Basabilbaso, el Canónigo y Dean Feli- pe Elortondo y Palacios, Manuel Pereyra Saravia, To- ribio Mier, etc.

En la Merced están los restos de Don José Ruíz de Arellanosy de sus dos esposas Rosa Giles y María Teo- dora de Suero, fundadores de la iglesia, que, por una disposición testamentaria de ellos, descansan en la ca- pilla de San José.

En Santo Domingo, los restos de Don Juan de Lezica y Torresuri, restaurador de la iglesia. Los restos del ge-

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neral Belgrano á la entrada, los que descansarán dentro d$ poco en un mausoleo que se construirá en el peristilo del convento.

En el Pilar, los de Fray Francisco Altolaguirre, fa- llecido en 1794, sepultado al pié del altar de las reliquias.

Había numerosos sitios que eran campo santo en tiempo de la colonia, entre ellos la plazoleta de los An- des en la esquina de Balcarce y Chile.

CAPITULO XXXV.

Cementerios.

La .Recoleta. Orígen é historia de este cementerio. Los prime- ros inhumados. —Aspecto de sus primeros tiempos. Las mejora» de Alvear. La calle Laroa: lo que fué y lo que es. Momumen- tob y sepulcros. estado actual.

(Obras consultadas i Censo Municipal de 18S7; Buenos Aires desde Setenta años abrás, de José A. Wilde; Buenos Aires Antigua; Las Bel- dades de mi tiempo, de Santiago Calza dula).

Espectamus Domini.

Por el año 1604, el terreno que ocupa la Recoleta fué vendido á un Beaumont en cambio de alguna ropa, el que á su vez, en 1608, lo vendió al capitán Simón de Bal- déz, que lo donó ¿ los recoletos.

Esta donación fué en cumplimiento de una promesa que hizo Baldéz á la Virgen del Pilar, al llegarle la noti- cia de la gravedad de su señora madre, residente en Es- paña, si se restablecía, y como á los seis meses supo que se encontraba buena y sana, cumplió su compromiso, do- nándolo álos recoletos, quienes edificaron más tarde su convento, de acuerdo con los planos del jesuíta Blanqui, en 1724, en que se echaron los cimientos de la iglesia del Pilar que fué una de las más elegantes de su época por su arquitectura de estilo dórico.

Las reformas de Rivadavia hicieron salir del país á varias órdenes religiosas entre ellas á los recoletos.

Prohibida la inhumación en las iglesias por razones de higiene y de progreso, se destinó á cementerio la huer-

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ta del antiguo convento, llamándose del Miserere, nom- bre que llevó poco tiempo, cambiándosele por del Nor- te ó de la Recoleta.

Las primeras inhumaciones se hicieron el 18 de No- viembre de 1822, siendo ellas un párbulo liberto, lla- mado Juan Benito y María de los Dolores Maciel, orien- tal, de 25 años de edad.

En los primeros tiempos de este cementerio, las inhu- maciones se hacían sin ceremonia alguna. Se abría en el suelo un hoyo, se colocaba el ataúd y se le echaba la tierra encima, amontonándose la que sobraba, colocán- dose en la cabecera una modesta cruz de madera.

El jardín y huerta de los recoletos se convirtió de si- tio de solaz en campo santo.

No había monumento ni sepulcro alguno^ de impor- tancia. Era un verdadero campo de desolación.

Con el tiempo la gente se fué acostumbrando, entran- do por comprar terrenos, en los que levantó sepulcros y bóvedas sin plan alguno en la delineación de las calles, por lo que vino á ser más tarde un verdadero laberinto, hasta que el Intendente Alvear, delineó sus calles, ex- propiando y demoliendo lo que se oponía á ello, dán- dole la importancia y el aspecto que hoy tiene, trans- formándolo de sitio de desolación en un paraje de res- petuoso consuelo para los que en él tienen un deudo. Sn primer capellán fué Fray Antonio Acevedo. La Calle Larga era la que conducía á este cementerio, la que por su mal afirmado, cuando lo hubo, desfilaban únicamente los coches de los entierros dando tumbos.

Los costados de esta calle lo ocupaban jardines y ca- sas que se dedicaban á las industrias á que da vida un cementerio como ser fábricas de sepulcros, depósitos de coronas, etc.

Las quintas, con sus cercos y malas veredas de ladri- llo, hacían más triste el camino á la última morada.

132 H IRNOS AIRES

Hoy, esta vía es la Avenida República, elegante bou- levard del barrio norte, que compite con las de Callao y Alvear, ocupada por hermosas construcciones mo- dernas.

La secularización de los cementerios se hizo durante el gobierno del General Mitre.

La primera obra de mérito que hubo en la Recoleta,, fué el sepulcro de Quiroga, obra del famoso escultor italiano Tantardini, que convirtió á la esposa del gene- ral en una sentimental Dolorosa, llevando flores á sa esposo. Esta obra hubo de ser destruida por turbas mal inspiradas á causa de las inscripciones que contenía, to- lerándose, en cambio, todas las demás que existen.

Tantardini hizo esta obra como un regalo al señor Demarchi, yerno del general, el que entregó únicamen- te al artista un trozo de mármol de Carrara.

Se encuentra, entrando á la izquierda, y es objeto de curiosidad entre los entendidos.

Encierra en su recinto, este cementerio, numerosos monumentos y elegantes sepulcros, entre los que men- cionaremos el mausoleo del general Sarmiento, obra del escultor Víctor de Pol, el monumento á los caídos en la Revolución de Julio de 1890, obra de Emilio Cantillón. Los sepulcros y monumentos de Lucio V. López, Valen- tín Alsina,Toribio Ayerza, Almirante Guillermo Brown, Coronel Federico Brandzen, Francisco Mnñíz, Luís Do- rrego, JuanB. Alberdi, Coronel Aureliano Cuenca, Luís Viale, Roverano, Navarro Viola, B. Lugones y Adolfo Mitre, etc.

El Cristo, de Monteverde, que se encuentra en la ca- pilla del cementerio, fué adquirido por Alvear, repu- tándosele una verdadera obra de arte.

Tal es el cementerio de la Recoleta, al que varias ve- ces se ha intentado clausurar, pero dado el número de intereses que hiere esa medida, no se ha llevado á cabo.

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CAPITULO XXXVI. Cementerios.

Cementerios de Disidentes. El dkl Socorro. El dk Victoria y Pasco. Cementerio del Sud. Lo que kué. La Chacarita. Cómo se llkoaba antes A la Chacarita. Abqünob panteones. El sistema crematorio. Cementerio de Flores y Beloraxo.

Es natural que á los protestantes y disidentes, que on esos tiempos debían de ser muy contados, no se les sepultase en las iglesias católicas.

Recién en 1821 obtuvieron autorización del gobierno para formar su Cementerio, comprando por suscripción un terreno en las inmediaciones del Socorro, en cinco mil pesos.

Poca vida tuvo este Cementerio pues desde su aper- tura en Enero de 1821 hasta su clausura en Junio de 1824, se sepultaron setenta y un cadáveres.

En 1832 compraron los disidentes la manzana com- prendida entre las calles Victoria, Alsina, Pasco y Pi- chincha que se clausuró cuando en el nuevo Cementerio de la Chacarita se les destinó un sitio especial.

Antes de disolverse el extinguido Consejo Delibe- rante de la Capital en 1901, los concejales Romero y Pittaluga presentaron un proyecto de ordenanza para expropiar la manzana nombrada y destinarla á plaza pública, pero la Municipalidad no lo pudo llevar á la práctica por falta de fondos.

8e calculaba el valor ób la expropiación en 525.530

POSOS.

134 BUENOS AIRE8

El 24 de Diciembre de 1867 se inauguró el Cemente- rio del Sud situado en la calle de Caseros.

Prestó buenos servicios en las epidemias del cólera y de la fiebre amarilla que diezmaron á esta ciudad.

Se clausuró en Abril de 1871 en que la Chacarita re- cibió los primeros cadáveres.

En el centro de este Cementerio se elevaba un sencillo monumento á los médicos víctimas de la epidemia de 1871, con esta inscripción:

«Murieron víctimas del deber y de la caridad, por auxiliar y salvar á sus semejantes en la epidemia de 1871*.

Hoy está convertido en paseo público.

La mortalidad causada por la epidemia del 71 llenó el Cementerio del Sud, destinándose una pequeña parte de los terrenos de la Chacarita de los Colegiales, de propiedad fiscal, para enterratorio general, recibiendo, como queda dicho más adelante, los primeros cadáveres en Abril de 1871 hasta el 9 de Diciembre de 1886 en que se clausuró, inaugurándose el nuevo, hoy Cemen- terio del Oeste.

La Chacarita es un buen cementerio moderno.

Situado lejos del centro, la población se aproxima á él, como ha sucedido con el del Norte.

Da frente á la calle Triunvirato donde tiene una ele- gante entrada.

En el costado oeste se encuentra el enterratorio de los Disidentes, el que tiene en el centro una elegante ca- pilla estilo gótico para los oficios religiosos.

Al principio se enterraba la gente pobre, pero el aumento de la población hizo que el del Norte fuese pequeño y que muchas familias pudientes edificasen buenas bóvedas y sepulcros, lo que hace que esta Ne- crópolis no sea tan triste y lóbrega como su vecina anterior.

BUENOS AIRES 135

No tiene los monumentos que el del Norte pero la delincación y amplitud de sus avenidas, lo hacen el fu- turo gran cementerio de Buenos Aires.

Las manzanas que ocupaba la antigua Chacarita y que se clausuró el 86, están ocupadas por un hermoso monte de eucaliptus habiendo el pensamiento de con- vertirlo en parque público.

El Ferrocarril del Oeste tenía una estación en la calle de Corrientes y Bermejo por donde se hacía el transporte de cadáveres.

Se llamaba «Bermejo» siendo una mala construcción de madera en donde se colocaban los cajones hasta la salida de cada tren, lo que motivaba malos olores, espe- cialmente en el verano, por ser los cajones ordinarios y destinados á ser sepultados en la tierra.

Entre los nuevos panteones existentes en la actual Chacarita se encuentran los de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, Sociedad Tipográfica Bonaerense, Asilo Naval, Círculo de la Prensa, etc. T ¿.En este Cementerio hay un horno crematorio en el que previa identificación de los cadáveres encontrados en la vía pública y que no sean reclamados por sus deu- dos, se cromarán.

Igual medida se ha tomado con los cadáveres proce- dentes de los hospitales, los que se cremarán en celdas separadas para poder reunir las cenizas en cajas metá- licas en cuyas tapas se colocará una placa con el nom- bre y fecha de la defunción.

El día que este sistema se implante traerá una revo- lución en los cementerios, haciendo desaparecer al mis- mo tiempo á tantas industrias que prosperan con éstos.

Los Cementerios de Flores y Belgrano, situados tam- bién en el Municipio de la Capital, continúan prestando sus servicios á ambas localidades, aunque en pequeña escala.

136 BUFNOS AIRES

El de Belgrano es muy chico y queda en el centro casi de la Villa General Urquiza, antes Villa Catalinas.

El de Flores está situado en una altura que domina todos sus alrededores. Últimamente se hubo de ensan- char, pero las dificultades económicas de la Municipa- lidad no lo permitieron.

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CAPITULO XXXVII. Sociedad.

IiAS FIESTAS VA* PERDIENDO SU SENCILLEZ PRIMITIVA. LOS ÜLÜB8. Los BALONES PARTICULARES. La MlSA DE UNA. LAS PLAZAS DEL ReTIUO,

del Parque y de la Victoria. í)l Barrio Norte.

La sencillez en las fiestas va paulatinamente desapa- reciendo.

Las orquestas, aunque poco numerosas, amenizan los bailes y es necesario poner mesa, siendo Migone, el due- ño del Café de Catalanes, uno de los primeros que las sirven.

Los bailes de los Clubs del Progreso y del Plata, for- mados por caballeros de la primera sociedad, se ven muy concurridos.

Hasta después del año 1880, en los del Progreso, ha- cen su entrada en sociedad, las niñas de las principales familias.

Después deoayeron.

Los salones particulares también se abren.

Entre ellos mencionaremos los de Don Gabino Salas, en la calle de Florida, Diego de Alvear en la calle de Piedad y después en la de Cuyo y 25 de Mayo ; Ber- nardo de Irigoyen, Carlos Lamarca, donde se bailó uno de los primeros cotillones, Doña Magdalena Dorrego de Ortíz Basualdo, dedicados á su hija Inés y especialmen- te para niñas, etc.

138 BUENOS AIRES

En todas estas reuniones reinaba la más franca amistad concurriendo las primeras familias.

La misa de una, los días de fiesta, especialmente la de la Catedral, á la que concurría la élite porteña, daba motivo á desfiles á pié por la calle de Florida, por no abundar todavía los coches y no tenerlos todas las fa- milias.

La plaza del Retiro se veía concurridísima, siendo uno de los paseos á que asistía la sociedad de entonces, don- de se oía la música de los batallones que se alojaban en los antiguos cuarteles que allí había.

También tuvo su época la Plaza del Parque, que, con la del Retiro, ye disputaban la palma, estando de moda unas veces una y otras la otra.

A la Plaza de la Victoria asistían también de noche muchas familias á oír la retreta.

La epidemia del 71 diezmó el barrio del sud, en el que estaba aglomerada la población, y con la implanta- ción de los tranways que facilitáronlas comunicaciones, el barrio del Norte se empezó á llenar de familias que antes vivían en el sud.

De entonces arranca la era de progreso de este barrio, siendo el Intendente Alvear, el que le dio el impulso de- cisivo, constituyendo al presente el centro principal de la sociabilidad del día.

CAPITULO XXX VIII. Sociedad.

LOS ESTANCIEROS. La SOCIEDAD MODERNA. CüMO *K PUEDE DIVIDIR.

Espíritu que reina en ella. Obligaciones sociales. El por qué

VALEN LAS PERSONAS. Lo QUE DICE LeGOÜVÉ. IjAB CONVERSACIONES. EL LUJO. LOS MATRIMONIOS. El. POR QUE DE LA DESGRACIA DE MI- CHOS DE ESTOS.

La vida social de Buenos Aires ha sufrido transfor- maciones radicales.

Había antes una clase conocida por « estancieros ri- cos», compuesta de las familias de éstos, entre los que figuraban los Anchorena, Terrero, Peña, Ortíz de Ro- zas, Ramos Mejía, Martínez de Hoz, Ortíz Basualdo, Fernández, Bavio, Cano, Cascallares, Viamonte, Rufi- no, Guerrero, Díaz Vélez, Campos, Miguens, Pinero, Zemborain Castex, San Martín, etc., los que pasaban la mayor parte del año en sus establecimientos de cam- po y que tenían en la ciudad sus casas, donde la familia, cuando los hijos crecían y estaban en edad de educarse, residían á cargo de la esposa encargada de esta misión, mientras ellos permanecían en sus establecimientos en- tregados á sus labores.

Eran, en principio, enemigos de toda reforma, con- servadores á outrance, opuestos á todo progreso, pero cuando se convencían de su utilidad, los aceptaban con entusiasmo.

Numerosos hechos confirman nuestra aseveración, en-

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tre ellos, la oposición que hicieron al establecimiento de los tranways.

En general, la sociedad del día, aunque las líneas que la dividen no puedan fijarse matemáticamente, pue- de clasificarse del modo siguiente:

Las familias que conservan la tradición de sus ma- yores;

Las mismas, más democratizadas, que alternan con re- laciones nuevas;

Las que por la política, los negocios, la fortuna, la carrera de sus jefes ó los buenos enlaces han surgido;

La aristocracia del talento, cuyo origen no se averi- gua y que tiene entrada á todos los salones en todas partes del mundo.

Las familias de las provincias radicadas en la capital.

Las colonias extranjeras;

La burguesía enriquecida.

Prima en la sociedad moderna el positivismo.

Las visitas son una carga pesada, tanto para quien la hace como para quien la recibe, cuando no hay intimi- dad ó afecto verdadero.

Las listas de relaciones exigen una complicada tene- duría de libros, en los que están marcadas por ordeu alfabético las amistades, los días que reciben, etc., sien- do inútil presentarse en días que no estén indicados co- mo tales.

Personas hay que recorren la lista de sus relaciones una vez al año para conservarlas y darse el placer de tener su casa los días de recibo, llena de concurren- cia, á muchas de las que apenas conocen.

Se tiene la idea de que las personas valen por con quien andan ó por las relaciones que tienen, sin darse cuenta que lo único que vale son los méritos reales de cada persona.

En otro tiempo, dice Legouvé, «se señalaban las per-

BUENOS A1RE8 141

sonas que no eran corteses; hoy se señalan las que lo son», muy aplicable esto en nuestros días.

Las conversaciones generales son la crítica, las enfer- medades, las muertes, casamientos, acontecimientos so- ciales, etc., no faltando quien recorra las casas de gen- te chic cuando se rematan, para observar su interior y contar más tarde en sociedad como era ésta y apa- recer como de la relación íntima de dichas personas.

No falta tampoco quien manda echar tarjetas á los entierros de personas conocidas para figurar en sus cró- nicas.

El lujo es una plaga que se ha apoderado, no sólo de los que pueden dárselo, sino también de los que no pue- den costeárselo y que lo sostienen á fuerza de deudas y empeños.

Se ha de observar que los que más sencillamente an- dan son los que más lujo pueden gastar, y los que menos, son los más empeñosos en aparecer y ostentar lo que no tienen.

Hemos tenido oportunidad de comprobar personal- mente numerosos oasos de esta clase.

Una modista de las más nombradas, se encontraba en la imposibilidad de poder cumplir con un compromi- so que tenía con una de las casas de París, de quien re- cibía sus mercaderías, y en medio de su aflicción nos de- cía: « Cómo quiere Vd. que pueda cumplir con los Ban- cos y mis comitentes de Europa, si á mis dientas no me pagan». «Fíjese, agregaba, poniendo ante nuestra vista su libro de ventas: la señora de X, me debe 1300 pe- sos de un tapado y dos sombreros. Acabo de enviar á una de mis oficialas á cobrarle y pedirle me abonase al- go á cuenta, y después de tres viajes sin resultado, viene en este instante, trayéndome cinco pesos, mandándo- me decir mi dienta, que sentía mucho no poder abonar- me más por el momento y que me enviaba eso á cuenta para demostrarme su buena voluntad!»

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Y continuó hojeando el famoso libro en el que figu- raban personas de reputada fortuna al parecer, pero que le respondían de la misma manera que la señora X.

Pero, ¿ por qué fía?, le decíamos, á lo que nuestra in- terlocutora respondía, que si no lo hacía podía conside- rar perdido lo que le adeudaban.

La culpa de todo esto la tienen los padres ó los ma- ridos que son débiles ó complacientes, los que muchas veces, sin pensarlo, causan grandes males en sus familias, porque cuando quieren reaccionar es tarde por haberse ellos mismos contagiado.

Antiguamente se miraba al lujo con horror, viéndose en él un peligro que amenazaría más tarde la tranquili- dad y bienestar de los hogares.

Los temores de nuestros antepasados de que el dinero triunfaría sobre los abolengos y serían reemplazados los méritos y honorabilidad de las personas por aventure- ros á quienes la diosa fortuna sonriese, ha llegado des- graciadamente en parte á realizarse.

Hay quien sostiene, que el amor no existe y que mu- chos de los matrimonios del día son el resultado de con- veniencias recíprocas.

Se prefiere, muchas veces, al joven sin condiciones, porque gasta lujo, y se desprecia al joven honesto y de mérito que no tiene dinero y que haría la felicidad de la más encumbrada.

La inmigración que llega á nuestras playas, trae con- sigo elementos, en su mayoría, sin más medios de vida que el que su labor diaria les proporciona. La buena suerte de unos, la constancia y el trabajo de otros, ha- cen que al cabo de cierto tiempo se hagan de fortuna y por este medio consiguen introducirse en sociedad, lo- grando enlaces de sus descendientes con familias del país altamente colocadas.

Antes, para casarse, se preguntaba si la niña era reli-

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giosa y de buenas costumbres, se fijaban en los antece- dentes de los padres, en su rectitud y honorabilidad.

Más tarde tsi era bonita», y hoy «cuánto tiene».

Fórmanse las jóvenes en el ambiente del hogar, en el que muchas veces pasan necesidades reales que su posi- ción social alejan de toda sospecha. Ven pues en uno de estos advenedizos con dinero su áncora de salvación y no averiguan si es bien ó es mal el candidato sino que les basta el que tenga dinero.

Muchas veces se sacrifican los antecedentes del pasa- do por las necesidades del presente, que el enlace á efec- tuar viene á subsanar.

No es extraño, pues, que la felicidad y el verdadero amor, que es lo que menos se ha tenido en cuenta, sean extraños en el nuevo hogar en el que asoman muy pronto las disidencias domésticas, concluyendo muchas veces en escándalos sociales.

Así sucede, que no es difícil oír diálogos como este : ¿No sabe misia María Antonia, que su sobrina María se casa con el hijo del almacenero de la calle de Biva- davia?

¡Qué barbaridad! ¿Pero cómo crees tu eso? dice la tía vieja, á lo que la interlocutora responde: ¡Pero si es muy rico!

Misia María Antonia es una dama imbuida en sus tra- diciones aristocráticas de familia, y lo que le parece un imposible al principio, tiene que aceptarlo al poco tiem- po y concurrir más tarde al casamiento.

Realizado éste la nueva pareja se instala en una gran casa, tienen su coche, su palco en la Opera, van á Pa- lermo, dan recibos, hasta que por algún contraste en los negocios, los recursos merman y con estos la poca armo- nía que allí reinaba, y cuyo fundamento era el dinero, desaparece, viniendo en pos de esto la desgracia de ambos.

144

BUENOS A1KKS

Pero felizmente en la sociedad de Buenos Aires á la par que actúan elementos exitistas y que son í quie- nes nos referimos anteriormente, conserva en su seno elementos que ejercen su benéfica influencia, mantenien- do la tradicional fama de cultura de que gozó en otros tiempos.

A

CAPITULO XXXIX.

Sociedad,,

liOS UL'KSoS 1)K CASA Y LAS BKUNIONE8 SOCIALES. ASTADO Y <k;a3o. LOS RAILES DKL DÍA.— COSTUMBRES CRIOLLAS Y COSTUMBlíES IXULKSAS.

Las fiestas de antaño comenzaban y concluían tem- prano.

Los dueños de cae* que con sus reuniones proporcio- nan un buen rato de sociedad á sus relaciones, después de las agitaciones que pasan con el reparto de las invi- taciones, tarea ímproba cuando estos son muy relacio- nados, porque un olvido involuntario es una falta im- perdonable para el que ha sido víctima da él sin contar á los parientes pobres que son los peores y á quienes se les distribuyo estratégicamente para que atiendan á la concurrencia á medida que vayan llegando en unión de los amigos íntimos de la casa.

No hace mucho, que en tina casa respetable, en que se daba ana fiesta, se* repartieron invitaciones falsas, al- quilándose además un órgano que tocase toda la noche en la cuadra, todo porque en reuniones anteriores, los autores de estas bromas, según se decía, no habían sido invitados.

Las costumbres sencillas de nuestros antepasados, aquella nobte sociabilidad sin fingimientos, aquella hidalguía española sin dobleces, todo tiende á desapa- recer en nuestros días por la invasión de la burguesía enriquecida.

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146 BUENOS AIRES

En otros tiempos cualquier reforma ó novedad que llegaba de Europa era materia de serias discusiones en el seno de las familias rechazándose lo malo y aceptán- dose lo bueno.

Hoy todo se acepta sin distingos. Basta que venga de París para que tenga aceptación enseguida pasando por cursis los que las rechazan.

Nuestra sociedad, grande en la apariencia, conserva aún toda la característica de una gran aldea en que to- dos se conocen.

En los bailes y reuniones sociales del día, la señorita que no tenga seguridad de llenar su programa, se expo- ne á muchos sinsabores y malos ratos.

Muchas de las que van á un baile, creen que el ser ó no, ser atendidas, es una sanción definitiva de la sociedad sobre sus méritos y atractivos cuando esa sanción puede ser casual, cruel ó injusta.

El sexo feo que concurre á estas fiestas cuando no le lleva un interés premeditado, opta por estacionarse en las puertas ó pasillos formando grupos y corrillos fren- te á las que con toda falta de galantería dejan planchar.

Allí se comentan las temporadas, las planchas gran- des y chicas, los clavos y saca clavos, las peladas de frente, etc.

Hay la costumbre de anotar piezas en los programas de las niñas que después no se cumplen, y al que atiende á alguna poco atendida, se le llama «saca clavos» ó «re- dime clavos».

Se sigue la rutina de no sentar la compañera hasta que no vaya alguien á hacerlo resultando de ello los clavos recíprocos y el que un joven que quiera hacer una atención á una amiga se vea en la dura necesidad de no hacerlo por no esponerse á perder su libertad toda la noche.

En las «Cinderellas Dances», que la distinguida coló-

BUENOS AIRES 147

nia británica celebraba todos los años, invitando para ello una comisión respetable de caballeros, y que co- menzaron en el Salón del Operaio Italiani, continuaron después en el Pabellón Argentino, y que últimamente se celebraron en el Prince George's Hall, no se ve nin- guna de estas escenas ni ninguno de los concurrentes tiene temor alguno en sacar una señorita, porque al pedirse una pieza, el compromiso cesa inmediatamente de concluida ésta, sentándose á la niña sin que esto importe desaire alguno. Allí rara es la que plancha y mientras la orquesta toca, todo el mundo baila.

Y no se crea que son ingleses los que únicamente concurren á estas fiestas, sino que son muchos y mu- chas los hijos del país que lo hacen.

Si esto se pusiera en práctica en nuestros bailes no habría quien se lamentase, ni qnien formase corrillos y no presentarían las salas el poco edificante cuadro de las planchadoras.

Pero ellas deberían de ser las más enérgicas implan- tadoras de este sistema, porque dando ellas el ejemplo, nadie se atrevería á oponerse.

Los dueños de casa, la noche de un baile quedan ren- didos de la fatiga que les ocasiona el que sus invitadas sean atendidas.

La costumbre de asistir tarde es otra moda incómoda, sucediendo que el tiempo que antes se empleaba en bai- lar hoy se emplea en arreglarse, y que cuando antes concluía una tertulia hoy recién se comienza.

CAPITULO XL. Sociedad.

BAILES MUXJKKKUS. (lUANDKb BAILES 1)K K8TO8 £ LT1MQ8 A&'OS. SaLuSS* PAKTICULAKK8. PaLKHMü: LO <¿UK Eh SOC1ALMKKTK. La CALLK FloUI- DA. Kli CORSO HE LAR FlOUKK. LAS FIKSTAS DEL PATROXAT»». Lak KRBME0K*. TjOK < ONCIKUTOI5. Los TKATIIOH. La HOt'IEDAÜ V LOS DIAHIOS.

Lqs bailes antiguos desaparecieron, reemplazándoles los lanceros, polka, wals, maz.uíka, galopa, cotillón, cua- drilla, schotis, Sir Rojer, habanera, pass de quatre, etc., los que más adelante se dejaron de moda á excep- ción de los lanceros y el wals, entrando en boga losBos- tons, wals Luis XV, polka militar, romance dance, pass des patineurs, skating, etc., los que exigen grandes sa- lones.

El profesor Enrique Foster, fundó una academia.de baile donde aprendieron estos la juventud del día. Poco después estuvo el profesor Enrique Picchetti, maestro de bailes de la Corte de liorna, que continuó la tarea de Foster.

Entre los bailes más memorables en los anales socia- les de estos iil timos tiempos, merecen recordarse: el que se dio por la Sociedad de Beneficencia cuando se inau- guró el nuevo edificio de la Bolsa de Comercio; el bai- le oficial en la Casa de Gobierno al Presidente Tajes, cuando estuvo de visita en Buenos Aires. Este baile ha sido el más memorable que se ha dado en esta ciudad

BUfcNOS AlfcKS 149

por el sinnvimero de comentarios y accidentes á que dio lugar.

La Casa de Gobierno era pequeña para contener la concurrencia en sus salones.

A las once de la noche se habían consumido más de ocho mil sandwiches.

La retirada dio lugar á que muchos concurrentes per- dieran sus sombreros y sobretodos, dándose el caso de ver á marinos de chambergo ó galera y á civiles de mi- litar é causa del desorden que se produjo en el guarda ropa.

El baile del Jockey Club, cuando estuvo de visita el Presidente del Brasil doctor Campos Salles, lo mismo que el dado en casa del seftor Carlos Casares, á los que asistió lo más distinguido de nuestra sociedad.

Los bailes y tertulias en lo de José P. de Guerrico, Juan Cobo, Julio Cramer, Martín Biedma, Tiburcia Do- mínguez de Del Carril, Carlos Casares, José Miguel Arredondo, Rafael Pefó, Condes de Sena, Teodoro de Bary, León Gallardo, Mariano tJnzué, Adela S. de Fa- vier, Gabino Salas, Joaquín Chas, Luis María Campos, y otros han mantenido en nuestros últimos tiempos la tradición social de otras épocas.

Palermo es el paseo más concurrido déla capital.

Millares de coches concurren á él, conduciendo á los paseantes, cuyo estiramiento en el corso hacen que este punto no tenga el atractivo que debiera tener si la gente descendiese de los coches, se paseara é hiciera sociedad.

Allí concurre lo más distinguido de Buenos Aires, desde la más encumbrada dama hasta la cocota más desvergonzada, desde el hombre de fortuna y posición hasta el usurero que acecha á sus víctimas, etc.; en fin, es un lugar al que concurren todas las clases sociales.

Los días de moda son los martes, jueves y domingos.

Palermo no tiene hora oficial de retirada: dtiramien-

150 BUENOS AIRKS

tras hay coches en el corso y esta da motivos á carreras entre los coches, lo que más de una vez ha sido causa de desgracias, siendo la más lamentable la de la señori- ta Amalia Prieto, cuyos caballos se desbocaron, murien- do ella á consecuencia del golpe que recibió al arrojarse del coche.

Los carruajes que regresan, forman un nuevo corso en la calle Florida á la que concurren los que por sus ocupaciones no han podido ir á Palermo, ó los que bue- namente van á ver la concurrencia, formando grupos y corrillos en las veredas.

Palermo y la calle de Florida son dos puntos de la vi- da social porteña que no se pueden separar.

Los días de fiesta, después de la misa de diez, la calle Florida es un desfile de señoritas y caballeros á pié ó en carruaje.

El Corso de las Flores, incorporado á las fiestas so- ciales del año, se realiza en Palermo en el mes de No- viembre: La señora Dolores Lavalle de Lavalle, fué su iniciadora, siendo presidenta de la Sociedad de Benefi- cencia, á cuyo beneficio se realiza anualmente.

Otra fiesta anual es la que en el Parque de Lezama celebra en el mes de Diciembre de cada año el Patronato de la Infancia.

Las kermeses, que son una especie de bazares atendi- dos por señoritas, en los que hay toda clase de juegos y diversiones, han obtenido buenos éxitos y siempre que se han realizado lo han sido con fines caritativos.

Las más memorables han sido la del Asilo del Pino, en la Plaza del Retiro, una de las primeras, la de Duran en el local que ocupa el Club Español y las del Pabellón Argentino cuando se inauguró éste.

Los conciertos en los teatros y en los clubs han de- caído por el abuso que de ellos se ha hecho.

Los más nombrados son los del Club Católico, Con-

J

BUENOS AIRES 161

servatoric de Música y los de las disoí pulas del maestro Lébano, en la Opera.

Durante la temporada de invierno, el movimiento so- cial se concentra en los teatros, especialmente en el de la Opera.

Por los escenarios de los teatros de Buenos Aires, desde el Viejo Colón, han desfilado las primeras estre- llas del arte lírico y dramático.

Otra innovación en las costumbres, es la Vi$a So- cial en los diarios.

Las crónicas modernas enumeran á los concurrentes á una fiesta como á colegiales.

Antes se ponderaba la distinción y elegancia del be- llo sexo. Hoy se mencionan los trajes y alhajas.

£1 Libro de Oro, especie de guia social donde se en- cuentran los nombres de las principales familias, los do- micilios en la ciudad, los puntos donde veranean, los días de recibo, las direcciones telefónicas, etc., es tam- bién usual de poco tiempo á esta parte.

1

CAPÍTULO XLI.

Veraneo.

La* (Quintas. Dkrdk citando se inició i,a costumbre de veranear. l'ukblos preferido». montevideo.— mar del pl„ata. xias slkrra*

I»K CÓRDOBA. LiAS EmIO* ACIONES KN INVIERNO ALInTERIOR Y A BüRdPA.

A principios del siglo XIX, entre las familias que re- sidían en los alrededores de Buenos Aires, se encontra- ban las de Paeyrredón, Altolaguirre, AUaga, Del Sar, y muchas otras que habitaban en sus quintas, especial- mente en los veranos.

Los ingleses, siguiendo las costumbres de Londres, se radicaron en las afueras de la ciudad, atestiguándolo así las quintas de Mac Kinlay después de Lezama, las de Fair, Cope, Dickson, Brittain, Brown, etc.

Las quintas de Navarro Viola, Moreno, Balcarce, etc., en la calle Caseros fueron residencias de estas familias.

Antes de 1870 pocas eran las familias relativamente que veraneaban en el campo.

Desde la epidemia del 71, de la que la población en masa huyó refugiándose en los pueblos vecinos, data, puede decirse, las temporadas de campo en el verano.

Desde entonces, casi todas las familias pudientes tu- vieron sus quintas de recreo en las cercanías de Buenos Aires, además de las que ya tenían sus chacras y es- tancias.

Los ferrocarriles, al facilitar las comunicaciones, aumentaron el éxodo veraniego á los pueblos vecinos.

BUENOS AIRES 158

Los más favorecidos fueron San Isidro, San Fernan- do, Las Conohas, San Martín, Belgrano, Flores, Ramos Mejía, Morón, Merlo, Moreno, Lomas de Zamora, Quil- ines, Adrogué, etc.

Más adelante vino la moda de ir á tomar baños de mar á Montevideo, viéndose los hoteles de esta ciudad llenos de familias porteñas.

Las playas del sud especialmente Necoohea y Mar del Plata hicieron que la gente que iba á Montevideo á los Pocitos y Playa de -Ramírez se dirigieran á ellas.

En Mar del Plata se ve la concurrencia de la Opera y de Palermo, siendo nn error que se lleve allí la eti- queta al grado de que las señoras y señoritas que resi- den en el Bristol sean esclavas de sus trajes, teniendo que cambiar de toilette á cada hora del día, según el sitio y hora á que concurran.

El «Bristol Hotel» posee uno de los comedores más extensos de la América, siendo su lujo proverbial.

Las tertulias son frecuentes y los comentarios socia- les sobre casamientos y reuniones abundan.

No falta en cada temporada un bañista rnmboso que regale un Cotillón.

Contribuye también á la animación, la ruleta que funciona en el Bristol, en la que se dejan y se ganan fortunas.

Los paseos al Cabo Corrientes, en cuyas inmediacio- nes se encuentra el faro de Punta Mogotes, uno de los más lujosos de América, las excursiones á las estancias vecinas, á la laguna de los Padres, la caza de lobos ma- rinos, la pesca, etc., aumentan los atractivos de Mar del Plata.

No falta, desgraciadamente, algunas veces, la nota trájica de algún bañista que se ahogue, á pesar de los esfuerzos de los calafates.

Este punto, en el que se goza de una temperatura

154 BUENOS AIKE3

agradable, con una vista al mar preciosa, cuyas brisas saludables sientan tanto á los que allí acuden á descan- sar de sus fatigas, ha hecho que muchas personas se hi- ciesen propietarias pasando desde entonces sus tempo- radas veraniegas en éste punto.

Aunque siempre es numerosa la concurrencia á estas playas, otros años la emigración se dirige á las provin- cias del Interior, especialmente á las Sierras de Córdoba.

En el invierno el Rosario de la Frontera, la Asunción del Paraguay y últimamente el Salto del Iguazú atraen gran número de turistas que huyen de los rigores de la estación.

Periódicamente se producen emigraciones á Europa de familias pudientes, como ha sucedido para las Expo- siciones de París de 1889 y de 1900.

CAPITULO XLII.

Carnaval.

Recuerdos del Carnaval. El Carnaval kn tiempo de Hozas. Bai- le» y recibos. El corso de antaño. MASCARAS espirituales. Las comparsas. —Versos de la comparsa «Los Negros».— Los bailes kx los teatros.— Juegos dk carnaval en las casas de familia.— Des- enfrenos. — El carnaval moderno. Prohibición del juego con agua. Los corsos del día. Comparsas. Los bailes en los tea- tros. — Profusión de disfraces. El Carnaval en los fosólos de campo.

El Carnaval es una fiesta que siempre ha entusiasma- do á los habitantes de Buenos Aires.

¡ Con qué júbilo recuerdan las personas mayores en nuestros días los carnavales de su juventud!

Mire, nos decía una de ellas hace poco: los días en que el diablo anda suelto, son los de carnaval y el de San Bartolomé, y viejo como soy, cuando llegan estos días de locura, me siento rejuvenecer!

En tiempo de Bozas, á las doce del día se tiraba un cañonazo de la Fortaleza, y el juego comenzaba en toda la ciudad hasta las 6 de la tarde en que por igual señal se suspendía.

En medio de una nube de polvo recorrían las calles numerosos ginetes en buenos caballos, aperados á la criolla, llevando en la testera de estos plumas rojas y en las colas moños del mismo color. Como proyectiles usaban los huevos de avestruces llenos de agua de olor, polvos colorados y vejigas llenas de aire, con las que golpeaban á los transeúntes.

156 BUENOS AIRES

En los suburbios se jugaba á brazo partido, á jarro y balde, echando el resto los negros en sus sociedades con. los bailes.

La gente decente se divertía en sus casas, retrayén- dose muchas familias por los abusos que traían consigo estos días.

Más adelante, la nota chic de los carnavales porteños la constituían los bailes del Club del Progreso y los reci- bos en lo de Ortíz Basualdo, Irigoyen, Elortondo, Salas, Elizalde, Olivero, Plaza Montero, etc.

El corso era reducido, concretándose á las calles Ri- vadavia, Victoria y Florida y se componía en su mayor parte de carruajes ocupados por masc&ritas de las que partían las más delicadas bromas.

Se jugaba con agua, esgrimiéndose el pomo, la gerin- ga, el aguacendo, los huevos de agua de olor, etc.

A estos últimos, los pregonaban los vendedores á los gritos de: ¡Huevitos de olor! ¡para las niñas que tienen calor!, ¡Huevitos de cera! ¡para las niñas que tienen pulsera! ¡Huevitos del aire!. ¡ para las ñiflas de Buenos Aires!, etc.

Las bromas soeces, las venganzas, las licencias y li- bertades que hoy se notan, solo por excepción se encon- traban.

Las máscaras eran espirituales y sus bromas se reci- bían y contostaban con fineza.

En uno de los carnavales pasados, el doctor ÍHoanor Albarellos, uno de los médicos más distinguidos y que adolecía de un defecto físico en una pierna, se disfrazó, llevando inscripto en la espalda un letrero que decía : Soy ti cojo Albarellos. Por supuesto, que nadie cayó en la treta de que era el mismo Albarellos, comentándose, cin- tre los que lo vieron, lo bien que imitaba á éste, con gran contento del disfrazado.

Las comparsas de antes las formaban la juventud

BUKNOS AIRES 157

más distinguida, tales fueron los «Habitantes de Carapa- chay», «Los Habitantes de la Luna», «Los Negros» y «La Marina», que presidía el señor Herraiz y que se componía del principal elemento español de esos tiempos. La comparsa de «Los Negros» la presidía el señor Miguel Sojas y los versos que cantaban en los carnavales que- daron, durante muchos años, á la orden del día entre la juventud de esa época.

Los que cantaron en 1868, fueron los siguientes :

La. Comparsa de los negros La mas constante v leal A las amitas saluda En el nuevo carnaval.

V á las niñas, como esclavos. Se ofrecen para servir Esclavos de cuerpo y alma

Y fieles hasta morir.

CORO

Oh uiüas blancas! Por compasión, Oíd de los negros La triste voz. Que aunque sus rostros Son de color Tienen de fuego El corazón.

A las rubín s ó morenas Venimos mjui á cantar El candor de las primeras, De las secundas la sal. Sin ambicionar en cambio Como premio á su canción (¿ue «na sonrisa en suh labios (¿ue es la moneda mejor.

couo

Ninas «le rubios cabellos De ojo» como el cielo azul, eres trasunto de un ángel O el misino ángel eres tu.

158 BUENOS AIRES

eres del color del dia, De noche es nuestro color, Entre los dos bien podríamos Hacer, niña, la oración.

COKO

Morena de ojos de fuego Más salada que la mar Con más tentaciones que Eva La que hizo pecar á Adán . Tu eres morena, yo negro, Las fortunas ahí se van Que entre negros y morenas Solo hay un paso que dar.

COKO

Aunque negros, niñas bellas Miradnos por compasión Que antes éramos más blancos Que la leche y el arroz; Pero vimos vuestos ojos, Languidecimos de amor

Y nos ha quemado el rostro K\ fuego del corazón.

CORO

Desde entonces los negritos Cantamos en carnaval Como pájaros enfermos Muriendo de tanto amar.

V á cuantas muchachas vemos Las queremos adorar

Pues, cada negrito, niñas, Nució para ser Sultán.

CORO

Adiós, las umitas blancas. De su belleza y bondad Llevan recuerdos los negros Que jamás olvidarán. Adiós, las amitas blancas, Irnos nos causa dolor, Pues dejamos aquí el alma. Adiós, a m iras Adiós !

i

j

BUENOS AIRES 159

Las comparsas de negros se ensayaban en sus candom- bes, desde tres meses antes del carnaval, aturdiendo al vecindario con el ruido infernal de sus instrumentos.

Los bailes en los teatros, como los del viejo Colón y la Opera, comenzaban dos meses antes de carnestolendas, asistiendo á ellos la sociedad más distinguida de Buenos Aires,

La orquesta de Colón se componía de ochenta pro- fesores y la dirigía el maestro Rayneri.

Los jóvenes, en grupos, recorrían las casas de sus re- laciones, donde jugaban al principio con pomos para entusiasmar á las dueñas de casa, hasta que alguna más animosa aparecía con el jarro, concluyendo la jugada con una batalla campal á balde, sin que faltara alguno que fuese metido en la tina.

Hubo Carnaval en que las calles se llenaron de can- tones de los que se jugaba locamente sin que la autori- dad pudiera impedirlo.

Más tarde se prohibió el juego con agua, inclusive el pomo, y carnaval sin pomo no se concibe.

Vinieron las serpentinas, las flores, bombones, po- rotos, arroz, etc.

Los pequeños corsos de antes, han sido reemplazados por los de hoy, que llegan á tener hasta dos leguas.

El corso moderno es una especulación del comercio de cada barrio, que con ello lucra, pero en cambio la fiesta pierde su lucidez, habiendo reemplazado á los ca- rruajes de antaño, burdos carros adornados sin gusto alguno en los que van máscaras que espían el momento de lanzar sus proyectiles sobre los concurrentes, acom- pañándolos de grandes risotadas.

Los corsos de Flores, Belgrano y de la calle Santa Fe, son los que dan más brillo al Carnaval porteño de nues- tros días.

Las comparsas que más se distinguen son: los Turcos

1G0 Bl'KNOS AIRKS

de Barracas, Salamanca Primitiva, Orfeón Gallego, Or- feón Buenos Aires, Orfeón Gallego Primitivo, Juven- tud Liberal, Sao y Mac, Juventud Unida, La Marina de Belgrano, La Perla del Plata, Los Farristas, José Ver- di, Los Pierrots, etc.

Los bailes de los teatros han degenerado en bacana- les y la concurrencia que á ellos asiste la componen la juventud alegre y elementos de la última capa social.

El Carnaval ha quedado en manos del pueblo sobera- no, que se divierte y goza á su modo, abundando los condes, pierrots, gauchos, diablos, osos, etc.

La diapensión veraniega hace que el Carnaval de los pueblos vecinos sea más animado, viéndose los corsos de Lomas, Morón, San Isidro y San Fernando concurridos por las familias de la capital que allí residen.

Los bailes en el «Tigre Hotel», en lo del seftor Alfre- do Demarchi en San Fernando, francisco Bustamante en San Isidro, el del «Hotel de las Delicias» en Adro- gue, Don Nicolás Jurado en Belgrano, etc., reunían á la haute porteüa en sus salones.

Pero también en estos pueblos el Carnaval decae y no está lejano el día de que pase la tradicional fiesta á fi- gurar entre los recuerdos de otros tiem'pos.

CAPITULO XLIIL

Clubs.

Club de Hesidektks Extrangeros. Club del Progreso. Club del Plata.— Club Español. Círculo Italiano. Club dk Gimnasia y Esgrima. Jockey Club. Club Francés. Círculo de Armas.

Antefc de la caída de Bozas las tertulias de hombres se hacían en los cafés y en las casas de negocio.

El decano de los Clubs de Buenos Aires es el de Re- sidentes Extrangeros fundado por miembros de la co- lectividad inglesa por el año 1841.

Su primer presidente fué el conocido comerciante Don Tomás DuguicJ.

Hace poco abandonó su residencia de la calle de Vic- toria transladándose á la esquina de San Martín y Bar- tolomé Mitre.

Posee todas las comodidades modernas y son sus so- cios lo más granado de los residentes extrangeros.

El «Club del Progreso», fué fundado el 25 de Marzo de 1852.

La primera comisión directiva la compusieron: Pre- sidente Diego de Alvear, Vice Felipe Llavallol, Secre- tario Delfín B. Huergo, Vocales: Santiago Calzadilla, IVancisco Chas, Rufino de Elizalde, Mariano Casares, Félix S. de Zelis, Juan Martín Estrada, Francisco Mo- reno, Gervasio A, de Posadas, Ambrosio del Molino.

Han desempeñado la presidencia de este club:

Santiago Calzadilla, M. J. de Guerrico, José M. Bus-

n

162 Bl'KXOS AIKKS

tillos, Miguel Azcuénaga, Bernabé Ocainpo, Eduardo Costa, Juan P. Esnaola, Nicanor Albarellos, Adolfo Al- sina, Emilio Castro, José A. Acosta, Carlos Urioste, Enrique Sumblad, Juan Carlos Gómez, Luis Saenz Peña, Manuel Quintana, Eduardo Madero, Eduardo Duportal, Eustaquio Díaz Vélez, Denfín Gallo, Tor- cuato de Alvear, José María Rosa, Diego González, J. J. Molina, Roque Saenz Peña, etc.

Los bailes del Progreso fueron durante muchos años el punto donde se reunía la sociedad de Buenos Aires, dando además de los de carnaval dos más: uno el 24 de Mayo y otro el 8 de Julio.

Ha sido el primer centro social formado por los hijos del país, y siempre ha sido tradicional en Buenos Aires, la respetabilidad de las personas que pertenecían á este centro, el que tenía reglas muy severas para la ad- misión de los socios y más severas aún para la reparti- ción de las invitaciones para sus bailes.

En Noviembre de 1900 abandonó su antiguo local en la esquina de las calles Perú y Victoria trasladándose al de la Avenida de Mayo que hoy ocupa.

El cClub del Plata», fué fundado el 6 de Agosto de 1860, siendo sus iniciadores un grupo de personas que no congeniaban con la extrictez del Progreso, que en sus fiestas sociales no admitía á ellas sino á las familias cuyos jefes eran socios, á más de haberlo invadido la política. .

Fueron sus iniciadores los Dres. Federico Pinedo, Luis Saenz Peña, Roque Pérez, Coronel Gerónimo Olazabal, Manuel Pérez del Cerro, Juan Acebal, Federico Cibils, Alfredo Lalútte los que solicitaron su concurso al Doc- tor Bernardo de Irigoyen.

Este centro se fundó con fines únicamente sociales excluyéndose por completo la política.

La primera comisión directiva la compusieron: Pre-

BUENOS AIRES 163

sidente Bernardo de Irigoyen, Vice Félix Udaeta, Te- sorero Tomás Gowland, Secretario Mariano G. Pinedo, Vocales: Joaquín Terrero, Anacarsis Lanus, Federico Pinedo, Manuel Pérez del Cerro, Felipe Vela.

El primer local que ocupó fué la esquina Victoria y Chacabuco propiedad del señor Esteban Rams.

El «Club del Plata», fué el primero que inició en la capital el movimiento filantrópico cuando el terre- moto de Mendoza.

Los bailes de este club tuvieron también su época, decayendo después notablemente.

Han desempeñado la presidencia de este centro los señores: Bernardo de Irigoyen, Luis Saenz Peña, Eus- taquio López, Bernardo de Iturraspe, Pedro Agote, Julián Balbín, Benjamín Victorica, Francisco Fernán- dez, Justiniano Caminos Arévalo, Antonio Bocha, José A. Lagos, Roberto Cano, Mateo Victorica, Francisco P. Bollini, Melitón Panelo, General Enrique Godoy, Nar- ciso Rodríguez Bustamante, Adolfo Carranza Acosta, Anacleto Resta, etc.

El «Club Español» fué fundado á iniciativa del señor José Moar á fines de 1864.

Su primer presidente fué Don Martín Berraondo, dis- tinguido miembro de la colectividad española.

La presidencia del club la han desempeñado los se- ñores Toribio Ayerza, Miguel Puiggari, Fernando Pé- rez, Carlos A. de España, Miguel de Madrid, Antonio de P. Aleu, Antonio Amuayo, Rafael Calzada, Felipe Sola, Francisco M. de Ibarra, Pedro Costa y Torres, Conrado A. Lagos, Manuel Hortal y Torroba, etc.

El Club Español tiene una honrosa tradición desde su origen.

Las desgracias de la Madre Patria han encontrado siempre, en los socios de este centro, corazones genero- sos y sus bolsillos abiertos en todo sentido.

164 BUENOS AIBES

De este centro surgió la Asociación Patriótica Espa- ñola, que en días de luto para España le regaló el Cruce- ro Río de la Plata.

Han desfilado por sus salones artistas como Julián Ga- yarre, cuyos primeros triunfos los obtuvo en Colón; Ele- na Saenz, hermosa contralto española; Zamacois, Calvo. Vico, Valero, Aramburu, la Bonaplata, etc.

Estuvo situado muchos años en la calle de Victoria entre Chacabuco y Piedras, y cuando se trasladó á la casa que hoy ocupa en la esquina de las calles Bartolo- mé Mitre y Artes, su local se inauguró con una kermese.

El Círculo Italiano se fundó en Mayo de 1873. Su primer presidente fué el doctor Carlos (xallarini.

Después la ocuparon los señores Pablo Marengo, To- más Pietranera, Pablo Tarnasi, Mariano Francini, Ale- jandro Cavalli, Cayetano Pastori, Tomás Ambrosetti. Juan Cimone, Leopoldo Rocchi, Alejandro Ferrari, Lo- renzo Pellerano, José Tarnasi.

En 1880, el Círculo Vittorio Emmanuele se refundió en este centro.

Las fiestas y reuniones del Círculo, se cuentan entre las mejores, siendo un centro de fraternidad en el que reina la más esquisita hospitalidad. La fiesta del Sta- tutto, el 20 de Septiembre y los días de Carnaval, tienen lugar grandes bailes.

El Club de Gimnasia y Esgrima, se fundó el 12 de Noviembre 1880.

La primera comisión directiva la formaron los seño- res: Presidente Remigio Tomé, Vice León Marchand, Secretario Juan María Pene, Pro-secretario Luís Mon- segur, Tesorero Ernesto F. Schutt, Pro-tesorero Rodol- fo Laas; Vocales: Claudio Stegmann, Carlos Sackman, Eduardo Copmartín, Adolfo Mitre, Ignacio del Mazo.

La presidencia de este centro la han desempeñado los señores Remigio Tomé, Eduardo Copmartín, Carlos Z.

BUENOS AIRES 165

Castro, Tomás Santa Coloma, Gabriel Cantilo, Roberto Guevara, Antonio Marcó del Pont, Antonio del Pino, Marcelo T. de Alvear y Julio Peña.

Cuando la pérdida de la Rosales desempeñábala pre- sidencia de este club el señor Antonio Del Pino, el que fué uno de los más ardientes sostenedores de la suscrip- ción patriótica que en esa época se levantó para donar á la nación un nuevo buque que reemplazara al per- dido.

El Torneo Sud-Americano de Esgrima se realizó en este centro en Octubre de 1901.

El Jockey Club fué fundado el IB de Abril de 1882, á iniciativa de los señores Carlos Pellegrini, Santiago Lu- ro, Eduardo Cassey, Vicente L. Casares, Eudoro J. Bal- sa, Mariano Marenco, Emilio Nouguier, Carlos P. Rodrí- guez. Bernabé Artayeta Castex, Anacarsis Lanús hijo, Nicandro Villar, Juan Shaw hijo.

En 1885 adquirió el Hipódromo Argentino.

El suntuoso edificio que ocupa en la calle de Florida, es el primero en su género en la América.

Fué construido según los planos del arquitecto M. A. Turner, siendo su costo de 2.000.000 de pesos. Fué mo- dificado en parte por el ingeniero Emilio C. Agrelo.

El Club Francés se fundó el 20 de Mayo de 1866.

Su primer presidente fué el señor P. A. Sallano.

El 14 de Julio de cada año, la colectividad francesa celebra con un baile en sus salones esta fiesta.

El Círculo de Armas fué fundado por un núcleo dis- tinguido de aficionados á la esgrima.

La presidencia de este centro la han desempeñado los señores Ezequiel Ramos Mexía, Mariano J. Paunero, Garlos Rossetti, Manuel Lainez, Adolfo Orma, Alejan- dro Madero, César González Segura, etc.

El club Oriental. Alemán y otros centros sociales de Buenos Aires, cuentan con una larga y próspera vida.

CAPITULO XLIV.

Mendicidad.

el. i'obrerío. desarrollo. mkndigoh ricos. loh certificados i»k pobreza. Movimiento estadístico.

Tradicionalmente, en las calles de Buenos Aires se han visto limosneros, pero no en la abundancia que se ven hoy.

Antes había mendigos que simulaban algún defecto físico, y otros que con sus limosnas, hicieron fortuna, ha- ciéndose más tarde dueños de boliches en las afueras de la ciudad.

Había mendigos á pié y á caballo con permiso de la policía, además de los de hábito religioso. La sociedad procuró siempre aliviar la suerte de estos desgraciados, y la Municipalidad, secundando estos esfuerzos comenzó el 17 de Octubre de 1858, la construcción del Asilo de Mendigos en la Recoleta.

Pero este Asilo, como todos los que después se han fundado, y que llegan á un número respetable, no impi- den que el pobrerío asuma proporciones alarmantes.

Los mendigos de ambos sexos se instalan en los sitios más frecuentados implorando la caridad pública, ofre- ciendo á la vista del transeúnte espectáculos repugnan- tes al exponer sus plagas y defectos físicos.

Las estaciones de ferro-carriles, los templos, las pla- zas y las calles se ven llenas de criaturas de tierna edad que se forman en esa escuela, repitiendo las frases que les enseñan los que explotan su inocencia.

BUENOS AIRES 167

Hay gente que toma el pedir limosna como un me- dio de vida, no queriendo recibir otro genero de dádiva que el dinero, rechazándola cuando se les ofrece otra clase de protección.

Hay muchos casos que, al morir uno de estos limosne- ros deja fortuna, viéndose al poco tiempo en los diarios sueltos como el que transcribimos á título de curiosidad.

«La fortuna de una mendiga. En el Juzgado del Doctor Juan Agustín García hijo, secretaría del Doctor Aguirre, se ha iniciado la testamentaría de la mendiga María Arata, fallecida á la edad de 72 años.

La causante pedía limosna en el atrio de La Merced desde 1889, y deja varias propiedades en la calle Gallo á la altura del 1400 y un depósito de 16.000 pesos en el Banco de Londres y Río de la Plata.

Se calcula que esta mujer depositaba mensual mente de 300 á 400 pesos.

Cuantos de los que ayudaron á acumular esos bienes envidiarán esa fortunita, que parece se eleva á unos 50.000 pesos!» (1)

Conocemos varios casos como este y otros más curio- sos todavía, como la de una mendiga francesa, de más de 60 años, pobremente vestida, que implora la caridad pública en la calle Bartolomé Mitre de Esmeralda á Be- conquista, propietaria de dos valiosas propiedades en la calle de Artes y que especula en oro y en títulos.

Pero es indudable que hay pobres de verdad y que estos miserables que quitan á los que verdaderamente necesitan la caridad pública, no son los más.

El pobrerío es un gremio que escapa á toda estadís- tica calculándose, según publicaciones recientes de la prensa diaria, en cerca de 48.000, sin contar á los que no se incriben como tales.

(1) E Pab, del 8 de Noviembrede IÍM1.

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Antes de la creación de la oficina de estadística por el Doctor Dellepiane, los certificados de pobreza los da- ban los vecinos, pero el sistema se prestaba á abasos, por lo que se resolvió que estos fueran otorgados por el comisario de policía de la sección.

Los que se inscriben como pobres de solemnidad go- zan de muchas franquicias, entre ellas las de poder lla- mar los médicos de la Asistencia Pública ó de los Hos- pitales que de ella dependen, obteniendo gratis los medicamentos en estas reparticiones al presentar la receta módica y el certificado de pobreza.

Además, cuando se trata de enfermos graves, tienen cama en los hospitales, asistencia, medicamentos, ali- mentos, etc., y si se les opera, cirujanos de renombre que les atienden.

Pueden también asistir á los consultorios municipales, y si fallecen, la Asistencia Pública les costea el entierro y la desinfección de las casas.

El certificado de pobreza se renueva cada mes, y á pesar de ello, da lugar á abusos, porque suele ser pres- tado á otra persona necesitada, por su dueño, obtenien- do las mismas ventajas que si fuera él.

La Asistencia Pública, ha prestado su ayuda durante el año 1900 á los siguientes pobres de solemnidad :

Recogidos en los hospitales 13.864.

Enfermos atendidos en los consultorios 84.787.

Cadáveres recogidos 936.

Primeros auxilios prestados 5.603.

Enfermos asistidos á domicilio 18.090.

Total 120.281.

Esta es la obra de la caridad oficial sin ruido y sin fiestas.

CAPITULO XLV.

Caridad,

Abdsos de las fiestas de cahidad. La Sociedad de Beneficencia. Sociedad Damas de Caridad de San Vicente he Paul. Patro- nato de la Infancia. Sociedad de San Vicente de Pail. Otras Sociedades de Beneficencia. Sociedades Extranjeras.

Hemos visto en el capítulo anterior lo que es el po- brerío en Buenos Aires. Veamos ahora lo que es la ca- ridad del día y las sociedades que les protegen.

Cuenta esta ciudad con numerosas sociedades de ca- ridad que, por todos los medios á su alcance, luchan no- blemente por aliviar la situación de los menesterosos.

£1 abuso de las reuniones de caridad ha sido causa de que éstas, á las que antes nadie dejaba de asistir, se vean hoy poco concurridas.

No pasa semana sin que en alguno de los teatros no se celebre una fiesta, las que, en general, poco ó ningún beneficio dejan á las comisiones que las dan, siendo siempre negocio seguro para los empresarios.

Las cruces, bolas de nieve, rifas, beneficios, kerme- ses, etc., han cansado al público que ha concluido por retraerse.

Se toma por muchas á la caridad como un medio de figuración social y de diversión.

A las criaturas se les enseña á bailar, se les lleva á los salones y aún á los semi-teatros con fines benéficos que es el manto con que se disculpa todo.

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Con esto, las criaturas, desde chicas, pierden su afi- ción al estudio, desdeñan las diversiones de su edad y prematuramente quieren ser lo que los grandes. Toman afición al lujo, pierden la modestia, y en el futuro de- jan de ser elementos útiles á la sociedad por haberse formado en este medio.

Al condenar los abusos, no condenamos todos los me- dios de que se valen las sociedades para reunir fondos, sino algunos.

Numerosas son las sociedades que protejen al desvali- do, las que están formadas por las principales señoras y señoritas que no ahorran medio ni sacrificio para llevar el consuelo á los necesitados que protejen.

Estas sociedades, cuya benéfica influencia no puede desconocerse, y cuya existencia debe favorecerse, son verdaderamente meritorias.

La más antigua es la Sociedad de Beneficencia fun- dada por Rivadavia.

El Io de Abril de 1823 se reunieron las damas nom- bradas por el Gobierno para elejir su Consejo directivo, resultando electa para ocupar la presidencia la señora Estanislada Cossio de Gutiérrez, la que no se hizo cargo de su puesto, entrando á ejercerla la señora Mercedes La Sala y Biglos.

En la reunión en que se nombró la primera comisión directiva, además de las que resultaron electas, se en- contraban las señoras y señoritas de Sosa, López Sa- rratea, Del Pino, Coronel, Lezica, Lozano, Garrigós, Espinosa, Darragueira, etc., y los señores Garmendia, Azcuénaga, Alcorta, Terrero, Calzadilla, Olazábal, Bal- caree, Luca, Elía, Olaguer Feliú, Várela, etc.

La primera comisión directiva de la Sociedad de Be- neficencia la compusieron las señoras y señoritas si- guientes: Presidenta, Mercedes La Sala y Biglos; Vice, María Cabrera; Secretarias, Isabel Casamayor de Luca,

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BUENOS AIRES 171

Joaquina Izquierdo y Manuela Aguirre; Vocales: las señoras Cossio de Gutiérrez, Chavarría de Viamonte, Foguet de Sánchez, Azcuénaga, Cipriana Viana y Bo- neo, Isabel Agüero y Josefa Ramos.

Se instituyeron los premios á la virtud, cuya primera distribución se hizo en la Iglesia de San Ignacio el 26 de Mayo de 1823.

La Casa de Expósitos fundada por Vertiz y restaura- da por Rivadavia, fué puesta bajo su administración.

La clase de personas que la formaron y la importan- cia que le dio el gobierno, hicieron que tuviera una prós- pera existencia.

Cuando Sarmiento estableció las escuelas normales y el sistema de enseñanza que había estudiado en Norte América, la Sociedad de Beneficencia fué una gran co- operadora de su obra.

Su acción se ha hecho sentir siempre entre los nece- sitados.

La Lotería Nacional destina gran parte de sus utili- dades á esta sociedad, que tiene todo el carácter de una institución nacional.

Los establecimientos que tiene á su cargo la Socie1 dad de Beneficencia son: la Casa de Expósitos, hospita- les Rivadavia, San Luís Gonzaga, de Niños, Manicomio Nacional de Mujeres, Asilo de Huérfanos, Nueva Casa de Expósitos, Colegio de Huérfanas de la Merced, Ins- tituto de ciegos, habiendo establecido en Enero de 1902 un asilo en Mercedes (P. de B. A.). Durante la existen- cia de esta sociedad, han figurado en ella lo más distin- guido de Buenos Aires, perteneciendo al presente las se- ñoras Alvina Van Praet de Sala, Carolina Lagos de Pe- llegrini, Julia Muñoz de Arteaga, Rosa Botet de Villat- te, Ana Parravicini de Ynsiarte, Vicenta Escalada de Escalada, Rosario Videla Dorna de Amadeo, Mercedes Uriarte de Terrero, Julia Zumarán de Olmedo, Luisa

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Bustamante de Zaldarriaga, Carolina Lavalle de Del Campo, Carmen Migúeos de Montes de Oca, Angela Cu- llen de Castellanos, Elisa Funes de Juárez Célman, Ade- la Ocampo de Heimendahl, Margarita Serantes de Ar- gerich, Manuela Suárez de Figueroa, Julia Moreno de Moreno, Dolores Lavalle de Lavalle, Rosario Peña de Bosch, Petrona Gutiérrez de Nouguier, Ana del Cam- pillo de Perdriel, Emma Van Praet de Napp, Agustina Casares de Somoza, Isabel Amstrong de Elortondo, Ele- na Napp de Green, Irene Darragueira de Olivera, Etel- vina Costa de Sala, Leonor Quirno Costa de Terry, Eli- sa López de Aranda, Elena Gowland de Hoevel, Julia Saenz Rosas de Rossetti, Valentina Costa de Kier, Luisa Cantilo de Gelly, Ana Velázquez de Carranza, María Luisa Castro de Torres, Edelmira Darragueira de Ca- bral, Celina Bustamante de Belaustegui, Isabel Hale de Pearson, Manuela Leal de Elizalde, Nieolasa Díaz de Terrero, Emilia Paz de Aguirre, Mónica Terromé de Huergo, Margarita Hoevel de Mackinlay, María Ayer- za de Buxáreo, Martina Bernal de Torres, Adela Bla- yer de Peña, María Luisa Castro de Torres, Aurelia Sacristi de Cazón, Elena Holteroff de Pizarro, Rosa Altgelt de Tornquist, Josefa Aguirre de Vasilicós, Amelia C. de Somellera, Josefina Castellanos de Cha- peaurouge, Adela Napp de Lumb, Elisa Uriburu de Castells, Ana Galeano de Pellegrini, Enriqueta Quirno Costa de Lastra.

La Sociedad Damas de Caridad de San Vicente de Paul, por su constitución es igual á las sociedades de su nombre, tan generales en las ciudades europeas.

Sus fines son practicar la caridad y enseñar la re- ligión.

Tiene á su cargo el sostenimiento de los Asilos Ma- ternales situados en las calles Moreno 1859, Paseo Co- lón entre Venezuela y Belgrano, Paraguay 1252, y Ta- cuarí y Brasil.

BUENOS AIRES 173

Las damas y señoritas que pertenecen á esta sociedad, entre Jas muchas socias que la forman, son: Florencia de las Carreras de Cibils, Constanza Ramos Mexía de Bunge, Josefina G. de Sorondo, María D. de Miguens, Matilde F. de Ruiz de los Llanos, Felisa R. de Palacios, Cirila S. de Perdriel, Julia M. de Aguirre, Julia Cañé de Dimet, Aurelia F. de Fontana, Josefa M. de Cazón, Rita M. deRamos Mexía, Adela D. de Calvan, María B. de Escriña, Asunción Uriburu de Valdéz, Julia Rocha de Huergo, Josefa de A. de Errázuriz, María R. de Nevares, etc.

El Patronato de la Infancia fué fundado por un de- creto municipal del 12 de Mayo de 1892 con el fin de proteger la niñez contra el abandono, la ignorancia y los malos ejemplos.

Es una de las sociedades de caridad más sabiamente concebidas.

Por la naturaleza de su misión, está llamada á ocupar uno de los primeros puestos.

Tiene á su cargo una sala -cuna y una escuela de ar- tes y oficios, ambas en la calle Balcarce.

Su dirección está en manos de una comisión de ca- balleros auxiliada por una de damas.

Han figurado en la primera: Francisco Uriburu, Ber- nardino Bilbao, Alejandro Caride, Eduardo Castex, Carlos A. Majrol, Adolfo Valdez, Luis E. Chapeaurou- ge, Ricardo Lezica, Alejo de Nevares, Jorge N. Wil- liams, Juan A. Buschiazzo, Félix Armesto, Héctor Mas- sera, Eduardo Estrada, Rafael Pero, Faustino Jorge, Juan M. de Vedia, Juan Girondo, José S. Rey Basa- dre, José P. de Guerrico, Dalmiro Castex Várela, V. S. Lobato, Antonio Devoto, Juan García Fernán- dez, etc.

En la comisión de damas han tomado parte Delfina S. de Jorge, Lola T. de Achával, Teodolina A. de Lezi-

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ca, Celina H. de Estrada, Angeolina A. de Mitre, Adela S. de Favier, Margarita B. de Pero, Adela N. de Lumb, Elisa U. de Castells, Carolina L. de Pellegrini, Juana D. de Malbrán, Carmen U. de Merlo, Elena N. de Green, Angela C. de Castellanos, Carmen A. de Christopliersen, Dolores U. de Uriburu, Josefina C. de Chapeaurouge, Celina H. de Estrada, Carmen N. de Avellaneda, etc.

La Sociedad San Vicente de Paúl tiene poderosas vinculaciones en el país. Sostiene numerosos talleres de costura para los pobres.

La Sociedad Madres Argentinas tiene por fin, facili- tar gratis los sueros curativos, cuyo elevado costo hace difícil su adquisición por las clases menesterosas.

Las Hermanas de San José D'Agencourt sostienen un asilo en Almagro.

La Sociedad de la Misericordia otro en la calle de Azcuénaga 1654.

La Sociedad Asilo Naval sostiene un asilo para huér- fanos de marineros y oficiales de la armada situado en Plores calle Carabobo 300.

La Sociedad Hermanas de los Desamparados igual- mente atiende otro asilo construido por ella en Flores.

La Sociedad Protectora de Huérfanos Militares sos- tiene un asilo en la calle Callao 996.

Las sociedades: Hermanas de los Pobres, Damas Bienhechoras de la Concepción, de Nuestra Señora de Lourdes, de Santa Marta, Santa Filomena, Hermanas de Dolores de Belgrano, de Nuestra Señora del Carmen, Hermanas Terciarias Franciscanas, Sociedad de San José, Protectora de Niños Desvalidos, Hija de Miseri- cordia, etc., tienen colegios y asilos.

La Cruz Roja fué establecida por el Congreso Inter- nacional de Ginebra en 1864. El año 1874 prestó en la república sus primeros servicios.

El Gobierno Nacional la atiende preferentemente.

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Las principales sociedades extrangeras son las Her- manas Religiosas de San José, Dames de Providence, Donne Italiano, Protezione Asili d'Infanzia, Casa de Huérfanos Irlandeses, etc.

El Woman's Exchange es una exposición permanente de labores y objetos enviados por señoras necesitadas de cualquier nacionalidad para su venta.

Una distinguida comisión de damas lo patrocina.

Las sociedades de socorros mutuos entre los diversos gremios y las que existen en las colonias estran jeras ade- más de las indicadas, dan una idea de lo que son la ca- ridad y la filantropía en esta gran ciudad.

CAPITULO XLVI. Hospitales.

Hospitales antiguos. La Asistencia Piblica. La Casa he Aisla- miento.—Manicomios. Hospitales Municipales*. Hospitales Riva-

DAVIA, I>K ClÍNK'A.S V Mi LITAR.

El primer hospital que hubo en Buenos Aires, fué el Hospital San Martín, cuya existencia se remonta á los tiempos en que Garay fundó á esta ciudad.

Le sigue el que los Betlemitas tuvieron en el local que ocupa hoy la Casa de Moneda, donde era la casa central, y en la Convalescencia que era una sucursal del anterior. En 1806 se trasladó á la Residencia, donde permane- ció hasta después de 1880.

El Hospital Santa Catalina reemplazó al de los Bet- lemitas hasta 1821 en que se clausuró.

El Hospital General de Mujeres tuvo su origen en la Hermandad de Caridad, la que en 1774 fundó un Asilo de Huérfanas. i

Al poco tiempo el Asilo fué convertido en hospital de mujeres, siendo, como es de suponer, su local y comodi- dades reducidas.

Poco á poco fué ensanchándose, hasta que Rivadavia lo puso en condiciones de funcionar, dotándolo de re- cursos y comodidades de que carecía.

Durante más de un siglo fué este hospital el sitio don- de encontraron consuelo á sus dolencias las mujeres de Buenos Aires que necesitaron de sus servicios.

Estaba situado en la calle Esmeralda, en el local en

BUENOS AIRES 177

que se encuentra la Asistencia Pública, siendo demoli- do totalmente en 1897.

El Hospital General de Hombres, se encontraba en las calles de San Juan y Bal caree hasta 1882 en que se demolió.

En la parte próxima á la iglesia de San Telmo se ins- taló después, en un local inadecuado, con hospital de crónicos, el que más tarde fue clausurado.

La Asistencia Pública fué fondada en 1883 por el doctor José M. Ramos Mexía.

En 1892 el doctor Coni agregó á esta importante re- partición la Administración Sanitaria de la Ciudad, cu- yas principales dependencias son: la Inspección Técnica de Higiene que se divide en varias ramas, á saber:

Oficina de desinfección, Tambos, Inspección de la Le- che, Veterinaria de Corrales, de Vacuna, de Mercados, de Carnicerías, de Caballerizas, de Inquilinatos y Fon- das, los Laboratorios Pasteur y Bacteriológicos, Dro- guerías, Dispensario de Salubridad, Asilo Nocturno, Hospitales y Primeros Auxilios.

La Asistencia Pública es una institución con quien el pueblo se halla encariñado.

Cuando una ambulancia hace sonar su timbre, el trá- fico se detiene y todo el mundo le da paso.

Es uno de los servicios bien organizados de que goza esta populosa ciudad, los que son prestados sin interrup- ción á cualquier hora del día ó de la noche.

Cuando en alguna casa, desde la más rica hasta la más humilde, se produce alguna enfermedad repentina ó ac- cidente, basta llamar á la Asistencia por teléfono ó en- viar algún sirviente, para ser inmediatamente atendido en el domicilio del enfermo.

La Asistencia Pública depende de la Municipalidad y tiene su asiento principal en la calle Esmeralda entre Bivadavia y Bartolomé Mitre.

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178 BUENOS AIRES

En su corta existencia tiene ya una brillante foja de servicios, entre ellos, cuando el Coup de Chaleur y los amagos de Fiebre Amarilla y Peste Bubónica.

Su dirección ha estado siempre á cargo de distingui- dos facultativos que se renuevan periódicamente.

Buenos Aires carecía de un establecimiento especial donde poder aislar á las personas atacadas de enferme- dades contagiosas é infecciosas.

La infatigable propaganda del doctor Emilio R.Coni, renombrado higienista argentino, dio origen ala actual Casa de Aislamiento.

Debido á esto, el Intendente Municipal don Torcuato de Alvear adquirió, en 1882, los terrenos necesarios pa- ra levantar una construcción con este fin.

La Casa de Aislamiento es una construcción de ma- dera á la que son conducidos los atacados de enfermeda- des infecto-contagiosas. Posee un horno crematorio en donde se incineran los cadáveres de los que allí fallecen.

En 1900 la Municipalidad adquirió para el ensanche de este establecimiento, una quinta, propiedad del señor Benjamín Paz.

La dirección y cuidado de la Casa de Aislamiento, desde su fundación, ha estado á cargo de su actual di- rector el doctor Penna.

La Residencia, Manicomio ú Hospicio de las Merce- des se llamó, durante mucho tiempo, Hospicio de San Buenaventura.

Antes de la creación del Hospicio de Las Mercedes, los locos y ^degenerados no tenían ningún refugio, estan- do condenados á andar vagando en los sitios públicos.

En 1859 la Municipalidad decretó la fundación de es- te hospicio, cuyo primer director fué el doctor José Ma- ría Uriarte, en el que recibieron asilo los alienados de ambos sexos.

El doctor Lucio Meléndez fué el segundo director de

BUENOS AIRES 179

este establecimiento, cuyo nombre, junto con el del doc- tor Uriarte, llevan dos de sus salas.

El doctor Domingo Cabred, es su actual director.

El Hospicio de Mujeres se encuentra próximo al an- terior, siendo su fundación posterior al de las Mer- cedes.

Durante sus primeros tiempos fué director de este hospicio el Doctor Eguía.

Los Hospitales San Roque, Rawson, del Norte, Teo- doro Álvarez, Pirovano, y los vecinales de la Boca y los Corrales, dependen de la Municipalidad.

Hay una disposición municipal por la cual todo po- bre de solemnidad recibe asistencia gratuita en estos hospitales bastando para ello la presentación del certi- ficado de pobreza. Los que no se encuentran en estas condiciones tienen que abonar dos pesos diarios de pen- sión, pero raro es el que puede hacerlo.

El Hospital San Roque situado en la calle Caridad, ocnpa el terreno en que se instalaron unos galpones de madera, cuando hubo una epidemia de cólera.

En 1872 se decretó su creación, inaugurándose en 1883.

Es reputado como uno de los mejores atendidos de la capital.

El Hospital Rawson, situado en el Camino al Puente Alsina, se llamó primeramente Hospital de los Inváli- dos y más tarde Hospital Mixto.

El Hospital Norte se llamó Sifilicomio, y como su nombre lo decía, era destinado especialmente á esa cla- se de enfermedades. Está situado en la calle Cervino.

Los Hospitales Teodoro Alvarez y Pirovano en las parroquias de Plores y Belgrano son construcciones modernas que sirven las necesidades de esas parroquias.

El Hospital Rivadavia reemplazó al antiguo Hospi- tal General de Mujeres de la calle Esmeralda.

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RUEÑOS AIRES

Fué inaugurado el 27 de Abril de 1887.

Depende de la Sociedad de Beneficencia.

La Ley del 27 de Octubre de 1870 dispuso la cons- trucción de un nuevo Hospital General de Hombres, adquiriéndose con este fin las dos manzanas compren- didas entre las calles Río Bamba, Ayacucho, Viamonte y Córdoba, cuyo costo fué de 2.200.000 pesos moneda corriente.

Este fué el origen del actual Hospital de Clínicas, cuya obra se comenzó en 1879, pasando en 1882 á depen- der del Gobierno Nacional.

En este hospital se encuentra la estatua del Doctor Ignacio Pirovano, obra del escultor Luis Correa Mora- les, en cuyo pedestal está representado Pirovano en momentos que ejecuta una operación. Se inauguró el 14 de Julio de 1901.

En 1884 se decretó la fundación del Hospital Militar el que se inauguró el 16 de Marzo de 1889.

Desde entonces sus progresos son notables, debién- dose muchos de estos á su director el Doctor Marcial V, Quiroga.

Destinado á los enfermos del Ejército Nacional, de- pende de la Sanidad Militar.

Es un elegante edificio situado en la calle Caseros y Pozos.

CAPÍTULO XLVIL

Hospitales.

Hospital San Luis Goxzaga. Hospital Español. Hospital Inglés. Hospital Francés. Hospital Italiano. Hospital Alemán.

El Hospital de San Luis Gonzaga, más conocido por Hospital de Niños, comenzó con dos salones de madera con capacidad para doce camas cada uno, en la esquina de las calles Victoria y Liniers.

El Io de Abril de 187B fué inaugurado, bendiciéndolo el Arzobispo Monseñor Aneiros.

Presidía la Sociedad de Beneficencia la señora Dolo- res Lavalle de Lavalle, y la comisión que alquiló el lo- cal la formaban las señoras Petrona Villegas de Cor- dero, Emma Van Praet de Napp y Adela Blayer de Peña.

Los primeros médicos fueron los Doctores Rafael Herrera Vegas é Hilario Almeida. Cuando regresó de Europa el Doctor Ricardo Gutiérrez se dedicó especial- mente al cuidado del establecimiento.

En 1876 la Sociedad de Beneficencia compró la casa de la calle Arenales 1462, nombrando director del hos- pital al Doctor Gutiérrez, llamado con razón el «Padre de los Niños».

La muerte sorprendió á Gutiérrez en su puesto de combate, y la Sociedad de Beneficencia, en reconoci- miento de sus servicios, dio su nombre á una de las salas del establecimiento.

182 BUENOS AIRES

Este hospital está hoy bajo la dirección del Doctor Antonio Arraga cuyo saber y larga práctica le hacen una notabilidad en su género.

El hospital está montado con todos los adelantos mo- dernos y puede reputarse como el único en su género en América y resistir comparaciones ventajosas con muchos de los de la Vieja Europa.

La Sociedad de Beneficencia lo tiene á su cuidado.

Después de la caída de Rozas en 1852, reunidos los españoles en la Sala de Comercio, resolvieron crear una Sociedad de Beneficencia.

Don Pedro Manuel de Barcena, viéndose morir lejos de su patria, legó su cuantiosa fortuna á beneficio de los españoles, pidiendo que esos fondos fueran para crear un hospital ó casa de beneficencia.

En esas circunstancias, don Esteban Rams encontró una criatura huérfana y abandonada, la que recojió y puso bajo los auspicios de la sociedad, resolviéndose en- tonces llamarla hija de la Beneficencia Española, crearla y educarla á su costo, destinando para ello la mitad de la renta de la casa Cuyo 471, donada por el señor Barce- na, siendo este el principio de la sociedad.

El 20 de Noviembre de 1867, el gobierno reconoció su existencia.

Pasaren varios años sin que la Sociedad diera señales de vida, y cuando se le creía completamente muer- ta, se reunieron, á fines de 1869, en el Casino Español, un grupo distinguido de residentes españoles, de donde resultó la nueva constitución de la Sociedad y nació la idea de fundar un hospital.

Recién en 1870 se dieron comienzo á los trabajos en este sentido; nombrándose varias comisiones recolecta- doras de fondos.

El terreno que ocupa el Hospital Español en la calle de Belgrano, de 20 varas de frente por 57 de fondo, fué

BUENOS AIRES 183

donado por los señores Juan López, Vicente Pereda, Jo- sé Blanco y Pedro M. Moreno, los que otorgaron la es- critura correspondiente con este fin.

Varios señores hicieron donaciones importantes, cos- teando otros algunas de las obras, entre ellos los señores Vicente Gutiérrez, y Don Felipe Torroba las veredas, Don Juan M. Martínez y Don Antonio Saralegui la car- pintería y Don Santiago Allende los pisos y mosaicos de los patios, etc.

El 8 de Diciembre de 1877, concluido ya el edificio, se inauguró solemnemente, dándosele á este acto todo el carácter de una fiesta nacional.

Fueron padrinos Don Martín Berraondo y Doña Jo- sefa Urquiola de Udaeta.

Los primeros médicos que tuvieron á su cargo las di- versas salas del Hospital Español fueron los doctores: Manuel Blaner, Braulio Romero, Juan García Fernán- dez, Miguel A. deTevar, Manuel Alonso, Arturo Galce- rán, José López Morelle, Felipe Sola, Toribio Ayerza, Mariano G. González, Alberto Castar y N. Acuña.

El señor Tomás Lasarte fué su primer farmacéutico.

En 1844, á iniciativa del Reverendo Barton Lodge, se estableció el viejo Hospital Inglés en las calles de Case- ros y Perdriei, siendo el Señor Juan Hughes el primer presidente de la sociedad que atendió á esta obra y su secretario el Señor Federico Hargraves.

El primer médico que tuvo á su cargo el cuidado de este establecimiento fué el doctor Robinson.

Con el tiempo, la primitiva construcción resultó pe- queña é inadecuada, por lo que se demolió, edificándose en el mismo sitio el actual Hospital Inglés el que fué inaugurado el Io de Junio de 1887.

En este establecimiento, en cuya construcción se han consultado todos los adelantos modernos de la higiene, los enfernos reciben una minuciosa y paternal asisten-

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cía. La comisión que tiene á su cargo este hospital está presidida por el Señor Roberto Thurburn, teniendo co- mo secretario al Reverendo J. W. Fleming.

El doctor Juan O'Connor es el médico director.

La Sociedad Filantrópica Francesa, fundada en 1832, tiene á su cargo el sostenimiento del Hospital Francés.

En 1842 se estableció en la calle México el primer hospital de la colectividad francesa.

Más tarde, mediante subscripciones y emisión de ac- ciones, se adquirió un terreno en la calle Libertad donde estuvo hasta 1887 en que, edificado el nuevo edificio de la calle Caridad, se trasladaron los enfermos á este local.

El 14 de Diciembre de 1863 se reunieron los residen- tes italianos bajo la presidencia del cónsul de Cerdeña Marcelo Cerrutti y del conde Albini, para tratar de la fundación de un hospital.

El padre José Arata fué uno de los más entusiastas sostenedores de esta idea, adquiriéndose el terreno de la calle Bolívar y Caseros donde se levantó el edificio del Viejo Hospital Italiano que fué inaugurado en 1872.

La expansión de la ciudad hizo que este hospital quedase en un sitio inapropiado para sus fines, además de resultar pequeño para el número de enfermos que atendía, por lo que el 15 de Agosto de 1889 se colocó la piedra fundamental del nuevo edificio, siendo padrino el duque de Licignano en representación del Rey Hum- berto I.

El 22 de Diciembre de 1901 se inauguró el nuevo edi- ficio situado en Almagro, siendo uno de los mejores en su género de los existentes en la capital.

El Arzobispo Monseñor Espinosa bendijo la capilla.

El Hospital Alemán atiende especialmente á los mari- neros de los buques de raza sajona, slava y teutona, me- diante un pequeño impuesto que abonan los buques de esas nacionalidades que llegan al puerto.

Fué fundado en 1878.

CAPITULO XLVIII.

epidemias,

Pestks. La vihuela. La Fiebre Amarilla de 1858. El Cólera me 1867. Diversas epidemias de Cólera. La fiebre amarilla. Di- versas epidemias. Fundación del Conservatorio Nacional de Va- cuna.— Quienes la proporcionaban antes. La Peste Bubónica.— •ül Coup de Chaleub.

(Obras consultados: Efemérides Americanas, de Pedro Rivas; Censo Municipal de 1887; Buenos Aires y las Provincias del Rio de la Plata, por W. Parish).

En 1727, la población de Buenos Aires sufrió una epidemia en la que los cadáveres de los pobres eran conducidos álos enterratorios atados á la cola de los caballos. Estas escenas movieron á Don Juan Alonso González, á establecer la Hermandad de Caridad para socorrer á los menesterosos, lo que efectuó mucho des- pués en 1754, tomando el iniciador el estado sacerdotal para desempeñar mejor sus funciones.

González fué nuestro San Vicente de Paul: vivió y murió por y para los pobres.

Los Doctores Cosme Argerich ( 1 ), Agustín Pabre y Juan Molina, fueron enviados en 1800 por el Rey Car- los IH á combatir la viruela en estos países, donde era endémica, causando grandes mortandades, las que dis-

( 1 ) El Doctor Cosme Argerichera catalán. Su hijo, del mismo nom- bre, se distinguió más tarde, también como médico.

186 BUENOS AIRES

minuyeron con la vacuna, especialmente entre la gente civilizada.

El Doctor Saturnino Seguróla, esclarecido sacerdote, fué quien la conservó y propagó á sus expensas por es- pacio de diez y seis años, teniendo que luchar muchas veces con las preocupaciones de las gentes ignorantes- Siendo Director de la Biblioteca Nacional colocó en ella » el retrato de Eduardo Jenner, descubridor de la vacuna -

Rivadavia, durante el gobierno del general Rodríguez y después como presidente, contribuyó poderosamente á extender la vacuna, creando un establecimiento para su cultivo, del que se remitía á todos los puntos de la Re- pública, haciéndola obligatoria. Esta fué la Administra- ción de vacuna que se fundó el 29 de Octubre de 1821.

Dorrego durante los ministerios de Balcarce y Rozas creó la Casa Auxiliar del Norte y en la campaña las de Lujan, San Nicolás y Chascomús.

Los Doctores García Valdéz, Rivero, Muñiz y otros fueron grandes propagandistas de este inmunizante.

La viruela atacaba tribus enteras exterminándolas. Cuando aparecía en alguna toldería, la tribu huía aban- donando los enfermos. Habiendo venido á Buenos Ai- res los caciques Cachul, Catrieu, Toriano, Quindulé, Ve- nancio y Callinan con sus familias y una gran comitiva á presentar homenajes á Rozas, fueron algunos de ellos atacados por la viruela. Los parientes y amigos les aban- donaron quedando a) cuidado de los cristianos.

Rozas les visitó, quedando los enfermos sorprendidos de aquella visita, haciéndoles explicar con el intérprete y enseñándoles su brazo con la vacuna, el medio que le inmunizaba contraía peste. En vista de esto todos los de la comitiva se vacunaron, mostrándose muy agra- decidos.

En 1858, una epidemia de fiebre amarilla hizo de tres- cientas á cuatrocientas víctimas.

j

BUENOS AIRES 187

El cólera de 1867, que produjo ocho mil veintinueve víctimas, se inició en el ejército aliado en operaciones contra el Paraguay.

En 1868 reapareció no haciendo tantas víctimas, lo mismo que en 1886 y 1887.

La fiebre amarilla de 1871 ha sido el azote más cruel que ha sufrido esta ciudad. Por su magnitud ó impor- tancia nos ocupamos detenidamente en capítulo aparte.

Esta misma peste ha intentado en estos últimos años visitarnos, siendo su escenario preferido el pueblo bajo de Belgrano, el que para evitar cualquier otra peste, ha sido puesto en condiciones higiénicas, que hacen espe- rar que dicha enfermedad no tenga arraigo allí ni en punto alguno de la capital.

En 1890 una epidemia de viruelas causó cerca de dos mil doscientas víctimas, y al año, con el establecimiento del Conservatorio Nacional de Vacuna, disminuyó nota- blemente, alcanzando á producir en tres ó cuatro años cerca de trescientos casos.

El iniciador de este establecimiento fué el Dr. Herre- ra Vegas, siendo vocal del Departamento Nacional de Higiene, nombrándose director y fundador del mismo al Dr. Juan José Díaz.

Antes la vacuna la proporcionaba el Conservatorio de Santa Catalina. Hoy también se produce en la Facultad de Veterinaria y Agronomía de La Plata.

La peste bubónica hizo su aparición en Buenos Aires en el mes de Enero de 1900, siendo traída por uno de los tantos buques procedentes del Paraguay, que fué donde se produjeron los primeros casos.

Las acertadas disposiciones que se tomaron hicieron que esta terrible peste no alcanzase la virulencia ni la importancia que se temía, causando pocas víctimas, siendo la primera Sebastián Caseñere, peón del Molino de Echeto, que falleció en la Casa de Aislamiento.

188 BUENOS AIRES

El intercambio comercial de la República, cuyo cere- bro es esta ciudad, y los modernos medios de comunica- ción abrevian las distancias aproximando entre á todas las regiones de la tierra, lo que hace que estemos diariamente expuestos á ser víctimas de alguna peste, ya sea del lejano Oriente ó del cercano Brasil.

El eoup de cháleur aunque no fué una epidemia sino el resultado de la influencia sobre el organismo humano de la alta temperatura reinante en los primeros días de Febrero de 1900, unido á la humedad de la atmósfera, al exceso de fatiga en las horas de más calor y al abuso de las cosas heladas, produjo gran número de víctimas llegan á alarmar á toda la población, llegando algunos en esos momentos á suponer se tratase de alguna peste oculta en su más álgido desarrollo.

El aspecto de la ciudad en esos días era imponente. Las calles estaban relativamente solas, sólo se oían las campanas de las ambulancias de la Asistencia Pú- blica y de la Cruz Roja que no daban abasto á recojer á las personas que caían fulminadas en la vía pública. Se reglamentaron las horas de trabajo. Las oficinas nacio- nales trabajaban de 8 á 11 de la mañana, la Bolsa tenia una sola rueda á la mañana y el comercio cerraba á las 2 de la tarde.

Fué tan grande el número de cadáveres que se aglo- meraron en la Chacarita que su descomposición amenazó la salud pública, no dando abasto los enterradores, lo que una vez subsanado desapareció el peligro.

Desde entonces, todos los veranos hay el temor de que se reproduzca, por lo que se toman medidas generales para prevenirlo, siendo el riego de las calles el prin- cipal.

El cambio atmosférico que se operó libró á la ciudad de este azote pasagero, pero cruel.

CAPITULO XLIX.

Epidemias.

Epidemia de la Fiebre Amarilla dk 1871. El primer caso. Condi- ciones dk la ciudad. Dudas acerca de la existencia de la fiebre. Pánico que se apoderó de la población al confirmarse su exis- tencia.— Huyen las autoridades. La Comisión Popular.— Quienes la componían y quiénes fallecieron en el cumplimiento de su de- BER.— El 10 de Abril. Aspecto de la ciudad. Sr llenan los ce- menterios. — Aspecto de la Chacarita. Enterrados vivos. Dos casos memorables de la epidemia. Estadística negra.

(Obras consultadas: La Epidemia de la Fiebre Amarilla, por Mar- doquto Navarro; Episodio de la Fiebre Amarilla en el año 187 1 y por la JFVmce*a Rusa (atribuido á Héctor F. Várela).

La Epidemia de Fiebre Amarilla, cuyo primer caso se produjo el 27 de Enero de 1871, ha sido la que ma- yor número de víctimas ha causado en esta ciudad.

Los que lean estas páginas creerán que exajeramos al describir aquellos días de desolación y de muerte.

La ciudad de aquella época no era la actual que co- nocemos.

Carecía de las obras de salubridad, de la higiene en sus construcciones, no tenía los afirmados que hoy po- see. Todos estos adelantos, unidos á la profilaxia moder- na y el descubrimiento de la teoría microbiana nos han puesto en condiciones muy ventajosas para combatir cualquier epidemia, como ha sucedido no ha mucho con la misma fiebre amarilla, el cólera, la peste bubónica, la viruela, etc., sin contar á la tuberculosis, que es la en-

190 BUENOS AIRES

fermedad que constantemente hace millares de vícti- mas, llegando en la actualidad á preocupar seriamente á los poderes públicos, médicos y particulares.

Pero volviendo á lo que era la población de Buenos Aires el año 71, que bebía el agua de los pozos de la pri- mera napa, en su mayor parte contaminada con las ma- terias fecales de los watter closset, conteniendo casi to- das las aguas fluviales de los algibes, materias orgáni- cas. El servicio de aguas corrientes era casi nulo. Lo ad- ministraba la empresa del Ferrocarril del Oeste. Los pantanos de las calles y los bajos de la ciudad se relle- naban con basuras !

Los conventillos eran verdaderos focos de infección, en los que el aseo y la higiene eran desconocidos .

En fin: era la vieja Buenos Aires á las puertas de su gran evolución actual.

En estas y otras peores condiciones encontró la epi- demia á esta capital.

Cuando cundió la peste, las autoridades y el público se encontraron sin saber qué hacer, superando su incre- mento á todo cálculo y causando un pánico difícil de describir.

No se creía al principio en la existencia de la fiebre, y cuando se tuvo el convencimiento de que era ella, se apoderó de todo el mundo el terror.

En medio de este caos las autoridades nacionales y provinciales no daban abasto, habiendo huido sus jefes á la campaña, abandonando la ciudad.

Fué en esos momentos que se convocó un meeting, pronunciando con este motivo el doctor Manuel Arge- rich, estas prof éticas palabras, pues él murió víctima del cumplimiento de su deber: «Quién es el que pueda disipar esa nube de muerte que pesa sobre nosotros y que amenaza nuestra existencia? »

Abandonada momentáneamente, por sus autoridades,

BUENOS AIRES 191

la ciudad, se nombró una Comisión Popular que tomó sobre la tarea de combatir la epidemia.

He aquí los nombres de esos esforzados ciudadanos : José Roque Pérez, Héctor Florencio Várela, Mariano Billinghurst, Juan Carlos Gómez, Manuel Bilbao, Ma- nuel Argerich, José María Can tilo, Manuel Quintana, León Walls, Carlos Guido Spano, Carlos Paz, Francisco López Torres, E. Ebelot, Aristóbulo Del Valle, Evaris- to Carriego. Adolfo Korn, José C. Paz, Cosme Marino, Lucio V. Mansilla, Bartolomé Mitre y Vedia, Emilio On- rubia, Mathias Behety, Francisco Uzal, T. Amstrong hijo, Domingo César, José M. Lagos, Basilio Cittadini, Doctor Almonte, Gustavo Nessler, Pablo Ramella, An- tonio Giglio, Juan Agenti, Daniel Agenti, Alberto La- rroque, Pascual Barbatti, Florencio Ballesteros, J. E. P. Dillon, E. Gowland, P. Gowland, Ramón Viñas, F. S. Meyans, F. Dupont.

De estos señores fallecieron víctimas de la epidemia, los abnegados doctores José Roque Pérez, Manuel Ar- gerich, Francisco López Torres y Florencio Ballesteros.

Las calles de Buenos Aires eran un continuo ir y ve-, nirde vehículos de toda clase, que conducían cadáveres en cajones de todas formas.

Hubo día, como el 10 de Abril, que se produjeron quinientos cuarenta y seis casos!

Las oficinas nacionales y los colegios se cerraron, el gobierno decretó feria, la Bolsa estuvo desierta, los al- quileres en los pueblos vecinos alcanzaron precios fabu- losos, la inmigración se reembarcó, el 11 de Abril la Aduana produjo 40 pesos fuertes.

Todo el mundo huyó, huyeron los médicos, los curia- les, los jueces, el pueblo, todo el que pudo hacerlo.

Se prohibieron las funciones de iglesia. No había hos- pitales, no había médicos, no había sepultureros, no ha- bía medicamentos, no había nada. Nada daba abasto.

192 BUENOS AIBES

Los pocos medios oon que se contaba y la cantidad de enfermos hacían que fueran insuficientes, siendo es- to causa de que muriesen muchos sin asistencia.

Todo era foco de epidemia . Los conventillos, los mer- cados, los corrales, los saladeros, etc. Las aguas del Bia- chuelo, al estudiarlas, enfermaron al señor J. J. Revy.

Los Cementerios se llenaron, entre ellos el del Sud. Hubo que habilitar la Chacarita el 25 de Abril, en el que en unión con el del Norte dieron sepultura á centenares de cadáveres.

Hubo día que el administrador del nuevo cementerio de la Chacarita señor Munilla, comunicaba que tenía seiscientos treinta cadáveres sin sepultar, fuera de los que había encontrado por el camino, y que, además, ha- bían muerto doce sepultureros.

Se encontraban en el patio de la Universidad, que era donde funcionaba la Comisión Popular, en la tarde del memorable 10 de Abril, Carlos Guido Spano, Héctor F. Várela, Manuel Bilbao, el Doctor Almonte y varios otros miembros de la Comisión Popular, cuando á las JB de la noche de ese día se supo el número casos que se habían producido y llegó el señor Munilla con las no- vedades que ya conocemos.

Se propuso que los miembros de la Comisión, allí pre- sentes, se trasladasen á la Chacarita, y después de tomar las medidas del caso, la contestación de aquellos abnega- dos hombres, fué ponerse sus sombreros y salir en di- rección al Cementerio. Allí llegaron en el silencio de la noche y hasta hicieron de sepultureros. Aquel cuadro sin testigos, alumbrado por las antorchas, hacía más patética aquella escena de muerte.

En esas circunstancias se presentó Don Enrique O'Gorman, Jefe de Policía, con un piquete de vigilan- tes, con los que comenzó á sepultar á aquella ciudad de muertos.

BUENOS AIRES 193

Lia peste, lo mismo atacaba al rico en su cómoda vi- vienda, como al pobre en su humilde casa.

La precipitación con que se enterraba, hizo que se produjeran casos, de personas á quienes casi se les en- terró vivas, de los que mencionaremos dos, uno de los cuales inmortalizó el pincel de Blanes y otro estrecha- mente vinculado al anterior y que tan naturalmente des- cribe Héctor Várela.

Uno de los días que hubo más víctimas, al llegar al Cementerio Héctor Várela, le dio al Dr. Almonte la no- ticia de que casi habían enterrado viva á una persona lujosamente vestida.

Atendida solícitamente y trasladada á una casa del Presidente de la Comisión, salvó. Era una francesa de vida airada.

En esa misma casa, en el último patio, se descubrió el cuadro de una mujer muerta, la que tenía prendida de uno de sus pechos á una criatura de once meses. Este fué el motivo del cuadro de Blanes.

Concluiremos publicando la estadística de las vícti- mas de esta epidemia memorable.

Mes de Enero, 6 casos; Febrero, 298; Marzo, 4.895; Abril, 7.535; Mayo, 842; Junio 38. Total 13.614 casos.

El día mas luctuoso fué el tremendo 10 de Abril en que se produjeron quinientos cuarenta y seis casos como dejamos dicho más adelante.

¡Honor á los que en ella lucharon y gloria á los que sucumbieron en el cumplimento de su deber!

Que su ejemplo y su memoria sean un estímulo en el futuro en medio del positivismo y del egoismo que pri- ma en nuestros días.

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CAPITULO L.

Clima.

Primeros observadores del clima de Buenos Aires. El observatorio i>k Mossotti. Manuel Kguía.— Humedad del clima. Viento nor- tk.— Viento Pampero. Obhkrvaciones populares. Los astrónomos del Pergamino.— Observatorios de Córdoba y La Plata. El Doc- tor Benjamín Gould. La oficina meteorológica del Ministerio i»k Agricultura. Variación del clima. La despedida del si- «r.o XIX.

(Obra* consultadas: Censo Municipal d* 1887; Buenos Aires y las Pro- vincia* Unidas del Rio de la Plata y por W. Parish ; Efemérides Ameri- cana* de Pedro Hivas).

Los primeros observadores del clima de Buenos Aires fueron los señores Cevallos, Manuel Moreno (1), y Don Pedro Cervino, cuyos estudios sirvieron de mu- cho al Doctor Benjamín A. Gould, una de las más al- tas autoridades en la materia por sus estudios sobre la climatología argentina.

En 1827 funcionaba en el convento de Santo Domin- go un pequeño observatorio fundado por el astrónomo italiano Octavio Fabricio Mossotti, el que prestó buenos servicios á la ciencia.

El señor Manuel Eguía de 1856 á 1876 hizo observa-

(1) El Doctor Manuel Moreno se había graduado con este titulo en ciencias físicas en Pensil vania. Era hermano del famoso Don Mariano Moreno. De aquí el apodo de Don Oxides que le daban los Várelas en sus diarios, El Pampero, y otros, etc.

BUENOS AIRES 195

eiones meteorológicas continuándolas después el Obser- vatorio del Colegio Nacional hasta 1896.

El clima de Buenos Aires en general es húmedo y en el verano la humedad y el calor producen una relaja- ción en el organismo délas personas, abriendo los poros, haciendo fáciles los resfríos, las afecciones reumáticas y consuntivas.

Los vientos producen violentas oscilaciones en la temperatura, predominando el norte.

Este viento ejerce una influencia perniciosa sobre el organismo de ciertas personas, especialmente en las se- ñoras que se ven atacadas por fuertes dolores de cabeza.

En los hombres ha llegado su malévola inf uencia has- ta inducirlos á producir crímenes.

La carne se descompone, la leche se corta, el pan se pone corchudo, etc., pero en cuanto sopla el pampero todo se disipa y vuelve á su estado normal.

Antes venía acompañado de negros nubarrones, los que al descargarse el agua, salpicaban de barro las pa- redes, sumiendo muchas veces en la mayor obscuridad Á la ciudad.

Las tormentas eran fuertes, acompañadas de nume- rosos truenos y rayos.

El verdadero pampero es el sud-oeste y desde que se pobló la campaña, los negros nubarrones de tierra han desaparecido.

Nuestro cielo era observado y no se escapaba nube sin algún pronóstico atmosférico porque abundaban los astrónomos de afición.

Cuando en el oeste se veía una faja de nubes en el Horizonte, al caer la tarde, era presagio de lluvia.

Lo mismo cuando en el sud se veían nubarrones y relámpagos estando despejado el norte.

De ahí el adagio popular: norte claro, sud obscuro: temporal seguro.

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BUENOS AIRES

No había observatorios tan costosos como los de Cór- doba y La Plata, ni institutos particulares como los que existen, ni astrónomos profetas como los del Perga- mino.

La clarovidencia popular tenía sus pronósticos para ciertas épocas del año.

Así, cuando se aproximaba el 19 de Marzo, no había persona que no esperase la tormenta de San José, sien- do la más memorable la de 1866 que sumió la ciudad en tinieblas á las cinco de la tarde, causando varias muer- tes y grandes pérdidas á más de los estragos que causó en el puerto echando á pique numerosas embarca- ciones."

El Temporal de Santa Rosa el 30 de Agosto y el cor- donazo de San Francisco el 4 de Octubre figuraban también en el calendario atmosférico popular.

Desde 1891 figuraban los astrónomos del Pergamino Juan Pascual Bausari, español, antiguo carpintero, y José J. Urriza, argentino, que antes era pastor de ovejas. Ambos son comerciantes de dicho pueblo. Hacen sus predicciones por medio de los diarios é imprimen un al- manaque.

La República cuenta con el Observatorio Nacional de Córdoba, fundado el 24 de Oótubre de 1871, por el doctor Benjamín Gould, autor del gran álbum fotográ- fico del Cielo de América, el cual valió á la República consideraciones en el mundo científico.

El Observatorio de la Plata, en la ciudad de su nom- bre, fué dirigido durante mucho tiempo por el doctor Boeuf . Cuenta buenos aparatos y está en vías de pasar á depender del gobierno de la Nación, con lo que vendría á ocupar el primer puesto.

En la Isla de los Estados se ha instalado este año (1902), un Observatorio Magnético.

El Señor Walterio Davis, jefe de la Oficina Me-

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teorológica del Ministerio de Agricultura, es autor de loa mapas demostrativos de las zonas de temperatura media anual, correspondientes á las distintas regiones componentes de la República comparadas con los climas de los países de Europa:

Desde el Io de Enero de 1902, la misma Oficina que dirije el señor Davis, proporciona datos sobre el estado de la presión atmosférica, temperatura, higrometría, presión del vapor, dirección y fuerza de los vientos, es- tado del cielo y lluvias de toda la República, etc., va- liéndose, para llenar su cometido, de los telégrafos pro- vinciales de Buenos Aires y Entre Ríos, del telégrafo Nacional y del de los ferrocarriles.

Es indudable que el clima de Buenos Aires ha sufrido alteraciones que hasta los despreocupados y profanos en materias meteorológicas lo notan.

De diez años áesta parte no hemos tenido casi invier- no y cuando se produjeron los fríos de 1901 y 1902, nos tomaron tan de sorpresa, que no nos convencíamos de que en el invierno tenía que hacer frío.

La despedida del siglo XIX fué tremenda.

Las inundaciones, la peste en los ganados, el coup de chaleur, etc., fueron los recuerdos . que nos dejó.

Tuvimos, á fines de Marzo y á principios de Abril, una semana entera de lluvia, sin ver el sol, que causó muchos perjuicios materiales, desbordándose los arro- yos y terceros que rodean la ciudad, inundándola, cau- sando una alarma general en la población.

CAPITULO LI.

Teatro.

Primeras representaciones teatrales en Buenos Aires. El Teatro déla Ranchería. Origen de este teatro. Quién lo construyó.—

Lo QUE FUÉ. LOS ARTISTAS. PlEZAS QUE SE REPRESENTABAN.— El VI- RREY AUTORIZA LOS BAILES DE MÁSCARAS.— PROPAGANDA DE FRAY JOSÉ ACOSTA. SUS CONSECUENCIAS. INCENDIO DEL TEATRO. Cu ARTEL EN TIEMPO DE LAS INVASIONES. SALÓN DE BAILE DESPUÉS.

( Obras consultadas: Como *e celebraba en Buenos Aire*, d mediados del Siglo XVIII, la coronación de un Rey Católico, por Don Jtian Ma- ría Gutiérrez; Buenos Aires Viejo: Apuntes sobre Historia del Teatro y la Música en Buenos Aires, por Mariano J. Bosch; las Beldades de mi tiempo, de Santiago CalzadUIa; Memoria de Gobierno, presentada al Marqués de Loreto por su antecesor el Virrey de Buenos Atres Don Juan José de Vertiz).

Las investigaciones para encontrar cuáles fueron las primeras representaciones teatrales en esta ciudad, tro- piezan con muchas dificultades, por la falta de publica- ciones de esa época y lo poco que en este sentido ha lle- gado á nuestros días.

Parece que las primeras funciones teatrales que tuvie- ron lugar en Buenos Aires, fueron las que, con motivo de la elevación de Fernando VI al trono de España ó Indias, se dieron en el mes de Noviembre de 1747, sien- do Gobernador Don Juan Andonaegui.

Estas fueron las comedias « Las armas de la hermo- sura» y «Efectos de odio y amor», representadas por los militares del presidio.

Estas mismas comedias se repitieron en el Fuerte, don- de también una compañía compuesta de indios guaraníes

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pertenecientes á los jesuítas, representó una ópera de buena música que mucho agradó.

Poco después se construyó un cercado por los cuatro costados que se llamó Corral, el que, según parece, fué el primer sitio que se destinó á representaciones teatra- les, en donde una compañía compuesta de doce personas representaron las comedias «Primero es la honra» y «La vida es sueño».

El teatro de la Ranchería fué ideado por el Virrey Vertiz y fué la primera construcción seria que se desti- nó á esta clase de espectáculos.

La carencia absoluta de diversiones públicas, á excep- ción de la Plaza de Toros, le hizo llevar adelante esta idea, como un medio de educar al pueble con los buenos ejemplos de las comedias que se representasen, las que previamente serían examinadas por una comisión de censura.

En su interior, el teatro tenía al frente un letrero que decía: Ridendo corrigo mores.

No comprendía el pueblo la ventaja de un teatro, y cuando el Virrey consultó su proyecto con la gente pen- sante de la época, encontró resistencias, especialmente entre el elemento religioso. No obstante esto, llevó ade- lante su idea, confiando la construcción del teatro á Don Francisco Velarde, que se presentó solicitando cons- truir un coliseo como los de España, bajo la vigilancia del Gobierno, en la esquina de las calles Perú y Alsina.

Al mismo tiempo, el Virrey, buscó el lado práctico del proyecto, disponiendo que sus entradas fuesen desti- nadas al sostenimiento de la Casa de Expósitos de re- ciente fundación.

Las entradas se fijaron en dos reales para los blancos y gente pudiente, y en uno para los pobres y gente de color.

El alumbrado era de vela de baño y á la platea se le llamaba patio.

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El orden interno lo guardaba el Intendente de la ciu- dad, acompañado de los militares del cuartel próximo.

Los primeros artistas fueron aficionados, mandándo- se poco después, á España, en busca de un actor y una dama.

El primer actor que trabajó en la Ranchería fué Mar- tín Poblet.

Las piezas que se daban eran pocas y pertenecían al antiguo repertorio español, especialmente á los de Cal- derón y Lope de Vega.

La tragedia «Siripo», del poeta Juan Manuel Labar- den, que tenía por argumento la fundación del Fuerte Santi Spiritu, por Gaboto, se dio en este teatro.

La orquesta se componía de guitarras y flautas.

Como los espectáculos eran poco variados y la caren- cia de actores completa, ambas causas contribuyeron á que el teatro tuviera las puertas cerradas durante un largo lapso de tiempo, por lo que el Virrey, viendo que los nueve mil pesos invertidos en su construcción no redituaban casi interés y menos beneficio alguno para el loable fin á que se destinaban, lo arrendó en dos mil pesos, autorizando la celebración de bailes de máscaras en su local.

El baile «El Fandango», que era prohibido se bailaba en este teatro.

La autorización para celebrar estos bailes le valió al Virrey una activa propaganda en contra del teatro del elemento religioso.

Los bailes se vieron muy concurridos pero de pronto se notó que decaían, y buscada la causa de esto, la auto- ridad descubrió que el fraile franciscano Fray José de Acosta, secundando á los beatos y timoratos, había em- prendido desde el pulpito una propaganda tenaz en con- tra de los bailes que se celebraban en la Ranchería, el que en esos momentos sufrió un principio de incendio á

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causa de un cohete que cayó sobre el techo que, como era de paja, amenazó por un momento la existencia del único centro de diversión de esa clase que tenía esta ciudad.

Este accidente sin consecuencias, puesto que fué apa- gado en su comienzo, dio mayor vuelo á la propaganda que en su contra se hacía, alcanzando esta su éxito en aquella sociedad embrionaria y creyente como era la de aquellos tiempos.

Sus resultados no se hicieron esperar.

Los bailes casi murieron, pues á pesar de la prédica en su contra, las mujeres, al principio, poco caso hacían de ella, lo que notado por Fray José, subió éste al pul- pito después de una gran fiesta religiosa, en que el templo estaba lleno de concurrencia y comenzó diciendo:

«Hermanas mías nó, ya no sois mis hermanas!

estáis impuras! ... Os advertí cómo á la sombra del Gran Omnipotente era gran culpa buscar las ocasiones de pecar, y habéis insistido en ir. ... ! ¡Señor! ¡Señor! ¿Qué endemoniada Sierpe se ha apoderado de estos po- bres corazones que sólo á pertenecían? ¡Cómo se han marchitado con la lasciva danza las candidas flores que te daban á porfía! En ese lugar de liviandad y locura se

han perdido las almas Por eso lo fulminaste tú,

Señor, con el fuego, y en el perecerán las pecadoras!»

La elocuencia y vigor con que pronunció esta arenga Fray José fué de un efecto inmediato en su auditorio pues hubo hasta mujeres desmayadas y desde ese día los bailes de la Ranchería quedaron desiertos.

El Virrey, al ver su autorización para bailes comba- tida y desacatada su autoridad en esta forma, y viendo al mismo tiempo la falta de recursos en que esta propa- ganda lo dejaba á pesar del noble fin á que se desti- naban las rentas del teatro, y como el sermón de Fray José era una censura y condenación á su real autoriza-

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ción, envió orden al guardián de San Francisco para que inmediatamente remitiese á Catamarca á Fray José, por sedicioso, y que desde el mismo pulpito otro padre de la comunidad destruyese el efecto que los sermones de este habían causado.

El guardián acató enseguida la orden del Virrey, to- cándole al padre Antonio Oliver demostrar que los bai- les, cuando no hay intención pecaminosa, no eran peca- do, siempre que sus concurrentes estuviesen penetrados del santo temor de Dios.

No se hizo esperar el efecto de esta contraprédica.

Los bailes, á los que no concurría nadie, se vieron co- mo en su comienzo concurridísimos con gran contento de todo el pueblo que no tuvo que lamentar sino una víctima: la ausencia de Fray José.

El 16 de Agosto de 1792 un cohete disparado del con- vento de las capuchinas incendió la paja seca del techo concluyendo con él.

En 1806, cuando las invasiones inglesas, estos ocupa- ron como cuartel los restos del teatro, no faltando quien quisiera hacerlo volar con una mina.

La colonia británica era numerosa y distinguida, y para corresponder á las atenciones de la sociedad por- teña, dio un gran baile en el local de la Ranchería, el que hizo época en los comienzos del siglo XIX, publicándose crónicas de él en los diarios de Londres de ese tiempo.

CAPITULO LII. Teatro.

El Teatro Argentino. Su origen. Su primitivo interior. Su»

PRIMEROS TIEMPOS. La PRIMERA COMPAÑÍA DE ÓPERA. La COMPAÑÍA

de Trinidad Guevara. Cabacuberta. Mercedes Royere. Matil- de Larosa. Artistas líricos. La compañía de Alv ara García. Programa de uno de sus beneficios.— Adelaida Kistoki. La com- pañía dramática francesa de Mr. D'Hote. Demolición dk este Teatro.

(Obro» consultadas: Apuntes sobre Historia del Teatro y la Música en Htienos Aires, por Mariano J. Bosch; Las Beldades de mi tiempo, de Santiago CalzadMa; Buenos Aires desde Setenta años atrás, de José A. Wüde, Colección de la Gaceta Mercantil, etc.)

El Teatro Provisional de Comedias fué construido por el señor José Olaguer Feliú mientras se edificaba el Gran Coliseum, pero como esta obra por diversas causas no se llevó á cabo, pasó este teatro con el nom- bre de Coliseo de provisorio á definitivo, tomando en tiempo de Bozas el nombre de Teatro Argentino.

Estaba situado en la esquina de Reconquista y Can- gallo frente á la Iglesia de la Merced, conservándose aún la chapa de mármol que se lee sobre el portal de la calle Cangallo, que dice: «Pasage del Teatro Argentino».

El interior del teatro se componía de la platea ocu- pada por largos y estrechos bancos de pino. Había dos filas de palcos además de la cazuela y el paraíso.

El teatro era barato. La entrada á la platea valía dos reales y el asiento tres. Los palcos bajos costaban veinte reales y los altos tres patacones.

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El alumbrado marchaba de acuerdo con la época: ve- las de sebo de baño: la vela de molde vino después.

La Salinas, la Navarro y la Morales fueron de las primeras artistas que trabajaron en este teatro.

En 1813 se oyó la primera orquesta con piano en el Coliseo con motivo de cantarse por primera vez el Himno Nacional.

La primera obra de canto que subió á la escena fué la ópera-zarzuela «Monomanía Musical» ó «El fanático por la música» con la que debutó el bufo argentino Fe- lipe David.

Un duetto de Andromaca y Pirro de la ópera de Pue- cita fué también el primer número del género que se cantó en Buenos Aires por la Campomanes y un italia- no amigo de Piccazzarri.

Este año se cambiaron (1813), los colores de la cenefa del palco oficial, que hasta entonces habían sido rojo y amarillo, por los de la bandera argentina.

Joaquín Ramírez, Ambrosio Morante, Mariano Ve- larde, Culebras, Diez, Balladares, Vasconcellos, Viera, Navarro precursor de Cáceres y Casacuberta, la Montes de Oca, la Castañera Trinidad Guevara que comenzó muy joven su carrera artística en este teatro, Matilde Diez, La Ujier y varias otras, fueron las que más se dis- tinguieron en los primeros tiempos del Coliseo.

En 1822 se introdujeron algunas reformas, reabrién- dose con el nombre de « Proscenio », que no tuvo eco, llamándosele por el de Coliseo.

En 1824 Julián Moreno, Rosquellas y Munilla for- maron una compañía en la que figuraban Cipríana Vá- rela, la Montes de Oca, la Campomanes, Diez, Velarde, Culebras, Viera, David, Ramírez y Ortega.

En 1823 debutaron los esposos Toussaint, eximios bailarines franceses.

En 182B, el gracioso Francisco Villalba y María Te-

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resa Samaniego dieron «El Desdén con el desdén», «La Huérfana de Ginebra » y otras piezas por el estilo.

El mismo año trabajó el presdigitador Stanislas, á quien los de su época comparaban con Hermán n.

A este teatro vinieron las primeras compañías y ar- tistas de mérito que trabajaron en Buenos Aires.

En 1825 se organizó la primera compañía de ópera que actuó en el Río de La Plata, pues basta entonces solo se habían representado números sueltos de éstas.

La primera ópera que se dio fué el « Barbero de Se- villa», en cuya representación tomaron parte Rosque- Uas primer tenor, Vaccani barítono, Ricciolini bajo, las hermanas Tanni sopranos, estando los otros papeles á cargo de Viera, Marcelo Tanni, J. Cándido y María Cán- dida Vaccani, esposa de Vaccani.

La orquesta, compuesta de 28 profesores, la dirigía Massoni.

Angela Tanni era reputada la mejor cantatriz de esa época, como asimismo el barítono Vaccani, de quienes están llenos de recuerdos los anales teatrales porteños.

En aquellos tiempos el cartel no se cambiaba cada noche, por lo que los concurrentes tenían tiempo de sa- borear las piezas que se representaban.

Estos mismos artistas dieron « Don Juan » de Mozart, en la que se distinguía Vaccani, «Lagazza ladra», «El Turco en Italia », etc.

El « Otello » de Rossini también lo representaron, es- tando los papeles distribuidos en esta forma: Otello, Rosquellas; Désdemona, Angela Tanni; Elmiro, Vac- cani; Yago, Ricciolini; Rodrigo, Viera; Emilia, María Vaccani ; y el Dux, Cándido.

En 1828 se dio « Tancredo », en la que Rosquellas ha- cía de protagonista y Angela Tanni de Armenaida.

La Opera « La Vestale » de Spontini, no alcanzó la aceptación que las anteriores.

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En este teatro trabajó la compañía de Trinidad Gue- vara, en la que figuraban el actor Casacuberta, la Cam- pomanes, Felipe David, Culebras, el renombrado Cule- bras que tenía la especialidad de andar anunciando las funciones de viva voz en los cafés; el pardo Vieyra, etc.

El repertorio lo componían comedias y saínetes. Tuvo mucha aceptación la petipieza « Los tres novios imper- fectos ».

Casacuberta, cómico trágico argentino, de quién las crónicas de aquellos tiempos tan honrosa mención ha- cen, se ocupaba al principio en hacer divisas federales de terciopelo.

Su mala situación pecuniaria le hizo dedicarse al tea- tro ingresando á la compañía que dirigía Trinidad Gue- vara.

Pasó después al escenario del Victoria compartiendo con el gran actor español La Puerta, los honores del triunfo en las tablas.

Siguiendo su vocación artística, fué á Chile, donde actuó con todo éxito en el Teatro Municipal de Valpa- raíso, con el drama « Marino Faliero » de Casimiro Déla- vigne, y las petipiezas «La familia improvisada», «El gastrónomo sin dinero >7 «El abogado tras los mon- tes», etc.

Murió en Valparaíso al concluir la representación del drama «Los siete escalones del crimen», pasando á la eternidad, llevando en sus oídos el eco de los aplausos que aquel público, que le admiraba, le prodigó.

Casacuberta á quien se le compara con los trágicos Salvini y Rossi, ha sido hasta hoy el primer trágico ar- gentino.

La niña Mercedes Robere llamó mucho la atención en el escenario del Argentino, por el año 1847.

Carecía de manos por naturaleza y había enseñado á sus pies con tal habilidad, que cosía, bordaba, se abani-

BUENOS AIRES 207

caba, barajaba los naipes, escribía con el pié izquierdo, tocaba la guitarra, etc.

Matilde Larosa era una de las artistas predilectas del público porteño.

En «La flor de un día» y «Las espinas de una flor», conmovía á su auditorio.

Los artistas líricos Pablo Sentati, Juan Thiolier y Nina Barbieri de Thiolier, daban representaciones en este teatro y en el Victoria en forma de conciertos, en los que cantaban trozos de las óperas más en boga.

La compañía de la Alvara García, de la que Don Pas- cual Ruíz era director de escena y primer actor, conta- ba en su elenco, además de los nombrados, al actor Mo- desto Vásquez, que se distinguía en el drama « Los pies negros de Irlanda ó La Cruz de fuego»; á Benito Gimé- nez, que hacía de gastrónomo en «El Gastrónomo sin dinero», de Ventura de la Vega; Fernando de Quijano, Ignacio González, Zemborain, Telémaco, Molina, etc.

La García érala estrella de la compañía. «Doña Ma- ría de León, viuda de Don Sancho el Bravo» era uno de los dramas en que más se lucía.

Entre las piezas que más éxito alcanzaron se encuen- tran: «La Carcajada», «El ladrón honrado y loco» y «Los tres novios imperfectos», en el que Giménez hacía de tartamudo.

Los artistas eran más cumplidos con el público que en nuestros días.

Transcribimos el anuncio del beneficio de la afamada actriz Alvara García, que decía :

«Teatro Argentino. Gran función extraordinaria. Sábado 21 de Octubre de 1848. A beneficio de la actriz Alvara García.

«Impulsada por la gratitud que toda artista contrae para ante un público tan benévolo como el argentino, y deseosa de manifestarle esa gratitud que me anima, por

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la indulgencia con que siempre ha recibido mis trabajos artísticos, he dispuesto para este día una función que sea digna del pueblo á quien la dedico, y que se exhibe en mi beneficio. Tal es el espectáculo que á continua- ción detallo.

cDespuós de la sinfonía preparatoria á la apertura de la escena y proclamas federales de orden, se exhibirá el interesante drama histórico en verso y prosa, nuevo en nuestros teatros, en tres actos y dividido en seis cua- dros, titulado: «Doña María de León, viuda de Don San- cho el Bravo».

«Épocas y cuadros:

Acto primero. Año de 1295. Primer cuadro. —La rebelión. Segundo, El honor. Tercero, La reina gue- rrera.

Acto segundo. Año de 1300. Cuadro cuarto. El médico judío.

Acto tercero. Año de 1305. Cuadro quinto. Fer- nando IV de Castilla. Cuadro sexto. La expiación del crimen.

«El drama que presento es una refundición de la céle- bre comedia, del poeta antiguo Tirso deMolina, «La pru- dencia en la mujer», hecha por el actor Don Fernando de Quijano. Al publicarse en Madrid, por una sociedad de literatos, el teatro de Tirso de Molina, hicieron un juicio crítico de todas, al final de ellas.

«Sería demasiado extenso este anuncio si se estampase en él el solo juicio de este drama, en que se pone como la primera comedia de Tirso «La prudencia en la mujer», y en que se señalan tronos poéticos, como los primeros, que adornan la rica literatura española. Los defectos de que adolecía como composición antigua, la hacían im- posible exhibirse conforme era ella, y no queriendo de- fraudar á nuestro teatro de una composición tan llena de mérito, nuestro actor, el Señor Quijano, emprendió

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su difícil refundición, dándole la marcha de los dramas modernos y sacando todas las escenas que interrumpían su acción y poniendo otras, conforme al juicio crítico, lo- gró completar la obra que presento y que espero mere- cerá una general aprobación.

« Como en el trascurso del drama pasan diez años que fueron los de la minoría del rey Don Fernando IV, se hace indispensable que este rol sea ejecutado en el pri- mer acto por un niño y en el último por un galán jo- ven: Así, pues, será desempeñado por el niño Benjamín Quijano^o, y después por la señorita guacia Gon- zález, la que por mi obsequio particular se ha prestado á la ejecución de él.

«El señor Quijano, por una deferencia, se ha encargado de su dirección, y al mismo tiempo desempeñará el pa- pel de Médico Judío.

« Los actores Giménez, González, Telémaco, Zembo- rain, Molina, encargados de los roles principales, harán un esfuerzo para que no descienda en su ejecución el trabajo de un compañero de escena, y el resto de la compañía secundará estos esfuerzos.

« Como interesada no he omitido gasto alguno para presentar en escena este drama, conforme es y lo pide su autor.

« ¡¡Pueblo Argentino!! He aquí la función que os de- dico: si ella merece vuestra aprobación, quedarán alta- mente compensados los desvelos que por complaceros hace vuestra actriz, Alvaro, García.

Por ser de larga duración se omite todo fin de fiesta. Atendiendo á los gastos que demande la escena la auto- ridad me ha concedido la entrada á cinco pesos *. (1)

La eminente trágica italiana Adelaida Bistori actuó en el Argentino en 1868, representando los dramas t Sor

(1) Gaceta Mercantil.

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Teresa », « María Stuardo », « Francesca de Bimini », etc., en los que conmovía á su auditorio, haciéndole reír ó llorar.

La Bistori, una de las estrellas dramáticas del mundo, comenzó de muy joven su carrera artística, recitando á los catorce años «Francesca di Bimini».

En sus giras por los principales teatros del mundo dejó bien sentado su nombre como artista dramática, y su paso por Buenos Aires se recuerda aún por los que fueron sus espectadores con verdadera complacencia.

Casó con el Marqués Capranico del Grillo, y con mo- tivo de su jubileo (1902) las demostraciones que ha re- cibido, entre ellas la visita del Bey Víctor Manuel III, demuestran su inmensa popularidad y mérito.

La Compañía dramática francesa de monsieur D'Hote, en la que figuraban Brissart actor dramático, la Si- mianne una de las grandes artistas francesas que nos ha visitado en esos tiempos, la Desienne más famosa por su belleza que por sus dotes artísticos, etc.

La Simianne y Brissart sobresalían en los dramas «La Torre de Nesle », « La Ladrona de niños ».

Adquirido el Argentino por el señor Melchor GL Kom, éste lo demolió en 1873.

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CAPITULO Lili. Teatro.

JSl Teatro de la Victoria antiguo. Quienes fueron sus dueños t

CUANDO 8E INAUGURÓ. La PüKRTA. CaSACUBERTA. GARCÍA DELGA- DO.— Cordero.— Beneficio de Pablo Sentati. Matilde Larosa. J arques. Diversos artistas que han actuado. La Compañía de Elisa Barreda. Vilardebó. El actor Cuello. Artistas anti- guos y modernos. La Compañía del Teatro del Palacio Real t Variedades de París. La Compañía Dramática Española de Be- renguer. Luís Cubas. La Compañía de Opereta francesa de Mr. Philippe.

(Obran consultadas: Las Beldades de mi tiempo, de Santiago Calza- dula; Colección de la Gaceta Mercantil; Diversos diarios y periódicos).

El Teatro de la Victoria estaba situado en la calle de su nombre donde boy es la Pinturería de Monserrat.

Pertenecía a los señores Plaza Montero, y fué uno de los teatros argentinos que alcanzaron más éxito.

Se inauguró en 1836 ó 36 con el drama de Larra « El Macías», representado por el conocido trágico español La Puerta.

Casacuberta, de quien nos bemos ocupado, García Del- gado, uno de los actores españoles que con más natu- ralidad ban actuado en Buenos Aires, protagonista de «Don Francisco de Quevedo » y otros, le valieron á este teatro llenos y triunfos, cuyos ecos ban llegado á nues- tros días.

El actor Cordero en « El Gastrónomo sin dinero », y Bafael Pedroza en la petipieza « Periquito entre ellas», mucbo agradaron.

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El terceto de artistas líricos compuesto de Pablo Sen- tati, Juan Thiolier y su esposa Nina Barbieri de Thiolier, actuaron también en el Victoria.

Parala función de su beneficio el señor Pablo Sentati invitaba al pueblo en esta forma:

« Teatro de la Victoria. Función extraordinaria á beneficio del señor Pablo Sentati. Para el viernes 29 de Diciembre de 1848. »

« Deseando demostrar de algún modo al ilustrado pú- blico argentino la inmensa gratitud que grabada se ha- lla en mi corazón, por la benigna deferencia con que me ha honrado en mis trabajos musicales, he tratado de pre- sentarle en el enunciado día una función en mi benefi- cio, digna de la aprobación y del gusto selecto del res- petable público; ella es compuesta de las piezas de canto siguientes : Luda di Lammermoor. Concluida la ópera, el señor Thiolier can taráel aria de ópera Saffo. Finalizará la función con el dúo de la ópera Gemma di Vergy, Non é ver, non e quell tempio, por la señora Nina Barbieri de Thiolier y el beneficiado ».

« Concluido el segundo acto de la Lucia, al bajar el telón, se harán volar cuatro palomas, una de ellas tendrá atado al pico una sortija de brillantes, la que quedará en poder de la persona á quien le quepa apresarla.

«¡Público bonaerense!... Si esta función alcanza á vuestra aprobación, quedarán altamente recompensados los desvelos de P. Sentati».

« Nota. - Los señores abonados por la temporada se- rán preferidos hasta el miércoles á la oración. Los bole- tos de aposentaduria se venderán hasta el jueves á la oración en casa del beneficiado, calle Tacuarí 46, y el día de la función en la boletería del teatro. »

« Nota. Para mayor satisfacción del público, el be- neficiado ha dispuesto que las palomas que se dejarán volar al bajar el telón del segundo acto, además de la

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sortija de brillantes que tendrá atada al pico, que ya se lia anunciado, las otras tres tendrán una flor de filigra- na de oro cada una ».

«Los desvelos y empeños de llenar el deseo del ilustra- do público, son los que animan al beneficiado». (1)

La ponderada Matilde Larosa, entre sus caballos de batalla, figuraba el drama « Arminda y Reynaldo», en el que se lucía y se hacía aplaudir.

El actor Jarques era un cabo Peralta, eximio en el «Ju- ramento». Tenía como recurso escénico el hacerse el tar- tamudo.

La Nina, la Carolina Merea, Ortíz, Giménez, etc., desfilaron por el escenario de este teatro.

La Nina y la Merea tenían muchos partidarios entre sus espectadores, formándose entre éstos, bandos en que se discutían los méritos y superioridad de ambas ar- tistas.

Elisa Barreda, en unión de Rita Carbajo y de los ac- tores Delgado, Vilardebó, Carbajo, Vázquez, Castillo, Rodríguez, etc., alcanzó buenos triunfos en las petipie- zas «En las astas del toro», «La doctora en travesuras»; en las comedias «Flores y Perlas», «Las mujeres de már- mol», etc., y en el drama «Marco Spada».

Vilardebó, actor catalán, cuya voz ronca y simpática, tanto gustó, ha sido uno de los buenos actores españo- les que nos han visitado.

Eloísa Candel, Cuello, buen comediante y á quien solo ha superado Zamacois, se distinguía en «Salón Eslava» y «Sin atadero».

A la Alvara García, Culebras y Rosquellas les reem- plazaron la Duelos, Fragoso y Enamorado.

A la Pretti, Biscacianti y Vacani, sucedieron la Nina,

(1) Gaceta Mercantil.

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214 BUENOS AIEES

la Merea, Lelmi, Tatti, Mugnai, Raminda, Tamberlick, Ida Edelvina, etc.

La compañía del teatro del Palacio Real y Varieda- des de París, que dirigía Paulina Lyon, tuvo muchísima aceptación.

Las comedias «La Bégueule», «LeMoulina paroles», «Tromb- Alcázar ou les Criminéis Dramatiques», en las que Paulina Lyon y monsieur D'Hote se distinguían, al- canzaron mucho éxito.

Monsieur D'Hote era especialista en cJiansonftettes, siendo una de sus preferidas cUn vieux buveur».

En esta compañía figuraban además los artistas Mme. Irma y los señores D'Hote, Noury, Alexandre, Alfred Paul, etc.

La Compañía Dramática Española de Berenguer, en la que figuraban Jordán, Cortés, Morel, Cubas, Delga- do y las señoras Carbajo, Samaniego y señorita Tardos.

En su repertorio figuraban «Un drama nuevo», «L* primera piedra», «Justicia providencial», «Consolar al triste», etc.

Luís Cubas, el popular actor de nuestros teatros, en los que todavía suele trabajar, se distinguía en las peti- piezas «El vecino deenfrente» y «La perdida».

La Compañía de Opereta Francesa de monsieur Phi- lippe, contaba en su elenco con Mlle. Belle Isle.

Las operetas «Les Efrontós», «Les fils de Gibouyer», «Les femmes fortes», etc., figuraban en su repertorio.

J

CAPITULO LIV.

Teatro.

El teatro Colón.— Antecedentes- Lo construye el ingeniero Pe-

LJLEGRIN1 EN 1855. INAUGURACIÓN. TaMBERLICK. La COMPAÑÍA

de María Toral. La Briol de Nicolau. JüliAn Gayarre. El

SrLFOBAMA DeDüBORE. PlCCIOLI. LaCaRLANY.— HeRMANN. LlNSKY. LOS HERMANOS LEES. JüLIO PbrOTTI. La MaRZILAI PAS8ERINI.

La Bos8i Gheli. Ernesto Rossi. La Borghi Mamo. El empresa- rio Ferrari: su acción en la Sociedad de Buenos Aires. Artis- tas QUE TRAJO Á ESTE TEATRO. CUANDO SE CLAUSURÓ COLÓN.

(Obro» consultadas: Apuntes sobre la Historia del Teatro y la Músi- ca en Buenos Aires, por Mariano J. Bosch; Censo Municipal de 1887; Diversos diarios y periódicos).

En 1804, después de una lucha encarnizada entre los partidarios y adversarios de los teatros, se empezó á edificar el Gran Coliseo, en el antiguo Hueco de las Ani- mas hoy esquina de Rivadavia y Reconquista.

Las invasiones inglesas y la Guerra de la Independen- cia no dejaron recursos para aplicarlos á este fin, sus- pendiéndose las obras hasta 1832 en que se incendió.

En la Casa de Comedias, como se llamó en su origen, el que fué después Teatro Colón, se cantó por primera vez, oficialmente, el Himno Nacional, el 25 de Mayo de 1813.

En 186B el ingeniero Carlos E. Pellegrini comenzó la construcción de Colón, inaugurándose en 1866 con un gran baile de máscaras.

El empresario Lorini trajo la primera compañía líri-

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BUENOS AIRES

ca que actuó en Colón, la que, el 25 de Abril de 1857, debutó con «La Traviata», cantada por la Lorini, espo- sa del empresario, y el gran tenor Tamberlick, el prime- ro que alcanzó en Buenos Aires á dar los do de pecho.

En 1862, la Compañía Dramática Española en la que sobresalía María Toral y en cuyo elenco se encon- traba Carlota Franco, Carolina Toral, Pilar Escudero, Francisco Torres, Vicente Candel, Luís Cubas, Manuel Fernández, Isidro Codina, José Lloverás, Manuel y Án- gel Robles, representaron los dramas «Angela», de Ma- nuel Tamayo, «Fiamina ó los dos artistas», «Los seis grados del crimen» ó «Los escalones del Cadalso», «La Redoma encantada», de Larra; las petipiezas «El que no está hecho á bragas...», «No más secretos», «Sálvese quien pueda», en las que se distinguía Cubas.

Carolina Briol de Nicolau, alcanzó grandes aplausos en las óperas «Lucia», «Medea», etc.

Julián Gayarre, el ponderado tenor español, comenzó sus triunfos en este teatro, siendo un sin rival Nadin en la ópera «Pescatori di Perla».

En 1869 funcionó el Silforama de Dubore, exhibien- do: «El Diluvio Universal», «El Bombardeo de Sebas- topol», « Yone», etc.

Piccioli y su señora, que era una excelente soprano, alcanzaron en 1872 grandes éxitos en la ópera « Ruy Blas », como asimismo con « La Traviata », « Rigoletto », « Bailo in Maschera *, « Lucrezia Borgia », «Forza del Destino », « Condesa de Amalfi », « Don Pasquale », etc.

La compañía de la Carlany actuó también en este teatro.

Hermann y Linsky, los prestidigitadores más nota- bles que han estado en Buenos Aires, especialmente el primero, cuyo recuerdo se conserva aún entre sus nu- merosos admiradores, daban secciones de prestidigita- ción, de las que el público salía confundido.

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«La Sala de los secretos», «Los Misterios de la Ma- gia », « La Multiplicación del infinito » ó « El sombrero del Diablo », « Los Vidrios Milagrosos » y « El Pañuelo encantado », « La Pirámide », « El Poder del Contraban- dista», «Misterios del Diablo», «El Esqueleto Regene- rador», «La Pesca Milagrosa» en la escena y entre los espectadores, etc., fueron de lo que más gustaron.

Hermann hacía en el sombrero de alguno de los es- pectadores una tortilla con huevos, la que al concluir de batir salía convertida en una corona de flores.

Hermann y Linsky actuaron separadamente y en distintos años.

Los hermanos Lees, acróbatas notables, eran la deli- cia de sus espectadores.

El tenor Julio Perotti, de quien tan buena memoria se conserva, alcanzaba fácilmente el do de pecho.

«Hebrea», «Lucrezia», «Trovador», etc., eran de su repertorio.

Julia Marzilai Passerini trabajó con Perotti, distin- guiéndose en «Dinorah».

La Rossi Grheli se distinguía en « Guillermo Tell » .

El trágico Ernesto Rossi conmovía á su auditorio en sus representaciones, y en su género no ha sido supe- rado hasta hoy.

Adelaida Borghi Mamo, discípula de la Pasta, no ha sido superada en «El Trovador», «El Profeta», «Lu- crezia», «Favorita», «Don Juan», etc., y cuando actuó en Colón dejó bien sentada la reputación artística que la precedía.

La personalidad del empresario Ferrari está íntima- mente ligada á la evolución social de Buenos Aires.

El fué el que trajo á Colón las primeras compañías líricas de nota que vinieron á estas playas, y la más fa- mosa de baile, recordándose los éxitos de esta última en el baile «Excelsior».

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A él se le debe el haber roto la rutina de pequeña aldea, que caracterizaba á la sociedad porteña, elevan- do la sala de su teatro á una altura que no tenía nada que envidiar á las de las grandes capitales europeas.

El se impuso reuniendo anualmente á nuestra socie- dad durante las temporadas de invierno, hasta implan- tar como una costumbre las veladas líricas, contribu- yendo con ello á difundir el gusto artístico musical, con los buenos elementos que importaba en sus elencos

líricos.

*

A Ferrari le debe el público bonaerense el haber oído á Tamagno, Stagno, Tamburlini, Battistini, Kaschman, Rossi, Piccioli, Gayarre, Massini, Mancinelli, la Maria- ni, Lorini, Kupler, Berger, Theodorini, Stahl, Eubini, Sans, Repetto, Borghi Mamo, Scalchi-Lolli, Biancolli- ni, Gavotti, etc., cuyos recuerdos se mantienen vivos.

En el viejo Colón fué donde actuaron estos artistas.

En 1887, por una ley del Congreso Nacional, se ven- dió este coliseo al Banco Nacional, el que, á su vez, lo enajenó al Banco de la Nación Argentina, cuyo local reformado, ocupa este establecimiento.

CAPITULO LV.

Teatro.

El Alcázar y El Dorado. CarActer de estos teatros. Piezas y Artistas. Teatro de la Alegría. Compañías y Artistas.

El Alcázar Lírico y El Dorado son los teatros que más recuerdos han dejado en la juventud de ahora treinta años.

Sus escenarios, especialmente el del Alcázar, se vie- ron ocupados por buenas compañías de opereta fran- cesa.

En estos teatros ño se tomaban muy en cuenta las condiciones artísticas de los actores.

Eran sitios como el actual Casino, en los que reina- ban la más fraternal francachela, estando la sala llena del humo de los espectadores, siendo frecuentes los bo- chinches.

Monsieur M. Cherí Labrocaire, fué el empresario que más compañías trajo al Alcázar.

Los vaudevilles tenían mucha aceptación, dándose muchos de estos, entre ellos «Les Chevaliers du Pince- nez», «Le Misantrope et l'Auvergnat», etc.

Madame Elisa y monsieur Aubert obtuvieron muchos triunfos.

Hubo buenas artistas como la Delpierre, eximia ejecu- tante en el violín además de buena cantante; la Doubry que á su buena voz agregaba su belleza física; Colombé, cómico que tuvo mucha aceptación; Pontis, que obtuvo

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grandes triunfos en los dramas «Le Courrier de Lyon» en el que desempeñaba los papeles de inocente y asesi- no, «Les Pirates de la Sabane», etc., la Biot, notable violinista, etc.

La Compañía de Bouffes Parisiens de monsieur D'Hote obtuvo sus mejores triunfos en este teatro.

Entre las comedias y vaudevilles que más éxito al- canzaron, se encuentran: «Par Droit de Conquéte» de Ernesto Legouvé; «Tambour Battant», «Les Deux Sceurs», en los que se distinguía Mr. D'Hote, Noury, León y las señoras Paulina é Irma.

«Un Pas» por madame Poppe y monsieur Pratesi y el vaudeville «Les Pruneaux D'Heloise», mucho gus- taron.

La Compañía Cochelin en la que vino el popular Luis Forlet actuó el año 71, alcanzando en ella la Darcour sus primeros triunfos en Buenos Aires.

Entre los variados espectáculos que presenció la sala del Alcázar, además de los can-canes ejecutados por buenas bailarinas, se encontraba el inhumano can-can furioso de los pavos, los que sacaban á la escena en una jaula, cuyo piso era una chapa de zinc la que al calen- tarse obligaba á los pobres animales á dar saltos con- tinuos para librarse de las quemaduras, tocando al mismo tiempo la orquesta, con lo que crecía la algazara.

El Alcázar estaba situado en la calle Victoria entre Piedras y Tacuarí y El Dorado frente á la Plaza Lorea.

La sala de este último tenía capacidad para seiscien- tas personas.

El Teatro de la Alegría pertenecía al señor Roberto Cano y estaba situado en la calle Chacabuco entre Al- sina y Victoria.

El popular empresario de otros tiempos Juan Beren- guer, trajo á este teatro buenas compañías de zarzuela y drama, en una de las cuales figuró la señora Civili,

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que fué muy aplaudida en «La Dama de las Camelias», c Flor -de un día», y «Espinas de una flor».

En «La Sensitiva» sobresalía la señora Allú, como asimismo el actor Fernández, que hacía de hermano de la Sensitiva.

El tuerto Carmona, el impagable lego de «Magyares» y Luis Cubas, actuaron mucho tiempo en la Alegría.

La Compañía de Opereta Inglesa de Daniel Latham, que el 83 actuó en la Opera, el año 86 trabajó en este teatro representando las mismas piezas.

CAPITULO LVI.

Teatro*

El Politkama Argentino. Su origen. El Circo Arena. Lo estre- na &O88I COMO TEATRO. ARTISTAS QUE HAN ACTUADO. ELEONORA

Duse. El tenor Staqno. La Pezzana. Adelina Patti. Circos. Ehanuel. Janne Hadino. Anne Jüdic. Coquelin. Sarah Bek- nahrdt. Margarita Preciozzi. Regina Paccini. María Barrikh- tos. Novelli. Diversos artistas y compañías. Cesar Ciachi: despedida del Politeama. La Réjame.

(Obra* consultadas: Censo Municipal de 1887; Publicaciones de la pren- sa diaria).

El Politeama Argentino fué una construcción que de provisoria pasó á definitiva, con pequeñas modificacio- nes.

El Circo Arena de los Hermanos Chiarini, en el que además de estos figuraban la famosa Spelterini, la Friche, Contrelli, etc., actuó en el Politeama. Poseían una colección zoológica de primer orden y ha sido lo mejor que en su género ha venido á Buenos Aires.

En 1879 de circo pasó á teatro, estrenándolo el trági- co Ernesto Rossi.

La Tessero, Tamagno, Morelli, etc., han actuado en él.

Eleonora Duse, eminente trágica italiana del reper- torio del teatro francés moderno, obtuvo cuando estuvo en Buenos Aires, ruidosos éxitos en este coliseo.

El tenor Stagno sobresalía en «La Favorita» «Mefis- tófeles», «Hugonotes», etc. Era un buen Conde de Al-

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mav iva en el «Barbero» y con Herminia Borghi, que era una excelente Desdémona, dio el 88 la primera re- presentación de «Otello» en Buenos Aires, lo que moti- vó un pleito sobre propiedad literaria entre los empresa- rios Ferrari y Ciachi.

Jacinta Pezzana Gualtieri, de la escuela dramática italiana, actuó en el Politeama.

Adelina Patti ha obtenido en esta ciudad éxitos que difícilmente se superarán.

Su garganta privilegiada daba las notas más difíciles con una facilidad admirable. «Lucia», «Dinorah», «El Barbero de Sevilla», «Marta», «Sonámbula», etc., eran óperas en las que hacía maravillas, siendo el año 89 el último que estuvo en Buenos Aires.

La Patti celebridad universal, nació en Madrid en 1838, debutando á los 12 años en un concierto de cari- dad. A los 19 era una artista consumada. Divorciada de su primer esposo, el conde de Caux, casó nuevamente con el conde y tenor Nicolini, con quien estuvo en Bue- nos Aires.

A la muerte de Nicolini casó con el barón sueco Ce- derstrom.

Los Circos de los Hermanos Amato, Pablo Bafetto, Podestá Scotti, etc., han trabajado en el Politeama, co- mo asimismo la compañía del actor italiano Emanuel.

Giovanni Emanuel reunía á la naturalidad sin afecta- ción una limpidez y claridad perfecta, estando inimita- ble en el monólogo del «Fígaro» de Beaumachais.

Sarah Bernhardt, Janne Hading y Anne Judie, son lastres celebridades francesas contemporáneas, que nos han visitado.

La Hading estuvo en los comienzos de su carrera ar- tística, trabajando con Coquelin, lo mismo que la Judie, que trabajó con el mismo actor al año siguiente.

La compañía Coquelin, uno de los grandes actores

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franceses modernos, actuó durante dos temporadas en el Politeama y en ella figuraban la Judie y la Hading, no quedándonos por conocer en este género ni á la Ré- jane, que ha venido recientemente.

«L'Avare», «Le Tartuffe», «Denisse», etc., fueron otros tantos triunfos para Coquelin y sus compañeras de escena.

Sarah Bernhardt es una trágica incomparable, suce- sora de la escuela de la Rachel.

Con su enorme caudal de intuición y su talento de asimilación, supo amoldar más tarde sus condiciones artísticas á todas las exigencias del arte contemporáneo.

Tiene en sus manos todas las puntas de la trama escé- nica, y aún en los momentos de pasión extrema, se des- arrolla con pasión, pero siguiendo el sentido que rige el orden de la trama, sin enredarle, con maravillosa cau- tela.

La última gira por Buenos Aires la realizó el año 93, representando como ella sabe hacerlo, el drama de Le- gouvó * Adriana Lecouvreur», en cuya interpretación tanto se ha hecho aplaudir.

El papel de la histórica comedianta encuentra en Sa- rah Bernhardt una perfecta encarnación.

Margarita Preciozzi ha sido una de las artistas de opereta italiana que más ha gustado en los teatros del Río de la Plata. « Doña Juanita », su caballo de batalla, y otras de su género, fueron con las que alcanzó sus mejores triunfos.

Regina Pacini debutó en Buenos Aires en 1£KX).

«El Barbero de Sevilla», «Lucia», «La Boheme» y otras óperas ligeras, le valieron todo un éxito, llegando esta tiple á comparársela con la Patti, á cuya escuela pertenece.

La Pacini, joven aún, tiene un brillante porvenir en su carrera artística, por la belleza de su voz y la facili-

BUENOS AIRES 225

dad que demuestra su privilegiada garganta para alcan- zar notas altas y difíciles.

María Barrientos en las variaciones de Proch, obtuvo muchos aplausos. Antes de venir á Buenos Aires había obtenido buenos triunfos en España, Italia y aún en Ale- mania, donde cantó «El Barbero de» Sevilla», en el Hof teater de Stuttgart.

En su primera temporada actuó con Elvira Bambrilla, Linda Micucci Betti, la Conti y la Santarelli.

La Barrientos ha sido la artista que ha dado la nota más alta en la «Sonámbula», alcanzando al fa agudo.

Tanto la Pacini como la Barrientos, son las dos estre- llas que se divisan en el arte lírico moderno, reempla- zando á la Patti, en el ocaso ya.

Ermette Novelli, actor dramático italiano, ha actuado durante varias temporadas, siendo un artista que desde los primeros momentos se captó la simpatía popular.

La Pabri cantó el 89 con la Patti « Sonámbula ».

La Petri, el tenor De Lucía, la soprano dramática María Giudice, el barítono Caruson, la Dégli Abatti, en «Otello», «Mefistófeles», « Aida », «Gioconda», etc., tuvieron mucha aceptación.

El tenor Antonio Ceppi trabajó con la Pacini hacien- do en «La Africana» un buen Vasco de Gama.

Elena Fons y su esposo el tenor Angioletti, obtuvie- ron todo un éxito en « Carmen ».

La ópera «Don Juan de Garay », letra y música del compositor italiano Ricardo Bonicioli, se dio en este teatro en Octubre de 1900.

Las sopranos Adela Giuliani, la Jacobé, el tenor Enzo Ghilardini y el barítono Bonini, actuaron en la tempo- rada de 1900.

La compañía de operetas del Comendador Rafael Tomba, director de óperas y operetas de la ciudad de Boma, actuó el 95.

15

226 BUENOS AIRES

La compañía de operetas de Ciro Scognamiglio, con- taba en su elenco con Lina Paulini, Ernesta Tofaao, Amalia Bruno, Mirra Principi, Dina Piraccini Mattzo- ni, y como característica a Fanny Scognamiglio.

La opereta que más gustó fué La Cicaia e la For- miga», de Andreu, tomada de la conocida fábula de Lafontaine, en la que la Paulini hacia de Carlota (ciga- rra) y Mirra Principi de Teresa (hormiga).

César Ciachi, el popular empresario del Politeama, al que trajo las primeras estrellas del arte lírico y dra- mático, se despidió de su viejo teatro el 17 de Abril de 1900, con una función de gala.

Cuando ésta se realizó, se creía que el Politeama se iba á demoler, lo que no ha sucedido aún reemplazando á Ciachi como empresarios Bernabei y Scognamiglio.

Lo que dijimos de Ferrari, podemos aplicar á Ciachi, habiendo sido ambos los empresarios que han traído á Buenos Aires los mejores artistas que han actuado en los teatros Colón, Opera y Politeama.

En el vestíbulo del Politeama había varias placas de mármol, conmemorativas de la venida de los grandes artistas, las que cuando Ciachi concluyó su contrato se las llevó por pertenecerles, con la intención, según pa- rece, de colocarlas en el teatro proyectado en la Aveni- da de Mayo.

María Barrientos actuó nuevamente durante la tem- porada de 1902.

La célebre actriz francesa Gabrielle Réjane debutó el 17 de Agosto de 1902 con cZazá».

CAPITULO LVH.

Teatro.

La Opera. Compañía que la inauguró. Diversos artistas. Fran- cisco Tamagno. La Scalchi Lolli. La Reyter. Diversos artis- tas QUE HAN ACTUADO. HeRICLÉE DaRCLÉE. TtRAN8F0RMACIÓN DE

la Opera. Los sucesores de Ferrari, Directores de orquestas.

El empresario Antonio Pestalardo inauguró el Tea- tro de la Opera el 2B de Mayo de 1872.

La construcción de este teatro tocó varios inconve- nientes, entre ellos la epidemia del año anterior y la clausura del puerto, lo que detuvo muchos materiales para la obra.

Pestalardo se propuso inaugurar el teatro, y contra la opinión general que no creía que tal cósase realizara, este lo hizo la noche dicha, con la ópera «El Trovador».

La compañía que estrenó la Opera contaba en su elenco al tenor Julio Peroti, el que había cantado ante- riormente en Colón; á la Rossi Gheli, Hernani, el ba- rítono Luis Guadagnini cuya ópera favorita era «Bailo in Maschera»; á Julia Marzilai Paserini, una excelente Matilde en «Guillermo Tell»; á la señora Escalante, Ta- gliapetia, etc.

En el repertorio de la compañía figuraban las óperas «Trovador», «Guillermo Tell», «Bailo in Maschera», «Ruy Blas», «Macbteth», «Francesca di Rimini», etc., en la que se distinguía Peroti.

El ponderado Trivero, Vezzi, Lucci, Buíz, etc., ac- tuaron en los primeros tiempos de la Opera.

228 BUENOS AIRES

Francisco Tamagno es uno de los actores que má3 simpatías se ha captado en Buenos Aires.

«Ótelo», «Favorita», «Hugonotes», «Forza del Desti- no», etc., eran óperas en las que lucía sus facultades, extremeciendo á su auditorio con la potencia de su voz.

El año 90, después de los acontecimientos de Julio, prodújose en una manifestación política un tumulto y Tamagno desde los balcones de la Unión Cívica, en la calle de Florida lo dominó, entonando el himno nacio- nal con toda la fuerza de sus pulmones.

El último año que ha estado en Buenos Aires fué el 96, en el que trabajó con la Darclée, Emilio De Negri, Adela Gini Pizzorni, Virginia Guerrini y Elvira del Bruno.

La Scalchi-Lolli cantó el 91 con Leonilda Gabbi la ópera «Semiramide» y otras de su repertorio, confir- mando los juicios que sobre ella se tenían desde los tiempos de Colón.

La Compañía Dramática de Ando Leivet actuó el 96 en este teatro después de la temporada lírica. La Rey- ter era la estrella de la troupe, siendo una espléndida ' «Fedora».

El barítono Maurel era un buen Hamlet, y la Dal- ty una buena Ofelia.

Mario San Marco y Luisa Tetrazzini obtuvieron pos- teriormente buenos éxitos con esta misma ópera.

Regina Pinkert, el tenor Demarchi, Adalgisa Gabbi se distinguieron en las óperas «Sonámbula», «Lucia», «Forza del Destino», «Rigoletto», «Hernani», «Tarass Bulba», etc.

Carmen Bonaplata Bau era una buena Valentina en «Hugonotes», el tenor Massini un insuperable Fernando en «La Favorita», Fernando de Lucía un buen intér- prete de «Manon», de Massenet.

El barítono Kaschman, Elisa Petri en «Gioconda»,

BUENOS AIRES 229

el barítono Menotti un buen Yago en «Otello» lo mismo que Battistini.

Matilde de Lerma cantó el 99 por primera vez entre nosotros, la parte de Iris de la ópera de este nombre.

Emma Carelli, la Guerrini, la Fabbi, la Mendioroz, la Carreras, la Swicher, la Degli Abatti, etc., y los tenores Miguel Mariacher, Bonci y Carusso, mucho gustaron en las diversas temporadas en que han trabajado en este teatro.

Eugenio Griraldoni, era un buen Cristóbal Colón en la ópera de Antonio Francchetti.

La ópera «Medio Evo Latino» de Héctor Panizza, se dio en la temporada de 1901.

Hericlée Darclée es la artista que en estos últimos tiempos reúne las simpatías de los concurrentes á este coliseo.

Con Demarchi y Giraldoni estrenó el 1900 en el tea- tro Costanzi de Roma la ópera «Tosca», en la que ha obtenido muchos triunfos, como asimismo en «LaBohé- me», «La Traviata», «Sansón y Dalila», «Sonámbula», etcétera.

La ópera, en su origen, fué un teatro sencillo y modes- to, hasta que su propietario el señor Roberto Cano lo reformó, transformándolo en el coliseo más elegante de la capital, al que vino á favorecer la clausura de Colón.

Predomina el estilo Renacimiento y está destinado á las grandes compañías de ópera lírica italiana que nos visitan anualmente.

La Intendencia Municipal ha establecido la costum- bre de ofrecer en el gran foyer, un al Presidente de la República en las fiestas patrias.

Muerto el empresario Ferrari, de quien nos hemos ocupado al hablar del Colón, le sucedió en empresa su esposa la señora Passi de Ferrari, la que desde 1900 de-

230 BUENOS AIRES

su puesto á los señores Nardi Bonetti y C.a, actuales empresarios.

Hablar de la ópera sin recordar á sus populares di- rectores de orquesta Mancinelli, Mascheroui y Tosca- nini, sería una injusticia; pues á ellos se deben en gran parte, los triunfos que en las tablas han obtenido los ar- tistas, á quienes secundaban y dirigían desde su puesto de labor.

,

CAPITULO LVIIL

Teatros.

Artistas contemporáneos. La Privat. Pontis. La Limoís.— La Tübaü.— Fbbhando Díaz de Mendoza y María Gusrrrro. La Pe- zzaha. La Tbtkazzixi. Leopoldo Frégoli. Clara Della Guar- dia.— Frakk Brown.— La Martani. La Lanthenay. La Vitalia- hi. Mariano Gajlé.— Onoproff. Rogelio Juárez.— Julio Butz. Embique Gil.— José Palmada. Antokio Vico. Tí» a di Lorenzo. Las Millanes. José Podesta. Cavalli.

No vamos á continuar en el mismo orden que lo he- mos hecho hasta aquí, con los demás teatros de la capi- tal, porque sería dar á este trabajo una extensión que no entra en nuestros propósitos.

Enumeraremos brevemente á algunos de los artistas que más se han distinguido en estos últimos años.

Entre los artistas de renombre que actuaron en el vie- jo Variedades (1), se encuentra La Privat, que fué la primera que dio la ópera «Carmen» en Buenos Aires, y Monsieur Pontis, gran actor francés, el que consecuente con sus ideas monárquicas, quiso dar «Babagás», cuan- do se proclamó la República en Francia, por lo que per- dió el favor de la numerosa colonia francesa sin lograr realizar su intento.

(1) Variedades fué construido en 1872, por el señor Gregorio Leza- ma. llamándose al principio Ba Ta Clan. En 1887 se llamó teatro Edén Argentino. Guando Emilio Bieckert compró el Variedades, lo demolió edificándose en su lugar el elegante teatro Odeón y el Boyal Hotel. El Casino llamado en sus primeros tiempo Folies Forlet, le reem- plazó en el carácter bullicioso que distinguía al viejo Variedades.

232 BUENOS AIRES

La artista portuguesa Lucinda Limoes, á quien sus compatriotas comparan con la Duse, actuó en el Odeón secundada por la artista brasilera Lucilia Limoes. bue- na intérprete del teatro de Ibsen.

María Tubau Palencia, obtuvo muchos éxitos en «La Corte de Napoleón, de Sardou; arreglada al teatro espa- ñol por su esposo Cef erino Palencia.

Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero, del Teatro Real de Madrid, en cuyo vasto repertorio figu- raban «Cyrano de Bergerac», en la que la Guerrero des- empeñaba el papel de Rosana y su esposo el de Cyra- no; «La hija del Mar», «Tierra Baja», «Gabriela de Ver- gy», «Nerón», de Cavestany, «Locura de Amor», etc., han obtenido muchos éxitos en cada una de las giras que han hecho por Buenos Aires.

Jacinta Pezzana Gualtieri, en 1901 representó los dramas «Teresa Raqui y «Monsieur Alphonse», sien- do la más humana intérprete del personaje de Zola y del no menos doloroso y más verdadero tipo del de Domas.

La Pezzana pertenece á la escuela dramática italiana de la mitad del siglo XIX.

El empresario Antonio Tomba trajo al teatro San Martín (1) á una de las compañías de opereta italiana que más éxito han alcanzado, no tanto por el mérito artís- tico de ésta como por la belleza de sus mujeres.

Las tiples ligeras Eva y Luisa Tetrazzini, como así mismo Elena Theodorini, cosecharon muchos aplausos, especialmente en la «Sonámbula», «Lucia», «Barbero de Sevilla», etc.

(1) El gran corralón de Coffin en la calle Esmeralda se demolió para levantar en ese sitio el Skating Ring, nombre que tuvo durante varios años, el que cambió por poco tiempo por el de Teatro de la Gaité, para tomar el de Teatro 8an Martin que todavía conserva, fin 1892 se incendió, reedificándose el moderno coliseo actual.

BUENOS AIRES 233

En el mes de Junio de 1895 debutó en este teatro Leopoldo Frégoli, el primer transformista que hemos presenciado en Buenos Aires.

Hombre dotado de una extraordinaria habilidad, subyugaba la atención de su auditorio desde que apare- cía en escena.

La clase de espectáculo enteramente nuevo entre nosotros y las transformaciones instantáneas que reali- zaba, unidas á una regular voz de barítono que él explo- taba, haciéndola servir de bajo ó de soprano, según las circunstancias, hicieron que desde el primer momento se captase la voluntad popular.

Tenía un variado repertorio, y entre las piezas que representaba recordamos «El Relámpago», «Camaleon- te», «Dorotea», «La lección de música», etc.

La que más gustó fué esta última, en la que sale Fré- goli de levita y con su galera en la mano, cantando con notable voz de bajo, haciendo el que espera á su discí- pula. Se dirige al piano que está colocado en el escena- rio, dando la espalda al público y no bien hace como que se hubiera sentado, es sustituido inmediatamente por un muñeco, escabullándose rápidamente, por un agujero que hay en la decoración, el ilustre profesor, mientras que un ayudante hace preludios en otro piano.

Aparece enseguida en la escena vestido de mujer, di- simulando la cabeza con una peluca que lleva unida á una pañoleta.

Buon giorno, Signor Profesore, dice, dirigiéndose al maestro sentado en el piano, que no es más que el mu- ñeco que dejó en su lugar, y el público, sorprendido por la rapidez de esta escena, casi inverosímil, estalla en aplausos.

Enseguida, la discípula se dirije al piano y cantan dia- logando, disimulando Frégoli, cuando canta de profes- sore, el movimiento de sus labios, llevándose la punti-

284 BUENOS AIRES

Ha á éstos, con coquetería y disimulo, lo que hace la ilusión de escuchar uu diálogo verdadero.

La primera estrofa, entre el maestro y la discípula, era la siguiente:

¿ Andaste a qualche festa— signorina?

No signore So stata dint'a casa tutta s?ra.

¿ Sudaste f orse ? No, facete amore

Acore, acore, la serenatta intiera.

Enseguida canta la popular canción Do, re, mi, fa.

En «El Relámpago» Frégoli sobrepasa á toda pon- deración. Sale al proscenio infinidad de veces, con dis- tintos trajes, cantando en todas sus apariciones diversas chansonnettes, entre ellas cuando aparece de seminarista la popular Posso fa o prébete.

En «Camaleonte» realiza también otra escena rápida, cuando ella se retira á sus habitaciones y- aparece casi simultáneamente en la ventana, transformado y ento- nando una canción.

Y, por último, para que á este hombre original nada le faltase, una noche, en el Rebecchino, dio una sección de adivinación ante un grupo de cronistas, los que tu- vieron oportunidad de admirar de cerca este prodigio.

Frégoli llevaba siempre en sus giras como secretario á un jorobadito que era su mascota y le acompañaba un hermano suyo.

En la gira de 1902 dio «Litpé», «Faustino», «El Tren de las 9.23», «Al veglione», etc.

Clara Della Guardia ha trabajado en diversas tempo- radas en unión de la Berti Masi y el actor Berti.

Éntrelas piezas de su repertorio figuraban: «Giocon- da», deD'Anunzio; «Zaza», una de sus piezas favoritas, «Cita Morta», la comedia «Douloureuse», de Mauricio Donney, etc.

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BUENOS AIRES 236

Lo que poco ha adelantado es el arte ecuestre. El po- pular Franck Brown, cuando se presenta en el San Martín tiene que librar verdaderas batallas para man- tener el interés de sus representaciones.

Rosita de la Plata, John Higgins, Misa Atalanta, Los Albanos, Los Enanos, Las Zoas, etc., J. Henaud, que ha- cía lo mismo con las manos que los pies, ha figurado en los diversos elencos que ha traído Franck Brown en diversas temporadas.

cLa pantomima acuática», «Cendrillón», «La Feria de Sevilla*, etc., son de las pantomimas que más han gustado.

Teresa Mariani ha actuado en diversas temporadas distinguiéndose en el drama de Sardou «Espiritismo») lo mismo que en «La Dama de las Camelias» y otros de su vasto repertorio.

La Lanthenay era una cantante francesa que actuó en el San Martín, poseedora de una buena voz que mu- cho gustó con sus chansonnetteSy especialmente en «Frou- Frou» y «Monte Cristo».

La Vitaliani actuó en el Teatro Onrubia (1) descollan- do en la interpretación de «Cause ed Effecti».

Mariano Galé ha actuado en los diversos teatros déla capital, dejando en todos ellos bien sentada su reputa- ción artística.

En 1894 apareció en el escenario del Teatro Argen- tino (2) un hombre extraordinario que adivinaba el pen- samiento y daba sesiones de prestidigitación.

Al principio todo el mundo iba atraído por la nove-

( 1 ) El elegante coliseo de la calle Victoria, fué construido por el señor Emilio Onrubia, el que, al enajenarlo al señor Juan C. Uranga tomó el nombre de Teatro de la Victoria .

(2) El Teatro Argentino se llamó Teatro de la Zarzuela, siendo su propietario el señor Luis Basail.

236 BUENOS AIHES

dad del espectáculo y lo sensacional que se decía que este ser sobrenatural ejecutaba.

Este hombre, que conmovió á toda la sociedad, puso en conflicto á los médicos, tuvo conferencias con el Departamento Nacional de Higiene, etc.; era Onofroff . Alto, trigueño, de bigote renegrido, mirada intensa, ca- bello crespo, vestía de frac en el que lucía una conde- coración.

Llegó, se exhibió, sorprendió á todo el mundo y se llevó tras de si á sabios y profanos.

Onofroff adivinaba el pensamiento por medio del hipnotismo y de la fascinación, hasta que un día un jo- ven argentino llamado Manuel García, afirmó que Ono- froff era un impostor ofreciéndose él á hacer lo mismo que aquél en público y en privado, lo que realizó con todo éxito.

Ante este hecho tuvo que huir el mistificador, que se decía poseedor de esa nueva ciencia.

Rogelio Juárez es el actor español más popular de Buenos Aires. Comenzó sus triunfos en el Pasatiempo, pasando poco después al Teatro Nacional, concluyendo más tarde por absorber á todos los teatros del género chico.

La zarzuela «Viva mi niña», ha sido uno de sus ca- ballos de batalla á la que agregaba coplas de actualidad.

«El dúo de la Africana», «Los Políticos», «Susto tras susto» y muchas otras piecitas, le han valido á Juárez calurosos aplausos.

El Teatro de la Comedia (1) ha sido en el que más ha actuado.

Julio Ruíz, cuya ronquera crónica le daba en la esce- na un carácter especial; ha compartido con Juárez los favores del público.

(1) En este teatrito se iniciaron los espectáculos por secciones.

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BUENOS AIRES 237

Además de actor es autor. «Filipo» le pertenece.

Enrique Gil comenzó en el Teatro Rivadavia (1) sus triunfos; Gil se encuentra comprendido entre los artis- tas que el público porteño aplaude y quiere, porque tie- ne condiciones para ello. «Calderón», en el que Gil es un imponderable Don Aniceto, «Justicia Criolla» en la que hace de negro Benito, y otras zarzuelitas, le han merecido muchos aplausos.

José Palmada, actor catalán, posee carácter propio y acentuados perfiles artísticos en su personalidad de gra- cioso, las que ejercita únicamente en las tablas.

El Teatro de Mayo (2) le debe muchos triunfos.

Antonio Vico, cuyo grato recuerdo no se borrará en los amantes del teatro dramático español, dio en el Tea- tro Nacional (3) dramas tan opuestos como «El Alcal- de de Zalamea» y «Nudo Gordiano». Valero y Calvo actuaron también en este teatro.

Tina di Lorenzo ha obtenido triunfos notables en Buenos Aires, por la naturalidad con que se desenvol- vía en la escena, revelando condiciones artísticas de primer orden.

Carlota, Susana y Lola Millanes, artistas del género chico, gozaron durante varios años de los favores del público bonaerense.

José Podestá ha sido el primero entre nosotros que ha organizado compañías que representen piezas del repertorio nacional. .

El popular actor Gaetano Cavalli, actúa en los diver- sos teatros de la capital desde hace varios años.

(1) El Teatro Goldoni 9e construyó en 1876 y tuvo este nombre hasta 1891 en que se modernizó, tomando en 181)8 el de Teatro Riva- davia.

(2) El Teatro de Mayo fué construido por el señor Lascano.

(3) Pertenecía al señor Manuel Ortíz Basualdo. Se incendió en 1896.

. CAPITULO LIX.

Teatro.

Cuando bh iniciaron las representaciones de aficionados ingleses.— El Burnob Aires Amateur Dramatic Club y el Buenos Aires Cho- ral Unión.— Éxito de esta clase de representaciones.— Aficiona uos alemanes.

En 1894 se iniciaron las representaciones de operetas por aficionados ingleses, bajo los auspicios del « Buenos Aires Amateur Dramatic Club ».

El 4 de Octubre de 1894, subió al escenario del Odeón, la opereta de Sullivan «The Pirates of Penzance », en cuyo reparto tomaron parte los señores Harry Scott, (Rey de losPiratas); H. C. Thompson, (Mayor General Stanley); G.Lloyd Davies, E. Lesslie Wilson, E.R.Show- ler; y las señoras y señoritas Russell Gregg, Showler, Haddock, Lina Mackern, Reddall, etc., los que, en el desempeño de sus papeles estuvieron á la altura de con- sumados artistas, estando la parte musical á cargo del señor W. F. Nicholson.

Justamente alentado « El Dramatic Club >, representó al año siguiente «Iolanthe» de Sullivan, empezando en el mismo año sus representaciones « El Buenos Ai- res Choral Union», con la opereta «The Mikado», la que se dio en la Opera en Abril de 1895.

El papel de Yum Yum lo desempeñaba la señora de Da- vies, y el de Katisha la señora De Pranc, obteniendo los más calurosos aplausos, como asimismo las demás per- sonas que tomaron parte en esta representación.

BUENOS AIRES 239

Desde esa fecha las representaciones anuales del « Cho- ral Union », no han dejado de ser un acontecimiento, dentro y fuera de la colonia británica, y debido á la energía y empeño de sus directores, no& ha dado á co- nocer, además de las ya citadas, obras no menos inte- resantes como tGondoliers», «Yeomen of The Guard», «Pinafore», «Geisha» y «Runaway Girl>.

Desde 1895 el « Dramatíc Club», se ha dedicado ex- clusivamente á la representación de comedias, entre las que figuran en primera línea: «Caste», «Betsy», «The Prívate Seeretary», «The Magistrate» y «Sweet La- vender »y c San Toy »

cEl Buenos Aires Amateur Dramatic Club» (1) y «Bue- nos Aires Choral Union», demuestran las ventajas que reportan el espíritu de asociación, los que con un peque- ño esfuerzo harían imposible la competencia de cual- quier compañía lírica inglesa en Buenos Aires, colocán- dose á la altura de las asociaciones de su clase de Europa.

Las piezas que estas asociaciones llevan representadas, han obtenido en Inglaterra mucha aceptación, y al mismo tiempo, demuestran la buena organización y fuerza de que disponen estos clubs, compuestos de lo más selecto de la colectividad británica, residentes entre nosotros.

La colonia alemana, siguiendo el ejemplo de la britá- nica, cuenta con varias sociedades musicales, entre ellas la «Deutscher Manner Gesangverein», que cele- bra sus fiestas en el salón del Prince George.

La Asociación «Theater Verein», representó con mu- cho éxito en el teatro de la Victoria, la comedia «Der Hochzeitstag», deH.Wolters y Koenirgsbrumm-Schaup.

(1) Esta asociación se disolvió este año.

CAPITULO LX.

Comunicaciones.

Primitivos medios de comunicación. Mensajerías t tropas dbcarkk-

TA8 DE LA MITAD DEL SIGLO XIX. COMUNICACIONES FLUVIALES. PrI- MEB ENSAYO DE NAVEGACIÓN A VAPOR KN EL RtO DE LA PLATA. COMU- NICACIONES entre Montevideo y Buenos Aires. Los vapores. Empresas que se establecieron. Incendio del vapor América. Comunicaciones del día.

(Obro* consultadas: Colección de la (i aceta Mercantil; Buenos Aires desde Setenta años atrás y de José A. Wilde y obra citada en el texto).

Las antiguas carretas fueron introducidas á fines del siglo XVI por los españoles, siendo los únicos medios de comunicación de que se valieron, usándolas como vehículos para el transporte de mercaderías y pasajeros de Buenos Aires á las provincias del interior, cruzando pesadamente las Pampas, formando caravanas para de- fenderse de las hordas salvajes.

A mediados del siglo XIX Don. Saturnino San Mi- guel era uno de los consignatarios de mensajerías y tro- pas de carretas que más trabajaba.

Las tropas de carretas tucumanas de Don Francisco Gutiérrez, que iban á Santiago, Tucumán y Salta, y las de Don Mariano Gómez, que hacían el tráfico con San Nicolás, Rosario y Córdoba, él las despachaba.

Las tropas de Don Andrés López, que se ocupaban de lo mismo que las anteriores, llevaban carga y pasa- jeros para Córdoba y pueblos del tránsito.

BUENOS AIRES 241

La tropa de Don Pedro Antonio Correa trabajaba con los pueblos de la Provincia de Buenos Aires, enviando también tropas de carretas á Santiago y Tucumán.

La de Benjamín Baldor, bien « aperada y muy parti- cular en boyada », como decían los avisos, traficaba con los pueblos de Areco, Salto, Arrecifes, Rojas, Pergami- no, San Nicolás, Río Cuarto y San Luis.

De la plaza de la Concepción partía la tropa de Ma- nuel Bandrar, conduciendo cargas para Chascomús, Azul, Tandil, El Moro y Quequón.

El tráfico á las Provincias de Cuyo, entre otras varias, lo atendía la tropa de Don Manuel Eurices.

De Maldonado, Olivos, Plores, etc., se venía á la ciu-

dad en galera.

El 13 de Noviembre de 1825, se hizo el primer ensayo de navegación á vaporen el Río de La Plata, según las Efemérides de Eivas, partiendo el vapor del muelle de Buenos Aires con cuarenta pasajeros, hasta San Isidro, donde demoró cuatro horas, estando de regreso á las ocho de la noche.

Más adelante las goletas Pepa, Dolores y la Mosca, hacían la carrera á Montevideo, aumentándose después con la Flor del Rio y la Ninfa.

Todos eran buquecitos á vela, valiendo el pasaje una onza de oro, durando el viaje de catorce á diez y seis horas con buen viento, y cuando no lo era, varios días.

Posteriormente á este medio de comunicaciones, su- cedieron los vapores, haciendo dos tínicamente la carre- ra á Montevideo.

Después se establecieron las empresas de Casares, Mihanovich, Giuliani, La Platense, Mensajerías Flu- viales, etc.

La desaparición de los vapores de Balparda y Piñey- rúa, del viejo Proveedor del capitán Piaggio y la compra de casi todos los vapores que navegaban en los ríos por

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BUENOS AIRES

la empresa Mihanovich, á excepción de las Mensajerías Fluviales y algunos vapores sueltos, el monopolio del comercio fluvial lo tiene esta empresa, que cuenta con una flota de 180 buques á vapor, 25 á vela, dos astille- ros, uno en el Salto y otro en la Boca del Riachuelo, con un personal no menor de 5000 empleados y operarios.

Es la empresa más poderosa que ha existido en la Re- pública.

En los anales de la navegación del Río de La Plata no se olvidará el incendio del vapor América, ocurrido la noche del 23 de Diciembre de 1872, en viaje de este puerto para Montevideo.

Estaba este vapor en competencia con el Villa del Salto conduciendo ambos gran número de pasajeros.

El América forzó sus máquinas, y al hacerlo se produ- jo la explosión de sus calderas incendiando el buque y echándolo á pique.

Hubo actos de heroísmo entre los viajeros, siendo el más heroico el do Don Bartolomé Víale, quién dio ge- nerosamente su salvavida á la señora de Marcó del Pont, ahogándose él.

Hoy el tráfico á Montevideo como á todas partes es frecuente y diario, ocupándose en él infinidad de vapores y buques para todos los puertos de los ríos y de Europa.

Por tierra los ferrocarriles conducen en horas milla- res de viajeros y cargas.

CAPITULO LXI. Comunicaciones.

LiO QUK ERA UN VIAJE AL InTKRIOR. LAS POSTAS. P08TAS DE BUENOS

Aire8 a Mendoza en 1884. Dk Buenos Aires á Jujuy.— Db Buenos Aires a Santa Fe.— Las postas en 1858. De Buenos Aires á Co- rrientes.— De Buenos Aires á Tarija. De Buenos Aires á Men- doza.— Los maestros de pobtas.

(Obras consultadas: Almaria/fue para el año de 1834 impreso en la Imprenta del Estado; Alma/naque para el año JSñií impreso en la Im- prenta del Estado; Cuadro Sinóptico de Zineroni Unos.

Los adelantos de la República, especialmente en los medios de comunicación, tanto marítimos como ter- restres, dan una idea del progreso realizado si se les compara con los antiguos itinerarios de los Correos y Postas que transcribimos.

Por ellos se verá lo que era un viaje al Interior del país, en que, además de las fatigas materiales de éste, había que agregar la inseguridad general que reinaba en la República por la anarquía y otras causas, la caren- cia de recursos en las inmensas pampas que atravesa- ban, sin contar los peligros de los indios, por cuyos do- minios cruzaban muchas veces los viajeros.

De esos hombres de hierro para las fatigas, que de- sempeñaban los puestos de postillones, pocos restan.

En la época de la Independencia las postas y cami- nos que había, y que con pocas modificaciones perma- necieron en el mismo estado hasta el ano 1834 en que en muy reducido numeróse aumentaron, eran:

244

BUENOS AIRES

ITINERARIO DE POSTAS

De Bueno* Airen á Mendoza.

LEGUAS

De Buenos Aires al Puente

de Márquez

Cañada de Escobar

Villa de Lujan

Cañada de Bocha

Cañada de la Cruz

Areco

Chacras de Ayala

Rio Arrecifes

Pueblo de Arrecifes

Fontezuelas

Arroyo de Ramallo

Arroyo del Medio

Jurisdicción de Santa Fé.

7 H 8 2 o B ó 7 8 o

5 60

Arroyo Pavón j>

Cerrillos 7

Saladillo de la Orqueta <j

( Candelaria r>

Desmochados t>

Arequito 4

Esquina de la Guardia 5

Jurisdicción de Córdoba.

Cruz Alta

Cabeza del Tigre

Esquina de Lobatón

Saladillo de Ruiz Díaz

Barrancas

Zanjón

Fraile Muerto

m

4 4 4 5 4 4 4

LEGUAS

Tres Cruces

Capilla de Dolores 8

Esquina del Abogado 4

Arroyo de San José 4

Cañada de Lucas *>

Totoral 4

Tambito «

Arroyo de Chucul "

Villa del Río Cuarto 5

Lagunilla *

Ojo de Agua '}

Barranquita ^

Achiras

o

98

Jurisdicción de San Lux».

Portezuelo «J

Morro

Rio Quinto 12

Ciudad de San Luis 1*2

Repiesa <

48

Jurisdicción de Mendoza.

Tortugas 17

Corral del Cuero **

Coro Corto J*

Dormida 1*J

Catitas

Rodeo de Chacón <>

Retamo •}

Rodeo del Medio <

Ciudad de Mendoza o

7tf

De Buenos ¿lires ti Jnjuy.

I.KOUA8

De Buenos Aires á la Capi- lla de Dolores 185

Esquina de la Herradura . . (>

Río Tercero 4

Tío Pujío 4

Ojo de Agua 4

Cañada del Gobernador 4

LKOl A*

Inipirn J

Río Segundo -r>

Punta del Monte

Córdoba 5

( Chacarita <>

Rio Carnero 4

Sinsacate 4

BUENOS AIRES

245

LKO.UAH

Tala ft

Macha "i

Lúguazi 4

Santa Cruz 1

San Pedro 4

Durazno 4

Piedrita 4

Paso del Tigre 4

185

Jurisdic. de Santiago del Estero.

Portezuelo 6

Zanjones 7

Pampa Grande 7

Oratorio Grande 7

Taruca Pampa H

Bajada 6

Mochino 10

Sauces 5

Loreto 6

Silipica 7

Manogasta 4

Santiago del Estero 8

Capilla de Giménez 9

Los Mirandas 5

~9B

LEOUA»

Jurisdicción d* Tncumán.

Vinara M

Palmas í>

Taiacocha K

Tucumán 8

Tapia 8

Ticucho 8

Arequiones 8

Trancas 8

51

Jurisdicción de Salta i/ Jvjuy.

Arenal 12

Rosario 5

Yatasto 7

Concha 4

Algarrobo 8

Pasaje del Río 5

Cobos 17

Salta. 8

Caldera (i

Cabana 5

Jujuy 7

81

De Bueno* Aire* Santa Fé.

LKGÜA8

Jurisdicción de Buenos Aires;

De Buenos Aires á Santos

Lugares 4

Conchas 4

Arroyo Pinaso 4

Pilar 4

Cañada de la Cruz ti

Rio Areco 4

Pueblo de Areco 8

Cañada Honda 5

Cañada Bellaca 4

Rio Arrecifes .... 4

San Pedro 4

Las Hermanas 8

LKGUAH

Arroyo Seco 8

San Nicolás 4

«1

Jurisdicción de Santa F?.

Cañada de la Calzada 4

Arroyo Seco 5

Rosario o

San Lorenzo H

Carcarañal (S

Barrancas B

Colastiné

Monte Bragado fi

Santo Tomé fi

Santa 2

52

En 1853 poco habían aumentado las postas sobre las que hemos nombrado.

246

BUENOS AIRES

Sin embargo, transcribiremos las que había par* las provincias del Interior y del Litoral.

A Corrientes y Entre Ríos, además de la vía fluvial, había postas, siendo el itinerario el siguiente:

ITINERARIO DE BUENOS AIRES Á CORRIENTES

LEGUAS

De Buenos Aires á Santos

Lugares 4

Las Conchas 4

Arroyo de Pinaso 4

Pilar, río 4

Cañada de la Cruz 5

Pueblo de Capilla del Señor. 5

Areco, río 4

San Antonio de Areco 8

Cañada Honda. 4

Caguané 4

Arrecifes, rio 4

Arroyo de Burgos 4

Tala 4

Las Hermanas 4

Gómess 2

Ramallo 4

San Nicolás 4

Arroyo del Medio 1

«8

Jurisdicción de Sania Fé.

Cañada de la Calzada 8

Arroyo Seco 5

Pueblo del Rosario 5

Pueblo de San Lorenzo <>

Carcarañá, rio (}

Barrancas 5

Solis 8

Pueblo de Coronda ti

Guardia Vieja, Rio de San- to Tomé ti

Ciudad de Santa 4

49

Jurisdicción de Entre Rio*.

Se atraviesa el Paraná 5

Concha, rio 5

San Antonio 7

Antonio Tomás 4

Heman darías 5

LKGÜAB

Alcaráz, rio #

Feliciano, rio 4

Estaquitas <>

Arroyo Hondo 8

Guayquiraró, río U

58

Jurisdicción de Corrientes.

Pueblo Esquina. &

Hinojo 3

Rio Corrientes 3

Vatel, rio 5

Tataré 5

Paraná Mini 4

Pueblo de Goya 4

Lizardia 8

Santa Lucia, rio 8

Gómez 8

Desmochados 3

Luques 2

Arbolitos 6

Pueblo de Bella Vista 2

Arroyo Satl 2

Ambrosio 8

San Lorenzo, rio 4

Peguagó chico 2

Pueblo de la C. del Señor. . 2

Empedrado, rio 2

Peguagó grande 8

Sombrero grande 8

Riachuelo, rio 2

Corrientes 8

Resumen de leguas.

De Buenos Aires al Arroyo

del Medio fiB

De éste á Santa 49

De ésta á la Bajada 5

De la Bajada á Corrientes. 19* De Corrientes á Asunción. 80

~8¡T

BUENOS AIRES

247

De Buenos Aire* d Tarija.

LEGUAS

Be Buenos Aires al Puente

de Márquez 7

Cañada de Escobar 6

Villa de Lujan, puente y rio. 8

Cañada de la Cruz 4

Cañada del Sauce 4

Pueblo de San Antonio de

Areco 7

Areco Arriba, rio 5

Chacras de Ayala 5

Pueblo de Arrecifes 7

Peñalva 8

Fontezuelas 4

Arroyo de Ramallo 6

Arroyo del Medio 6

67

Provincia de Sania JFV.

Arroyo de Pavón B

Cerrillos 7

Saladillo de la Orqueta 7

Candelaria 5

Desmochados fi

Arequito 4

Guardia de la Esquina 5

40

Provincia de Córdoba.

Cruz Alta 4

Cabeza del Tigre 4

Esquina de Lobatón 5

Saladillo de Ruiz Díaz 5

Barrancas 4

Zanjón 4

FraUe Muerto, Pueblo 4

Tres Cruces 4

Esquina de Medrano 4

Herradura. 5

Villanueva 4

TioPujio 5

Chañares 5

Corral del Maestro 5

Oncativo 7

Oliva. Rio2°. 5

Punta del Monte 6

Ciudad de Córdoba 5

Quebrachos 5

Castellanos 4

Sinzacate. 5

LEGUAS

Alto Grande 4

Ojo de Agua 2

Divisadero 8

Hornillos 4

Intiguasi 2

Talita 4

Capilla de San Pedro 5

Coquito &

Piedrita 4

Pozo del Tigre 4

Provincia de Sant, del Estero.

Portezuelo 6

Zanjones 7

Pampa Grande . . .; 7

Represa ó Carava jal 8

Tarruca Pampa 10

Pasado 7

Juanillo 7

Cañada 10

Loreto ti

Sihpica 8

Manogasta 4

Ciudad de Santiago 8

Costas 8

Taperas 6

Grasillu 8

105

Provincia de Tucumán.

Tres Pozos 8

Condorguari 6

Tucumán 8

Tapia, rio 8

Vipes, rio 5

Acequiones 5

Villa Franca 5

Tala, rio 2

47 Provincia de Salta.

Breve 8

Romero 9

Sauce i . . 8

Bordo 5

Alemania 5

248

BUEN'OS AIRES

LKGUAfl

Sevilar 8

Cañada 8

Guachipas 6

Paso del Río 6

Puesta de Díaz 8

Ormas 8

Filian ó Piran 8

Cerrillos 4

Salta 4

~60~

Provincia de Jvjuy.

Caldera 5

Cabana 7

Jujuy «

León 6

Volcán 8

Mármara 10

LEGUAS

Huacalera . . 5

Cueva 6

Colorados b

Cangrejos 6

Quiaca 9

De la Quiaca á Tari ja 40

111

Resumen de legua*.

Prov. de Buenos Aires ím

Santa 40

Córdoba 186

Santiago del Estero 105

Tucumán 47

Salta G0

Jujuy 71

Bolivia 40

~566

De Bueno* Airen á Mendoza.

LEGUAS

De Buenos Aires á la Esqui- na de Medrano 145

Arroyo de San José 8

Cañada de Lúeas ti

Totoral 4

Tambito 10

Chucul 7

Villa de Río Cuarto 5

Arroyito ó Lagunilla 5

Ojo de Agua 4

Barranquita 4

Achiras 5

2U8

Provincia de San Lui*.

Portezuelo 5

Morro 7

Rio Quinto 12

San Luis 12

LEGUAS

Represa 7

Desaguadero 15

58

Provincia de Mendoza.

Corocorto 12

La Dormida 10

Pescara ó Rodeo Chacón . . 10

Retamo 11

Rodeo del Medio 7

Mendoza 5

55

Resumen.

De Buenos Aires á Achiras. 208

Provincia de San Luis. 58

Mendoza 55

81t>

Los Maestros de Postas cuando servían con caballos de su propiedad, cobraban dos pesos moneda corriente por cada caballo de silla y cuatro pesos por los de tiro

BUENOS AIRES 249

por cada legua, y la mitad de estos precios á los que viajaban por cuenta del Estado.

Las postas servidas con caballos ágenos, cobraban la mitad de estas tarifas á los particulares, y á los del Esta- do dos y cuatro reales respectivamente.

Los postillones cobraban cuatro reales por legua cuando acompañaban al viajero, pero cuando eran obli- gados á cuartear, cobraban el precio de un caballo de tiro, estándoles prohibido exigir ninguna otra clase de remuneración, ni dar motivo de queja, bajo pena de pri- vación del oficio.

CAPITULO LXII.

Comunicaciones.

Lo QUE KRA LA (tALERA. La8 MeNBAGKBÍAH KN LA PROVINCIA DE BüK- NOS AlRK8 EN 1855. LA8 MI9MAH EN 1865. ITINERARIOS Y PUEBLOS QCE HRRVlAN.

(Obras ccnvmltadas: Guia de Forasteros para el Estado de Buenos Ai- res de J8/>/>- Diversos diarios y publicaciones de íStíñ).

La galera era el medio de transporte más cómodo, antes que los ferrocarriles cruzaran nuestras dilatadas llanuras.

Era un enorme coche de cuatro ruedas, en cuyo inte- rior cabían numerosos pasajeros.

En la parte superior tenían una baranda, en la que iban atadas con guascas de cuero ó lazos, las encomien- das y equipajes.

Sus grandes ruedas, cuando el tiempo era lluvioso, quedaban marcadas como si fueran dos grandes surcos de arado en los caminosy los tiernos campos que cruzaba.

Cuando el tiempo era bueno dejaba en pos de una enorme polvadera, con lo que anunciaba de lejos su pre- sencia.

Cuando no tenían posta ó punto donde renovar los caballos de tiro, ó la distancia á recorrer era muy larga, acompañaba á la galera la tropilla de caballos de re- puesto.

Los estancieros facilitaban gratuitamente los potros y caballos á los mayorales ó empresarios, á condición de

BUENOS AIRES 251

que les llevasen la correspondencia ó encomiendas, sien- do esto de mucha importancia para ellos, por ser el úni- co medio de comunicación con que se contaba.

Las pulperías y poblaciones vecinas, interrumpían sus quehaceres para presenciar su llegada.

Poco á poco, á medida que se iba aproximando, se dis- tinguía una cosa larga que la precedía, dotada de movi- mientos especiales.

Eran unos diez ó doce caballos enganchados á una larga cadena, con sus correas de cuero á la cincha.

Cada yunta, convenientemente distanciada llevaba su ginete, provisto de un largo arriador con el que casti- gaba sus caballos.

Una vez que la galera se detenía, descendían de ella los pasajeros á estirar las piernas ó conversar con el pulpero ó vecino.

La galera era una verdadera Arca de Noé.

En ella iban: el estanciero rico, el gaucho pobre solo ó con la familia, el presidario con sus grillos y los vigi- lantes que le custodiaban, etc.

Se llevaban armas para repeler á los indios y malhe- chores.

Estas fueron las primitivas galeras. Más adelante eran más livianas, los caballos tiraban al pecho y no se empleaban tantos hombres y animales en su conducción.

Poco á poco se fueron generalizando las mensagerías, en la Provincia de Buenos Aires especialmente.

En 1866 la empresa más importante era «Las Men- sagerías Argentinas.»

Tenían su escritorio en la calle Santa Rosa 126 y de allí partían las diligencias para los Partidos que mencio- naremos más adelante, conduciendo pasajeros y corres- pondencia, siendo el precio que cobraban cinco pesos moneda corriente por legua por cada persona, á excep- ción de Villa Mercedes que valía ochenta pesos.

1

262 BUENOS AIRES

Tenían sus itinerarios divididos del modo siguiente:

Dos veces al mes de ida y otras tantas de vuelta á los pueblos de San José de Flores, Morón, Matanza, Na- varro, Chivilcoy y Bragado.

Igual número de viajes á Villa Mercedes, Salto, Per- gamino, Rojas, San Antonio de Areco y Federación.

Lo mismo á Villa Lujan, Fortín de Areco, Arrecifes, San Nicolás, Rosario, San Andrés de Giles, Baradero y San Pedro.

Tres veces al mes para Cañuelas, Lobos, 25 de Mayo y Saladillo.

Tres veces por semana á San Isidro, San Fernando. Las Conchas, Pilar, Capilla del Señor y Zarate.

Tres veces al mes para Barracas al Sud, Quilmes, Ensenada, Magdalena, Chascomús, Pila, Dolores, Ve- cino, Tuyú, Ajó y Tordillo.

Dos veces al mes á San Vicente, Azul y Tapalqué.

Lo mismo al Tandil, Ranchos, Chapaleofú, Mar Chi- quita, Lobería, Bahía Blanca y Patagones.

Tres veces al Monte y Las Flores.

Había otras empresas con servicios mucho más redu- cidos, como ser:

La que de la calle de México y Chacabuco despachaba una vez al mes una diligencia para Quilmes, Ensenada y Magdalena, otra para San Vicente, Ranchos, Paso del Venado y Tandil y otra para Cañuelas, Monte, Fuerte Azul, Tandil y Quequén.

De la calle de Piedad 161 se despachaba una para Villa Mercedes cuatro veces al mes.

De la caballeriza de la calle Tacuarí entre San Fran- cisco y Belgrano, los domingos á la mañana salía una paraQuilmesy Puente Chico, costando los pasajes quince pesos moneda corriente á Quilmes y diez á Puente Chico.

De la calle Victoria 332 salía otra para la Villa de Lujan á cincuenta pesos el asiento.

BUENOS AIKES 253

Más adelante los ferrocarriles van desalojando á estas empresas, las que abandonan la ciudad como punto de partida, tomando como tal donde terminaban los rieles, donde ellas hacían el transporte como antes, pero en combinación con los trenes.

En 1865 muchas é importantes eran las empresas de mensagerías que en esta forma prestaban sus servicios á las poblaciones rurales de la provincia.

Las más nombradas eran :

«Las Mensagerías Generales del Sud», de los señores Moreno y Sevine, establecidas en la calle de Potosí 269, en Dolores, en casa de Don Pedro Luro, y en Chascomús en el Hotel Provence.

Trabajaban con caballos al pecho y servían á los via- jeros desde la última estación del Ferrocarril del Sud hasta Dolores todos los días pares regresando los nones.

Tres veces al mes tenían los siguientes itinerarios:

Al Moro por la Brava y Fortuna de Peralta.

Al Quequón por el Verano de Baudriz.

A la Laguna de los Padres y Ballenera despachán- dose en el mismo día que á estos puntos la galera para Montes Grandes por la Laguna de Juancho hasta Ma- cedo.

«La Favorecida» cuyo empresario y conductor era P. S. Speratti. Los carruajes salían los jueves de la es- tación Merlo para Lobos y el Saladillo, á donde llegaban los viernes. Regresaba los domingos.

«Mensagerías Argentinas» de Rafael A. Savorido iban á Navarro y Lobos un día si y otro no.

«La Brisa del Desierto» tenía la agencia en la calle Victoria 223. Salían las diligencias de Mercedes para el Bragado y 9 de Julio haciéndose con el ferrocarril el viaje en el día al Bragado. Corrían tres veces al mes.

« Las Peninsulares » tenían sus oficinas en la calle Moreno 109.

254

BUKNOS AIRES

Salían diez veces al mes para Chascomús y Dolores.

A la Laguna de los Padres, Kaquel, Santa Elena, Cen- tinela, Brandan, Porfía, Arroyo Chico, Durazno, Arro- yo Grande, Naranjos, Vivoratá, Caldera, Laguna, Col- mena y Ballenera, dos veces al mes.

Lo mismo al Tandil por Dolores por dos caminos.

Uno era: Posta de Guana, San Miguel, Batalla, Na- vas, Quinteros, Juncal, Chilforó, Cornelina, Bizcache- ras, Rosario de Miguens, Tandileofúy Tandil.

La otra seguía el siguiente camino: Posta de Guana, San Miguel; Cinco Lomas de Miguens, Loma Negra, Lo- ma Partida de Vela, San José, El Carmen de Languiyú, Canal y Tandil.

«Las nuevas Mensagerías Nacionales», de los señores Julio Mezquita y J. Martínez, salían de la estación Gán- dara á las Flores, tocando en los Manantiales, Posta de Peralta, Estancia San Pedro, Estancia San Benito, Es- tancia San José y Las Flores.

«La Protejida», de Mauricio del Valle, de Mercedes á Chivilcoy.

«Nuevas mensagerías La Invariable Porteña»,de Don Miguel M. Lupo, para Cañuelas, Monte y Las Flores, seis veces al mes. Además llevaba la correspondencia del Estado.

«Las Diligencias del Comercio de los Pueblos» ibaná Navarro, Chivilcoy, Bragado, 25 de Mayo y 9 de Julio, cinco veces al mes.

Tales fueron las diligencias que los ferrocarriles des- alojaron.

CAPITULO LXIII. Ferrocarriles'.

Como puedkn dividirse los ferrocarriles argentinos. Apoyo que tü-

VIKRON DK LOS GOBIERNOS £N SUS PRIMEROS TIEMPOS. El FERROCARRIL

Á Bolivia. Los fletes.— Extensión de los ferrocarriles en 1900. Fracaso de la Estación Central de Ferrocarriles. La hora oficial.

Los ferrocarriles Argentinos pueden dividirse en 7 grandes grupos.

1. El Gran Sud de Buenos Aires, cuyos rieles llegan al Territorio del Neuquón, con probabilidades de exten- derse á Chile.

2. El ferrocarril del Oeste de Buenos Aires, que, con el de Bahía Blanca y Noroeste, abarcan el Oeste de Bue- nos Aires y el Territorio de la Pampa.

3. El del Pacífico, que, con el Transandino y el Gran Oeste, sirven el Oeste de la República.

4. Él Central Argentino y el Buenos Aires y Rosario, que atraviesan las provincias de Buenos Aires, Santa ITé, Córdoba, Santiago del Estero y Tucumán.

5. Los ferrocarriles de la provincia de Santa Eé.

6. El Central Norte, Andino, Noroeste Argentino, Córdoba y Noroeste, en las provincias del Centro y Norte.

7. Los ferrocarriles de las provincias de Entre Ríos y Corrientes.

La trocha que predomina, es la trocha ancha, siendo pocos los de trocha angosta.

256 BUENOS AIRES

Además de los nombrados se encuentra el ferrocarril del Chubut, en el territorio de este nombre, construido por los galenses residentes en él.

Los primeros ferrocarriles tuvieron de su parte todo el apoyo oficial de los gobiernos que los autorizaron, y merced á las facilidades y ventajas de que gozaron, han llegado al grado de prosperidad en que se encuen- tran.

Todas las provincias gozan de este cómodo medio de transporte, y con la prolongación del Ferrocarril Cen- tral Norte á Bolivia, por la quebrada de Humahuaca, este país tendrá la ventaja de acercarse á Europa por la vía del Atlántico, ganando sobre la vía de Huanchaca, que va á Antof agasta en^ el Pacífico, un mes de camino.

Sin embargo, los ferrocarriles en la Argentina son ca- ros y en muchos puntos del territorio los productos no tienen salida porque los fletes superan al valor de los frutos, mal que debe estudiarse y resolverse equitativa- mente entre los productores y las compañías de ferro- carriles.

En 1900, las líneas férreas de la República eran 16.766,9 kilómetros y los telégrafos de las mismas 42.325 kilómetros, ( 1 ) los que con los ramales y líneas en cons- trucción y á construirse han aumentado notablemente. En 1902 sumaban 17.663 kilómetros (2).

Las empresas que tienen su punto de partida de la Capital Federal, no se han puesto de acuerdo para la construcción de una estación central de ferrocarriles, fracasando las tentativas que en este sentido se hicie- ron ante el Gobierno Nacional, por las condiciones one- rosas que imponían las empresas.

Hasta hace poco la confección de los horarios daba

(1) Anuario de la Dirección General de Estadística de 1900.

(2) Mensaje del Presidente de la República, 1902.

BUENOS AIRES 257

lagar á confusiones por la diversidad de horas que en ellos regían.

El Gobierno Nacional, para evitar esto y unificar la hora en la República, decretó la hora del meridiano de Córdoba desde el Io de Noviembre de 1894. La tora de Buenos Aires adelantaba veintitrés minutos y diez y nueve segundos.

Esta resolución vino á dejar sin efecto el decreto de Hozas del 18 de Enero de 1849 que establecía como «re- galador legal del tiempo », al reloj del Cabildo que era la hora oficial de esta ciudad.

Al hablar de los ferrocarriles, solo nos ocuparemos de los que tienen su punto de partida de esta capital.

17

CAPITULO LXIV.

Ferrocarriles.

El ferrocarril i>el Oeste dk Bueno* Aires. Origen de tsstb

CARRIL. QUIENES FUERON SUS PRINCIPALES COOPERADORES. El PBIMfiR DESCARRILAMIENTO. Lo QUE ERA EL TRAYECTO DEL PaRQUE Á LA FLO- RESTA.— Fiestas de su inauguración. La Portera. El «osebrko

ABONA LA PRIMERA CUOTA. El GOBIERNO ADQUIERE LA EMPRESA VK 18B2.

Diversas prolongaciones. Horario oficial que regía kn 1962.

(Obras consultada*: Guia de Forasteros del Estado de Buenos Aires; Publicaciones de los grandes diarios de la mañana d<el /.° de Enero de 190 í al hacer el análisis del siglo; Colección de Caras y Caretas; Publica- ciones diversas de la prensa diana de diversas épocas y obra citada en el texto).

La primera empresa de ferrocarriles fué formada cou capitales argentinos, correspondiendo su iniciativa á los señores Mariano Haedo, Manuel José G-uerrico, Bernar- do Larrudé, Norberto de la Riestra, Jaime Llavallol, Daniel G-owland y Adolfo Van Praet, quienes solicita- ron del Gobierno de la Provincia con fecha 17 de Se- tiembre de 1853, la construcción de un camino de hier- ro de primera clase de 22 á 24.000 varas que, partiendo de la ciudad de Buenos Aires, se extendiese hacia el oeste.

Las protestas del vecindario, que creían peligrosas á las locomotoras, las que podían producir el derrumbe de los edificios situados en las calles donde éstas pasaran, hizo que los concesionarios por una cláusula que intro- dujeron en el contrato, se reservasen el derecho de cam-

BUENOS AIRES 259

biar la locomoción á vapor por la de sangre, cuando lo creyesen conveniente.

£1 punto de partida no se fijaba, pudiendo ser de las calles Victoria, Potosí, Federación, Piedad ó Cangallo, arrancando por último de la Plaza del Parque.

La ley del 12 de Enero de 1854, creó el ferrocarril del Oeste. La sociedad constituida con este fin, bajo el nombre de «Camino de Hierro de Buenos Aires al Oes- te», lanzó sus acciones con mal éxito á causa de que muchos suscriptores, al vencerse el plazo, no pudieron cumplir sus compromisos.

El Gobierno de la Provincia, penetrado de la impor- tancia de esta obra, se comprometió á suscribir la suma de 52.000 pesos fuertes, cuando los rieles llegasen á Flores.

Encargado el material á Europa, la trocha que vino fué la de un metro seiscientos setenta y seis, por lo que más adelante las empresas que tuvieron su punto de partida de la capital, la adoptaron igualmente.

El material rodante era adecuado á la época. Los co- ches eran pequeños, de menor tamaño que los tramways actuales, lo mismo que las máquinas.

El ferrocarril del Oeste fué construido durante el go- bierno de Don Pastor Obligado, ó inaugurado en 1857 por Don Valentín Alsina.

Los que más cooperaron á esta obra de progreso fue- ron: los gobernadores señores Pastor Obligado y Valen- tín Alsina, Don Mariano Haedo, presidente del primer directorio, Felipe Llavallol presidente del segundo di- rectorio, Luís M.Domínguez, Mariano Acosta, Dalmacio Vélez Sarsfield, Cayetano M. Cazón, Benjamín Goros- tiaga, Félix Pico, Adolfo Van Praet, Carlos Saavedra Zavaleta, Daniel Gowland, Bernardo Larrudé, Mariano Miró, Francisco Balbín, Esteban Rams y Bubert, Ma- nuel José Guerrico, Norberto de la Riestra, etc.

260

BUENOS AIRES

Él Doctor Dalmacio Vélez Sarsfield fué el primero que viajó en este ferrocarril, para probar las máquinas en los ensayos, no atreviéndose á ello los miembros de la comisión, hasta no ver regresar sano y salvo al ilus- tre viajero.

El presentimiento de éstos se confirmó en el viaje de ensayo que ellos hicieron antes de entregar la línea al servicio público, descarrilando el tren al regresar de Flores.

He aquí cómo narra un testigo presencial el accidente:

«El viaje se hizo despacio y el tren llegó sin novedad alguna á Floresta. Dispuesto este para el regreso y sa- tisfechos los señores de la comisión del primer ensayo, ordenaron al señor Alian de volver con más celeridad marchando hasta 25 millas por hora. Todo fué muy bien hasta que, como á la mitad del trayecto, y estando el tren sobre un terraplén, safó la locomotora de los rieles, corrió por alguna distancia sobre los durmientes, rom- piendo unos 60 ó 70 metros, hasta que bajó el talud del terraplén. Afortunadamente, al bajar se encajó en un gran zanjón que la detuvo; el wagón de encomiendas fué tumbado y el coche, aunque inclinado, quedó parado.

El choque fué muy violento; las cabezas de los seño- res Van Praet y Gowland se encontraron, saliendo el último con una herida que le bañó la cara en sangre. El señor Moreno fué lanzado de cabeza contra el cuerpo del señor Llavallol quitándole por el momento la res- piración y el señor Miró que fumaba, se encontró con el cigarro en la nuca, entre la camisa y la carne que le quemaba.

Repuestos del susto y apeados del coche, trataron de averiguar la suerte del conductor y el foguista, los que, felizmente, aunque contusos, habían escapado de lo que parecía una muerte segura.

BUENOS AIRES 261

Enseguida pensaron en lo que debía hacerse. Fueron unánimes en determinar que nada se supiera en el pú- blico, porque haría un pésimo efecto sobre el estado vi- drioso de la opinión, comprometiéndose en no comuni- car lo sucedido ni á sus mismas familias. Pero la prueba había bastado para conocer que no estaba la vía en las condiciones requeridas para entregarla al tráfico públi- co y rehusaron recibirla hasta que hubiera hecho el in- geniero las obras necesarias. Así fué que solamente en Agosto de 1857 pudo el camino ser inaugurado y entre- gado al tráfico público» (1).

Después de este percance, se efectuó el 27 de Agosto de 1857 la inauguración privada, y el 30 del mismo la oficial.

De imaginarse es la perspectiva que ofrecía al viajero el trayecto de la línea desde su salida del Parque.

Suburbios eran y no de los más adelantados en su primer recorrido hasta el Once Setiembre.

La vía cruzaba la actual Plaza Lava lie, tomaba por la calle de este nombre hasta el Boulevard Callao, de donde por una curva que todavía existe, cruzaba la manzana á la boca calle de Río Bamba y Corrientes ocupando el terraplén el centro de esta última calle hasta llegar á la altura de la de Centro América de donde la vía se dirigía hacia la izquierda hasta la es- quina de Piedad y Bermejo, donde se encontraba la an- tigua estación Once Setiembre.

Del Once la línea seguía paralela á la calle de Piedad hasta la de Medrano, donde estaba la vieja estación Almagro suprimida en la actualidad.

El despoblado continuaba hasta pasar el Caballito donde comenzaban á verse las quintas de Plores.

De Flores la línea avanzaba hasta la Floresta donde

ílj Censo Municipal de Bu'iios Aires de 1H87. Tomo I, pág. 47.

2B2 BUENOS AIRES

concluía, lo que hacía un total de 10 kilómetros desde el Parque.

Las fiestas á que dio lugar este acontecimiento fue- ron grandes, durando varios días, adhiriéndose además de los poderes públicos que oficialmente concurrieron á la inauguración, el pueblo todo que se asoció al acto, despertando en él este hecho, una inmensa curiosidad, para muchos indescriptible.

Acostumbrados los habitantes de Buenos Aires á te- ner como únicos medios de transporte el caballo y el buey, no alcanzaban á comprender el cómo podía mo- verse un convoy sin estos elementos.

Si en nuestros días la inauguración de una línea fér- rea es un acontecimiento para el pueblo que le llega, calcúlese lo que sería un hecho de esta magnitud en la ciudad de Buenos Aires.

La primera máquina que hizo el recorrido del Parque á la Floresta fué «La Porteña», reliquia locomotiva ar- gentina, conservada hasta hace poco en los talleres de Tolosa, de donde ha sido trasladada al Museo de La Plata, donde en el futuro se podrá comparar los pro- gresos realizados por la mecánica en esta clase de cons- trucciones.

En los aniversarios del ferrocarril, la Sociedad de So- corros Mutuos formada del personal de empleados de esta empresa, la cubría de flores y banderas mirándola como á uno de sus miembros más queridos.

Inaugurada la línea, el gobierno, en cumplimiento de lo que había prometido, abonó los 52.000 pesos fuertes, renunciando al mismo tiempo á los intereses hasta que los accionistas obtuviesen el 9 por ciento en los divi- dendos.

Al mismo tiempo, comprendiendo el gobierno las ven- tajas que produciría la continuación de una obra de este género, no trepidó en concurrir con 10.000,000 de

BUENOS AIRES 263

pesos moneda corriente para su prolongación á Morón, pagaderos en las mismas condiciones que abonó la pri- mera cuota.

A pesar de la protección oficial, la situación financiera de la empresa no prosperó, por lo que en 1862 el go- bierno compró á los accionistas sus derechos, tomándola bajo su dependencia directa.

Cuando el gobierno se hizo cargo del ferrocarril, los rieles llegaban á Moreno, siendo un acontecimiento la construcción del puente sobre el Río Lujan.

La prolongación de esta línea se hizo poco á poco siendo las primeras.

El 30 de Agosto de 1857 a la Floresta

En 1869 * Morón

El 12 de Abril de 1860 » Moreno

El 23 de Mayo de 1864 » Lujan

El 1.° de Marro de 1865 » Mercedes, etc.

Continuó el ferrocarril del Oeste prolongando su línea principal á Chivilcoy, Bragado, 9 de Julio, Pehua- jó, Trenque Lauquen y Toay, construyendo los rama- les de Merlo al Saladillo y de Lujan á Junín y San Ni- colás. El más moderno de los ramales es el del Bragado á Villegas y su prolongación á Van Praet.

Cuando el Gobierno de la Provincia se hizo cargó del ferrocarril del Oeste en 1862, el horario oficial ora el siguiente:

264

BUENOS AIRES

F. C. O. Desde el Domingo 9 de Noviembre de 1862, el servicio de trenes queda establecido del modo **- guíente:

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DÍAS FERIADOS

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Debiendo salir el primer tren á las seis de la mañana, los mayorales deberán entregar los equipajes en esta estación la víspera, hasta las ocho de la noche, y los pa- sajeros deben tener cuidado que no se recibirá enco- mienda ni equipaje alguno sino hasta treinta minutos antes de la salida del tren. El Administrador ».

CAPITULO LXV. Ferrocarriles.

El ferrocarril del Oeste. Reglamento del servicio dk ómnibus. Sk levantan los rieles del Parque al Once. Ramales en la ciu- dad.— Las Aguas Corrientes. Interés de los gobiernos de la pro- vincia por este kerrocrakil. Lo que se hizo para kn agen arlos. La enagbnación.— The New Western Railway of Buenos Aires. Estado del ferrocarril cuando lo adquirió esta empresa. —Rama- les que vendió. Nuevos ramales. Los talleres de Tolosa. Vías A bajo nivel. La Estación del Once.

(Obras consultados: Bueno* Aire*, sus hombre*, sus costumbres \ etc.¡ th Carlos Martínez; Memorias y Balances del ferrocarrii. del Oeste, publi- cados en los diarios del dia, etc.).

Durante sus primeros tiempos el Ferrocarril del Oes- te estableció, para el uso exclusivo de sus pasajeros, un servicio de ómnibus entre la estación del Parque y el centro de la ciudad.

El reglamento porque se regía este servicio, era el si- guiente:

«Compañía del Ferrocarril del Oeste de Buenos Aires. Servicio de Ómnibus. Reglamento Provisorio para el servicio de Ómnibus, anexo al Ferrocarril del Oeste.

Cada Ómnibus tendrá un número de orden, núms. 1, 2, 8 y 4.

El número 1, se estacionará en la calle de la Defensa, entre México y Chile.

El número 2, en la calle Representantes entre México y Chile.

266

BUENOS AIRES

El número 3, en la calle de Piedras entre las mismas anteriores.

El número 4, en la Plaza de la Concepción.

El número 1 al salir de su estación para dirigirse á la del ferrocarril, recorrerá las calles Defensa, Plaza Vic- toria y Reconquista hasta la calle del Parque que segui- rá hasta la estación.

El número 2, recorrerá las calles Representantes y Florida hasta encontrar con la calle del Parque que se- guirá hasta la estación.

El número 3 seguirá las calles Piedras y Esmeralda, hasta llegar á la calle del Temple, entrando de estemo- do á la estación central.

El número 4 recorrerá las calles Buen Orden y Artes tomando la calle del Temple para entrar á la estación del Parque.

El precio del asiento, hasta la estación del ferrocarril, será de tres pesos por cada viaje; más los días feriados, la vuelta del Parque á las estaciones de los Ómnibus, será de cinco pesos. Para volver de la estación del Par- que, los pasajeros tendrán facultad de bajar en el punto quemas les convenga de las calles que recorren los Óm- nibus.

Cuando un pasajero haya tomado su asiento en di- rección al Parque, sea en la estación del Ómnibus ó en tránsito, no podrá, por ningún pretexto, bajar en otra parte que en la estación del ferrocarril.

Todas las personas destinadas á tomar asiento en el tren, podrán ser admitidas en los Ómnibus.

Es prohibido de un modo absoluto fumar en los Óm- nibus é introducir ningún atado.

Horas de salida de los Ómnibus de sus estaciones res- pectivas:

BUENOS AIRES 267

Di a* de trabajo.

Primer viaje á las seis y media de la mañana Segundo » » » nueve y media » » » Tercer » » la una de la tarde Cuarto » » las cuatro » »

Días fei'iado*.

Primer viaje á las siete y media de la mañana

Segundo » » » nueve y media » » »

Tercero » » » doce y cuarto del día

Cuarto » » t tres y cuarto de la tarde.

Cuando fuese necesario se hará un quinto viaje.

Buenos Aires, Mayo 12 de 1868. El Director Admi- nistrador* (1).

El aumento de población hizo peligroso la entrada del ferrocarril al centro mismo de la ciudad, por lo que se levantaron los rieles en el trayecto del Parque al Once.

El ferrocarril del Oeste tenía varios ramales que par- tían del Once de Setiembre y recorrían calles impor- tantes del municipio.

Ellos eran: el que por la calle Centro América iba á empalmar en la Recoleta con los demás ferrocarriles, conduciendo por él cargas y pasajeros.

En su reemplazo la empresa construyó el ramal del Caballito á Colegiales, para cargas únicamente.

Otro ramal era el que partía de la vía principal y la calle Bustamante, hasta los confines del Municipio en el Riachuelo de Barracas. Era exclusivamente destinado al tráfico, cargas y materiales.

En su reemplazo se construyó el nuevo ramal al Ria-

(1) El Orden, Io clt» Julio do 18T)8.

268 BUENOS AIRES

ckuelo, que arranca entre las estaciones Liniers y Vélez Sarsfield.

El otro ramal era la línea que partía de la esquina de las calles Corrientes y Bermejo hasta la Chacarita, por el que se hacía el servicio fúnebre de aquella necrópolis.

El establecimiento de las aguas corrientes se debe á este ferrocarril, cuya comisión las administró hasta 1871 .

El agua salobre que consumían las locomotoras des- truía sus calderas, y para evitar esto se estableció un caño de la Recoleta al Parque que llevaba el agua del río. »

El Banco de la Provincia y el ferrocarril del Oeste eran las dos glorias, de los hijos de Buenos Aires.

Todos los gobernantes que dirigieron los destinos de la Provincia de Buenos Aires, se preocuparon de él y su mayor satisfacción al leer sus Mensajes á la legislatu- ra, era el decir: «que durante sus gobiernos se habían construido tantos kilómetros de ferrocarril».

Para enagenarlos fué necesario desacreditarlos, y la buena administración que siempre tuvieron, hacerla desaparecer, introduciendo en su lugar el desquicio y? como consecuencia de esto, que el ferrocarril no produ- jese para cubrir los gastos.

Resuelta la venta de los ferrocarriles de la Provincia como también se llamaba el Ferrocarril del Oeste, la tasación que de ellos se hizo, fué de 44.289.347,01 pesos oro sellado.

No obstante esta tasación, el Gobierno sacó á lici- tación la venta del ferrocarril con la base de 34.068.728 pesos oro.

Dos fueron las puestas que se presentaron. Una de 34.100.000 pesos, oro y la otra de 35.000.000 de igual moneda.

Las protestas de la opinión pública contuvieron por un momento el sacrificio de los ferrocarriles, no atre-

BUENOS AIRES 269

viéndose el Gobierno de la Provincia á enajenarlos por las snmas ofrecidas en la licitación.

Pocos días después de realizada la apertura de las pro- puestas y del rechazo de éstas, la sociedad que había hecho la propuesta más baja ofertó por los ferrocarriles 41.000.000 de pesos oro, la que fué aprobada por la Le- gislatura.

Los compradores se hicieron cargo de las deudas del Ferrocarril, percibiendo en efectivo el gobierno de la Provincia la suma de 3.082.389 libras.

La empresa compradora tomó el nombre de «New Western Railway of Buenos Aires», siendo su capital actual de 11.600.000 libras esterlinas.

Cuando la empresa actual adquirió en 1890 el ferro- carril del Oeste, la línea principal llegaba á Trenque Lauquen, á más de los ramales de Merlo al Saladillo, de Lujan al Pergamino y San Nicolás y el de Haedo á La Plata y la Magdalena, con una extensión de 664 millas.

Enagenados los ramales, á excepción del de Haedo á La Plata, á los ferrocarriles del Sud, Ensenada y Cen- tral Argentino que sumaban 326 millas, quedó reducido el ferrocarril del Oeste á 338 millas, las que poco á poco se han elevado á 591 millas con tendencias á ir siempre en aumento.

El ferrocarril del Oeste mantiene bien el pabellón de sus utilidades, á la vez que día á día aumenta el kilome- traje de sus Jíneas.

En estos momentos (1902), construye varias líneas férreas destinadas á servir una gran zona apta para la ganadería y agricultura, y dentro de poco la locomotora cruzará por parajes que se encuentran á enormes distan- cias de las líneas férreas actuales.

Los ramales á que nos referimos son la prolongación del de Van Praet hacia la Pampa, cuyo objetivo final parece ser llegar á San Rafael al sud de Mendoza, otro

270

BUENOS AIRES

equidistante de las líneas del Bragado á Toay y del Bra- gado á Banderaló y cuyo punto de arranque será inme- diato á la estación Lincoln.

El otro ramal arrancará de Trenque Lauquen á Carhué donde empalmará con el ferrocarril del Sud, teniendo por este medio la rica zona del Oeste una salida directa al puerto de Bahía Blanca.

Durante el primer año de su existencia el ferrocarril del Oeste condujo 56,190 pasajeros y 2,257 toneladas de carga con una extensión de 10 kilómetros.

En 1900 condujo 3.247.016 pasajeros y 1.159.546 to- neladas de carga con una extensión de 947 kilómetros 800 metros.

Los lujosos y costosos talleres de Tolosa han sido ven- didos al ferrocarril del Sud y en reemplazo de estos la empresa del Oeste construye sus nuevos talleres en Li- mera.

La construcción de las vías á bajo nivel entre las es- taciones Once y Caballito, es una .obra costosísima que la empresa realiza, para evitar accidentes y garantirse de no ser desalojada de la Plaza del Once, por el cons- tante y numeroso núcleo de población que atraviesa.

Cuando se construyó la antigua estación del Once lo fué en carácter provisorio estando como tal, más de vein- te años.

La construcción de la elegante estación actual respon- dió á los mismos propósitos que motivaron laobra de las vías á bajo nivel.

La campana que da la señal de partida de los trenes es la misma que desempeñaba igual misión en la vieja estación del Parque, la que se ha conservado gracias al actual gefe de tráfico señor Alejandro Lértora quién la guardaba y que al hacerse la nueva estación la donó.

CAPÍTULO LXVI.

Ferrocarriles.

El ferrocarril del sud. Origen de esta empresa. Su primer geren- te.— Horario de 1865. El tramway de la calle Lima. Adquisi- ciones.— Líneas dk este ferrocarril. La línea al Nkuquen.— Em- presa b fluviales. Ensanche de Constitución. Vías á alto nivel. Los talleres de Banfield. El record de las velocidades. Ca- pital, extensión y tráfico.

El ferrocarril del Sud tuvo su origen en una con- cesión que en 1862 obtuvo el señor Eduardo Lumb, del Gobierno de la Provincia.

La concesión del señor Lumb, era hasta Chascomús, y fué enagenada en 25.000 libras á la actual compañía.

La primera sección hasta Jeppener, se inauguró el 14 de Agosto de 1865, llegando ese mismo año los rieles á Chascomús.

La empresa constructora, por concesiones sucesivas, fué extendiéndose hasta abarcar, con sus rieles todo el sud de la provincia de Buenos Aires, parte del sud- oeste y de Bahía Blanca al Neuquén, ocupando hoy el primer puesto éntrelas empresas de ferrocarriles argen- tinos.

El primer gerente del ferrocarril del Sud fue el señor Eduardo Banfield, cuyo nombre lleva una de las esta- ciones del servicio urbano.

El horario que regía en 1865, era el siguiente:

Ferrocarril del Sud. Desde el 14 de Diciembre de 1866, el servicio de trenes es como sigue:

272

BUENOS AIRES

SALIDAS

ESTACIONES

Bs. As. P. Constitución..

Barracas

Lomas de Zamora

Olew

San Vicente

Donselaar

Ferrari

Jeppener

Fació

Gándara

Chascomús

1 y 2

1 y 2

1 y 2

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1 y 2

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REGRESOS

ESTACIONES

Chascomús

Gándara

Fació

Jeppener

Ferrari

Donselaar

Sau Vicente

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Lomas de Zamora. .

Barracas

Plaza Constitución.

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8.10

El Adminútrador.

Para facilitar el movimiento de pasajeros, la empresa del Sud construyó una de las primeras lineas de tram- ways que hubo en Buenos Aires. Partía ésta de Cons- titución, iba por la calle de Lima hasta la de Belgrano, donde había una estación. Allí se entregaban los equi- pajes y se obtenían los boletos.

Por este medio se llevaba el ferrocarril al centro de la ciudad, y para mayor comodidad del público, había co- ches de primera y de segunda en los que se viajaba con el boleto del tren.

El ferrocarril del Sud adquirió la empresa del ferro-

BUENOS AIRES 273

carril de Buenos Aires á la Ensenada y el ramal de Mármol á La Plata, además del de Merlo al Saladillo, que adquirió anteriormente de la empresa del Oeste.

Dos son las líneas principales de Buenos Aires á Ba- hía Blanca, de las que parten varios ramales que sirven á pueblos importantes de la provincia.

Una de estas líneas pasa por Temperley, Ferrari, de donde sale el ramal á La Plata, Altamirano, punto de arranque del ramal á Las Flores, Chascomús, Dolores, Maipú, punto de partida del ramal á Mar del Plata, Ayacucho, de donde sale el ramal á Necochea, Tandil de donde parte el ramal á las Flores, Juárez, Tres Arro- yos, Coronel Dorrego y Bahía Blanca.

La otra línea pasa por Temperley de donde sale el ra- mal á Cañuelas que pasa por el Monte, Las Flores, Azul, Olavarría. Coronel Suárez, Saavedra y Bahía Blanca.

De Cañuelas arranca el ramal que pasa por Lobos, cabecera de tres ramales: los de Navarro, Alvear y Mer- lo, pasa por el 25 de Mayo, Bolívar, Ghiaminí, etc., empalmando en Saavedra con la línea principal á Bahía Blanca.

La línea al Neuquén arranca de Bahía Blanca hasta la confluencia de los Ríos Negro y Neuquén como asi- mismo el ramal que por Ingeniero White va al Puerto Militar.

De la estación Casa Amarilla parte la antigua línea á la Ensenada, hoy de esta empresa, que pasa por Ba- rracas, Quilines, Pereyra, de donde sale el ramal á la Ensenada y empalma el de Temperley, para llegar á la ciudad de la Plata.

De la Plata, además de esta línea y de los ramales á Ferrari y Haedo, parte la línea que pasa por la Magda- lena, Atalaya y Alvarez Jonte y el pequeño ramal á Río Santiago.

Cuando en 1862 se formó la compañía del ferrocarril

18

274

BUEVOS AIBSS

del Sud, obtuvo del Gobierno la concesión de introdu- cir, durante cuarenta años, libre de derechos, todos los materiales necesarios para la construcción y explotación de sus líneas.

El término acordado vencía en 1902, pero cuando en 1895 se formalizó el contrato para la construcción de la línea al Neuquén, se le concedió i la compañía otro plazo por cincuenta años, á más de la cesión gratuita de las tierras nacionales que se necesitasen para la obra, comprometiéndose el Gobierno á abonar á esta empresa 150.000 libras en diez anualidades, pagaderas á contar desde la fecha que la línea se abriese al tráfico público.

En esta línea, de carácter extratégico, inaugurada ya, se ha construido uno de los puentes más grandes y cos- tosos de la República, en la confluencia de los ríos Neu- quén y Negro.

El costo de este puente fué de 120.000 libras. Consta de seis tramos de 52 metros y 9 de 20 metros, ó sea una longitud de 350 metros, poniéndose por este medio en comunicación con el resto del país una zona del mismo, que permanecía casi aislada.

El señor Henderson, de regreso de su viaje á Chile (Marzo de 1902), tiene el propósito de llevar adelante la prolongación de su línea á Chile, donde empalmaría ésta, con los ferrocarriles chilenos en Victoria.

Lo que había que construir para llevar á cabo este propósito serían 810 kilómetros de vía, divididos en esta forma: de la confluencia de los ríos Negro y Neuquén á Las Lajas 360 kilómetros y de Las Lajas á Victoria 460 kilómetros, teniendo que construirse en el Paso de Llonquimay un túnel de 500 metros.

La construcción de esta línea será motivo de nuevas concesiones por parte del Gobierno Nacional, el que está en vísperas de construir un ferrocarril militar de un metro de trocha, de las confluencia de los ríos Negro

BUENOS AIRES 275

y Neuquén á Las Lajas, el que indudablemente no se llevaría á efecto realizando el Sud su prolongación á Chile y efectuados los arreglos definitivos con esta Nación.

El f errocaml del Sud tiene, como se ve, en sus manos el monopolio de todo el Sud de la Provincia de Buenos Aires, y si se agrega la construcción del Gran Dock Sud de la Capital, los muelles y depósitos que posee en Bahía Blanca, y si arrienda como pretende, el Puerto de La Plata, su esfera de accción aumenta considera- blemente.

Esta empresa colosal lleva á cabo en estos momentos (1902) el ensanche de la estación Constitución, el que se hace de acuerdo con los planos del ingeniero C. W. Mills.

La nueva estación tendrá nueve andenes en lugar de los tres que poseía, lo que permitirá efectuar su carga y descarga simultáneamente á ocho trenes.

El restaurant se ensanchará doblemente, dando frente á la Plaza Constitución, dotándosele de baños y pelu- quería para los viajeros.

Los trenes entrarán á alto nivel por un viaducto cuyo costo se estima en 250.000 libras, el que tendrá cinco kilómetros de extensión, desapareciendo la estación Barracas al Norte y el empalme á Sola, construyéndose por cuenta de la empresa un puente sobro el Riachuelo para el servicio público.

Los talleres de Sola se trasladan á Banfield, donde la empresa levanta construcciones de una magnitud ex- traordinaria, siendo quince veces más grandes que las existentes, además de los edificios para obreros, todo lo que ocupa un área de 1.715.928 varas cuadradas.

De Banfield á Constitución se construirán cuatro vías que beneficiarán notablemente al público.

Los Talleres de Tolosa que pertenecían al ferrocarril

276 BUENOS AIRES

del Oeste han sido adquiridos por el ferrocarril del Sud.

El record de las velocidades en la República la lia dado este ferrocarril en el verano de 1902.

Estableció una vez por semana trenes rápidos á Mar del Plata ó sean unos 400 kilómetros, los que fueron re- corridos á razón de 69 y 1/8 kilómetros por hora. Dicho tren salió de Constitución á las 3 y 41 de la tarde y lle- gó á su destino á las 9 y 25 de la noche.

El capital de esta empresa es de 24.149.000 libras, in- cluyendo las cDebentures del Ferrocarril Buenos Aires y Ensenada», siendo su extensión de 2.303 millas.

En 1900 el ferrocarril del Sud condujo 5.669.702 pa- sajeros y 2.042.760 toneladas de mercaderías.

CAPITULO LXVII.

Ferrocarriles,

Origen del Central Argentino. Como llegó A Buenos Aires. Ad- quisiciones.— FUSIÓN CON EL BUENOS AlRES Y ROSARIO. El FE- RROCARRIL Buenos Aires y Rosario. Origen de esta empresa. Prolongaciones y adquisiciones. El viaducto de Palermo á Re- tiro.— Causas de la fusión con el Central Argentino.

La construcción y explotación de los primeros ferro- carriles cansaron sorpresa tal en los sencillos moradores de las campañas, que los ingenieros constructores tro- pezaban con dificultades al establecer las señales por donde debían construir las vías, las que eran arrancadas en la noche por los paisanos, contándose el caso de que no faltó quien pretendiera enlazar la locomotora.

La primera empresa que se estableció en el país con capitales extranjeros, fué la del Central Argentino, cu- yas negociaciones con el señor Buschental primero, y Wheelwrigh después, dieron por resultado la construc- ción del ferrocarril del Rosario á Córdoba, inaugurán- dose en 1866 el ramal del Rosario á Tortugas, llegando en 1870 los rieles á Córdoba.

El Central Argentino arrendó primero el ferrocarril del Norte, el que, el Io de Enero de 1898, adquirió defi- nitivamente, y con la compra que hizo al ferrocarril del Oeste, del ramal de Lujan á San Nicolás, llegó á la Capi- tal de la República, estableciendo sus comunicaciones con el Rosario y Córdoba por la línea que construyó de Victoria al Pergamino y Cañada de Q-ómez.

278 BUENOS AIHE8

Últimamente adquirió el ferrocarril Oeste Santafeei- no y en Enero de 1902 se fusionó con el Buenos Aires y Rosario, viniendo á tener esta nueva sociedad un capi- tal de libras 27.089.493, incluyendo las « debentures >, acciones preferidas y una emisión que está por hacerse, siéndola extensión de las líneas de 2.124 millas.

El ferrocarril de Buenos Aires al Rosario lo proyectó Don Mariano Billinghurst en 1872, fracasando su em- presa.

Poco después de esto se iniciaron los trabajos del fe- rrocarril á Campana, el que se inauguró el 22 de Abril de 1876.

Durante muchos años, Campana fué el punto terminal de la línea, hasta 1883 en que obtuvo esta compañía la prolongación al Rosario, renunciando en cambio á la ga- rantía que recibía del Gobierno Nacional.

En 1884 el Buenos Aires and Campana Railway Com- pany Limited, cambió por Buenos Aires and Rosario Railway Company Limited.

En 1884, 1887, 1888 y 1899 obtuvo nuevas prolon- gaciones cruzando sus rieles las provincias de Buenos Aires, Santa Fé, Santiago del Estero y Tucumán,

Los señores Emilio Nouguier y C a, obtuvieron por ley del Congreso del 10 de Octubre de 1887 la concesión conocida por «Ferrocarriles Pobladores», los que, par- tiendo de Belgrano, terminaban en Las Conchas.

Esta concesión la compró el ferrocarril Buenos Ai- res y Rosario. Cruzaba una zona rica y la vía del ferro- carril del Norte á la altura de Olivos, de donde costeaba el río, siendo de los ferrocarriles que arrancan de la Ca- pital Federal el más pintoresco.

Más tarde la empresa del Rosario adquirió el ferro- carril de Santa y Córdoba, y con la reciente fusión con el Central Argentino, forman en el día uno de los trust ferrocarrileros argentinos más poderosos.

BUENOS AIKES 279

Después del incendio de la Estación Central el ferro- carril Buenos Aires y Rosario construyó su entrada al Retiro á alto nivel por medio de un viaducto de hierro de Palermo al Retiro, sobre la costa misma del río, cu- yo costo se eleva á 1.000.000 delibras.

La competencia ruinosa que el Rosario y el Central Argentino se hacían, movió á los accionistas de ambos a fusionarse evitándose de ese modo la guerra de tari- fas que les perjudicaba, pues los accionistas de estas empresas eran más ó menos los mismos.

En Mayo de 1902 dieron cuenta estas empresas al gobierno de su fusión, el que no reconoció el hecho como tal hasta que él tuviera la intervención que legítima- mente le corresponde.

Las empresas, en vista de esto, han reconocido el de- recho del gobierno, y sometida á su consideración, la aprobación de la fusión.

Pero el P. E. no hará lugar á ésta de acuerdo con los dictámenes de los procuradores del Tesoro y de la Nación y por pensar que cada empresa goza de sus ac- tuales derechos en virtud de contratos especiales, y que una modificación en el sentido que se solicita, no sola- mente se opone á la ley de ferrocarriles, sino que afecta profundamente los intereses de la nación.

Por estas consideraciones, la fusión se considera co- mo una compra, continuando las relaciones con estas empresas como si el hecho no se hubiera producido.

CAPÍTULO LXVIII.

Ferrocarriles.

El Ferrocarril del Norte.— Su origen.— El tramway del Paseo i>k Julio.— Importancia de esta lInea.— La vía \" las inuiídaciohes Pequeña idea de lo que ki:b este ferrocarril. Su prolongación del Retiro a Central. Lo que fué esta estación. Su incendio t

DEMOLICIÓN DEFINITIVA. Lo ADQUIERE EL CENTRAL ArOEXTOCO.

El Ferrocarril Buenos Aires y Ensenada. Los primeros tiempos. Horario de 1865. Su importancia cuando se fundó la Plata.— Lo adquiere kl Ferrocarril del Sud.

En Diciembre de 1862 se dieron comienzo á los tra- bajos del ferrocarril del Norte.

El panto de partida fué del Paseo de la Guardia Na- cional y Batería Once de Setiembre en el bajo del Retiro.

Su primer gerente fué Mr. Crabtree.

Antes de su prolongación á Central, el servicio de encomiendas y pasajeros se hacía por una línea de tramways que fué de las primeras que hubo en Buenos Aires. Hacía el recorrido de Rivadavia y Paseo de Ju- lio al Retiro.

Esta línea, cuya concesión era Buenos Aires and San Fernando Railway Company Limited, no tenía más que 30 kilómetros de extensión y ha sido una mina pa*a *ft empresa que la obtuvo.

Todos los pueblos de la costa norte inmediatos á Bue- nos Aires que servía, le hacían el camino obligados en los veranos y á pesar de su mal servicio, que llegó ¿ ser

BUENOS AIRES 281

proverbial, su importancia, lejos de disminuir, fué siem- pre en aumento.

De la Recoleta á Olivos la línea costeaba al río y cuando había inundaciones ó temporales, se inundaba, teniendo muchas veces que suspender su servicio mo- mentáneamente por esta causa.

No habrán olvidado todavía los viajeros de este fer- rocarril los empujones de las pequeñas máquinas para poner en movimiento á los trenes, ni las peripecias que el pequeño repecho de Olivos á San Isidro, en que las máquinas, más de una vez, no lo pudieron vencer á pesar de su insignificancia.

Uno de los accidentes producido por este ferrocarril, que más conmovió á la sociedad de Buenos Aires, fué la muerte de la señorita Elena Esperón, ocurrida á la altura de la estación Olivos, al cruzar la vía en un coche.

La prolongación del Retiro á Central, aumentó la importancia de este pequeño ferrocarril, donde perma- neció hasta después del incendio de la Estación Central de Ferrocarriles, ocurrida el 14 de Febrero de 1897.

Esta estación era una construcción de madera, hierro y zinc, que de provisoria pasó á efectiva, hasta que se incendió.

Después del incendio, las empresas construyeron gal- pones provisorios, con la intención de continuar en ese mismo sitio, pero el Gobierno Nacional ordenó al año siguiente la demolición de las construcciones existentes y el levantamiento de las vías á pesar de las protestas de las empresas.

El ferrocarril del Norte fué arrendado por 99 años por la empresa del Central Argentino y adquirido en propiedad después por la misma, el Io de Enero de 1898.

El 22 de Febrero de 1863 se inauguraron los trabajos del Ferrocarril de Buenos Aires á la Ensenada bajo la dirección del ingeniero Guillermo Wheelwright.

282

BUENOS AIHBS

El punto de partida de esta línea fué la estación Ve- nezuela en el bajo del Paseo Colón, prolongándose más tarde á la que fué Estación Central de Ferrocarriles has- ta su incendio, de donde al año siguiente, fueron des- alojadas las empresas, estableciendo su punto de parti- da esta línea de la nueva estación Casa Amarilla, en la esquina de las calles Almirante Brown y Paseo Colón.

El gran viaducto que existía en el Paseo Colón, que partía de la esquina casi de Victoria hasta la calle de Brasil donde estaba la antigua estación Casa Amarilla, fué construida por la empresa de la Ensenada.

Uno de los primeros horarios de esta línea fuá el si- guiente:

« Ferrocarril de la Boca, Barracas y Ensenada. Desde él 11 de Diciembre de 18657 el servicio de trenes será como sigue:

Estaciones

Venezuela

Boca

Tres Esquina»

6

6.10

6.20

SALIDAS

2

3

4

5

6

7

7 7.10

7.20

8 8.10

8.20

9

9.10

9.20

10

10.10

10.20

11

11.10

U.20

12

12.10

12.20

Estaciones

Venezuela

Boca

Tres Esquinas.

1

1.10

1.20

2

2.10 2.20

10

8

8.10 8.20

11

4

4.10 4.20

12

5

5.10

5.20

18

6

6.10 6.20

14

7

7.10

7.20

15

8

8.10

8.20

BUENOS AIBES

283

Estaciones

REGRESOS

Tres Esquinas

Boca

Venezuela

6.80 6.40 6.50

7.80 7.40 7.50

8

8.80 8.40 8.50

9.80 9.40 9.50

10.80 10.40 10.50

6

7*

1L.80 11.40 11.50

12.80 12.40 12.50

Estaciones

Tres Esquinas

Boca

Venezuela

8

9

10

11

12

5.80 5.40 5.50

18

1.80 1.40 1.50

2.80 2.40

2.50

8.80 8.40 3.50

4.30 4.40

4.50

6.80 6.40 6.50

14

7.30 7.40 7.50

Se auplica á los pasajeros que, para evitar demoras, presenten el valor justo del boleto, cuyo precio unifor- ma en toda la línea es de cinco pesos, con excepción de los niños de tres á diez años que pagarán tres pesos.

Nota. Los trenes pararán en la Casa Amarilla y en la Barraca Peña en los casos solamente de haber pasa- jeros para esos puntos ó que estén esperando allí para subir.

Los pasajeros que deseen apearse en esas paradas, deberán avisarlo al guarda tren al entrar en los carrua- jes.— La Administración » .

Este ferrocarril llevó una existencia pobre por los bañados que cruzaba su vía, no teniendo más pueblos de importancia en ella que Barracas, Quilines y Ense- nada.

La fundación de la Plata le dio una gran importan- cia, siendo la primera línea férrea que tuvo la nueva capital de la Provincia.

La empresa del ferrocarril del Sud la adquirió, que- dando, desde entonces, incorporada á la gran red de es- ta compañía, la que ha mejorado su vía y tren rodante y con ello la velocidad de sus trenes.

CAPITULO LXIX. Ferrocarriles.

El ferrocarril Buenos Aires al Pacifico. Condiciones bh que bk

INICIÓ ESTA EMPRESA. KkC'OHBIDO. ADQUISICIONES. FUTURA KX- TRADA AL RETIRO. El TrAMWAY RURAL Á VAPOR. El FERROCARRIL AL R08ARIO DE TROCHA ANGOSTA. La PROPUESTA KuRZER.

La ley del 6 de Setiembre de 1886 es el origen del fer- rocarril de Buenos Aires al Pacífico.

Por ella el Gobierno Nacional concedía el 7 % de ga- rantía por veinte años sobre un capital de 2.312.340 libras.

En 1896 el gobierno rescindió esta garantía mediante el pago de £ 376.984 en fondos públicos del 4 °/0 , obli- gándose á no conceder línea paralela alguna á la de esta empresa á una distancia de 30 kilómetros, por espa- cio de diez años, á contar del Io. de Enero de 1896.

El punto de partida de esta línea es el Retiro, pero la estación cabecera es Palermo situada en la calle de San- ta Fé y Arroyo Maldonado.

Las vías de esta empresa cruzan una zona rica de la Provincia de Buenos Aires, la parte Sud de Córdoba y llega á Villa Mercedes de San Luis donde empalma con el Gran Oeste Argentino que va á Mendoza, el qué á su vez empalma con el Trasandino por Uspallata, cuya prolongación á Chile cuenta el apoyo de los gobiernos de ambos países.

En Villa Mercedes el Pacífico empalma también con el Andino.

BUENOS AIRES 285

Este ferrocarril tiene, especialmente en el verano, el tráfico con Chile en combinación con las empresas nom- bradas.

El ferrocarril Buenos Aires al Pacífico ha adquirido el ferrocarril de Villa María á Rufino y construye ra- males importantes, entre ellos se encuentra el de Rufi- no á Cañada Verde y Buena Esperanza.

La entrada al Retiro de esta empresa, se hará por un viaducto de mampostería que se construirá sobre el río, cuyo costo se calcula en 7.500.000 pesos oro.

Esta empresa ha intentado fusionarse en el Gran Oeste, pero las negociaciones no han tenido buen éxito por lo que el Ferrocarril al Pacífico construirá su línea de Villa Mercedes á'San Juan.

El Tramway Rural á Vapor del que nos ocupamos al hablar de los tramways, parte de la Chacarita y va al pueblo del Salto.

Tiene un ramal á Zarate.

En 1888 el señor Santiago Temple obtuvo una con- seción de ferrocarril de trocha angosta de Buenos Aires al Rosario.

El 18 de Enero de 1901 se dio comienzo á los trabajos partiendo la línea de un costado de la Chacarita.

El señor Augusto Kurzer se ha presentado este año al Congreso solicitando una concesión para construir y explotar una doble vía férrea de construcción elevada, que unirá á los pueblos cercanos á la capital.

CAPITULO LXX. Tramways.

Medios de comunicación usado» antes del establecimiento ds lo» tramways. lo8 ómnibus. oposición que encontró el estableci- MIENTO DE LOS TRAMWAYS. QUIÉNES FUKBON SUS DEFENSORES. El

Poder Ejecutivo aprueba el establecimiento de esta clase i>k vehículos.

(Obras consultadas: Censo Municipal de 1887; Buenos Aires a Vuelo de Pájaro, por Florencio Escardó; Guia de. forasteros del Estado de Bue- nos Aires para J8f>5; Publicaciones periódicas de diversas épocas).

Antes del establecimiento de los tramways, los medios de locomoción que tenía esta ciudad eran: el caballo, las diligencias, los carruajes, las carretas y los ómnibus.

Los ómnibus se establecieron después del 53.

Había varias empresas de esta clase que tenían su punto de partida de la Plaza de la Victoria.

El señor Francisco Hué era el empresario de los óm- nibus al Once de Septiembre.

Otras líneas iban á la Recoleta, Barracas, Boca y Constitución.

Una de las primeras líneas regulares de esta clase, fué la que en 1858 estableció él ferrocarril del Oeste, para uso exclusivo de sus pasajeros (1).

El tiempo que se empleaba en los ómnibus era mayor del que pone cualquier tramway de los que hacen hoy esos servicios.

1 1 ) Véase v\ Capitulo LXV.

BUENOS AIBKS 287

El movimiento de estos vehículos era incómodo por el mal empedrado de las calles en que andaban, viéndo- se muchas veces detenidos por el tráfico común ó el mal estado de éstas.

Tenían capacidad para quince personas, empleando cuatro y seis caballos para su conducción.

En los primeros tiempos, entre los viajeros, no falta- ban pasajeros mal educados que con sus impertinencias molestaban especialmente á las señoras.

Los Ómnibus luchaban con los malos pavimentos, además de los fuertes gastos que tenían, siendo los tram- ways superiores en comodidad, movimiento y aseo.

La última empresa seria que hubo, fué la de los «Óm- nibus de la Capital» en 1888, la que utilizaba en gran parte los rieles de los tramways. No prosperó y al poco tiempo desapareció.

Esta clase de vehículos, que se creía desterrada para siempre en esta ciudad, ha reaparecido en una forma moderna en la concesión que han obtenido los señores A. Llambí y Gothold Frankel para establecer ómnibus automóviles que recorrerán las calles más importantes de la capital.

El establecimiento de los tramways fué la muerte de los ómnibus, los que no obstante lucharon mucho tiempo hasta que, siendo imposible la competencia, desapare* cieron.

Grandes fueron las resistencias que levantó el esta- blecimiento de los tramways, causando esto una revolu- ción económica en la circulación, valorizando las pro- piedades lejanas del centro y formando barrios populo- sos donde antes eran parajes solitarios.

La idea encontró mayor oposición en los propietarios del centro de la ciudad, que aducían como causas la desvalorización de sus propiedades, el peligro que sería para el público, vehículos de esta clase en calles tan es-

288 BUENOS AIRBS

trechas, previendo numerosos accidentes, la dificultad para vencer las curvas y pendientes y el obstáculo que sería para el tráfico urbano.

Con estas ideas y apoyados por los propietarios de ómnibus y carruajes que veían en los tramways su muer- te, por el abaratamiento del transporte y la comodidad que obtendría el pasajero, se presentaron al Poder Eje- cutivo solicitando su rechazo.

Alentaba á los opositores á los tramways el que, en 1863, los señores Julio y Federico Lacroze, no obtuvie- sen de la Municipalidad una concesión que solicitaron para establecerlos exclusivamente ellos durante veinte años después de lo cual todo pasaría á ser propiedad municipal.

Hubo un momento crítico en 1868, en que la prensa y la opinión se apasionaron en contra de los tramways, figurando entre los opositores un núcleo de lo más se- lecto y distinguido de la capital.

Fué en esas circunstancias y que es muy justo recor- dar ahora, que los señores Jorge Drable y Don Mariano Billinghurst tomaron su defensa en la prensa, aduciendo el primero como argumento incontrastable las estadís- ticas de tramways de Londres y Nueva York, y constru- yendo el segundo dos líneas, ejemplo práctico que hizo al poco tiempo de Buenos Aires la ciudad de los tramways.

Pero el Poder Ejecutivo, con un criterio que hace honor á los hombres de ese tiempo, rechazó la solicitud, concedió lo que se pedía y ordenó que los tranways an- duvieran llevando como pregonero á un ginete con una corneta á unos veinte pasos adelante para anunciar á los transeúntes su paso y evitar cualquier peligro.

i

CAPITULO LXXI.

Tramways.

El primer tramway de Buenos Aires. El tramway del ferro- carril del 8üd. El del ferrocarril del Norte. Tramwayb ur- banos.

Cuando en 1865 se inauguró el ferrocarril del Sud, la empresa comprendió la necesidad de facilitar á sus pa- sajeros medios cómodos y rápidos que les condujesen á Constitución, distante en esa época del centro de la ciudad, estableciéndose con este fin la línea de tramways de la calle Lima de la estación del ferrocarril á la es- quina de Belgrano.

Poco después, el 24 de Agosto de 1868, se inauguró el tramway del ferrocarril del Norte en el Paseo de Julio, del Retiro á la esquina de Rivadavia.

Don Mariano Billinghurst, campeón esforzado del pro- greso nacional de ese tiempo, inauguró á fines de 1869 ó á principios de 1870 las líneas de Tramway de la Reco- leta á la Plaza de la Victoria y á Constitución, siendo este el primer tramway urbano que circuló en Buenos Aires.

En 1872 el mismo señor Billinghurst construyó la linea de la Plaza de la Victoria á Flores por la calle de Brvadavia, secundado eficazmente por su hijo Lisandro Billinghurst, la que fué oficialmente inaugurada por el Presidente Sarmiento.

En 1873 construyó la línea de la Plaza de la Victo- ria á Belgrano.

19

290 RUEÑOS AIRES

Como se ve, los esfuerzos realizados por Don Mariano Billinghurst no fueron superados por ninguno de los que construyeron líneas de tramways, pues además de ser las más extensas, recorrían los puntos más impor- tantes de la ciudad, y si se agrega que la primera inicia- tiva de ferrocarril de Buenos Aires al Rosario le perte- nece, la opinión que emitimos queda plenamente con- firmada.

Los señores Julio y Federico Lacroze obtuvieron el 26 de Octubre de 1868 una conseción de tramway, cuyo primer coche circuló en Marzo de 1870 por las calles de Cangallo y Suipacha á Talcahuano, de ésta á Piedad y por Piedad al Once.

En 1878 este tramway recorrió las calles Bivadavia, Victoria y Piedad hasta la Plaza de la Victoria.

Esta empresa, llamada más tarde Tramway Central, fué adquirida en 1889 por el Anglo Argentino.

El señor Federico Lacroze, á quien más de una vez visitamos en su oficina de la Estación Medrano, nos decía enseñándonos la fotografía del primer tramway que anduvo en las calles de Buenos Aires (según él) y un autógrafo de Gobernador Emilio Castro, que le acusaba recibo del retrato: «esto es mi mayor orgullo».

Los señores Méndez Hermanos construyeron la línea del Once Septiembre, conocida por c Tramways de los Méndez», cuyo primer recorrido fué por las calles de Cuyo, del Once á la esquina de 25 de Mayo, tanto de ida como de vuelta, para lo que tenía desvíos.

Más tarde las líneas de este tramway se extendieron por las calles Cuyo, Balcarce, Belgrano, Kioja y Caridad, adquiriendo estas líneas en 1873 la Compañía Tran- ways de la Ciudad de Buenos Aires.

Sucesivamente fueron estableciéndose nuevas empre- sas, entre ellas la de los Tramways Nacionales que tenían su recorrido por la calle Moreno, Cinco Esquinas y

BUENOS AIRES 291

Corrales, la que fué adquirida en 1878 por la Compañía Ciudad de Buenos Aires.

Más tarde estableció el tramway de la Boca y Bar- racas que en 1887 lo adquirió la empresa del Anglo Argentino.

En 1878 se estableció el tramway de los Corrales al Puente Alsina que más tarde llegó hasta Lanús y que hoy no existe.

CAPITULO LXXn.

Tramways.

Tramways actuales.— La Compañía Ciudad de Buenos Aires. El, Anglo Argentino. El Tramway de la Capital. Tramway Ru- ral.— El Gran Nacional. Otras empresas.

En 1869 se constituyó una Sociedad Anónima que en 1873 adquirió el Tramway de los Méndez, que fué la base de la actual Compañía de Tramway de la Ciudad de Buenos Aires.

Esta compañía adquirió el tramway de la calle Lima del ferrocarril del Sud, los Tranways Nacionales en 1878, y con las nuevas concesiones que obtuvo tomó tal im- portancia, que es hoy la primera empresa de tranways de la ciudad.

La actual Compañía del Anglo Argentino se formó sobre la base del Tramway Argentino de Billinghurst.

Es la segunda empresa de este género en importancia y capital y sus líneas tienen una extensión de 105 kiló- metros.

En 1887 adquirió el Tramway de la Boca y Barracas y en 1889 el Tramway Central de Lacroze.

La Empresa del Anglo opera en estos momentos el cambio de tracción estableciendo una usina para este fin en las calle Brandzen y Pedro Mendoza, con diver- sas sub estaciones con transformadores rotativos que harán de la corriente primitiva de 6.000 volts una con- tinua de 650 volts.

BUENOS AIBE8 293

El 30 de Julio de 1902 inauguró el servicio eléctrico en la sección Almagro con cuatro coches.

El Tramway de la Capital fué una concesión que el se- ñor Wenceslao Villafafte obtuvo del Congreso de la Nación por el término de noventa y nueve años quedan- do después de esa fecha á favor de la Municipalidad todo: vías, estaciones, tren rodante, etc.

La Sociedad se constituyó bajo el nombre de Tram- way de la Capital, y la formaban: Wenceslao Villafañe, socio fundador, director gerente, y los señores Vicente Casares, Francisco Bustamante y Emilio Hansen, con un capital de 600.000 pesos, el que se aumentó más tarde.

En 1893 se liquidó esta sociedad, adquiriéndola la empresa que actualmente la explota con el nombre de «Tramways de la Capital» que fué la primera que hizo el cambio de tracción, y cuyos coches hicieron el reco- rrido urbano por el sistema Trolley.

Su recorrido principal es de la Plaza de Mayo por Victoria y Paseo Colón á los Mataderos de Liniers pa- sando por Plores, con ramales á los Corrales Viejos, Boca y Dársena Sud.

Esta empresa es concesionaria de una línea de Liniers á San Justo, pero últimamente (Noviembre de 1901), se presentó al Gobierno pidiendo se le releve de su com- promiso.

El Gobierno, como la concesión emana de una ley del Congreso, someterá el caso á éste, siendo de advertir que los vecinos de San Justo se han presentado también pi- diendo se obligue á la empresa á cumplir sus compro- misos.

Una parte del transporte de la carne de los Mata- deros á la ciudad se hacía por esta línea, pero en No- viembre de 1901 dejó de hacerlo.

El señor Federico Lacroze, á quien hemos visto cons-

294 BUEN08 AIRES

trayendo una de las primeras líneas de tramways, fundó más tarde el Tramway Rural, el que recorre barrios im- portantes de la ciudad, y como su nombre lo dice salva los límites del Municipio y se interna en la Provincia de Buenos Aires hasta el pueblo del Salto, favoreciendo con sus tarifas la rica zona que atraviesa, que es la úni- ca de la provincia que tiene este medio de transporte, haciéndoles una ventajosa competencia á los ferrocarri- les, entre cuyas líneas corre.

El Tramway Rural procura en estos momentos llegar á la Plaza de Mayo, y sus líneas á sangre llegan hasta Saavedra, partiendo la línea á vapor de la estación Cha- carita.

La extensión de la ciudad dio origen á empresas nue- vas como las dos últimas que acabamos de nombrar y á otras como la «Gran Nacional», que es una concesión obtenida por el señor Horacio B. Harilaos, cuyo pri- mer coche hizo el recorrido de la sección Recoleta de acuerdo con su concesión el 1.° de Abril de 1890.

t La Nueva» y «La Metropolitana > son empresas que recorren barrios nuevos de la ciudad.

El Tramway del Oeste es una empresa que se inau- guró en 1901 perteneciente al señor Pedro Garland y que hace el transporte de la carne de los Nuevos Mata- deros de Liniers al deslinde oeste de la Floresta en la calle Rivadavia donde el Anglo Argentino en combina- ción, conduce las zorras á los mercados.

El Tramway del Oeste es á vapor y no conduce pa- sajeros.

La otra empresa de tramways existente en el Muni- cipio de la Capital es la del Tramway del Ferrocarril, Central Argentino en Belgrano, para el servicio de pa- sajeros de este ferrocarril.

En 1887 los señores Guillermo H. Moore y C.a obtu- vieron una concesión de tranways en el Puerto de la

BUENOS AIRES 295

Capital, la que fué transferida más tarde á la Compa- ñía de Tramways de la Ciudad de Buenos Aires, la que no la llevó á cabo.

Caducada la anterior concesión, los señores E. B. Gandulf o y C.R la han obtenido nuevamente en Febre- ro de 1902, obligándose á construir una doble vía que partiendo del Puente de Barracas pase por el Arroyo del Piojo, siga la Dársena Sud y continúe paralela á los diques basta la estación Retiro.

Esta línea será de tracción eléctrica y las vías serán neutrales, es decir, que puedan ser recorridas por otras empresas mediante el pago correspondiente y varias otras condiciones que figuran en la concesión.

1

CAPÍTULO LXXIU.

Tramways.

TBAM WAY8 ELÉCTRICOS. VÍCTIMAS QUK CAUSAROS.— El SISTEMA TROLLFA. TRAMWAY ELÉCTRICO A BeLQRANO. OTRAS KMPRESA8. El FERRO- CARRIL METROPOLITANO. VARIOS.

Si grandes fueron las ventajas que reportó á esta ciu- dad el establecimiento de los tramways, no es menor el que ha ganado con el cambio de tracción, en velocidad, aseo, comodidad é higiene sobre los de sangre.

Casi todas las empresas de tramways, á excepción de la Compañía Ciudad de Buenos Aires, han solicitado el cambio de tracción convencidas de su utilidad.

Cuando se estableciéronlos tramways eléctricos, cau- saron tantas víctimas, que llegaron á alarmar á las auto- ridades y al público.

Para evitar esto, las empresas, en salvaguardia de la vida de los transeúntes y de sus intereses, adoptaron los miriñaques, siendo la primera que los adoptó la del Tramway Eléctrico á Belgrano.

La imprudencia de muchos y la ignorancia del mane- jo de los coches por sus conductores al principio, fue- ron la causa de estos accidentes.

El sistema trolley adoptado en Buenos Aires es pe- ligroso en calles estrechas, como son las de esta ciudad, en las que, además del tráfico, se une el peligro de la ruptura de un cable, cosa eventual, pero no imposible, que causaría infinidad de víctimas como más de una vez

BUENOS AIBES 297

ha sucedido en Norte América, que casi ha abandona- do este sistema, reemplazándolo por el de acumula- dores.

Además de los Tramways Eléctricos de la Capital y de la nueva concesión en el puerto á los señores E. B. Gran- dolf o y C* se encuentra la del Señor Carlos Brigth, pro- pietario del Tramway Eléctrico áBelgrano, y que fué la primera empresa de este género que se implantó en la capital.

La primera sección de esta empresa que se inauguró fué la comprendida en la calle Las Heras entre Canning y los Portones de Palermo, el 22 de Abril de 1897.

Las otras secciones se inauguraron paulatinamente, ocupando las vías en el Paseo de Julio el mismo sitio que tenían las líneas férreas que llegaban al antiguo Central.

Esta empresa la adquirió la Buenos Aires y Belgrano que iba por la calle Santa Fe, cambiándole la tracción á sangre por eléctrica, é inaugurándola en esta forma el 30 de Agosto de 1900.

Los ramales al Hipódromo Nacional y al Tiro Fede- ral que debían ser entregados al servicio público el 27 de Febrero de 1901, han sido declarados caducos por la Municipalidad por falta de cumplimiento de la empresa.

Pertenece también á esta compañía la línea eléctrica que parte de la calle Córdoba y Callao al oeste.

Las empresas de los ferrocarriles del Sud, Pacífico y Oeste procuraron obtener la concesión de tramways eléctricos subterráneos para comunicar las estaciones terminales de sus líneas con el centro de la ciudad y para cuando se construyese la Estación Central de fe- rrocarriles llegar á ella con todas sus líneas.

Las gestiones de estas empresas fracasaron, obtenien- do la concesión del Ferrocarril Metropolitano los señores Carlos Brigth y González Segura, que será el primero en su género en la capital.

298

BUENOS AIRES

El recorrido será por doble vía debajo de la Avenida de Mayo hasta el Once, siguiendo después en la misma forma hasta la Chacarita.

Por la naturaleza del terreno, el túnel tendrá ana construcción especial, calculándose su costo en 1.900.000 libras, empleándose para esto capitales americanos.

El 7 de Octubre de 1901 se hizo la primera perfora- ción en la Avenida de Mayo entre Buen Orden y Lima y entre San José y Santiago del Estero, para dar co- mienzo á las obras y estudios, encontrándose los obre- ros con gran cantidad de pozos.

Las escavaciones preliminares se hicieron á cuatro metros de profundidad hasta donde llegará la platafor- ma de pasajeros.

Entre las calles Buen Orden y Lima se construirá una gran estación de luz natural, aumentada por paredes enlozadas.

El trayecto del Paseo de Julio al Once se hará en seis minutos en los trenes ordinarios y en tres cuando sean expresos, y en doce y seis respectivamente á la Chacarita.

Los coches tendrán capacidad para cuarenta y ocho personas, siendo de lo más lujoso que haya salido de las fábricas americanas.

Estos mismos señores son concesionarios de la línea subterránea de Retiro á Constitución, por debajo de las calles Artes y Buen Orden, Lima y Cerrito, y otra cir- cular debajo de las calles Callao, Paraguay, Reconquis- ta, Defensa, Comercio y Entre Ríos.

Los señores Quesada Hnos., han obtenido una conce- sión de tramway eléctrico de Buenos Aires á Adroguó.

Las empresas de este género tienden á multiplicarse en lo futuro y desde ya se anuncia la construcción de una nueva red de tramways eléctricos que la Municipa- lidad sacará á licitación, que unirá los barrios de San Bernardo, Chacarita, Villa Devoto y Catalinas, con el centro de la ciudad.

CAPITULO LXXIV.

Tramways,

COSTUMBRES Y COSAS QUE HAN DESAPARECIDO EN LOS TRAMWAYS. VENTA- JAfi QUE HAN PRODUCIDO LOS TRAMWAYS. El LEVANTAMIENTO DE LAS VÍAS CENTRALES. EMPRESAS QUE TIENE BUEN08 AlRES. EXTENSIÓN, TRÁFICO Y PRODUCIDO.

Cuando se establecieron los primeros tramways, y mu- cho después de esto, el tamaño de los coches era di- verso, siendo el más general el actual, habiendo también algunos que tenían imperial y otros mucho más chicos que tenían un solo caballo.

Los boletos valían dos pesos moneda corriente ó sean ocho centavos y servían para dar la vuelta entera.

Antes de 1890, á causa de la crisis, se subieron á diez centavos.

La compañía Tramways de la Ciudad de Buenos Ai- res, tenía boletos de combinación, «verde por la amari- lla», como decían los vendedores de diarios que hacían su agosto con ellas.

El Anglo tenía también boletos de combinación.

Hoy esta clase de boletos está suprimida á excepción de los de la línea á los Corrales Viejos.

Los inspectores y la obligación de guardar el boleto es también nueva.

Esta medida la tomaron las empresas para evitar el degüello, como llamábanlos guardas al escamoteo de bo- letos, habiendo mayoral que de ello sacaba mucho más de lo que le producía su sueldo.

300 BUENOS AIRES

Los mayorales no tocan sus antiguas serenatas, y los que conservan su corneta, no tienen las aficiones filar- mónicas de sus antepasados.

Hasta la construcción de los actuales afirmados, los rieles estaban casi sueltos, siendo frecuentes los desca- rrilamientos.

No había avisos exteriores en los tramways, sino uno que otro en los cuadrados interiores de los techos.

La lanza que tenían los primeros tramways y los co- llares de cascabeles que usaban los caballos, hace mucho que se suprimieron.

El personal de los tramways era casi todo compuesto de criollos.

Antes del establecimiento de los tramways, la pobla- ción estaba radicada en el centro y la clase pobre confi- nada á los suburbios, condenada á vivir en malsanas vi- viendas.

Los tramways llevaron la actividad á todos los barrios, descentralizando la población, transformando los subur- bios en barrios populosos, contribuyendo con esto á hi- gienizar la atmósfera del centro.

A principios de 1900, el Intendente Bullrich proyec- tó el levantamiento de las vías de tramways en el radio central de la ciudad, fundándose para ello en que los tramways obstaculizaban el tráfico, sin fijarse en los be- neficios que estos prestan al mismo, trayendo desde los más lejanos arrabales á los vecinos que allí viven.

En efecto, si se observa el movimiento urbano, se no- ta enseguida que las vías de los tramways están siempre despejadas y que es el punto por donde se hace el trá- fico, permaneciendo en cambio la acera contraria ocu- pada por el estacionamiento de los vehículos.

Esta medida levantó una protesta general y el Inten- dente tuvo el buen tino de oír la opinión pública que se pronunciaba en este sentido, dejando sin efecto su idea,

^j

BUENOS AIRES 301

ordenando en cambio, que alrededor de la Plaza de Ma- yo no hubiese sino una vía común para todos los tram- ways, cesando desde entonces el problema, que era cru- zar la plaza por la cantidad de vías que la circundaba en todas direcciones.

La ciudad de Buenos Aires cuenta con once compa- ñías de tramways, de las cuales tres son eléctricas y ocho á sangre.

La extensión de las primeras es de 99 kilómetros 390 metros de vía, y las de sangre tienen una extensión de 350 kilómetros 540 metros.

Durante el año 1901 condujeron todas las empresas 125.633,679 pasajeros y sus entradas alcanzaron á 13.065.773,03 pesos moneda legal, distribuidos en la si- guiente forma:

Ciudad de Buenos Aires 3.133,484.40, Anglo Argen- tino 2.958,704.24, Gran Nacional 1.772,367.59, Buenos Aires y Belgrano 1.716,981.69, La Capital 1.445,876.08, Rural 912,291.55, Metropolitano 453,164.78, La Nueva 436,641.84, Eléctrico de Buenos Aires 182,925.60, del Oeste 48,427.36.

La Municipalidad percibe el 6 % de impuesto, corres- pondiéndole 783,708.67 pesos moneda legal.

No está incluido en este resumen el tramway del fe- rrocarril Central Argentino en Belgrano, cuyas entra- das son muy pocas.

CAPITULO LXXV.

Correo.

Importancia del Correo. Como lo consideraban los antiguos. Pri- vilegio CONCEDIDO KN ESPAÑA AL DOCTOR LORENZO GALINDEZ DE CaR-

bajal. División del correo en tiempos de Carlos I. Carlos III lo oficializa. Nombramiento del primer Correo Mayor de Bue- nos Aires. Comunicaciones que se establecieron entre España v el Río de la Plata. Don Domingo Basabilbaso. Reformas quk introduce. Centralización administrativa en España. La co- rrespondencia BE DECLARA INVIOLABLE.— ROM ERO DE TEJADA.

(Obras consultadas: Efemérides Americanas, de Pedro Jtivas; Bue- nos Aires desde Setenta años atrás, de José Antonio WUde; Discurso pronunciado por el Director General de Correos y Telégrafos el día 29 de Enero de 1878, etc.).

La rapidez y facilidad de las comunicaciones caracte- rizan la época actual.

Ellas han contribuido á que los pueblos y los hom- bres se mezclen, rompiendo las barreras que les sepa- raban, confundiendo sus intereses, haciendo desapare- cer los caracteres que especializaban á cada nación, des- apareciendo las asperezas que en otros tiempos fueron causa de cruentas guerras por no conocerse los pueblos y la ambición de sus gobernantes.

Ha contribuido á esto, en primera línea, el Correo, institución sagrada de los pueblos, que los adelantos y rapidez en los medios de comunicación la hacen una de las instituciones más importantes.

Comprendieron esta los pueblos del antiguo Oriente, llevándolo al grado de perfección que lo llevaron á pe- sar de los medios rudimentarios de que disponían, ele-

BUENOS AIRES 303

vándole entre los medos y egipcios á la categoría de institución religiosa.

Los romanos lo perfeccionaron en tiempo de Augus- to, construyendo grandes caminos á través de su vasto imperio, estableciendo casas de reposo para los viajeros y postas para el cambio de caballos.

Los conquistadores españoles encontraron en el Perú y México establecido el correo entre los indios.

En España, el doctor Lorenzo Galindez de Carbajal, obtuvo de la Reina Doña Juana, por cédula del 14 de Mayo de 1514, el oficio de Correo Mayor de Indias y Tierra Firme, privilegio que fué confirmado por el Em- perador Carlos V, en 1525.

Dos fueron las familias que se dividieron el Correo en el Imperio de Carlos V.

Los Tourn Taxis en Europa y los Galindez y Carba- jal en América.

El Rey Carlos III fué quien, previo un arreglo con los Galindez en 1768, por el que se fijaba una indemni- zación á esta familia, decretó el Io de Julio de 1769 la restitución del Correo á la Corona, dejando desde en- tonces de ser una fuente de recursos, explotada por par- ticulares en detrimento del servicio público, ordenando al mismo tiempo que se cobrase la mitad de la tarifa que cobraban antes los Galindez.

Desde entonces data la oficialización del correo en España y sus colonias.

El primer nombramiento de Teniente del Correo Ma- yor que llegó á Buenos Aires fué el que se expidió des- de Lima, con fecha 31 de Enero de 1767 en favor de Don Mateo Ramón de Alzaga, por el que se dejaba sin efecto cualquier nombramiento anterior.

Establecido el Correo bajo el auspicio oficial, se esta- blecieron correos trimestrales á Buenos Aires y Monte- video desde el puerto de la Coruña, autorizándose á los

L

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buques que hicieran este servicio á traer mercaderías, las que podrían venderse en los puertos de su destino lle- vando de retorno frutos del país.

El 2 de Mayo de 1767 salió el paquebot Principe del puerto mencionado para esta ciudad, consignado i Don Mateo Alzaga y Sobrado.

El segundo paquebot llamado Princesa, vino con- signado á Don Domingo Basabilbaso, el que entregó la correspondencia para el interior á Alzaga, en virtud del nombramiento que este tenía del Conde de Casti- llejo, representante de los Galindez y Carbajal en Lima.

El 20 de Julio de 1767, el Marqués Don Gaspar de Grimaldi nombró primer administrador de Correos á Don Domingo Basabilbaso, el mismo que en 1748 pro- puso al Conde de Castillejo su establecimiento en Bue- nos Aires, á quien el Gobernador Don Francisco de Paula Bucarelli y Urzúa puso en posesión de su puesto en Abril de 1768 mandando reconocerlo como tal.

En virtud del arreglo de la Corona con los Galindez, Basabilbaso fué confirmado en su puesto, y como tenía desde un principio á su cargo el correo marítimo, no hi- zo más que incorporar á su administración el correo te- rrestre.

Se establecieron cuatro correos anuales á España y seis á Chile y el Perú.

Poco á poco fueron aumentándose éstos, hasta que en 1778 había seis á España, uno semanal á Montevideo, seis anuales para encomiendas á Chile y Alto Perú y uno mensual á Chile y Perú.

El inconveniente más serio en tiempo de la colonia, era la centralización en España de la administración, no pudiendo el administrador en ésta hacer el nombramien- to de un simple cartero, si no venía de allá.

La correspondencia era inviolable como lo es en nues- tros días, llevando la Real Cédula que así lo disponía,

BUENOS AIBES 305

fecha 20 de Agosto de 1767 y las precauciones que se adoptaban con la correspondencia certificada, no eran menores que las que hoy se tienen.

Homero de Tejada sucedió á Basabilbaso, el que, á consecuencia de los acontecimientos de 1810 perdió su puesto, al regresar de Quito, á donde había sido trasla- dado, dejando á su paso por la administración, pruebas de su acrisolada honradez.

20

CAPITULO LXXVL

-Correo,

Don Melchor dk Albín. La guerra de la Independencia r el Correo. Supresión dk la correspondencia oficial gratis. Prohibición de conducir correspondencia fuera de balija. dificultades que pa- SA.— Nacionalización del correo por Posadas. La estafeta in- glesa.— Reformas de Bivadavia. Se nacionaliza por segunda vez. Los primeros paquetes ingleses. La guerra civil absorbe al correo. Establecimiento del servicio cubano. Gervasio de Po- sadas lo reorganiza en 1862. Gasas que ha ocupado. Preocupa- ción y esfuerzos de sus directores.

Durante la guerra de la Independencia el Correo es- tuvo á cargo de Don Melchor de Albíii, quien también lo salvó del desquicio del año 20.

Esta guerra puso á prueba á los correos, sin que ja- más faltasen caballos y los medios necesarios para su desempeño, á pesar de que muchas veces no se contase con los recursos necesarios para despachar un correo al Alto Perú.

El Gobierno Patrio reconoció también la abolición del servicio oficial gratis, por lo que el 16 de Setiembre de 1810, la Dirección de Correos le pasa la cuenta por los servicios que adeudaba desde el año anterior y que alcanzaban á la suma de 22.668 pesos fuertes.

El 18 de Noviembre de 1810 se declara completamen- te prohibida la conducción de correspondencia fuera de balija, penándose á los que lo hicieran con la privación de su empleo y diez años de presidio.

El 17 de Agosto de 1816 el señor Albín pasó una no-

BUENOS AIRES 307

ta al Gobierno en la que manifestaba que se adeudaba á los maestros de posta más de 120.000 pesos, con- tinuando estos hombres prestando sus servicios á pesar de no tener como pagar á los postillones y no contar con medio alguno para subsanar sus necesidades.

El 6 de Octubre de 1814 el Director Posadas lo nacio- nalizó por primera vez.

Los ingleses tenían en su Sala de Comercio, una es- tafeta especial á causa de que las cartas que venían pa- ra ellos quedaban semanas enteras en el Correo, no ha- ciéndose de ellas listas por no entenderse las nombres.

Esta disposición levantó protestas entre otros resi- dentes extranjeros á lo que los ingleses replicaban que ellos podían hacer lo mismo pagando el costo por tri- mestre adelantado como pagaban ellos.

En 1821 se estableció el primer paquete correo á Mon- tevideo, suprimiéndose la estafeta inglesa que fué re- fundida en la administración principal.

Se establece el correo marítimo á Río de Janeiro.

Se divide la campaña de Buenos Aires en cuatro sec- ciones postales, estableciéndose un correo mensual á cada una de ellas.

Se celebra una Convención Postal con Córdoba, or- ganizándose la Contabilidad.

Don Melchor Albín entregó la Administración de Correos á Albarracín y Balcarce quienes á su vez la en- tregan á Don Esteban de Luca.

Durante esta administración Rivadavia, que había in- troducido las reformas del año 21, nacionalizó por se- gunda vez el Correo, anexando esta repartición al Mi- nisterio de Relaciones Exteriores.

El 16 de Abril de 1824 llegaron los primeros paquetes ingleses establecidos entre Falmouth y Buenos Aires, siendo el primero que llegó el Countess of Chechester qu"fe salió de dicho puerto el 8 de Febrero.

1

308 BUENOS AIRES

Durante su presidencia Rivadavia proyectó nuevas comunicaciones con Chile estableciendo correos sema- nales á Montevideo.

La guerra civil convierte al Correo en expresos del Gobierno llevando las órdenes militares y trayendo las balijas directamente á los Ministerios enviándose á las oficinas de correo lo que el Gobierno cree conveniente.

Después de 1852 se establece el servicio urbano á do- micilio, las mensajerías á la Provincia de Buenos Aires y más tarde á toda la República.

Dase más amplitud á sus oficinas y recibe directa- mente las Malas procedentes de Europa.

El señor Gervasio Posadas reorganiza el Correo y por decreto del 3 de Octubre de 1862, bajo el plantel de lo que él administraba; se crea «La Dirección General de Correos de la República» según ley de presupuesto.

El Correo estuvo mucho tiempo en la calle de Bolí- var entre Venezuela y Belgrano, de allí pasó al costado sur de la Casa de Gobierno siendo ya Correos y Telé- grafos en tiempo de Eduardo Olivera, en 1878.

Resultando pequeña ésta para las oficinas naciona- les, cuando el Gobierno de la Provincia dejó su antigua residencia de Moreno y Bolívar, la ocupó el Correo has- ta 1902 en que se trasladó á la calle de Corrientes y Re- conquista.

Todos los que han dirijido esta importante institu- ción le han dedicado sus esfuerzos, debiéndose á ellos el pié en que está montado y que las exigencias modernas se encuentran plenamente satisfechas de él.

CAPITULO LXXVII.

Correo.

Como se franqueara la correspondencia para el exterior hasta 1872. La Unión Postal Universal. Incorporación del Correo Argen- tino a la Unión Postal. Desde cuando data la organización ac- tual.— Desarrollo del Correo. Movimiento habido a fines del siglo XVIII. Cifras y producido postal de estos últimos años. Presupuesto t>kl Correo en 1901. La administración Cables. Mo- vimiento urbano de correspondencia en 1901. Progresos de esta institución. oficina8 e.xi8tentes.

(Obréis consultadas: Revista de la Sociedad Filatélica Argentina; Me- morias de la Dirección General de Correos y Telégrafos^ etc.).

Hasta 1872 la correspondencia para Europa se fran- queaba en los Consulados inglés ó francés, según fuese la nacionalidad del paquete que debía conducirlas, ven- diéndose las estampillas en ellos.

En 1874 los Estados Unidos tomaron la iniciativa para el establecimiento de la Unión Postal Universal que se reunió en Berna.

En 1876 se vuelve á reunir la Convención en la mis- ma ciudad, fijándose en ella tarifas uniformes para la correspondencia postal.

Desde entonces data la incorporación del Correo Ar- gentino á la Unión Postal Universal, viniendo en con- secuencia á formar una pequeña rama de esta poderosa y universal institución, que la obliga á marchar con la misma rapidez y adelanto que sus similares.

En 1875 fué que se dio á esta repartición la nueva

310 BUEN08 AIRES

organización que hoy tiene, agregándole en 1878 los telégrafos, que hasta entonces se administraban sepa- radamente.

El desarrollo del Correo entre nosotros, es asombro- so. Antes de su establecimiento oficial en tiempo de la colonia, la correspondencia la enviaban los particulares á su costo.

Se calcula la circulación postal de cartas y periódi- cos habido á fines del siglo XVIII en la oficina de Bue- nos Aires de 100 á 110.000 piezas, suponiéndosela el doble con la del resto del Virreynato.

La facilidad de las comunicaciones y la importancia comercial del país lo demuestran las cifras del movi- miento postal de los siguientes años:

En 1875 circularon 6.444.840 piezas » 1890 » 106.918.721 »

» 1900 » 287.742.762 »

» 1901 » 315.274.566 »

El producido postal fué:

En 1875 de $ 316.653

» 1890 » » 1.432.524

> 1900 » » 3.857.832.48

» 1901 » > 4.157.553.74

En 1901 el presupuesto de Correos y Telégrafos era de 6.332.520 y si agregamos al producido postal 1.287.635,20 que produjeron, los telégrafos, tenemos que el déficit alcanza á 887.331,06 siendo el año que relati- vamente es menor.

Durante la administración del Doctor Carlos Caries el Correo recibió un poderoso impulso.

En ella se establecieron los pilares buzones rojos, que se ven en las esquinas de las calles de la ciudad y en los

BUENOS AIRES 311

demás pueblos de la República, dando esta medida por resultado el notable aumento de la correspondencia co- mo se ha visto, que en la capital alcanzó en 1901 á 80.110.520 piezas.

Estas cifras colocan á Buenos Aires, en el tercer puesto entre los demás países del mundo, después de Estados Unidos é Inglaterra, en la proporción de cor- respondencia por habitante que es de 72.8.

Dirije actualmente esta institución el Doctor Miguel García Fernández, bajo cuya administración los correos y los telégrafos han llegado á los últimos confines de la República, pudiéndose comunicar en el día el habitante de Jujny con el de los territorios del extremo Sud.

Las oficinas de correos, que en tiempo de la adminis- tración Olivera eran 305, en 1900 llegaban á 1525, y en 1901 á 1566.

CAPITULO LXXVIII. Correos.

La estampilla. Origen de la Estampilla. La estampilla de Co- rrientes.—La de Buenos Aires. La de la Confederación Argen- tina.—La de Córdoba. La primera estampilla nacional. El pri- mer contrato de estampillas hecho con Estados Unidos. La es- tampilla oficial de 1902.

(Obras consultadas: Remeta de la Sociedad Filatélica Argentina; Co- lección de la Revista Iris),

Siendo Director de Correos de Inglaterra Don Eo- lando Hill, se creó la estampilla postal.

Encontrábase Hill en una aldea de Escocia, cuando vio llegar un correo cerca de una pobre muchacha, la que una vez que hubo visto el sobre, lo devolvió por no poder pagarlo.

Condolido Hill al ver esto, se adelantó y quiso satis- facer su importe, pero la muchacha rechazó tenazmente recibir semejante favor de un desconocido.

Como se empeñase Hill en su generoso deseo, la mu- chacha le significó que era inútil abonase nada por ser la carta de su novio, residente en Londres, y como la correspondencia era tan cara habían convenido de ante- mano una señal en los sobres, llevando éstos en su inte- rior un pliego en blanco.

Hill comprendió que el sistema en práctica no conve- nía, que la correspondencia debía pagarse por peso y no por distancia como se hacía, debiendo abonar el im-

BUENOS AIRES 313

puesto el remitente, evitando que en muchos casos el destinatario no pudiese abonarlo, además de la defrau- dación á que se prestaba y que él personalmente había comprobabo.

Este hecho, ocurrido en 1838, fué el punto de partida para que Hill se apresurase, con el apoyo del gobierno, á estudiar y solucionar tan importante cuestión.

El resultado de estos estudios fué que el 13 de Marzo de 18401a Administración de Correos Inglesa pusiese en circulación el primer sello, con arreglo al dibujo de Mr. Mulveady, siendo su grabador Mr. Thomson.

El tamaño de este sello era de diez centímetros de largo y ocho de ancho, lo que ofrecía dificultades, por lo que se le substituyó por uno chico como los actuales, con la efigie real.

Hill murió en 1879.

Según otros, el inventor de la estampilla en Inglate- rra fué James Chalmers, escocés, el año 1834, en Dundee.

En Francia la estampilla se empezó á usar en 1849.

En la República la estampilla más antigua fué la de la Provincia de Corrientes.

Tenía una cabeza coronada de laureles, representando la República.

Fué grabada por un repartidor de pan é impresa por el señor Emilio Coni, encargado de la impresión del pa- pel sellado de la Provincia.

El señor Coni la propuso al Gobernador Don Juan Pujol; hubo de desistir de hacerlo al ver la mala calidad del trabajo, pero la necesidad hizo que se aceptase.

El 19 de Febrero de 1866 la Legislatura sancionó la ley, poniéndole el Gobernador Pujol y su ministro Wen- ceslao D. Colodrero, el cúmplase, el 29 Febrero del mis- mo año.

Esta disposición se tomó como un medio para soste- ner el correo, cuyas entradas eran muy reducidas.

31 í BUENOS AIRES

Desde entonces, dentro del territorio de la Provincia toda carta sencilla valía un real; dos, las dobles; tres, las triples, etc., no necesitando franqueo los impresos.

En 1858 el Estado de Buenos Aires emitió estampi- llas : de dos pesos, azul; tres, verde; cuatro, rojo y negro, siendo las más buscadas por los coleccionistas, las rojas; y cinco, amarillo. Tenían grabadas en el centro un bar- quito.

En 1859 se hizo otra emisión del mismo tipo.

En 1860 emitió sellos de cuatro reales; de un peso, azul; de dos, rojo, que llevaban en el centro una cabeza con un gorro frigio.

La última emisión fué en 1862; fué de un peso rosa y uno azul.

En 1858 el Gobierno de la Confederación Argentina emitió estampillas con el escudo nacional y la inscrip- ción del valor, llevando en la parte superior las pala- bras «Confederación Argentina».

En 1861 se hizo otra emisión análoga á la anterior.

En 1859, Córdoba, siguiendo los ejemplos anteriores, emitió estampillas de cinco centavos azules y diez ne- gras, con las armas de la Provincia.

Estas estampillas han dado origen entre los filatélicos, á acerbas discusiones, negando unos su existencia y afir- mándola otros.

En la Revista de la Sociedad Filatélica Argentina, el señor Alberto Heer hizo una publicación sosteniendo la existencia de éstas, aduciendo como prueba una carta de los señores Bouquet y Ca, de Córdoba, dirigida al señor Manuel Ocampo, de Buenos Aires, con la fecha del mes de Febrero de 1859 y cuyo sobre fué distribuí- do en fotografía.

En 1862, realizada la Unión Nacional, se emitió e) sello con el Escudo Nacional en el medio, rodeado de la palabra cRepública Argentina», de los valores siguien-

BUENOS AIRES 315

tes: de cinco centavos, rojo; cinco, rosa; diez, verde, y quince, azul.

Después vino la emisión de 1864.

La primera emisión que se imprimió en Estados Uni- dos fué contratada por el señor Gervasio A. Posadas con Mr. A. G. Goodall, representante de la Compañía Americana de Billetes de Banco de Nueva York, el 9 de Mayo de 1865, formalizándose el contrato el 12 de Julio del mismo año, aprobándolo el Gobierno el 14 de Julio, retardándose el pedido dos años por creerse mayor la existencia de timbres de la que en realidad había.

El 12 de Mayo de 1867, por intermedio del cónsul argentino en Nueva York, remitió el Gobierno á los fa- bricantes los retratos de Rivadavia, San Martín y Bel- grano junto con la orden de impresión por las siguientes sumas:

De cinco centavos, color carmín, con el retrato de Ri- vadavia, 1.500.000 sellos.

De diez centavos, verde, con el de Belgrano, 300.000 sellos.

De quince centavos, azules, con el de San Martín, 200.000 sellos.

No seguiremos las demás emisiones hasta nuestros días, porque además de ser una tarea ardua no entra en nuestros propósitos.

Sólo diremos, que en Enero de 1902 la administración de correos puso en circulación por primera vez, para el servicio interno, la estampilla oficial, la que usarán en adelante las Reparticiones nacionales.

Llevan en el centro un busto de la república, en la parte superior la palabra «República Argentina», en la parte inferior el valor y debajo de éste la palabra «Oficial».

Las de un centavo son grises; las de dos, bistrées; las de cinco, vermellón; las de diez, verdes; las de treinta, azules, y las de cincuenta centavos, naranja.

CAPÍTULO LXXIX. Telégrafos y Teléfonos.

Proyectos de Don Santiago Wilde en 1821.— Las primeras Ureas telegráficas. inauguración del telégrafo al rosario. exten- sión dk los telégrafos durante la administración de sarmiento.— refundición de los telégrafos en la administración correos.— Movimiento y producido telegráfico de los últimos anos. Cons- trucción DE TELÉGRAFOS Á LOS TERRITORIOS DEL SüD. EXTENSIÓN DE LOS TELÉGRAF08. CONVENTOS TELEGRÁFICOS. El TELÉGRAFO MamCOSI.

—La convención de San Petersburoo.— Compañías telegráficas submarinas.— La Eastern Telegraph Company. Carácter de los

CABLES SUBMARINOS. La COMPAÑÍA DEL RÍO DE LA PLATA. CüANDO

se estableció. servicios q.tje presta. tüe central y south ame- rican Telegraph Company.— Compañía Telegráfica Telefónica del Rto de la Plata. La Agencia Havab. Ventajas del telégrafo.— Teléfonos de la Ciudad de Buenos Aires.

(Obras consultemos: Discurso pronunciado por el Director Generen de Correos y Telégrafos, el 29 de Enero de 1878; Memorias la Direc- ción General de Correos y Telégrafos y obra citada en el- texto).

Según el señor José Antonio Wilde, en la memoria presentada á la Comisión de Hacienda en 1821 por su seüor padre, entre las mejoras indicadas se encontraba la siguiente:

c Establecer telégrafos desde la capital hasta todas las guardias fronterizas, Ensenada, etc.; como asimismo uno á bordo de dicho casco (se refería al pontón), según el plan de fácil y económica ejecución que presentó años hace el autor de esta Memoria y debe hallarse en secre- taría. Por este medio tendría el Gobierno noticias desde la frontera más distante en pocos minutos, y no sería

BUENOS AIRES 317

tan factible entonces que invadiesen los bárbaros la pro- vincia impunemente» (1).

Estos proyectos, como todas las iniciativas de progre- so de esa época, quedaron sin llevarse á la práctica á causa de las guerras civiles en que se vio envuelto el país. Regularizada la situación de la República, entró esta de lleno en la senda del progreso, construyéndose las primeras líneas telegráficas en la provincia de Bue- nos Aires, lae que en 1860 llegaban hastr. Moreno.

El 4 de Mayo de 1869 se inauguró el telégrafo al Ro- sario desde los salones de la Gasa de Gobierno Nacional. Durante la administración de Sarmiento existían 4.477 kilómetros de líneas nacionales y cerca de 1000 en la Provincia de Buenos Aires.

Refundidos los telégrafos en el correo durante la ad- ministración del señor Olivera, estos toman mayor des- arrollo como lo demuestra el siguiente movimiento de despachos que fueron:

En 187B : .. .. 228.346

» 1890 993.096

> 1900 1.069.368

» 1901 3.900.180

El producido en pesos fué:

En 1875 79.553

» 1890 753.306

» 1900 1.296.129.52

» 1901 1.287.635.20

La construcción de líneas telegráficas nacionales ha tomado un poderoso impulso extendiéndose por todo el país especialmente á los territorios Nacionales del Sud.

(1) Buenos Aire» desde Setenta años atrás, pág. 22\.

B18 BUENOS AIRES

Se calcula en unos 20.000 kilómetros de telégrafos nacionales los existentes en 1901 y en 42.325 los de las líneas de ferrocarriles sin contar los telégrafos provin- ciales que suman muchos miles.

La República tiene celebradas convenciones tele- gráficas con el Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia que facilitan las comunicaciones entre estos países y el nuestro.

Concluidas las cuestiones con Chile, esta República celebra en estos momentos (Julio de 1902), una Con- vención Telegráfica, cuyas conexiones se harán por cin- co puntos á saber:

Por el Paso de Uspallata, por Vinchina y Olleta, por Campana Mahuida y Llonquimay, por Junín de los Andes y Pucón, y por Puerto Gallegos á Punta Arenas.

El servicio telegráfico á Europa, de acuerdo con estas convenciones, se hace por intermedio de las líneas tele- gráficas terrestres del Uruguay y Brasil hasta Pernam- buco ó Bahía, de donde por cable van los despachos al Viejo Mundo.

En Noviembre de 1901 se hicieron ensayos del telé- grafo Marconi, instalándose en la Oficina Hidrográfica del Puerto de la Capital la oficina transmisora; y en el Ariete Maipú la receptora, con la intención después de realizar estas pruebas y otras que se harían en dos bu- ques de la División del Río de la Plata, de adoptarlo en los buques de la Escuadra. Hasta el presente no se ha publicado el resultado de estos ensayos

El Ingeniero Teobaldo J. Ricaldoni ha estudiado y modificado el aparato Marconi.

La Convención de San Petersburgo garante la tras- misión del pensamiento por medio del telégrafo.

La Eastern Telegraph Company es una de las más fuertes compañías telegráficas del mundo.

Tiene su asiento principal en Londres y cables á la

BUENOS AIRES 319

ludia, África, Océano Atlántico operando con la «Vía Madeira» en combinación con el Western Braziliam hasta Montevideo, de donde la Telegráfica del Brío de la Plata tiene sus líneas á Buenos Aires.

Los distintos cables por que se trasmiten los telegra- mas tienen el carácter local de los países por cuyas cos- tas pasan, gozando délos privilegios que estos acuerdan, aunque generalmente los accionistas de estas empresas son los mismos.

La Compañía Telegráfica del Río de la Plata «Vía Madeira» es la más antigua de las que comunican al país con el exterior.

Después de ocho años de tramitación para obtener su concesión á Montevideo, la consiguió recién en 1864.

Hoy es una de las mejor servidas, teniendo cables tri- plicados y cuadruplicados al Brasil, Europa y Estados Unidos, además de un circuito propio entre Montevideo, Londres, Nueva York, Valparaíso y Buenos Aires.

Esta Compañía acaba de triplicar sus cables en las costas del Brasil y entre la isla de San Vicente é Ingla- terra son directos; así que con los cables colocados re- cientemente por el Gobierno Alemán y la Compañía Cable Comercial entre Lisboa, Emden, Islas Azores, Nueva York y Canadá, el servicio universal por esta vía ha mejorado notablemente en celeridad y exactitud. The Central y South American Telegraph Company, más conocida por la «Vía Galveston» ciudad de Norte América donde tiene su asiento principal y donde sus cables empalman con los de Estados Unidos y Europa.

De Buenos Aires el cable ya por tierra á Valparaíso y por mar á Iquique, Lima, Guayaquil, Panamá, San Juan del Sur, Salina Cruz, México, Vera Cruz y Gal- veston en Estados Unidos.

La Compañía Telegráfica Telefónica del Río de la Plata opera en combinación con la Telegráfica del Río

320 BUENOS AIBES

de la Plata, siendo la propietaria de la línea telefónica submarina á Montevideo y de la recientemente inaugu- rada al Rosario.

La Agencia Ha vas se estableció en París en 1836 y en Buenos Aires en 1871.

Es una oficina de informaciones telegráficas de todo el mundo en donde se encuentran registradas la direc- ciones telegráficas.

Opera en combinación con todas las líneas existentes y mediante una cuota anual sus suscriptores reciben las novedades políticas y comerciales que se producen en cualquier país.

El telégrafo, ese vínculo de acero de la civilización moderna, nos pone en horas en conocimiento de los principales acontecimientos que se producen en cual- quier parte de la tierra, lo que es un beneficio inapre- ciable y de que no gozaron nuestros antepasados.

Las compañías telefónicas se establecieron en Buenos Aires el año 1881.

La primera iniciativa en este sentido fué la del Teló- fono Bell perfeccionado, en Abril de dicho año, la que no pasó de un ensayo.

La Panteléfono, se estableció en Mayo y poco des- pués la Gower Bell.

En 1887 éstas dos compañías se refundieron en una formando la Unión Telefónica.

Esta compañía tiene establecidas sus líneas en la ciu- dad y pueblos vecinos además de las líneas á La Plata. En combinación con la Compañía [Telefónica de la Provincia de Buenos Aires, sus abonados pueden hablar á Mercedes y Chascomús, inclusive los pueblos del trán- sito.

La refundición de las compañías que formaron la Unión Telefónica trajo como consecuencia inmediata la elevación de las tarifas y la formación de la Sociedad Cooperativa Telefónica en el mismo año 1887.

BUENOS AIRES 321

La Cooperativa es la compañía de teléfonos mejor servida y en combinación con la «Sociedad La Kural» de los señores Martín García y C.A, que tiene su asiento principal en el pueblo del Salto, puede dar comunica- ción á sus abonados basta San Nicolás y pueblos del trayecto.

Tanto esa compañía, como la Unión Telefónica es- tán muy difundidas en la ciudad, especialmente esta última entre las familias. %

El teléfono, cuando esta bien servido, abrevia las dis- tancias y economiza tiempo.

2\

CAPITULO LXXX. Industria. Lechera.

m

Beneficios que bkpobta. Quien vendió la primera leche al por ma- yor.— La manteca: diversas tentativas para su fabricación. La Martona t La Granja Blanca. Diversas sociedades que han se- guido el ejemplo de éstas. Los lecheros. Quienes fueron los pri- meros y sus costumbres. Los vascos. El lechero moderno.

La industria lechera tiene una importan ciatransceden- tal en este país, por significar el tambo, condensación de población é industrias en el campo, la refinación y mejor aprovechamiento de los pastos, la domesticidad y mejora creciente de las haciendas, amansando los terne- ros que se convierten en buenos novillos para la expor- tación.

Antes los tambos estaban situados en la proximidad de la ciudad, á donde llevaban su leche, pero hoy se han extendido por toda la campaña, estableciéndose nume- rosas cremerías, queserías, mantequerías, etc., donde se beneficia la leche, á la que antes en el campo poco ó ningún valor se le daba.

El primero que estableció el expendio de la leche por mayor fue el señor Norberto Quirno, en 1823, teniendo que luchar con las furias de un juez de paz que también tenía vacas.

La primera manteca que se fabricó en el país se lla- maba mantequilla. La manteca, propiamente dicha, la fabricaron los escoceses, cesando importación de Ho- landa en 1826.

BUJJNOS AlftES 3<í3

En 1858 el señor Neool comenzó la fabricación de la manteca por medio del traqueteo de los tarros.

En 1876 el señor Martín Erreoaborde estableció la primera fábrica con éxito dudoso.

Todos los que se dedicaron á la manteca, fracasaron por diversas causas, hasta que el establecimiento de «La Martona» y la «Granja Blanca» dieron á esta industria un impulso desconocido entre nosotros, exportándose al Brasil y Europa con buen éxito.

Hemos nombrado estas dos empresas, las primeras en su género en el país. Ambas fueron fundadas en 1891, «La Martona», por el señor Vicente L. Casares, que tie- ne su establecimiento modelo en Cañuelas, y que hace poco se convirtió en sociedad anónima, quedando el se- ñor Casares como principal accionista. La «Granja Blan- ca» la fundó el señor Enrique Fynn.

El ejemplo de estas dos grandes empresas fué seguido por la Sociedad Cooperativa Mantequera «La Unión Ar- gentina», iniciada por el señor Jorge Guerrero y la Coo- perativa de Estancieros, fundada por los señores Rey- nolds y Ca, los que poseen grandes cremerías con el con- curso do los estancieros de la provincia.

La clausura de los puertos europeos á los ganados y la baja de las lanas y frutos del país, dieron origen á estas industrias, aprovechándose la leche que antes se perdía, compensándose de este modo las pérdidas que sufrían los estancieros por aquellas causas.

Hoy la industria lechera se extiende rápidamente en la Provincia de Buenos Aires, donde se instalan nume- rosas lecherías.

La Casa de Pruden y Hand ha constituido en una de sus especialidades la instalación de cremerías.

La Sociedad Rural Argentina realizará este año una exposición que será la primera que se ha efectuado en Buenos Aires para estimular la industria lechera, con-

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tribuyendo el Intendente Bullrich con un premio con- sistente en una medalla de oro y un diploma de perga- mino que se adjudicará á la mejor leche para la alimen- tación y destinada á ser utilizada dentro de las veinte y cuatro horas después de ser ordeñada.

Los primeros lecheros eran criollos. Traían la leche á caballo, de los alrededores de la ciudad, donde tenían sus tambos, en botijas ó porrones de barro forrados en cuero.

Vendían también mazamorra, la que los marchantes juzgaban más sabrosa después del traqueteo del caballo.

Cuando había guerra, el lechero era montonero, de- dicándose á su oficio en tiempo de paz. Las mujeres también eran lecheras. Vestían un traje original com- puesto de poncho de paño descolorido por las intempe- ries, una enagua y un sombrero de hombre, agujereado

Había también muchachos hasta de diez años que desempeñaban este oficio, los que muchas veces bajaban al río donde bautizaban su mercancía.

Los vascos empezaron á llegar al país después de año 1840, cuando terminó en España la primera guerra carlista.

Poco á poco fueron desalojando al criollo que se ocu- paba en este negocio hasta llegar á monopolizarlo casi en nuestros días.

Así como desapareció el lechero criollo, ha desapa- recido también el clásico lechero vasco con su caballo cargado de tarros, con sus tapas envueltas en trapos, cubiertas con cueros de carnero; con su amador, su ti- rador de monedas, la boina caída sobre la oreja, el chi- . ripá sobre la bota de becerro embarrada, etc., y ena- I morador perpetuo del servicio de las casas de sus mar- chantes. El litro ha reemplazado á la cuarta. Todo esto va siguiendo el camino de los recuerdos de lo que ha sido ante el progreso y desarrollo que cada día alcan- zamos.

BUENOS AIRES 325

Ahora tenemos el carrito, el lechero serio y grave que no canta ni ríe.

Cualquier innovación que la autoridad ha implanta- do, ha encontrado resistencias en este laborioso gremio, siendo las más notables la de 1863 en que, siendo jefe de policía Don Cayetano Cazón, les impuso, como á los demás transeúntes á caballo, el uso de la manea. La su- presión de las tapas de trapo de los tarros, por las actua- les metálicas y el reparto á caballo, también levantaron una grita general entre los lecheros.

Cuentan éstos con un centro fundado á iniciativa del señor Antonio F. Chappe, que tiene alrededor de mil socios.

Los numerosos impuestos que pesan sobre la leche, la hacen un artículo relativamente caro en un país en que hay millones de vacas.

CAPÍTULO LXXXI. Mataderos.

LOS PRIMEROS MATADEROS. El MATADERO DEL MlSKRRllE. El. MATADKB»

del Süd: lo que era. Los Corrales. Los mataderos de Lixikrs: lo que son. Transporte de la carne A la ciudad.

(Obras consúltenlas: El Matadero, por Esteban Echeverría, con una introdticción del doctor Juan María (hitÜrrt*).

A medida que el desarrollo y extensión de la pobla- ción se producían, los mataderos fueron alejándose del centro de la ciudad.

Estuvieron en las cercanías de la Plaza del Parque, pasando más tarde á las inmediaciones de la Recoleta.

Los mataderos del Miserere, como se llamaron éstos, ocupaban el perímetro comprendido entre las calles Las Heras, Beruti, Gallo y Anchorena.

Los mataderos del Sud, llamados también de la Con- valescencia ó del Alto, estuvieron en la calle de Case- ros, Sola y Camino al Puente Alsina, lindando con los terrenos de Coronell.

Quedaban entre las quintas del sud de la ciudad, lle- gándose á ellos por una larga y angosta calle llena de pantanos, encajonada entre zanjones y cercos de tuna.

Las haciendas llegaban á este matadero pasando el Riachuelo, por el Paso de Burgos.

El administrador se llamaba Juez del Matadero: ocu- paba una casita de tres piezas con corredor, con frente á la calle en donde había un palenque. En la sala tenía

BUBNOS AIBB8 327

una mesa grande ocupada por vasos y naipes y en uno de los rincones, otra más chica, con un recado de escri- bir y un sillón de brazos, donde se recaudaban los im- puestos.

Los mataderos ocupaban una superficie de forma rec- tangular, teniendo el suelo un declive hacia el sud, cru- zándolo además numerosos zanjones provenientes de las aguas pluviales.

Los corrales donde se encerraban las haciendas, eran de palo á pique de ñandubay, con puertas de madera dura.

En invierno era aquéllo un fangal, en medio del cual se ejecutaba la matanza, enlazándose á los animales de las astas pialándoseles después, cuando no se les cortaba el garrón y se les sacrificaba en seguida.

Populaban en sus alrededores numerosas negras, que iban en busca de las achuras, suscitándose entre ellas pe- leas por estos desperdicios. La población consumía en- tonces (1840), unas trescientas reses vacunas diarias, siendo la carne muy buena y barata.

El terreno que ocupaban estos mataderos, es el que ocupan hoy la Plaza España y varías manzanas edifi- cadas comprendidas entre las calles Caseros, Camino al Puente Alsina y Avenida Vélez Sarsfield.

Además de los nombrados, habían los mataderos del Oeste.

En 1872, se trasladaron los mataderos del Sud á la esquina de las calles Ripja, Caseros y Arena reconcen- trándose la matanza para el abasto de la ciudad.

Estos fueron los Corrales Viejos, que cuando se hicie- ron bastaban para llenar las necesidades de la ciudad de ese tiempo, pero el adelanto é higiene de hoy, habían dejado atrás, siendo además insuficientes para abastecer las necesidades de una población de más de ochocientos mil habitantes.

328 BUENOS AIRES

En 1880 fueron teatro estos mataderos de uno de los combates más sangrientos de nuestras guerras civiles.

El 1.° de Marzo de 1900 se trasladaron estos matade- ros á Liniers, fracasando esta primera inauguración, por la resistencia que oponían los del gremio, que no querían abandonar los Corrales Viejos, la falta de ca- minos adecuados al nuevo establecimiento, la lluvia de una semana entera, y el que las empresas de tramways no contasen, una con los medios necesarios para el trans- porte de la carne, y la otra, no se encontrase en condi- ciones de funcionar, todo lo que obligó á trasladar nue- vamente la matanza á los Corrales Viejos hasta que se subsanaron todos estos inconvenientes.

El 1.° de Mayo de 1901 se inauguraron definitiva- mente los Nuevos Mataderos de Liniers.

La especulación hizo, que este grandioso estableci- miento municipal, que cuesta cerca de seis millones de pesos, fuese edificado en un bajo.

El frente del edificio, es un cuerpo aislado que mira al oeste, coronado por una torre con reloj, donde estáu instaladas las oficinas administrativas.

A sus costados hay dos portones que dan entrada á los mataderos.

A su frente tiene una pequeña plazoleta, rodeada por dos cuerpos de edificios de arquerías, en los que se en- cuentran instaladas confiterías, escuelas, oficinas tele- fónicas, etc.

Las instalaciones son amplias, ocupando una super- ficie de diez y seis cuadras.

Las canchas y patios están asfaltados, encontrándose primero una serie de corrales, al costado del muro an- terior para la hacienda destinada al consumo.

Al lado de estos corrales están las casillas de los con- signatarios é inmediatas á éstas los bretes para la ma- tanza.

BUENOS AIRES 329

Pasando la larga fila de bretes, se encuentran las vías interiores, donde van las zorras, que reciben la res muerta por una rondana que corre por un riel de la que ésta pende, una vez que los matarifes han concluido su intervención.

Cuenta este establecimiento con una instalación de luz eléctrica y aguas corrientes.

La falta de desagües naturales es una cuestión de vi- da ó muerte para estos mataderos, porque los que hoy tiene son artificiales ó insuficientes.

Dos proyectos hay para solucionar esta importante cuestión.

Uno de ellos es llevar por un canal al Riachuelo, las aguas servidas, pluviales y detritus; y el otro construir una cloaca que lleve al Río de la Plata todos los des- perdicios y desagües.

El primero es impracticable porque contaminaría las aguas del Riachuelo, siendo el único realizable el se- gundo, aunque su costo sea muy elevado, por no tener otra solución este asunto.

Los Mataderos de Liniers, si no fuera por el defecto capital de su ubicación en un bajo, serían un estableci- miento modelo.

El transporte de la carne á los mercados lo hacen el tramway del Oeste del señor Garland y los carros de los carniceros.

Hasta Noviembre de 1901 el Tramway de La Capi- tal también hacía este servicio.

Los carros verdes de los carniceros, con sus techos curbilíneos y en cuyos costados interiores van colgando de ganchos las reses, que se machucan con el traque- teo del camino, cubiertas de polvo y moscas ofrecen un espectáculo poco apetecible, el que en camino de desaparecer.

Durante el año 1901 se sacrificaron en ios Mataderos

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330 BUENOS AIRES

de Liniers 647.876 animales vacunos y 867.315 lanares, incluyendo en esta última soma los beneficiados en el establecimiento «La Negra» para el consumo de la po- blación.

Últimamente (Julio de 1902} la Municipalidad ha con- cedido á los señores Santiago Sabourin y C.a, la explo- tación de un canal navegable que, partiendo de los Ma- taderos de Liniers, llegue hasta el Puente Alsina y de aquí hasta la proximidad de los antiguos Corrales.

CAPITULO LXXXn.

Mercados y Tabladas.

Donde be vendía la carne. El Mercado del Centro. Diversos mer- cados DE LA CIUDAD. LAS TABLADAS EN 1855. TABLADAS MODERNAS.

La de Barracas al Süd. La tablada central. Proyecto de unificación de los mercados de ganado.

(Obras constatadas: Buenos Aires Antiguo; Gran Guia de la dudad de Buenas Aires de 1886; Guias y publicaciones modernas; Guia de Fo- rasteros para el Estado de Buenos Aires).

Durante muchos años, el punto donde se vendía la carne, fué el sitio que ocupa hoy el Congreso Nacional.

Donde está la aduana, y bajo los altos de Escalada, que es donde hoy se encuentra el edificio de La Previsora, se vendían las verduras y las aves.

Destinado el local que ocupa el Congreso para cuar- tel, desapareció el mercado.

El Mercado del Centro, cuya entrada principal esté en la esquina de las calles Alsina y Perú y otra en las calles Chacabuco y Moreno, es el más grande y más an- tiguo de los pertenecientes á la Municipalidad.

Durante varios años fué el único que hubo en Buenos Aires hasta el 3 de Marzo de 1856 que se construyó el Mercado del Plata, continuando más tarde el Mercado Independencia, fundado en 1862, el Lorea el 64, el Co- mercio el 66, el Florida el 65, el Libertad el 76, el del Pilar el 83, el Modelo el 84, el de San Cristóbal el 86, el Rivadavia, Garibaldi, General Roca, Buenos Aires, Abasto Proveedor, de Flores, de Belgrano, Proveedor

332 BUENOS AIRES

del Sud, Güemes, San Carlos, Solís, Tres Esquinas, San- ta Lucía, San Telmo, Monserrat, Entre Ríos, Adolfo Al- sina, Argentino, etc., etc.

De estos mercados, dos han sido demolidos: el Merca- do Modelo, cuando la apertura de la Avenida de Mayo, y el del Comercio.

El más grandioso de estos mercados es el Abasto Pro- veedor, situado en la calle Corrientes y Anchorena.

Fué construido por una sociedad anónima de que era presidente el señor Santiago Rolleri.

En 1855 las tabladas se encontraban: la del Sud en Quilmes, y la del Norte en San José de Plores.

Los mercados de frutos: el del Sud en el Puente de Barracas; el del Norte en la Plaza de Libertad, y el del Once de Septiembre en la calle Federación.

El mercado de Ganado de Barracas al Sud se inaugu- ró el 15 de Agosto de 1900, construyéndose á iniciativa del señor Eduardo Casey.

Ocupa una superficie de trescientos mil metros cua- drados, de los que cien mil ocupan los galpones, siendo su costo de ciento cincuenta mil pesos oro.

Hecho, según modelo de su similar de Chicago, posee todos los adelantos modernos, como ser bañaderos espe- ciales para los lanares que se destinan para la exporta- ción, bebederos, etc., y todas las demás comodidades y condiciones higiénicas que requiere un establecimiento de este género. Tiene capacidad para cuarenta mil ca- bezas de ganado lanar y mil quinientos vacunos.

Este mercado se encuentra situado á tres cuadras de la calle General Mitre, facilitando sus comunicaciones una línea detramways.

Aumenta su importancia la proximidad al Gran Dock de la Capital.

La Tablada Central fué construida por la empresa Figueroa.

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BUENOS AIBES 333

Está situada en el partido de San Justo á inmedia- ciones de la estación Tablada y de los Nuevos Matade- ros de Liniers.

Desde su inauguración, el 15 de Agosto de 1900, la ca- sa Funes, Lagos y Ca, fué encargada de su adminis- tración.

El Centro de consignatarios ha solicitado el apoyo de la Sociedad Rural para obtener la unificación de los mer- cados de ganados, á imitación de lo que se practica en Inglaterra, Francia y Estados Unidos, en cuyos países las operaciones de haciendas en general, se hacen inde- pendientemente de las destinadas al abasto, al revés de lq que entre nosotros sucede, que el centro de las ope- raciones es en el que se efectúan las ventas de hacien- das destinadas al consumo, con lo que las destinadas á saladero, frigorífico ó exportación, abonan impuestos que no les corresponden.

La Tablada de Matanza es la indicada por los consig- natarios como punto de concentración de las ventas.

CAPITULO LXXXHI. JSi comercio de Ja oarne.

Riqueza g ají a deba. Exportación de oanado en pie. El Ciullkiv- Beef. La carne congelada. El aire aséptico. El tasajo. Cau- sas DE LA CARESTÍA DE LA CARNE.— MATARIFES Y CARNICEROS.

La República Argentina es un país eminentemente ganadero, calculándose en ciento veinte millones las ca- bezas de ganado lanar existentes, y en veintiocho millo- nes los bovinos.

Por eso todo lo que se refiere á la industria de la car- ne, interesa á nuestro país.

La exportación de ganado en pie fué iniciada en 1877 por el señor Eduardo Casey, con una remesado quinien- tos capones á Inglaterra, que fueron rechazados á su llegada, teniendo que sacrificárseles á bordo para ser vendida su carne en tierra.

La primera expedición de vacunos se hizo en Abril de 1889, continuándose sin interrupción hasta 1900, en que, por la epidemia de la fiebre af tosa, se clausuraron los puertos europeos para los ganados de procedencia argentina.

Esta clase de comercio alcanzó un gran desarrollo, llegando á exportarse por año más de ciento veinte mil vacunos y quinientos mil lanares, siendo el gremio de estancieros grandemente beneficiado con esto.

Desde que se clausuraron los puertos ingleses, gran- des han sido los esfuerzos que se han hecho para que se

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BUKNOS AISBS 335

derogase esa medida, siendo hasta hoy los resultados negativos.

El Gobierno inglés clausuró sus puertos á los gana- dos argentinos, tomando por pretexto la existencia de la fiebre aftosa, pero el verdadero motivo fué proteger la producción ganadera de sus colonias, que no podían competir en calidad y precios con nuestros ganados. Esta es la opinión general entre nuestros estancieros.

Desalojados en esta forma los ganados argentinos, la producción ganadera de las colonias inglesas no ha al- canzado á satisfacer la demanda de consumo de Ingla- terra, encareciendo la carne y provocando su escasez.

La fiebre aftosa es una enfermedad endémica en In- glaterra, de donde vino á la República, y la clausura de los puertos ingleses por esta causa, no dejó de llamar la atención dentro y fuera del país, por ser esa nación la única que no pone cuarentenas á las epidemias que afli- gen á la humanidad por no perjudicar á su comercio.

Por estas causas fundamentales los puertos ingleses se reabrírán á nuestros ganados, lo que si se realiza en breve plazo, como se dice, y si se lleva á cabo la repo- blación de Sud África con ganados argentinos, tomarán estos un crecido valor.

La ley de policía sanitaria animal y los reglamentos subsiguientes han hecho que la importación de enfer- medades infecciosas sea más difícil, habiendo dado el país con ella un gran paso hacia adelante.

En otra época se hubo de establecer la exportación del ganado en pie á Portugal, por lo que la Sociedad Rural indicó al Gobierno Nacional la conveniencia de obtener del gobierno de ese país, un puerto en las islas del Cabo Verde ó San Vicente, para el sacrificio de las haciendas y trasladarlas en esa forma á Lisboa.

Recién en Setiembre de 1902 se ha hecho la primera expedición de ganado en pié á Lisboa consistente en

336 BUENOS AIRES

un cargamento de ciento ochenta novillos llevados en el vapor Heraclides.

La importancia del mercado portugués es mayor de lo que á primera vista parece, por tener los ganados de procedencia lusitana entrada libre en España.

En este país, la carestía de la carne hace que se fijen en el nuestro, requiriendo el envío de haciendas.

Los mercados que consumen ganado argentino en pié, son: Sud África, Paré, España y el nuevo que se abre en Portugal.

La clausura de los puertos ingleses para la exporta- ción de ganado en pie, dio origen al «Chilled-Beef », ini- ciada por el frigorífico de Campana, ó sea la River Píate Fresh Meat Company, quien por intermedio de la Mala Real Inglesa remite á Inglaterra este producto.

Los vapores de esta compañía poseen cámaras frigo- ríficas, con capacidad para mil novillos, siendo el costo de cada una de siete mil libras esterlinas.

El «Chilled-Beef» es la carne enfriada, embalada en bolsas especiales, que se suspenden de ganchos, de modo que ocupen el menor espacio posible para no encarecer el flete.

Los cuartos de novillo, cuidadosamente envueltos, van suspendidos del techo en garfios, de tal manera, que no pueden golpearse en la navegación.

Cada lienzo lleva el sello de la compañía, con la fecha de la expedición y número de orden.

El procedimiento está basado en el mantenimiento de la carne á una temperatura dada, que sin llegar á la congelación impida el desarrollo de gérmenes que pue- dan producir su descomposición, siendo la temperatura que debe mantenerse durante el viaje, para que la carne se conserve como fresca, de 29 y 8/4 grados Farenheit los trece primeros días, 30 grados los cinco siguientes y 30 y ÍU los siguientes.

BUENOS AIRES 337

La carne en esta forma conducida, conserva todo su sabor primitivo, siendo más buscada que la de frigorí- fico, pagándose, en consecuencia, mejores precios.

Los frigoríficos existentes en el país son casi todos de compañías inglesas, los que una vez cesada la expor- tación de ganado en pie, fijaban los precios á las hacien- das, por lo que los estancieros argentinos intentaron con mal éxito en un principio, establecer un frigorífico con capitales del país, el que se ha constituido últimamente con el nombre de «La Blanca», con un capital de un millón de pesos oro.

Durante los últimos tres años, las tres compañías de carne congelada que funcionan en la República, expor- taron las siguientes cantidades:

The River Píate Presh Meat Company:

1899 790.758 reses de carneros y 28.888 cuartos de vacuno

1900.... 758.777 . 82.734

1901.... 927.648 » 170.12»

Compañía Sansinena:

1899 930.879 reses de carnero y 57.701 cuartos de vacuno

1900.... 940.094 » 98.362

1901.... 985.294 » 157.740

Las Palmas Produce Company :

1899 764.312 reses de carnero y 27.892 cuartos de vacuno

1900.... 686.848 » 84.869

1901.... 809.785 » 170.512

Lo que da un total de reses de carnero :

En 1899 2.485.949

1900 2.385.214

1901 2.722.727

» »

Y cuartos de vacuno :

En 1899 113.481

* 1900 2I55.!M»5

, 1901 498.875

22

338

BUENOS AIRES

Corresponde al doctor Atanasio Quiroga, distinguido químico argentino, el descubrimiento de un nuevo pro- cedimiento para la conservación de las carnes sobre la base del aire aséptico.

Un jurado compuesto de distinguidos estancieros, ha comprobado personalmente la bondad del procedimien- to, que difiere completamente del «Chilled-Beef », car- nes refrigeradas y sistema frigorífico.

Los eaperimentos de este sistema se hicieron del 3 de Agosto al 2 de Setiembre de 1901, afirmando el jurado que, entre la carne del mercado preparada para el con- sumo y la conservada por este sistema, no se encuentra diferencia alguna, perdiendo únicamente 1.67 °/0 del peso primitivo al sacarse de la cámara.

La aplicación de este procedimiento, que hasta el presente no se ha puesto en práctica vendría á dar á las carnes argentinas una superioridad indiscutible, so- bre las de Australia y Nueva Zelandia.

Tanto el «Chilled-Beef» como los otros procedimien- tos enunciados, harán que cuando los mercados ingle- ses se reabran á la exportación del ganado en pié, este no pueda competir casi con aquellos, por ser los precios obtenidos casi iguales á los de la carne fresca, teniendo este en su contra la enorme diferencia de los gastos inherentes.

El tasajo que se exporta en grandes cantidades, espe- cialmente al Brasil y Cuba ha sido la primera forma en que las carnes argentinas se exportaron; hoy esta clase de comercio, como los anteriores, es floreciente á pesar de contratiempos pasajeros.

Las rivalidades de los matarifes y carniceros encare- cen el precio de la carne, habiendo la autoridad corres- pondiente procurado obtener que este artículo de pri- mera necesidad se encuentre al alcance de todos los bol- sillos.

JBUJSN06 AIRES 339

Los matarifes son los arbitros en las compras y ven- tas de haciendas, imponiéndose, no sólo á los carniceros y consignatarios, sino también á los estancieros, llegan- do á establecer de un modo tácito, que ningún consig- natario pueda comprar haciendas á personas y compa- ñías que no sean del gremio, privando de este modo á los estancieros de poder defender sus intereses por ser las ventas en secreto y sin su intervención.

Desalojada de este modo la competencia, han venido á quedar dueños de la situación, lo que no ha dejado de llamar la atención del G-obierno de la Provincia, el que hubo de establecer un mercado libre en el que las com- pras y ventas se hicieran sin traba alguna.

La Sociedad Rural, formada de los estancieros de la Provincia de Buenos Aires y que preside el doctor Exe- quiel Ramos Mexía (1901), tomó varias resoluciones para combatir este mal, siendo una de ellas dirijirse á la Mu- nicipalidad pidiendo la reglamentación de las ventas libres en el Mercado de Haciendas de Liniers, además de una circular á los estancieros de la Provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fé, pidiéndoles la remisión de sus haciendas á sus comitentes para la venta en mercado libre.

Los matarifes á su vez sostienen, que ellos no son la causa del encarecimiento de la carne, no restringiendo las ventas, dejando por el contrario en libertad á los compradores y vendedores, concurriendo á los remates de haciendas de los consignatarios, y que á pesar de esto los carniceros encuentran más barato el comprarles la carne á ellos.

Fruto de todo esto es, la ordenanza sancionada por el extinguido Concejo Deliberante, por la que se dispo- ne que desde el 1.° de Enero de 1902, las transacciones en la carne han de hacerse al peso, no solo en las carni- cerías y mercados, sino también en los mataderos, don-

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340 BUENOS AIHE8

de todas las operaciones de haciendas vivas ó muertas destinadas al consumo de la población, deben hacerse igualmente al peso, á cuyo efecto los animales serán pe- sados en pié y después de faenados en básculas contro- ladas por la administración de corrales.

Contribuye á aumentar la carestía de la carne, el exce- sivo número de impuestos que paga la hacienda para el consumo, desde el momento que sale de un estableci- miento de campaña.

CAPITULO LXXXIV.

Comercio de Frutos del país.

X*a Bolsa dk Cereales. OkIgen de esta institución. Su desarrollo

É IMPORTANCIA. SALA DE COMERCIO DE CONSTITUCIÓN. CÁMARA MER- CANTIL.— Mercado Central de Frutos.

'Obras constUtadan: Gran Guia de la dudad defínenos Aire* para JS86; Memorias de la Sala del Once; Publicaciones modernas).

La Plaza del Once Septiembre era el punto á donde llegaban las carretas que traían los productos de la campaña y de las provincias.

En el mes de Mayo de 1864 se creó en el Mercado Once Septiembre una Sala Comercial con el objeto de reunir á compradores y vendedores, alejando inconve- nientes que, por la distancia é intemperies, se tocaban entonces; y con el fin de establecer en la Sala un Museo que propendiese al adelanto y prosperidad de los labra- dores y artesanos del país.

El 30 de Abril de 1855 se reunieron los señores Juan Uobbio, Juan Miranda, Núñez y Arauz, Juan llamos, Saturnino Unzué, Nicolás Eobbio, Pedro Saenz y Esta- nislao Niño, y dictaron el Reglamento que durante mu- chos años rigió en esta sociedad.

Los señores Nicanor Abelleyra y José Etcheverry, fueron desde su origen los principales sostenedores de esta asociación, que se llamó «Sala del Once», la que durante muchos años estuvo instalada en un modesto galpón.

342 "BUENOS AIRES

Allí era el punto donde se hacían las transacciones en frutos del país y fué sobre esta base que se fundó la ac- tual Bolsa de Cereales, situada en la calle Centro Amé- rica, en terrenos del ferrocarril del Oeste, cedidos con este fin por el Gerente señor Roberts.

El desarrollo de la agricultura, especialmente en la zona agrícola del oeste de la provincia, cuyo factor principal es la línea del ferrocarril que la atraviesa, ha- cen que los productos que antes se negociaban por li- bras ó arrobas, hoy se negocien por toneladas.

Comparando los medios de transporte de 1864 y los de hoy, se ve que no puede haber comparación posible entre una épocft,, en que éstos eran casi nulos, y los de hoy, que han alcanzado al máximum de desarrollo.

Los productos que antes necesitaban hasta un mes para llegar al Once, entran hoy por miles de toneladas diariamente.

Durante el año 1901 entraron al Mercado Once Sep- tiembre, 407.898.140 kilos de productos agrícolo-gana- deros, la mayor parte de los cuales se negociaron en la Bolsa de Cereales.

La acción bonefactora de esta institución se ha ex- tendido fuera del país, concurriendo á la Exposición de Búffalo de 1901, con sus muestrarios de productos, los que han obtenido altas recompensas.

En el mismo año 1901, envió á la Exposición cele- brada en el Pabellón Argentino por la Unión Industrial Argentina, muestrarios que han quedado definitiva- mente en poder de esta última sociedad, que demuestran claramente el adelanto que ha alcanzado la agricultura en nuestro país.

La Escuela de Agronomía y Veterinaria de La Plata, ha recibido gratuitamente semillas enviadas por la Bolsa de Cereales para la Escuela Práctica de Santa Catalina.

BUENOS AIRES 343

Esta importante institución comercial debe muchos de sus progresos al señor Carlos Lix Klett.

El número de socios de esta asociación en 1901 era de 1151, en su mayoría compuesta de consignatarios, bar- raqueros, negociantes de frutos del país y molineros.

La Sala de Comercio de la Plaza Constitución, de la que fué presidente durante mucho tiempo el señor Die- go Ramsay, puede considerarse como sucesora de la que hubo en la calle 25 de Mayo en los primeros tiem- pos de nuestra nacionalidad.

Su objeto principal era proporcionar al comercio marítimo noticias diarias del movimiento del puerto,! de la entrada y salida de los buques y de sus cargamentos, etcétera.

Cuando se construyó el Mercado Central de Frutos se liquidó.

La Cámara Mercantil es el centro donde se arreglan las diferencias entre compradores y vendedores.

Actualmente la preside el señor Carlos Lix Klett.

En 1887 se constituyó la Sociedad Anónima Mercado Central de Frutos, cuyos estatutos fueron aprobados por el Gobierno el 7 de Marzo del mismo año.

El objeto de esta sociedad era reunir para la venta, abaratar el depósito y el transporte de los frutos del país.

El capital de esta empresa era de 3.000.000 de pesos oro divididos en 30.000 acciones de 100 pesos cada una.

Fué construido en 1890 en la costa sud del Riachuelo, reputándose el «wool dock» más grande del mundo.

Los terrenos que ocupa pertenecían al señor Eduar- do Casey, siendo su superficie de 127.478.27 metros.

Por su magnitud se creyó en su origen, una empresa descabellada, pero al presente ha llegado á ser peque- ña para su objeto.

En estos depósitos pueden almacenarse cerca de 20.000.000 de kilogramos de lana.

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La estadística más alta en la exportación de lanas ha sido la de 1899 que alcanzó á 237.000.000 de kilogramos, en su mayoría exportada por este mercado.

Durante el año 1901 entraron al Mercado Central de Frutos 194.117.730 kilos de frutos del país.

CAPITULO LXXXV. Saqueo de 1852.

Cómo quedó Buenos Aires cuando Rozas marchó a Caseros.— Lo quk

OCURRIÓ EN LA CIUDAD CUANDO 8K 8UPO LA DERROTA DE ÉSTE. SA- QUEO DE LA CIUDAD. PACIFICACIÓN DE BUENOS AlRES. NOMBRA- MIENTO de Gobernador Provisorio. Entrada de los aliados. Festejos.

Al marchar Bozas á Caseros dejó la ciudad guarne- cida por varios batallones de Guardias Nacionales al mando del General Mansilla.

Cuando llegó la noticia del triunfo de los aliados es- tos cuerpos se desbandaron reuniendo Mansilla en la plaza principal los elementos que le quedaron, al mis- mo tiempo que solicitaba á los Agentes Extranjeros se trasladasen á Palermo y pidiesen al General Urquiza el envío de fuerzas que garantiesen la población.

Los Agentes Extranjeros no fueron recibidos por Urquiza, produciéndose en la ciudad en los días 3 y 4 de Febrero de 1852 escenas que felizmente no se han vuelto á reproducir.

Una división Correntina se aproximó á los suburbios de la ciudad, de donde grupos de soldados se interna- ron en la población uniéndose con los dispersos del ejército vencido y el populacho, entregándose al saqueo más espantoso, produciéndose escenas que toda pluma resulta pálida para poderlas reflejar fielmente.

Los saqueadores hacían su botín en un barrio y ense- guida pasaban á otro sin detenerse, matando y robando lo que encontraban á mano.

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Nacionales y extranjeros se armaron en defensa de sus vidas y propiedades amenazadas, dejando muertos á tiros á los ladrones en las calles.

Una comisión compuesta de Don Vicente López, Don José María Roxas, Don Bernabé de Escalada y del Obispo de Aulón, se apersonó nuevamente al Gene- ral Urquiza el día 4, solicitando el envío de tropas para restablecer el orden en la capital.

El General Urquiza envió entonces tres batallones de Entrénanos los que, al entrar en la ciudad, se dividieron en pequeños piquetes, que dieron comienzo á la pacifi- cación, ejecutando á cuanto individuo, fuese mujer, hom- bre ó niño, que llevase objetos robados.

Las calles de la ciudad se vieron llenas de muebles, artículos de almacén, géneros, etc., que arrojaban los la- drones para evitar ser fusilados.

Cuentan personas de esa época, que por las calles in- mediatas á la Plaza déla Victoria se veían pasar hileras de ladrones atados codo con codo, que eran llevados á la Cárcel del Cabildo, donde al rato de entrar cada grupo se sentían las descargas. Todos eran fusilados.

El 4 de Febrero de 1852 el General Urquiza nombró Gobernador Provisorio de la Provincia á Don Vicente López.

El día 20 hizo su entrada triunfal en Buenos Aires el ejército vencedor en Caseros.

El General Tomás Guido recibió en el Retiro al Ge- neral Urquiza á nombre del Gobierno Provisorio.

Las tropas vencedoras entraron por la calle de Perú (hoy Florida) hasta la de Federación (hoy Rivadavia) donde doblaron hacia la Plaza de la Victoria.

Las Divisiones de Infantería Correntinas y Entreria- nas abrían la marcha, siguiéndoles la División Oriental, la División Brasilera, cerrando la columna las Divisio- nes de Caballería.

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Urquiza iba al frente de sus tropas de poncho, cin- tillo punzó y galera, colocándose frente al Arco de la Recoba, de donde presenció el desfile de sus tropas.

Era imponente el espectáculo que presentaba esa enorme cantidad de hombres. Cuando la cabeza de la columna llegó de regreso á Palermo la cola se encontra- ba aún en las inmediaciones del Fuerte.

La ciudad estaba toda embanderada, no faltando ar- cos triunfales con inscripciones alegóricas, saludando los cañones del Fuerte á las tres divisiones que formaban el ejército, salvas que éstas contestaban en el Paseo de Julio.

El pueblo se había reunido especialmente en la Plaza de la Victoria para presenciar el desfile de las tropas vencedoras, cuya entrada á la ciudad se hizo en medio de una lluvia de flores.

Los festejos continuaron por la noche, asistiendo Ur- quiza y el Gobierno Provisorio, desde los balcones del Cabildo, á los fuegos artificiales que se quemaron en la Plaza de la Victoria.

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CAPITULO LXXXVL L,a Bolsa de Comercio.

Lo QUE 8IGMFICA LA BOLSA. PkIMERA TENTATIVA PARA SU ESTABLECI- MIENTO.— Documentos que lo atestiguan. Causas de su fracaso.— El Camoatí. Locales que ocupó. Quienes lo formaban. Cal*6a* dk sus persecuciones.

(Obras consiütodas : (irán Guia Comercial de la ciudad de Bueno* Aires de 1SH0; Bueno» Airen Antiguo; Colección de Caras y Caretas, y obran citadas en el texto).

Las instituciones como la Bolsa, representan en todos los países el centro de la actividad mercantil de los pueblos.

El primero que intentó establecerla entre nosotros, fué Rivadavia cuando era ministro del General Ro- dríguez.

Tomamos del Registro Oficial los documentos que lo comprueban y que dicen:

«Buenos Aires, Agosto Io de 1821.

Al Tribunal del Consulado:

El establecimiento de una Bolsa Mercantil, ha sido en todos los países cultos uno de los medios que ha da- do más impulso y rapidez á todos los negocios; él es, por otra parte, necesario para reglar y promover la circula- ción de los fondos y rentas públicas. Para este intere- sante objeto es también de la mayor importancia la ins- titución de Corredores.

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S. E. conoce las ventajas que uno y otro debe repor- tar al país, y quiere que desde luego se establezca una Bolsa provisoria, procurando entre tanto dedicarse ese Tribunal á la formación de un plano, para la que ha de servir permanentemente, el cual deberá elevarlo al co- nocimiento de la superioridad, juntamente con el presu- puesto de los fondos ó arbitrios que puedan adoptarse para su construcción.

En orden á lo segundo, quiere también S. E. que ese

Tribunal le presente un plan que comprenda el número

de corredores que deben establecerse.

Dios guarde á V. E.

Bernardino Bivadavia. »

El Consulado aprobó la idea con fecha 16 de Agosto del mismo año, aconsejando el establecimiento proviso- rio en el local de este Tribunal.

El Gobierno en la misma fecha contestó:

«Buenos Aires, Agosto 16 de 1821.

Al Tribunal del Consulado :

Puede proceder á la apertura de la Bolsa Mercantil, en la misma casa que ocupa ese Tribunal, según lo pro- pone V. S., y queda prevenido el editor de la Gaceta del Gobierno, de anunciarlo al público é invitar al co- mercio de un modo contesto, expresivo y cual corres- ponde á objeto de tanta utilidad.

Dios guarde á V. E.

Bernardino Bivadavia. »

La guerra civil hizo que nada de esto se llevara á la práctica, no pasando de buenas intenciones, hasta la aparición del Camoatí en 1846.

El Camoatí fué el origen de la actual Bolsa de Co- mercio.

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Fué al principio un modesto escritorio, donde entra- ban y salían los corredores de ese tiempo, cuyas opera- ciones eran la compra y venta de onzas. Un observador, al ver la actividad que reinaba en la casa, le puso Ca- moatí, palabra guaraní que significa colmena.

El escritorio del comerciante Francisco Achinelly, situado en la calle Florida, donde estuvo hasta hace poco la sombrerería de Manigot, el año 1846 fué el cen- tro y origen de lo que se llamó Camoatí.

Asesinado Achinelly, las reuniones se trasladaron al escritorio de Don Federico Massof , en la calle de la Vic- toria, al costado de la Cárcel de Mujeres, junto al actual pasaje Ro verano.

De allí pasó á la calle de Piedad, á una casa de pro- piedad de la familia de Frías, donde hoy es la City, la que fué alquilada por el corredor francés señor E. Lois- seau, donde se hizo el primer reglamento.

Volvió otra vez á la calle de Victoria, donde estuvo la droguería de Cramwell, pasando nuevamente á la calle Piedad, al lado de donde es el Bazar Colón. Más tarde las reuniones tenían lugar en la casa de Real de Azúa, frente á la plaza 25 de Mayo.

Después de la caída de Bozas, estuvo en la esquina de Piedad y Reconquista, donde es el Banco Alemán, ocu- pada entonces por un almacén, de donde se trasladó á una casa de propiedad del señor Haedo en la calle de San Martín, donde la Sociedad de Corredores, como se titulaba el Camoatí, se refundió en la Sociedad Bolsa de Comercio.

Formaban el antiguo Camoatí los corredores: Cán- dido Plaza Montero, Francisco E. Miró, Miguel E. Bec- car, Pedro Duval, Bernabé Figueroa, Juan Manuel La- rrazábal, Carlos S. Tidblom, Eduardo Didtborn, Fran- cisco J. Reynolds, Luis Lenzi, Félix Udaeta, Juan Hughes, Mariano Amézaga, Bartolomé Foley, J. J-

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Egg, Eafael Highinbotom, Adolfo Bonks, Manuel V. Muñoz, Roberto Lawsen, Antonio Carvalho, Francisco Basail, Mariano Irigoyen, Carlos Riafrecha y Fuertes, José Joaquín Suárez, J. S. Soler, T. Méndez, Ricardo B. Mascefield, David Krustich, Miguel Darragueira, Amadeo Reboul, Andrés Leguineehe, Dionisio B. Mas- cías, Mariano de Espina, Juan Antonio Agrelo, José María Lawsen, Lorenzo Patrón, Carlos Bader, José de Carabassa, Wilson Jacobs, Addison Dorr, Eduardo von ITowinkel, Luis Winter, Federico Rubio.

Sólo sobreviven de los nombrados, los señores Miguel 32. Beccar, Gerente jubilado de la Bolsa, Don Juan Manuel Larrazábal y el señor Rafael Highinbotom, de- cano de los corredores de Bolsa.

El Camoatí fijaba el precio del oro, lo que equivalía á fijar el precio de la riqueza del país, siendo esta la cau- sa del por qué los gobiernos se preocupaban de él y el origen de las persecuciones de que fué objeto.

En tiempo de Rozas había unas tablas de onzas para el cambio de las mismas á pesos que eran muy apreciadas.

En 1864 el señor Mariano F. Espiñeira publicó en un pequeño folleto la cotización de la onza de 1826 hasta 1866, siendo la ampliación de los años 1865 y 66 manus- critas. Dicha publicación fué confrontada por el señor Melchor G-. Rom, Gerente de la Bolsa de Comercio en esa época.

CAPÍTULO LXXXVIL

La Bolsa de Comercio.

Fundación de la Bolsa dk Comercio. Construcción é inauguración del Edificio de la calle San Martín. Operaciones y tipos bur- sátiles.— Fundación del Centro Comercial. Su refundición en la Bolsa. Liquidación de la Bolsa Vieja.— Fundación de la ac- tual.— El Gobierno la interviene en 1887. El crack de Junio de 1888. La cotización del oro en 1889. Tipos bursátiles. La Bolsa y el País. Importancia de esta institución. Las opera- ciones en 1854. Ano de más movimiento.

(Obras consultados: Gran Guia de Buenos Aires para 1886; Memo- morías de la Cámara Sindical; Colección de Caras y Caretas).

En el local que hoy ocupa la librería de Peuser, en la esquina de las calles San Martín y Cangallo, se reu- nieron el 1.° de Julio de 1854, ciento diez y ocho perso- nas constituidas en Tribunal de Comercio, las que fun- daron la actual Bolsa, eligiéndose en la misma asamblea la primera Cámara Sindical que se compuso de las per- sonas siguientes:

Presidente, Juan Anchorena; tesorero, Daniel Gow- land; secretario, Francisco P. Moreno; síndico, Felipe Llavallol; vocales: Manuel Monasterio, Félix Pico, Ma- nuel Biedma; suplentes: Augusto Bornefeld, José Mar- tínez de Hoz, Mariano Casares, Antonio Lynch, Fran- cisco F. de la Serna, Miguel Sorondo.

Fué nombrado Gerente el señor Juan B. Soriano, quien desempeñó el cargo hasta su fallecimiento en Ju- nio de 1862; después fué nombrado Gerente el señor

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Melchor G. Rom, hasta 1873 en que, por renuncia de és- te, fué nombrado Don Miguel E. Beccar en propiedad, fundador é iniciador de la Sociedad, quien desempeñó su cargo hasta el 24 de Julio de 1883 en que, por un ac- cidente que sufrió, tuvo que renunciar.

La Asamblea General convocada con este objeto, considerando sus largos y meritorios servicios y como premio á su honradez, economía y asiduidad, lo jubiló y declaró Sosio Honorario Fundador de la Bolsa el 12 de Octubre de ese mismo año, entrando á ocupar el puesto el señor Manuel Dolz.

El 1.° de Diciembre de 1864 se instaló la Primera Cá- mara Sindical dando comienzo al desempeño de su co- metido.

En 1860 la sociedad contaba con cuatrocientos cin- cuenta y nueve socios, y tenía reunido 360.000 pesos moneda corriente.

La prosperidad creciente de la Bolsa hizo pequeño su primitivo local, por lo que se autorizó á la Cámara Sin- dical para adquirir un terreno y construir un edificio niás á propósito, construyéndose entonces el que ocupa hoy la Caja de Conversión en la calle San Martín. -La nueva casa se inauguró el 28 de Febrero de 1862. En este edificio permaneció la Bolsa hasta su trasla- ción al que hoy ocupa en las calles Piedad y Rivadavia. En el viejo edificio de la calle San Martín la especu- lación bursátil no alcanzó el desarrollo que ha llegado en el actual.

Allí se cotizaba el oro, las cédulas hipotecarias, los cambios, las acciones del Banco Nacional, etc.

En aquel recinto desfilaron las siluetas bursátiles de Lezama, Castells, Healy, Lumb, Mackinlay, Carminati, Balbín, Beca, Correa, Fernández, Gandulf o, Welly, Vá- rela, De la Serna, etc.

En 1879 se fundó el Centro Comercial con el objeto

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de nombrar una Cámara de Comercio que representara á los diversos gremios de la capital.

Dentro del reglamento de la Bolsa tenía cabida esta institución por estar comprendidos sus propósitos, ob- teniéndose la refundición de este Centro en la Bolsa en Enero de 1883 siendo este el origen de la actual Cáma- ra de Comercio que funciona en el mismo local de la Bolsa.

Resuelta la liquidación de la Bolsa Vieja, por la insu- ficiencia del local, el 5 de Febrero de 1883 se constituyó la actual Bolsa de Comercio con un capital de 490.000 pesos fuertes por treinta años de duración prorrogables á su vencimiento.

Los arquitectos Buschiazzo y Maraini construyeron el edificio actual, el que fué inaugurado con un gran baile dado por la Sociedad de Beneficencia el 14 de Agosto de 1885.

El 7 de Septiembre del mismo año, comenzaron las operaciones bursátiles en este edificio, el que fué amplia- do en 1887 con el terreno comprado al señor Barbage- lata.

El año 1886 marca el comienzo de la época de mayor auge de esta institución.

El Gobierno Nacional, preocupado de la especulación de que era teatro la Bolsa, la intervino el año 87, esta- bleciendo un impuesto del medio por mil sobre las ope- raciones realizadas, impuesto que fué resistido al prin- cipio, pero que el señor Eduardo B. Legarreta, presi- dente entonces de la Bolsa, solucionó evitando medidas de fuerza á la que probablemente hubiera dado lugar esa resistencia.

La liquidación que más pánico ha producido por el mal estado de los negocios y el desequilibrio general de los valores, fué la del mes de Junio de 1888.

Las acciones del Banco Constructor de la Plata, cuya

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cotización había alcanzado á 235, descendieron rápida- mente á 160.

La causa de esto eran las quiebras y la escasez de di- nero de los compradores, por lo que la oficina liquida- dora tuvo que rematar ese mes 19.200 acciones y 17.400 certificados del Banco Constructor.

Esto trajo una reunión general de corredores, en la que el Presidente de la Cámara Sindical manifestó la gravedad de la situación, exhortando á la conciliación y equidad álos deudores y acreedores.

Se nombró una comisión especial liquidadora que, en unión del liquidador oficial y del directorio del Banco Constructor invitado á este efecto, prestó su concurso, descontando una fuerte suma que permitió á los corre- dores cumplir sus obligaciones, al mismo tiempo que entre ellos se levantaba un empréstito de un millón de pesos, que se facilitaron á los que no disponían de di- nero para cumplir con yus comitentes, suma que fué reembolsada poco después con lo que se sacó de los fa- llí dos y de los que repusieron sus créditos.

El crack de Junio produjo una desvalorización de veintidós millones de pesos en acciones y certificados de dicho Banco.

La baja general de los títulos y acciones de los Mue- lles y Depósitos de las Catalinas, Banco Nacional, Cé- dulas Hipotecarias Nacionales y Provinciales y Crédito Seal, produjeron una pérdida no menor de trece millones de pesos, sin contar otros títulos que también tuvieron fuertes diferencias y se arreglaron privadamente. El mismo Presidente de la República, contrariando la opi- nión de su Ministro de Hacienda que le aconsejaba la abstención en lo que ocurría en la Bolsa, influyó sobre el directorio del Banco Nacional, para que este estable- cimiento acordase un descuento de dos millones de pesos.

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Tal fué el crack de Junio del 88, el más memorable en los anales bursátiles.

En 1889 el Ministro Várela ordenó la supresión de la cotización del metálico, medida que en la práctica resal- tó contraproducente.

La Cámara Sindical observó que esas operaciones eran lícitas, protestando de esa disposición del gobierno, el que dio un plazo de 24 horas pai'a su cumplimiento, ven- cido el cual, la Bolsa fué intervenida por la fuerza pú- blica, teniendo la Cámara Sindical que acatar la orden, convocando á una asamblea general donde dio cuenta de lo ocurrido, presentando al mismo tiempo la renun- cia colectiva, la que no fué aceptada, siendo por el con- trario reelecta por inmensa mayoría.

Durante el tiempo que el señor Várela desempeñó el Ministerio, que fué de Marzo á Septiembre de 1889, se mantuvo en vigencia la resolución del Gobierno, laque fué derogada después que esté señor abandonó esa car- tera.

La Bolsa moderna ha tenido sus personalidades como Carlos M. Schweitzer, el malogrado gerente del Cons- tructor, Luís Castells, Andrés Seitun, el Rey de las Cédulas, y el actual liquidador Don Francisco P. Mar- san, tan apreciado en el círculo en que actúa.

Se designa con el número cuarenta y tres, entre los corredores, á los intrusos á la rueda.

La Bolsa ha sido el barómetro de la actividad nacio- nal. Sus cotizaciones han sido el reflejo del bienestar y de la confianza en el Gobierno, como asimismo el cen- tro de las grandes especulaciones. Todo rumor político, toda novedad, todo acontecimiento de importancia ha sido generalmente comentado en los corrillos bursátiles y de allí se han esparcido por la ciudad.

La Bolsa representa en el organismo económico na- cional las mismas funciones que las del corazón en el

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organismo humano. Allí concurren el comercio y la in- dustria de toda la República, inclusive el Gobierno Na- cional, á consultar la tendencia de las operaciones, pues como queda dicho, es el termómetro donde se refleja la mayor ó menor confianza en la situación.

La importancia de esta institución ha pasado los lí- mites de nuestro país, siendo su importancia tal, que los centros comerciales de Europa no admiten la cotización de algunos títulos argentinos si no se cotizan antes en «sta Bolsa ó piden explicaciones del por qué no se hacen acordando ó denegando su autorización para que se co- ticen, según el caso.

La Cámara Sindical de la Bolsa tentó con mal éxito el establecimiento del Clearing House.

Las operaciones de Bolsa que en 1854 fluctuaban do quinientas á mil onzas, hoy están representadas por mi- llones en metálico y títulos.

Los años de más movimiento han sido: en 1886, las compras y ventas de metálico solamente, sumaron 482.410,500 pesos. En 1887, 632.591,389 pesos; en 1888, 653.952,000 pesos, y el último año del siglo, ó sea el 1900, 334.041,988 pesos.

Tal es, á grandes rasgos, la historia de la Bolsa de Buenos Aires, institución particular que, cuando se fundó, en 1854, contaba con 118 socios, los que en el día pasan de 4,000, no siendo difícil que con el tiempo vea- mos lanzar los empréstitos nacionales, una vez que se regularizen las finanzas del Estado y llegase á hacerse uso del crédito, librándonos en consecuencia de ir á los mercados europeos á lanzarlo, como ha sucedido hasta hoy.

CAPITULO LXXXVin.

Bancos.

PRIMERA TENTATIVA FAIIA ESTABLECER ÜN BANCO DK DESCUENTOS. IsiriA- TIVA8 DE PuEYRREDÓN. El CrÉDITO PÚBLICO DE LA PROVINCIA. L.A

primera Caja de Ahorros. El Banco de Descuentos de Bpexos Aires. El primer Curso Forzoso. El Banco Nacional de 1$&k Fundación del Banco de la Provincia. Idea de lo que fué. La primera Comisión Administrativa. Emisiones. El Crédito Público Nacional. El Banco Hipotecario de la Provincia. El Baxco Hipotecario Nacional. Establecimientos bancarios particulares

DE OTROS TIEMPOS. BANCOS DEL DÍA. El BANCO DK LONDRES Y RlO

de la Plata. El Clearing Bank. Diversos establecimientos Bar- carios.— Emisión fiduciaria.

( Obras consultada*: El año 20 por el Doctor Vicente Fidel López; Buenos Aire* desde Setenta años atrás, de José A. Wilde; Anuario Pillado; Historia de la Con federación Argentina^ por Adolfo Saldias; Bueno* Aires: su naturaleza, etc., de Varios Martínez, etc.)

El 21 de Octubre de 1811 se hizo la primera tenta- tiva para la fundación de un Banco de Descuentos y una Compañía de Seguros Marítimos, correspondiendo su iniciativa á Don Bernardino Rivadavia.

Siendo Director Supremo Don Juan Martín Pueyrre- dón intentó por primera vez organizar el servicio de las deudas y el crédito del Gobierno, las que hasta entonces no habían tenido amortización alguna ni recursos espe- ciales destinados á este fin.

El decreto del 29 de Marzo de 1817 tenía este propó- sito, autorizándose por él que los derechos de aduana se abonasen la mitad en metálico y la otra en títulos emi-

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tidos por los Gobiernos anteriores desde Mayo de 1810 á Diciembre de 1816.

Pero sucedió, que no habiéndose clasificado los títu- los que sirviesen á este fin la medida resultó contrapro- ducente, porque los tenedores de éstos se apresuraron á enagenarlos renunciando á los beneficios futuros, produ- ciéndose la oferta de estos en lugar de la demanda, sien- do los únicos beneficiados los usureros.

Convencido de esto el Gobierno, y como el resultado fuese negativo, por decreto del 17 de Mayo de 1818 se derogó el anterior, proponiendo en cambio al Congreso la fundación de la Caja Nacional de Fondos de Sud América, la que también fracasó por no haberse dado á la deuda anterior que andaba flotante un medio de amortización efectivo ó un plazo fijo para ello.

Esta Caja contenía en germen la noción de los Ban- cos de Depósitos y Descuentos y la idea fundamental de la Administración del Crédito Público.

La ley del 14 de Julio de 1821 la suprimió, sirviendo de mucho este antecedente cuando se fundó el Crédito- Público.

Durante el gobierno del General Martín Rodríguez y siendo su ministro Eivadavia, se creó el Crédito Público de la Provincia de acuerdo con la ley del 30 de Octubre de 1821.

La primera Caja de Ahorros se estableció el 24 de Abril de 1823 siendo su directorio el siguiente:

Presidente, Doctor Mariano Zavaleta; Vice, Francisco del Sar; tesorero, Guillermo Robertson; contador, San- tiago Wilde; secretario, Miguel de Riglos.

La ley del 19 de Junio de 1822 estableció el Banco de Descuentos de Buenos Aires, que fué el primero que emitió billetes convertibles en onzas de diez y siete pe- sos.

Su emisión alcanzó á 2.694.000 pesos.

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El primer Curso Forzoso lo decretó el Congreso de 1826, poniéndole el cúmplase Bivadavia.

El Banco Nacional se creó por la ley del 28 de Enero de 1826, refundiéndose en este establecimiento el Banco de Descuentos, de cuya emisión se hizo cargo, teniendo la facultad de emitir hasta cierta suma.

Al caducar la carta orgánica del Banco Nacional, Bozas decretó su extinción, fundando, sobre la base de la Casa de Moneda, el Banco de la Provincia de Buenos Aires, el 30 de Mayo de 1836.

El fundador de este Banco fué el Doctor José María Bozas, quien redactó el decreto ordenando el estable- cimiento de esta institución.

El Doctor Dalmacio Vélez Sarsfield fué más tarde quien lo reorganizó.

Cuando se estableció el Banco de la Provincia, era la única institución de esta clase que había en el país.

La tierra valía poco, los negocios eran lentos, pero de una ganancia segura de veinte á veinticinco por ciento, ^ el de estancia de treinta á treinta y cinco por ciento al año.

Poco después, el Banco comenzó á dar facilidades de crédito al que quería trabajar, dándole capital al seis por ciento de interés y cinco por ciento de amortización trimestral, de manera que una deuda duraba lo que el deudor quería, teniendo el Banco exceso de encaje en sus cajas.

En esos tiempos no había la diversidad de negocios, ni se conocían las grandes especulaciones en títulos y tierras que vinieron más tarde, no habiendo en que in- vertir el dinero, siendo el lugar obligado donde se guar- daba el Banco de la Provincia.

Los descuentos se acordaban á personas de responsa- bilidad ó á los que se presentasen bien garantidos, por lo que siempre la cartera del Banco tenía documentos realizables.

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Durante muchos años esta fué la norma de conducta que siguió el Banco, pero más adelante todo el mundo se creyó que este establecimiento estaba obligado á ha- bilitar á los pobres, interviniendo al mismo tiempo la política, llenándose en consecuencia la cartera de crédi- tos incobrables.

Una emisión de papel moneda del Banco de la Pro- vincia, era antes lo mismo que si fuera oro, porque este -establecimiento de crédito era la más sólida institución que teníamos en el país.

Hubo una época, cuando el Doctor Vicente Fidel Ló- pez lo dirigía, que el Banco de la Provincia fijaba el cambio durante quince días ó un mes, hazaña que no se ha vuelto á repetir desde antonces en este país y que en otros no se ha producido.

Para poder hacer esto, el Doctor López había obte- nido de la casa de Baring Brothers un crédito ilimitado á favor de la institución que dirigía.

La primera comisión administrativa del Banco la compusieron: Presidente, Bernabé de Escalada, y Voca- les: los señores Laureano Rufino, Juan Alsina, David Weller, Miguel de Riglos, Manuel Blanco González y Joaquín de Rózabal.

En 1853 se emitieron los billetes del Banco y Casa de Moneda, hasta 1864 en que la Provincia de Buenos Aires garantizó la emisión de su Banco.

En 1867 se decretó la conversión de veinticinco pesos moneda corriente por un peso fuerte, hasta 1876 que se suspendió.

La buena administación y el crédito de que gozaba este Banco, llegaron á ser un orgullo para la República, alcanzando sus billetes premio sobre el oro.

La crisis de 1890 lo arrastró por la dilapidación de sus fondos y el abuso que se hizo del crédito.

El Crédito Público Nacional fué creado por ley de 16

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de Noviembre de 1863, siendo Presidente de la Repú- blica el Teniente General Don Bartolomé Mitre, y su ministro interino de hacienda el Doctor Rufino de Eli- zalde.

La primera Junta de Administración se constituyó el 2 de Enero de 1864, siendo su presidente el Doctor Lú- eas González, y vocales los señores Doctor Miguel Zava- leta, José M. Cantilo, Juan M. Estrada y Alejo Aro- cena.

El autor del proyecto fué el Doctor Dalmacio Vélez Sarsfield, quien lo tomó de la ley del 30 de Octubre de 1821 de la Provincia de Buenos Aires, que fué la prime- ra que organizó el Crédito Público, en tiempo de Riva- davia.

La ley del 5 de Noviembre de 1872, estableció el Ban- co Nacional con la facultad de emitir billetes pagaderos á la vista, hasta el doble de su capital.

En 1886 se decretó la inconversión, la que continúa hasta el presente, encontrándose este Banco en liqui- dación.

El Banco Hipotecario de la Provincia de Buenos Aires, se fundó el 25 de Noviembre de 1871, siendo su iniciador y administrador, durante varios años, el señor Francisco Balbín.

Hasta el año 1886 la situación financiera de esta ins- titución fué próspera, cumpliendo fielmente sus servi- cios, pero después de esta época cayó en el desquicio más grande, apoderándose de él la política y con ella los préstamos escandalosos que lo llevaron á su ruina.

A más de cuatrocientos millones de pesos ascendieron las emisiones de cédulas que lanzó á la circulación este Banco.

Los Centros Agrícolas y el ensanche de los Ejidos de los partidos de campaña, fueron las operaciones quemas contribuyeron á la caída de esta institución de crédito.

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El año 1891 cerró sus puertas, obteniendo en 1895 una moratoria de cinco años.

En esta situación se iniciaron arreglos para arribar á una solución que consultase los intereses de los tenedo- res de cédulas y el Banco, los que después de varios fra- ^ ¿asos, parece que han llegado al fin al resultado anhe- lado, cuyas bases ha sometido el Gobierno de la Provin- cia á la Legislatura, en Abril de 1902.

El Banco Hipotecario Nacional fué creado por la ley del 24 de Septiembre de 1886.

Entre los establecimientos bancarios particulares que han existido, se encuentran el Banco Mauá, la casa de Wanklyn después Banco Comercial, el Banco Argenti- no, el Banco de Carabassa, Banco de Boma y Río de la Plata, Banco Inglés del Río de la Plata, etc., varios de los que tuvieron un fin desastroso, pasando otros á nuevas manos.

De los Bancos del día el que ocupa el primer puesto, es el Banco de Londres y Río de la Plata, verdadero coloso comercial establecido en 1863.

El pánico de 1891 traducido en las corridas á los es- tablecimientos bancarios, también alcanzó á este Banco que fué el único que no cerró sus puertas, satisfaciendo puntualmente la demanda de sus depositantes.

El Banco de Carabassa y el Banco Inglés del Río de la Plata han sido adquiridos por el Banco de Londres, el que cuenta numerosas sucursales dentro y fuera del país.

El Banco de Londres y Río de la Plata fué el inicia- - dor del Clearing Bank, cuyo establecimiento en los altos del edificio de este Banco data del 25 de Noviembre de 1893.

El Clearing Bank es una oficina de ajustes, en la que los Bancos que forman el Clearing, liquidan diariamente sus saldos.

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Forman el Clearing los principales Bancos de la Ca- pital, entre ellos el Británico de la América del Sud, Londres y Brasil, Londres y Río de la Plata, del Co- mercio, Francés y Río de la Plata, Tarapacá y Argen- tina, Italia y Río de la Plata y Alemán Transatlántico.

No figuran en el Clearing los Bancos de la Nación Argentina, Nuevo Italiano, Popular Argentino, Nuevo Popular Italiano y el Banco Español del Río de la Pla- ta, que se separó hace poco.

La importancia de esta oficina y más que todo su uti- lidad práctica la demuestran los Bancos que la forman.

Los señores Roberto Thurburn y Tomás Hogg son los factores más importantes de esta poderosa institu- ción á cuyos esfuerzos y conocimientos debe el ocupar el primer puesto entre sus similares.

El Banco Español del Río de la Plata se fundó el 2 de Enero de 1887.

El Banco Británico de la América del Sud se estable- ció en Buenos Aires en 1888, con el nombre de Banco Inglés de Río de Janeiro, el que cambió por el actual en 1891.

El Banco del Comercio se estableció en 1884, y el Nuevo Banco Italiano en 1887.

Siendo Presidente de la República el Doctor Carlos Pellegriui y su ministro de Hacienda el Doctor Vicente F. López, se estableció el Banco de la Nación Argen- tina creado por la ley del Congreso Nacional del 26 de de Octubre de 1891.

Por el artículo segundo de los estatutos, el capital es de 600.000 acciones de cien pesos cada una.

El Banco Anglo Argentino desde 1901 se llama Ban- co de Tarapacá y Argentina.

La importancia comercial de esta ciudad la demues- tran los establecimientos bancarios nombrados á los que hay que agregar los Bancos Alemán Transatlántico,

BUENOS AIRES 365

Francés del Río de la Plata, Popular Argentino, Popu- lar Italiano, Londres y Brasil, Municipal de Préstamos, etc., á más de una cantidad considerable de casas ban- carias particulares con fuertes capitales.

A principios de 1902 la circulación fidunciaria de la República ascendía á la suma de 296.048.630.89 pesos, estando su cange y emisión á cargo de la Caja de Con- versión, institución fundada por el Doctor Vicente Fi- del López cuando ocupó el Ministerio de Hacienda.

CAPÍTULO LXXXIX.

MI Himno Nacional.

La Marcha Patriótica. El Himno dk Lópkz. Su reglamentación

POR KL PrKHIDKNTE ROCA.

(Obras consultadas: La Literatura de Mayo, por el doctor Juan María Gutiérrez; El Investigador ¡ de los señores Juan A, Al trina y T. S. OxujtaJ.

El primer himno ó canción patriótica que se escribió en Buenos Aires, para ser cantada en las fiestas patrias, se publicó en la Gaceta de Buenos Aires del 15 de No- viembre de 1810, con el título de «Marcha Patriótica, compuesta por un ciudadano de Buenos Aires, para can- tar con la música que otro ciudadano está arreglando».

Comenzaba así:

La América toda Se conmueve al fin Y á, sus caros hijos Convoca á la lid: t A la lid tremenda

Que va á destruir A cuantos tiranos La osan oprimir.

En su tiempo esta poesía se atribuyó á Don Esteban Luca.

La Asamblea Nacional decretó la apertura de un con- curso para la presentación de una canción nacional, al que concurrieron Don Vicente López y Planes y Fray Cayetano Rodríguez.

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BUENOS AIRES 3G7

En casa de la señora María Sánchez de Thomson, el poeta Lnca declamó el himno de López, antes de que el gobierno lo aprobase.

Entre la concurrencia se encontraba José Blas Pare- ra, quien sentándose al piano empezó el acompañamien- to que mereció general aprobación, poniéndose en con- secuencia el himno en música.

Fray Cayetano Rodríguez, presente también en la reunión, al oir los versos de López, rompió los suyos y abrazó á éste.

El 11 de Mayo de 1813 la Asamblea Nacional aprobó la canción de Don Vicente López y Planes, la que se cantó por primera vez en público en la Casa de Come- dias el 25 de Mayo de 1813.

El autógrafo del Himno Nacional se encuentra en po- der de la familia de Luca.

El Himno, como era lógico, encontró siempre resis- tencias entre los residentes españoles, pues cantaba las victorias nacionales sobre aquellos en la Guerra de la Independencia y su autor interpretó fielmente el senti- miento de la época que lo era de lucha y entusiasmo.

El Gobierno Nacional, con motivo de los agasajos á la Sarmiento en España, reglamentó, á principios de 1900, su uso oficial, fundándose en las siguientes consi- deraciones:

« Que, sin producir alteraciones en el texto del Himno Nacional, hay en él estrofas que responden perfecta- mente al concepto que universalmente tienen las nacio- nes respecto de sus himnos en tiempo de'paz y que se armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas en las fes- tividades oficiales, por cuanto respetan la tradición y la ley sin ofensa para nadie,

368 BUENOS AIRES

El Presidente de la República, en acuerdo general de Mi- nistros

DECKETA

Artículo Io En las fiestas oficiales ó publicas, asi co- mo en los colegios y escuelas del Estado solo se canta- rán la primera y la última cuarteta y coro de la canción sancionada por la Asamblea General del 11 de Mayo de 1813.

Art. 2o. Comuniqúese, publíquese y dése al Registro Nacional. J. A. Roca. Felipe Yofre. Luis M. Campos. José María Rosa. MaHin Rivadavia. E. García Merou. —Emilio Civit».

En consecuencia, el Himno quedó reducido á la si- guiente forma:

Oíd mortales el grito sagrado, Libertad, libertad, libertad, Oíd el ruido de rota*» cadenas, Ved en trono á la noble Igualdad.

Ya su trono dignísimo alzaron Las Provincias Unidas del Sud: Y los libres del mundo responden Al gran pueblo argentino salud !

CORO

¡Sean eternos los laureles!, ¡Que supimos conseguir! ¡Coronados de gloria vivamos! ¡O juremos con gloria morir!

CAPÍTULO XC.

Fiestas Patrias.

Kl25dk Mayo i>k 1H17.— Te Deum y Parada Militar.— Cuerpo» quk

FORMARON Y QUIENES LOS MANDABAN. El DESFILE. Al)ORNOB DE LA CIUDAD. LOS FCEOOB. Elí LOS TEATRO».

El 25 de Mayo de 1847 el Ministro de Hacienda doc- tor Manuel Insiarte en representación del Gobierno, y acompañado de las congregaciones civiles y militares, cuerpo diplomático, etc., concurrió á la Catedral, en don- de el Obispo Medrano celebró una solemne misa de gra- cias.

La fundón religiosa fué demasiado larga por coinci- dir con la fiesta del Corpus. Duró tanto, que el cuerpo de ejército que f ormó en la plaza, acabó de pasar por la casa del Gobernador al obscurecer, viniendo á suceder que, compañías como las de los batallones de Balbane- ra y Palermo, concluyeran sus funciones en sus cuarte- les á las diez de la noche. El canónigo Martín fioneo, cura de Flores, ocupó la cátedra sagrada, haciendo re- cuerdos patrióticos de este día (otras veces la ocupaban el canónigo Juan Antonio Argerich y el franciscano Ni- colás Aldazor).

La parada era mandada por el Inspector y Comandan- te general de armas General Agustín de Pinedo.

El aspecto de las plazas Victoria y 25 de Mayo era imponente. Una interminable cinta roja de los unifor- mes las circundaba.

24

370 BUENOS AIBES

Las fuerzas se componían de siete batallones con sus respectivas banderas y bandas de música, tres escuadro- nes y treinta piezas de artillería.

Estos cuerpos se formaron de una compañía de cada uno de los diferentes cuerpos de la guarnición.

£1 primer batallón se componía de una compañía del batallón Guardia Argentina, con la bandera y banda del mismo, otra del Segundo Batallón de Patricios, otra de la fuerza del Juzgado del Socorro, otra del Juzgado del Pilar y cuatro piezas de artillería con doce artilleros de dotación cada una. Lo mandaba el coronel Francisco Quevedo.

El segundo batallón al mando del Sargento Mayor Don Victoriano Aguilar, constaba de una compañía del Batallón número 3 de Patricios, otra de la Parroquia de Catedral al Sud, otra de la Concepción y cuatro piezas de artillería, tiradas por doce artilleros cada una y la música y bandera del número 3 de Patricios.

El tercer batallón, mandado por el Capitán del Puer- to, Sargento Mayor, Edecán Don Pedro Ximeno, -se componía de una compañía del número 4 de Patricios, con la música y bandera del mismo, otra de Marina, otra de Catedral al JNorte, otra del cuerpo de Dragones nu- mero 1 y seis piezas de artillería con la misma dotación que las anteriores.

El cuarto batallón, al mando del Sargento Mayor José Narbona, lo componían: una compañía del Batallón Restaurador, con la música y bandera del mismo, otra de San Telmo y cuatro piezas de artillería con la misma dotación que las anteriores.

El quinto batallón, al mando del Sargento Mayor, Edecán Nicolás Marino, formado de la primera compa- ñía del Batallón de Serenos, su música y bandera, otra del de Comisionados de Manzana y otras de San Miguel, Balbanera y Pilar y cuatro piezas de artillería iguales á las anteriores.

BUENOS AIRES 371

El sexto batallón lo mandaba el Teniente Coronel Ángel Herrera, y se componía de la primera compañía del primer Batallón de Policía, con su música y bandera, otras de San Nicolás y Monserrat y cuatro piezas de artillería con la misma dotación anterior.

El séptimo batallón, al mando del Sargento Mayor Bernardo Romero, se componía de la primera compañia del segundo Batallón de Policía, otra de los Artesanos del Parque, otra de Vigilantes, cuatro piezas de artille- ría iguales á las anteriores y la banda y bandera del se- gnndo de Policía.

Cada una de las compañías de estos batallones cons- taba de 130 hombres de tropa, sin contar los oficiales.

Los escuadrones de caballería de Abastecedores y el de Vigilantes formaron en la Plaza 25 de Mayo al man- do del Coronel Valerio Sánchez.

Este cuerpo de ejército de las tres armas, se componía de 4610 hombres.

Después de la formación estas fuerzas salieron de la plaza por la calle Defensa hasta Moreno, desfilando por delante de la casa de Rozas, yendo á su frente el Gene- ral Pinedo, dando al pasar los vivas y mueras de orde- nanza, que eran: ¡Viva la Independencia Americana! ¡Viva la Confederación Argentina! ¡Viva la Honorable Junta de Representantes de la Provincia! ¡Viva el Ex- celentísimo Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia, Brigadier General Don Juan Manuel de Ro- zas! ¡Mueran los salvajes, inmundos, asquerosos uni- tarios!, los que fueron contestados por el pueblo, con- cluyendo con esto la ceremonia militar del día.

Al salir el sol todos los cuerpos de la guarnición y de los Juzgados de Paz de la Ciudad, lo saludaron en sus cuarteles, con los mismos vivas y mueras, y tocando dianas.

En los días 24 y 25, la Ciudad estuvo decorada con

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S72 BUENOS AIRES

banderas y los adornos é iluminación de la Pirámide, de la Plaza de la Victoria y de la casa del Departamento de Policía, eran vistosos, habiendo numerosas inscrip- ciones patrióticas.

En las mismas noches se quemaron fuegos artificiales en la Plaza Victoria, cuya concurrencia se calculaba en mas de 16.000 personas, viéndose los balcones, venta- nas y azoteas de las casas que circundaban la Plaza, como asimismo las de las calles Federación, Victoria, Universidad y de Representantes llenas de damas y ca- balleros.

En el balcón de la casa del señor Riglos se encontra- ba Manuela Bozas con otras señoras y señoritas, y los señores Ministros de Inglaterra y Francia Lord Howden y el Conde "Walewsky, el Comodoro Sir Thomas Hebert, el Conde de Beutivoglio y los secretarios de las lega- ciones de Francia é Inglaterra como asimismo los co- mandantes de las fuerzas navales de estas naciones.

Las bandas de música de los cuerpos de Ja guarni- ción, tocaron en la Plaza y en la casa de la Policía, con- tribuyendo í la animación general.

Las representaciones dramáticas del Teatro de 1* Victoria y del Argentino, en las que se iniciaron las funciones con el Himno Nacional, se vieron llenos de una distinguida concurrencia.

A la del Teatro Victoria asistió el Ministro de Hacien- da Doctor Manuel Insiarte en representación del go- bierno.

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CAPITULO XCI.

Fiestas Patria».

Carácter que tenían las fiestas patbiah.— Fiestas populares. El equilibrista blondín. los desfiles militares. las rlpas.

Las fiestas patrias tenían un marcado color popular.

Todo el mundo participaba del regocijo general y era la fecha en que se estrenaban las ropas nuevas.

La ciudad en general era baja y el embanderamiento muy profuso.

Por la noche las casas bajas abrían los postigo» y se colocaban velas que alumbraban las veredas. En los balcones de las casas altas se ponían igualmente velas resguardadas por fanales. Más tarde el gas reemplazó esta clase de iluminación.

La Plaza de la Victoria, como asimismo la del 25 de Mayo, eran el centro de los festejos.

Después de las salvas del Fuerte se quemaban bola* dores y gruesas de cohetes de la India. Más tarde loe morteros no cesaban de arrojar bombas de estruendo, causando muchas veces, al explotar aquellos, desgracias personales.

Los colegios concurrían en corporación al pié de la Pirámide á cantar el Himno Nacional.

Al comenzar las funciones en los teatros se declama- ban loas por el mejor artista de la compañía, antes de cantarse el Himno Nacional.

Las primeras de estas loas las compuso Don Vicente

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López y Planes y más tarde el poeta Esteban de Lúea y Don Juan Cruz Várela.

Los fuegos artificiales se encendían en la Plaza de la Victoria, quemándose al final un gran castillo que se colocaba delante del Arco Central de la Recoba Vieja.

En las cuatro faces de la Pirámide se colocaban tras- parentes de lienzo con los retratos de los Héroes de Ma- yo y octavas sobre recuerdos patrióticos.

No faltaban en el decorado de la Plaza arcos con ins- cripciones alegóricas, juegos populares consistentes en corridas de sortija, palo enjabonado, rompe cabezas, etc.. á los que concurrían de las orillas los paisanos con sus caballos empilchados con sus mejores aperos, no faltán- doles tampoco un moño con los colores patrios.

Las galerías del Cabildo se veían llenas de las mejores familias, como asimismo la Plaza y los balcones que la rodeaban. Nadie perdía los fuegos de un 25 de Mayo ó de un 9 de Julio.

La escena de algún pastelero ó naranjero en apuros, á los que los muchachos daban vuelta la canasta para que aprovecharan los demás, era frecuente.

Hubo un 25 de Mayo allá por el año 1878 ú 80, en que el equilibrista Blondín cruzó la Plaza sobre una cuerda que colocó en todo el frente de la Recoba Vieja, en cuyos extremos había dos pequeñas casillas de donde Blondín salía con su balancín, recorriendo su trayecto con una serenidad admirable.

El hombre se fiaba á su buena suerte, pues debajo de él no había red alguna.

Los desfiles militares eran más lucidos, teniendo cada cuerpo su tradición y sus simpatías en el pueblo. Se presentaban con sus gloriosas banderas hechas girones y como hasta, antes del 80 no faltaba alguna campaña en que alguno de los batallones que formaban hubieran tomado parte, ya fuera contra los indios ó en el inte- rior, su paso por las calles era saludado con aplausos.

BUENOS AIRES 375

En los bajos del Cabildo y al costado dpi Palacio Ar- zobispal se vendían cédulas.

Al principio la rifa casi única era la de' Casa de Huér- fanos de la Merced, en donde se veía la bandera blanca con la palabra «Rifa» en letras coloradas.

Después de esta, vinieron las del Cabildo, los bajos de la Policía y el Palacio Arzobispal. Las que vendían estas cédulas eran damas y señoritas de la mejor so- ciedad.

Después del 90 ha venido una invasión, de rifas para las fiestas patrias, que, como de todo lo que se abusa, las han hecho desmerecer.

A muchas cuadras de la Plaza de Mayo, en la Ave- nida, en las calles Bivadavia, Perú y "Florida se ven infi- nidad de carteles y señoritas ofreciendo «una cedulita caballero», de las que el público huye, pues no es sola- mente para estas fiestas que se explota por la caridad este recurso sino durante todo el año.

CAPITULO CXII. Fiestas Patrias.

m

Ei. 25 de Mayo de 18%. El 25 de Mayo dk 1900.— La formación mili- tar.— Inauguración de la estatua de Sarmiento. Los Españoles.

La cuestión de límites con Chile hizo que el país se preparase para cualquier eventualidad, organizando su Guardia Nacional y aumentando el poder de su es- cuadra.

Después de muchos años que no lo hacía, el 25 de Mayo de 1895 formó la Guardia Nacional de la Capital, lo que siguió haciendo hasta 1900, en que lo hizo por última vez.

Las fiestas patrias del 95 tuvieron esta novedad, rom- piendo la monotonía de los aniversarios nacionales, en los que el pueblo estaba acostumbrado á ver desfilar únicamente al ejército de línea.

Ese día formaron las dos brigadas de Guardias Na- cionales que componen la División de la Capital, alcan- zando muchos aplausos su organización dado el poco tiempo que se dispuso para su instrucción.

El 25 de Mayo de 1900 después del Te Deum celebra- do en la iglesia de la Merced, el Presidente Boca se di- rigió á Palermo para inaugurar el monumento erigido en honor del Doctor Domingo Faustino Sarmiento.

Ha sido este uno de los pocos aniversarios patrios que no se han celebrado en la tradicional plaza.

Poco después de medio día fueron tomando coloca-

BUENOS AIBES 977

ción en las amplias Avenida Alvear y Sarmiento en Pa- lermo, las brigadas de tropas de línea, de la armada y del ejército de tierra y en otaras calles del paseo hacia la izquierda los regimientos de la Guardia Nacional.

La brigada de marina se componía de la Escuela de Aspirantes á Oficial eon 120 plazas, la Escuela de Aprendices Artilleros con 85 id. y 6 piezas de desembar- co, y la Escuela de Torpedistas y Electricistas, con su material respectivo; la Escuela de Mecánicos y Maes- tranza con 280 plazas; el Batallón de Marineros del Apostadero Naval con 540 id.; el Batallón de Milicianos eon 400 id.; Personal de Sanidad, 21; Músicos, 90. Total 1,616 hombres, bajo el mando del Capitán de Navio Ma- nuel José García, el que tenía de ayudantes á caballo al Teniente de Fragata Fleiss y Alféreces Jalowe y Du- karte.

Todas estas unidades se presentaron con su dotación completa de jefes y oficiales del cuerpo general de la armada, siendo del total, 676 alumnos de las escuelas militares.

La brigada de línea la mandaba el coronel Carlos Smith, y la formaban los cuerpos de la guarnición de la capital compuesta del Regimiento 2.° de Artillería de Campaña, los batallones 2, 3, 6, 8 y 10 de infantería de línea, Regimiento Escolta, Sanidad Militar y Colegio Militar, el que formaba á la cabeza, luciendo sus irre- prochables secciones de las tres armas, formando un total de 2.300 hombres.

La Guardia Nacional, dividida en dos brigadas, formó con un total de 6.000 hombres aproximadamente.

Al inaugurarse la estatua de Sarmiento se pronuncia- ron dos discursos: el del Doctor Miguel Cañé, haciendo -entrega de él, y el del Presidente de la República, reci- biéndolo.

Después de la inauguración, las tropas desfilaron por delante del monumento rindiendo honores.

378 BUENOS AIRES

La Opera, como los demás teatros se vieron mny con- curridos.

La iluminación general de la ciudad como asimismo su embanderamiento nada dejaron que desear.

Este aniversario tiene la simpática nota de las fiestas de la confraternidad hispano-argentina, siendo la pri- mera vez que la colonia española toma parte oficial en ellas. (Véase las fiestas de la confraternidad hispano argentina).

El 9 de Julio y el 25 de Mayo; las dos grandes fechas nacionales deben conservarse y celebrarse como hasta el presente ha sucedido y no aceptarse bajo ningún principio la idea de la supresión de la primera como alguien lo ha anunciado, pues no es con el glorioso 9 de Julio que el país y la actividad nacional van á perder muchas horas de labor, sino con el sinnúmero de fiestas extraordinarias que continuamente se celebran y que para la República nada significan.

CAPÍTULO XCIII.

Población.

La población de Buenos Aires en divkbsob años.— Población i»: la República en distintas épocas. La población de la Capital y i.a del resto de la República. Consideraciones.

(Obras consultada*: Censos Nacionales de 1869 y 1805; Censo Muni- cipal de 1887; Efemérides Americanas, de Pedro Ricas; Anuario E*fa- rfistico, del Señor Alberto B. Martínez).

Una de las cosas que más llama la atención en el pro- greso de esta ciudad, es el desarrollo de su población, especialmente en estos últimos años.

Los distintos empadronamientos, cálculos y censos que en distintos años se hicieron, le asignan la pobla- ción siguiente:

En 1680, 60 habitantes.

En 1744 la ciudad tenía 11.220 habitantes, y la cam- paña 6.062. (Primer recuento).

En 1770 la ciudad tenía 22.007 (según Concolor- corvo ).

En 1778 la ciudad tenía 24.206, y la campaña 12.925. (Empadronamiento de Ceballos).

En 1801 la ciudad tenía 40.000, y la campaña 31.000. (Según Azara).

En 1810 la ciudad tenía 66.000 habitantes (según el señor Moreno y según cálculo del señor Trelles 45.000.

En 1820 la ciudad y campaña se calculaba en 200.000 habitantes.

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BUENOS AIRES

En 1822, censo de Arzac 56.416.

En 1823 cálculo del doctor Vicente López 70.000.

En 1852 cálculo del doctor Rawson 76.000.

En 1865 la ciudad se calculaba en 91.548.

En 1869, Primer Censo Nacional, 187.346.

En 1887, Censo Municipal, 433.375.

En 1895, Segundo Censo Nacional, 663.854.

En 1900, Cálculo Estadístico Municipal, 821.293.

A fines del siglo XVIII la población de la República, según Azara y cálculo del señor Martín de Moussy, era de 310.628 habitantes.

En 1818, según cálculo del señor H. M. Blanckenridge, 554.000.

En 1819, según cálculo del Dr. La Fuente, 527.000.

En 1860, según cálculo de M. de Moussy, 1.210.000.

En 1869, Primer Censo Nacional, 1.737.080.

En 1895, Segundo Censo Nacional, 3.954.911.

En 1901, población calculada, 5.000.000.

La inmigración iniciada en 1857, con 4.951 inmigran- tes, llegó en 1889 á 289.014, disminuyendo después.

En 1901 entraron al país 125.961 inmigrantes.

Ya sea porque los medios para ganarse la vid» sean más fáciles ó porque las garantías individuales no sean iguales en el resto del país, lo cierto es que la inmigra- ción europea en su mayor parte, como asimismo la gente pudiente de las provincias, se radica en la capital, la que viene á contener en su seno la quinta parte de la población de la República.

Se ve el fenómeno de que mientras en la campaft* y las provincias hay escasos de brazos y se pagan por ellos buenos jornales, en la capital se producen manifes- taciones de gente sin trabajo.

Es un problema que debe preocupar á los hombres que dirigen los destinos de este país estos hechos, los que, en parte, podrían remediarse, ya haciendo equta-

BUENOS AIRES 381

tivo uso de la tierra pública, ó abaratando y dando fa- cilidades á las comunicaciones con los puntos del terri- torio que carecen de ellas, de modo que sus productos tuvieran fácil salida y pudieran competir con sus simi- lares de otras regiones de la República.

Nos hemos criado oyendo decir que la República, al concluir el siglo XIX, tendría una población de diez millones de habitantes y no hemos alcanzado á cinco.

Buenos Aires es el cerebro de la nación y no será di- fícil que el centenario de Mayo la encuentre en el millón.

CAPITULO XCIV

Instrucción Pública.

>s«»-

los primero!» edlx'acionistas. primeros profesores dk latín, fllos fía y Teología. Fundación del Real Colegio de San Carlos. Lam Matemáticas. La educación á principios del siglo XIX. Iniciativa de Pueybksdók. Fundación de la Universidad y dkl Colegio dk Ciencias Morales.

'Obran consultadas: Enseñanza Pública Superior en Buenos Aire*, del Doctor Juan María Gutiérrez; El año 20. del Doctor Vicente Fidel Jjópez; Memoria de Gobierno presentada al Marqués de J^oreto por *n antecesor el Virrey de Bueno* Airea, Don Juan José de Vertiz, etc.).

Durante el coloniaje, las autoridades españolas des- cuidaron por completo la educación popular.

Los jesuítas fueron los que establecieron los primeros colegios, y cuando su expulsión por Bucarelli, no hubo, puede decirse, establecimiento alguno de este género.

Don Juan José Vertiz, antes de ser Virrey, procuró obtener de la corona la cesión de una parte de los bie- nes de los jesuítas para dedicarlos á la instrucción pú- blica, fundando al mismo tiempo en 1772 las aulas de Latinidad, Filosofía y Teología.

Don Cipriano Santiago Villota fué de los primeros que enseñó latín en Buenos Aires, teniendo cómo repe- tidor á Don Pedro Fernández, quien de 1792 á 1805 fué maestro de Don Bernardino Kivadavia, Vicente López, Manuel José García, Matías Patrón, Julián Segundo de Agüero, José María Eojas, Esteban de Luca, Manuel Tomás de Anchorena, etc.

BUENOS AIRES 883

Después de la independencia, Don José Cabezón fué el maestro más notable de latín que hubo en Buenos Aires, á quien sucedió en 1819 Don Juan Nepomuceno Caneto.

El curso de Filosofía se abrió el 24 de Febrero de 1773, siendo el primero que lo dictó el doctor Carlos José Montero.

El curso de Teología se inauguró el 28 de Marzo de 1776, á cargo de los señores Carlos Montero, Antonio Basilio Rodríguez de Vita y Matías Caamacho.

Cuando Vertiz fué nombrado Virrey, activó su pro- yecto de fundar un colegio literario, solicitando poco después la creación de una Universidad, proyecto que su sucesor el Virrey Loreto, encarpetó, alegando que no era bueno dar esa clase de educación á los criollos de por poco sumisos y amigos de la libertad.

El 3 de Noviembre de 1783 se inauguró el Real Cole- gio de San Carlos del que fué primer rector el Doctor Vicente Atanasio Jaunzaraz.

En 1771 se sintió la necesidad de fundar una aula de Matemáticas lo que no se realizó hasta la fundación del Colegio de San Carlos.

En 1773 el ingeniero Sourryere de Souillac se presen- tó á Vertiz solicitando rendir examen para fundar una escuela de Matemáticas.

Belgrano, siendo secretario del Consulado, animó á Don Juan Antonio Hernández para que fundase una escuela de Geometría y Arquitectura.

Las ideas de progreso hacían camino en los hombres de esa época y por influencia del mismo Belgrano se fundó la escuela de Náutica bajo la dirección de Don Pedro Cervino y de Don Juan Alsina, la que fué supri- mida por orden de la Corte Española por considerarla «establecimiento de lujo» al mismo tiempo que enviaba una amonestación al Consulado.

384 BUENOS AIRES

Las invasiones inglesas primero y la guerra de la in- dependencia después, convirtieron al Real Colegio de San Carlos en cuartel de Patricios.

La Escuela de Náutica se reabrió solemnemente en el local del Consulado, bajo el nombre de Escuela de Mate- máticas el 12 de Septiembre de 1810, poniéndose á su frente al Teniente Coronel Felipe Sentenach, hasta 1812 en que se clausuró.

El 22 de Febrero de 1816 el gobierno creó la Escuela de Matemáticas, nombrando director á Don Felipe Se- nillosa, el que, secundado por Don José de Lanz y Don Manuel Caballero, inició las clases con diez y seis alum- nos entre los que se encontraban Avelino Díaz, Pedro Berna 1, Faustino Lezioa, Antonio Sauhidet, José María A chaval, Benito Nazar, Cipriano Quesada, Francisco Balbín, Braulio Bemal, José Alvares de Arenales, Mar- tiniano Chilavert, etc.

Al fundarse este establecimiento, la antigua Acade- mia que funcionaba en el Consulado a carago del mayor Manuel Herrera, se disolvió.

En 1819 la Escuela de Matemáticas abrió un curso de pilotaje á cargo de Don Antonio Castellini.

En 1815, el padre Castañeda fundó en el convento de la Recoleta una escuela de dibujo, la que el 10 de Agos- to se trasladó al local del Consulado.

Fuera de estos establecimientos de educación, la ins- trucción pública se encontraba en manos de los francis- canos que tenían en su convento una escuela primaria con dos clases, á más de cuatro escuelas de escritura y lectura que había en otros conventos y las que dirigían los señores Rufino Sánchez, Francisco Aoosta y Manuel Robles, en las que se educaban los niños de las familias pudientes.

Pueyrredón encontró en este estado lastimoso la edu- cación popular, nombrando, con fecha 3 de Junio de

BUENOS AIRES 385

1817, á sus ministros de Gobierno y Hacienda, señores Vicente López y Domingo Trillo, en comisión, para que estudiasen el estado de la educación popular é indicasen las medidas que creyesen necesarias para su fomento.

Resultado de esa comisión fué la fundación del «Cole- gio Unión del Sud», el 16 de Julio de 1818, sobre la base del Colegio Carolino, cuyas bases fueron ampliadas.

La inauguración de este colegio se efectuó el día in- dicado en la iglesia de San Ignacio, siendo su primer rector el doctor Domingo Achega y vice Don José Ma- ría Terrero.

Otra de las medidas que propusieron los señores Ló- pez y Trillo, fué la fundación de la Universidad que Pueyrredón solicitó del Congreso el 18 de Mayo de 1819 y que éste autorizó el 22 del mismo mes y año. Pero esta honrosa iniciativa no se llevó á cabo porque Puey- rredón concluyó su período gubernativo, tocándole es- te honor á Don Bernardino Rivadavia que la llevó á cabo el 12 de Agosto de 1821, en el templo de San Ig- nacio, siendo su primer rector el doctor Antonio Saenz, En Mayo de 1823, sobre la base del colegio Unión del Sud, se fundó el colegio de Ciencias Morales, del que fué primer director Don Miguel de Belgrano.

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CAPITULO XCV.

Instrucción Pública,

La Facultad de Medicina. La Universidad. Facultad de Dese- cho y Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y NATURALKri.— Facultad de Filosofía y Letras. La Biblioteca Na- cional.

(Of/ras consultadas: Enseñanza Pública Superior en Buenos Aire», del Doctor Juan María Gutiérrez; Efemérides Americanas de Pedro Piras; Anuario de la Dirección General de Estadística para 1900 , etc.).

El «Tribunal del Proto-Medicato» se creó por la Real Orden del 18 de Septiembre de 1799, bajo la dirección del doctor Miguel O'Gorman.

El Io de Marzo de 1801, el doctor Agustín Fabre dictó el primer curso de Anatomía con asistencia de nueve alumnos, teniendo á su cargo el doctor O'Grorman la cá- tedra de medicina.

El Io de Marzo de 1802 se fundó la Escuela de Medi- cina por el doctor Cosme Argerich, quien, el 10 de Mar- zo de 1813, fundó la Facultad de Medicina y Quirúrgi- ca, la que, el 7 de Marzo de 1822, fué reabierta por Ei- vadavia é inaugurada solemnemente el 18 de Abril del mismo año, siendo su primer rector el licenciado Don Justo García y Valdéz.

Durante muchos años esta Facultad funcionó en el Hospital general de hombres.

El edificio que hoy ocupa en la calle Córdoba 2180," se empezó á construir en 1885, inaugurándose el 12 de

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Octubre de 1895, viniendo en la actualidad á ser peque- ño, por lo que se lleva á cabo su ampliación.

Allí se proyecta establecer la Morgue*mque tanta falta hace en una ciudad como esta.

En el local de esta Facultad se encuentran instalados numerosos laboratorios anexos, á cargo de numeroso personal competente.

En 1885, el doctor Ignacio Pirovano inició una sus- cripción para fundar el Instituto Pasteur.

De esta iniciativa nació la Anatomía Patológica, que se puso bajo la dirección del doctor Susini.

Más tarde el doctor Wernicke trasladó á esta Facul- tad el laboratorio de Patología que estaba instalado en el local de la Sociedad Sural.

En 1893 el doctor Señorans instaló el laboratorio de Toxicología Esperímental.

En 1900 los alumnos matriculados eran 1.734, de los •que 209 eran estudiantes de farmacia, 44 de obstetricia y 124 de odontología.

El 12 de Agosto de 1821, Rivadavia instaló en los claustros de San Ignacio la Universidad Mayor de Bue- nos Aires, siendo su primer rector el doctor Antonio Saenz.

La cátedra de Filosofía la desempeñaba el doctor Die- go Alcorta, la de Física el doctor Manuel Moreno, la de Matemáticas Don Alejandro Outes, la de Derecho el doctor Manuel Antonio Castro y la de Latín y Griego Don Mariano Guerra y Mosqueira.

Durante muchos años, la Universidad estuvo en los claustros de San Francisco.

Hoy ocupa un elegante edificio en la calle Viamonte 430.

En 1900 los alumnos matriculados eran 2.926.

La Facultad de Derecho y Ciencias Sociales fué es- tablecida en el local que ocupaba la antigua Casa de Expósitos.

388 BUENOS AIRES

El origen de esta Facultad fué la Academia de Juris- prudencia, fundada por el doctor Manuel Antonio Castro el 17 de Febrero de 1814.

En su local se encuentran las estatuas de los doctores José María Moreno y Antonio Malaver.

En 1900, los alumnos matriculados eran 820.

La Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales tiene su origen en la Escuela de Matemáticas que se es- tableció en el local del Consulado, bajo la dirección del Teniente Coronel Felipe Sentenach y la protección del General Belgrano.

El primer decano de esta Facultad fué el ingeniero Felipe Senillosa.

En 1900, los alumnos matriculados eran 315, de los que 243 estudiaban Ingeniería Civil, 34 Ingeniería Me- cánica, 26 Arquitectura, 5 Agrimensura, 1 para el doc- torado en Ciencias Físico-Matemáticas y 6 para lo mis- mo en Química.

La Facultad de Filosofía y Letras, se fundó por de- creto del 13 de Febrero de 1896.

Los primeros doctores que se graduaron en esta Fa- cultad, en Octubre de 1901, fueron los señores: Eugenio Marín, Porfirio E. Rodríguez, Juan C. Jara y Eugenio Ivancovich y las señoritas Ernestina A. López, Elvira V. López, María A. Canetti y Ana Mauthe.

Está instalada en el mismo local de la Universidad.

En 1900, los alumnos matriculados eran 57.

La Biblioteca Nacional, aunque propiamente no es un establecimiento de educación, pero como sus fines principales son propender á la lectura é instrucción po- pular, prestando importansísimos servicios por encon- trar en ella gratis, el que Jo desee, todos los elementos que pueda precisar para instruirse, la colocamos en este capítulo.

Fué fundada por un decreto de Junta de Mayo del

BUENOS AIRES 389

13 de Setiembre de 1810, nombrando para ello una co- misión compuesta del doctor Saturnino Seguróla, Fray Cayetano José Rodríguez, siendo su protector el doctor Mariano Moreno, secretario de la Junta.

Se inauguró solemnemente el 16 de Marzo de 1812, pronunciando el discurso de apertura Don José Joaquín Ruíz.

En Enero de 1902, su actual director Pablo Groussac trasladó su local de la calle de Perú y Moreno al nuevo edificio de la calle México, dándole un gran impulso á su organización.

Buenos Aires cuenta además varias bibliotecas popu- lares, entre ellas la Biblioteca Popular del Municipio y la recientemente inaugurada en el Colegio Nacional el 14 de Agosto de 1902 á iniciativa de su actual rector Don Enrique de Vedia.

CAPÍTULO XCVI.

-Instrucción Pública.

DESARROLLO 1>E LA EDUCACIÓN COMÚN. El CENSO DE 1895. ESCUELA» DE

Buenos Aireh en 1900. El Consejo Nacional dk Educación.

La educación común ha tenido la virtud de interesar á todos los gobernantes que han dirigido los destinos de este país. Se ha considerado el dinero más bien emplea- do y que más resultados prácticos ha producido.

Refiriéndose á ella el general Belgrano, decía: cNo hay objeto más digno de la atención del hombre que la felicidad de sus semejantes ».

Rivadavia fué uno de los que más impulso le dio, es- tableciendo numerosos colegios afirmando que « La es- cuela era el secreto de la prosperidad».

Sarmiento hizo de la educación popular una de sus mayores preocupaciones introduciendo en ellas los ade- lantos que había observado en Norte América.

Los doctores Vicente Fidel López, José María Gu- tiérrez, Amancio Alcorta, Santiago Estrada, Juan Ma- ría Gutiérrez, han contribuido en primera línea á la difusión de la educación común, como asimismo los se- ñores Alberto Larroque, Amadeo Jacques, Alfredo Cosson, Alejo Peyret, Juan P. Aguirre, Valentín Balbín y Enrique de Vedia.

Desde que Don Francisco Victoria fundó en 1601 la primera escuela de niñas hasta nuestros días grande ha sido su desarrollo.

BUENOS AIBES 391

Las escuelas de antaño como el Liceo Argentino que dirigía don Pedro Sánchez; El colegio Filantrópico Bo- naerense, dirigido por Don Mariano Martínez; el colegio Republicano Federal, las escuelas de Don Rufino Sán- chez. Don Juan Peña, etc., contribuyeron á la difusión de la educación, especialmente entre los niños de las fa- milias pudientes.

El censo de 1895 daba en toda la República 3.325 es- cuelas con 509 edificios de propiedad fiscal y 285.854 alumnos. En 1900, en la ciudad de Buenos Aires había 239 escuelas públicas con 59.360 alumnos y 1.786 maes- tros.

Las escuelas particulares eran 220 con 13.914 alum- nos y 976 maestros.

Las Escuelas Nacionales eran tres con 1.095 alumnos á más de tres Colegios Nacionales con 4.465 estudiantes y tres Escuelas Normales con 707 alumnos.

Dirige el Consejo Nacional de Educación el doctor José María Gutiérrez, cuyos esfuerzos en pro de la edu- cación lo demuestran las numerosas medidas que cons- tantemente toma en su beneficio entre las que se en- cuentran el levantamiento del Censo Escolar del 1 al 15 de Noviembre de 1901, con el fin de crear las escuelas que sean necesarias y combatir el analfabetismo en la República; los concursos para la adoptación de textos de enseñanza; la simplificación y revisación de los pro- gramas de instrucción; la constante apertura de nuevos colegios, á pesar de las dificultades económicas, etc.

En el informe elevado en 1901 por el doctor Gutiér- rez al Ministerio de Instrucción, refiriéndose al aumento de niños en las escuelas, decía:

<E1 Censo de 1896 fija la población escolar en 117.388, mientras que el de 1901 la hace subir hasta 138.324; el aumento es pues de 20.936 niños en seis años ».

392 BUENOS AIRES

« Ahora bien; cuál es el número de estos niños que ha ingresado á las escuelas oficiales? La estadística nos dice que la mayor inscripción fué de 40.007 alumnos en 1895; mientras que en 1901 fué de 71.142, comprendidas las escuelas femeninas de aplicación y sin tomar en cuenta las escuelas particulares, que también concur- ren á beneficiar al país. La concurrencia á las escuelas puramente oficiales ha crecido pues, desde 1895 hasta la fecha en 31.135 alumnos; mientras el aumento de po- blación escolar, en el mismo período de tiempo fue, como se ha dicho, de 20.936».

Las escuelas que antes, en general, ocupaban casas inadecuadas á ese objeto, ocupan hoy amplios edificios en los que los niños gozan de todas las ventajas de la higiene moderna.

capitulo xcvn.

Hombres de ciencia.

.La mkdicina i:n Buenos Aires.— Naturalistas. Estadísticos.

Según el señor Zinny, en su Historia de los Goberna- dores del Río de la Plata, el primer médico que hubo en Buenos Aires fué Don Manuel Alvarez, quien en 1601 se presentó al Cabildo ofreciendo exhibir carta de exa- men para acreditar que era hombre de ciencia en el arte de la cirujía y conocimiento de algunas enferme- dades.

Durante muchos años y hasta después de la mitad del siglo XIX, los médicos hacían sus visitas á caballo, te- niendo que dar grandes rodeos para evitar los pantanos, pasando por los pasos que los pulperos hacían, frente á sus negocios para su servicio.

Antes los médicos recetaban en latín, hasta que por una disposición municipal se les obligó á recetar en español, quedando facultados para hacerlo así los que no poseyeran el idioma del país.

El primer médico que se adelantó á esta disposición recetando en castellano, fué el Doctor Juan García Fer- nández, alegando para ello, que no debía ocultarse al enfermo ó la familia el medicamento que se recetaba.

Muchos y muy distinguidos han sido los médicos ar- gentinos y extranjeros que con su humanitaria profe- sión aliviaron las dolencias de los habitantes de esta ciudad.

391 BUENOS AIRES

Citaremos algunos entre los machos que en distintas épocas ejercieron su carrera.

El Doctor Miguel Rivera hizo sus estudios en la Fa- cultad de esta ciudad, realizando después un viaje de estudio á Europa de donde regresó el año 1828.

El año 20, cuando los combates en las calles de Bue- nos Aires, Rivera ejercía su humanitaria misión aten- diendo á los heridos sin distinción de colores políticos.

Sirvió como Cirujano Mayor en la campaña del Bra- sil, como asimismo en diversas expediciones al interior.

Fué catedrático de la Facultad, siendo él quien ope- ró la primera aneurisma, salvando al joven de entonces Félix Pico, hijo del Coronel Don Blas Pico.

Reputado el primer cirujano de su tiempo, Rozas le envió á Mendoza en 1844 para operar al General Félix Aldao de una grave dolencia, lo que realizó con todo éxito.

Fué médico voluntario del Batallón Independencia que mandaba el Coronel Gerónimo Costa.

El Doctor Teodoro Alvarez, cuyo nombre lleva el Hospital de Flores, era llamado por sus contemporá*- neos el Nélaton Argentino.

Fué el primero que operó las cataratas en Buenos Aires, y como cirujano, su nombre se recuerda con ve- neración en nuestros días.

Desempeñó una cátedra en la Facultad de Medicina, y de 1852 á 1889, el cargo de módico de la Sociedad de Be- neficencia.

Operó con todo éxito de una piedra á la vejiga á Rozas.

El Doctor Francisco Javier Muñíz, médico en tiempo de Rozas y después Cirujano del Ejército en la Guerra del Paraguay.

Su nombre, además de como médico, se halla vincula- do á importantes investigaciones científicas.

BUENOS AIRES 395

En 1825, en las inmediaciones de la laguna de Chas- comús y de la Vitel hizo varios descubrimientos de fó- siles.

jy Orbigny en su obra titulada Coquilles et Echinoder- -mes fossiles de Colombie, etcn publicada en París el año 1842, menciona únicamente á Don Pedro de Angelis y al Doctor Tadeo Vilardebó como descubridores, omi- tiendo á Muñíz.

En las inmediaciones de Lujan reunió el Doctor Mu- ñíz cerca de cuarenta piezas, las que formaban el todo del cuerpo y de la mano, de extraña complicación, de un enorme Tatú.

El Doctor Muñíz describe todas las especies que des- cubrió bajo el nombre de: «Félix Bonaerensis Incisoriis Adunéis Mucronatis».

El Doctor Nicanor Albarellos fué uno de los médicos más nombrados de su época.

El Doctor Jaime Lepper era el médico de la confian- za de Bozas.

El Doctor Irineo Pórtela fué quien asumió la respon- sabilidad de la operación realizada al General Mitre de la herida que en el sitio del 53 recibió en la frente, ope- rando el Doctor Hilario Almeida.

La decisión del Doctor Pórtela salvó la vida del ge- neral, á quien hubiérale sido fatal la herida á no haberse procedido así.

Los Doctores Francisco de Solier, Juan José Montes de Oca, Cleto Aguirre, Justo García Valdéz, José^E. Argibel, Juan Antonio Fernández, Manuel Lainez, Sa- turnino Cuenca, Luis Gómez, Oswaldo Eguía, Bartolo- mé Maronco, Oswaldo Pinero, Claudio Mamerto Cuenca, José María Bosch, Juan Mariano Larsen, Ventura Bosch, Julián Fernández, Gil Méndez, etc., fueron mé- dicos que gozaron de alta reputación.

Más adelante los doctores Guillermo Rawson, Daniel

396

BUENOS AIRES

Iturrioz, Rafael Herrera Vegas, Tomás Perón, muerto de tuberculosis y reputado en su época el primer quí- mico argentino, Toribio Ayerza, Felipe Sola, el prime- ro que fundó en esta ciudad un establecimiento de baños hidroterápicos, Manuel Augusto Montes de Oca, médi- dico y político.

Ignacio Pirovano, fundador del Instituto Pasteur, en 1885, y á quien envió á Europa á hacer sus estudios Don Emilio Castro, regresó más tarde para alcanzar la cele- bridad médica que su bisturí alcanzó.

El doctor Juan García Fernández, durante la epide- mia del 71 demostró su abnegación, y el 87, siendo di- rector del hospital Melchor Romero, salvó á la ciudad de La Plata, con las medidas que adoptó, de una epidemia de cólera que se había iniciado en la Ensenada.

El doctor Antonio F. Pinero, á quien el Gobierno Na- cional confió su representación en el Congreso Médico de Higiene celebrado en París en 1900. Actualmente di- rige el Hospital Nacional de Alienados.

El doctor José Penna, fundador de la Casa de Aisla- miento.

El doctor Enrique Pietranera, introductor de la Ki- nesiterapia en Buenos Aires.

Los doctores Emilio R. Coni, higienista; Roberto Wernicke, Telémaco Susini, Samuel Molina, Luis Güe- mes, Antonio Arraga, Facundo Larguía, Ángel Villa, Carlos Lloverás, Fernando Pérez, Miguel Z. O'Farrell, Juan R. Fernández, Gregorio Araoz Alfaro, Francisco Sicardi, Federico Texo, Juan José Díaz, Eufemio Uba- lles, Jacob de Tezanos Pinto, Gregorio C. Chaves, Án- gel Centeno, José María Ramos Mexía, Alejandro Cas- tro, Melitón González del Solar, Domingo Cabred, etc., reputados médicos de nuestros días.

La Química es una de las ciencias que entre nosotros ha tenido más desarrollo, publicándose libros y estudios

BUENOS AIBES 3&7

que hacen honor á sus autores. Los doctores Francis- co Puiggary, Pedro N. Arata, Atanasio Quiroga, Fran- cisco P. La valle, Silvio Tatti, etc., son los que más han contribuido á su difusión y estudio.

Las ciencias naturales han tenido entre nosotros á sa- bios y escritores que, con sus estudios y publicaciones, han contribuido á dar á conocer las riquezas naturales que encierra el territorio de la República.

El doctor Carlos Burmeister, autor de la Descripción Física de la República Argentina, fué el descubridor de nuestra riqueza zoológica y el primero, que organizó las colecciones del Museo Nacional.

A su muerte le sucedió en esta tarea el sabio Carlos Berg, autor de varios estudios sobre Historia Natural.

Los señores Florentino Ameghino, autor de la obra sobre el Milodon, Juan B. Ambrosetti, Cristóbal Hicken, Francisco P. Moreno, etc., son colaboradores importan- tes en la materia.

El territorio de la República, rico en fósiles antidilu- vianos, ha tenido la virtud de interesar á sabios y so- ciedades científicas europeas, las que continuamente en- vían exploradores para su estudio.

Esta ha sido la causa de que Buenos Aires haya teni- do en su seno, aunque transitoriamente, á sabios como Darwin, Bompland, Alcides D'Orbigny, etc.

El doctor Vicente López fué el fundador de la Cien- cia Estadística en Buenos Aires, al mismo tiempo que el Gobierno le confiaba la primera cátedra de Economía Política en la Universidad.

Renunció esta última para dedicarse como Presidente del Departamento Topográfico ala organización y fun- dación del Primer Registro Estadístico, secundado por Don Avelino Díaz y Don Felipe Senil! osa.

Esta iniciativa honrosa para el país, tuvo lugar en 1821, siendo Don Bernardino Rivadavia Ministro del General Rodríguez.

398 BUENOS AIBE8

Al señor López sucedió Díaz y á éste Ibáñez en el de- licado puesto de Presidente de la Oficina de Estadística.

Desde entonces data la existencia de esta institución que tan importantes servicios ha prestado al país.

En la actualidad se encuentra bajo la dirección del doctor Francisco Latzina, cuyos eruditos trabajos le han valido la reputación de que goza, lo mismo que al señor Alberto B. Martínez, director de la Oficina de Estadís- tica Municipal y cuyos estudios en la materia le hacen una autoridad.

capitulo xcvm.

Profesiones Liberales.

Abogado». Escribanos. Procuradores. Ingenieros. Eematadokes

Era tal el temor que se tenia á los abogados, que re- fiere el doctor Seguróla que en 1613, sabiendo el Cabil- do que venían tres de éstos, ordenó se les notificase, donde quiera que se les encontrase y se les dijese que no vinieran á esta ciudad, si no era por orden del Rey ó de la Real Audiencia, pues su presencia sería causa de pleitos y enredos.

Si los miembros del Cabildo de ese entonces recorrie- ran las calles de la ciudad y vieran las puertas de sus casas llenas de placas abogados y que los tribunales no dan abasto para los pleitos, seguramente se confir- marían en su opinión.

Es evidente que el número de personas que se han de- dicado á esta carrera es mucho mayor del que las nece- sidades exigen, por lo que no es raro encontrar aboga- dos de escribientes en las casas de comercio y oficinas públicas.

De entre los abogados han salido personalidades que han dado lustre al país con sus talentos. Dalmacio Vé- lez Sarsfield, autor del Código Civil Argentino: Ber- nardino Rivadavia, Manuel Belgrano, Nicolás Avella- neda, Bernardo de Irigoyen, Carlos Pellegrini, Antonio Bermejo, Leandro N. Alem, Valentín Gómez, Hugo Bunge, Juan José Romero, Carlos Tejedor, Antonio

400 BUENOS AIRES

Malaver, José María Rosa, Manuel Quintana, Manuel Bilbao, Lucio V. López, Marcelo Gamboa, Fernando Cruz Cordero, Lorenzo Torres, Pedro Somellera, Ma- riano Várela, Juan Bautista Alberdi, Baldomero Llerena, Virgilio M. Tedín, Eleodoro Lobos, Adolfo E. Dévila, Nicolás Achaval, Manuel Obarrio, Norberto Quirno Cos- ta, Agustín Urdinarrain, Bonifacio Lastra, Carlos Vega Belgrano, Salvador María del Carril, Indalecio Gómez, Mariano Moreno, Vicente F. López, Federico de Igar- zabal, Jorge Argerich, Carlos Rodríguez Larreta, Leo- poldo Basavilbaso, Bernardino Bilbao, Marcelino ligar- te, Guillermo Wilmart, Gerónimo Cortés, Alberto F. López, Joaquín V. González, Lisandro Segovia, etc., han ilustrado nuestro foro en distintas épocas y al presente.

Basta recorrer esa pequeña lista para encontrar en ellos dignos colaboradores en la política, las armas, el derecho, la historia, la literatura, el periodismo, las fi- nanzas, la legislación, etc.

La historia del Foro Porteño, tan abundante en ma- teriales, no ha sido escrita aún.

Los Escribanos fueron siempre un gremio numeroso é importante.

El más antiguo de los de la capital es el señor José Victoriano Cabral.

A este gremio pertenecían Guillermo Doublet, Vicen- te Artola, Juan Salvadores, Ángel Julio Blanco, Joa- quín Lijó, Diego Cordero, Enrique Alcobendas, Eulogio Almanza, Aranda; etc.

Entre los escribanos del día se encuentran : Carlos Varangot, Tristán M. de Almandos, Faustino Miñones, Nemesio Escobedo, Adolfo J. Pneyrredón, Laureano Carballeda, Lisandro Billinghurst (h.), Silvio.Chilotegui, Fernando del Río, Miguel Barrenechea, Agustín Let- chós, A. R. Terry, Pedro Cedrés, Anacleto Resta, etc., etc.

Los procuradores hasta antes del 80, rendían examen

BUENOS AIRE8 401

y se llamaban procuradores de número. Declarada libre la defensa, este gremio tomó un desarrollo extraordina- rio, ingresando en él una cantidad de malos elementos que lo ha desacreditado en parte.

José María Huergo, Antonio Escalada, Lorenzo Doy- henard, Fernando Bourdier, Juan Sagasta, Avelino Bo- lón, Pedro José Rodríguez, Luis E. Barreré, J. Corona- do, Pedro Diana, Eduardo Dorr, M. Valenzuela, J. Zal- darriaga, etc., son procuradores que han alcanzado más renombre en estos últimos tiempos.

La ingeniería es la carrera del porvenir en este país, ofreciendo sus dilatados territorios y la continua edifi- cación ancho campo á su labor.

Las matemáticas han tenido y tienen entre nosotros á numerosos ingenieros y arquitectos que poco a poco han ido desalojando á sus colegas extranjeros, á pesar de la rutina criolla de preferir siempre á lo de afuera.

Desde que los ingenieros Bevans y Carlos E. Pellegri- 11 i vinieron al país y con sus proyectos contribuyeron á su adelanto, larga es la lista de los que en el mismo sen- tido han empleado sus esfuerzos.

Hoy la ingeniería y la arquitectura argentina estén representadas en la capital por los señores Carlos M. Morales, Eduardo Aguirre, Luis A. Huergo, Carlos Ago- te, Emilio C. Agrelo, Pedro Benoit, Adolfo P. Buttner, Marcial R. Candiotti, Arturo Castaño, Andrés V. Cre- mona, Carlos J. Gaffarot, Gregorio Nocetti, Atanasio Iturbe, Ignacio Oyuela, Horacio Bustos Morón, Rómulo Otamendi, Jerónimo de la Serna, Miguel Tedín, Juan F. Sarhy , Jorge Newbery, Juan Abella, Domingo Krausse, Teobaldo J. Ricaldoni, Ernesto Bunge, Luis Silveyra, Emilio Mitre, Manuel B. Bahía, Jorge Duclout, Guillerráo Villanueva, Tiburcio Bustos, Guillermo White, Santia- go Brian, Juan Gastaldi, Ramón B. Castro, Héctor Zal- darriaga.

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402

BUENOS AIBES

El gremio de rematadores forma un núcleo impor- tante, y en el día toma una activa participación en las transacciones comerciales.

Pocos eran éstos á mediados del siglo XIX.

Los más nombrados por el año 1845, eran los señores Tomás Gowland, Federico Silva, Ramón J. Arrióla y Pedro J. Díaz.

Después del año 60 vienen los señores: Balbín y Plowes, Francisco Brú, Mariano Billinghurst, Benjamín Nazar y Ca, Adolfo L. Arrióla, Adolfo Bullrich y C, Aldecoa y Font, Rodríguez Larrazábal y 0a, Mariano E. Saubidet, Molino y Chenaut, Mariano Irigoyen y C*, Pedro Ebbecke y Ca, Julián J. Muñíz, M. Benza y Ca, Baltar y Quesada, Basail y Constela, etc.

En Diciembre de 1895, á iniciativa de los señores Adolfo Bullrich y Francisco P. Bollini, se reunieron los rematadores, conviniendo en cobrar comisiones unifor- mes sobre las ventas que hicieran, cesando desde enton- ces los abusos á que la falta de una resolución de este género daba origen, lo que todos los interesados acep- taron, pasando esto á ser una ley entre ellos.

Los rematadores de estos últimos tiempos, que más ventas hacen, y cuyos nombres ocupan columnas ente- ras de la prensa diaria, son los señores: Adolfo Bull- rich y Ca, Guerrico y Williams, Román Bravo y 0a, Collet y Llambí, Funes Lagos y 0a, Risso Patrón y C*7 Alvaro Barros, Guillermo Gowland y Ca, Nicolás A. Calvo, Francisco Constela y Ca, B. Alchurron y Hnos., Mackinlay Hnos., Adolfo Calvete, Carlos Olmi, SabásP. Varangot, Julio M. Pestaña, Francisco P. Bollini y C*, César Ramella, V. S. Lobato, etc.

CAPITULO XCIX.

Música.

Origen dk la música kn Buenos Aires. La Sociedad del buen gus- to del Teatro. Juan Antonio Picazzarri. La Academia de Mú- sica.— La Sociedad Filarmónica. Su importancia.

El origen de la música en Buenos Aires se remonta á las compañías de ópera de indios guaraníes que educa- ban los jesuítas, y á las tonadillas que con acompaña- miento de guitarras se cantaban en el Teatro de la Ran- chería.

A fines del siglo XVIII y á principios del XIX, el piano era casi desconocido.

En 1816, Don José Amaut vendía un órgano que con el que tenía Picazzarri eran los únicos que poseían los particulares en Buenos Aires (1).

Este último fué el primero que habló de ópera en Buenos Aires, introduciendo la primera música de este género para piano, que después instrumentó para la orquesta del Coliseo.

Su sobrino Juan P. Esnaola, niño aún, las tocaba en el piano solo y á cuatro manos, acompañado de su maestro.

Durante el gobierno de Pueyrredón, en Julio de 1817, el Poder Ejecutivo invitó á los señores Ambrosio Lezi- ca, Vicente López, Tomás Luca, Ploro Zamudio, Juan

(1) Apuntes sobre la Historia del Teatro y la Música en Buenos Aires, por Mariano (4. Bosch.

404 BUENOS AIRES

J. Pazos, Juan F. Terreda, Juan Manuel Luca, Ignacio Núñez, Santiago Wilde, Mariano Sánchez, Camilo Hen- riquez, Justo María Valdez, Ignacio Alvarez, Valentín Gómez, Francisco Santa Coloma, Esteban Luca, Justo J. Núñez, Miguel Biglos, J. Sudáñez, Santiago Boudier, Juan R. Rojas, Miguel Sáenz, José M. Pacheco, Julián Alvarez, José Olaguer Feliú, José María Torres, Ber- nardo Vólez, con el objeto de que formasen una comi- sión que corriese con las representaciones teatrales, pro- curando su mejoramiento.

El 28 de Julio del mismo año, se reunieron estos ca- balleros en casa del Gobernador Intendente, aceptando previamente las renuncias de los señores Valentín Gó- mez, Juan J. Pazos, Ignacio Alvarez y Antonio Sáenz, que no quisieron formar parte de la nueva sociedad.

Este fué el origen de la «Sociedad del buen gusto del Teatro», compuesta de los aficionados y protectores del teatro, desde 1804, del que eran los asiduos abonados y que fué la primera en su género que hubo en Buenos Aires.

La sociedad tomó con entusiasmo su tarea, propo- niéndose llevar á la escena las mejores obras de autores europeos, fomentando al mismo tiempo la producción de obras de autores argentinos, proponiéndose conver- tir al teatro en un recinto de ilustración y una escuela de sanas costumbres.

Tomó sobre la sociedad la misión de revisar las piezas destinadas á la representación, denegando ó auto- rizando estas, segiín su criterio.

La «Sociedad del buen gusto del Teatro», comenzó por suprimir las guitarras en el teatro, organizando una orquesta de dieciocho profesores, con música de ópera, mediante la ayuda de Picazzarri que escribió á Italia en este sentido, y de elementos que vinieron del Brasil.

La sala del Coliseo se vio llena de las principales fa-

BUENOS AIRES 405

milias de esa época, como las de Rondeau, Escalada, Lópfez, Barquín, Balbastro, Díaz Vólez, Casamayor, Oowland, Zamudio, Várela, O'Gorman, Riglos, Alvear, «Barratea, French, Rodríguez Peña, Losada, Pueyrredón, Loica, Arrotea, Oromí, Castelli, Soler, Lezica, Lynch, Rubio, Rojas, alcanzando en esa época la sociabilidad argentina un brillante desarrollo.

El 30 de Agosto se dio el primer concierto, reempla- zándose con buena música y canto de números de ópe- ra, las tonadillas y canciones de mal gusto.

Pero esta sociedad, iniciada con tan buenos propósi- tos, cayó en la anarquía poco después, resultando de ella su disolución.

El movimiento musical giraba entonces en torno del Coliseo, dividiéndose los espectadores, unos por los dra- mas, comedias y tonadillas, y otros (los más entendidos) por la música de ópera, con exclusión de los primeros. Juan Antonio Picazzarri, á quien hemos visto secun- dando los esfuerzos de la «Sociedad fomento del buen gusto del Teatro», era el que poseía casi toda la mú- sica de ópera que había en Buenos Aires, siendo se- cundado, primero por Remigio Navarro, maestro de piano, y más tarde por Virgilio Rabaglio.

En Junio de 1822 se fundó la Sociedad Filarmónica, en cuyos propósitos entraba el hacer conocer el mejor repertorio lírico de la época.

Antes del concierto inaugural, Rabaglio y Picazzarri tuvieron serias desavenencias, retirándose este último, el que se dirigió al empresario del Coliseo haciéndole ver las ventajas que le reportaría la intervención de sus elementos en el teatro, lo que aquél comprendió ense- guida, organizándose una orquesta de veinte profesores, contratando cantantes y música, concluyendo por en- tregarse en brazos de la corriente lírica.

El 13 de Julio de 1822, Zapucci y Teresa Nadini can-

406 BUENOS AIRES

taron trozos de ópera, aumentándose los elementos del teatro con los que sonsacaron á la Sociedad Filarmó- nica, entre ellos á José María Dacosta, hasta que una. vez seguro el empresario de su éxito, se deshizo de Pi- cazzarri, el que emprendió la lucha contra éste y Ra- baglio, estableciendo una escuela de canto, piano y armonía, al mismo tiempo que fundaba el Io de Octu- bre de 1822, en el local del Consulado, la Academia de Música y Canto.

A Picazzarri le secundaba eficazmente su sobrino Juan Pedro Esnaola.

La Academia de Música y Canto se inauguró el día indicado con el programa siguiente:

PRIMERA PARTE

Canción «La Gloria de Buenos Aires», de Juan Cruz Várela, música de Picazzarri.

Concierto de piano, de Duseck.

Cavatina de la ópera «La Urraca ladrona», de Eos- sini.

Andante, rondó y dúo de la misma.

SEGUNDA PARTE

Overtura de Mozart, por la orquesta.

Duetto, de Puchite.

Trío para piano, violín y flauta, de Paér.

Cavatina de «La Italiana en Argel», de Rossini.

Cavatina de «Tebaldo y Doliska», del mismo autor.

Terceto de la ópera «La Inés», de Paér,

«La Gloria de Buenos Aires», para canto.

Los conciertos de esta Academia se hicieron más po- pulares que los de la Sociedad Filarmónica, por los nú- meros de canto.

J

BUENOS AIBES 407

£1 profesor Esteban Masini llegó en esta época á Buenos Aires, y Picazzarri obtuvo su concurso para la institución musical que dirigía.

El Io de Noviembre la Academia de Música inauguró sus conciertos mensuales, haciendo en éste su debut las once primeras discípulos, asistiendo á él los ministros de Estado y altos dignatarios.

La Sociedad Filarmónica ( 1 ) fundada en Junio de 1822 como hemos dicho, fué el punto donde se reunie- ron los aficionados á la buena música, instalándose en la calle Alsina. La clausura del Coliseo por reformas mo- mentáneas vino á favorecerlo en el sentido de que pudo contratar á los actores de más nombre, los que actuaron en su local que tomó el nombre de Teatro el Colegio.

La Sociedad Filarmónica oontaba en su seno con ele- mentos de primer orden, tales como el violinista Mas- soni, el clarinetista Dacosta, Bavaglio y Navarro, maes- tro de piano, etc., contando además con el apoyo oficial.

Las desavenencias entre Babaglio y Picazzarri, vinie- ron á entorpecer en parte su marcha, por lo que al reti- rarse este último, el concierto inaugural fracasó.

El 27 de Julio la Sociedad Filarmónica, dio el primer concierto con arreglo al siguiente programa:

Gran overtura de la ópera «L'Agnese» de Paér, ejecu- tada por una buena orquesta.

(1) El Io de Enero de 1822 se fundó la Sociedad Literaria, siendo su presidente Don Vicente López y su secretario Esteban Luca.

El Gobierno, para facilitar sus trabajos, la autorizó á fundar una academia de declamación, para preparar artistas argentinos para el teatro, distribuyendo con este fin becas entre los niños que sa- lieran de la Casa de Expósitos. De ahi nació la Sociedad Filar- mónica.

La Sociedad Literaria se componía de los mejores elementos inte- lectuales de la época y fué facultada por el Gobierno para estable- cer premios sobre los trabajos cuyos temas ella daba. Publicó El Argos de Buenos Aires, funcionando en la Biblioteca.

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BUENOS AIRES

Sinfonía con clarinete y fagot.

Otra sinfonía de Haydn.

Un concierto para piano forte, con acompañamiento de orquesta, por el profesor Remigio Navarro.

Un cuarteto.

Una sinfonía.

El programa del segundo concierto que tuvo lugar el 4 de Agosto era el siguiente:

Overtura del «Marido engañado», de Gaveaux.

Concierto de clarinete, por el profesor Dacosta.

Dúo de guitarras con forte piano, Carulli.

Concierto de forte piano, Steibelt.

Overtura de «H ftitorno de Tobia», J. Haydn.

Overtura de «La flute enchantée», de Mozart.

Las reuniones y fiestas de la Sociedad Filarmónica, no se habían presenciado en Buenos Aires y llamaron grandemente la atención de los círculos sociales de ese tiempo, decayendo el teatro que se había dedicado á las comedias, hasta que Picazzarri se puso de acuerdo con el empresario del Coliseo.

La lucha musical entre la Academia de Picazzarri y la Sociedad Filarmónica era contraproducente para ambas, por lo que tuvieron el buen tino de refundirse en una, cesando la anarquía y rivalidades nacidas de mal entendidos amores propios.

Massoni tomó á su cargo la parte musical de la So- ciedad Filarmónica, reanudando las reuniones.

El Argos del 4 de Junio de 1823, refiere lo siguiente:

«Poseída la Sociedad Filarmónica del mismo espíritu público que ha reinado en las fiestas mayas, hizo su de- mostración de regocijo el 31 del pasado.

«El lugar de la escena fué el gran salón de sus reu- niones. Acaso es el primer festejo que reunió ciento ochenta damas. La concurrencia de hombres fué de cua- trocientos cincuenta. La orquesta compuesta de veinti-

BUENOS AIRES 409

ouatro profesores y dirigida por Mazoni, con el siguien- te programa:

PRIMERA PARTE

Gran overtura de la ópera «Ifigenia», de Gluck. Concierto de piano, por Esnaola. Aria cantada, por Picazzarri. Dúo cantado, por los señores Moreno y Luca. Aria cantada, por un socio aficionado. Dúo de Pavessi, cantado por la señorita Micaela Dar- regueira y el señor Mandeville.

SEGUNDA PARTE

Overtura de Mozart.

Solo de violín, compuesto por el señor Mázoni.

Aria de la ópera «La flauta encantada», de Mozart, cantada por el señor Moreno.

Cuarteto de la ópera «Moisés en Egipto», de Rossini.

Coro y canto final.»

María Sánchez de Mandeville y Carmen Madero, en el arpa y en el canto obtuvieron ruidosos triunfos.

Esta fiesta fué memorable y ninguna había obtenido en Buenos Aires el éxito que ella alcanzó, por lo selecto de la concurrencia y los elementos musicales que en ella se reunieron.

Continuó la Sociedad Filarmónica sus sesiones musi- cales con gran éxito, desfilando por su escenario los principales artistas líricos de este tiempo, hasta su di- solución.

CAPITULO C.

Música.

Consideraciones. El violinista Massoni. Juan Pedro Esnaola.— Músicos de antaño. Segismundo Thalberq. Aficionados distis- íjuidos. Maestros distinguidos. Desarrollo del gusto musical. Maestros t establecimientos musicales modernos. Asociaciones musicales extranjeras.

Hemos visto en el capítulo anterior el desarrollo de la música en Buenos Aires, cuyos maestros se encontraban animados de propósitos nobles pero llenos de pequeñas rivalidades que estuvieron á punto de malograr tantos esfuerzos y sacrificios.

Ese período brillante de la música decayó, porque la guerra civil que envolvió al país, á todos arrastró y a las melodías de los instrumentos musicales sucedieron el estrépito de las armas.

Pero, á pesar de todo, el gusto musical desarrollado en aquellos primeros tiempos tuvo siempre fervientes cultores en esta ciudad.

El Violinista Massoni ccuyo violín destilaba miel de su arco», según la expresión de un distinguido crítico de su época, será difícilmente superado en su instrumento.

Don Juan Cruz Várela, decía: «El señor Massoni ha acreditado que su fama no es obra del acaso ó las cir- cunstancias. El que haya oído su violín, le hará toda justicia que merece un gran profesor» (1).

(1) Estudio sobre las obras y la persona del literato y publicista argentino Don Juan de la Cruz Várela, por el doctor Juan María Gutiérrez.

BUENOS AIRES 411

Massoni era discípulo de los grandes maestros euro- peos y en la ejecución de su instrumento llegó á mara- villar á su auditorio.

El 15 de Enero de 1823 dio, en los salones del Consu- lado, el siguiente concierto:

t PRIMERA PARTE

1 Gran sinfonía del célebre maestro Rossini.

2 Aria, por el señor Juan P. Esnaola, del mismo Ros- sini.

3 Concierto de violín del célebre Laffont.

4 Aria del inmortal Mozart.

5 Variaciones de piano y violín.

6 Sinfonía del maestro Trente

SEGUNDA PARTE

7 Aria de la ópera «La Grazza Ladra», de Rossini.

8 Variaciones de violín compuestas por Massoni.

9 Por último, sinfonía del señor maestro "Winter».

El Argos del 18 de Enero de 1823, registra la siguien- te crónica sobre este concierto:

«El 15 del corriente mes, por la noche, dio en públi1- co, el señor Massoni, en una de las salas del Consulado, una función musical, cuya noticia merece tener lugar en nuestras páginas. La fama de este profesor había inspi- rado en el público una grande confianza de que su habi- lidad dejaría tan satisfecho el gusto que produce su ar- te encantador.

«Una concurrencia brillante de 250 personas de am- bos sexos, quienes recibieron, como señal de honor, la tarjeta de 4 pesos que les cupo. Por grande y sublime que hubiese sido la idea que tenían del señor Massoni, quedó esta muy inferior á la admiración y placer que

412 BUENOS AIRES

recibieron al oirlo. Nada se arriesga en decir que en to- do el rato de la orquesta no se reconocía otra autoridad que las que les hablaban por el oído en lenguaje armonio- so de sonidos modulados. Así pues, que, dóciles y obe- dientes, los presentes del concurso, recibieron los movi- mientos que el profesor les comunicaba. Esas emocio- nes dulces que desarrollan la sensibilidad y esas vivas imágenes de que el alma saca su vigor, se sucedieron su- cesivamente á la discreción del señor Massoni tan pres- to arrebataba su tacto exquisito dirigido por un sentido íntimo, tan presto su estilo sublime, lleno de gracia, ex- presión y novedad. No será pequeña dicha de este pue- blo si sabe aprovecharse de sus talentos musicales».

Tal era el genio musical de Massoni, el que tuvo á su cargo varias veces la dirección musical del Coliseo, for- mando cómicos que después alcanzaron nombre.

Juan Pedro Esnaola, sobrino y discípulo de Pioaz- zarri, se distinguió desde muy joven en el piano.

El Argos nombrado, al hablar del concierto de Mas- soni, refiriéndose al joven maestro, decía:

«Hizo también muy interesante la escena, la habilidad del célebre joven Juan Pedro Esnaola, sobrino y discí- pulo, quien cantó tres arias, con que derramó sobre el auditorio la unción más grata y sentimental. Las piezas que tan bien desempeñó en el forte piano, solo fueron un pequeño indicio de su prodigiosa instrucción en este arte. Está ya pronosticado que este recomendable jo- ven, de 14 años, será en adelante, uno de los genios que en esta línea más honren á la patria».

Esnaola ha sido uno de los maestros más famosos de antaño. Era autor de numerosos minuets que él mismo tocaba y de numerosas misas y misereres que por mucho tiempo estuvieron en boga.

José María D'Acosta, fué el primer clarinetista que hubo en Buenos Aires, con cuyo instrumento deleitó ¿

BUENOS AIBES 413

sus oyentes en el Coliseo y en la Sociedad Filarmónica.

El maestro Espinosa se envejeció en las orquestas de los teatros, siendo el primero que tocó el oboe.

Segismundo Thalberg, notable pianista y compositor, dio por el año 1830 varios conciertos en el Argentino,

La venida de Thalberg fué todo un acontecimiento.

Poseía un gran repertorio, y en las fantasías de «Don Juan» de Mozart, «La Muette de Portici» de Auberg, «Elisir d'Amoret de Donizzetti, «Semirámide» y «El «Moisés» de Rossini, etc., alcanzó grandes éxitos.

Thalberg era autor del «Tema y Estudio» en La menor con el que entusiasmaba á su auditorio.

En 1852 estuvo otra vez en Buenos obteniendo nue- vos triunfos.

Los jóvenes de antaño lucían en el piano sus habili- dades. En ese número se encuentran Santiago Calzadi- 11a, Juan B. Alberdi, Albornoz, Thomson, etc., de cuyos recuerdos están llenos los anales sociales porteños.

Los maestros Espinosa, Marradas y otros vivían to- cando en las orquestas de los teatros además de cuando lo hacían en las reuniones sociales de antaño.

El maestro Condarco, Celestino Patanás, Ángel Fe- rrari, fundador de la sociedad «La Lira»; A. Nanetti, A. Busmeyer, Alfredo Napoleón, Nicolás Bassi, director del primer conservatorio en 1874, cuyos profesores fueron R. Allú, J. Strigelli, B. Bassilli, A. Ripari, D. Tafurelli, Luis Bernasconi, G. Panizza, Gabriel Diez, Avelino Aguirre y Enriqueta V. de Ortega, etc., han contribuido con sus esfuerzos á difundir el gusto musical, como asi mismo los artistas A. Rayneri, O. Pfeifer y M. Sensoi- lliez.

El maestro Scapatura en el piano, Osvaldo Uriondo, compositor chileno, autor de numerosas marchas, entre ellas la Marcha Fúnebre á San Martín; Dalmiro Costa, autor de «La Pecadora» y «Nubes que pasan».

414

BUENOS AIRES

Ernesto Dangremont obtuvo desde muy joven en el violín grandes éxitos en Colón.

Los elencos de las compañías teatrales, en los que han figurado las primeras estrellas del arte lírico, han con- tribuido á difundir y perfeccionar el gusto musical, co- mo asimismo los numerosos conservatorios y casas de enseñanza que hay en esta ciudad.

C. Gaito, C. del Ponte, F. Hargreaves, M. Marenco y S. Levy, han sido maestros de reputada autoridad.

Entre los maestros del día, algunos de ellos fallecidos ya, se encuentran Arturo Berutti, autor de numerosas óperas, entre ellas «Evangelina», «Vendetta», cPampa», «Yupanqui», «Tarass Bulba, etc.; Alberto Williams, autor de la Teoría de la Música y fundador del Conser- vatorio Nacional de Música, cuyo ejemplo ha sido imi- tado por los numerosos establecimientos de este género que hoy existen y de donde sus alumnos, al egresar po- seen conocimientos perfectos de la materia y sus diplo- mas de maestros.

Carlos Marschall, Héctor Panizza, autor de la ópera «Medio Evo Latino»; América Montenegro Gaos, Pedro Melani, Ernesto Drangosch, Luis Pastor, fundador de la academia musical de su nombre; Luis Forino, direc- tor del Instituto Musical de Santa Cecilia; Théo 5ías- sum, notable violinista primer premio del Conservatorio de Lieja; Perruccio Cattelani, Gabriel Diez, antiguo profesor de piano; Antonio Barreno, Julián Aguirre, María Luisa Guerra, L. Scalese, director de la Academia Musical de Beethoven; Félix Lebano y Esther Pavessi, arpistas; Próspero Simaglia, Clelia Pescetto, directora de la Academia Musical Argentina; Laura Vattuone, di- rectora de la Academia Mozart; Edmundo Pallemaerst. fundador del Conservatorio Argentino; E. Galvani, A. Cabib, A. Gaos, los pianistas Manjon y J. Vianna da Motta, etc.

BUENOS AIBES 415

Los maestros Furlotti, Belluci, Ismael y Xarau han sido los que generalmente han dirigido las orquestas en el gran mundo social y religioso.

Hilarión Moreno (a) ítamenti, Miguel J. Tornquist y Julián Aguirre son los autores argentinos contempo- ráneos, cuyas composiciones han alcanzado más éxito.

Lia colonia británica cuenta con varias sociedades co- rales y musicales, entre ellas la «Buenos Aires Choral Union» y «The Amateurs Dramatic Club» que organizan sus fiestas y representaciones en los principales teatros.

Los alemanes cuentan con la sociedad «Deustcher Manner Gresangverein» que celebra sus conciertos en el Prince George's Hall.

Las demás colonias extranjeras poseen sociedades musicales que tienen sus reuniones periódicas.

CAPITULO CX Fotografía y Pintura.

é

Retratistas y pintores de antaño. La exposición Pbllkgbixi.— La fotografía y las clases populares. fotógrafos del día.

A principios del siglo XIX la pintara y la fotografía poco se conocían en Buenos Aires.

En aquellos tiempos solo ganaban los que se dedica- ban á pintar retratos, muchos de los que han llegado á nuestros días ignorándose el nombre de los autores.

El pintor italiano Ángel Campones pintaba á prin- cipios del siglo retratos, entre los que se encuentra el del lego F. José de Zemborain que se conservaba en la sacristía del convento de Santo Domingo.

En Abril de 1817 llegó al país el pintor José G-uth, sueco de nacionalidad, profesor de dibujo y retratista al óleo.

De 1826 á 1828, el pintor francés Golú era el más afamado, siendo su especialidad pintar retratos al óleo. Dejó muchos trabajos que deben encontrarse en poder de varias de las familias antiguas de esta ciudad.

Pablo Cacianiga era profesor de dibujo. Entre sus discípulos se encuentran los hermanos Morel.

Monsieur Parf ait fué el primero que pintó decoracio- nes para los teatros, siendo reputado buen paisajista.

El retratista Favier tenía su estudio en la calle Flori- da. Su especialidad era pintar retratos, procurando sa- tisfacer los deseos de sus dientas, fuesen éstas feas ó bonitas.

BUENOS AIRES 417

De esa misma época son los pintores Pallieres, Morel y Carrandi, este último de temperamento irascible, cuando no alcanzaba á realizar el modelo que se ideaba hacía pedazos lo que encontraba á mano.

Monvoisin erapintor de cuadros. Uno de los más no- tables de este pintor fué el de la señora Rosa Lastra de Lezica, que durante mucho tiempo estuvo expuesto en la iglesia de la Merced.

Don Prideliano Paz Pueyrredón era hijo de Don Juan Martín Pueyrredón. Se educó en Europa, donde se de- dicó á la pintura. Era ingeniero de profesión.

Sus retratos al óleo se reputan obras de verdadero mérito, contándose entre ellos el del General Juan Mar- tín de Pueyrredón, Mariano Moreno, Bernardino Riva- davia, Manuela Rozas, etc.

Además de estas obras, era autor de varios cuadros de costumbres criollas de esa época.

Por el año 1830, el litógrafo Bacle hacía retratos lito- gráficos. Después de la Campaña del Brazil hizo los de los jefes de ejército que en ella se distinguieron, cuya colección poseía el señor Trelles. Además Bacle era autor de numerosos retratos de personalidades de esa época, entre ellos de Don Vicente López y Planes, Bernardino Rivadavia, General Las Heras, etc.

Bacle fué el que imprimió en Buenos Aires el primer periódico de caricaturas, el que introdujo la primera li- tografía en el país, y su nombre se hizo célebre en tiempo de Rozas, por las cuestiones entre la Francia y el gobierno de éste, á causa de las persecuciones de que fué objeto; porque Bacle, aunque suizo de nacimiento, probó ser francés por haber nacido en Suiza bajo el Imperio de Napoleón.

Don Fernando García del Molino pintó diversos cua- dros de caudillos de otros tiempos.

El pintor francés Durand, era una especialidad en el

27

418

BUENOS AIRES

dibujo al fumino y al lápiz, el que enseñó posterior- mente en varios colegios, entre ellos en el de Don Gui- llermo Parodi. Era un buen paisajista.

Manzoni fué uno de los de más mérito. Era mal retra- tista, pero notabilísimo por sus cuadros de figuras.

En el Museo de Pinturas existe una valiosa colección, donada por Don Adriano Kossi.

Fiorini se distinguió por sus trabajos al óleo, y muy especialmente por sus notables miniaturas sobre marfil.

Su trágico fin conmovió á la sociedad de Buenos Aires.

Los pintores venecianos Luiggi Mion y José Aguyari dejaron buenos recuerdos de su estadía en esta ciudad.

Aguyari ha sido el acuarelista más distinguido que hemos tenido.

La Exposición Pellegrini, realizada en 1900 en los salones de Bon Marché, fué una digna despedida del si- glo que terminaba.

En ella se reunieron una cantidad de personas distin- guidas de nuestra sociedad, edificios y escenas de la vida nacional, todas obra del lápiz y el pincel del inge- niero Carlos E. Pellegrini, esfuerzo que ningún pintor ha hecho entre nosotros, pues ninguno le ha sobrepa- sado en la viveza y naturalidad de sus cuadros. Ellos hablan por la época que representan.

Los hermanos Pellegrini hicieron un verdadero pro- digio al exhumar tan gran número de obras, cuya carac- terística especial era la impresión del sello de la vida nacional que representaban.

Ese mérito es el que se observa y distingue en las obras que se exhiben en los museos europeos, especial- mente en el de Ñapóles, que al contemplarlos el obser- vador llega á darse cuenta de lo que fueron Herculano y Pompeya; como asimismo en los de Holanda, en cuyos museos se ven las antiguas costumbres holandesas tras- mitidas á nuestros días por el pincel de sus pintores.

BUENOS AIRES 419

Los cuadros del ingeniero Pellegrini, dan una idea perfecta de lo que era el Buenos Aires de 1830, la senci- llez de sus costumbres, sus modas y usos, su sociabilidad «é historia, etc.

El Gobierno Nacional ha perdido la oportunidad de adquirir ese núcleo importante de obras, cuyo conjunto podía haber servido de plantel á un museo del Buenos Aires que se va y nada nos deja.

A mediados de 1847 llegó á Buenos Aires el señor J. J. Ostrander, retratista al óleo y en miniatura.

Como buen yankee y hombre práctico que era, puso tarifas muy módicas, estableciendo su taller en la calle del Perú 120.

Por la misma época Don Juan A. Bennet, á quien sucedió Tomás C. Helsby, hacía retratos al Daguer- reotipo.

Generalizada la fotografía, todos querían tener su retrato llamándole especialmente la atención á la gen- te del pueblo que no alcanzaba á comprender lo que esta era.

Se cuentan escenas de tipos semicivilizados y brutos, entre hombres de la ciudad y campesinos, que se pre- sentaban en alguna de las tantas fotografías de esa apo- co (1863), ataviados con sus mejores trajes pidiendo al fotógrafo que les sacase aventajados. El fotógrafo pre- guntaba qué era eso de aventajado, y qué clase de re- trato querían, á lo que los clientes contestaban: que de- seaban una fisonomía mejor, más simpática, más gra- ciosa, etc., que la que tenían.

Cuando el fotógrafo les decía que la fotografía era lo mismo que un espejo, no se convencían, proponiendo entonces que les retratase por partes.

Las cavilaciones del fotógrafo hicieron explicar su deseo á sus interlocutores, que era: retratar únicamente el cuerpo, poniéndole una funda á la cabeza! Entonces

í 420 BUENOS AIRES

nadie sabría quien es?, replicaba el fotógrafo, alo que el cliente decía, que no importaba, porque con ponerle su nombre debajo ya estaba! Así se hizo.

Descalzo é hijos fueron afamados fotógrafos en su época.

Seguir los progresos de la fotografía en Buenos Ai- res, es tarea ardua.

Cada día se señala un nuevo adelanto en ella, habien- do fotografías como las de Witcomb, Freitas y Casti- lla, Chutte Brooks, Chandler, etc., que han llegado al summum de la perfección, no solo en el arte de hacer retratos sino también en la pintura de éstos.

Los cinematógrafos, que son una derivación de la fo- tografía, y cuyo perfeccionamiento diario causa admira- ción, abundan en Buenos Aires, siendo las principales casas del ramo las de Lepage y Ortuño.

El arte fotográfico ha alcanzado entre nosotros un grado de adelanto que en otros países no ha llegado á tener.

La Sociedad Fotográfica Argentina de aficionados, realiza verdaderas maravillas, y es una de las que más ha hecho en este sentido, dando á conocer al país en el extranjero con la difusión de vistas y paisajes nacio- nales.

El señor Francisco Ayerza fué uno de sus más entu- siastas y progresistas miembros.

CAPÍTULO en.

Pintores Modernos.

El Museo dk Bellas Artes. La Colmena Artística. Pintores ac- tuales.— Raimundo de Madrazo.

El Museo de Bellas Artes fué fundado en 1895 por una asociación de pintores y aficionados á las bellas ar- tes, siendo su primer presidente el pintor Eduardo Schiaffino.

Ocupa, en el edificio del Bon Marché, la esquina de las calles de Florida y Córdoba, teniendo doce salas dedi- cadas á la pintura, escultura, grabados y litografía.

En estas salas se ven obras que llevan la firma de re- putados artistas, como las de Manzoni, Salvator Rosa, De Martino, Barbudo, Favreto, Gervez, Chaplin, Gus- tavo Doré, Purvis de Chavannes, Collin Warville, Au- blet, Coubert, Harnson, Michel, Fra9ais, Meissonier, Joanes, Millerat, Laurens, Villegas, Roll, etc.

Elias Duteil fué el precursor de la escultura en Bue- nos Aires.

La Colmena Artística la fundaron en 1896 un núcleo de pintores, escultores, músicos é intelectuales.

En medio del excepticismo del día no faltan animosos artistas que, luchan contra la indiferencia, rompan ésta y llamen sobre la atención no solo de los entendidos y amigos del arte, sino también hasta de los más indi- ferentes.

Entre los pintores modernos se encuentran :

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Ángel Della Valle autor del cuadro « El aparte » y «Un Incendio en la Pampa». Su tema favorito son asun- tos nacionales.

Eduardo Schiaffino, autor de los cuadros « El Sueño », « La Iglesia de Altagracia » en Córdoba, « Rincón de Pa- rís en Mayo», «Viernes Santo», etc., y de los retratos de varias personas conocidas.

Se le reputa como uno de los mejores pintores en su género.

Emilio Caraffa, autor del cuadro que representa el «Paso del Paraná por el ejército de Urquiza en 1862», y de la « Bendición Episcopal ».

Eduardo Sívori, es un artista infatigable. Sus cuadros representando costumbres criollas de la provincia de Salta «La majada para el consumo», «Basse-cour», «Manon», el retrato de su hermano Alejandro, la «Ca- beza de Benedictino », etc., le han merecido mucho éxito.

El malogrado Fernández Villanueva autor del cuadro « La Batalla de Maipo ».

Severo Rodríguez Etchart, residente habitualmente en París donde ha hecho sus estudios, es autor de los cuadros cSeduction», «Volupté», « La Femme Coque- te», etc., han obtenido gran éxito en París.

En la exposición celebrada en lo de Freitas y Castilla, obtuvieron mucho éxito los retratos del señor « Tomás Noceti», «Manuela Suárez de Grarmendia », «Interior Marroquí », « Petit Bleu », etc.

Martín A. Malharro, autor del cuadro «El corsario La Argentina», y otros de igual mérito.

Augusto Ballerini, acuarelista y paisajista, es autor de « El panorama de la Ciudad de Córdoba », « La Pie- dra Movediza del Tandil », «Las bocas del Iguazú », etc.

Alfredo Berisso, paisajista y marinista.

El señor Bonifanti, pintor italiano residente en Bue- nos Aires desde hace varios años, autor de « El Río Lules » en Tucumán, « La Lluvia », etc.

BUENOS AIRES 423

Orlaudi, autor del retrato del escultor Gobbo; Anto- nio Delle Vedove, autor de « Natura Morta » ; Manuel Mayol, reputado pintor español, autor de « Vesper » y « Efecto de Luz ».

Adolfo Lambrech, pintor francés, especialista en re- producir el bello sexo en diversas épocas y sitios.

Nicolau Cotanda, autor del cuadro « La herida de Mi- tre » ; Angelo Tommasi, autor del retrato del Doctor Pellegrini y d^ los 'cuadros representando la Escuadra Argentina en TTshuaia y de las costas Patagónicas; An- tonio Alice, uno de los pintores italianos más jóvenes.

Francisco Parisi, autor del decorado interno de la Ca- tedral y de varios retratos de personas conocidas.

Los señores Ernesto De la Cárcova, Manuel Baamon- de, Villar, Capuz, Pórtela, Sainz, Manzano, Bouchet, Carlos Barberis, Pinelo, etc., son pintores con reputación hecha y cuyas obras llaman la atención.

Raimundo de Madrazo, reputado pintor español, du- rante su estadía en Buenos Aires, á fines de 1901 pintó los retratos varias personas de nuestra sociedad, entre ellos los de las señoras Manuela Romero de Lezica, Ma- ría Teresa Lavallol de Atucha, Mercedes Unzué de Quintana, Susana O'Gorman de López, Elena Uuzué de Peña, María Esther Llavallol de Roca, Sara Unzué de Madero, etc., y el del General Mitre, que éste consintió por primera vez, en dejar que el pintor tuviese por mo1 delo el original.

Los Madrazo son familia de pintores y especialistas en retratos.

Don Federico de Madrazo, tío del que fué nuestro huésped, es el autor del retrato de Isabel II existente en el Museo de Madrid, cuyo parecido es notable.

CAPITULO CIH.

Imprenti.

i

Origen de la imprenta en el Rio de la Plata. La imprenta db los

Niños Expósítos. Trabajos que en ella se hicieron. La primera Sociedad Literaria. El Telégrafo Mebcantil.— Quienes lo es- cribieron.— El coronel Cabello.— Causas de la desaparición del Telégrafo.— El Semanario dk Agricultura.— Ideas Nuevas.— El Correo de Comercio. La Gaceta de Buenos Aires. Espíritu de

LA PRENSA DE LA INDEPENDENCIA. PERIÓDICOS DE ESA ÉPOCA. El Pa-

dre Castañeda. Diarios y Periódicos. Intransigencia partidista. Las luchas civiles: su reflejo en la prensa. La Gaceta Mer- cantil.— El periodismo en tiempo de Rozas.

(Obras consultadas: Efemérides Americanas, de Pedro Rivas; La Pri- mera Sociedad Literaria y la Primera Revista en el Rio de la Plata, por Juan María Gutiérrez; Efemeridografia Argiromelropolitana, de A. Zinny; Buenos Aires Antiguo y numerosas publicaciones de la prensa de la capital, aparecidas con motivo del Centenario de la Imprenta el Io de Abril de 1901).

El origen de la Imprenta en el Río de la Plata es cu- rioso. Ilustrados escritores afirman que antes de la im- portación de la imprenta que llevaron los jesuítas á Córdoba, en las Misiones de éstos existía ya, siendo los tipos y caracteres de madera.

Según el ilustrado general Mitre, en las Misiones Je- suíticas del Paraná y Uruguay en 1703, se imprimía con caracteres de estaño y planchas de cobre grabadas por los indios, siendo la prensa de madera.

Y según el mismo historiador, el 6 de Octubre de 1780 se hizo la primera impresión en Buenos Aires y el 21 de Noviembre del mismo año, según otros.

BUENOS AIBES 425

Fué el progresista Virrey Vertiz quien compró, por la suma de mil pesos, la imprenta abandonada en uno de los sótanos del Colegio de Monserrat en Córdoba, trayéndola á Buenos Aires, con el fin de que sus pro- ducciones contribuyesen al sostenimiento de la Casa de Expósitos.

La imprenta de los Niños Expósitos fué la primera que hubo en Buenos Aires, estando su local situado en la esquina de las calles de Perú y Moreno, componién- dose el cuerpo tipográfico de niños del establecimiento.

Por ella se imprimieron, antes de la aparición de El Telégrafo Mercantil, más de doscientos trabajos dis- tintos, casi todos de temas religiosos, enseñanza de doc- trina cristiana, letrillas de santos, etc., y los almanaques que Don Juan de Alsina, Agrimensor General del Vir- reynato y Maestro de Náutica y Matemáticas, componía.

A título de curiosidad, transcribimos una parte de la perorata de introducción del de 1801, que decía:

«Válgate Dios con dacas y toma, verdes ó maduras, pitos y flautas. No se lo dije á Vuestra Merced, señor vulgo, que de gente non santa libéranos domine. Tus, tus, es mala chusma, sabiondos, relamidos y mamarrones. Ojeriza y hojarasca, chofainas y cascabeles; pero quien donde? Válgame Dios y con qué facilidad se aparentan imágenes en el caletre de la fantasía cuando poseída del sueño, discurre con libertad y se dilata por mansiones y espacios imaginarios: raro asombro. Ea! fuera, dejé- monos de espectros y fantasmas, y ande el cascabel gorgo, siga la rueda, y Dios te depare buena su mogi- ganga; sacude de á esa polilla y astuta parola, si ma- landrines y follones mal contentos, tenebrosos emba- durnados de su presunción y charlatanería metidos de hoz y de coz en las honduras que les acarrea su grave- dad desconsolada, etc. »

A principios del siglo XIX se fundó la primera So-

426 BUENOS AIRES

ciedad Literaria que tuvo por título : c Sociedad Patrió- tica, Literaria y Económica », formada por los intelec- tuales de aquel tiempo.

Uno de sus propósitos era mejorar la condición moral é intelectual del país, fundando un periódico con este fin, con el título de El Telégrafo Mercantil, Rural, Po- lítico, Económico é Historiógrafo del Rio de la Plata, que apareció el Io de Abril de 1801. Eran miembros de la sociedad y por consiguiente colaboradores del perió- dico, los señores : José Joaquín de Araujo, Juan Manuel Labarden, Luis Chorro&rin, Juan José Castelli, Domin- go de Azcuénaga, Feliz Casamayor, Pedro Andrés Gar- cía, Julián de Leyva, Fray Julián Perdriel, Manuel Jáe- drano, Pedro Antonio Cervino, Carlos José Montero, Manuel Belgrano, El DeanFiínes, Alvarezde Arenales, etcétera.

El Telégrafo era una pequeña hoja escrita en carac- teres medioevales, dirigida por el coronel Don Antonio Cabello y Mesa, abogado de los Reales Consejos, quien había estado anteriormente en el Perú, donde había vis- to el éxito de El Mercurio Peruano.

Corresponde al coronel Cabello la iniciativa de esta empresa, y aunque era persona de pocos alcances, pues no tenía ni ortografía, la sociedad empezaba mal por haber en su seno personas de competencia indisputable que no hicieron cuestión por la dirección del periódico, tolerando la insuficiencia del Director.

Los suscriptores no llegaban á trescientos, entre los de la ciudad y de la campaña, estando subvencionadopor el Real Tribunal del Consulado, el que facilitaba los pa- peles del archivo, sobre fundaciones de ciudades, con- ventos, etc.

La comisión de censura la componían, los oidores Campuzano y Matalinares.

El Director ocupaba las columnas del periódico con

BUENOS AIRES 427

sus producciones, dejando muy poco espacio para la crónica general.

Su estilo favorito era la letrilla festiva. He aquí una muestra:

« Que Claris esté en Iglesia,

Su marido a trabajar,

Los muchachos en la cama,

Y la olla sin espumar: Lindo ejemplar.

Que Lucrecia gaste bata, Mucha pompa y vanidad,

Y que en cada pelo su hijo De liendres tenga un millar: Lindo ejemplar. »

Este periódico tiene el mérito de ser el primero que apareció en estos países, cuya innovación honrosa mar- ca un sensible progreso en la vida culta de estos pue- blos, no pudiendo negarse los honores de su iniciativa al coronel Cabello, á cuyos esfuerzos principales debió su aparición. Dejó de aparecer en Octubre de 1802, mandado clausurar por orden del Virrey, á consecuen- cia de un artículo, en que se enajenó las simpatías pú- blicas, por decir en él : que Buenos Aires era la ciudad del Universo en que se fomentaba más la haraganería, por la abundancia de medios de vivir y la cantidad de mujeres solteras, amigas del lujo y de la ociosidad. Pro- ponía, que se empadronase á las solteras y solteros, fue- sen españoles ó americanos, se les casase y se les remi- tiese á la Patagonia á formar pueblos, expulsándose del país á los españoles que no aceptasen.

El Telégrafo, es una verdadera curiosidad periodísti- ca, notándose en su lectura, la falta de organización de sus secciones, encontrándose mucho bueno y curioso, al lado de mucho de ningún valor.

Aparecieron en él, las fábulas de Azcuénaga, la oda de Labarden al Paraná; las composiciones de Prego de

428 BUENOS AIRES

Oliver y de Medrano; publicaciones interesantes, de Ma- nuel Belgrano; Joaquín de Araujo (autor de la guía de 1803), el Dean Funes, etc.

Los restos de la imprenta de los Nifios Expósitos, se encuentran en el Museo Histórico.

El Semanario de Agricultura, Industria y Comercio. fundado por Don Manuel Belgrano y dirijido por Juan Hipólito Vieytes, apareció refutando en su primer nú- mero, el artículo de Cabello, que causó la muerte de El Telégrafo.

Las invasiones inglesas, produjeron una revolución en el sentimiento y las ideas de la monótona vida de la colonia.

Las ideas de la revolución francesa, llegaron también á América y con estas tendencias, apareció El Correo de Comercio, fundado el Io de Marzo de 1810, por Manuel Belgrano, dedicado á los labradores, artistas y comer- ciantes.

El mismo año funda el Doctor Mariano Moreno, La Gaceta de Buenos Aires, siendo uno de los periódicos más codiciados de los historiadores, por su importancia.

Durante la Guerra de la Independencia, el espíritu que predomina en la prensa, es de lucha y esperanza.

Además de los nombrados, y que pertenecen á ese tiempo, mencionaremos, á El Censor, que apareció en 1815. El Redactor del Congreso que se publicó de 1816 á 1819, etc., siendo todas estas hojas de estimable valor.

El período de nuestras primeras luchas civiles, tuvo también su prensa.

El escritor más original de esos tiempos fué el Padre Castañeda, con sus periódicos contra el espíritu nuevo, los secuaces de Voltaire y de Lutero, como él les llama- ba, lanzando excomuniones epigramáticas en formas visibles, contra la evolución de progreso que se operaba en la sociedad.

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Llegó á absorber el periodismo, y á cada supresión de la autoridad, cambiaba el nombre de la hoja. Así aparecieron Doña María Retazos, El Torito Colorado, El Centinela del Día, El Centinela de la Noche, El Diablo Colorado, El Diablo Rosado, etc. (1820 á 1822).

El primer Argos, fué fundado, por Don Santiago Wilde, á quien las sociedades literarias de esa época, hicieron muchas distinciones. Le secundó, el señor Nú- ñez, uno de los más entusiastas sostenedores de las re- formas de ese tiempo. Apareció el 12 de Mayo, y cesó de de hacerlo el 24 de Noviembre de 1821. El segundo Argos apareció poco después, en 1822.

Las hojas periodísticas se multiplicaban, habiendo algunas que no aparecieron, sino una ó dos veces, y otras, que, anunciadas no lo hicieron. Los locos son los mejores raciocinadores, se llamaba una de éstas, el año 23.

El Duende de Buenos Aires, La Abeja, El Ambigú, El Argos de Buenos Aires de que hemos hablado; El Americano, El Centinela, El Tiempo, El Mensajero Ar- gentino, etc., en los que escribió Don Juan Cruz Várela una de las plumas más brillantes del periodismo argen- tino de esa época.

El Pampero, dirigido por Don Manuel Bonifacio Gallardo y Planchón, apareció el 17 de Enero de 1829, sosteniendo los principios de los hombres del Io de Di- ciembre.

Todos estos periódicos, reflejan en sus columnas, la intransigencia partidista de su tiempo.

Vuelven en esta época los periódicos de corta vida, como Don Gerundio Pincha Ratas, Abogado de los Uni- tarios, en 1831 y otros.

Las luchas civiles, que habían ensangrentado al país desde los primeros años de la Independencia, y que el año 20 llegaron al período álgido de su desarrollo, con-

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tinuaron después con mayor ó^iuenor intensidad, hasta el año 28, en que la ejecución del coronel Dorrego por el General Lavalle, conmovió nuevamente al país, áraiz de la Guerra con el Brasil.

Los periódicos de esta época reflejaban la tendencia unitaria, y mientras este partido imperó por la fuerza de las armas, no se oyó otra voz en la prensa que la de sus partidarios.

Las democracias argentinas de esa época eran intran- sigentes.

Tiempos de pasiones y de luchas, imperaba el abso- lutismo. El término medio no se conocía.

Durante el Gobierno de Bozas, no se oyó otra voz en la prensa que la de su partido.

El órgano más autorizado de ese tiempo fué La Ga- ceta Mercantil, dirigida por Don Nicolás Marino.

Escribió en ella también José Rivera Indarte, autor de los himnos de más pasión contra los unitarios, y des- pués uno de los más encarnizados enemigos de Bozas, desde las columnas de El Nacional de Montevideo, é instigador y promotor del atentado contra éste, por me- dio de una máquina infernal.

La pluma de Don Pedro de Angelis colaboró también en este diario, como asimismo las de los señores Esteban Hallet, Manuel de Irigoyen, Avelino Sierra, etc.

La Gaceta Mercantil, representa toda una época de la nacionalidad argentina.

La propaganda políglota se encuentra en sus colum- nas, con el fin de que en el extranjero se conociesen los acontecimientos que se desarrollaban en el país y con- trarrestar la propaganda de los unitarios.

La historia de esa época, tan discutida y que tanto apasionó, no puede escribirse sin tomarse en cuenta á este diario, por la cantidad de documentos y publica- ciones oficiales que contiene en sus colnmnas.

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Don Santiago Kiernan, era el editor.

A la caída de Bozas en 1862, La Gaceta desaparece.

El Museo Americano, editado por César Hipólito Bacle, y redactado por Rafael Minvielle, tiene el mé- rito de ser el primer periódico ilustrado, que apareció en el país (1835 á 1836).

El Diario de Avisos de Arzac en 1848.

No faltaron periódicos extranjeros, como The Bri- tish Packet and Argentine News y Le Narrateur Frangais.

Hubo también en Montevideo, en tiempo del sitio, otro periódico escrito en inglés The British Packet.

CAPITULO CIV.

Imprenta.

El periodismo de 1851 k 1860. La Reforma Pacífica. El Orden.— El Nacional. La Nación Argentina. La Tribuna.— Héctor F. Várela. Diversos diarios. La República. Diarios y Periódicos hasta 1901.

La caída de Rozas trajo al país á los emigrados polí- ticos que le combatían, siendo uno de los medios de pro- paganda de sus ideas la prensa.

El periodismo se desarrolla al calor del partidismo, produciéndose la separación de Buenos Aires del resto de las provincias, las que forman la Confederación Ar- gentina, bajo el mando de Urquiza.

El Agente Comercial del Plata, fundado en 1861, por el señor Manuel Toro y Pareja, apareció hasta 1862.

La Revista del Plata, fundada en 1852 por el ingenie- ro Carlos E. Pellegrini.

La Avispa, fundada en 1852, por los señores Santos Martínez y Benito Hortelano, poco duró.

El primer periódico de la colectividad española se llamó El Español, siendo fundado por el señor Benito Hortelano, durante la presidencia de Urquiza. El mismo señor Hortelano fundó, en 1854, La Ilustración Argen- tina.

Estamos en la época en que comienza la campaña so- bre la organización nacional, en la que toman parte los emigrados que han regresado al país y que absorben la prensa con su propaganda.

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Aparecen Los Debates, del General Mitre, que se pu- blicaron por la imprenta de El Agente Comercial del Plata.

La América, que redactaron Olegario Andrade y Car- los Gruido Spano.

La Reforma Pacifica, de Don Nicolás Calvo, que te- nía inscripta en su bandera la integridad nacional.

Fué uno de los diarios más perseguidos por combatir las tendencias de los hombres que gobernaban en Bue- nos Aires en ese tiempo, por lo que el año 1860 se clau- suró bajo la acusación de ciento cincuenta de sus ar- tículos.

Reapareció poco después en Montevideo, con los mis- mos propósitos anteriores, hasta Febrero de 1866, en que, bajo el gobierno del General Flores, se saqueó la impren- ta y se suprimió nuevamente el diario. El señor Calvo era uno de los talentos más esclarecidos de su época, atesti- guándolo así las numerosas obras que ha dejado.

Periodista de combate, sus ideas cansaron una revo- lución en el campo unitario, que gobernaba entonces en Buenos Aires, y al que combatía Calvo por haber dis- gregado la Provincia de Buenos Aires del resto del País.

El Orden, fundado por el doctor Luís L. Domínguez, bajo la dirección del doctor Luís Frías.

La intransigencia partidista de aquellos tiempos, hi- cieron que su moderada propaganda no tuviera eco.

Colaboró en él Francisco Bilbao.,

El Nacional, fundado por Don Dalmacio Vélez Sars- field, lo dirigió en sus primeros tiempos Don Martín Pinero.

La época más brillante de este diario fué de 1874 á 1878, en que lo redactaba Sarmiento, secundado de una pléyade de escritores de la talla de Miguel Cañé, Aristó- bulo Del Valle, Delfín Gallo, Lucio V. Mansilla, Carlos

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Pellegrini, Lucio V. López, Pantaleón Gómez, Carlos Encina, Tomás Guido, Juan Carlos Gómez, Matías Be- hety, Héctor Alvarez, Dardo Rocha, Boque Sáenz Peña, etcétera.

Continuó después bajo la dirección del señor Samuel Alberú, hasta que desapareció.

En 1898 el señor Pedro Bourel lo redactó nuevamen- te, siendo su vida de un año más ó menos.

La Nación Argentina, del General Mitre, que en 1870 tomó el título de La Nación.

La Tribuna de los Várela, dirigida por Héctor F. Vá- rela y redactada por sus hermanos Mariano, Luís, Jaco- bo y Juan Cruz Várela.

Era un diario de combate esencialmente político que llegó á monopolizar la plaza, siendo sus informaciones de primer orden, alcanzando en esos tiempos un tiraje nunca visto.

En 1872 entró en competencia con El Nacional, lan- zando ediciones á la tarde.

Colaboraron en ella Carlos Guido Spano, Estanislao Del Campo, Benjamín Victorica, Manuel Láinez, Benja- mín Posse, etc.

Héctor F. Várela, el fecundo periodista argentino y una de las plumas más brillantes de su generación, fun- dó después El Tribuno y má¡s tarde El Porteño.

En 1872 fundó en París El Americano, destinado á dar á conocer estos países en el Viejo Mundo.

El Diablo y el Don Quijote^ de Juan María Gutiérrez.

En el segundo escribieron Juan Chassaing, Carlos En- cina y Carlos Paz.

El Correo del Domingo, fundado por Don José María Cantilo, y en el que colaboró toda la generación inte- lectual de esa época.

Cantilo era un periodista de primera fila. Fué varias veces senador y diputado á la Legislatura y miembro del Congreso Nacional.

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Posteriormente redactó El Siglo, y en unión de Bar- tolomé Mitre y Vedia La Verdad.

El Látigo y El Latigazo, ambos de caricaturas, en 1866.

La Estafeta era un diario político y comercial, que aparecía en 1866.

El Mosquito, fundado por Meyer, á quien sucedió Maunier y más tarde Enrique Stein.

Ha sido este uno de los periódicos de caricaturas que más éxito ha obtenido en el cercano pasado argentino.

Le Progrés, fundado por M. Cornac, á quien sucedie- ron Raúl Legout, León Wals, Emilio Daireaux, Pablo Seligmann, Alfredo Ebelot, etc.

V Union Francahe, dirigida por el fecundo periodista Alfredo Ebelot, que colaboraba también en La Sevue des Deux Mondes.

La República apareció el Io de Enero de 1868, fun- dada por Manuel Bilbao y Alejandro Bernhein.

La aparición de este diario causó una revolución en el periodismo nacional.

Hasta entonces el diario era caro, se vendía únicamen- te por suscripción y en la administración.

Bilbao bajó el diario de cinco pesos el ejemplar ó sean veinte centavos en la imprenta, al precio de un peso ó sean cuatro centavos, vendiéndose además en las calles, reforma que en su origen se creyó un absurdo, pero que no tardó en seguirse por los demás diarios, dando origen al gremio de vendedores, tan indispensable hoy dado el desarrollo mercantil que hemos alcanzado.

Este mismo paso lo dio en París Girardin con La Presse.

Uno de los jurados de imprenta más famosos que re- gistran los anales periodísticos argentinos, fué el que promovió el Doctor Adolfo Alsina, Vicepresidente en- tonces de la República, al Doctor Manuel Bilbao, redac- tor en jefe de este diario.

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En las columnas de La República, se sostuvieron po- lémicas ardientes por las primeras plumas intelectuales de esa época, alcanzando el tiraje de este diario á ser el mayor de los de ese tiempo.

La Prensa, apareció el 18 de Octubre de 1869, funda- da por el Doctor José C. Paz, alcanzando la populari- dad de que hoy goza, debido á la independencia de cri- terio, que ha sido la norma de conducta de este diario.

La Patria, del General Mansilla; El Mercantil, del Coronel Plaza Montero y Lucio V. Mansilla; La Discu- sión, del Doctor Francisco López Torres; La Pi'otesta, del Comandante Acevedo; La Política, La Pampa, del señor Exequiel N. Paz, cuya campaña contra el poder judicial le valió todo un éxito, encarcelando jueces y curiales.

El Fénix, de Félix Chapeaurrouge; La Patria Argen- tina, de los Gutiérrez, famosa por sus folletines; La Li- bertad, de Juan José Lanusse y Manuel Bilbao, y más tarde de Adolfo Saldías y el señor Pillado.

Los artículos sobre la cuestión de límites con Chile, el año 1878, le valieron todo un éxito al Doctor Bilbao.

El 6iglo, de Don Federico de la Barra; Los Intereses Argentinos, dirigido por el padre Domingo César; La América del Sud, diario católico de esos tiempos; El Fí- garo, diario liberal dirigido por Don Benjamín Posse.

La Unión, fundada el Io de Febrero de 1872 por Cha- varría y Ojeda.

Escribieron en ella las principales plumas católicas, como Pedro Goyena, José Manuel Estrada, Emilio La- marca, Santiago Estrada, Tristán Achával Rodríguez, Miguel Goyena, etc.

En 1876 el señor Julio Núñez redactaba La Revista Musical.

La Crónica, escrita por Eduardo, Alberto, Julio y Carlos Gutiérrez.

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La Tribuna Nacional, dirigida por Olegario Andrade y más tarde por Julio Costa, Federico de la Barra y Agustín de Vedia.

Fué el órgano de la primera presidencia del General Boca.

El Diario, apareció en 1882, fundado por Don Manuel Láinez.

Sud América, fué el diario del gobierno del Doctor Juárez.

Lo dirigía el señor Paul Groussac, y tuvo por redac- tores á los señores Rufino Várela Ortíz, Delfín Gallo, Carlos Pellegrini, Juan Balestra, Juan Lalanne, Osval- do Magnasco, Boque Sáenz Peña, etc.

La Nazione Italiana, redactada por los señores Juan M. Barbieri, Manuel Lombardi y el Doctor Pedro Sasso.

El Censor, apareció en 1885. Fué fundado por Sar- miento, á quien no necesitamos bosquejar, pues su escla- recido talento le hacía una pluma brillante, que dejó una estela de luz en el campo del libre pensamiento, como periodista de lucha y escritor de conciencia.

Al retirarse Sarmiento, tomó su dirección el Doctor Luis María Gonnet.

La Argentina, fundada para sostener la candidatura del Doctor Cárcano, y que con la caída del Doctor Juá- rez, en 1890, fracasó.

El Globo, del Doctor Alberto Blancas, en 1888.

El País órgano de la presidencia del Doctor Luis Sáenz Peña, dirigido por Don Mariano Orzábal.

El Argentino, dirigido por Adolfo Mujica y en el que colaboraron las primeras plumas de la oposición políti- ca al Doctor Juárez, como los señores Miguel Navarro Viola, Santos Quintana, Lucio V. López, Leandro N. Alem, Mariano Demaría (hijo;, Marcelo T. de Alvear, Tomás A. Le Bretón, José Luis Cantilo, Aristóbulo del Valle, José de Apellaniz, Diego Fernández Espiro, etc.

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BUENOS AIRES

Le Petit Journal, dirigido por Don Daniel Couthe- reau.

Buenos Aires, de Miguel G. Morel, en 1892.

La Bomba, semanario radical de caricaturas, dirigido por Rodolfo Soucup y Adolfo P. Escamilla.

U Italiano, dirigido por Basilio Cittadini, uno de los campeones de la confraternidad italo-argentina, con motivo de las alarmas con Chile en 1898.

La France, dirigida por Genulf o Sol, apareció el 14 de Marzo de 1898.

El Plata, dirigido por Don Nicolás Granada.

El Siglo, apareció el Io de Octubre de 1901, bajo la dirección del señor Alberto J. Gaché.

Introdujo como elemento principal en su composi- ción, la nota gráfica, empleando en su composición á señoritas.

Se imprimía por los talleres de The Standard.

A los cuarenta y dos números desapareció.

CAPITULO CV. Imprenta,

LiOB PIARI0H DEL DÍA. La NACIÓN. La PltEKSA. El PaÍS. La Voz

de la Iglesia. El Pueblo. Boletín Oficial. El Diario del Comebcio. Thb Standard. The Buenos Aires Herald. The Soct- hkrx Caoss. Deustche La Plata Zeitung. Aruextinisches Taoe- blatt. La Patria degli Italiani y L'Italia al Plata. El Correo Español. Le Courrier de la Plata. El Diario. El Tiempo. Tribuna. El Fígaro. El Don Quijotk. Periódicos extranjeros. El Diario de los morenos. Periódicos Anarquistas. Revistas: Algunas de las que se publican y varias de las que han aparkci- do antes.

La Prensa diaria: « Ella es el sexto sentido de los pueblos. >

Sielles.

« Ella es el moral Vigilante de la moral pública; de" los derechos y garantías indivi- duales y sociales.

Ella disipa todas las preocupaciones del espíritu y no permite que á su luz se oculte la verdad, ni que en el terreno que ella cul- tiva para libertad, asomen las plantas del error, de la necedad ó del engaño».

Solimene.

Iniciada la campaña de la organización nacional, en la que tan activa participación tomó el General Mitre, fundó éste en 1857 Los Debates, para sostener por la prensa sus ideas.

En 1862 apareció La Nación Argentina, bajo la di- rección del Doctor José María Gutiérrez, teniendo en diversas épocas de redactores, además de su propietario el General Mitre, á los señores: Rufino de Elizalde,

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Juan María Gutiérrez, Guillermo Rawson. Manuel Quin- tana, Bonifacio Lastra, Eduardo Costa, José Andrés Terry, etc.

El Io de Enero de 1870, tomó el nombre actual de La Nación, declarando con este motivo que: La Nación Argentina era un puesto de combate y que el de La Na- ción, era una tribuna de doctrina y de propaganda.

Propiedad del General Mitre, ha reflejado siempre en sus columnas, la tendencia política de este ciudadano.

Por esta razón, en las luchas políticas en que este lia intervenido, se ha visto perseguida y clausurada en di- versas épocas, siendo éstas: del 24 de Septiembre de 1874, al Io de Marzo de 1875, á consecuencia del movimiento revolucionario de aquel año.

En 1890, durante el gobierno del Doctor Juárez; el 93, bajo el de Sáenz Peña; siendo la última supresión la de un día en el mes de Julio de 1S01, con motivo de su propaganda contra la unificación de las deudas y los sucesos que se produjeron.

La rectitud de sus juicios y la autoridad de la perso- nalidad que representa, hacen que su opinión pese mu- chas veces en las decisiones de los gobiernos á quienes combate.

Su material intelectual, es reputado como de los me- jores y el servicio de los corresponsales europeos, espe- cialmente italianos, es de primer orden.

El servicio telegráfico europeo, data de 1877, por in- termedio de la Agencia Havas. Hoy, este servicio, lo ha- ce con corresponsales propios.

En el mes de Marzo de 1887, hubo de realizarse una apuesta, entre este diario y La Prensa, sobre cual de los dos tenía más circulación.

El incidente provino de un suelto publicado en Ia Nación del 13 de Marzo de ese año, en el que aseguraba ser el diario de mayor circulación en la República.

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La Prensa sostuvo lo contrario afirmando ser ella la de mayor circulación y avisos.

Para solucionar este incidente, se nombró Juez Arbi- tro al doctor Manuel Bilbao, con amplias facultades de ambas partes.

No llegaron éstas á ponerse de acuerdo en las condi- ciones en que debía llevarse adelante la apuesta, por lo que fracasó.

Después de Mitre y de Gutiérrez, han tenido la direc- ción de este diario los señores: Teodoro Ruíz Huidobro, José A. Ojeda, Bartolomé Mitre y Vedia, y á la muerte de éste, su hermano el ingeniero Emilio Mitre y José Ceppi, (Anibal Latino), actuales directores.

Hay en este diario una falange de periodistas distan- guidos además de los nombrados, que hoy escriben en él.

Entre éstos se encuentran los señores: Julio Piquet, que se separó hace poco; Pedro Varangot, Roberto Pay- ró, José Luís Murature, Jaimes (Brocha Gorda), Agus- tín Arias Chavarría, Viaña; repórter oficial, Gutiérrez.

A varias de las secciones de este diario, la dirección abona un tanto por línea, lo que es un estímulo á los es- fuerzos intelectuales de sus colaboradores.

Desde el mes de Septiembre de 1901, la dirección de este diario le ha dado un gran impulso, instalando en la capital cincuenta agencias para las suscripciones y avi- sos, y desde el mes de Noviembre del mismo año, publi- ca semanalmente una novela á un precio tan bajo, que se encuentra al alcance de todo el mundo.

La creación de la biblioteca se debió, no á una idea de lucro, sino á que, habiéndose adoptado las máquinas Lino -tipo, el personal de tipógrafos quedaba cesante en su mayoría.

El señor Emilio Mitre tuvo esta feliz idea, como un medio de dar ocupación á antiguos empleados de la casa, alcanzando la idea en la práctica un éxito colosal, ago-

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tándose á los dos días la primera edición, viniendo á re- sultar un negocio lo que no se tenía por tal.

El primer volumen apareció el 4 de Noviembre de 1901, y lo formaban: «Tres Novelas Picarescas», «La Vida de Lazarillo de Tormes y sus fortunas y adversi- dades», por Diego Hurtado de Mendoza; « Rincón ete y Cortadillo», por Don Miguel de Cervantes Saavedra; «La Historia y vida del gran Tacaño», por Don Fran- cisco de Quevedo Villegas.

El formato actual data de 1894.

Desde el 4 de Septiembre de 1902 publica los Jueves

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un suplemento ilustrado.

El edificio que ocupa en la calle de San Martín faé construido bajo la dirección del ingeniero Emilio Mitre.

La administración de este diario está confiada al se- ñor José María Drago, conocido periodista argentino.

La Prensa fué fundada el 18 de Octubre de 1869, por el doctor José C. Paz, su actual propietario.

Era diario de la tarde de una simple hoja, con cinco columnas impresas.

Al anunciar sus propósitos, decía: «Desgraciadamente en la práctica, los mejores programas se transforman en parodias de lo prometido, produciendo con estas decep- ciones el más profundo desaliento en el corazón del pueblo, siempre dispuesto á atribuir nobleza en los que por medio de la elocuencia saben tocar sus sentimien- tos de magnanimidad. Por eso queremos seguir un ca- mino distinto. Verdad, honradez, he ahí nuestro punto de partida; Libertad, Progreso, Civilización, he ahí el fin único que perseguimos. El mejor programa, son pocas palabras y muchos hechos».

Desde el 6 de Julio de 1871, es diario de la mañana.

Fué siempre diario independiente, al servicio de las grandes causas.

Por este motivo rechazó una suscripción de trescien-

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tos ejemplares que el Gobierno Oriental, que presidía Batle, por intermedio del coronel Mateo Martínez, soli- citó, á condición de que le publicasen la corresponden- cia del partido que sostenía su gobierno.

Igualmente rechazó otra de quinientos ejemplares del Gobierno del Paraguay, sin condición alguna.

Rechazó en 1870 una subvención del Gobierno de la Provincia, con la condición de que crease una sección oficial, por no perder su independencia.

La Prensa, desde su origen, trajo entre sus propósitos defender los intereses del pueblo, escudándolo contra los avances del poder; combatir los círculos personales y llevar á los puestos públicos á los hombres dignos de la confianza del pueblo.

La observancia de este programa, le ha valido el fa- vor popular de que disfruta, siendo hoy, sin disputa, el diario de mayor circulación en la América del Sud.

En 1878 estableció el servicio de corresponsales con Chile, siendo hoy su servicio telegráfico de primer or- den, como asimismo el cuerpo de corresponsales euro- peos.

Han desfilado por sus columnas, plumas como las de José C. Paz, su fundador y propietario; Delfín Gallo, Onésimo Leguizamón, Manuel Bilbao, Estanislao S. Zeballos, Cosme Marino, Ezequiel N. Paz, Adolfo E. Dávila, Eleodoro Lobos, etc.

Su redactor actual es el señor Ezequiel Paz, secun- dado por un numeroso cuerpo de escritores distingui- dos. Su administrador es el señor Miguel Silva, uno de los empleados más antiguos de este diario. Su formato actual data de 1884. El edificio que posee en la Avenida de Mayo, obra de los ingenieros Alberto de Gainza y Carlos Agote, es uno de los más suntuosos de la capital.

En el se encuentran los consultorios médico, jurídico y químico industrial, todos gratuitos para los pobres.

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Corona el edificio una estatua con un foco de luz eléctrica, cuya luz cambia cuando se produce algún acontecimiento, anunciándolo al mismo tiempo con so poderosa sirena, cuyo sonido se percibe de largas dis- tancias.

Tiene este diario en París, en el Boulevard de la Ma- deleine 17, una agencia de informaciones, dirigida por el señor Francisco Cazaux, á la que concurren, no solo los residentes argentinos, sino también los viajeros de los demás países americanos, bebiendo allí sus informa- ciones telegráficas los diarios franceses.

El señor José C. Paz, residente generalmente en Pa- rís, atiende también esta agencia, la que cuenta con una sala exposición de productos argentinos y un salón de lectura con todos los periódicos del mundo.

El País apareció el 1.° de Enero de 1900, con el ca- rácter de «Órgano de la Producción Nacional», dirigido por el Doctor Carlos Pellegrini.

El Doctor Pellegrini dejó la dirección de este diario á su regreso de Europa el año 1901, para no inmiscuirse en la lucha política iniciada en la Provincia de Buenos Aires, entre las candidaturas de los señores Marcelino Ugarte y Vicente L. Casares, quedando su dirección desde entonces á cargo de los señores Francisco Uribu- ru hijo y Antonio Bacchini, quienes la tenían anterior- mente también.

Este diario, de netamente gubernista que era, se convirtió en opositor al Gobierno del General Boca, después de los acontecimientos que produjeron el fra- caso de la unificación de las deudas, cuyo paladín era el senador Pellegrini y cuyas consecuencias sufrió este diario, al verse asaltado por varias de las manifestacio- nes que tuvieron lugar en los primeros días de Julio de 1901.

El País tiene establecidas agencias en diversos pun- tos de las ciudad para la suscripción y avisos.

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Su formato es igual á los de sus grandes colegas de la mañana, siendo su material de lectura interesante y sus informaciones comerciales europeas por telégrafo, de primer orden.

La Voz de la Iglesia fué fundada el 15 de Agosto de 1873.

Órgano de los católicos, lo dirije el canónigo Juan A. López, siendo un diario de la tarde, más de suscripción que de venta callejera.

El Pueblo, apareció en 1900.

Lo dirije el Doctor José Manuel Estrada.

Defiende también, los intereses católicos, apareciendo por la mañana.

Estos dos diarios, que debían tener una vida próspe- ra, no cuentan con el apoyo necesario, entre el nume- roso elemento cuyos intereses representan, siendo por esto su vida precaria y no floreciente como debía de ser.

El Boletín Oficial, dirigido por Don Ángel Menchaca, apareció en tiempo de la presidencia Sáenz Peña, y sus publicaciones, como su nombre lo dice, son esencial- mente oficiales.

El Diario del Comercio apareció el Io de Enero de 1897, fundado por los conocidos periodistas Alberto I. Gaché y Ramón R. Castro, separándose el primero al año siguiente de su fundación.

Es un diario de suscripción, serio, bien informado, que aparece por la mañana.

The Standard, es el decano de los diarios de la capital.

Fué fundado el Io de Mayo de 1860, por el señor Eduardo T. Mulhall, siendo en su origen un semanario, que lo componían personalmente los propietarios, re- partiéndolo á caballo ellos mismos.

La buena acogida que encontró, hizo que de semana- rio pasara á diario, haciéndose el órgano más caracteri- zado de la importante colectividad británica.

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Ha sido siempre un diario escrito con seriedad y dis- creción, alcanzando por esto la protección, no solo de sus connacionales, sino también del numeroso público lector de la capital.

Hay en el día suscritores fundadores que reciben el diario gratis, acción que manifiesta el reconocimiento de los señores Mulhall á sus primeros favorecedores.

La revista semanal La Argentina, que se publica des- de 1901, es propiedad de los señores Mulhall, sucesores de sus antepasados, ha poco fallecidos.

Es una revista de amena é ilustrada lectura.

The Standard^ publica los viernes una revista para el extranjero, con un resumen de los asuntos del Río de la Plata, con el nombre de Maü Supplement.

The Buenos Aires Herald, apareció el 16 de Septiembre de 1876, fundado por los señores Oathcart como redac- tor y Mac-Lean como gerente, siendo los impresores los señores J. H. Kidd y 0a.

En su origen era un periódico de cuatro páginas que aparecía los 5, 9, 15, 20 y 26 de cada mes.

En Noviembre del mismo año aparecía tres veces por semana, hasta que, visto el buen éxito de la publicación, desde el Io de Enero de 1877 se convirtió en diario.

Fué de los primeros diarios que estableció el servicio telegráfico propio, por intermedio de la Agencia Ha- vas.

The Buenos Aires Herald, fué el primer periódico que tuvo su edificio, que imprimió y repartió ocho páginas de lectura, introdujo el primer motor á gas y numerosas reformas en su composición.

Tuvo en diversas épocas de directores, á los señores Guillermo y Nicolás Lowe, Blandem, Beaumont, Whi- te, Haslam, Sandison, Gould, Pressinger, Smith, Bowd- ler, Manson, etc.

The Southern Oross fué fundado en 1874.

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Aparece los viernes, .y lo dirige el señor Michael Diunneen.

Deustche La Plata Zeitung, es el órgano más antiguo de la colectividad alemana.

Fué fundado en 1868, y pertenece á los señores Juan y Hermann Tjarks.

Argentinisches Tageblatt apareció en 1889.

Lo dirigen los señores M. y Th. Alemán.

La Patria dégli Italiani y L' Italia al Platay formada de la unión de estas dos empresas periodísticas, es el ór- gano de la numerosa colectividad italiana, y aparece con estos dos títulos desde el 25 de Febrero de 1901.

El ilustrado periodista Basilio Cittadini y el malogra- do Atilio Valentina, han ilustrado las columnas de estos diarios. La dirige el conocido publicista Eugenio Troi- si, siendo propiedad de los señores Basilio Cittadini y José Minaci.

El Correo Español apareció el 29 de Julio de 1872, siendo su fundador Enrique Homero Giménez, muerto en duelo por Paul Ángulo.

Órgano de la colectividad española, sus informacio- nes de primer orden y el celo patriótico que le animan, han hecho de este diario una hoja simpática, no solo á la colectividad á que pertenece, sino también al público nacional, de cuyos intereses es también celoso guardián.

Las fiestas de la Confraternidad Hispano Argentina encontraron en él un ardiente partidario.

Han tenido á su cargo la dirección de este diario los señores Justo S. López Gomara, Rafael Calzada y el se- ñor Fernando López Benedito.

Últimamente una sociedad anónima, compuesta de distinguidos miembros de la colectividad española, lo ha tomado á su cargo.

Ocupan sus oficinas el edificio construido en la calle 25 de Mayo, para el diario La Tribuna Nacional.

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Le Courrier de la Plata fué fondado el Io de Julio de 1865, por Alejandro Bernheim.

El conocido periodista León Walls lo dirigió muchos años, siendo su actual director el distinguido escritor Alfredo Ebelot.

El Diario fué fundado en 1882, por el señor Manuel Láinez, su actual propietario, periodista cuya pluma le ha valido el éxito que su publicación ha alcanzado.

En las columnas de este diario, el suelto y el artículo festivo, el satírico y de oportunidad tienen constante cabida.

Han figurado en su redacción, además de su propieta- rio, que lo atiende personalmente, Pedro Yarangot, el popular Junius, cuyos artículos en contra la presiden- cia de Juárez le valieron tanta popularidad; José María Mendia, que, bajo el seudónimo de Jackal, también ha alcanzado muchos éxitos; Antonio Bachini, Manuel Go- fos tiaga, Luís V. Várela, Carlos Olivera, Carlos Monsal- ve, Ramón Toledo, el malogrado Rodolfo Araujo Muñoz, que acompañó á Láinez en su fundación, Alfredo Du- hau, José Luís Cantilo, Manuel Bernárdez, etc.

En 1892 regresaba de Europa José Luís Cantilo y de- seando ejercitar sus dotes intelectuales, se dirigió al director de este diario pidiéndole una ocupación en él.

El propietario, lleno de buena voluntad, le dijo que tenía sus secciones completas, pero que si él encontraba donde ubicarse, pertenecería al cuerpo de escritores del periódico.

Cantilo había visto en Europa, en Le Fígaro de París y otros diarios, el éxito que la sección «Vida Social» ha- bía obtenido, y con este antecedente propuso la creación de esta sección.

Aceptada la idea, tuvo un éxito que no se esperaba, siendo enseguida establecida en los demás diarios.

Tal es el origen de la «Vida Social», que ocupa en los diarios del día sendas columnas.

BUENOS AIRES * 449

El Diario es una hoja de circulación especialmente metropolitana, siendo, de los de la tarde, el primero en circulación é importancia.

' Publica dos ediciones diarias, una á las dos de la tarde y otra á las 5, pero cuando acontecimientos de impor- tancia lo exigen, publica las ediciones necesarias.

Desde el 13 de Diciembre de 1901, publica seis pági- nas en su tercera edición, y desde el 12 de Enero de 1902 publica los domingos un número especial en colores, con interesante material de lectura el que poco después apareció modificado los sábados.

Las máquinas Gtooz de Chicago, que posee este diario, le permiten hacer impresiones á cuatro y cinco tintas, siendo iguales á las que tiene el New York Herald. El costo de estas fué de ciento cincuenta mil pesos oro.

En Noviembre de 1901 instaló sus oficinas en su edi- ficio de la Avenida de Mayo, teniendo establecidas para la venta y suscripciones, varias agencias en la capital.

El Tiempo apareció el 29 de Octubre de 1894, siendo su fundador el doctor Carlos Vega Belgrano.

Diario independiente, desde su origen ha sostenido los principios del partido radical, hasta 1901 en que se adhirió al naciente partido demócrata.

El 7 de Diciembre de 1894, el doctor Vega Belgrano emprendió una enérgica campaña contra el proyecto presentado en la Cámara de Diputados por el doctor Almada, sobre «chancelación de garantías ferrocarrile- ras», aseverando haber detras de él un gran negocio.

La Cámara, después de nombrar una comisión de su seno, compuesta de los diputados Tejedor, Gómez y Frías, á la que por una deferencia personal concurrió el doctor Vega Belgrano, resolvió ordenar su prisión.

El Director de El Tiempo, protestó de ello, por no venir la orden de autoridad competente, entablando el recurso de Jmbeas corpus.

29

450 * BUENOS AIRES

Conocido es el honroso desenlace que tuvo este inci- dente, durando el arresto en el Departamento Central de Policía, el tiempo necesario, empleado en los trámi- .tes judiciales.

El Tiempo es uno de los diarios de la tarde más litera- rios, siendo sus informaciones de última hora, en las cin- co ediciones que diariamente publica, de primer orden.

Después de luchar con varias vicisitudes inherentes á todo órgano nuevo, ha conseguido establecerse como diario necesario, gozando una vida próspera.

Tribuna fué fundada el 15 de Mayo de 1891, siendo su director el doctor Mariano de Yedia.

Pertenecía á una sociedad anónima, siendo hoy de Don -Agustín de Yedia, que se ha hecho cargo de la em- presa.

El señor Agustín de Vedia es uno de los periodistas de más fibra y talento que han ilustrado el periodismo argentino.

Fundó en Montevideo El Iris en 1864.

Colaboró en La América, dirigida por Olegario An- drade, y dirigió La Tribuna Nacional.

Tribuna se reputa diario oficial. Aparece á la tarde y publica dos ediciones diariamente.

Han colaborado en ella los señores : Carlos Olivera, Agustín Alvarez, Manuel I. Moreno, Leopoldo Lngo- nes, el doctor Sicardi, etc.

El Fígaro fué fundado por el señor Marcos F. Arre- dondo, antiguo repórter de los diarios de la capital. Aparecía á la tarde, como asimismo La Imprenta y El Porteño.

El Don Quijote, cuyo fundador y propietario es el se- ñor Eduardo So jo, cuyo lápiz fustiga con espiritualidad á los hombres que figuraron en los gobiernos desde el del doctor Juárez hasta nuestros días, creando tipos y personalidades especiales en los que caricaturaba.

BUENOS AIRES 451

Demócrito ó sea el señor Sojo, fundó también la re- vista La Mujer, en unión de distinguidos escritores.

El lápiz de Heráclito y Demócrito segundo, han ilus- trado también las páginas de El Don Quijote.

La Patrie Frangaise y Le Franqais, son los últimos diarios de la colectividad francesa que han aparecido en 1902.

Tenemos en Buenos Aires, periódicos hasta en hebreo. Se llama: El Fonógrafo Hebraico. Apareció en 1900 sien- do su director el señor Fabián S. Halevy.

El 6 de Abril de 1901, apareció el primer periódico en escandinavo. Se llama: Skandinaven, siendo sufundador el señor Guillermo Krieger.

Los morenos también tenían su órgano de publicidad.

Se llamaba : La Crónica y aparecía con intermitencias.

En él se encontraban todas las noticias que podían

interesarles, no faltando su sección de vida social, en la

que anunciaban sus casamientos y fiestas, etc.

Los anarquistas cuentan con más de diez periódicos de propaganda, entre los que mencionaremos : La Pro- testa Humana, UAvenire, Ciencias Sociales, El Rebelde, Los Tiempos Nuevos, Germinal, etc.

La Vanguardia es el órgano más caracterizado del partido socialista.

Largo sería pretender enumerar el número de revis- tas existentes y de las que han existido.

Esta forma de publicación ha alcanzado entre noso- tros un gran desarrollo.

Las hay gráficas, literarias, históricas, militares, reli- giosas, sociales, comerciales, etc.

Entre las gráficas, Caras y Caretas es la revista ar- gentina que mayor éxito ha alcanzado con sus notas gráficas de actualidad.

La dirige el señor José S. Alvarez, el popular Fray Mocho, siendo su redactor el señor Eustaquio Pellicer.

452 BUENOS ALEES

La Mujer del señor Eduardo Sojo, el popular Demó- crito, propietario de El Don Quijote, es la otra que goza de los favores del calor popular.

La Revue lllustrée du Rio de la Plata, fundada por madame Clemence Malauríe; La Ilustración SudAmeri- cana, etc., son revistas ilustradas de buena lectura é interesante material gráfico.

En otros tiempos aparecían: Buenos Aires Ilustrado, de Juan Carlos Martínez; El Piff Paff, de Benjamín Ro- que; Buenos Aires de José María Drago; y hace poco Don Basilio, Ki-ki~ri-Jci, Lúeas Gómez, Ijuz y Sombra, etc.

Entre las históricas, La Revista de Derecho, Historia y Letras, del Doctor Estanislao S. Zeballos; Estudios de los señores Adolfo Casabal y Tristán Achaval Rodrí- guez; La Revista Nacional, del señor Jorge W. Carranza.

Aparecieron en otra época, dirigidas por plumas co- mo las de Vicente F. López, Juan María Gutiérrez, An- drés Lamas, Trelles, Navarro Viola, Quesada, Carranza, etc., las revistas Buenos Aires, La Nueva Revista, El Pasado Argentino, La Revista del Rio de la Plata, El Investigador, de los señores Juan A. Alsina y T. S. Osa- ña; El Museo Histórico de Don Adolfo P. Carranza, que son obras que no deben faltar en ninguna biblioteca de importancia.

Entre las revistas literarias El Mercurio de América, Athenas, etc.

La Revista Moderna, de José Luis Cantil o; La Revista Literaria de Manuel Ugarte; La América, de Ramón Vi- lardebó, alcanzaron cuando aparecían mucho éxito.

Entre las revistas religiosas, se encuentran: El Men- sajero del Corazón de Jesús, del presbítero Vilanova Sanz; La Perla del Plata, La Constancia, de Don Cos- me Marino, órgano del espiritismo; La Masonería Ar- gentina, etc.

Financieras como: El Economista Argentino de Don

BUENOS ALRES 453

Melchor G. Rom; de Estadística del Dr. Francisco Lat- zina; Buenos Aires Handels Zeitung, de E. Kohn y C.s, etcétera.

De medicina: La ¿Semana Médica, La Salud, que diri- ge el Doctor Dávison, etc.

De ganadería cómo la de la Sociedad Rural, que pu- blica sus Anales; El Campo y El Sport, de Alberú, El Sport, de Caprile; El Gladiador, de Shaw, etc.

Las hay de todos los gremios y entre las sociales se encuentra El Sol, de Alberto Ghiraldo, intelectualmente conocido por Marco Nereo.

CAPÍTULO CVL' Imprenta.

Disposiciones administrativas souhe la prensa. 'El diarismo i»ll día. asociaciones de periodistas.— congresos periodísticos.— l<» que es el periodista. iios vendedores de diarios.

El primer Reglamento de Imprenta que se dio en Buenos Aires, fué el del 20 de Abril de 1811.

Por él se establecía una junta suprema de censura, como tribunal, ante el que debían hacerse las acusacio- nes de las publicaciones, menos las del fuero eclesiás- tico, que no se imprimirían sin autorización de la auto- ridad correspondiente.

La Ley del Jurado de Imprenta, que rigió hasta hace pocos años, era la del 8 de Mayo de 1828.

Los jurados de imprenta dieron motivo á grandes movimientos de opinión, sobre todo en épocas de lucha política.

Cada año la autoridad designaba los ciudadanos que debían componer los jurados.

Esta ley consideraba los delitos de imprenta y los juzgaba de un modo especial, y al suprimirse, quedaron los periodistas en igualdad de condiciones que cualquier ciudadano, al cometer un desliz con su pluma.

Raro es, que un gremio como el de los diaristas, no se haya preocupado de obtener para una legislación análoga á la que antes tenían.

La misión de la prensa, la desacredita el mercantilis-

BUEN08 AIRES 455

mo qae se lia apoderado de ella: unos especulan con el gobierno, otros con el pueblo.

El diarismo de hoy, no es una entidad unida y man- comunada en su misión, sino un círculo de rivalidades, en que priman las pasiones personales, sobre los intere- ses generales.

Demasiado conocidas son las disidencias entre los di- versos diarios que forman hoy el periodismo de la Ca- pital.

En diversas épocas se intentó formar centros de pe- riodistas, fracasando estos al poco tiempo de iniciarse.

Las últimas iniciativas con este fin, han sido: La «Aso- ciación de la prensa», fundada el 18 de Septiembre de 1889, en la que figuró lo más selecto del periodismo lo- cal, siendo su presidente el doctor Manuel Gorostiaga y su secretario el señor Sabás P. Carreras.

En 1891 se fundó el Círculo de Cronistas, de que fueron presidentes los señores José Varas, Gabriel Can- tilo y Pedro Barreiro.

En 1896, sobre la base de este círculo, se fundó el ac? tual Círculo de la Prensa, cuyo primer presidente fué el señor Alberto I. Gaché.

A iniciativa del señor Carlos Vega Belgrano, se reu- nió el Io de Abril de 1901 el primer Congreso de perio- distas argentinos, que sesionó en el local de la Sociedad Rural, presidiendo su apertura el señor Alberto L Ga- ché.

Fué electo presidente el doctor Estanislao S. Zeba- llo8, conocido hombre de letras.

Este Congreso á nada práctico arribó en sus resolu- ciones, haciendo fracasar lo poco bueno que se presentó ásu consideración la abundancia de oradores.

El primer Congreso Periodístico que se celebró en Europa, se reunió en Amberes en 1894.

En Abril de 1899, se reunió en Boma el Congreso In-

456 BUENOS AIKES

ternacional de la Prensa, al que llegó tarde la represen- tación argentina.

No obstante ésto, después de clausuradas las sesiones, fué admitido el Círculo de la Prensa, de esta ciudad, quedando desde entonces ligado á esa asociación univer- sal, que cuenta más de quince mil personas y do sesenta círculos, siendo de América, tres de Estados Unidos j uno de la República Argentina.

Los hombres del diarismo prodigan y derrochan con- tinuamente sus ideas, forzando á diario su cerebro, arro- jándolas á la vía pública, como la simiente que los vien- tos levantan del suelo y llevan a comarcas remotas, don- de fecundan, produciendo entre los que las contemplan y aprovechan frutos inesperados.

Nada hay más notorio que la vida del periodista, que da cuanto tiene, en presencia de las multitudes, y al propio tiempo, nada hay más anónimo que el fruto de sus esfuerzos.

Su pensamiento se pierde, cayendo en la multitud, para reaparecer bajo formas múltiples en la transforma- ción que produce, en el desarrollo gradual del progre- so, de las ideas y de las costumbres.

La fuerza de asimilación que las sociedades modernas poseen, borran la huella de la idea inicial, como desapa- recen en la masa de las grandes corrientes, el tinte de los afluentes que la constituyen.

El periodista no enriquece generalmente los estantes de las bibliotecas con producciones de su talento; pero estampa en las columnas de sus diarios la savia de sos ideas, estudiando é impulsando con rumbo sereno al progreso y adelanto á las sociedades y pueblos en que vive.

Tal es la vida del periodista, cuyos sacrificios y lacha diaria pocos conocen.

Los vendedores de diarios forman un gremio suigeneris

j

BUENOS AIBSS 457

en la activa vida de esta ciudad. Se reúnen en los zó- tanos de La Prensa, donde tienen, lo que muy bien puede llamarse, su Bolsa.

Allí juzgan ellos á cada diario ó revista que aparece, y si la deben vender ó no, y si estos son nuevos y no cuentan con su aprobación, la vida del nuevo impreso corre peligro.

Ellos toman para la venta callejera, tantos números de un diario y tantos de otro, según el charque, como lla- man á los diarios que no venden.

El número de estos ambulantes es crecido, habiendo entre ellos numerosas mujeres.

CAPITULO CVII. Imprenta.

La prensa de antaño. Lo ojje costada componer un diario.— Papel

DEL REDACTOR. CüANDO EMPIEZA LA EVOLUCIÓN I>E PROGRESO DEL PE- RIODISMO ARGENTINO. COMO SE VENDÍAN L08 DIARIOS. LkGUINA Y TkI-

llo. Composición de los diarios modernos. Sus adelantos. Abc-

H08 EN LAS PUBLICACIONES. La PRENSA DE LA CAPITAL.

Desde su origen, el periodismo argentino fué crecien- do y desarrollándose al calor de la vida nacional. Du- rante la guerra de la Independencia, la propaganda de la prensa era de lucha.

No había muchos diarios, y la falta de prensa hacía que el gobierno hiciera conocer del pueblo sus resolu- ciones, por medio de bandos, que se leían en las esquinas, publicándose además en La Gaceta de Buenos Aires.

La vida nacional se manifestaba aislada, no tenía la cohesión que hoy tiene.

Las provincias tenían pocos diarios, lo mismo que la capital, y los medios de comunicación no permitían, co- mo lo permiten hoy, estar al habla entre sí.

Después de Caseros, los diarios eran tribunas, en las que se debatían los principios fundamentales de la Be- pública.

Hasta 1880, la prédica doctrinaria sobre la organiza- ción del país fue la que predominó.

La confección de un diario, cuarenta años ha, no era tan sencillo como en el día.

Todo tenía que hacerlo el redactor: el medio de apa-

BUENOS AIRES 459

sionar en las luchas políticas, en las que el director pro- pietario del diario tomaba siempre activa parte, preo- cupándose de su impresión, que se hacía á mano, hasta que se introdujeron los motores á vapor.

Tenía que tener, con anticipación, el material listo no sucediendo lo que hoy. que en una hora, se imprimen millares de ejemplares.

El redactor de un diario, atendía su composición des- de el editorial, hasta la última noticia, aceptando polé- micas sobre puntos importantísimos y variados.

Los diarios de entonces publicaban tremendos folle- tines de Fernández y González, empleando en los anun- cios teatrales, columnas enteras, con los programas de las representaciones.

El periodismo no era negocio : era un puesto de sacri- ficio y de combate.

Ninguno de los periodistas de ese tiempo hicieron fortuna; al contrario, su misión les causaba sacrificios. Ninguno de los elementos modernos tenían los periodis- tas que poco nos precedieron, resaltando por esto más sus méritos.

Las secciones de los diarios, no eran como ahora, aten- didas por empleados especiales y bien rentados.

La evolución moderna del periodismo nacional, co- mienza desde la aparición de La República.

Dejamos la palabra á La Nación del 16 de Agosto de 1895, al hablar de la muerte del doctor Manuel Bilbao :

«Ya desde 1865 le vemos en Buenos Aires, donde po- cos meses después de su llegada fundó con gran éxito el diario La República. Por este hecho puede considerarse á Bilbao como el fundador del moderno periodismo ar- gentino. Hasta entonces los diarios eran muy caros, y solo se obtenían suscribiéndose á ellos ó yendo á buscar- los en sus oficinas. Bilbao, bajó el precio de suscripción hasta veinticinco pesos moneda corriente, y al mismo

460 BUENOS AIRES

tiempo inició la venta de ejemplares á un peso por las calles de la ciudad, lo que dio por resultado inmediato un aumento notable en la circulación, pues los demás diarios no tardaron en seguir el ejemplo de La Repú- blica.

cLa empresa era aventurada, el éxito coronó los es- fuerzos del innovador, que así puso al alcance de todo el mundo, contribuyendo de una manera eficaz a la ilustración del pueblo. Bastaría esto para recordar con agradecimiento la memoria de Bilbao; pero su vida está llena de hechos análogos, sus luchas religiosas, políticas y sociales abarcan una larga serie de años; á su lado se ha formado toda una generación de periodistas briosos y de ideas avanzadas, y sus polémicas han tenido siem- pre el poder de interesar á los más indiferentes y de entusiasmar en pro ó en contra hasta los más tibios.

«Data pues, de La República con su baratura de pre- cio y su interés de diario de controversia calurosa, el período actual de la prensa argentina, y de ese impulso nació indudablemente el que hace que ahora se intro- duzca día á día una reforma y un progreso».

Hasta entonces, los diarios, para anunciar sus boleti- nes, quemaban gruesas de cohetes en las esquinas, ade- más de los voladores.

Los boletines, como los diarios, no se vendían por las calles, sino por suscripción, y para obtener alguno de aquellos, había que enseñar el recibo.

Leguina y Trillo tenían el monopolio de la suscrip- ción de los más importantes diarios, corriendo además con el cobro de los avisos.

La utilidad, aunque no era mucha, á pesar del des- cuento, que era en lo que consistía la ganancia de Le- guina, hacía que, como era el único que efectuaba esta operación con todos los diarios, esta aumentase.

La venta en las calles fué un golpe formidable para

BUENOS AIRES 461

Leguina, pnes los demás diarios siguieron el ejemplo de La República, lo que no impidió que al morir este, el año 1882, dejase una regular fortuna.

El Bonquito, Domingo Zarategui, y otros dejaron al morir un bienestar á los suyos.

Severo Vaccaro comenzó así, y á fuerza de constancia y de laboriosidad formó su posición.

Los diarios modernos, cuentan con numerosos ele- mentos que facilitan su tarea.

Los cuerpos de redacción los componen distinguidos escritores, especialistas cada uno en sus materias, ha- biendo quien las abarca todas.

Los medios de información son de primer orden, es- tando las distintas secciones á cargo de numerosos re- portera.

Los telegramas que hasta 1878 los facilitaban los comerciantes á los diarios y que generalmente no eran imparciales, hoy los reciben de las numerosas agencias telegráficas y de corresponsales especiales que ponen en conocimiento dn sus lectores los acontecimientos más importantes del mundo y del país, con una preci- sión de detalles, que parecen referirse á hechos locales.

El mismo aumento de población, de comercio y de acontecimientos, hace que la confección de un diario moderno no lleve aparejada en si, los esfuerzos que oca- cionaba lo mismo cuarenta años há, en que se luchaba con escasés de medios de información.

No se contaba entonces, con la enorme cantidad de avisos con que se cuenta hoy, en que á veces, una casa ocupa páginas enteras de un diario con ellos, ni los reclamos comerciales, pues los primeros eran escasos y los segundos no se conocían.

La nota gráfica, que con el auxilio de la fotografía reproduce los acontecimientos con gran sencillez, ilus- trando gráfica é intelectualmente al lector, también es moderna.

462 BUENOS ALRE8

Con frecuencia la libertad de imprenta se convierte en licencia.

Así vemos subir á las columnas de los diarios las cuestiones personales, en las que se dilucidan asuntos privados, moviendo todo un arsenal de epítetos injurio- sos, que al público no interesan, y que muchas veces son causas de lances y de escándalos sociales.

El buen criterio de los periodistas del día, ya que la carencia de una legislación sobre imprenta no lo per- mite, debía de imponerse y, previo un acuerdo entre ellos, arribar á un convenio para negar la publicidad de asuntos de esta índole.

La prensa de la capital es la que en estos últimos tiempos hace sentir las palpitaciones de la vida nacio- nal, teniendo sobre el honor de ser el paladín de las libertades de las provincias, unas veces con razón y otras con apasionamiento.

Las correspondencias europeas, es otro de los elemen- tos que entran en la composición de los diarios del día.

CAPITULO CVIII. MI Rnerto.

El Rio i>e la Plata.— Loa primeros trabajos en el Bajo. Proyec- to DE KlVADAVIA. Lo QUE ERA EL PUERTO. IMPRESIONES DE UN VIAJERO.— LA8 TARIFAS DE LAS CARRETILLAS. CONSTRUCCIÓN DE MUE- LLES.

(Obra* consultadas: Censo Municipal de IH87; Guia de Forastero» para el Estado de Buenos Aires de 18i>i>; Efemérides Americanas, de Pedro Rivas; Buenos Aires desde Setenta años atrás, de José Antonio Wilds).

El Río de la Plata, á pesar de ser un verdadero Mar Dulce, como le llamó Solís, tiene su cauce lleno de ban- cos de arena que dificultan su navegación.

La costa sud es baja y la profundidad de las aguas pequeña, lo que hacía en todo tiempo difícil las opera- ciones mercantiles.

El Riachuelo de Barracas prestó siempre buenos ser- vicios, pero los caminos por tierra, que conducían á él, eran malos, además de lo distante que quedaba del cen- tro de la ciudad.

Uno de los primeros trabajos que se hicieron en el río para facilitar las operaciones á los buques fueron hechas en 1755 en el bajo délas Catalinas, por Don Juan de Echeverría.

En 1771, el progresista Virrey Vertiz fué el primero que proyectó muelles, conviniendo en su necesidad el Cabildo, no llevándose á la práctica esta idea por falta de fondos.

464 BUENOS AIRES

Con esta medida se proponía el Virrey abaratar las mercaderías, cayo transporte por malos caminos, des- de el Riachuelo, las encarecían notablemente.

En 1802 se empezó la construcción de un muelle de setenta metros de largo, en el bajo de las Catalinas, pro- yectado por el ingeniero Pedro Antonio Cervino, obra que en 1805 se suspendió.

En esta época el movimiento comercial del puerto, era casi nulo.

Una de las preocupaciones de los hombres que han di- rigido los destinos de este país, fué el dotarlo de un puer- to comercial y cómodo.

La Ensenada de Barragán fué el puerto de Rivadavia, donde sesenta años más tarde se hizo el puerto de La Plata, pero las dificultades económicas le hicieron acep- tar en 1823 los proyectos del Ingeniero Bevans, autor también del de la Ensenada, y que consistían en la cons- trucción de un dock en los terrenos de la Boca, unido al Riachuelo por un canal.

Por las mismas razones que fracasó el de la Ensenada fracasó éste.

En 1822, Rivadavia mandó demoler el muelle de manipostería proyectado por Cervino y con sus mate- riales empedrar la calle de Florida.

Fracasadas todas estas tentativas, la costa de Buenos Aires quedaba entonces más ó menos en las mismas con- diciones en que la encontraron sus descubridores.

Uno de los puntos por donde se hacía el movimiento del puerto, era la bajada de la Aduana Nueva, cuando se construyó ésta, hasta que se hizo el actual puerto.

Lo inclinada de ésta, precipitaba á los carros carga- dos, por lo que, para evitar esto se les ataba una cuarta á la cincha de atrás que suavizaba el descenso.

El embarque y desembarque, tanto de mercaderías como de pasajeros, se hacía en carretillas ó carros de

BUENOS AIRES 465

cajón, construidos con maderas duras, provistos de enor- mes ruedas de ocho pies de circunferencia que entraban en el río hasta el bote ó ballenera donde hacían el tras- bordo.

Con frecuencia se ahogaban los caballos, sufriendo el susto y baño consiguiente los viajeros.

Este incómodo medio de embarque existió hasta la construcción del Puerto Madero, aunque mejorado en algo por los muelles.

Tomamos del diario de un viajero los siguientes pá- rrafos que describen su llegada á Buenos Aires:

«Voy en un buque dinamarqués, miserable en su co- mida pero con buena gente del norte.

En Punta de Indio divisamos esa cruz f en el río.

Allí tomamos piloto. Primera preparación del país que íbamos á habitar. Traía el piloto la cinta encarna- da de la Federación.

Al día siguiente avistamos á Buenos Aires desde el amanecer.

A las diez desembarcamos, después de haber andado tres millas que dista el fondeadero.

La ciudad se elevaba; sus torres, el elemento religio- so, el elemento culminante, es lo primero que se muestra al viajero.

El río es demasiado bajo, los botes no pueden acer- carse, no hay muelle, y el medio inventado de desem- barque es muy original. Carretillas tiradas por caballos penetran en el río con el agua hasta el eje y allí reciben á los pasajeros ....»( 1 )

Las bajantes se producían con frecuencia, siendo la más grande la del 17 de Septiembre de 1810, en que el río se retiró dos leguas, dejando el banco en seco.

(1) Diario original de viaje de Francisco Bilbao, en mi archivo.

30

466 BUENOS AIRES

Para evitar los abusos á que daba lugar las alterna- tivas de las mareas, se estableció una tarifa fija, fuese larga ó corta la distancia á recorrer en el río.

Transcribírnosla que regía en 1855, como una demos- tración de los gastos é inconvenientes que tenían que vencerse en ese tiempo y que hoy, con el Puerto Made- ro, han desaparecido por completo.

Precios fijos de fletes de balleneras por embarque y desem- barque de pasajeros por la Capitanía del Puerto.

BALIZAS

Por una ballenera fletada por una sola persona

con un baúl y colchón 50 $

Por una ballenera fletada por una sola persona

con carga para un carro 60 *

Por cada ballenera fletada por una sola persona

con carga para tres carros 100 »

Por flete de cada persona con baúl y colchón

siendo varias en una ballenera 20 »

Por flete de una persona sola 10 »

CANAL

Por flete con equipage el todo de una ballenera 150 » Por flete con equipage, cada pasajero con un baúl y colchón siendo la ballenera fletada por varias, pagará cada uno 30 *

Cuando siendo el tiempo malo, que las balleneras ne- cesiten más gente, los interesados harán sus convenios, tomando en consideración los anteriores precios, á fin de que el aumento, atendido el mal tiempo, sea módico y admisible por los pasajeros.

BUENOS AIRES 467

Precios establecidos que deben cobrarse por embarque y desembarque que hagan las carretillas y peones ocu- pados en d puerto.

CARRETILLAS

Por un viaje de una sola persona 5 $

Por un viaje de dos ó tres personas, cada una. ... 3 »

Por un viaje de más de tres perdonas, cada una . . 2 »

Por un viaje de equipaje á la Rambla 10 »

Por un viaje de equipaje al Resguardo 20 »

Por un viaje arriba de 4 ó B cuadras de la Plaza

Victoria 30 »

PEONAJE

Por un baúl de la Rambla al Resguardo 2 $

Por descargar un carro y cargarlo 10»

Por descargar un carro 5 »

Por cargar un carro 5 >

Los primeros pilotes del Muelle de Pasajeros se pu- sieron el Io de Febrero de 1855, inaugurándose el 11 de Septiembre.

Por este muelle se hacía el movimiento de pasajeros de los vapores de los ríos, especialmente los que iban á Montevideo, hasta 1890 que se demolió.

El muelle de la Aduana se construyó cuando se de- cretó la construcción de ésta, demoliéndose hace pocos años.

En 1872 el señor Francisco Seeber obtuvo del gobier- no una concesión para construir un muelle y depósitos particulares de aduana.

Estos son los que constituyen la Sociedad Muelles y Depósitos de las Catalinas, que con la construcción del

468

RUANOS AIRES

Puerto Madero y de los Depósitos Fiscales en los diques y dársenas, han perdido su primitiva importancia.

En 1876 el ingeniero Luis A. Huergo, empezó la ca- nalización del Riachuelo, construyendo el mismo año en el Río Lujan el primer dique de carena.

y

CAPITULO CIX.

JSi Puerto.

El Puerto Madero. Su descripción. Ensanche de las obras. Mo- vimiento marítimo. Producido en 1901. El Dock Sur. El Ria- chuelo.

En 1882 el Gobierno Nacional contrató con los señó- res Eduardo Madero é hijos, la construcción del Puerto de Buenos Aires, que fué hecho bajo la dirección de los ingenieros Tomás A.Walker, Dobson, Hayter y Hawks- haurt. Esta obra tuvo en su contra al gremio de lan- cheros, que con esto perdían el embarque de pasajeros y el trasbordo de mercaderías, de las que siempre algo les tocaba.

Antes de la construcción del Puerto Madero, hombres competentes como el ingeniero Waldorp, decían que el librar de la invasión de las arenas á los canales del mis- mo sería costosísimo, lo que en la práctica se ha con- firmado.

Si el Puerto de la Capital se hubiera hecho en la En- senada todos estos inconvenientes se habrían subsanado, además del capital empleado que, ya que se hizo, no de- bió arriesgarse en una empresa casi negativa en su ex- plotación, aunque el fin del Gobierno no haya sido éste.

El Puerto de la Capital está formado por el Riachue- lo, al que se le ha dado una profundidad de diez y ocho pies, estando unido á la Dársena Sud por un pasaje amplio que se llama Ante Puerto.

470

BUENOS AIRES

La Dársena Sud tiene una profundidad de veintiún pies y nuevecientos treinta metros de largo por ciento veinte de ancho.

Los depósitos de carbón y la oficina de Movimiento y Conservación del Puerto, se encuentran en ella.

El Dique número uno se comunica con la Dársena por medio de un pasaje y con el Dique número 2 por otro de 20 metros de ancho y 74 de largo.

El Dique número 1 tiene quinientos setenta metros de largo por ciento sesenta de ancho.

El Dique número 2 tiene seiscientos noventa metros de largo por ciento sesenta de ancho.

El Dique número 3 es igual á los anteriores, comuni- cándose con el número 4 por un pasaje igual á los an- teriores.

El Dique número 4 se comunica con la Dársena Norte por un pasaje de veinticinco metros de ancho por cien- to noventa y siete de largo.

Los embarcaderos de animales en pié se encuentran en los diques 1 y 2, habiendo además otro en el dique número 4.

En la Dársena Norte se encuentran el Dique de Ca- rena, la Oficina Nacional Hidrográfica y el Arsenal y Talleres de Marina, que ocupan una superficie de doce mil metros cuadrados.

La Prefectura General de Puertos tiene una ayudan- tía en la Boca y un destacamento en cada una de las Dársenas.

El movimiento comercial de este puerto es enorme y su costo se eleva á la suma de treinta y cinco millones quinientos mil pesos oro.

Últimamente el G-obierno concedió á una empresa particular la construcción en los diques números 2 y 3. de depósitos y elevadores de granos, lo que motivó una protesta de la Sala de Comercio del Once de Septiem-

BUENOS AIBBS 471

bre por ordenarse al mismo tiempo el levantamiento de las vías en dichos diques, lo que venía á gravar los fru- tos del país para la exportación, impidiendo el trasbor- do directo de los wagones á los buques.

El gobierno, después de oír á las partes y á sus aseso- res técnicos, resolvió llevar adelante su resolución.

En 1902 se resolvió ensanchar el Ante Puerto, decre- tándose la construcción de un fondeadero y muelle para buques, carboneras para el Gobierno, depósito para in- flamables y carboneras particulares, al este del mura- llón exterior del puerto y á ambos lados del canal de entrada de la Dársena Norte, así como edificios para la administración y obras que deben hacerse para ganar al río el terreno necesario.

Durante el año 1901, el movimiento marítimo de en- tradas y salidas del Puerto de la Capital estuvo repre- sentado por 25.837 buques con 8.661.299,26 toneladas, distribuidas en la siguiente forma :

Entraron 1.105 vapores de Ultramar con 2.362.681,86 toneladas y de cabotaje 2.124 buques con 1.125.302,22 toneladas.

Salieron 1.099 vapores de Ultramar con 2.262.076,94 toneladas y 2.227 buques de cabotaje con 1.219.983,94 toneladas.

Entraron 264 veleros de Ultramar con 214.046,42 to- neladas y 9.431 veleros de cabotaje con 639.309,61 to- neladas.

Salieron 231 veleros de Ultramar con 198.221,83 y 9.366 de cabotaje con 689.677,44 toneladas.

La marcha ascendente que ha tenido el movimiento de buques en el Puerto de la Capital, lo prueba el si- guiente cuadro demostrativo de 1880 á 1901:

472

BUENOS AIRES

Años Toneladas de regi<tr»i

1880 «64.570

1881 827 . 072

1882 995.597

1888 1.207.821

1884 .1.782.982

1885 2.200.779

1886 2.408.828

1887 3.869.057

1888 8.896.212

1889 8.804.087

1890 4.507.096

1891 4.546.729

1892 5.475.942

1898 fi.177.K19

1894 6.686.128

1895 6.894.884

1896 8.115.547

1897 7.865.406

1898 8.115.000

1899 8.741.984,98

1900 8.047.010,44

1901 8.661.299#5

Durante el año 1900, el producto bruto del Puerto de la Capital, alcanzó á 2.617.840 pesos oro y los gastos por todo concepto á 1.574.622,60 pesos oro, dejando en con- secuencia un beneficio al Estado de 943.217,50 pesos oro.

El Dock Sud de la Capital es una concesión que el Gobierno acordó en 1888 al señor Paul Ángulo y de la que es propietaria hoy la empresa del Ferrocarril del Sud.

Esta obra se construye bajo la dirección de los inge- nieros Walker y Ca, estando calculado su costo en un millón de libras esterlinas.

El terreno en que se construye esta obra tiene cerca de cinco mil metros de largo.

La primera sección en construcción es de mil metros y constará do un gran dock de noventa metros de an-

BUENOS AIRES 478

cho, con una pequeña dársena para maniobras en el fon- do. La entrada del dock quedará frente al medio del malecón sur de la entrada del Riachuelo.

Cuando esta obra esté concluida, hará una ruinosa competencia al Puerto Madero por las ventajas que el Gobierno le concedió.

Entonces los wagones de la empresa entrarán direc- tamente al gran dock, donde efectuarán la carga y des- carga á los trasatlánticos.

El sinuoso curso del Riachuelo de Barracas está en vías de modificarse por completo.

La Sociedad General Pobladora obtuvo en 1888 una concesión para canalizar y rectificar el curso de este río, concesión que transfirió poco después á La Canali- zadora del Riachuelo, la que á su vez, por el malestar general de los negocios, no pudo realizar sus propósitos, transfiriendo sus derechos á un sindicato de capitalistas argentinos.

Los estudios de esta concesión fueron hechos por el ingeniero Luis A. Huergo, los que en 1898, el ingeniero A. Seurot volvió á hacer sobre la base de los anteriores, por requerirlo la naturaleza del terreno, las crecientes y las lluvias.

En un principio se pensó hacer este trabajo desde los puentes del Ferrocarril del Sud hasta el Paso de la No- ria, pero viéndose que con un pequeño aumento de gas- tos se beneficiaría á una zona mayor, se hicieron los es- tudios hasta el Arroyo de Morales.

Esta obra de verdadera importancia se realiza en es- tos momentos bajo la dirección técnica y gratuita del in- geniero E. A. de Toledo, secundado de sus ayudantes Fernando Moia y Alejandro Chiarini, siendo los contra- tistas los señores Tagliani Hnos.

El sindicato constructor cuenta con un millón de pe- sos de capital, pasando todas las obras al cabo de treinta

474 BUENOS AIBES

años á poder de la Nación, sin desembolso alguno de su

parte.

El canal rectificador utilizará en parte el curso del

Riachuelo y tendrá de 1.60 á 2 metros de profundidad por veinte de ancho, siendo navegable para embarcacio- nes de doscientas toneladas.

El 14 de Marzo de 1902 se iniciaron los trabajos, vi- niendo esta obra á beneficiar á una zona importante del Municipio de la Capital, y como es probable que se una con el canal que los señores Santiago Sabourin y C*. construirán de los Nuevos Mataderos de Liniers al Puen- te Alsina, su importancia aumenta considerablemente.

CAPITULO GX.

Hipódromos.

ClKCOS DE CARBEBA8. BREVE RESEÑA DE LO QUE FUERON. Rh HIPÓDRO- MO DE Palermo. Fundación del Jockey Club. Si s primeros tiem- pos.— Importación de caballos de carreras. Principales premios. Fundación del Hipódromo Nacional. El juego y los hipódromos.— Lias patentes. El Hüklinoham Club. El Glub Hípico.

Uno de los primeros hipódromos, cancha ó circo de carreras, como se les llamaba entonces, fué el que el se- ñor Diego White hizo en terrenos de su propiedad en Saavedra, lindando casi con el partido de San Martín por el año 1866.

La pista tenía 16 cuadras, siendo su vida muy corta.

Poco después se construyó el antiguo circo de Belgra- no que duró hasta 1888.

De la vida del primero pocos datos hay, no habiendo tenido ninguno de los dos el carácter que hoy tienen esta clase de instituciones.

El primero tenía apenas una casilla y el segundo una regular tribuna.

Los caballos eran criollos y los corrían sus mismos dueños, casi todos descendientes de ingleses.

Los más afamados parejeros fueron: el zaino Belgra- no y el Pangaré del Salado, ambos de Don Diego White.

Los primeros caballos de sangre los introdujeron los señores Juan Mac Clymont, Diego White y Jorge Thomson.

Las familias de los corredores eran las que daban ani-

476

BUENOS AIRES

mación á las reuniones, contándose entre éstas las de Pilgrin, Arrióla, White, Thomson, Andrade, Cragham. Corvalán, Bowers, etc.

Las reaniones se celebraban los domingos y algunos días de fiesta.

No había grandes premios en dinero, ni tongos, ni sport. Se jugaba moderadamente haciéndose apuestas entre los concurrentes.

No faltaban las pollas á que tan aficionados eran los paisanos, ni quien dejase de dar la fila con el caballo de su predilección.

Vino después el Hipódromo de Palermo cuyas reunio- nes tampoco tenían el carácter de las de ahora.

El Jockey Club se fundó el 15 de Abril de 1882 y el año 1885 adquirió el Hipódromo Argentino. Por esta época sobresalían El Gladiador, á quien corría el viejo Leandro Alvarez, y el Pan, del general Bosch.

La importación de caballos tomó gran desarrollo, des- pertándose el entusiasmo por las carreras, lo que trajo por consecuencia la fundación de los numerosos studs, ecuries y caballerizas que hoy existen. Se pagaron pre- cios fabulosos por caballos, siendo los más altos hasta el día, el de Ormonde, por quien el señor Boucau pagó 30.000 libras esterlinas, y Kendall, 10.000 libras el señor Luro últimamente.

Por la pista de este hipódromo han corrido los mejo- res caballos de sangre de la República.

Mencionaremos entre los muchos á Gay Hermit, Por- teño, Athos, Revancha, Stiletto, Camors, Porteñito, Cordón Rouge, Ovación, etc.

Los premios de Honor, Nacional ó Internacional son los más importantes que se corren al año, á los que asis- ten las principales familias.

Disidencias entre los socios del Hipódromo Argentino dieron origen al Hipódromo Nacional. La primera ten- tativa en este sentido fracasó.

BUENOS AIRES 477

La cancha se construyó en los terrenos de Rossi, di- solviéndose la sociedad por no convenirle al propietario.

Poco después, siendo Presidente de la Municipalidad de Belgrano Don Florencio Núflez, en unión del doctor Julio Pourouge y General Francisco B. Bosch y tenien- do como secretarios á los señores Alberto Arrióla y Don Guillermo White, se constituyeron en comisión para fundar en los antiguos mataderos de Belgrano el actual Hipódromo Nacional.

Este Hipódromo tuvo su época deiprosperidad, alter- nando con el Argentino los grandes premios.

En este último se corría el Premio Nacional y en el otro el Internacional hasta que el Argentino lo absorbió casi, llevando al presente una vida efímera.

A lo que más han contribuido los hipódromos es al desarrollo del juego.

La patente que paga anualmente el Jockey Club es de 200.000 pesos, que la Municipalidad percibe directa- mente, empleando estos fondos en la conservación del Parque 3 de Febrero.

El Hurlinghan Club se fundó el 26 de Octubre de 1888.

Tiene varias pistas para los diversos juegos de sus asociados que son casi todos ingleses y una pista de 2.000 metros para carreras.

El 8 de Diciembre de 1900 se inauguró el Club Hípico de Palermo, con el fin de fomentar los ejercicios físicos en la juventud.

Tiene dos pistas: una de 1.100 metros y otra de 1.000 para carreras de obstáculos.

Su principal iniciador fué el señor Rodolfo B. Gimé- nez.

CAPÍTULO CXI.

MI juego.

Como me jugaba la lotkkía á principios del siglo. Las riñas de ga- llos.— JüKGOS DIVERSOS. liAB CABRERAS. CaBAOTER QUE TENÍAS LAS INSTITUCIONES QUE IMPLANTARON LAS CARRERA8 MODERNAS. MojíTO DB LO JUGADO KN 1.08 HIPÓDROMOS KN 1900. LAS CASAS DE SPORT.— El

Jockey Club y el juego. La prensa y el juego. Iniciatiyas ek el Congreso y en el Gk)iiiERNO contra el juego. La Lotería Na- cional.— Lo jugado en 1900. Loterías clandestinas. Los Clcbs. Desarrollo del juego.

De 1816 á 1821 la lotería se jugaba en esta capital por cuenta de la Hermandad de Caridad; el número va- lia un real y para la extracción de los premios se usa- ba el santo y contra seña.

La taba era uno de los juegos predilectos de la gente pobre, especialmente en la campaña, donde todavía la juegan.

Las riñas de gallos contaron con gran número de afi- cionados. Pocas eran las casas de los suburbios, hasta las del más pobre aspecto, que no tuviesen un gallo ata- do de una pata.

Los galleros tenían sus circos en los que se jugaban miles de patacones.

Los más nombrados fueron los de Plaza y Ca, en la calle de Santo Domingo, hoy Venezuela, y el de Don Mi- guel Macías, en la calle Tacuarí.

La Sociedad Protectora de Animales obtuvo la pro- hibición de las riñas de gallos y del tiro á la paloma en el municipio de la capital.

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BUENOS AIKES 479

Los juegos de naipes, las carreras criollas, el choclón, etc., también contaban con gran número de aficionados, no teniendo las segundas el desarrollo que hoy han al- canzado,'asumiendo los caracteres de un vicio orgánico.

Las carreras y las instituciones que se fundaron con este objeto, lo fueron para el perfeccionamiento de la raza caballar, y lo que han producido en mayor escala es la implantación de este juego.

Durante el año 1900 se corrieron en los hipódromos 621 carreras con 1.617.241 pesos en premios, jugándose en el sport 17.643.402 pesos, sin contar lo que se jugó en las casas clandestinas de sport.

Llegó un momento en que la ciudad se vio llena de estas casas, señalando la prensa y la opinión ese mal, procediendo la policía á clausurarlas y á detener á sus dueños, los que, álos pocos días, obtuvieron su libertad.

En el mes de Abril de 1902 los señores Casenave y Almada se presentaron á la administración de patentes nacionales ofreciendo depositar á su orden la suma de 200.000 pesos en el concepto de patente de una casa de sport, solicitando al mismo tiempo privilegio absoluto para ello prometiendo donar el 6 % de sus utilidades á la beneficencia pública. Este dato da una idea del des- arrollo que ha tomado el juego en esta capital, porque cuando el Gobierno Nacional fijó en 200.000 pesos la patente para esta clase de casas, lo hizo en el concepto de que nadie se atrevería á abonar semejante suma.

Pero los cálculos del Gobierno resultan ilusorios por haber, como se ve, quien se atreve á abonarlos y á donar el 5 % de sus entradas mediante ciertas condiciones.

El Jockey Club, ante el movimiento de opinión que se produjo contra el juego, tomó una resolución de puro efecto, disponiendo que no hubiera carreras en los días de trabajo, medida moralizadora al parecer, pero en el fondo contra el Hipódromo Nacional, resolviendo poco

480 BUENOS AIRES

después que tuvieran lugar carreras en el verano, lo que nunca se había llevado á cabo y que el número de éstas en cada reunión fuesen ocho en lugar de siete.

Los días de trabajo se observa en la Avenida Alvear el desfile de carruajes que conducen infinidad de jóve- nes que se dirigen al Hipódromo Nacional á tentar la suerte.

Si el Jockey quisiera verdaderamente tomar medidas radicales contra el juego, debería comenzar por supri- mir el sport en sus reuniones, las que entonces se verían desiertas y dejaría sin efecto un proyecto de la comisión municipal fijando un impuesto del 5 % sobre éstas, cayo producido se calcula en 1.000.000 de pesos.

La prensa condena el juego y al mismo tiempo ocupa sendas columnas en noticiar las reuniones sportivas, y la crónica social en dar el nombre de las damas que con- curren.

En el mes de Julio de 1901, el Intendente Bullrich de- cretó la expulsión de todo empleado municipal que con- curriese á las carreras, especialmente de los que mane- jasen dinero.

El 2 de Septiembre del mismo año el diputado Pastor Lacasa presentó un proyecto á la Cámara de que forma parte, por el que se prohibíala venta de boletos de sport en los hipódromos y circos de carreras, la venta de bo- letas en las quinielas de los frontones y canchas de pe- lota, los remates de caballos en las carreras, el estable- cimiento de casas, bajo cualquier nombre que fuese, en las que se expendiesen boletas de sport, castigándose con fuertes multas y penas á los que faltasen á cual- quier artículo de la ley.

Además se castigaba la venta de billetes de lotería clandestina con tres meses de prisión y se prohibía á los empleados de los Bancos de la Nación é Hipotecario Nacional, como también á los empleados nacionales que

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stnEHoa airhs 4B1

manejasen amero, su asistencia á cualquier reunión de sport, bajo pena de exoneración.

Asimismo, tos hipódromo» y canchas de pelota que- daban prohibidas para los menores de edad. El diputa- do'Elíseo Canten pr©seoató- en la misma sesión tm pro- yecto suprimiendo toda clase de lotería, estableciendo penas pecuniarias para leer infractores, las que irían & la caja de la Sociedad de Beneficencia.

Estas iniciativas encontraron la más caluros» aproba- ción, y el Gobierno, secundándolas, envió al Congreso el 26 de Septiembre un proyecto análogo al del diputado Lacasa.

El 29 de Septiembre se realizó un meeting contra el juego concurriendo á la Plaza de Mayo unas 5.000 per- sonas las que solicitaron del Presidente de la República la inclusión de los proyectos de los diputados Cantón y Lacasa en los asuntos de prórroga (1).

La Lotería Nacional se estableció en 1894.

Convencido el Gobierno de la imposibilidad de com- batir las numerosas clandestinas que se jugaban, se re- solvió á permitir la extracción de una lotería con fines benéficos en un principio, continuando con iguales fines al presente, con la única variante de que ha entrado á fi- gurar en el presupuesto como parte de la renta pública.

En 1900 la Lotería Nacional emitió billetes por valor de 25.940.000 de pesos, acordando 19.355.000 de pesos en premios, obteniendo un beneficio líquido de 3.580.126 pesos.

Pero la existencia de esta lotería no ha desalojado á las clandestinas, que anuncian en los diarios sus extrac- ciones, locales donde tienen sus administraciones, quie-

(1) En Mayo de 1902 el diputado Rufino Várela Ortiz ha publicado un proyecto reglamentando el juego, el que transformado en ley fué promulgado el 14 de Agosto de 1902.

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BUENOS AIRES

nes cobran los premios mayores, etc., sin que la autori- dad les moleste.

Los clubs son centros sociales en los que se juegan fortunas.

No todos los que concurren á una mesa de juego de estos centros lo hacen como los millonarios europeos que los van á ellas con el deseo de sentir las emociones del juego hastiados de todo lo que les pueda producir una sensación.

Aquí muchos tienen el tapete como un medio de vida.

Los grandes clubs costean en gran parte el boato de sus instalaciones con la coima del juego, en el que se dejan fortunas, se malgastan actividades y se pierden reputaciones.

El juego toma cada día mayor incremento y si al sport de caballos y lotería se agrega lo que se juega en los clubs, ruletas, loterías clandestinas, etc., sería curioso, si pudiera obtenerse, saber cuál es el promedio por habi- tante de lo que se juega en la Capital.

CAPITULO CXIL Desafíos.

< 'ONSinKkACIONEH SOBKK KL DUELO. DüELO MaCKRNNA - CaBRBKAH*

Mf.i)tda8 dkl Director Posadas contra los dkbafIos. Duelos fa- tales.— Opinión dkl kfckitok khpanol Juan M. Villergas sobrk

LOK PKSAPlOR.

La bárbara costumbre de los desafíos tomada por mu- chos como medio de solucionar las cuestiones persona- les y que tantas víctimas ha causado, y que, á pesar de las críticas y de todo, cuenta con numerosos partidarios, «s desgraciadamente fecunda en los anales de esta ciu- dad.

El duelo es una costumbre muy general en los países europeos.

El único país que lo ha desterrado por completo es la Inglaterra.

Se observaba en este país que el ofendido general- mente era la víctima en el llamado terreno del honor.

Sucedía á menudo que el esposo ofendido, además de quedar con la ofensa, recibía, en esta clase de lances, la muerte de manos de su ofensor.

El Gobierno inglés, preocupado de estos hechos, soli- citó del Parlamento una ley de profilaxia social contra el duelo, en la que se establecía que el que matase á otro en duelo sería inmediatamente ahorcado, previo un jui- cio brevísimo que la misma ley establecía.

Al principio el público no tomó en cuenta esa ley,

484 BUENOS AIRES

produciéndose al poco tiempo de su sanción un duelo, en el que un lord mató á su adversario.

De acuerdo con la ley, el lord fué juzgado y ahorca- do sin que se tomasen en cuenta Jos empeños y gestio- nes que se hicieron para salvarlo.

Este ejemplo bastó para que el duelo se aboliese en Inglaterra, ejemplo de cultura digno de imitación.

Cortar de raíz este mal endémico, heredado de socie- dades medioevales, debe de ser uno de los propósitos de la sociedad moderna; pero como desgraciadamente es un mal universal, especialmente en los países de raza latina, con mayor razón la sociedad del país que inicie este movimiento atraerá sobre el aplauso de las de- más, como sucedió con la Inglaterra.

Se toma por muchos el duelo como un medio de fi- guración, y por causas nimias y hasta ridiculas se re- vuelve todo el fondo social para exhibirse como paladi- nes del honor.

Uno de los desafíos que más sensación causaron en los tiempos pasados, fué el del General Juan Mackenna y Don Luís Carrera.

A mediados de 1814 llegaron emigrados de Chile los Mackenna, Vargas, Irrizarri, etc., deterrados por Don José Miguel Carrera, y á consecuencia de opiniones po- líticas vertidas, se concertó el duelo entre Carreras y Mackenna, siendo fatal para este último.

El Director Posadas, que apreciaba con toda la des- nudez de la verdad los hechos, lanzó á consecuencia de este duelo, un decreto con fecha 30 de Diciembre de 1814, por el que se condenaba á la pena de muerte álos que se desafiasen ó asistiesen á un duelo como padrinos, considerándolos á aquellos «como verdaderos asesinos, no obstante que un falso y criminal punto de honor se esfuerce en disculparlos».

Los duelos entre los señores Pantaleón Gómez y Lh-

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BUENOS ¿1KKS 485

oio Y. Mansilla, Romero Giménez y Paúl Ángulo, Valen- tini y Torre, Lucio V. López y Carlos Sarmiento, etc., fatales para Iob primeros de los nombrados bastarían para desterrar esta bárbara costumbre.

Por el año 1870 se encontraba en Buenos Aires el conocido escritor y eminente hombre de letras, espa- ñol, Juan M. Villargas, el que dirigió al doctor Ma- nuel Bilbao la siguiente carta, que es lo mejor que po- demos agregar á lo dicho sobre los desafíos:

«Señor Don Manuel Bilbao.

Muy señor mió de mi distinguido aprecio: Tengo mu- cho gusto en que un órgano de las más sanas doctrinas, un periódico tan verdaderamente liberal como el que Vd. dignamente dirige (1), reproduzca en su folletín mi pobre novela titulada Los Espadachines, en que se ri- diculiza una de las más bárbaras y groseras preocupa- ciones que, durante siglos, han avergonzado á la especie humana en pueblos que alcanzaron algún grado de cul- tura, y voy á decirle algo acerca del origen de dicha obra.

Nació esta obra sobre la tumba de mi inolvidable ami- go Don Isidoro Araujo de Lira, eminente periodista es- pañol, que fundó y, hasta el día de su muerte, dirigió el umversalmente conocido Diario de la Marina, que si- gue publicándose en la Habana. Algunas imprudentes palabras que contra dicho señor había escrito en una correspondencia enviada á Madrid Don Valentín Val- vín, el mismo que en 1868 fué fusilado cerca del célebre puente de Alcolea. por el coronel isabelino Escalera, y una áspera réplica dada en el referido diario, bastaron para concertar un duelo, cuyo resultado fué recibir

(1) K»* r«;fiere al diario La ReptiMira.

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Lira un balazo que le causó la muerte en breves horas. La pérdida era demasiado sensible para que el pueblo permaneciera indiferente. Tratábase, no sólo de un dis- tinguido publicista, sino de un ardiente patriota, de un modelo de esposo y padre de familia y de uno de los hombres más simpáticos y generosos que ha producido la hidalga tierra española, y así fué que jamás, hasta en- tonces, se ha visto en la capital de Cuba un entierro tan expléndido y concurrido como el que tuvo aquel ilustre ciudadano. Llegamos al cementerio, porque como ami- go y como compañero de profesión, asistí ai fúnebre acto en que me cupo la honra de llevar una de las cin- tas del féretro, y una vez allí, en presencia de la deso- lada multitud, un teniente coronel llamado Casariego, que había sabido probar bien su valor en los campos de batalla y que á la sazón desempeñaba la Jefatura de Policía, túvola ocurrencia de dirigirme la palabra para rogarme con el acento de la más profunda indignación, que escribiese algo contra la infame y brutal costumbre del duelo, en lo cual, á su modo de ver, prestaría yo á la humanidad un inmenso servicio. Mi contestación fué la siguiente: «Hace tiempo que abundo en esa creencia, y si no me he anticipado al deseo de Vd., ha sido por con- siderar muy superior á mis dotes intelectuales un asun- to que bien merecía ser tratado por el autor de la obra más asombrosa que ha brotado del humano ingenio, pues por tal tengo la que dio al traste con la andante caballe- ría. Prometo, sin embargo, hacer algo, ya que á ello me impulsan el deseo de destruir odiosas preocupacio- nes y la bondadosa recomendación de un digno militar, que no ha economizado su sangre cuando ha sido preci- so lidiar como lo hacen los verdaderos bravos en defen- sa de causas nobles y justas». Déla escena que acabo de referir, nació la novela que he titulado Los Espada- chines, en la cual me he propuesto examinar hasta qué

BUENOS AIKES 487

punto es merecida la reputación de valientes que estos están disfrutando. Porque todo el mundo está confor- me en mirar el duelo como costumbre inmoral y bárba- ra; pero nadie vacila en tomar por héroes á los que di- cen, con apariencias de formalidad, que están dispues- tos á dar ó recibir la muerte en el campo llamado del honor, siempre que alguien quiera reñir con ellos, y siendo esa creencia la que hace sostener el duelo entre los hombres que no saben como rodearse de cierto pres- tigio, si no se acreditan de matones, á investigar lo que hay en ella de verdadero ó de falso, he dedicado mi atención principalmente. Mi conclusión, después de lo que una constante observación me ha enseñado, es co- mo Vd. verá, que se está confundiendo lastimosamente el valor con la destreza; y de ahí que, los que se tienen por hábiles en el manejo de las armas, no provoquen ja- más á los que saben más, sino á los que saben menos que ellos, aunque estos tengan en realidad más corazón que los otros. Tal es el objeto de mi obra: dar al César lo que es del César. Si no lo he conseguido, y otros más entendidos escritores desenvuelven con más fortuna que yo ese pensamiento, lo celebraré con la misma sinceri- dad con que tengo el honor de ofrecerme de Vd. atento y S. S. Q. R S. M.— Juan M. Villergas (1).

(1) Copia fiel del original en mi archivo.

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CAPÍTULO CXIEL Esgrima.

ErtGRIMJSTAS, CENTROS DE KSQRTMA.— MAR8TROS MODERNOS. CoH CURSO

Suu Americano dk ksqrima. El Sbhi Círculo.

Desda que los profesores Cesáreo, Lantaxque y Leota- ry, enseñaron la esgrima á mediados del siglo XIX has- ta nuestros días, este arte ha alcanzado entre nosotros un gran desarrollo.

El Club de Gimnasia y Esgrima, Círculo de Amas, Jockey Club, Club del Progreso, La Esencia Militar de Esgrima, 3eini Círculo, etc., además de las roaaeroeas salas particulares que hay «n Buenos Aires, atestiguan su importancia.

Lo mejor de la Escuela Italiana Contemporánea, re- presentada por los maestros Agesilao Oreoeo, Eugenio Pini, Ernesto Deoaarinis y Saitori, lo hemos tenido reu- nido en Buenos Aires.

En distintas épocas han estado de paso los maestros San Malato, padre é hijo; Carlos Pessina, de la Escuela Magistral de Boma; G-iordano Rossi, etc.

El Maestro Juan Bay fué el primero que enseñó la es- grima en el ejército.

Además de Bay hemos tenido maestros de la escuela italiana como Benzo y Scarani y de la francesa á Case- nave, Merlin y Turquet.

Entre los maestros modernos de renombre, además de Grecco, Pini, Demarinis y Sartori, se encuentran los

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señores Juan Bay, padre é hijo; Favi, Ponzoni, Ferret- to, Lancia, di Brollo, Moretti, Bedoni, Aparicio, Lucia- no de Merignac, de la escuela francesa; etc.

El Concurso Sud Americano de Esgrima, realizado en el Club de Gimnasia y Esgrima en Octubre de 1901, reunió á los aficionados y maestros de la Capital y algu- nos de Montevideo, distinguiéndose entre lo primeros, los señores Andrés Del Pino y Ejarique Daus, en el sa- ble, y Domingo R. Mendy y Armando Caraballo, en el florete.

Entre los maestros que tomaron parte en este concur- so, resultó vencedor en los gironi de sable y florete, el maestro Juan Bay (hijo).

El 5 de Abril de 1902, se fundó una nueva institución dedicada á la esgrima, con el nombre de Semi Círculo, la que cuenta en su seno con numerosos aficionados y maestros.

El señor Adolfo Frisisni es el presidente y los seño- res Rogelio de la Villa y Arsenio Thamier, secretario y director técnico de la sala respectivamente.

Si el buen sentido no predomina entre los aficionados á la esgrima, tendremos en el futuro convertido á Bue- nos Aires en un oentro de espadachines.

CAPITULO CXIV. Polígonas de Tiro.

El Tibo Fkdkral. Tiro Suizo. Tiro a Skgxo Italiano de Villa Dkvoto. Diversos Stand» dk la capital. Desarrollo de esta clakk dk 1nstitucioxks.

La idea de establecer un polígono de tiro en la Capi- tal surgió en 1891 en el Círculo de Armas, siendo sus iniciadores el doctor Aristóbulo del Valle y los señores Rodolfo Araujo Muñoz y Gabriel Cantilo.

El pensamiento de estos señores no se llevó á cabo hasta el 4 de Marzo de 1895, en que, reunido el Consejo de Gobierno en asamblea extraordinaria, eligió á los se- ñores Marcelo T. de Alvear, general Francisco Reynolds, Rodolfo Araujo Muñoz, Gabriel Cantilo y Carlos Mor- ra, los que llevaron á cabo los trabajos preparatorios.

El 16 de Julio de 1895 se eligió la primera Comisión Directiva compuesta de los señores: Presidente, General Francisco Reynolds; Vice, Gabriel Cantilo; Comisario General, Carlos Morra; Sub Comisario, Amancio Wi- lliams; Tesorero, Juan Carlos Amadeo; Pro Tesorero, Miguel R. Güiraldez; Secretarios, Remigio Molinas y Francisco J. Oliver; Vocales: teniente coronel Alfredo de Urquiza, Rufino Várela Ortíz, Marcelo T. de Alvear, Felipe Recalde, Jorge M. Lubary, Carlos María Cam- pos, Adolfo P. Orma y Jesús M. Espeche.

El polígono fué construido en el bajo del Hipódromo Argentino, según los planos del ingeniero Morra, inan-

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gurándose oficialmente el 22 de Marzo de 1896. Los blancos que posee son 38; 10 á 500 metros, 20 á 360 para el fusil de guerra y 8 á 60 metros para revólvers.

Esta institución recibe del Gobierno Nacional el más caluroso apoyo, concurriendo á su Stand los batallones de línea y de la guardia nacional á ejercitarse en el tiro al blanco.

El Tiro Suizo de Belgrano se fundó el 23 de Junio de 1872.

Posee 20 blancos, catorce á trescientos metros para fusil y seis á cincuenta para revólver.

El Tiro a Segno Italiano de Villa Devoto se fundó en el mes de Marzo de 1895.

Tiene treinta blancos: veinticuatro á trescientos y quinientos metros para fusil, y seis á cincuenta metros para revólver.

La Escuela Normal de Tiro en Palermo, el Tiro de Liniers, el Tiro de Flores y el de San Carlos, son los otros polígonos con que cuentan los ciudadanos de la capital para ejercitarse en el tiro de guerra.

Se calculan en cerca de doscientos los polígonos de tiro que existen en la República, figurando nuestro país después de Suiza, Italia y Francia con la estadística más alta de tiradores y asociaciones de tiro.

El ingeniero Carlos Morra, inspector de esta clase de asociaciones ha contribuido con su propaganda constan- te á su difusión por la República.

El Círculo de la Guardia Nacional, de reciente funda- ción, facilita gratuitamente pasajes y municiones á los ciudadanos que concurren al Tiro Federal á ejercitarse en el manejo del Maüser, siempre que sean guardias na- cionales.

CAPITULO CXV.

Exposiciones.

Exposición Continental de 1882. Exposición Vinícola Italiana i»k 1896. Exposición Nacional de 1896. Exposición Ruhal.

La Exposición Continental se inauguró el 15 de Mar- zo de 1882 en la Plaza del Once de Septiembre.

Fué iniciada por el Club Industrial bajo el patrocinio del Gobierno Nacional, concurriendo á ella todas las na- ciones del Continente Sud Americano dando este torneo pacífico, motivo á manifestaciones de confraternidad.

El éxito fué completo y el número de visitantes muy crecido.

El 23 de Julio del mismo año el general Roca, que la había inaugurado, la clausuró.

En 1896 se celebró en el local del Pabellón Argenti- no la Exposición Vinícola Italiana.

El 16 de Octubre de 1898 se inauguró en la Plaza «leí Retiro la Exposición Nacional. En ella se exhibieron in- finidad de artículos que hasta hace poco ae importaban del extrangero, demostrando esta exposición la fuerza y poder industrial del país.

El senador Pellegrini fué el principal sostenedor de este torneo, secundado por el señor Jorge Williams, se- cretario del Patronato de la Infancia, bajo cuyo patro- cinio se verificó.

En la Exposición Rural de Palermo se celebran anual- mente ferias de ganados, patrocinadas por la Sociedad Rural Argentina, compuesta de los principales estancie- ros de la Provincia de Buenos Aires.

CAPITULO CXVI. Cércele».

La Cákckl dsi. Cabildo. La Pbmitknciaria. Cákckmss Corbkccio-

NALR6.

La Cárcel del Cabildo, en el edificio de su nombre, fué durante mucho tiempo el único establecimiento de esta clase que hubo en Buenos Aires para reclusión y casti- go de los criminales.

Allí fueron alojados durante muchos años, tanto el criminal vulgar como el perseguido político.

Esta cárcel resultó pequeña, por lo que en 1870, sien- do Gobernador de la Provincia el doctor Emilio Castro, se dieron comienzo á los estudios paradla construcción de una cárcel pública, designándose á los ingenieros Ernesto Bunge, Pedro Benoit y Francisco Burgos para la confección de los planos.

La Penitenciaria de Buenos Aires, reputada como una de las primeras en su género, fué inaugurada el 28 de Mayo de 1877, siendo Gobernador el señor Carlos Ca- sares.

Ese mismo día fueron transladados de la Cárcel del Ca- bildo cerca de setecientos presos que se encontraban alojados en ella, siendo hoy estrecha para contener el número de éstos, que es mucho mayor que lo que su ca- pacidad le permite alojar.

Los presidios de la Isla de los Estados y Tierra del Fuego le han aliviado de gran nximero de presidarios.

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Construida por el sistema denominado de Pensilvania fué destinada para cárcel suburbana, conceptuándose el sistema celular inhumano para los hombres de nuestro país, acostumbrados á las inmensas llanuras de nuestros campos y de la Pampa.

Cuenta numerosos talleres industriales, en donde los criminales toman hábitos de trabajo, saliendo muchos de ellos transformados en honrados jornaleros, y como se les abona un pequeño jornal, los que son económicos, reúnen algunos ahorros al dejar el establecimiento.

Es el Presidio ó Cárcel más importante de la Repú- blica.

Su costo fué de dos millones de pesos oro pero con las modificaciones que se le introdujeron posteriormente, hicieron elevar esta suma,

La Cárcel Correccional de la calle San Juan, entre Defensa y Bolívar, es un edificio antiguo é inadecuado para el objeto que se le destina.

La Cárcel Correccional de Menores está situada en la calle Armonía y Pichincha,

Ambas no tienen ni el carácter y la importancia de la Penitenciaria.

CAPITULO CXVII.

Aguas Corrientes.

Medio» de que bk abastecía la ciudad antes del establecimiento dk las Aguas Corrientes. Proyectos de Rivadavia. El Ingeniero Pellegrini. El Ferrocarril del Oeste establece el primer ser* . vicio de Aguas Corrientes. Se sanciona en 1871 el estableci- miento OFICIAL DEL AGUA CORRIENTE. El ANTIGUO TANQUE DE LA RE- COLETA. — Las cloacas. Como se hace el servicio de aguas co- rrientes en el día. Las nuevas instalaciones. El servicio de cloacas. —Consumo de agua en el verano. La clarificación. Desagüe de las aguas pluviales. Rescisión del contrato de arrendamiento de las obras de salubridad. Proyectos de Medici y Devoto hermanos. Aguas corrientes de Belgrano y Flores. v

Antes del establecimiento de la Aguas Corrientes, la población se abastecía de agua de tres modos: de los pozos que daban agua salobre, de los algibes y los agua- teros que llevaban el agua del río.

Rivadavia fué el primero que comprendió la impor- tancia que el establecimiento de las aguas corrientes tendría en Buenos Aires.

Con estos propósitos hizo venir de Francia, en 1827, al ingeniero Carlos E. Pellegrini, el que en 1829 presen- tó sus proyectos al Gobierno.

La caída de Rivadavia y la guerra civil hicieron de- morar estos proyectos hasta 1853, en que el ingeniero Pellegrini, en unión de los señores Blumstein y Larro- che, propuso al Gobierno llevar por caños subterráneos el agua del río para proveer de ella á la ciudad, lo que el Gobierno no aceptó, construyendo entonces por su

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cuenta los proponentes, una pequeña obra en la baja- da de la calle Alsina y Paseo Colón con este fin, siendo la primera obra que con este objeto se hizo en Buenos Aires.

El primer servicio oficial para la provisión de aguas comentes lo estableció el Ferrocarril del Oeste, que lle- vó por un caño agua del río de la Recoleta al Parque, para el servicio de sus locomotoras, las que, con el agua salobre de los pozos, destruían sus calderas.

Este servicio se extendió en 1868 á los particulares, estableciéndose los caños más anchos, hasta 1871 en que, siendo Gobernador de la Provincia el doctor Emilio Cas- tro, las Cámaras Provinciales sancionaron una ley man- dando establecer las aguas corrientes, dejando desde en- tonces de administrarlas el Ferrocarril del Oeste, pasan- do á una comisión de cinco personas que se hicieron cargo de su administración, comisión que fué el origen de la actual Dirección de Obras de Salubridad.

Las epidemias del cólera y de la fiebre amarilla hi- cieron comprender la necesidad de las aguas corrientes.

El Departamento de Ingenieros de la Provincia díó comienzo en esa época á los estudios y principio á las obras de las aguas corrientes, cuyo tanque primitivo se conserva en el antiguo local de la Recoleta.

Ese tanque tenía una capacidad de 1.108 metros cú- bicos, siendo el que abastecía á la ciudad de aguas co- rrientes, el que, comparado con los que hoy hacen este servicio, resulta un microbio.

En 1874 el ingeniero Bateman comenzó la construc- ción de las cloacas, que los sucesos políticos de Sep- tiembre y la crisis económica suspendieron hasta que de 1882 á 1886 se continuaron, colocando estas obras á la ciudad en inmejorables condiciones higiénicas.

El servicio de aguas corrientes se hace hoy con dos órdenes de depósitos que tienen tres secciones con una capacidad de 147.000 metros cúbicos.

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Hay además nueve filtros cubiertos y doce descubier- tos, que contienen 30.000 metros cúbicos más ó menos, sin contar el depósito de reserva que se encuentra de- bajo de los filtros y que contienen 60.000 metros cú- bicos.

La falta de recursos no permite dar mayor impulso á los nuevos filtros de la Recoleta, los que por esta cau- sa se construyen paulatinamente.

Estos depósitos envían sus aguas al gran tanque de la calle de Córdoba, ya clarificadas, de donde se distri- buyen á la población.

Este gran depósito situado en la manzana compren- dida entre las calles Córdoba, Viamonte, Río Bamba y Ayacucho, tiene la forma de un cuadrado, alcanzando su altura á 81 pies, componiéndose de tres grandes tan- ques superpuestos que contienen 60.000.000 de litros de agua que vienen de las máquinas elevadoras situadas en la Recoleta, por una doble cañería que elevan el líquido á la torre distribuidora, la que en su base tiene un diá- metro de 111 metros y una altura de 26.

Los tres tanques son de hierro y descansan en sólidas bases, que soportan recios pilares.

El antiguo tanque de la Plaza Lorea fué sacado cuan- do se construyó este edificio.

La ciudad se divide en treinta distritos para el servi- cio de obras de salubridad, de los que 24 sobre 26, po- seen el servicio de cloacas.

El desarrollo de la población ha hecho que barrios importantes carezcan de aguas corrientes, procurándose al presente subsanar esto.

En Barracas se ha establecido hace poco el servicio de cloacas, lo mismo que de la calle Centro América por Cangallo hasta Almagro.

La única parte central de la ciudad que no posee esta clase de servicio es el Paseo de Julio á causa del desni-

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vel en que se encuentra, lo que hace necesario una ma- quinaria especial para elevar y llevar las materias cloa- cales, lo que se estudia desde 1895, y parece resuelto úl- timamente in virtiéndose en ello los beneficios de las Obras de Salubridad que se destinaban á rentas genera- les, ampliándose al mismo tiempo el servicio de cloacas y aguas corrientes á otros barrios de la ciudad.

Se calcula que, de los 400.000 habitantes que hacen uso del agua del río, necesitan 120.000.000 de litros dia- rios 6 sean 300 litros por habitante, en el verano.

En esta estación es cuando el consumo del agua au- menta, notándose á veces la falta de ésta, á pesar de que hay que descontar la ausencia de media población que veranea en los alrrededores, deficiencia que se trata de subsanar.

Con frecuencia las casas modernas de cuatro y cinco pisos carecen de agua corriente á ciertas horas del día por falta de presión.

La clarificación del agua es un problema que preocu- pa á la Dirección de Obras de Salubridad.

Lo viejo de los filtros y la cantidad de arenas que contienen las aguas, hacen que los nuevos, á pesar de ser muy buenos, no alcancen a filtrar del todo las aguas.

En 1901 se ensayó con bastante éxito la clarificación por medio del alumbre, teniendo este procedimiento va- rias opiniones en su contra.

Cuando se construyeron las Obras de Salubridad, los gastos y extensión de éstas parecían enormes levantan- do protestas entre muchos propietarios, pero han resul- tado pequeñas, siendo necesario iniciar otros trabajos, entre ellos, el de los desagües de las aguas pluviales que por medio de una cloaca especial, se llevarán á la Dár- sena Norte.

El Gobierno Nacional cometió el error de arrendar estas obras á una empresa particular y la rescisión de

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este contrato le costó 31.875.000 de pesos oro, en títu- los de la deuda externa, que requieren anualmente un servicio de 1.922.061 de los mismos.

Después del coup de chaleur se pensó seriamente en el riego de las calles, como un medio de combatir el me- dio ambiente, refrescando la atmósfera.

Con este fin el ingeniero Juan B. Medici se presentó á la Municipalidad proponiendo la construcción de po- zos semisnrgentes en las boca calles, con una profundi- dad de 45 á 50 metros, dotándoseles en el fondo de una instalación eléctrica para dar presión al agua, recibien- do por este medio, servicios de aguas corrientes unas quinientas cuadras más ó menos.

Más tarde los señores Devoto Hnos., presentaron al Ministerio de Obras Públicas un proyecto de «Galerías Filtrantes», bajo el lecho del río, para proporcionar aguas corrientes á la ciudad, mediante un tanto por me- tro cúbico de agua filtrada durante cierto número de años.

Fué contrario á esta propuesta el ingeniero Villanue- va, Presidente entonces de las Obras de Salubridad, ale- gando que el agua conseguida en esta forma no sería superior á la filtrada y purificada con el alumbre ó sul- fato de aluminio.

Belgrano posee un servicio especial local de aguas corrientes de pozo semisurgente, que ha reemplazado al que antes tenía de agua del río.

Flores se provee de la misma manera que Belgrano de aguas corrientes, concluyéndose en estos momentos sus instalaciones.

CAPÍTULO CXVI1I.

SI robo á la Casa de Moneda en 1851*

Circunstancias en que se verificó el hecho. Comunicación ukl Jk> k Interino dk Policía Juan Moreno á Roza» kn el quk si: rkfifrí. u. hecho.

El robo de dos millones de pesos á la Casa de Mone- da, cometido por el individuo Andrés Villegas en las postrimerías del Gobierno de Bozas, mediante una or- den falsificada de éste á Don Bernabé de Escalada, Pre- sidente de esa institución, ha sido uno de los robos que más resonancia han tenido, por las circunstancias en que se cometió y lo crecido de la suma robada.

Buenos Aires estaba en vísperas de la Batalla de Ca- seros y el ejército aliado de Urquiza se aprestaba á inva- dir á la Provincia de Buenos Aires, cuanda este hecho se produjo.

Transcribimos la comunicación oficial del Jefe de Po- licía Don Juan Moreno á Bozas, en la que el lector en- contrará minuciosamente descripto el hecho. La toma- mos de un legajo de nuestro archivo, testimoniado con la firma de Don Máximo Terrero.

«Exmo. Señor:

Como á las doce de la noche anterior, me fué presen- tado por el capitán escribiente de la Secretaría de V. E. Don Pedro B. Bodríguez, una carpeta oficial concebida en los términos siguientes: «Bodríguez» - El señor Pre-

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si dente de la Casa de Moneda ha mandado con el em- pleado de ella Leonardo González la adjunta carta para V. E., que era urgente su contenido al Supremo conoci- miento de V. E.»

«Es por esta razón que me permito poner «Urgente» al pasaporte y al pié de ella la Suprema resolución de V. E.

«Diciembre 28 de 1851. Diga Vd.ahora mismo al Pre- sidente de la Casa de Moneda, que yo no le he mandado orden ninguna con Don José Murillo, á quien tampoco conozco, que solamente he ordenado la entrega mañana de la mensualidad correspondiente á Agosto de 1848 en un oficio del Ministerio de Hacienda al Presidente de la Casa de Moneda, á cuyo oficio le puse la fecha de maña- na para que mañana se hiciera la entrega. Así lo hice porque el oficio venía ya en limpio y decía que hoy se hiciera la entrega, creyéndose que yo lo vería á hora oportuna. Mas como así no fué, para evitar perder tiem- po en copiarlo, le puse, repito, la fecha de mañana. Ayer en un decreto ordené al contador Aldama recibie- se el dinero que el general Don Prudencio Bozas había entregado á la Casa de Moneda, cuyo espediente origi- nal, con mi decreto á continuación, debía presentarse al Presidente por dicho Contador. Es, pues, la tal orden á que se refiere la adjunta, alguna maldad; pero es muy extraño que Presidente haya cumplido sin reparo al- guno con una orden que tan sospechosa cuando menos debió creer. Y por si es en efecto alguna maldad, de paso haga Vd. que el Jefe Interino de Policía vaya con Vd. á casa del Presidente. Pero si no está en la policía, dis- ponga Vd. que en el acto vayan dos hombres á decirle que sin demora vaya á la casa del Presidente de la Casa de Moneda Don Bernabé Escalada donde Vd. lo espe- rará con urgencia. Luego que vea Vd. á dicho Jefe de Policía impóngale de todo lo que hay, á efecto de que si

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resulta que nada se han robado, el Jefe de Policía se re- tirará; pero si resultare que ha habido robo ó alguna otra maldad, entonces proceda el Jefe con toda la pron- ta actividad y celo que corresponde para la captura de los reos.»

«En vista y cumplimiento de esta importante supre- ma resolución de V. E., cuya calma para redactarla en medio de tan complicadas atenciones revelaba que V. E. á pesar de aquellos inconvenientes, descubrió con su sa- bia penetración la perpetración de un crimen, meditado y llevado á cabo con excesiva audacia; pasó inmediata- mente con el capitán Don Pedro R. Rodríguez á la Casa de Moneda, donde avistándonos con el Presidente de ella Don Bernabé Escalada, nos dijo lo siguiente: Que como alas ocho y tres cuartos, habiendo llegado á la Casa de Moneda, se encontró con un hombre alto, de levita, que le dijo venía de Palermo y traía para él una carta de V. E., y se la presentó. La carta es la misma que se ad- junta bajo el número uno. El señor Escalada, aunque extrañó que V. E. se le dirijiese de un modo no usado hasta ahora y fuera de los trámites y formas oficiales que V. E. tiene establecido, tuvo la idea de creer que al- gún caso sumamente urgente lo ocasionaría, y tanto más lo creyó así cuanto que el conductor de la dicha* carta sin duda sospechando que vacilaba, le dijo que acababa de llegar de Ramallo con comunicaciones importantes del señor general Mansilla y que en el momento iba á ser despachado por V. E., á cuyo efecto estaban ya los caballos listos, agregando algunos pormenores sobre aquel ejército. Esto, en circunstancias comunes, dice, nada hubiera influido en su ánimo pero, en las presen- tes le pareció que el retardo en obedecer lo que de bue- na fé creía que se le ordenaba, lo consideraba una falta de gravedad; así es que en el acto mandó llamar al Con- tador, Don Manuel Terry; al Tesorero, Don Leonardo

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González y Llavero, Manuel Ambrosio Gutiérrez y di- rigiéndose al supuesto Muríllo le dijo: «ya Vd. verá las formalidades que son necesarias para sacar dinero déla Casa de Moneda, y sin embargo los salvajes unitarios di- cen que el general Bozas saca el que quiere.» El señor Bacalada agrega que una circunstancia vino á favorecer la sorpresa, y era saber que estaba dada la orden de en- tregar por hoy la mensualidad correspondiente al mes de Agosto de 1848 y de la cual creyó se hacía el reem- bolso de los dos millones de pesos que se le mandaban entregar. Que llegado el Contador, el Tesorero y el Llavero, entre los cuatro arreglaron dos paquetes de un mil billetes de mil pesos cada uno y se los acomodaron en una bolsa de lienzo. El titulado Murillo les observó que estando lloviendo, el dinero podía mojársele en su ida á Palermo, en vista de lo cual se lo acondicionaron en unos cartones; lo pusieron dentro de la bolsa y ha- biéndole dicho que olvidaba el recibo, lo escribió al pié de la carta y se retiró. Debo prevenir á V. E. que antes de la entrega del dinero hubo algunas dudas entre las tres personas nombradas sobre la carta, por el modo en que estaba concebida, pues decían que Y. E. jamás se había dirigido así ni se sobreponía nunca á tramitacio- nes y formalidades que una vez establecía, á lo que res- pondía el señor Escalada que siendo la letra de puño y pluma de Y. E. debía respetarse la orden considerando las circunstancias excepcionales; por manera, que el res- peto á Y. B., la subordinación y el justo obedecimiento á sus supremas órdenes, como asimismo el buen deseo que á todos nos anima de servir á V. E. con celo y acti- vidad, fué lo que esta vez hizo que un malvado se bur- lase de cuatro hombres respetables y honrados.. En su consecuencia, la suma de dos millones fué entregada, previo el recibo que se ha mencionado y el supuesto Mu- rillo se retiró, volviendo de nuevo el Llavero, el Tesorero

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y el Contador á reiterar sus observaciones, de las cuales apercibido el señor Escalada, entró en alarma y dice se decidió á escribir á V. E. una carta del tenor siguiente: «Exmo. Señor»: «He cumplido con la orden deV. E. que me ha entregado Don José Murillo B. de Escala- da.— Diciembre 28. —y agrega, que á esta determinación lo indujo la intranquilidad en que desde aquel momen- to había caído su espíritu, tanto mayor, cuanto que los porteros y demás de la casa le manifestaron que ellos tenían desconfianza de aquel sujeto, por lo cual no se habían separado de su lado; así es, pues, que al ver el señor Escalada su amargo desengaño, cayó en una afli- gente desesperación, lo mismo que los tres señores qne intervinieron en la entrega.

«Como al señor Escalada, pedí las señas del titulado Murillo, y me dijese ser alto, delgado, de buena edad al parecer, que usaba anteojos, vestía levita, sombrero de pelo negro con divisa y cintillo federal y además se ra- tificase que por su acento era hijo del país, aunque no podía decir si lo conocía ó no, por cuanto los anteojos lo desfiguraban, entré á examinar los porteros y demás de- pendientes de la casa que le habían visto, pero ninguno me daba más pormenores, aunque á todos ellos les ha- bía inspirado desconfianza por las precauciones que le habían visto tomar, de ponerse en lo oscuro y ocultar la cara, así es que todos ellos no se separaban de la inme- diación del señor Escalada, porque sospechaban que aquel desconocido era algún mal intencionado, llegando á tal extremo la desconfianza, que uno llamado José Gómez, se armó de una bayoneta, y como al descuido se le puso de centinela observándole todos sus movi- mientos, según después lo han manifestado.»

«Tomados los precedentes conocimientos con la bre- vedad que el caso exigía, pasó en el instante mismo á la casa de Don Manuel Terry y á la de Don Leonardo

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González, á quienes dándome poco más ó menos las mis- mas señas que el señor Escalada, les dije: qne no cono- ciendo ellos ni por presunción la persona que se titulaba Murillo, sospechaba que este individuo no era residente en esta ciudad, sino que había venido de afuera, muy principalmente de Montevideo, donde había fraguado el plan y venido solo á dar el golpe, pues que en Bue- nos Aires no conocía un solo individuo nacional capaz de ejecutar tal proyecto. Estos señores encontraron fun- dada mi sospecha y aun me parece que al señor Escala- da le dije también lo mismo, así es que desde ese mo- mento me ocupé de asegurar todas las salidas de la ciu- dad por mar y tierra para lo cual fui auxiliado con toda actividad por el Capitán interino del Puerto, á quien inmediatamente comuniqué serme de urgencia su auxi- lio según la nota número dos. Todo el resto de la noche estuvo la ciudad perfectamente vigilada, entrando yo á contraerme á la adopción de medidas interiores.

«El señor Escalada me proporcionó la numeración de los billetes robados que empezaba en el número 47001 y concluía en el 49.000, y aunque fué de opinión que se im- primiesen avisos sobre el robo y se publicasen los nú- meros de los billetes robados, yo por el contrario le aconsejé y le pedí la mayor reserva, la misma que inti- mé á los empleados de la Casa de Moneda, porteros, etc., y posteriormente la encargué al Tesorero y Contador de la misma Don Leonardo González y Don Manuel Terry, con el objeto de dar lugar á que el autor del ro- bo se creyese impune, y entrase en alguna operación sobre metálico, que entonces me presentase un rastro más seguro para encontrarlo; así es que mis órdenes eran para prender á un hombre de tales y cuales señas, pero sin revelar á nadie ni aún á los empleados del De- partamento el delito que se había cometido, ni donde. Llegadas las 7 de la mañana se empezaron á tomar nue-

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vas medidas, y ellas me dieron el mismo resaltado que me había prometido, pues el titulado José Murillo, había comprado como á las 6, 315 onzas de oro á Don Carlos Lanata, siendo aprehendido el falso José Murillo. bajo el nombre también falso de Antonio Vidal, en la Fo- sada del Globo, en la «calle de Mayo», donde se había hospedado el día anterior, en un cuarto independiente, habiendo sido su arribo en ese mismo día en el vapor Prince con procedencia de Montevideo Inmediatamen- te de dejar asegurado en esta casa central al titulado Vidal, pasé, asociado del llavero de la Casa de Moneda Don Miguel Ambrosio Gutiérrez, del Tesorero y Conta- dor Don Leonardo González y Don Manuel Terry, é hi- ce un prolijo registro del cuarto que ocupaba el ladrón y en él se encontraron las 315 onzas de oro y un millón uuevecientos mil pesos, ya acomodado todo en una ba- lija, á los que, agregado los cien mil pesos que importa- ba el oro y que se recogieron de Lanata, devolviéndose- le sus onzas, según el documento número tres, se remi- tieron en el acto á la Casa de Moneda los dos millones de pesos justos y sin faltar un real, como lo acredita el recibo que tengo el honor de adjuntar bajo el número cuatro.

«En el mismo cuarto fueron encontrados dos salvo conductos, uno con fecha y otro sin ella y con supuesta letra y firma de V. E. & favor de José Antonio Vera, ocupado en comisión del servicio público y qvte van se- ñalados con los números cinco y seis: una carta para el subdelegado de las Conchas á favor de Antonio Vera. Esta va con el número siete y para que se le facilitase inmediatamente una embarcación.

« También se encontró envuelto en algodón y dentro de un papel, un sello hecho de yeso que se acompaña con las iniciales J. M. B., con el cual sellaba has cartas referidas según cotejo que se hizo. Tan luego como ob-

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tuve la aprehensión del titulado Antonio "Vidal, y des- pués de registrada su persona prolijamente, le hice re- machar dos barras de grillos y prooedí á tomarle decla- ración sobre el delito perpetrado, los cómplices que pu^- diera tener, el origen de donde pudo imitar la letra y for- ma de V. E., el país de su nacimiento y su verdadero nom- bre y apellido, y contestó á todo del modo siguiente»:

cQue, efectivamente era él quien había ido á la Casa de Moneda y con una carta falsa para Don Bernabé Es- calada, había sustraído los dos millones de pesos moneda corriente: Que el proyecto era enteramente suyo: Que lo había formado á consecuencia de encontrarse en Mon- tevideo sumamente pobre, con cinco hijos y reducido á un sueldo de veinte pesos mensuales, los cuales ganaba como escribiente del titulado Consulado que había esta- blecido en Montevideo el loco, traidor, salvaje tmitario Urquiza, y que en el archivo del mismo, habiendo en- contrado dos cartas de puño y letra de V. E., datadas en años anteriores (cree que el 46), las tomó para mo- delo y se ejercitó en imitarla, y aunque formó varios proyectos para sacar partido de la imitación, se decidió por el que motiva su prisión, pues aunque le presenta- ba muchos riesgos, lo halagaba la esperanza de un re- sultado feliz: Que en su consecuencia no ha tenido ni tiene ningún cómplice directo ni indirecto; pues ¿nadie reveló su proyecto: Que él salió de Montevideo con pre- texto de ir al Entre Ríos á cobrar un dinero, y que Dió- genes, hijo del loco traidor, salvaje unitario Urquiza, le dio una carta de recomendación para la policía de aque- lla ciudad, á fin de que se le diese el pasaporte gratis, el cual se señala con el número ocho: Que él es natural del Estado Oriental, departamento del Durazno, de treinta y ocho años de edad y casado».

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«Concluidas las diferentes declaraciones que sóbrela precedente se le tomaron en presencia del comisario Don Francisco Cámara y en las que se ratificó, di por terminado el presente asunto, pero tuve que entrar de nuevo en razón de haber sabido que el Murillo, Vera y Vidal no era ni lo udo ni lo otro, sino Andrés Villegas, como antes he dicho, pues que había sido reconocido en el vapor por una señora que venía de pasaje y este co- nocimiento trasmitido á su familia, pero, por el primer momento sin fruto, en razón de obstinarse en decir que era Antonio Vidal, llegando su negativa hasta el extre- mo de hacérsela personalmente ásus dos hermanos que, bañados en lágrimas, se interesaron en verlo y á quie- nes contestó que estaban equivocados, que él se llama- maba Antonio Vidal y que no tenía hermano ninguno. Estos jóvenes hacía ocho años que no lo veían. Como una hora después me confesó que aquellos dos indivi- duos que habían estado á verlo eran efectivamente her- manos suyos. Luego que fué efectuada la prisión de An- drés Villegas y se pudo hacer público el delito que la motivaba, no puedo expresar suficientemente á V. E., el inmenso interés general que causó su pronto descu- brimiento y aprehensión, muy principalmente en el co- mercio, pues el considerable número de personas respe- tables de que se llenó esta casa central al paso que exe- craba al malvado ardientemente, se felicitaba con entu- siasmo inesplicable de que no faltase á la suma robada un solo peso.

«Los empleados de este Departamento, Excmo. Señor, han cumplido con su deber, muy principalmente los co- misarios Don Ramón C. Torres y Don Francisco A. Ma- ciel.

«En vista de todo lo expuesto en el presente parte, el reo Andrés Villegas ha sido trasladado á la cárcel del Cabildo en rigurosa incomunicación con las dos barras

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de grillos ya expresadas y á disposición de V. E. Me permito también hacer presente á Y. E., que este mis- mo reo fué prisionero en la acción del Quebracho, ga- nada sobre los salvajes asquerosos unitarios: conducido á esta ciudad é indultado por la suma clemencia de Y. E. con la calidad de que no podría salir á más de dos leguas de ella; pero á poco tiempo burló aquella ge- nerosa indulgencia y se fugó á Montevideo.

Dios guarde á Y. E. muchos años. Excmo. Señor: Juan Moreno».

El 30 de Diciembre de 1851, es decir dos días después de cometido el robo, Andrés Villegas era fusilado en el tercer patio de la Cárcel del Cabildo.

CAPÍTULO CXlX.

Policía.

Locales de la Policía. Puntos peligroso* antaño y OGaSO.— FOR- MALIDADES CON LOS EXTRAÑO ER08. ATENTADOS CRIMINALES.— Cb I MIVA-

logía. ElcrImen de OlavarrIa.— El del hombre dkscdaktizado.— Asesinato del señor Pastor Castiixo.

Durante casi todo el siglo XIX la Policía estuvo si- tuada frente á la Plaza de Mayo en el sitio que se le- vanta el edificio de la Intendencia Municipal.

El nuevo edificio de la calle Moreno y Cevallos faé inaugurado el 11 de Marzo de 1889, siendo Jefe de Po- licía el Coronel Alberto Capdevila.

Los puntos que en otros tiempos fueron refugio de bandidos eran:

El Hueco de los Sauces ó de los Olivos, el de Doña Ingracia, el callejón de Ibañez, Monte Castro, Monte Campana, el Hueco de las Cabecitas, los Cercos de Casa de Ejercicios, etc.

En el día los sitios en que más abundan los ladrones y gente de mal vivir, son: el Paseo de Julio, el bajo de Palermo, conocido en los anales policiales por la «Tierra del Fuego», el pueblo de las Ranas, la calle Arena, tan temida de los lecheros, ciertos barrios de la Boca, y el tenebroso de la calle Junín.

Hace tiempo que se suprimió la costumbre de que todo extrangero tenía que presentar á su llegada el pa- saporte en la Comandancia de Marina, después en el

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Departamento de Policía y al Cónsul de su nación si lo había.

Hoy la entrada y la salida al país es libre, pudién- dose recorrer todo el territorio de la República sin nin- guno de estos requisitos.

Entre los atentados criminales más notables que re- gistran los anales policiales de esta ciudad se encuen- tran:

El que los hermanos Guerri llevaron á cabo el año 1871, contra Sarmiento, en la esquina de las calles Mai- y Corrientes, al regresar de lo de Vólez Sarsfield, cuando ocupaba la presidencia de la República.

El asesinato del General Ricardo López Jordán el año 1889, en la calle de Esmeralda, entre Lavalle y Tu- cumán, perpetrado por un tal Casas.

Los atentados contra el General Roca cuando ocu- paba la presidencia de la República por primera vez, el primero cometido por Ignacio Monjes que acometió al General Roca con un adoquín al entrar al Congreso á dar lectura de uno de sus mensajes, hiriéndole en la cabeza.

El otro atentado fué cometido por Sambrice, fraca- sando felizmente la tentativa.

Entre los incendios memorables se encuentra el del Colegio y Templo del Salvador ocurrido el 28 de Fe- brero de 1875.

Los anales policiales de la Ciudad de Buenos Aires son desgraciadamente fecundos en hechos de sangre pa- ra que puedan compendiarse en una obra de este gé- nero.

Ellos de por si bastarían para escribir sendos volú- menes.

Por eso tomamos algunos hechos que, cuando se pro- dujeron, llamaron más la atención.

El aumento diario de la criminalidad, cuyo desarrollo

512 BUENOS AIRES

preocupa seriamente á todo el mundo, cuenta á su fa- vor con la falta de una justicia breve y rápida, que re- prima severamente estos actos.

Tres son los crímenes contemporáneos que más han preocupado la atención del pueblo de Buenos Aires: El crimen de Olavarría, cometido por el cura Castro Rodríguez el 5 de Junio de 1888; el de Farbós, descuar- tizado por Raúl Tremblié, el 21 de Abril de 1894, y el asesinato misterioso de Pastor Castillo, el 6 de Mayo de 1901.

El crimen de Olavarría, aunque no se cometió en la Capital Federal, conmovió á toda la República. Por eso le incluímos entre los hechos policiales de la ciudad.

Castro Rodríguez era cura del pueblito de Olavarría, situado en el sud de la Provincia de Buenos Aires; tipo de facciones lombrosianas no tuvo escrúpulo alguno en cometer uno de los crímenes más bárbaros que re- gistran las crónicas de la criminalidad.

La noche del B de Junio de 1888 en la iglesia del pueblo donde ejercía su ministerio, ultimó á martillazos á María Padín y á su hija que habían ido en busca de recursos.

Cometido el crimen, Castro Rodríguez permaneció en su puesto desempeñando sus funciones con una sangre fría y tranquilidad pasmosa.

Pocos días pudo representar su papel, pues se descu- brió su obra, la que no negó, pasando de la iglesia á la cárcel de Sierra Chica, donde concluyó sus días.

Sacrilego, parricida, y uxoricida la justicia no encon- tró en él causa bastante para un castigo más ejemplar que la pena de presidio.

La noche del 5 de Junio de 1888 se sintió en Buenos Aires un temblor de tierra. La gente decía que era tan tremendo este crimen, que hasta la tierra había tem- blado!

BUENOS AIRES B13

El crimen del «hombre descuartizado» cometido por Raúl Tremblié en la persona de Farbós, la noche del 21 de Abril de 1894 en la casa de la calle Cangallo 1583, está aún fresco en la memoria de todos los que habita- mos esta ciudad.

El cuerpo descuartizado de la víctima fué encontrado en la calle de Montevideo entre las de Cuyo y Cangallo envuelto dentro de una bolsa de arpillera junto con un almohadón de plumas faltándole la cabeza.

Este hallazgo, en pleno Buenos Aire9, causó inmensa sensación, la que fué en aumento hasta que se descubrió la cabeza de la víctima, la que fué encontrada en una de las lagunas de los terrenos del Puerto Madero, de una manera casual por unos muchachos que por allí jugaban.

Descubierta la cabeza se entró á la identificación de la víctima, lo que verificado, se notó la ausencia de Raúl Tremblié, el que con nombre supuesto había partido para Francia.

Las autoridades argentinas remitieron por telégrafo á Francia las señas del criminal, el que fué arrestado á su llegada por la policía francesa, la que le secuestró sus baúles de doble fondo en los que llevaba un contra- bando de cobres argentinos.

El Gobierno Francés negó la extradición de Trem- blié por ser subdito de su nación, juzgándosele y conde- nándosele allí á la pena de presidio por tiempo indeter- minado, con las pruebas que la autoridad argentina remitió, que fueron tales, que á pesar de la tenaz nega- tiva del criminal, no pudo salvarse.

Una de ellas era la mitad de un diario ensangrentado encontrado en la casa de la calle Cangallo, cuya otra mitad se encontraba en uno de los baúles de Tremblié!

El asesinato del señor Pastor Castillo ocurrido el de Mayo de 1901 en su domicilio de la calle Suipacha

33

514 BUENOS AIRES

ha quedado hasta hoy en el mayor misterio á pesar délas empeñosas pesquisas, no solo de la policía, sino también de la prensa diaria que en nuestros días presta señala- dos servicios á la justicia.

El señor Castillo fué encontrado asesinado sin que sus asesinos dejasen rastro alguno.

Las vinculaciones sociales del extinto . y su fortuna llamaron la atención pública, la que durante mucho tiempo estuvo interesada en el descubrimiento de este misterioso hecho.

Pocos días después de cometido el asesinato se pre- sentó á la justicia su albacea el señor Rosa depositario del testamento del señor Castillo, en el que este dispo- nía se entregase una parte de sus bienes al Patronato de la Infancia, otra al Asilo de Mendigos y al Hospital de Niños dejándole á su esposa lo que legítimamente le correspondía.

CAPITULO CXX.

Policía.

kl, comercio de mala y los comerciantes honrados. lia justicia db Instrucción t lah Agencias de Inform aciones. La Agencia dk Pedro Sasso. Prisión dk este. El Vade Mecum. Lo qük era. Cómo se informaba Sasso. Fallo en primera instancia.

El desarrollo mercantil de Buenos Aires ha sido cau- sa de que en varias épocas haya habido exceso de casas comerciales á las que el mal estado de los negocios han llevado á declararse en quiebra, haciéndolo unas de buena y otras no.

El comercio honrado no podía fiarse de las aparien- cias, pues los repetidos golpes hacía que se pusieran en guardia.

Se establecieron Oficinas de Informes Comerciales con publicaciones, no sólo públicas, sino también secre- tas, en las que se leían los informes sobre el estado financiero del comercio y particulares.

La Justicia de Instrucción, dirigida por el Juez Doc- tor Luis T\ Navarro, dio en 1900 una batida á estas agencias, en la que cayó la de Pedro Sasso, que publi- caba el Vade Mecum Reservado, con informaciones reservadas, que se repartía semestralmente á sus abo- nados

Pedro Sasso, director de este Vade Mecum y de El Tribunal de Comercio, fué encarcelado y procesado por chantaje.

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616 BUENOS AIRES

Entre las advertencias del Vade Mecum se encontra- ban las siguientes:

« Siendo esta obra destinada al Alto Comercio In- ternacional, hemos creído útil comprender en ella tam- bién las firmas declaradas en quiebra que tenemos anotadas en nuestro archivo, distinguiéndolas con este signo -f-».

« En el próximo mes de Junio distribuiremos la Edi- ción N° 2, y comprenderá todas las firmas anotadas posteriormente á la copilación de la presente. A la vez salvaremos alguna involuntaria omisión».

«En lo sucesivo editaremos una edición semestral- mente » .

« Debido á que los escribanos de la Capital Federal protestan también firmas de comerciantes establecidos en el Interior, con el fin de no demorar la entrega de esta obra, no hemos podido proceder á la correspon- diente clasificación de las firmas protestadas última- mente, dejando de anotar el domicilio».

« Objeto principal de este Vade Mecum, ha sido sumi- nistrar á todos nuestros abonados un índice sencillo para que puedan revisar el estado actual de sus clientes y estar apercibidos toda vez que se les ocurra entrar en relación por primera vez con nuevas firmas».

« Es de carácter estrictamente reservado, y contiene 8.384 de las firmas que en nuestro archivo figuran con la clasificación de reservadas, las quiebras y firmas eje- cutadas hasta el Io de Mayo de 1899, y más de dos mil firmas protestadas en los primeros meses del corriente año (1900)».

«Toda vez que el tenedor de este Vade Mecum debe entrar en relaciones comerciales por primera vez, ó acordar nuevos créditos á las firmas que figuran en este índice, se servirá pedir ampliación de datos á la oficina» usando las planillas que < orren agregadas al final».

BUENOS AIRES 517

f El tenedor de este Vade Mecum, se compromete á no mostrarlo á nadie bajo ningún concepto.

Director de la Oficina de Informes de El Tribunal de Comercio».

Todo esto y algo más fué secuestrado de esta agen- cia, que tenía establecido su local en la calle Piedad 788. Este Vade Mecum tuvo gran aceptación en el comercio, haciéndose abonar el director las rectificaciones que pu blicaba en su diario.

Los informes los obtenía Sasso de diversa manera, y los de los Tribunales mediante el soborno de algunos empleados que también fueron procesados.

Esta causa fué fallada por el Juez Doctor French, absolviendo á Sasso de la acusación por calumnia que conjuntamente con el proceso principal le instauró el señor José Blaya Montejano, condenándolo, de acuerdo con el artículo 168 del Código Penal, á la pena de seis meses y medio de arresto, y á los cómplices á dos meses de igual pena por el delito de revelación de secretos, previsto por el artículo 262 del mismo Código.

Esta sentencia fué apelada en Agosto de 1901 por el Agente Fiscal Doctor Quesada, que pedía 4 años y me- dio de presidio para Sasso y prisión para los demás en- causados.

CAPITULO CXXI. Adelantos de Buenos Aires.

VjI. VlRIlEY VbBTIZ.— INICIATIVAS DE KlVADAVIA Y TORCUATO DE ALTEA».

Proyectos de José M. Lagos, Daniel dk Solier y Carlos Carras- za. La Avenida de Mayo.— Bueno* Aires hasta 1880.

En capítulos anteriores hemos visto las iniciativas de progreso del Virrey Vertiz, que fué el primero que se preocupó seriamente del adelanto de esta ciudad, sien- do algunas de sus iniciativas muy avanzadas para su época.

Rivadavia fué el primer mandatario argentino que se interesó, no solo del adelanto de la capital, sino de todo el país; encontrándose en todas las ramas de la ad- ministración huellas de su progresista paso.

Las reformas de la Catedral, la construcción del Puer- to de la República, las primeras tentativas para trans- formar la planta urbana de la ciudad, le pertenecen.

Ha habido otros mandatarios que también contribu- yeron en diversas épocas al desarrollo de Buenos Aires, sobresaliendo entre todos ellos el Intendente Municipal Torcuato de Alvear.

No ha faltado tampoco la iniciativa particular, mere- ciendo citarse las que en 1869 proyectó el señor José Marcelino Lagos, sobre el plano de Sourdeaux, creando avenidas diagonales, de circunvalación y espaciosas plazas.

Estos proyectos venían á transformar radicalmente

BUENOS AIRBS 519

la planta de la ciudad, considerándose entonces un pen- samiento avanzado.

En 1872, siendo Gobernador de la Provincia Don Ma- riano Acosta, los señores Daniel de Solier, actual vice- almirante, y Carlos Carranza, proyectaron expropiar to- das las manzanas comprendidas entre las calles Rivada- via y Victoria hasta el Once Septiembre, obligándose á entregar una vía de cincuenta metros de ancho y á cons- truir edificios de una misma altura en toda su extensión. Este proyecto fué combatido por el Gobierno y la opo- sición de las Cámaras, aduciendo entre los argumentos, que el proyecto obliga á demoler las casas donde habían nacido algunos mandatarios de esa época.

Más tarde, cuando se iniciaron los trabajos de la Ave- nida de Mayo, los rutinarios de otras épocas fueron ven- cidos.

Esta gran arteria urbana fué empezada el 5 de Mayo de 1889, terminándose la primera cuadra el 23 del mis- mo mes inaugurándose el 9 de Julio de 1894.

El 3 de Septiembre de 1894 se concluyó su apertura y el 6 de Mayo de 1896 el adoquinado de toda ella.

Hasta 1880 Palermo se consideraba un paseo casi inú- til por su distancia del centro.

Los picnics se hacían al bajo de la Recoleta; las ca- lles de Callao y Avenida Alvear tenían el aspecto de las de un pueblo de campo; las plazas del Once y Constitu- ción eran todavía mercado de carretas; las calles tenían sus terceros, los empedrados eran pésimos, las veredas intransitables, etc.

En estas condiciones encontró á Buenos Aires el In- tendente Alvear á cuyo espíritu emprendedor se deben muchos de los progresos de que hoy gozamos, entre ellos la Avenida de Mayo, la transformación y viabili- dad de las calles, los adelantos del barrio norte, la deli- ncación y embellecimiento de la Recoleta, etc.

520 BUENOS AIRES

Desde entonces Buenos Aires ha perdido por comple- to el aspecto de ciudad colonial que tenía hasta media- dos del siglo XIX, contando hoy con todos los adelan- tos modernos, pudiendo resistir cualquier comparación con ciudades de su clase, de la vieja Europa á muchas de las que sobrepasa en población, civilización y ade- lantos.

CAPITULO CXXH.

Capital de la República.

JjA ley dkl 6 de Marzo de 1826. Límites que fijaba. La ley de 1868 y su ampliación en 1867. Inconvenientes que ofrecían entke

Si LAS AUTORIDADES NACIONALES Y PKOVINCIALE8 EN UNA MISMA CIUDAD.

Los sucesos de 1880. La ley del 20 de Septiembre de 18R0. Su promulgación el 6 de diciembre del mismo año. buenob alres, Capital definitiva de la Nación. Ampliación del Municipio en 1887. Fundación de la ciudad de la Plata. Porteños y provin- cianos.

(Obras consultadas: Censo Municipal de 1887; Efemérides America- nas de Pedro Rivas; Documentos relativos á la fundación de la ciudad de La Plata).

La primera ley declarando á Buenos Aires Capital de la República, se sancionó dnrante la presidencia de Ri- vadavia.

Ella fué la del 6 de Marzo de 1826, que fijaba por lí- mites el espacio comprendido entre los puertos de las Conchas y de la Ensenada y entre el Río de la Plata y el de las Conchas, hasta el Puente de Márquez, y de és- te, tirando una línea paralela al Río de la Plata hasta el Río Santiago. Esta ley no se cumplió á causa de los acontecimientos políticos que la precedieron.

Cuando se sancionó la Constitución de 1863, se esta- blecía en ella que la residencia de las autoridades nacio- nales sería esta ciudad, lo que tampoco se cumplió, es- tableciéndose en la ciudad del Paraná.

Después de la batalla de Pavón, se intentó federali- zar á toda la Provincia de Buenos Aires, pero la Legis- latura se opuso.

522 BUEN08 AIBE8

En 1863, el Congreso Nacional dictó una ley, decla- rando Capital Provisoria de la República á la Cindad de Buenos Aires hasta tanto se designase la Capital Per- manente de la Nación.

La ley anterior no especificaba límites sino cmunici- pio», por lo que, en 1867 los fijó diciendo: Los límites del Municipio de Buenos Aires serán: Por el norte, el Arroyo Maldonado, desde su embocadura en el Río de la Plata hasta tocar el límite este, del terreno conocido en el plano de Sourdeaux, con el nombre de Calderón. Al oeste, una línea que, limitando los terrenos conocidos en el mismo plano con los nombres de J. Marcos y Lumb, termine en el ángulo sudeste de este último terreno, y desde aquí por una línea que termine en el ángulo sud- oeste del terreno designado con el nombre de Arroyo, y desde este punto hacia el este, hasta tocar el ángulo noroeste del terreno Albín; desde aquí, en dirección al sud, por la calle que limita las propiedades Paso, Beja- rano, Roig y Pereyra, hasta la intersección con la calle de la Arena; desde este punto, una recta hasta el Puen- te Alsina. Al sud, el Riachuelo de Barracas hasta sn confluencia con el Río de la Plata. Al este, el litoral del Plata hasta Maldonado.

El asiento de las autoridades nacionales y provincia- les en lina misma ciudad, ofrecía grandes inconvenien- tes en la práctica, los que se pusieron de relieve, espe- cialmente en la campaña electoral del 80.

El Doctor Carlos Tejedor, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, f uéproclamado candidato á la presiden- cia de la República, en oposición á la del General Roca.

La lucha exasperó la pasión política de tal modo, que la autoridad nacional tuvo que abandonar la ciudad y refugiarse primeramente en la Chacarita y después en el pueblo de Belgrano, declarando al mismo tiempo re- beldes á las autoridades de la provincia.

j

BUENOS AIRES 523

En esta situación se produjeron los sangrientos acon- tecimientos del año 1880, que concluyeron con la paci- ficación de Buenos Aires y la caída de Tejedor.

Mientras tanto, el Congreso Nacional, reunido en el Salón Municipal de Belgrano, declaró Capital perma- nente de la Nación á esta ciudad, recabándose más tar- de de la Legislatura de la Provincia, la cesión del Mu- nicipio de Buenos Aires con este objeto.

El 6 de Diciembre de 1880, se promulgó la ley del 20 de Septiembre del mismo año, que así lo disponía.

Pero el límite fijado por esta ley era pequeño, y con el fin de ensanchar el radio de la capital, el G-obierno Na- cional obtuvo en 1887 la cesión de los partidos de Flo- res y Belgrano, los que fueron incorporados ese mismo año, viniendo con ello á tener la Capital Federal una superficie de 18.600 hectáreas.

El G-obierno de la Provincia, en cumplimiento de la ley del 20 de Septiembre de 1880, tuvo que buscar un punto donde establecer sus autoridades, para lo cual nombró una comisión compuesta de los señores Aristó- bulo Del Valle, Eduardo Costa, Guillermo White, Nico- lás Achával, Eduardo Wilde, Faustino J. Jorge, Santia- go Luro, Manuel Porcel de Peralta, Antonino Cambace- res, Saturnino Unzué, Francisco Lavalle y José María Ramos Mexía, los que tuvieron en cuenta, con este fin, á los pueblos de San Nicolás, Campana, Ensenada, Za- rate, etc.

El Doctor Dardo Rocha, Gobernador de la Provincia en esa época, se decidió por la f undacción de la ciudad de La Plata en las inmediaciones de la Ensenada, cuya piedra fundamental se colocó el 19 de Noviembre de 1882, transladándose definitivamente á ella las autorida- des provinciales el 15 de Abril de 1884.

Desde que se capitalizó la ciudad de Buenos Aires, la antigua rivalidad de porteños y provincianos ha des- saparecido casi.

CAPITULO CXXHI. Z,aa Calles.

La nomenclatura. Diversos cambios. La nomknci-atura actual. nombres que han tenido las calles céntrale* kn diversas épocas. Clarovidencia dk Rivadavia. Calles que kl trazó. La? c^llk*

MÁS I.AKOAS DEL MODERNO BuKNOS AlBRS.

Cuando (^aray fundó á Buenos Aires siguió las dis- posiciones que las Leyes de Indias establecían para la fundación de las ciudades americanas, trazando un cua- drado dentro del cual las manzanas se forman por las calles que se cortan formando ángulos rectos.

Esta traza se ha procurado seguir en el ensanche que ha tomado la ciudad, lo que á veces no se ha podido por la configuración del terreno.

La nomenclatura de las calles ha sufrido amenudo transformaciones radicales.

Los nombres primitivos eran de santos, los que predo- minaron hasta las invasiones inglesas, en que se susti- tuyeron por los de los que se habían distinguido en aquellos acontecimientos.

La Revolución de Mayo eliminó á estos reemplazán- doles con el de las victorias, hombres y pueblos que se distinguieron en la Epopeya de la Independencia.

En tiempo de Bozas vuelve la nomenclatura de las calles á sufrir alteraciones, suprimiéndose en 1848 el de de las calles.

A la caída de éste se repite el hecho muchas veces.

BUENOS AIRES 525

Con el tiempo la ciudad fué creciendo y con la aper- tura de nuevas calles la nomenclatura tomó formas caprichosas habiendo además muchas que tenían el mis- mo nombre en distintos barrios, sin contar las que se de- signaban por números y letras.

Para subsanar estos inconvenientes y conmemorar al mismo tiempo, hombres y acontecimientos de la historia nacional, el Intendente Doctor Federico Pinedo pro- mulgó el 27 de Noviembre de 1893 la ordenanza que designó los nombres que hoy tienen las calles, supri- miendo los repetidos y las que tenían números.

Los nombres de las calles comprendidas en el cuadra- do formado por las del 25 de Mayo y Balcarce, Moreno y Cangallo, Chacabuco y Maipú fueron en distintas épocas las siguientes:

De Norte á Sud:

Balcarce: Santo Cristo, Grana, Balcarce.

Defensa: San Martín, Liniers, Reconquista, Defensa.

Bolívar: Santísima Trinidad, Victoria, Universidad, Santa Rosa, Bolívar.

Perú: San José, Unquera, Perú, Representantes, Perú.

Chacabuco: San Pedro, Lasala, Chacabuco.

25 de Mayo: Santo Cristo, Gana, 25 de Mayo, Mayo 25 de Mayo.

Reconquista: San Martín, Liniers, de la Paz, Recon- quista.

San Martín: Santísima Trinidad, Victoria, Catedral, San Martín.

Florida: San José, Unquera, Perú, Florida. También se llamó del Empedrado.

Maipú: San Pedro, Lasala, Maipú. También se llíimó de los Mendocinos.

En el plano de 1822 dedicado á Rivadavia, aparecen las calles de norte á sud cambiando el nombre en la que es hoy Rivadavia.

526 BUENOS AIRES

De Este d Oeste:

Moreno: San Francisco, Villanueva, Biblioteca, Res- taurador Rozas, San Francisco, General López (de Buen Orden al Oeste), Moreno.

Alsina: San Carlos, Alzaga, Potosí, Santa Clara, (de Buen Orden al Oeste), Potosí, Alsina.

Victoria: Cabildo, Villota, Victoria.

Rivadavia: Las Torres, Reconquista, de la Plata, Fe- deración, Rivadavia, Primera Junta, (del Caballito al Oeste), Rivadavia.

Piedad: Conservó su nombre hasta el 26 de Junio de 1901, en que se le puso Bartolomé Mitre con motivo del jubileo de este hombre público.

Cangallo: Merced, Lezica, Cangallo, Merced (de Artes al Oeste Cangallo.

Si se hubiesen cumplido las disposiciones de Rivada- via que ordenó el ensanche de las calles en dos varas cuando se edificase y se ochavasen las esquinas, el cen- tro de la ciudad tendría calles anchas.

Rivadavia con una clarovidencia del porvenir de Buenos Aires, además de estas medidas, trazó los boule- vares Callao y Entre Ríos y las prolongaciones de las calles Corrientes, Córdoba, Juncal y Santa Fé, que han resultado las más hermosas calles de la moderna ciudad.

Las calles más largas son: la de Rivadavia que desde la Plaza de Mayo va hasta el Pueblo de Morón, salvan- do los límites del Municipio. Hace poco, á la altura del Caballito se le puso Primera Junta, pero acertadamente se volvió sobre esta resolución dejándole hasta Liniers el nombre del gran estadista.

La calle Santa desde el bajo del Paseo de Julio hasta Palermo conserva su nombre y de ahí en adelante Avenida Cabildo, con el que va hasta Rivadavia en el límite norte del Municipio. Continúa en el territorio de la Provincia hasta San Isidro.

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CAPITULO CXXI V. I^ts Calles.

La numeración. Jnconvenienteh i>k la numeración antigua. Dkm»k

cuándo rige la actual.— su» ventajas.

La numeración de las casas es antigua.

La que existía antes de la actual era deficiente y cuan- do se estableció no se previeron las construcciones fu- turas por lo que los propietarios, cuando edificaron tu- vieron que tomar el número de la propiedad y agregar- le á cada puerta el 1/2 ó el A, B, C.

Por ejemplo, una casa de la calle Alsina 119, y la in- mediata 121, la dificultad se solucionaba de este modo: 119, 119 y V», H9 y lU ó bien 119 a, 119 b, 119 c, etc.

Además la numeración no era pareja en ambas ace- ras, habiendo algunas veces diferencias sensibles, sobre todo cuando alguna plaza ó establecimiento público entraba en la cuenta, ocupando toda una cuadra sin un aolo número. Para evitar en el futuro estos inconve- nientes, en 1889 se dio comienzo á los estudios de una nueva numeración, tomando en cuenta las nuevas cons- trucciones y la cantidad de calles nuevas que se habían abierto.

El 18 de Mayo de 1894, siendo Intendente el doctor Federico Pinedo, se sancionó la ordenanza que estable- ció la numeración actual de cien números por cuadra, fuese cual fuere el número de puertas comprendidas en cada cuadra, entrando las plazas, edificios públicos y

628 BUENOS AIRES

terrenos baldíos, como edificados á los efectos de la nu- meración.

Por este sencillísimo medio cualquier habitante de Buenos Aires, obtiene en un momento las distancias que debe recorrer para dirigirse al punto que desea.

La calle Rivadavia es el eje ó punto de partida para las calles de norte á sud y para las de este á oeste la nu- meración arranca de las inmediaciones del Puerto.

Todas las calles de este á oeste al llegar á cierta altu- ra, á excepción de la de Bivadavia, que tiene ese nom- bre en toda su longitud, cambian el que tienen para evitar que las cuadras que comienzan á esa distancia de- sigualen su numeración correlativa.

Las calles de este á oeste también cambian, las situa- das al norte de Bivadavia la mayor parte en las calles Gazcón y Avenida Río de Janeiro y las situadas al sud en la Avenida La Plata.

Las calles de norte á sud cambian de numeración y nombre en la calle Caseros y las del norte no lo hacen por terminar en el río.

CAPITULO CXXV.

Afirmados.

"LOS PRIMEROS AFIRMADOS.— El EMPEDRADO. ADOQUINADO DE GRANITO.

El afirmado de madera. Asfalto dk la Trinidad. Ensayos de

OTRAS CLASES DK AFIRMAD08. El. MACADAM. El CAMINO ANTIGUO DK

Palermo. Cuadro Demostrativo de la construcción de afirmados. Afirmados que hoy tiene la cu-dad dk Buenos Aires. Lo que cuesta su conservación. Proyectos soruk pavimentación.

El empedrado es de afines del siglo XVIII.

Parece que la primera calle que se pavimentó con piedra, fué la de Bolívar entre Alsina y Victoria (1).

Los afirmados en general encontraron resistencia en las autoridades del coloniaje por temor á las conmo- ciones que causarían las carretas en los cimientos de los edificios.

Durante muchos años nada se hizo en el sentido de mejorar el estado de las calles, hasta 1867 en que se or- denó el empedrado de éstas.

Todo el centro de la ciudad se pavimentó de esta cla- se de afirmado; que ha sido el peor de los usados por ser incómodo á los peatones y cabalgaduras, llenarse fácil- mente de pozos y hacer muy molesto el movimiento de los carruajes.

En 1870 se construyó por vía de ensayo el primer adoquinado de granito en la calle Bivadavia entre San Martín y Reconquista.

Poco después se adoquinó la calle Florida entre las de Cangallo y Cuyo.

(1) Véaae el capítulo III.

34

530 BUENOS AIBES

Del año 1880 á 1890 se estableció este afirmado en todas las calles del centro.

Los ensayos que se hicieron anteriormente del Maca- dám y el asfalto dieron mal resultado.

En 1890 se hicieron los primeros afirmados de ma- dera los que se extendieron rápidamente por toda la ciudad.

En 1895 se ensayó el asfalto de la Trinidad, siendo la primera cuadra en que se hizo la de Bartolomé Mitre eutre Florida y San Martín.

El buen resultado que dio esta prueba lo hizo adop- tar como afirmado público, reemplazando á su vez al de madera.

Se han hecho ensayos de afirmados de madera de karri, en la calle Piedras y la Avenida de Mayo y otros con adoquines de asfalto en la calle Cangallo entre Maipú y Artes, al parecer con mal resultado.

El empedrado primitivo está relegado á las calles sin importancia, lejos del radio central.

El macadám se ha usado con buen éxito en la Aveni- da Alvear de la Recoleta á Belgrano.

El antiguo camino á Palermo, desde la quinta de Un- zué, tenía una especie de macadám de conchilla hecho por Bozas, que, hasta después del año 65, se conservaba sin pozos, á pesar del tráfico y del abandono en que se encontraba.

Este hecho ha llamado siempre la atención á perso- nas observadoras que notan en los macadams moder- nos, con base de hormigón, pozos y otros inconvenien- tes á pesar de los cuidados.

El siguiente cuadro publicado por el Intendente Bull- rich da una idea de la importancia y desarrollo que han tomado los afirmados en esta ciudad los que han venido á aumentar las condiciones sanitarias de la misma.

BUENOS AIBES

B31

INTENDKKCIA

CCADKA8 CONSTRUIDAS TIEMPO

COSTO

Torcuata de Alvear 1,072

Antonio F. Crespo 1,012

Guillermo Cramwell r¿>9

Francisco Seeber 588

Francisco P. BoITini 79

Miguel Cañé 188

Federico Pinedo XSÍ

Emilio Bunge 456

Francisco Alcobendas 466

Adolfo J. Bullrich (1) 1 ,861

89 meses 15

8 14 18

9 15 24 24 44

6.809,194 4.691,060 8.982?220 6.511,664 2.484,088 768,882 964,961 2.458,292 2.219,880 4.586,542

Según un folleto publicado por el doctor Dassen, so- bre la pavimentación de Buenos Aires en 1901, esta ciu- dad contaba ese año con 1.503.302,78 metros cuadrados de adoquinado de granito con base de hormigón de cal, y 448.007,35 metros con base de portland; 651.877,47 de pavimentación de madera: 158.258,32 de asfaltado; 1.700.000 de granito con base de arena; 228.600 de ma- cadám; 793.000 de empedrado mixto; 235.000 de empe- drado común, lo cual da un total de 5.660.204,63 metros cuadrados ya pavimentados con varios sistemas, de los que 2.703.704,93 tienen base de hormigón.

Quedan para pavimentar 6.000.000 de metros cuadra- dos en calles abiertas y 4.790.000 en calles que están por abrirse.

Se calcula en más de 1.600.000 pesos el costo de la conservación de los afirmados.

El P. E. penetrado de la importancia de los afirma- dos procura el pronto despacho de la ley que tratará la materia.

Dos son los proyectos pondientes : uno entregando á la misma municipalidad la construcción del afirmado : y el otro autorizándola á celebrar con la Compañía Ge- neral de Pavimentación los contratos correspondientes.

(1) Dos meses antes de concluir su mandato.

CAPITULO CXXVL

Alnmbrado.

Quién estableció el alumbrado público. El priukk alumbrado.

Kl ALUMBRADO DK ACEITE. ESTABLECIMIENTO DEL ALUMBRADO Á OA*.—

La compañía Primitiva de Gas. Compañías de Gas. El alchmm- do a gas en 1900. El alumbrado eléctrico. Compañías <¿ck ha- cen este servicio. Otras clases dk alumbrado.

El primer alumbrado público de esta ciudad lo esta- bleció el Virrey Vertiz.

Era de velas de sebo y costaba dos reales por puerta.

En 1832 el alumbrado de la ciudad era igual al an- terior, habiéndose aumentado únicamente la cantidad de faroles. Se encendían de ocho a doce de la noche, menos las de luna que no se hacía.

Por el año 1848, el aceite más buscado para alumbra- do era el de semilla de nabo, del que había una fábrica en la calle Cangallo 121.

En 1852 el alumbrado público se hacía con aceite de potro.

En 1853 se fundó la Compañía Primitiva de Gas. es- tableciendo su usina en el Retiro.

En 1856 se inauguró el alumbrado á gas, siendo nn acontecimiento en la población, la que concurrió en ma- sa á visitar el Gasómetro, como se llamaba al principio á la fábrica.

Desde ese año data esta clase de alumbrado público y privado, fundándose en 1869 la Compañía Gas Argenti- no, que estableció su Usina en los Corrales y poco des-

tiUENOS AIRES 533

pues la Compañía la Nueva de Gas de Buenos Aires, con usina en Barracas.

Lia Compañía de Gas de Belgrano se fundó en 1878, en el pueblo de este nombre.

La Compañía Gas del Río de la Plata Limitada, se fundó en 1898, tomando á su cargó el activo y pasivo de las compañías Gas Argentino y Gas de Belgrano.

La Compañía Primitiva de Gas produce también luz eléctrica en su Usina de la calle Cuyo, entre Suipacha y Artes.

La Nueva tiene á su cargo la administración y go- bierno de la South Barracas, Buenos Aires, Gas y Coke Company Limited.

En 1900 el alumbrado á gas tenía 14.082 faroles, ser- vidos por las compañías nombradas.

En 1899 se estableció el alumbrado eléctrico en los barrios centrales de la ciudad.

Además de la Compañía Primitiva de Gas, que pro- duce luz eléctrica, se encuentran:

La Compañía de Luz Eléctrica y Tracción del Río de la Plata, establecida con el título de River Píate Light y Tracción Company Limited. En 1896 adquirió la Com- pañía de Electricidad del Río de la Plata.

La Compañía Alemana Transatlántica de Electrici- dad, cuyo asiento principal está en Berlín.

La Compañía General de Electricidad de la Ciudad de Buenos Aires, cuya Usina principal está en la calle Montevideo y Juncal.

En 1900 las lámparas eléctricas de mil bujías eran 877 y de otro poder lumínico 760.

La Compañía de Electricidad del señor Rufino Vá- rela hijo, fué de las primeras que hizo el servicio de luz eléctrica á las particulares.

En 1901 se estableció por vía de ensayo el alumbrado incandescente sistema Auer, en la calle Santa de Ca-

534 súbitos aires

llao á Centro América. Esta luz es clara y muy pareci- da á la eléctrica.

En 1902 se implantó también por vía de ensayo el nuevo alumbrado de alcohol carburado, semejante tam- bién al eléctrico.

Los barrios apartados que no gozan del gas y de la luz eléctrica se alambran á kerosene.

CAPITULO CXXVII.

Paseos.

Palehmo. La casa ük Roéab. Lo qür bra Palkumo kn esa épcha.

El paseo de Palermo, residencia que fué de Don Juan Manuel de Bozas, se llamaba Palefmo de San Benito. Se cree que una capilla situada en las inmediaciones de Belgrano, demolida hace tiempo, se lo dio*

Los terrenos de Palermo eran arenosos y arcillosos y para poderlos utilizar hubo que rellenarlos en mayor parte.

La construcción de la casa de Bozas se hizo en barro y argamasa, que se sacaba de Belgrano, que fué calera, terminándose la obra en 1838.

Los corredores de esta casa eran de arquerías, tenien- do en cada ángulo recto de los extremos, un baluarte.

Manuela Bozas ocupaba cuatro habitaciones en la parte oeste del edificio.

Bozas ocupaba las del este, componiéndose el ínobi- liario de su habitación, de una cama de bronce, un ar- mario en la pared y sobre una estufa un gran espejo.

En frente á su cama tenía su escritorio particular y en el medio de la pieza una gran mesa llena de espe- dientes. Dos chiffoniers de caoba, en und de los que guardaba sus dineros particulares y en el otro los del Estado, completaban el decorado de la pieza.

El salón de recibo estaba al oeste, abundando los es- pejos y muebles de caoba.

536

BUENOS AIBES

En la parte sud había una capilla en la que había ana imagen de la Purísima. Era su capellán un franciscano que habitaba una pieza de las del oeste con Don Máxi- mo Terrero.

Después de la misa de los Domingos, el capellán en- tonaba el cántico siguiente: que los oyentes al finalizar decían, ¡Ave María!

Las cuentas de este rosario Son balas de artillería Que todo el infierno tiembla TCn diciendo ¡Ave María!

Los pisos eran de baldosas muy limpias, los cielo-ra- zos de madera pintada de blanco y el alumbrado se ha- cía con lámparas de aceite, que no teman rival en su época.

La Maestranza, ocupada por una escolta compuesta de hombres de la confianza de Rozas, la mayor parte de ellos peones de sus estancias, estaba situada donde está el cuartel de infantería en la esquina de las Avenidas Alvear y Sarmiento.

El campamento de la División Hernández y la Cru- gía estaban donde se encuentra la quinta de Várela.

En el camino de Palermo, se encontraba el almacén de Boque, donde paraban las carretas que venían de San Isidro.

Un temporal de Santa Rosa arrojó sobre la costa de Palermo, frente á la propiedad de Rozas, aun barco que estaba fondeado en el canal interior, el que con la fuer- za del viento cortó sus amarras yendo á encallar allí. Fué adquirido por Rozas, estableciendo en él una pe- queña capilla, en la que se decía misa, habilitándose en la bodega un salón con billares, siendo á las tardes un paseo concurrido, especialmente por hombres.

El camino á Palermo se encontraba muy bien cuida-

BUENOS AIRES 537

do y el macadám de conchilla que allí había, no ha sido superado en solidez por los actuales de hormigón.

Las plantaciones de Palermo, especialmente los na- ranjos como la demás arboleda, eran cuidadas prolija- mente por una cantidad de gallegos que Rozas tenía de- dicados especialmente á ello.

Bozas era muy personal en el trabajo, el que verifi- caba en medio del humo de numerosos pebetes. Gustaba mucho de las naranjas y de los higos que se producían en su quinta.

Dormía con las puertas abiertas y no tenía en su casa más gente armada que sus asistentes.

Entre los escribientes de Palermo figuraban Mariano Beascochea, Eudoro Carrasco, Luis Fontana, Juan An- tonio Argerich, Dalmiro Torres, Félix Arzac, Ricardo Sáenz, Ignacio Gallardo, Bernardo Balcarce y Alfredo Seguí, los que gozaban de muchas prerrogativas, vi- niendo á ser en realidad verdaderos jefes de reparti- ciones.

Palermo fué durante el Gobierno de Rozas el punto donde se resolvían las grandes cuestiones nacionales y el sitio que frecuentaron los personajes extrangeros y nacionales que estuvieron en Buenos Aires; como fué más tarde San José en Entre Ríos cuando Urquiza diri- gía los destinos del país.

Una de las bromas que más resonancia alcanzaron en su época fué la que en Palermo hizo Rozas al Ministro de Inglaterra Don Juan Mandeville.

Apartándonos un poco de la índole de nuestro traba- jo, tomamos de nuestro archivo el legajo que la narra, in- sertándolo íntegro, para no hacerle perder ningún detalle, en el capítulo que sigue, cuya narración atri- buímos á Don Antonino Reyes.

CAPITULO CXXVIII. Paseos.

Pai.khmo. Una mioma dk Hozas al Ministro Mandevillk.

En 1842 el General Fructuoso Rivera, ocupando la provincia de Entre Ríos con su ejército, solicitó del Ge- neral Don José M. Paz, consintiese, como jefe del ejér- cito de Corrientes, se uniese esta provincia y la de En- tre Ríos á la República Uruguaya, según el indicado General Paz lo afirma en sus Memorias, declarando que él se negó á convenir á esa disgregación del territo- rio argentino.

Terminada la campaña del ejército de Rosas en las provincias del Interior de la República con la muerte del General Lavalle en 1841, Oribe se preparaba á re- gresar al litoral.

Comprendiéndolo así Rivera, que no había querido pasar el Paraná, como se lo pedían sus amigos, y situar- se en Santa con su ejército, para auxiliar á Lavalle, porque según se supo después, su plan era que con la guerra civil en su territorio se arruinase la Argentina, ó sucumbiese Lavalle, para quedar solo en la esoena política, y retirarse en caso adverso al otro lado del Uruguay con la seguridad que no le sería permitido pa- sarlo al ejército de Rozas para hacerle la guerra en te- rritorio Oriental, por los Ministros Inglés Mandeville y Francés Deffaudis, como resultó que así procedieron pasando á Rozas la nota de Diciembre 16 de 1842, publi-

BUENOS AIRES 539

cada en todos los díanos, en que terminantemente se lo prohibieron; y, como Rozas no se intimidó y ordenó cruzar el río y seguir hasta poner sitio á Montevideo, apresaron la Escuadra Argentina, lo atacaron en Obli- gado y bloquearon el litoral hasta el mes de Julio de 1847 en que Lord Howden levantó el bloqueo, habien- do durado el sitio de Montevideo ocho años y medio.

Hizo Rivera recolectar los caballos de Entre Ríos, y cuando Oribe se aproximó vadeando el Paraná, se retiró á la costa del Uruguay.

Rozas entretanto había aglomerado en los campos del Tonelero, sobre la margen derecha del Paraná, una can- tidad considerable de caballos invernados, y luego que Oribe pasó el río y ocupó la capital, los hizo trasladar poniéndolo en aptitud de operar.

Tenía motivos para creer que Mandeville comunica- ba noticias á la legación inglesa de Montevideo y que esta las transmitía al Gobierno Oriental, y como era ne- cesario que Rivera realizase su plan de repasar el Uru- guay para evitar el encuentro con Oribe, previno á su edecán Antonino Reyes, empleado en su despacho, que cuando viniese esa tarde Mandeville á su quinta, en Pa- lermo, como tenía costumbre, se presentase ante él á cierta distancia, y le hiciese señas con un oficio; y lue- go que le preguntase qué ocurría, le contestase: que acababa de recibir el oficio que llevaba en la mano, que era urgente ver y que lo leyese si se lo ordenaba.

Así procedió Reyes, según lo ha expresado en sus Me- morias. El contesto de) oficio se reducía á noticiar que se habían dispersado las caballadas durante la tormenta que había tenido lugar y pedir caballos porque el ejér- cito no podía moverse.

Rozas se manifestó exasperado y dijo á Mandeville : Vea V. E. cómo después de tanto trabajo para pasar la caballada, es necesario volver á empezar y perder tal

540 BUENOS AIRES

vez un mes para reunir y pasar la caballada necesaria. Y volviéndose á Reyes le ordenó que inmediatamente pasase circulares para que se reuniesen y pasasen á En- tre Ríos caballos sin demora.

Tan luego se despidió Mandeville, ordenó se vigilase la cañonera inglesa, anclada en el puerto, para saber si se había desprendido de ella á la noche alguna embar- cación. Se constató que á las diez de la noche salió pa- ra Montevideo la lancha de la cañonera. Rozas esperó conocer por los movimientos de Rivera, el resultado de su estratagema.

El Gobierno Oriental, informado por tan autorizado conducto, de la dispersión de las caballadas del ejército que mandaba Oribe, redobló los chasques y sus órdenes y exhortaciones, para que Rivera avanzase y obligase á Oribe á repasar el Paraná, con la seguridad de que no tenía caballos suficientes para salirle al encuentro. Pero apoco andar, Rivera se halló con aquél, que lo der- rotó completamente (1), habiendo tenido en su fuga, que atravesar el Uruguay á nado para salvar su perso- na, dejando hasta su equipaje y papeles.

Quedó comprobado que Mandeville había sido el que con sus noticias había decidido al Gobierno de Monte- video á ordenar á Rivera marchase á hostilizar al ejér- cito de Oribe, contrariando el plan acordado; y si algu- na duda hubiese, quedó desvanecida con la publicación que hizo el Gobierno Oriental de las cartas que Mande- ville había dirigido al Ministro Vidal, que reprodujo después el secretario de Rivera, Don José Luis Busta- mante.

En El Nacional de Montevideo, de Febrero 20 de 1844, aparecieron publicadas once cartas del Ministro

(1) La Batalla de Arroyo raí íde

BUENOS A1BES 541

Don Juan Mandeville, acreditado ante el Gobierno Ar- gentino, dirigidas al doctor Vidal, Ministro de Estado, que lo comprometían por varias noticias que daba, y en las que «aseguraba se hallaba habilitado para poder afir- marles, que su gobierno no era indiferente al bien estar y prosperidad de la República Uruguaya, como lo vería muy pronto por las medidas que se tomarían para pre- servarla, etc., y «obre las conferencias que había tenido con el doctor Felipe Arana, Ministro de Relaciones Ex- teriores, acerca de la mediación conjunta que había so- licitado con el Ministro Francés para tratar de que se hiciese la paz con el Gobierno de Montevideo».

Su lectura produjo sumo desagrado en el pueblo y principalmente en los amigos de Rozas, porque apare- cía Mandeville de acuerdo con sus enemigos y se espe- raba que aquél hiciera algún reclamo ó demostración de desagrado á éste, que fuese público.

Aún cuando era notorio que Rozas hacía continua- mente regalos á la viuda de un médico inglés que ocu- paba una de sus casas, á la que Mandeville visitaba dia- riamente con intimidad, por repetidos actos de aquél se comprendía que desconfiaba de éste, como también el Gobierno de Montevideo que ordenó la publicación de las cartas para comprometerlo.

Mandeville no podía ignorar que era antipático al pueblo y que Rozas debía estar irritadísimo por el con- tenido de las indicadas cartas. Pero á pesar de todo se presentó en Palermo la tarde del día 21 en que llegaron éstas en el indicado Nacional de Montevideo, que se conceptuaba oficial.

Como media hora después de estar con Rozas en su sala, salió acompañado por éste y á corta distancia de la palizada en que un sirviente le tenía el caballo, se des- pidió de Rozas, que se puso inmediatamente á

en dirección á Mandeville que, al ruido dio vuelta y lo vio.

542 BUENOS AIRES

Esa tarde habían muchas personas en Palermo que, como el señor Otero, Gobernador de Salta, el doctor Joaquín Campana y otras presenciaron acto tan des- preciativo, atribuido por todos al desagrado cansado por el contenido de las cartas mencionadas.

Se creyó que se produciría una ruidosa y escandalo- sa ruptura. Mas al día siguiente se supo por persona caracterizada al servicio de Bozas, que el doctor Lepper. su médico, amigo íntimo de Mandeville, se había pre- sentado en Palermo y díohole á Rozas: Que Mandeville estaba sumamente disgustado, que no había dormido en toda la noche considerando que el desprecio que le ha- bía hecho la tarde anterior, sería conocido en Inglater- ra y reprobado umversalmente, como que era un insulto inferido á la Soberana de la Nación que representaba: y que le había encargado se lo manifestase.

Que si era por las cartas dirigidas al Ministro Vidal. las había escrito sin intención de ofender al Gobierno Argentino y solo por propiciárselo para poder obte- ner la libre navegación del Uruguay, que se le había recomendado. Rozas le contestó: que extrañaba la sus- ceptibilidad del señor Mandeville, que no ignoraba que padecía de flojedad en la orina y que Vd. me asiste. Que

cuando se despidió Mandeville estaba apurado por

y después que se retiró tuvo que hacerlo inmediatamen- te para evitar

Y lo extrañaba tanto más, desde que en la amistad que cultivaban y la confianza con que se trataban, el señor Mandeville, tanto en actos oficiales como en los priva- dos, se rascaba á cada momento las asentaderas, sin que él hubiese hecho nunca el más mínimo reparo, pues con- sideró que le picaría y tendría necesidad.

Que en cuanto á las cartas, teniendo él los originales (que presentó), nada le había dicho. Son once: léalas señor doctor.

BUENOS AIRES 543

Lepperlas vio: se cercioró en silencio que eran origi- nales de Mandeville y dijo á Bozas que le transmitiría á Mandeville lo que habían hablado.

Siendo este asunto sucio que no convenía hacer aún más público y que atenta la explicación no daba lugar á reclamo, Mandeville se mordió los labios y guardó si- lencio. Pero, los que tuvieron conocimiento del suceso,

quedaron persuadidos que Rozas lo de propósito

para rebajarlo ante el pueblo y todos supiesen que lo despreciaba y no lo temía.

Tanto los franceses como los ingleses se retiraron del Río de la Plata sin haber obtenido nada, absolutamen- te nada de lo que solicitaron, á pesar de la intervención y de los bloqueos, y Mandeville quedó orinado y se fué á rascar á Inglaterra.

Nota. —El señor Bustamante por apéndice á su obra «Los Cinco Errores Capitales de la Intervención Anglo Francesa en el Plata» ha publicado las once cartas men- cionadas. Se editó el libro en Montevideo en 1849.

CAPÍTULO CXXIX.

Paseos.

Palermo. Después de Caseros. Fundación del Parque 8 de Fb- hkero. Las Avenidas. Demolición de la casa dk Roza».— Kl Pa- lermo moderno.

Después de Caseros Urquiza ocupó á Palermo con su ejército destruyendo mucho de lo que en él había.

De allí tuvo que fugar el General Urquiza la noche del 13 de Julio de 1853, embarcándose en un buque de guerra inglés siendo este hecho y la dispersión del ejér- cito de Lagos que sitiaba á Buenos Aires el fin del asedio.

Los enemigos de Bozas confiscaron sus bienes á be- neficio del Estado, entrando en esta confiscación los te- rrenos de Palermo.

Una comisión compuesta de los señores José A. Güi- raldez, Carlos Pellegrini, Fernando Berghmans, Julio Dormal y Eduardo Wilde, presidida por el General Sar- miento, fué la encargada de convertir á Palermo en pa- seo público, el que se inauguró con grandes fiestas el 11 de No viembre de 1875, dándole el nombre de Parque 3 de Febrero.

Palermo, cuyo nombre, á pesar del cambio subsiste, es el paseo preferido de la sociedad de Buenos Aires, al que se llega del centro de la ciudad por la Avenida Al- vear y la calle Santa Fé.

Tiene varias avenidas, siendo las principales la Sar- miento, de las Magnolias, de los Ombúes, Valentín Al-

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sina, Iraola, Vertiz, Casares, etc., en perfecto estado de conservación.

El Colegio Militar y la Escuela Naval ocuparon du- rante mucho tiempo el edificio de la casa de Bozas la que fué demolida por el Intendente Bullrich el 3 de Fe- brero de 1899.

En Palermo en la sección Maldonado, se improvisa un inmenso paseo con arboledas tupidas y variadas de una extensión de 225 hectáreas, donde ya existen varios millares de árboles.

Con pequeñas interrupciones, este paseo se extiende por el bajo hasta Belgrano encontrándose cerca de este pueblo la Avenida Valentín Alsina que se une á la de los Ombúes por la del Palomar.

La primera de estas avenidas desemboca en el río, ofreciendo el hermoso paisaje de la costa de San Isidro á Quilmes.

Los ferrocarriles que cruzaban este paseo van poco á poco abandonando sus vías á nivel lo que al disminuir los peligros hermosean el paseo.

La estatua de Sarmiento, obra del reputado escultor francés Rodin, se encííentra á la entrada del paseo, lo mismo que la del Doctor Eduardo Costa recientemente inaugurada.

El Jardín Zoológico, la Escuela Normal de Tiro, la Sociedad Rural, El Tiro Federal Argentino, el Hipó- dromo Argentino, el Velódromo Nacional, etc., además de los lagos y jardines que ocupan grandes superficies, se encuentran en Palermo.

Durante muchos años el café Hansen fué el único res- taurant que hubo en este paseo al que sucedió en el mismo local el Hotel Munsoh.

El Hotel de los Lagos recientemente inaugurado (Oc- tubre de 1901) ofrecía en las noches de estío con la ilu- minación veneciana de los lagos, un aspecto encantador.

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CAPÍTULO CXXX,

Paseos.

Paseo de Julio. Oriokn de este pabko. Lo quk fué. Diversa*

DKNOMINACIONKH QUE HA TENIDO. TRANSFORMACIÓN ACTUAL.

£1 Virrey Yertiz terraplenó unas doscientas varas al norte del Fuerte, en el que se plantaron unos cuantos sauces y ombúes que no prosperaron, fundando el paseo que se llamó de la Alameda.

La muralla del Paseo de Julio fué proyectada en 1844, por el ingeniero Felipe Senillosa, colocándose la piedra fundamental de este paseo el 18 de Enero de 1847, siendo la madrina Manuela Rozas.

Ese mismo año se dio comienzo á la construcción de la muralla hasta la calle de Corrientes, empleándose en ella ladrillos que se quemaron en los hornos de Santos Lugares, economizándose mucho en su construcción. Su costo fué de dos millones de pesos de moneda co- rriente.

Antes de hacerse esta construcción, las aguas del río llegaban al pié de las calles que bajan la barranca, for- mando un lodazal insoportable con las aguas fluviales.

Fué, durante mucho tiempo, uno de los pocos paseos de Buenos Aires, siendo al principio poco frecuentado, por la cantidad de inmundicias que había á sus alrede- dores y ser el centro, como lo es hoy, de gente de mal vivir, ocurriendo con frecuencia hechos sangrientos.

Los días de fiesta asistían á él las principales fami- lias, y cuando había temporal en el río, todo el mundo

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concurría al bajo á contemplar las olas embravecidas que venían á estrellarse contra la nueva muralla.

En el Paseo de Julio había bancos de ladrillo que se llamaban poyitos, y cuando se construyeron, el muelle de pasajeros en el bajo de las calles Cangallo y la Esta- ción Central de Ferrocarriles en el de Piedad, tomó mu- cha animación.

El Paseo de Julio tuvo varias denominaciones: Paseo de la Alameda, de la Rivera, de la Encarnación y Paseo de Julio.

Cuando se colocó la piedra fundamental tenía más de doscientas varas, llamándose entonces Paseo 8e la Ri- vera.

La idea de Rozas fué llevar la muralla y el paseo por la costa hasta Palermo.

El 15 de Marzo de 1848, la Sala de Representantes dispuso se llamase Paseo de la Encarnación, en honor á la esposa de Rozas, pero este no aceptó, pidiendo á su vez se le diese el de Paseo de Julio en homenaje á la independencia, lo que se decretó por la Legislatura el 30 de Octubre de 1848, quedándole desde entonces este nombre.

La desaparición del Muelle de Pasajeros y de la Es- tación Central, el levantamiento de las vías férreas que lo separaban de la ciudad y su sustitución por las de los tramways eléctricos, el rellenamiento de los terrenos del puerto y la construcción de éste han cambiado ra- dicalmente el aspecto de este paseo.

La estatua de Mazzini es testigo mudo de todo este cambio.

Entre las Avenidas Paseo de Julio y Rosales, y las calles de Cuyo y Cangallo, se procede ala formación de la nueva Plaza Colón, en cuyo arreglo futuro se colo- carán grupos de palmeras, juegos de agua, montículos, accidentes del terreno, etc., consultando para ello el me- jor gusto como se usa ya en otras ciudades europeas.

CAPITULO CXXXI.

Paseo*.

Kl Parque Argentino. Paseo de la Guardia National. Paseo de la Recoleta. Parque Lezama. Jardín del Sud. Jakdík i»e Infantes. Jardín Zoológico.— Jardín Botánico. Paseo de la 15 1- rranca. Paseo de Baavedra. Kl Parque del Oeste.

El Parque Argentino, donde tocaba una banda de música los domingos, era el punto favorito de reunión de las familias.

Era un jardín que ocupaba la manzana comprendida entre las calles Paraná, Uruguay, Córdoba y Viamonte.

Actuaba de cuando en cuando en él una compañía ecuestre.

El Parque Argentino también se llamó Vauxhall y tuvo su mayor auge por el año 1860.

Este paseo y ameno centro de diversión, se adelantó mucho á su época, teniendo que cerrar sus puertas por el mal estado de las calles de acceso y lo distante que quedaba del centro.

El Paseo de la Guardia Nacional se llamaba lo que es hoy Paseo de Julio, desde el bajo del Retiro hacia la Recoleta.

El Paseo de la Recoleta era, hasta antes de 1880 en que Alvear lo transformó, un sitio que nadie frecuenta- ba. Las barrancas, casi á pique, hacían su tránsito muy difícil, por lo que, para ir á Palermo, se tomaba la calle Florida hasta el Retiro, bajando de este punto al Paseo

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de Julio, eso cuando no se iba desde el centro por dicho paseo.

El Paseo de la Recoleta es uno los más concurridos de la ciudad y el más bello que ella tiene. Sus grutas, sus lagos y cascadas y sus hermosos jardines le hacen uno de los más preferidos.

Continuamente se le amplía, y si se realiza la cons- trucción del Parque Japonés, de la calle Callao hasta las Obras de Salubridad, su importancia é interés au- mentará.

El Parque Lezama, situado en el sud de la ciudad, fué adquirido en 1888 por la Municipalidad.

De sus barrancas se domina la Boca y Barracas.

El Museo Histórico, dirigido por el señor Adolfo P. Carranza, ocupa el cuerpo principal del edificio.

Las fiestas primaverales se celebran en este parque todos los años.

El Jardín Bernardino Rivadavia, más conocido por Jardín del Sud, ocupa el terreno en que estaba el viejo Cementerio del Sud.

El Jardín de Infantes se encuentra en la Avenida Al- vear y Tagle.

El Jardín Zoológico, aunque forma parte del Paseo de Palermo, se le cuida y administra aparte.

Como su nombre lo dice, los animales que allí se en- cuentran reciben un asiduo cuidado.

Desde el león, el tigre, el elefante, camello, etc., has- ta la serpiente y ave más sencilla, allí se encuentran.

Sería una injusticia al hablar de este paseo, no re- cordar á uno de sus pensionistas más populares y que ya no existe. Nos referimos al mono Pancho, que hacía la delicia de los chicos y grandes.

El Jardín Botánico, situado en las calles Las Heras, Santa y Malavia es, de los de su dependencia, el que más atiende personalmente el señor Carlos Thays, su

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fundador el que por este hecho ha sido elegido miembro de la Academia Internacional de Geografía Botánica que tiene su asiento en Francia, premiándole además con una medalla.

El Jardín Botánico mediante el cange con los esta- blecimientos análogos del mundo, aumenta día á día el número de sus colecciones. De los territorios nacio- nales del sud y del norte y de las provincias del Inte- rior recibe continuamente ejemplares que aumentan las secciones correspondientes de la zona reservada á la flora argentina.

Este jardín y sus dependencias no solamente proveen de árboles á las plazas, calles y paseos de esta ciudad, sino también remite un gran número de ellas á las pro- vincias.

Cuenta con un vivero de cerca de veinticinco hectá- reas, en las cuales hay una existencia mayor de tres- cientos mil árboles, de uno á cuatro años.

El Paseo de la Barranca, en el pintoresco Belgrano, tiene una superficie de tres manzanas y su cuidado y conservación le colocan entre los primeros de la capital.

Sus buenas calles y árboles permiten, en el invierno y en el verano, la asistencia de numerosos niños que allí concurren.

La vista del Río de la Plata y la iluminación eléctrica de que dispone, hacen que en la estación canicular se vea muy concurrido.

El señor Joaquín Sánchez, sub Intendente Municipal de Belgrano, tiene sobre el honor de haber sido quien, con sus esfuerzos, ha colocado este paseo en el pié en que se encuentra.

En los confines del norte del Municipio se encuentra el solitario Paseo del Lago de Saavedra, en otros tiem- pos muy concurrido y hoy casi abandonado.

En las inmediaciones de la Chacarita se proyecta la

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formación del Parque del Oeste, con lagos artificiales y profusión de árboles para que sirva de solaz al vecin- dario de esos barrios.

La Intendencia reservará de los terrenos destinados á este Parque una extensión de treinta hectáreas para fundar en ellas una quinta de agronomía.

Existe la idea de hacer en los terrenos que ocuparon los antiguos Mataderos, un gran paseo, al que se le da- rá el nombre de Parque de los Patricios.

CAPITULO CXXXII. Plazas.

BKNKKICI08 DK LAS 1»LAZA8. NkCKSIDAU DE ELLAS. La ORNAMENTACIÓN

de Buenos Aires y el señor Carlos Thavh. Plazas antiguas y mo- dernas.— Plazoletas.

Buenos Aires es una ciudad que desde su fundación no contó con el número necesario de paseos y plazas.

Estas se fueron haciendo á medida que la población crecía, sin plan alguno en su distribución, hasta des- pués del 80, en que se tomaron en cuenta las ventajas que para la higiene reportaban estos oasis en su seno que oxigenan la atmósfera con el follaje de sus árboles.

La Parroquia de San Cristóbal, uno de los barrios más populosos de la ciudad, no tenia una plaza donde sus habitantes pudiesen tomar aire, lo que ha venido á remediar el nuevo Parque de los Patricios.

El señor Carlos Thays, Director General de Paseos es quien ha dotado de arboledas frondosas alas plazas y calles de la ciudad, obteniéndose por este medio el em- bellecimiento é higienización de la misma.

La Plaza de Mayo es la más antigua de la ciudad, por formar parte de ella la Plaza Mayor con que Garay de- signó á la que después fué Plaza de la Victoria.

La Plaza del Fuerte, después del 26 de Mayo, comple- ta la actual Plaza de Mayo.

La Plaza del Retiro cuando las Invasiones Inglesas se llamó Campo de la Gloria, después Plaza de Marte, hasta 1862 en que se llamó Plaza General San Martín.

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La Plaza Monserrat se llamaba de la Fidelidad, más tarde San Martín, después Monserrat y General Bel- grano y hoy Mariano Moreno.

La Plaza de la Concepción es de las más antiguas. Hoy se llama Plaza de la Independencia.

En donde era la Plaza Nueva se edificó el Mercado del Plata.

La antigua Plaza del Parque se llama hoy Plaza Ge- neral Lavalle.

El antiguo Hueco de Lorea hoy plaza de este nom- bre está cruzada por la Avenida de Mayo, siendo mer- cado de carretas en otro tiempo y lleva este nombre en recuerdo de Don Isidro Lorea, muerto cuando las Inva- siones Inglesas.

El antiguo Hueco de las Salinas es la actual Plaza Once de Setiembre.

Hasta 1882 en que se inauguró la Exposición Conti- nental, era el mercado más concurrido por las carretas que venían de la campaña.

El adoquinado de las calles que la circundan la han dejado á un nivel de más de un metro sobre éstas, por lo que se le ha dotado de una hermosa verja de mate- rial y grandes gradas que facilitan su acceso.

El antiguo Hueco de las Cabecitas, después Plaza 6 de Junio y hoy Plaza Vicente López es una elegante plaza con frondosos árboles.

El Hueco de Doña Ingracia, hoy Plaza Libertad, cu- yos jardines á bajo nivel la hacen la única en su género de las de la Capital.

La hermosa Plaza Constitución fué, como la del Once mercado de carretas. Posee una hermosa gruta cons- truida durante la Intendencia de Alvear.

El antiguo Hueco de los Sauces, después Plaza 29 No- viembre, más tarde Plaza Bolívar y hoy Plaza Garay.

La Plaza de los Inválidos hoy Plaza España en ho- menaje á la Madre Patria.

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La Plaza de General Hornos en Barracas al Norte, hoy Plaza Vertiz.

Además en Barracas están la Plaza Herrera 7 la Plaza Almirante Brown esta última situada en las calles Irala, Alvar Núñez, Sarmiento y California.

La Plaza Coronel Pringles en la esquina de las calles Caseros y Rioja frente á los viejos Corrales.

La Plaza de Flores, hoy Plaza General Pueyrredón, la de Vélez Sarsfield en la Floresta, de Villa Mazzini en la villa de este nombre, la Plaza Echeverría en Villa General Urquiza, la Plaza de Belgrano en el pueblo de este nombre, la Plaza General Arenales en Villa Be- voto.

La Plaza General Güemes en las calles Salguero y General Mansilla.

La Plaza General Las Heras en la calle de su nombre, Cavia y Canning.

La Plazoleta de los Andes en las calles México y Bal- caree, fué antiguo enterratorio en tiempos de la colonia.

La antigua Plazoleta del Temple hoy General Via- monte en las calles de su nombre y Suipacha.

La Plazoleta del Carmen frente á la capilla de su nombre y la Plazoleta del Mercado del Centro en la esquina de Alsina y Pera.

Tales son brevemente enunciadas las plazas que ha habido y que hay en esta ciudad.

CAPITULO CXXXTII Hstátuas.

TjA8 KSTÁTI7AH DK LA CAPITAL. El MONUMENTO DE SaAVEDKA . El MO- NUMENTO de la Revolución dk Mayo. Monumentos kx la Recole- ta.— La estatua de San Martín. Las de Belorano, Albina, La- valle, Mazzini, Sarmiento, Falucho, Alvear y Costa. Divkrhas estatuas —-Homenaje á Mariano Moreno. Monumentos á Rivada-

VIA Y Á LA IMPRENTA. La ESTATUA ÁíiARIBALDI.

Las plazas y paseos públicos de esta ciudad carecen en su mayor parte de monumentos y estatuas que con- memoren á sus guerreros y hombres de Estado.

Los héroes de la independencia han sido pospuestos y olvidados casi, por extranjeros y caudillos que en las luchas civiles fueron más ó menos afortunados.

Así se explican las estatuas de Mazzini, Lavalle, Alsi- na, Sarmiento, etc.

La pasión política del momento, se ha sobrepuesto á la pasión tranquila del pasado.

Que estos caballeros tengan estatuas está muy bueno, pero que no se eche en olvido á Saavedra, Castelli, Passo, Berutti, Matheu, Las Heras, Dorrego, Brown, Ro- dríguez Peña, Ocampo, Balcarce, Guido, Posadas, al autor del Himno, Colón, etc., y muchos otros, cuyos es- fuerzos en pro de la nacionalidad argentina nadie des- conoce.

En algunos pueblos de la Provincia de Buenos Aires hay estatuas de estos héroes, pero en la Capital de la República no las tienen.

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BUENOS AIRES

El monumento que en el Lago de Saavedra se eleva en honor del coronel Don Cornelio Saavedra, Presiden- te de la Primera Junta de Gobierno Patrio y á cuya de- cisión se debió el éxito de la Revolución de Mayo, no puede reputarse por su insignificancia, como elevado por la gratitud nacional, por ser ridículo en y elevado por un grupo de buenos patriotas de ese barrio, cuando no pertenecía á la Capital de la República y, lo que es más curioso, por españoles.

El Gran Monumento á la Revolución de Mayo, que tantas veces se lia proyectado, duerme el sueño de los justos y la vieja Pirámide de Mayo, se le reputa por mu- chos un estorbo.

En el Cementerio la Recoleta se elevan varios mo- numentos decretados por los Gobiernos Nacional y Pro- vincial, pero para distinguirles en medio de aquella Ba- bel de estatuas, hay que buscar un buen cicerone, que no se encuentra fácilmente, y que encontrado no daría con ellos por que muchos fueron decretados pero no se llevaron á efecto.

Antes de que las cenizas del gran capitán Don José de San Martín descanzasen en tierra argentina, sus con- ciudadanos habían elevado á su memoria la estatua que se inauguró el 13 de Julio de 1862 en la Plaza de Marte, llamada desde entonces de San Martín.

La estatua ecuestre del general San Martín es repu- tada una de las mejores de la capital, consistiendo su mérito en que todo el peso del monumento, descansa sobre las patas traseras del caballo que sostienen á éste y al ginete. La ridicula base en que descanza va á ser cambiada por otra más grande y artística, al propio tiempo que se trasladará de su local actual, al eje de la calle Maipú, donde ofrecerá mejor perspectiva.

Una comisión compuesta por el general Blas José Pico y los coroneles José María Albariño y Pedro Cal-

BUENOS AIRKS 667

derón de la Barca, nombrada por el Gobierno de la Pro- vincia, tomó á su cargo la erección del monumento al general Belgrano.

Todas estas personas fallecieron antes de llenar su co- metido, por lo que el Gobierno, por decreto del 22 de Enero de 1870, nombró en su reemjjazo á los generales Bartolomé Mitre y Enrique Martínez y á Don Félix Pico que renunció, reemplazándosele por el señor Manuel José de Guerrico. El 24 de Septiembre de 1873 se inau- guró solemnemente la estatua delgeneral Belgrano, en la que este general está representado á caballo con la ban- dera nacional en una mano.

El escultor Carriere Beleuze fué el ejecutor de la obra, cuyo costo fué de 60.000 francos más ó menos. Esta es- tatua ha resultado chata y el caballo en que está mon- tado el general, un petizo.

En la Plaza 25 de Mayo, hoy Plaza de Mayo, está si- tuada.

El Io de Enero de 1882 se inauguró en la Plaza Liber- tad, la estatua del doctor Adolfo Alsina, uno de los cau- dillos más populares de Buenos Aires.

El monumento representa al doctor Alsina de pié, con una mano levantada en una actitud poco explicable, siendo la razón de ello, segiín versiones que corrieron en su tiempo, el habérsele quitado un mapa de la Pampa cuya conquista y campaña preparaba el doctor Alsina cuando le sorprendió la muerte.

Un monumento elegante es el que en el mes de Di- ciembre de 1887 se inauguró en la Plaza General Lava- He, representando á este general.

Corona el monumento la persona de La valle de pié en la cúspide de una columna, cuya base de granito, os- tenta los escudos de las catorce provincias.

El 16 de Marzo de 1878 se inauguró en el Paseo de Julio la estatua de José Mazzini, la que tuvo en su con-

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tra el apoyo de la Municipalidad, la que con justa razón alegaba que era un extranjero á quien el país nada debía, pero como la Legislatura ordenara se llevase á cabo este hecho, tuvo lugar la inauguración el día indicado.

La estatua representa á este Repúblico Italiano de pié, apoyando uñadle sus manos en el respaldo de una silla.

La estatua del doctor Domingo F. Sarmiento se inau- guró el 26 de Mayo de 1900, en el Parque 3 de Febrero.

Obra del escultor francés Rodin, su costo se elevó á 25.000 pesos oro y la base que representa á Apolo 12.000 pesos de la misma moneda.

La estatua de Sarmiento ha sido una de las que más críticas ha merecido del juicio público, que no encon- tró la obra como parecido físico, á la altura de la re- putación del escultor que la hizo.

En efecto, la obra de Rodin es un Sarmiento de capa caída, que no representa los perfiles de la fisonomía, ni la figura de este esclarecido talento argentino.

Antonio Ruíz, cuyo nombre de guerra era Falucho, inmortalizó su nombre con una acción heroica que le costó la vida en los Castillos del Callao durante la Gue- rra de la Independencia.

El 10 de Marzo de 1897 se inauguró su monumento, en la Plazoleta de las calles Florida y Charcas.

En el Paseo de la Recoleta, frente á la Avenida de su nombre, se inauguró en Enero de 1899 el monumento elevado á la memoria del Intendente más progresista que tuvo esta ciudad: Don Torcuato de Alvear.

El lfi de Marzo de 1902 se inauguró en Palermo el monumento elevado á la memoria del Doctor Eduardo Costa.

Además de las nombradas, se encuentran las estatuas de los Doctores Antonio Malaver y José María Moreno al frente de la Facultad de Ciencias Sociales; la del

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Doctor Ignacio Pirovano en el Hospital de Clínicas, la del Doctor Germán Burmeister frente á la administra- ción del Parque 3 de Febrero, y la de Belgrano en la parroquia de su nombre donada por el señor Antonio Santamaría.

El Doctor Mariano Moreno fué objeto de un home- naje especial de la Asamblea Constituyente de la Pro- vincia de Buenos Aires el año 1873, la que expresó sus deseos de que fuese honrado con un monumento la me- moria de este eminente patricio, lo que poco después se realizó en el pueblo de su nombre.

En el Centenario de Rivadavia, el 20 de Mayo de 1880, se colocó la piedra fundamental del monumento á erigirse en su honor en la Plaza de la Victoria.

Ese mismo año se colocó también en la Plaza de Monserrat la piedra fundamental del Monumento á la Imprenta.

Ambos duermen esperando que el pueblo despierte y realice los deseos que en otros tiempo manifestó, como asimismo las de Cristóbal Colón y Don Juan de Garay la última de las cuales está en camino de realizarse.

José Garibaldi también tendrá dentro de poco su mo- numento en esta ciudad, y habiéndose colocado hace poco la piedra fundamental.

CAPITULO GXXXIV.

Divisiones Administrativas.

DlVI8IÓN KCLEBlASTICA. POLICIAL. JUDICIAL. El RkOIKTRO ClTTL.—

Rbcolak. Municipal y Electoral.

Las Divisiones Administrativas de Buenos Aires eran tantas que las mismas autoridades que las desempeña- . ban no se entendían y en la práctica los habitantes de la ciudad no sabían á qué jurisdicción pertenecían.

Había jurisdicción eclesiástica y parroquial, policial, judicial, del registro civil, escolar, municipal y electoral todas con diversos límites territoriales, á excepción de la eclesiástica y electoral que coincidían en su mayor parte.

La División Eclesiástica es la más antigua y la que más ha prevalecido sobre las demás.

Fué la primera que se hizo en esta ciudad y la que el Gobierno de la Provincia aprobó por ley del 28 de Ju- nio de 1869, la que rigió hasta la incorporación de Flo- res y Belgrano al Municipio de la Capital.

Las parroquias de Flores y Belgrano se desmembra- ron después lo mismo que las de Balvanera y el Pilar.

La de Flores: en San Carlos, Flores, Vólez Sarsfield y parte de San Bernardo.

La de Belgrano: en las del Carmen, Belgrano y parte de San Bernardo.

La de Balvanera: en Balvanera Norte y Balvanera Sud.

La del Pilar: en la de General Las Heras y Pilar.

A medida que la división parroquial se producía, la división electoral las seguía.

BUENOS AIRES 561

Últimamente el Arzobispado resolvió. la creación de de diez parroquias más, cuyos templos se construirán paulatinamente, con los nombres de San Pablo, San Antonio, San Rafael, San Vicente, Santa Inés, San Pa- tricio, San Luis, San Felipe, San Benito y San Gabriel lo que en el futuro vendría á aumentar la conf uaión ad- ministrativa á no ser la nueva división del Municipio decretada por el Gobierno Nacional el 27 de Diciembre de 1900.

La división Policial sigue en antigüedad á la eclesiás- tica, pues data de los tiempos de Vertiz, que fué el pri- mero que estableció funcionarios policiales y munici- pales. A medida que las necesidades de la población fueron creciendo, se fueron creando nuevas secciones policiales, sin tomar en cuenta las parroquiales.

En 1887 las secciones policiales eran 21, más 5 que se crearon en los territorios de Flores y Belgrano.

Hoy las secciones policiales son 32.

La División Judicial, además de la Suprema Corte de Justicia, Cámaras de lo Criminal, Civil, Comercial y Correccional y de los Juzgados de Primera Instancia respectivos y Jueces de Instrucción, cuenta con los Al- caldes, Jueces de paz, y los Jueces de Mercado.

Su división administrativa tampoco coincidía con las anteriores.

La División del Kegistro Civil establecida en 1884, con ocho secciones, hoy cuenta con quince, compren- de en algunas de éstas á varias parroquias y en otras á una sola.

Los Consejos Escolares establecidos por la ley del 8 de Julio de 1874, comprendía en su origen catorce dis- tritos y hoy veintidós.

La División Municipal se creó por la ley del 10 de Noviembre de 1882 y, como la electoral, se aproximaba más á la eclesiástica.

CAPITULO CXXXV. Nueva División Administrativa.

lrNtPlCACrÓN 1>E LAS DIVISIONES ADMINISTRATIVAS. CoUISIÓK QÜK LA

proyectó. Ki. Gobierno Nacional i.a aprukba. Lo que es la vue- v a división. Falta dr cumplimirnto dki. Dkckrto dki. 27 dk I)i-

(1KMBKK DK 1ÍKX).

El Poder Ejecutivo Nacional, convencido de los in- convenientes que dentro de una misma ciudad reporta- ban tantas divisiones administrativas, nombró, el 5 de Diciembre de 1899, una comisión especial compuesta de los señores doctor Francisco Beazley, Jefe de Policía; doctor Gabriel Carrasco, Jefe de la Oficina Demográfi- ca; Vicario Capitular, Canónigo Luís Duprat; doctor José M. Gutiérrez, Presidente del Consejo Nacional de Educación, y del doctor Enrique Navarro Viola, Jefe del Registro Civil, para que estudiasen el modo de uni- ficar las distintas divisiones que existían en el Muuici- pift de la Capital y lo propusiesen al Gobierno.

Los miembros de la comisión delegaron en el doctor Gabriel Carrasco sus facultades, el que llevó á cabo los estudios necesarios y que, sometidos á sus colegas, me- reció la aprobación, no solo de éstos, sino también de la opinión pública de la capital.

El Gobierno Nacional, por decreto del 27 de Diciem- bre de 1900, aprobó este trabajo entrando en vigencia la nueva división desde el Io de Enero de 1901.

Por él se establece la división de la Capital Federal en tres zonas: Norte, Centro y Sud cuyos límites son:

BUENOS AIRES 563

Ia Zona del Norte: estará formada por todo el terri- torio que queda comprendido al Norte de las siguientes calles: Córdoba, desde su prolongación en el Río de la Plata hasta Río de Janeiro, ésta hasta Chubut, ésta has- ta Gaona y ésta hasta el límite del municipio.

2a Zona del Centro: estará comprendida en el espa- cio entre la línea anterior y la que forman las siguien- tes calles: Garay, desde su prolongación en el Río de la Plata hasta Avenida La Plata, su prolongación Palma, ésta hasta Alberdi (el camino conocido por de Campa- na), y ésta hasta el límite del Municipio.

3a Zona Sud: estará formada por el espacio compren- dido entre la línea anterior y los límites del Municipio, formados por el Río de la Plata, el Riachuelo, Río de la Matanza y el partido del mismo nombre.

Las zonas del Centro y Sud se dividen en cuatro ba- rrios y la zona Norte en seis barrios.

Los barrios á su vez se dividen en varias secciones.

Hasta 1902 esta nueva división no se ha puesto en práctica por las oficinas administrativas á excepción del Oonsejo Escolar que fué el primero que la adoptó.

CAPITULO CXXXVI. 7,a Capital Federal.

kxtknsión de la capital. diferencias entre los diversos barrios dk la ciudad. Clarificación y divibióx quf hace el autor l.e lo* ba- rrios de la capital. Barrio del Puerto. La City. Barrio co- mercial.— Barrio Norte. Barrio de la Recoleta. Barrio í 'es- tro América. Barrio dk Palermo. Barrio Maldoxaihí. Barrio Villa Alveah. Barrio Villa Malcomí. Barrio Villa Crespo.— Barrio Villa Orti'zar. Barrio Belguano. Barrio de Saavfdua. Barrio Rivadavia. Barrio Villa Mazzini. Barrio Vili \ Ca- talinas. —Barrio Villa Modelo. Barrio Villa Devoto.

Aludios no conocen sino el centro de la ciudad y por eso no se dan cuenta del esfuerzo que tiene que desple- gar la autoridad municipal para atender los servicios de n n municipio que tiene una superficie de 18.500 hec- táreas.

Cada uno de sus numerosos barrios tienen caracteres propios que los distinguen entre causando á veces la ilusión de que no pertenecieran á la misma ciudad.

Si se compara la Boca con la Avenida Alvear y á ésta con Almagro ó Nueva Chicago., se encontrará ense- guida la confirmación de lo que decimos.

Vamos á hacer una breve descripción de los diversos barrios del Municipio, haciendo al mismo tiempo por nuestra cuenta una clasificación de éstos, que nos faci- litara la tarea y hará más fácil al lector la inteligencia de lo que es esta gran ciudad.

La Ciudad de Buenos Aires puede dividirse en los siguientes barrios:

BUENOS AIKES 565

Barrio del Puerto: Comprende toda la ribera del Río de la Plata: del Retiro á la Boca. Está ocupado por los grandes depósitos fiscales y es el centro de un activísi- mo movimiento comercial que después pasa á los otros barrios de la ciudad, puesto que por él tienen entrada á la República la mayor parte de las mercaderías que se importan del exterior. Las vías férreas que conducen los frutos del país para la exportación y el movimiento de buques del puerto complementan el movimiento mercantil de este barrio.

Barrio de La City: Comprendido entre las calles Co- rrientes, Paseo de Julio, Paseo Colón, Al si na, Perú y Florida.

En él se encuentran las oficinas del Gobierno Nacio- nal, el Congreso, los Tribunales, el Correo, los Bancos, la Bolsa, las imprentas de los principales diarios, las grandes compañías de seguros, agencias de vapores, grandes tieudas, la Municipalidad, casas bancarias y co- merciales, etc.

Barrio Comercial: Además déla' City que es el centro de los negocios y actividad mercantil, se encuentra este barrio comprendido entre las calles Corrientes, San Martín, Bolívar, Venezuela, Entre Ríos y Callao, en el que están radicadas las principales casas mayoristas de la capital, la Avenida de Mayo, teatros, las calles Artes y Buen Orden, Rivadavia, Victoria, B. Mitre, Cangallo, etcétera.

Barrio Norte: De Rivadavia á Callao, de Callao á Juncal, de Juncal á Florida y de Florida á Rivadavia.

Es un barrio aristocrático y comercial. En él se en- cuentran los principales teatros de la capital, numero- sas plazas, etc. El Retiro que es un centro de activo movimiento comercial se encuentra comprendido en este barrio, como asimismo el Barrio de los Turcos en las calles Reconquista, Córdoba, Charcas y Tres Sar-

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gentos, habitado en su mayor parte por comerciantes de esta nacionalidad con numerosas tiendas, baratillos, fondas, etc.

Barrio de la Recoleta: Comprendido entre las calles CerritOj Juncal, Paseo de Julio y Centro América. En él se encuentran el boulevard Callao, las Avenidas Re- pública y Alvear que constituyen el moderno Saint Germain Porteño.

Barrio Centro América: Situado entre las calles Ca- llao, Paraguay, Bermejo y Juncal, elegante barrio mo- derno que cuenta con numerosas casas de comercio. La calle Santa es su principal arteria en la que residen distinguidas familias de la capital.

Barrio de Palermo: De Bermejo á Maldonado y de Paraguay al Río. Es un barrio nuevo que se ha desa- rrollado asombrosamente de veinte años á esta parte. En él se encuentran la Penitenciaria, hermosas quintas, lindas avenidas, numerosos paseos inclusive el de sa nombre y varios cuarteles.

Barrio Maldonado: Desde el Arroyo de este nombre hasta la Avenida de los Ombúes y de Nicaragua al Eío. Poco poblado aún.

Se encuentran en él numerosas quintas, la estación Palermo del ferrocarril Buenos Aires al Pacífico. La Avenida Cabildo es el centro principal de este barrio.

Barrio Villa Alvear: Inmediata al anterior barrio. Está comprendida entre las calles Nicaragua, Arroyo Maldonado, Canning y Rivera. Muchos terrenos baldías existen aún y su importancia es reducida.

Barrio Villa Malcolm: Los terrenos en que se ha le- vantado esta villa pertenecían á Don Juan Malcolm, cuyo nombre lleva, estando la parte edificada compren- dida entre las calles Chubut, Triunvirato, Eivtra y Darwin.

Barrio Villa Crespo: La Fábrica Nacional de Calza-

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BUENOS AIRES 5t)7

do fué el primer núcleo importante de población que hubo en esta villa la que está comprendida entre las ra- lles Warnes, Chubut, Triunvirato y Humboldt.

Barrio Villa Ortúz ir: Ocupa una pequeña parte de los antiguos terrenos de la Chacarita de los Colegiales y está edificada en los terrenos de Ortúzar cuyo nombre lleva. El Cementerio de la Chacarita y la calle Colegia- les se encuentran en las inmediaciones de esta villa, cuya parte edificada se encuentra comprendida entre las calles Triunvirato, Colombia, Alvarez, Thomas y Del Colegio.

Barrio Belgrano: comprende la planta urbana del an- tiguo partido de este nombre. De este barrio nos ocu- pamos detenidamente en capítulo aparte.

Barrio de Saavedra: Conocido también por Núñez por haber pertenecido la mayor parte de los terrenos á Don Florencio E. Núñez. La Avenida Cabildo es su principal calle estando unido al centro de la ciudad por los ferrocarriles Central Argentino y Buenos Aires y Rosario y el tramway Rural. El Paseo del Lago y nu- merosas quintas ocupan la mayor parte de este barrio cuyo núcleo de población va aumentando rápidamente.

Barrio Rivadavia: Esta parte del Municipio está aún casi despoblada, no mereciendo el nombre de barrio. Es el extremo norte de la capital estando ocupado por va- rias chacras, cuyas más antiguas son las de White, An- chorena y Andrade.

El único movimiento que habia en este paraje era la extracción de arena del río.

Barrio Villa Mazzini: Inmediata á Belgrano del que está separado por el ferrocarril al Rosario siendo una ^oblación nueva y que progresa diariamente. El pueblo es pequeño y tiene poca población.

Barrio Villa Catalinas: Es uno de los barrios de la capital que más rápidamente ha progresado. Tiene ca-

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lies adoquinadas, buenos edificios y se comunica con el centro de la ciudad por medio del ferrocarril al Ro- sario. Los terrenos en que se edificó esta villa pertene- cían á la Empresa Muelles y Depósitos de las Catalinas. Con motivo del Centenario del General Urquiza el 18 de Octubre de 1901 se le puso Villa General Urquiza.

Barrio Villa Modelo: Está situado entre Villa Maz- zini y Villa Devoto. Es una población insignificante comprendida entre las calles Triunvirato, Olazábali Avenida Libertad y Pampa.

Barrio Villa Devoto: Está separado de Villa Catali- nas por un despoblado. Contiene varios edificios de im- portancia, entre ellos el Seminario Conciliar y hermo- sos chalets. El ferrocarril al Pacífico y el Tramway Rural son sus medios da comunicación. El pueblito el Talar está inmediato á esta villa lo mismo que el Mon- te Spinetto entre Santa Rita y Villa Devoto.

CAPITULO CXXXVII. ha Capital Federal.

Barrio Oeste. Barrio del Once. Barrio de Almagro. Barhio »kl Caballito. Barrio Flores. Barrio Villa Sahta Bita. Barrio Floresta. Barrio Monte Caíjtro. Barrio dk Liniers. Barrio Nüsva Chicago. Barrio Villa del Biachuelo.

Barrio Oeste. Está comprendido entre las calles Ca- seros, Entre Ríos, Callao, Paraguay, Centro Amérk-a y Jujny. Comprende todo el Oeste propiamente dicho, de la ciudad, aunque sus extremos pueden considerarse norte y sud respectivamente.

Es habitado en su mayor parte por gente poco pu- diente, no faltando sin embargo familias ricas en él.

Abundan los conventillos, hospitales y casas mayo- ristas y minoristas. El gran depósito de las Aguas Co- rrientes de la calle Córdoba y el nuevo edificio del Con- greso se encuentran en este barrio, como asimismo el Barrio Tenebroso de la calle Junín, centro de frecuen- tes escándalos.

Barrio del Once: De Jujuy, Centro América, Corrien- tes, Medrano, Castro Barros y Alsina. Muy comercial, abundando los molinos, el más antiguo de los cuales es el Molino del Oeste, muchas ferreterías, depósitos de vi- nos, corralones, etc. El Ferrocarril del Oeste le mu- cha animación.

Barrio de Almagro: Debe su nombre á Don Toribio Almagro, primitivo dueño de los terrenos en que se en-

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cuentra edificado este barrio. En la calle Rivadavia se mcuentran las quintas de Tarragona, Achával, Mnñiz, Da portal, Biaus, etc. Está habitado por numerosas fa- milias y es poco comercial.

Birrio Caballito: Parece que el origen de este nom- bre ha sirio un almacén donde paraban las carretas que venían del oeste. El señor Enrique Ropes fué uno de los primeros propietarios del Caballito. Las quintas de Mnlhall, Lezica, Cousandier, etc., se encuentran en este b irrio, el que ha adelantado mucho en estos últimos años.

B irrio Flores: Es la antigua planta urbana del partido de San José de Flores. De este barrio nos ocupamos en capítulo aparte.

Barrio Villa Santa Rita: Al Norte de Flores. Poco poblado aún.

Barrio Floresta: El nombre moderno es Vélez Sars- field, pero predomina el antiguo de Floresta. Una de las casas más antiguas es la de Don Florencio Giménez en la calle Rivadavia. Fué el punto terminal del Ferro- carril del Oeste cuando se inauguró esta línea en 1857. Tiene muchas calles adoquinadas, una linda plaza y se va poblando rápidamente. Tiene todo el carácter deán pueblo de campo.

Barrio Monte Castro: Comprendido entre la Flores- ta, Villa Devoto, Liniers y el Partido de San Martín. Tndicionalmente tiene este nombre. Primitivamente estos turónos eran ocupados por un gran monte de du- raznos de los llamados del monte, el que hace muchos años que desapareció. La población no es densa y se encuentra diseminada en varias chacras y quintas. El Almacén de la Figura ocupaba hasta hace poco el local de la antigua posta de este nombre.

Barrio de Liniers: Es el límite Oeste del Municipio. No hay más que un núcleo muy pequeño de casas en la

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calle Rivadavia. La instalación de los talleres del Fe- rrocarril del Oeste en este barrio lo hará adelantar den- tro de poco.

Barrio Nueva Chicago: La creación de este barrio se debe á los Nuevos Mataderos de Liniers. Hasta 1895 no había edificio alguno. Hoy se va poblando, edificándo- se muchas casitas por pequeños propietarios. Frente á los Mataderos se ha formado un pueblito con numero- sas casas de comercio.

Barrio Villa Riachuelo: Está situado en los confines del Municipio en las inmediaciones del Paso de la Noria. No tiene importancia alguna.

capitulo cxxxvirr.

Z& Capital Federal.

Barrio Sud. Barrio de los Corrales. Barrio dk la Boca. Ba- rrio üe Barracas. Barrio del Paseo de Julio.

Barrio Sud: Entre las calles Victoria, Paseo Colón, Caseros y Entre Ríos. Es el barrio en que hay más edi- ficios antiguos. Residen en él numerosas familias anti- guas del país y fué durante muchos años el barrio pre- ferido de las familias pudientes, muchas de las que pa- saron después al norte.

Hay en él numerosos conventillos, plazas y casas de comercio de importancia. El bariio Constitución que tiene caracteres propios puede incluirse en este barrio, el que es un centro de activísimo movimiento comercial al que da vida la empresa del Ferrocarril del Sud. Es uno de los centros principales del comercio de frutos del país.

Barrio de los Corrales: Comprende una inmensa zona del sud y sudoeste de la capital. Allí estuvieron hasta hace poco los Corrales de Abasto. En él se en- cuentran muchos hospitales, paseos, casas de comercio, curtiembres, fábricas, etc.

Hay muchos trechos sin edificarse y en sus inmedia- ciones se encuentran el moderno barrio de Nueva Pom- peya, el famoso Pueblo de las Ranas, Villa Industrial, la quema de basuras. Desde la translación de los mata- deros á Liniers, su movimiento comercial ha decaído.

BUENOS AIRES 573

Barrio de la Boca: Fué hasta 1880 un barrio aislado de la ciudad, con su vida propia y su carácter especial. Todos los idiomas y dialectos del mundo se oyen en la Boca.

La mayor parte de sus construcciones eran de made- ra sobre pilotes de la misma, porque cuando había cre- cientes todo se inundaba. Más tarde* se prohibió esta clase de construcciones, y hoy se ven buenos edificios de material y buenas calles con buenos afirmados. La calle Pedro Mendoza costea la ribera del Riachuelo y la Avenida Almirante Brown la une al centro de la ciudad.

El puerto de la Boca del Riachuelo siempre fué de activo movimiento comercial, encontrándose su costa ocupada de corralones, almacenes navales, depósitos de frutos del país, etc.

Barrio de Barracas: Este barrio es muy antiguo y co- mo su nombre lo dice, fué el punto donde se establecie- ron las primeras barracas de frutos del país y los sala- deros en las costas del Riachuelo.

La calle Larga de Barracas, hoy Avenida Manuel Au- gusto Montes de Oca, es la calle principal que la une á la ciudad.

Tiene buenos edificios, quintas, plazas, casas de co- mercio, fábricas y activo movimiento mercantil al que contribuye el Mercado Central de Frutos situado en Ba- rracas al Sud.

Concluiremos nuestra reseña con un barrio central cuya edificación poco ha adelantado á pesar de su situa- ción. Nos referimos al barrio Paseo de Julio que tiene caracteres propios. El comercio que allí negocia es un comercio sui generis, compuesto de cambalacheros, fon- deros, almaceneros, posadas, etc., habitado en su mayor parte, por gente de mal vivir.

CAPÍTULO CXXXIX. la Capital Federal.

LOS ÜE8LIN1>K8 OK LA CAPITAL. TRANSFORMACIÓN OPKRADA DK 1880 Á

1902. Descripción amena i>k la costa dkl límitk nokts A la Boca.

Los progresos de Buenos Aires sorprenden, no sólo al viajero, sino también á sus propios habitantes.

Desde 1880 en que se declaró Capital definitiva de la Nación, arranca la era de prosperidad y adelantos, sien- do el primero que le dio el impulso en este sentido el Intendente Don Torcuato de Alvear.

Verdad es que se ha gastado mucho, estando la Muni- cipalidad casi insolvente, pero es indudable que todo ha contribuido á llevar á esta ciudad á ocupar el primer puesto entre las capitales de la América del Sud y el se- gundo entre las de la raza latina, después de París.

No es muy lejano el período de evolución para que se haya olvidado el cambio radical que se ha operado.

Han desaparecido la Estación Central de los Ferro- carriles y con ella el antiguo murallón del Paseo de Julio, la bajada de la Aduana Nueva, el bajo donde se veían las lavanderas, el edificio de la Aduana, su muelle cuya punta escasamente alcanzaría al Dique núm. 3, al que atracaban las barcas mercantes cuando el río esta- da crecido, empleándose además los carros para la des- carga de las mercaderías.

También el Muelle de Pasajeros en el bajo de la calle Cangallo que en las bajantes del río quedaba en seco y

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por donde se hacían el tráfico de pasajeros y cargas con los puertos del litoral, especialmente con Montevideo.

A la airara de la calle Corrientes había un pequeño muelle ocupado por una confitería que en verano se convertía en bañadero nocturno.

El Paseo de Julio estaba separado de la ciudad por las vías férreas que ocupaban el sitio donde hoy están las de los tramways eléctricos.

Siguiendo por la ribera más al norte se encontraba el Muelle de las Catalinas, centro de activísimo movimien- to comercial.

En ese tiempo había pocos depósitos fiscales y los de la Aduana de las Catalinas prestaban servicios impor- tantes, conservándose todavía, no así su muelle que tam- bién ha desaparecido con las obras del puerto y con él la importancia que tuvieron estos depósitos, pues el go- bierno cuenta hoy con numerosas construcciones de esta clase en los diques y dársenas.

Viene enseguida la Fábrica del Gas y la bajada de la calle Maipú donde estaba el Puerto San Martín y donde los buques mercantes transbordaban á los carros sus mercaderías, siendo bastante profundo.

Hoy es una buena calle adoquinada que conduce á la nueva estación Retiro del Ferrocarril Buenos Aires y Rosario.

Un poco al norte del Hotel de Inmigrantes se encon- traba la batería San Martín.

Donde están los galpones y depósitos de los ferrocar- riles del Rosario y Central Argentino eran terrenos ocu- pados por el río, los que paulatinamente se fueron relle- nando.

El viaducto del Ferrocarril Buenos Aires quita hoy la vista del río de esa parte de la costa.

El bajo de la Recoleta estaba ocupado por un monte de sauces, lugar preferido antes para las romerías espa- ñolas.

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Hoy lo ocupa una parte de las Obras de Salubridad. Aquí se hizo la primera montaña rusa, frente á la esta- ción del ferrocarril del Norte.

En esta costa naufragó el vapor Saturno, cuyos rea- tos se veían hasta hace poco.

Todo el bajo hasta Palermo era río, toscas y monte. Hoy esos terrenos ganados al río están ocupados por los depósitos del Expreso Villalonga, Caballerizas de Fernández, el Velódromo de Palermo, etc.

El 80 se encontraba á esta altura el Tiro Nacional, donde concurrían los batallones de la defensa á hacer ejercicio de tiro.

El mismo Palermo no es el de antaño con sus calles barrosas y arenosas, convertidas en hermosas avenidas macadamizadas y arboladas.

Los días de lluvia y de temporal el viaje en el ferro- carril se convertía en viaje acuático. El río todo lo cu- bría.

Desde el Arroyo Maldonado, antiguo límite del Mu- nicipio, comenzaban los potreros de la policía donde iban á concluir sus días los caballos inútiles de esta re- partición. Hoy se encuentra allí un polvorín, se levan- ta el Tiro Federal, hay buenas avenidas en formación y hasta Belgrano no hay peligro de inundaciones, pues todo eso se va transformando paulatinamente, habién- dose sembrado millares de árboles, con la idea de en- sanchar el Paseo de Palermo.

El Hipódromo Argentino, que no tenía más que una tribuna, ha cambiado también, teniendo hoy dos á más de la vieja, siendo una de ellas el palco de los socios del Jockey.

En sus inmediaciones se ven diversos Ecuries y Studs en los que se cuidan los caballos que corren en los Hi- pódromos.

Y siguiendo siempre al norte nos encontramos con el

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pueblo bajo de Belgrano, el que antes se inundaba fá- cilmente y que hoy ha adelantado mucho, teniendo va- rias de sus calles adoquinadas y sus terrenos rellenán- dose poco á poco.

El Tiro Suizo, la Fábrica de G-as, el Arroyo de Vega con su hermoso monte de sauces, El Hipódromo Nacio- nal, los Mataderos de Belgrano, el pueblito de Saavedra, el Arroyo Medrano, y por último, Rivadavia, límite norte del Municipio, inmediato al celebre callejón de Ibañez.

Nos hemos extendido por la costa norte haciendo no- tar sus variaciones de poco tiempo á esta parte.

Haremos lo mismo con la costa sud, continuando des- pués con los deslindes sudoeste y noroeste del Muni- cipio.

Tomando como punto de partida la esquina de las calles Victoria y Paseo Colón donde comenzaba el via- ducto del ferrocarril á la Ensenada, el que concluía en la vieja estación Oasa Amarilla, tres cuadras más al centro de donde se encuentra esta hoy.

Todo ese lado de la ciudad no tenía casi acceso al río siendo en su mayor parte barrancas imposibles de tran- sitar.

El río tocaba el fondo de la casas que daban á él.

Este bajo, como el norte, tenía su especialidad en un gremio que hoy ha tomado otros rumbos y desempeña sus funciones muy lejos de donde antes tenía sentadas sus reales.

Nos referimos á las lavanderas que concurrían á la- var la ropa de la mayor parte de las familias de la ciu- dad en los hoyos de las resbaladizas toscas, en las que cada una tenía su sitio, respetándose entre ellas el de- recho de posesión que ellas mismas se otorgaban sobre el terreno que ocupaban.

Todo ese bajo lleno de sogas con las ropas volando al aire libre, ha desaparecido para no volver más.

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La estación Venezuela, situada entre las calles de Mé- xico y Venezuela, era una casilla de madera con su an- den á la altura del viaducto.

En el bajo de la calle Belgrano había un pozo ó re- molino de bastante profundidad á donde iban los carre- ros á bañar los caballos y lavar los carros.

Como era profundo, aún cuando el río se retirase, estaba señalado con una boya firme, habiéndose ahoga- do allí varios pilluelos que concurrían á bañarse.

Este bajo era también teatro de guerrillas á pedradas entre muchachos.

El viaducto empezó á desaparecer desde antes del incendio de la Estación Central con los trabajos del puerto en que fueron rellenándose esos terrenos.

De Casa Amarilla, ó sea de la esquina de Brasil y Pa- seo Colón, que era donde terminaba el viaducto, el bajo continuaba lo más variado, lleno de juncales, pozos, resaca, etc., hasta el Riachuelo.

Todo el terreno que hoy ocupa la Dársena Sur eran juncales impenetrables en los que no faltaban cazado- res con sus escopetas por esos sitios.

Otro espectáculo interesante era la pesca en la playa.

Ver echar la red, y después contemplar en esta el sin- número de peces revolcándose en la arena, era un es- pectáculo diario que no volveremos á ver más, estando todo eso ocupado hoy por los diques, calles adoquina- das, tramways eléctricos, etc.

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CAPITULO CXL. l,a Capital Federal.

Descripción amena de los deslindes sud, sudoeste, oeste, noreste y norte del Municipio.

Todo pasa, todo queda transformado por el movi- miento que impele á la Gran Capital del Sud á la cima de la civilización y del progreso.

Era original el antiguo puerto de la Boca.

Sabido es que en aquella época no entraban á este ninguno de los grandes transatlánticos que hoy vemos en los diques y dársenas.

Esos buques fondeaban en la rada exterior donde transbordaban á embarcaciones menores sus pasajeros y mercaderías.

Solo entraban al Riachuelo los vapores de los ríos y los buques de cabotaje, siendo pocos los de Ultramar que lo hacían por su mucho calado.

La Boca era una población sui, genvns como lo es to- davía, pero que también, como suburbio de la Gran Me- trópoli, ha participado de su progreso.

El movimiento marítimo era inmenso como lo es ahora, descontando el de los diques y dársenas.

La Boca con sus cafetines en la ribera en la calle Pe- dro Mendoza, con su cosmopolitismo ultra en que se oyen todos los idiomas y dialectos imaginables, con su ferro- carril que llegaba hasta la esquina de Pedro Mendoza y Brown, lleno de curvas y desvíos y con su ribera

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llena de instalaciones mecánicas, corralones, etc., poco en ha cambiado.

La Barraca Peña, los puentes sobre el Riachuelo, etc., aumentan el tráfico de toda esta parte del Municipio, al que hay que agregar la construcción más grande en su género de las que en el mundo existen. El Mercado Cen- tral de Frutos, que aunque en territorio de la Provincia, puede considerarse moralmente en la capital.

Más allá de los puentes, el Riachuelo continúa su sinuoso curso, pasando cerca de la quema de basuras, encontrándose un poco más arriba el Puente Alsina.

Los deslindes del Municipio, comprendidos entre los puentes del Ferrocarril del Sud y el Puente Alsina, se han transformado de poco tiempo á esta parte y se transformarán más aún con la canalización del Ria- chuelo.

Hay allí barrios populosos, como el de Nueva Pom- peya y Villa Industrial.

Va costeando casi al Riachuelo la calle Arena, tan te- mida de los lecheros por los frecuentes asaltos y robos.

Esa parte sud de la Capital, se transforma rápida- mente.

Donde era el Cementerio del Sud, se encuentra hov el Jardín del Sud, las antiguas quintas de Navarro Vio- la y Balcarce, testigos mudos de los progresos de esa parte del Municipio.

Pasando el Puente Alsina comienza el Bañado de Flo- res, que antaño pertenecía á la Chacarita de los Fran- ciscanos, y en el que ha poco se ha descubierto un cua- drante solar.

Sobre el Riachuelo se encuentra el Polvorín Munici- pal, elegante y sólida construcción moderna, destinada al depósito de pólvoras y explosivos.

La calle Larrazábal conduce del Paso de la Noria á los Nuevos Mataderos de Liniers, paraje despoblado ha

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poco y que cada día adelanta, edificándose infinidad de casas por pequeños propietarios, y que llegará en muy poco tiempo á ser un núcleo importante de población, formando con el título de Nueva Chicago un nuevo ba- rrio de la ciudad.

Siguiendo un poco más al oeste, se encuentra Santa Lucía, antiguo edificio que llama la atención del obser- vador por la construcción de su torre y corredores.

La Estación Liniers es el límite oeste de la Capital, el que es bastante irregular, formando varios martillos.

Inmediato al kilómetro 12 del Ferrocarril del Oeste, sobre la calle de Rivadavia, están las ruinas de la Posta Vieja, que eran donde se hacía la primera muda de ca- ballos cuando los correos y diligencias hacían estos ser- vicios antes de los ferrocarriles.

La antigua tablada estuvo en Liniers en la calle Gao- na, siendo un centro de mucha actividad, la que ha sido en pequeña parte reemplazada hoy por los cuarteles de Liniers, reputados como únicos en su género en Amé- rica.

Liniers será dentro de poco, con los Mataderos y los Talleres del Ferrocarril del Oeste, un nuevo centro de adelanto y un nuevo testimonio de la fuerza expansiva de esta ciudad.

Siguiendo la línea de Liniers á Villa Devoto, poco poblado aún, sólo se ven chacras de verdura.

Se encuentra en ese camino, en Monte Castro, el alma- cén de la Figura, conocido á largas distancias por este nombré.

Un barrio elegante y fantástico es Villa Devoto, lími- te noroeste del Municipio.

Allí se encuentran el Seminario, Asilo de Damas de Misericordia y numerosos palacetes particulares.

El Tiro a Segno Italiano también se encuentra en esta localidad, que lleva el nombre de Devoto, por haber sido

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todos los terrenos en que está edificada esta villa, pro- piedad de los caballeros italianos de este nombre.

Siguiendo un poco al norte de esta villa, se encuen- tran Villa Lynch, Villa Progreso y en seguida el pueblo de San Martín.

Viene después Villa Catalinas, con sus fábricas, calles adoquinadas, etc., fundada por la Sociedad Muelles y Depósitos de las Catalinas.

Hacen veinte años, todos estos puntos eran campos abiertos.

Al noreste de esta villa está Saavedra, con su her- moso Paseo del Lago, al que en otros tiempos asistía numerosa concurrencia y hoy solitario con su estatua de Cornelio Saavedra.

La calle Cabildo, antes Real ó 25 de Mayo, es su prin- cipal arteria.

Un poco más al norte está Bivadavia, límite norte del Municipio, poco poblado aún.

CAPITULO CXLI.

Flores.

La católe deRivadavia.— Las primeras quintas en el camino a Flo- res.— La Iglesia Antigua. Historia de la Iglesia Nueva. Veci- nos.— Nomenclatura de sus calles.

El antiguo pueblito de San José de Flores fué el pri- mero de los de la Provincia de Buenos Aires que gozó de las ventajas del ferrocarril.

Unido á la Capital por el Boulevard Rivadavia, fué el punto elejido por numerosas familias y capitalistas para residencia veraniega construyendo los suntuosos edifi- cios que les sirven de mansión.

La calle Rivadavia fué tradicionalmente mala. Los pantanos, pozos y demás inconvenientes de que se en- contraba llena, no permitían otra clase de rodados que los carros y carretas de bueyes.

En 1868 se constituyó la Sociedad Anónima de los Caminos de Flores y Gauna, de la que era presidente el señor Antonio Terrero, tesorero el señor John P. Boyd y secretario el señor Juan Francisco Tarragona, la que tomó á su cargo el contrato celebrado por el Gobierno de la Provincia con los señores Juan R. Rodríguez y Compañía.

El 2B de Abril de 1870 se comenzó á cobrar el peaje, y la conclusión de la obra en 1¿72.

La llegada del tramway de Billinghurst á Flores con- cluyó con el incómodo medio de transporte que usaban

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la mayoría de los vecinos, consistente en carros de bueyes manejados por los populares Don Dalmacio y Rivas, los que salían de Flores á las siete de la mañana y llegaban al centro á la una del día. Viajaban de este modo fami- lias como las de Soriano, Dorrego, Cárdenas. Terrero y muchas otras.

Las primeras quintas que se edificaron en el camino á Flores cuando fué el tramway, fueron la Lezica, Fresco, Mulhall, Tarragona, Cousandier, Basualdo y Duportal.

En los veranos residían en este pueblo las familias de Dorrego, Carabassa, Malbran, Medina, Marcó del Pont, Seeber, Soriano, Mulhall, Llavallol, Basualdo, Blanco, Rodríguez, Best, Cárdenas, Terrero, G-omar, Alsina, Castro, etc.

La antigua iglesia de Flores se construyó por el año 1830, á iniciativa del cura Don Martín Boneo, el que, secundado por el vecindario, edificó en un terreno do- nado para este objeto por Don Juan Diego Flores, una capilla de techo de paja que más tarde se cambió por teja y que conservó hasta su demolición. Ocupaba el mismo sitio en que se edificó la iglesia actual.

Al cura vicario Don Feliciano de Vita debe Flores el elegante templo que posee, obra de los arquitectos Be- nito Panuzi y Emilio Lombardi y de los maestros cons- tructores Andrés Simonazzi y Tomás Allegrini.

El 4 de Mayo de 1879 se colocó la piedra fundamen- tal, siendo padrinos de la ceremonia la señora Dolores N. de Parravicini y el señor José de Carabassa.

El 18 de Febrero de 1883 fué bendecido solemnemen- te el nuevo templo por el Arzobispo Monseñor Aneiros, siendo padrinos la señora Felisa Dorrego de Miró y el doctor Dardo Rocha, Gobernador de la Provincia en esa época.

El cura De Vita fué secundado eficazmente en esta

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empresa por una comisión de damas y otra de caballeros.

Componían la primera las señoras Angela Dorrego de Ortiz Basualdo, Carmen Díaz Vélez de Cano, Tere- sa R. de Fresco, Higinia C. de Cañas, Rosario G-. de Die- kelman, Carolina S. de Harilaos, Dolores N. de Parravi- cini, Mercedes Urioste de Terrero, Ana B. de Torres, Matilde F. de Euíz de los Llanos, Carlota Vivar de Un- aué, Emilia Paz de Aguirre y señorita Enriqueta Te- rrero.

La comisión de caballeros la componían los señores siguientes: José de Carabassa, Antonio Marcó del Pont, Manuel, Fermín y Luis Ortiz Basualdo, Norberto Fres- co, Daniel Maxwell, Juan Manuel Terrero, Rafael Ruíz <Je los Llanos, Mateo Victorica, Santos Unzué, Enrique Lezica, Luis Amadeo, Pedro López y los señores Me- lián, Medina y Aguirre.

En la puerta del templo se lee la placa siguiente:

«Este templo se construyó debido á la iniciativa

y perseverancia del cüra vlcario

Don Feliciano de Vita.

18 de Febrero de 1883».

Larga es la nómina de las personas que han residido ■en Flores, algunas de las que han fallecido ya y otras que han enagenado sus propiedades, entre las que se en- cuentran los señores: Bartolomé Vivot, Antonio Terre- ro, Mariano E. Aguirre, Juan Terrero, Juan Nepomu- ceno Márquez, Luis Naón, Antonio Rocha, Enrique Le- zica, Luis Basualdo, Felipe Llavallol, Norberto Fresco, Baldomero García, Daniel Maxwell, Manuel Ortiz Ba- sualdo, Antonio Luis Pereyra, David Methwen, Isidro Sil- va, Manuel Márquez, Eleodoro Montarcé, Antonio Marcó del Pont, Antonio Pardo, Jacobo Parravicini, Vicente

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Silveyra, Juan Lanas, Enrique Peña, Ángel Estrada, Rafael Ruíz de los Llanos, Mateo Victorica, Carlos Naón, Domingo Armesto, Justo M. Pinero, José de Ca- rabassa, Marcos Arroyo, Elias Hernández, etc.

Cuando se cambió la nomenclatura en los diversos ba- rrios de la capital, los nombres de las calles de Flores fueron también cambiados á excepción de los que no se encontraban repetidos en otros puntos del Municipio.

Los nombres antiguos los escribiremos entre parén- tesis, y los modernos á su lado.

Calles de Este á Oeste.

Directorio ( Circunvalación Sud ), Convención ( 9 de Julio), Provincias Unidas (Flores), Unión (ídem), Riva- davia (Real, y por poco tiempo Primera Junta), Yerbal (Buenos Aires), Flores, Bacacay (General Lavalle), Bo- gotá (Progreso), Avellaneda (Circunvalación Norte}.

Calles de Norte d Sud. Al Sud de Rivadavia:

Carabobo (Circunvalación Este), Lautaro (2B de Ma- yo), pamacuá (Colón), Ferrocarril (idem), Membrillar (Belgrano), Rivera Indarte (San José), Pescadores, Pe- dernera (General Necochea), Várela (Libertad), Colpi- na (General La Madrid), Porvenir (ídem), San Pedrito (Circunvalación Oeste).

Calles de Norte d Sud. Al Norte de Rivadavia:

Boyacá (Circunvalación Este), Beltrán (Maipú), Gra- naderos (San Martín), Gavilán (General Las Heras), Caracas (La Paz), Fray Cayetano (Constitución), Sud América (idem), Bolivia (Independencia), Condarco (Chacabuco), Terrada(Alsina), Nazca (Circunvalación Oeste).

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CAPÍTULO CXLII.

Belgrano.

LOS PRIMEROS TIEMPOS. LOS VECINO». Sü8 ADELANTOS. La NOMKNCLA-

TUBA DE SUS CALLES.

Belgrano fué fundado poco después de la caída de Rozas.

La ley del 3 de Agosto de 1857 mandó se tuviese por ley del Estado el decreto del Gobierno del 3 de Diciem- bre de 1866, creando un Juzgado de Paz en el nuevo pueblo de Belgrano fijándose también los límites, y cuyo ejido debía ser una legua á todo viento de la plaza principal, rematándose, previa tasación, los terrenos mu- nicipales y arrendarse los que no se vendiesen.

Don Laureano J. Oliver fué uno de los primeros pre- sidentes de la Municipalidad de Belgrano y uno de los más celosos defensores de su progreso.

Los señores Oliver, Cardoso, Tobal, Corvalán, Mom, Miró, etc., fueron de los primeros pobladores de este pueblo.

Muchas y muy distinguidas son las personas que han tenido sus casas y sus quintas en este pueblo, conser- vándose la mayor parte aún en poder de sus primitivos dueños.

Al principio sirvieron de residencia veraniega y más tarde fijaron su residencia definitiva, viviendo muchos todavía, otros han muerto, pero las quintas están habi- tadas por las familias de sus dueños y otras propieda- des han sido enajenadas.

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Los que pueden reputarse como antiguos vecinos de Belgrano, incluyendo los que tienen más de quince años de residencia, son:

Valentín Alsina, Bernardo de Iturraspe, Francisco Chas, Mariano Billinghurst, Rafael Corvalán, Octavio Olascoaga, Enrique Caprile, Eduardo Esteves, Nicolás Anchorena, Florencio Núñez, Jorge Atucha, Emilio Bunge, Juan Martín Estrada, José Morillo, José María Jurado, Luis G. Balcarce, Antonino Llambí, Nicolás Ju- rado, Santiago Luro, Bruno Quintana, Gustavo Napp, Julio Calvo, Joaquín Sánchez, Manuel Bilbao, Emilio Agrelo, Francisco Seeber, Lucio V. Mansilla, Adolfo Saldías, Luis Gowland, Manuel Piera, Manuel Pérez del Cerro, Rafael Hernández, Cayetano Pezzi, Exequiel Paz, Antonio Tarnassi, Benjamín Calvete, Arturo Ca- rranza, Emilio Nouguier, Julio Fonrouge, Antonio Stor- ni, Lisandro Billinghurst, José M. Sagasta Isla, Nicolás Bowers, Federico Kruls, Joaquín Crespo, José Hernán- dez, Policarpo Mom, Juan B. Médici, Manuel Basavil- baso, Rodolfo Newbery, Antonio Matti, Mauro Matti, José Francisco López, Alejandro Caride, Juan Bautista Corti, Mariano Cache, José Miguel Arredondo, Emilio Caillou, Dardo Rocha, Paulino Llambí Campbell, Jorge Bealey, Guillermo White, Alberto Arrióla, Cipriano Cal- vo, Joaquín Aldecoa, Ramón Sarda, Antonio Echega- ray, Mariano Gradín, Lúeas González, Rafael Demaría, Blas Pico, Octavio Pico, Dionisio Ponsati, Franklin Caries Livingston, Sinf oroso Molina, José Sánchez Bus- tamante, Januario Escobedo, Carlos Sidders, Ernesto Tornquist, Joost Llambí, Fernando Guerrico, Juan Po- destá, Gustavo Brewer, Carlos Varangot, Juan Mendo- za, Adolfo J. Pueyrredón, José Tosso, Federico Car- ranza, Ángel Carranza Mármol, Juan Llerena, G. C. Dickinson, Juan Buschiazzo, José Bozzano, Antonio Rocha, Juan Abella, Federico Cibils, etc.

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La primera iglesia estuvo frente al Paseo de la Ba- " rranca, donde hoy es la quinta del doctor Alston, no con- servándose de ella sino la torre convertida en depósito de agua.

Los primeros Circos de Carreras estuvieron en Bel- grano, y en el Camino de las Cañitas había grandes reu- niones de este género.

En la calle Lavalle, pasando el mercado, había un re- ñidero que en 1887 se clausuró.

El gas se estableció en 1878 y las aguas corrientes poco después. Este último servicio, hacen unos ocho años que se hace de pozo semisurgente en reemplazo del anterior que era de agua del río.

Las calles 25 de Mayo y Lavalle fueron las primeras que se empedraron en tiempo de la provincia.

Belgrano te.nía todo el carácter de un pueblo de cam- po y en 1880 el Presidente Avellaneda fijó su residen- cia en este pueblo, declarándose ese mismo año en el Salón de la Municipalidad que Buenos Aires era desde entonces la capital definitiva de la Nación.

La Barranca ha dejado de ser un gran potrero, en el que pacían tranquilamente los animales. Los baños pú- blicos que allí había y en los que muchos aprendieron á nadar, han desaparecido.

La barranca se ha transformado en un hermoso pa- seo iluminado á luz eléctrica, con jardines y calles per- fectamente cuidadas, luciendo en sus esquinas el monu- mento al general Belgrano, donado en 1899 por Don Antonio Santamaría, y en otra una espléndida fuente regalada por Don Nicolás Mihanovich.

Frente á la plaza se eleva la elegante iglesia de Bel- grano, única en su género en América del Sud, obra del arquitecto Juan Buschiazzo y edificada mediante los es- fuerzos del cura Carranza y las donaciones de Don Sin- foroso Molina, Francisco Chas y Doña Mercedes Caste- llanos de Anchorena.

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Belgrano con sus hermosas y sombrías calles adoqui- nadas, sus jardines, sus palacios, sus avenidas, etc., ha cambiado radicalmente de un tiempo á esta parte.

Las calles y sus plazas, además del progreso material que han tenido, no conservan sus antiguos nombres y la transformación de su planta urbana se debe al Petit Alvear, como cariñosamente se designa á Don Joaquín Sánchez, sub Intendente Municipal de Belgrano.

Ya el pueblo bajo no se inunda, ni el famoso Ferro- carril del Norte hace exclusivamente el servicio de transporte, habiendo además del Ferrocarril del Rosario varias líneas de tramways eléctricos.

Concluiremos este capítulo transcribiendo los nom- bres antiguos y modernos que tenían las calles del pue- blo. Las antiguas van entre paréntesis.

De Norte á Sud:

Once Septiembre (idem.), 3 de Febrero (idem.), O'Hig- gins (Chacabuco), Arcos (Maipú), Cuba (Cerrito), Obli- gado (Río Bamba), Cabildo (25 de Mayo), General Paz (idem), Amenabar (Tucumán), Moldes (Ituzaingó), Ti- dal (Suipacha), Crámer (San Lorenzo).

De Este d Oeste:

Monroe (Saavedra), Blanco Encalada (San Martín), Olazabal (Necochea), Mendoza (Pavón), Juramento (La- valle), Echevarría (Rivadavia), Sucre (Castelli), Pampa (Moreno).

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CAPITULO CXLIII. Belgrano.

Bailes y tkrtuliab. La juvkmtud ahora quince años. Tipos popu- lares.— Los políticos. Periódicos.

Don Federico Miró fué quien edificó el primer Club social á cuyos bailes concurría lo más chic de la socie- dad porteña.

Los maestros Esnaola y Albornoz tocaban en el pia- no, y no faltaba alguna niña discípula de don Tiburcio, que era un maestro nombrado en aquellos tiempos, que recitase «La Aroma v de Echeverría, con acompaña- miento de Esnaola, estando todavía en boga la «Flor de un día».

Concurrían á esos bailes muchos jóvenes de entonces, entre ellos Diego Chaves, Santiago Calzadilla, Carlos Rodríguez Larreta, Federico Miró, Melchor Arana, etc.

El Club Unión ha sido el centro social de más larga vida que ha tenido Belgrano, y á él han pertenecido casi todos los que han residido en este pueblo.

El salón de la Sociedad Italiana ha sido un centro so- cial que tuvo mucha aceptación.

En él se celebraban conciertos, funciones teatrales y las Cinderellos Dances.

Belgrano ha tenido una activísima vida social.

En muchas casas de familia se daban recibos y tertu- lias familiares.

Los recibos en lo de Don Luis Balcarce serán siempre recordados con gratitud por los que á ellos asistieron.

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El bello sexo que allí se reunía estaba representado por las señoritas Erna y Paulina Frers, María Balcarce, Josefina Llerena, Laura y Elvira Arredondo, Estela, Judith y Elba Bilbao, María Gordillo, Elia y Julia Ju- rado, María Adela y Margarita Caprile, Matilde y Elisa Hecker, Manuela y Margarita Barker, Lola Pérez del Cerro, Lucila y Emilia Gowland, Margarita y María Te- resa Hernández, Elena Newbery, María Luisa y Emilia Gradin, Corina Kruls, Ernestina y Julia Basabilbaso, Ana Sucre, Julia Calvo, Mercedes Demaría, Julia y Ali- cia Alkeine, Margarita y Clotilde González Bonorino, Matilde y Elena Piera, Matilde Figueroa, María Sarda, Angela y María Adela Casa, Silvia Tarnasi, etc.

En los veranos la plaza y la Barranca se veían llenas de distinguida concurrencia, que asistía á oir la música que una banda, costeada por suscripción, tocaba en al- guno de estos dos puntos.

Los carnavales eran muy animados.

De día los jóvenes recorrían las casas de sus relacio- nes, y de noche el corso alrededor de la plaza era el cen- tro de reunión y animación. Otras veces se verificaba éste en la calle Lavalle y después en estay la calle Seal.

Los recibos en lo de Antonio Tarnassi, Fernando Pé- rez, Luis G. Balcarce, Nicolás Jurado, Figueroa, etc., coronaban las fiestas de carnestolendas.

La juventud de ahora quince años, era la que daba animación y movimiento social á Belgrano, á pesar del nombre de Cementerio Inglés con que se le designaba.

Componían esta juventud Osvaldo Stokdale, uno de los tipos más populares y queridos de Belgrano; Adol- fo Calvete, siempre agitado^con la política; José Antonio Jurado, Luís Balcarce, Agustín M. Casa, Federico Fi- gueroa, Alberto Caprile, Manuel Piera, Ricardo Yañiz, Mariano Gradin, Máximo E. Casa, Eduardo Alkeine, Mauro Matti, Ricardo Ponsati, Daniel Sánchez, Blas J.

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Pico, Amoldo Matti, Francisco Gaché, Enrique Caprile, Carlos Balcarce, Arturo Echegaray, Eduardo Billin- ghurst, Manuel Pérez del Cerro, Manuel Bilbao, Eduardo González Bonorino, Jorge Newbery, Federico Kruls, Juan Sasso, Antonio Conforte, Ricardo Zaldarriaga, Antonio Storni, Emilio Matti, Antonio Pezzi, Julio Go- rini, Jorge Bilbao, Enrique G. Barker, Estanislao Del Campo, Narciso Alcorta, Antonino Llambí, Ricardo Seeber, Mario Carranza, Jacinto Morillo, Jaime Abella, Alberto Echegaray, Ernesto Calvo, Horacio Morillo, Juan Gastaldi, Enrique Siptorpe y Pantaleón Sánchez.

De este grupo muchos faltan, habiendo pagado en temprana edad el tributo que todos pagaremos á la natu- raleza, y otros, la mayoría, casi han formado su hogar.

Belgrano ha tenido y tiene sus tipos clásicos y sus particularidades.

No hay que olvidar á Natalio, el fundador, como ma- yoral del tramway del ferrocarril del Norte, conocedor y amigo de todo el mundo, ni á Cañete, el viejo guerre- ro de la Independencia, á quien en los aniversarios pa- trios se le llevaba en triunfo, ni á Francisco Blanco el despachante al fiado, más popular, y que debido á los clavos, como él dice, no ha hecho camino, ni á Juan Bolón, el antiguo pescador que, para las elecciones, lo mandaban á votar de galera y guarda polvo, ni á Rufi- na Sánchez y su compañero, devotos ambos del Dios Ba- co, lo mismo que el jorobado Benedicto Torres, ni á Rufino Pérez, que contaba en cualquier idioma á su modo y que cuando se le decía corre Rufino!, no paraba hasta que se le dijese basta, ni á Pacheco, el antiguo peón de la estación del ferrocarril del Norte, vestido siempre de jaquet azul y gorro de paja, ni al negro Saa- vedra, con sus cumplidos, ni á Pedro Machín, con su cara de fraile y alcalde in partilms, ni á Zaf arancho, el popu- lar cochero de la calle Real, con su jerga incomprensible

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y su eterno pedido de galeras viejas, etc., y tantos otros que sería largo continuar enumerando y que están fres- cos en la memoria de los que residen en este pueblo.

La Confitería del Águila, de Finollo, centro de reunión á la tarde, y cuyo negocio continúa hoy la viuda; las antiguas tiendas de Gorini y Marietta, las más antiguas y reputadas de Belgrano, el hotel Watson, frente á la plaza, la fonda de Bachicha, en las calles Lavalle y Real, el almacén de Merellos, el Piccolo Torino, el al- macén y restaurant más concurrido, las cocherías de Jerónimo Riva y Ángel Lagomarsino, etc., etc.

Belgrano ha sido un pueblo en el que ha habido abundancia de políticos.

Desde sus primeros tiempos hasta nuestros días han actuado como tales los señores Laureano J. Oliver, Ra- fael Hernández, Florencio E. Núñez, Julio Fenrouge, Luis G. Balearse, Lisandro Billinghurst, Adolfo Cal- vete, Fernando Ghierrico, Diego Fernández Espiro, Carlos Varangot, Juan Antonio Agrelo, el popular Po- roto, Joaquín Sánchez, Hilario Orlandini, José María Sagasta Isla, Manuel Piera, Emilio C. Agrelo, Ricardo Ortega, Policarpo Mom, José Morillo, Juan Malcolm, Salvador Benedit, Julio Grorini, etc., los que en medio del calor de las luchas políticas han conservado siempre una amistad inalterable salvo raras excepciones.

El periodismo ha tenido buenas plumas y numerosos periódicos.

La Prensa de Belgrano, de Policarpo Mom al princi- pio y de Manuel Piera después, ha sido el de más larga vida y el que ha gozado de más popularidad.

Le sigue El Tribuno de Belgrano, de Ricardo Ortega, y La Lil)ertad de Belgrano, de Daniel Navarro.

Belgrano, de Adolfo Calvete y Manuel Conforte, El Argentino, de Ambrosio Maggio, La Verdad, de Julio H. Silva, V Avenir e, etc., representan el periodismo local de estos últimos tiempos.

CAPITULO CXL1V.

Cosas que pasan,

moi>as i>e otros tiempos. costumbres callejeras que desaparecen. Baratillos populares. Tipos callejeros.

Hemos hablado en capítulos anteriores del aso de los peinetones, miriñaques y otras costumbres que estuvie- ron en boga.

Vamos á rememorar brevemente algunas cosas que vinieron después y que tuvieron su época.

Hubo un tiempo en que las señoras y señoritas usa- ban el pelo corto, llamando con el apodo de «pan de le- che» á las que no se lo cortaban, siendo á su vez califi- cadas por éstas con el de «peladas». Esto dio origen á los siguientes versos:

«Son tantas las peladas Que van á misa Que las de pan de leche Se escandalizan.

Los peinados más usados eran los de bananas, bucles, amor partido, melena y castaña, los que han sido reem- plazados hoy por los rodetes, bandean, flequillos, etc., y las mil artimañas modernas que antes no se conocían.

Los sombreros más comunes como el calañés, las mas- cotas y las pamelas han sido sustituidos por las tocas, gorras y la variedad de sombreros que vemos en nues- tras damas.

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Era común el uso de las capelinas para la cabeza, co- mo asimismo las redecillas con emperatriz, las roton- das, etc.

Los vestidos se asaban con túnicas largas, sobrepo- lleras, garibaldinas, mangas perdidas, suavas y el «si- gúeme pollo» que consistía en un moño prendido atrás del cuello con cintas hasta el suelo.

Los géneros más generales eran el tartán, el dril y el madapolán. El tarlatán se usaba para bailes y teatros. La coleta era la más usada para forros.

El polizón fué una moda que tuvo su época, siendo por lo general de cerda y de arcos de alambre.

Ya no se ven casi los botines de prunela, los guantes de punto con dedos y otros de mano llamados mitones, como asimismo las pulseras y cadenas de cerda, los guardapelos, las caravanas y cadenas de eslabones de oro, etc.

En estos últimos años han desaparecido de nuestras calles muchas cosas y costumbres que en otros tiempos eran muy generales.

Antes cualquier persona detenía á otra para pedirle fuego ó para preguntarle la hora.

Los cocheros de tramway daban serenatas con sus cornetas durante cuadras, tocando ya el arrorró ó algún aire popular en boga con que se anunciaban á la china del barrio cuando pasaban ó por puro gusto filarmó- nico.

Las hijas de las familias pudientes en el centro no están en los balcones como antes, en que eran muy hal- coneras.

Han desaparecido los carros de cola que conducían las bordalesas de vino de la aduana á las casas mayoris- tas, como así mismo las cuartas y cadeneros en las ca- lles centrales, los lecheros á caballo, las vacas con sns cencerros, y los carros verdes de los carniceros.

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Las esquinas de las calles son todas ochavadas. An- tes terminaban en punta.

Los lustradores con sus cajones y cepillos que ofre- cían sus servicios con el lustra! lustra! y al que han reemplazado numerosos salones para este objeto.

El juego del barrilete que tantas desgracias causó.

El frexco! fresquito! de los pescadores con sus cañas al hombro.

El prd papa!, botiglia vacida! etc., de los vendedores de papas y compradores de botellas vacías.

Las zapaterías tenían al frente una bota de latón y las barberías lucían su «bacía».

Los coyas bolivianos que cargados de baratijas reco- rrían las calles centrales de la ciudad y á los que han reemplazado los mercachifles turcos.

El cigarro negro y el de chala, el mate, los juntadores de puchos, etcétera.

Ya en los atrios ha desaparecido e\ padrino! con que los muchachos del barrio pedían cobres en los bautis- mos, y cuando no los obtenían el padrino pélao! con que seguían á los coches.

El viático que antes salía en procesión, con sus dobles de la campana que el monaguillo llevaba, detenía el tráfico algunas veces, obligando á descubrirse hasta á los indiferentes.

Las procesiones que recorrían con toda pompa las calles centrales.

Los indios cautivos que venían de la Pampa, y que custodiados por piquetes de soldados, cruzaban las ca-. lies en dirección á los cuarteles, donde se distribuían entre las familias que los solicitaban á excepción de los hombres que generalmente se incorporaban al ejército.

Los baratillos populares, como el de Palomo en la calle Piedad entre Sui pacha y Artes el de Don Carlos el Alemán al lado del paredón de San Miguel, el de

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Dellucía en la calle Esmeralda y Viamonte, el de Don Braulio el de las puntillas. «El Padre Desertor», «Las Tres Bolas» de la calle Cuyo, «El Hijo Pródigo* de la calle Belgrano, que se incendió. Don Juan del Agujero, el misterioso baratillero de la calle Belgrano, cuyo nom- bre era Juan Vidal, y que al morir dejó una regular fortuna á uno de sus sobrinos.

La Rottisserie Florida de Monsieur Billot, el Café Filipp, el Georges Mercer, etc., que tan buenos recuer- dos dejaron.

Desde José Tartaz hasta Tartabul, Buenos Aires ha sido fecundo en esta clase de individuos, muchos de los que eran locos ó degenerados y vividores los más.

Tartaz era un individuo dotado de mucha memoria, el que mediante una ínfima suma de dinero recitaba ó declamaba versos y composiciones en los cafés.

El Coronel Dorrego, á quien en varias de sus compo- siciones atacaba, le hizo pasar un mal rato con una bro- ma pesada.

Don Eusebio, de la Santa Federación, 'era un loco que en tiempo de Rozas gozaba del título de Mariscal de América, y sus frecuentes desórdenes daban con él en la policía, de donde salía por orden superior.

Manghi fué más tarde el más famoso de esta clase de tipos.

Su parada favorita era en la puerta del teatro Argen- tino, frente á la Merced, produciendo con la boca ruidos extraños cuando salía la gente de misa.

En uno de los carnavales pasados, Manghi se disfrazó de Conde en unión de Uriarte y Salaverry, formando este triunvirato famoso el Concilio Ecuménico, como ellos decían. Uriarte murió en la epidemia de la fiebre amarilla, y Salaverry después de Manghi.

Minutti lucía una condecoración de Caballero de Malta.

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Raymond, «con papeles ó sin papeles», siempre anda- ba repitiendo su estribillo á todo el mundo.

Bayoneta Calada era un masitero que solía cantar mi- longas vestido de romano. Era un tipo alto, delgado é infaltable á cualquier reunión de esa época.

El Negro Clemente era un campanero de Santo Do- mingo, que cuando no tenía que tocar las campanas sa- lía á la calle reuniendo los perros á una señal que les bacía con su palo, y cuando el número pasaba de cinco ó seis por el mismo medio los ahuyentaba. Fué el ante- cesor de Gragera.

Don Pepe el de la Cazuela, el prestigioso acomodador de la Cazuela de Colón, era un tipo afeminado y el que ponía orden entre sus turbulentas pupilas.

Petronita era un negro afeminado amigo de vestirse de mujer. A intermitencias era acomodador en los tea- tros, siendo su ocupación favorita la de mucamo de per- sonas conocidas.

Los morenos Tío José y Tío Domingo eran los ven- dedores de los famosos bollitos de Tarragona.

Otro tipo popular, entre los morenos, era un negro que venía de Ramos Mexía vendiendo mazamorra en una muía, gritando por las calles: «Mazamorra la cocida para la mesa tendida». En esta última palabra el more- no se extendía sobre su muía.

Doña Dolores Guizao era una mujer callejera, cuyo placer era insultar á los muchachos, y cuando éstos no le decían nada, ella los buscaba diciéndoles: «Mu- chachos, no me dicen nada?», y los muchachos entonces le gritaban: «Doña Dolores Guizao, Puchero y Asao», á lo que Doña Dolores prorrumpía en insultos contra ellos hasta que huían.

Saborido fué con Manghi otro de los cantores de ese tiempo.

600 BUENOS AIBBS

Su estribillo favorito era:

Cayó el pez en la remanga Qué ganga, qué ffanga. Siento que el amor me pincha, Qué pichincha, qué pichincha.

La juventud alegre de esos tiempos reunió en el Ar- gentino, allá por el año 1868, á todos estos tipos en un concierto magno que se conoce por el concierto Manghi, y que ha sido hasta el presente el único espectáculo $tU generis que ha presenciado esta capital.

Manghi declamó la «Flor de un día», y á lo mejor de su peroración, un poroto pasó zumbando por sus oídos, y con toda calma dijo: «no tiren», continuando imperté- rrito en su papel, comenzando en seguida una lluvia de maíz, papas, repollos, zanahorias, etc., que dieron al traste con el artista improvisado.

Minuti cantó el «Trovador» y los demás hicieron di- versos papeles, concluyendo la fiesta en una batahola infernal.

Gragera fué un comerciante que tuvo varios buques y los perdió, y cuando se encontró arruinado se volvió loco dándole la manía de los perros, de los que se decla- ró protector.

Gragera (a) San Roque, recorría las calles centrales de la ciudad, vestido de saco ó levita negra, armado de un descomunal garrote y seguido de una multitud de pe- rros sarnosos á quienes protegía, sulfurándose cuando los muchachos le llamaban por su alias.

Candelario era un charlatán vulgar que se hacía más loco de lo que era para pasarlo mejor. En sus últimos tiempos repartía avisos.

Giglio, el saludador de la calle Florida, vive de lo que buenamente se le da.

Tartabul es otro charlatán que vive pronunciando discursos y repartiendo avisos.

CAPITULO CXLV.

ha Criéis.

RlQUEZAS DEL PAÍS. ObIOEN DK ESTA CRISIS.— LOS BANCOS LIBRES.

Emisiones clandestinas. El oro y el Gobierno. Causas dk la cri- sis.— La revolución de Julio de 1890. El Gobierno y la crisis. La ley de Conversión. Causas del malestar económico. Los tiempos pasados. La justicia del día. El comercio. La indus- tria.— Quiebras y moratorias. Las cuestiones con Chile.

La República Argentina es uno de los países del mun- do con quien la naturaleza se ha mostrado más pródiga.

Su inmenso territorio posee todos los climas y todas las producciones de la tierra.

La ganadería, representada por millones de animales, la agricultura cada día en creciente aumento, á pesar de los contrastes temporales que sufre, la mineralogía inexplotada casi, etc., son elementos que solo requieren para su prosperidad y desarrollo, buen gobierno y esta- bilidad de la cosa pública.

Este país, que posee éstos elementos, que cuenta ape- nas con cinco millones de habitantes, sufre periódica- mente sacudimientos económicos conocidos con el nom- bre de «Crisis». Varias de estas crisis ha pasado el país, pero ninguna tan prolongada é intensa como la actual.

Ella tuvo su origen en una época de locura, en que todo el mundo estuvo ciego y en la que el país alcanzó un desarrollo productor y económico que fascinó.

El abuso del crédito y la especulación general que se apoderó de todo el mundo, trajo esta situación que en

602 BUENOS AIRES

su origen llamó el presidente Juárez «Crisis de Progre- so», y cuya cola nos resulta más grande que la cabeza.

La Nación adoptó la ley Americana de los Bancos Li- bres y los gobiernos de^provincia se apresuraron á fun- dar Bancos de emisión en toda la República.

Pero esa ley sabia y cuya aplicación en Norte Améri- ca produjo excelentes resultados, entre nosotros fué de- sastrosa su aplicación, porque se le falseó desde un prin- cipio.

Esa ley exigía el depósito de garantías reales ó de encajes efectivos para garantir sus emisiones y aquí se admitieron como tales, letras y pagarés, que no se le- vantaron á sus vencimientos, viniendo en consecuencia fes emisiones á no tener garantía alguna real. Eran pa- peles garantidos por papeles.

Y no fué este hecho fundamental, en parte, el que causó la depreciación de la moneda circulante, sino las emisiones clandestinas que inundaron la República.

El oro subió y el Gobierno Nacional quiso detener la suba vendiendo todo el que tenía en sus cajas primero, y prohibiendo su venta en la Bolsa después, medidas contraproducentes que no impidieron más tarde la coti- zación del oro á 476.

Las emisiones clandestinas, las especulaciones con los dineros oficiales, los papeles y acciones de empresas par- ticulares que llegaron á sumar más de mil millones, las empresas de colonización que no se llevaron á cabo, el establecimiento de industrias ficticias que no prospera- ron, las sociedades anónimas, los famosos centros agrí- colas y ensanche de égidos en la Provincia de Buenos Aires, como asimismo las cédulas hipotecarias de esta provincia, que llegaron á cerca de cuatrocientos millo- nes los emitidos; los empréstitos nacionales, provincia- les y municipales, comprometiendo en los segundos las provincias sus tierras públicas disponibles, la concesión

BUENOS AERES 603

de todo género de empresas, muchas de ellas descabe- lladas, que tenían la garantía del Gobierno Nacional comprometiendo el tesoro de la Nación en sendos millo- nes de pesos; la deuda externa de la República que suma millones de pesos, á distintos tipos é intereses, la que el senador Pellegrini intentó unificaren 1901, con mal éxi- to etcétera, son causas capaces de conmover la más só- lida situación financiera.

Se intentó en Europa la venta de 24.000 leguas de tierra, operación que fracasó; la inversión descabellada de millones de pesos en fomentar una inmigración artifi- cia], facilitando pasajes subsidiarios; la falta de amor al trabajo honrado de la mayoría de los habitantes y el de- seo de improvisar fortunas en la especulación y el juego y mil otras causas de larga enumeración, produjeron el desastre financiero que todavía sufrimos.

Es indudable que el mayor apogeo de progreso del país ha sido en esa época, ¿pero por cuántos años he- mos comprometido la riqueza pública?

Hubo crisis política y económica. La Revolución de Julio del 90 fué la explosión del sentimiento público ante el derroche de los dineros del Estado y la corrup- ción política que imperaba.

La Revolución de Julio no cambió la situación eco- nómica de la República, produciéndose en 1891 el páni- co en el pueblo y el comercio, traducido en su período álgido en las corridas á los Bancos.

Se derogó la ley de Bancos Libres reemplazándose por la de los Bancos Garantidos que rige actualmente.

Los Bancos Oficiales en completa bancarrota cerra- ron sus puertas, creándose el Banco de la Nación Ar- gentina y para remediar éstos males se contrajo un em- préstito interno de varios millones de pesos.

El Gobierno pareció animado de buenos propósitos administrativos, comenzando por suspender el pago de

604 BUENOS AIRES

las garantías á las empresas que gozaban de esta fran- quicia, causando este hecho la muerte de esta clase de concesiones, las que no se negociaban en Europa sin esa condición, pero las causas de esta crisis, como hemos visto, son tantas y tan profundas, que no son fáciles de remediar en poco tiempo. Pueblo y Gobierno se ha- bían acostumbrado al lujo y á gastar más de lo que se tenía y encarrilar una situación en estas condiciones era empresa ardua, tan ardua, que todavía no se ha encar- rilado. '

El malestar ha seguido desde entonces con intermi- tencias más ó menos graves hasta llegar á la situación en que nos encontramos.

El precio del oro descendió, pero esto que antes se consideraba un bien inestimable, resultó que era un per- juicio para el país, según entendidos financistas se en- cargaron de probarlo, sancionándose, para evitar esto, la ley de conversión, en la que se fijaba como mínimum el tipo de 227,27, medida que detuvo la baja del oro, ley que de hecho ha sido derogada este año, disponiéndose del fondo de conversión acumulado y que alcanzaba á unos doce millones de pesos oro que se han invertido en gastos para la defensa nacional.

La causa fundamental de esta crisis se encuentra en el abuso que se hace del crédito, tanto por el Gobierno como por el comercio, los Bancos y los particulares.

El Gobierno y el país se encuentran con que el co- mercio ha crecido demasiado, acostumbrándose ios par- ticulares, como hemos dicho, á gastar más de lo que pueden.

Los buenos comerciantes son víctimas de sus colegas de mala f é, lucrando estos con las moratorias y quiebras en perjuicio de los primeros.

La tradición de honorabilidad del comercio porteño, aunque no ha desaparecido del todo, va pasando tam- bién al camino de los recuerdos.

BUENOS AIRES 605

Aquellos tiempos en que la palabra era oro y valía más que mil pagarés, que nuestros antepasados recor- daban con orgullo, no volverán!

La falta de una justicia breve y rápida ha dado origen á los arreglos privados en los que los acreedores ganan tiempo y evitan gastos.

Antes se veía una que otra casa de comercio á mitad de cada cuadra ó en las esquinas, lo que les permitía vi- vir, pero hoy se ven millares, unas al lado de otras, que se hacen una competencia ruinosa é imposible su exis- tencia.

En 1895 había 3.263 almacenes al menudeo y 4.853 tiendas y baratillos. En 1900 el número de los primeros era 5.010 y el de las segundas 6.100.

El comerciante mayorista es el culpable de esta mul- tiplicación de casas de comercio minoristas, por ser ellos quienes facilitan su establecimiento como un medio de dar salida á sus mercaderías, siendo ellos también los que sufren sus consecuencias cuando quiebran ó cierran sus puertas.

La Industria Nacional produce el doble de lo que el país consume, encontrándose casi todas en crisis, espe- cialmente las azucareras y vinícolas.

Las únicas que tienen una existencia próspera son las de la cerveza y los fósforos.

La quiebra de una casa trae consigo el arrastre de otras, y el malestar de la campaña y provincias repercu- te en esta plaza que es el mercado donde se proveen aquéllas.

Las pérdidas de las cosechas, la langosta, la peste en los ganados, la baja en los frutos del país, las inundacio- nes, etc., son causas agravantes de esta crisis.

Durante el año 1901 las moratorias acordadas en to- da la República, se calculan en treinta y seis millones el activo y en veintinueve millones el pasivo.

606 BUENOS AHLES

Las quiebras en el mismo año se calculaban en doce millones el activo y en trece millones de pesos el pasivo, sin contar las cesiones de bienes que se calculaban en seis millones el activo y en cinco millones el pasivo (1).

Contribuye, no solo á mantener, sino también á au- mentar esta situación, la cuestión internacional con Chi- le, la que tiene sus períodos álgidos de alarma, que, cuan- do se producen, cuestan al país millones de pesos que se traducen en armamentos, privando á la actividad na- cional de millares de brazos produciendo, como es con- siguiente, la desconfianza en Europa en perjuicio de nuestro crédito.

La crisis actual no se solucionará hasta que el Go- bierno no regularice sus gastos, equilibrando sus entra- das y salidas, se limite el crédito, se liquide el exceso de casas de comercio, bajando las casas á su justo nivel, to- do, previo arreglo definitivo de las cuestiones pendien- tes con Chile.

Felizmente el país tiene fuentes de riqueza inagota- ble que le permitirán reponerse de este mal estar eco- nómico, necesitando para ello honradez administrativa.

(i) Estas cifras son tomadas de La Nación del 9 de Enero de 19U2.

CAPÍTULO CXLVL Confraternidad Hispano Argentina.

Españole» y argentinos á principios del siglo XIX. La emancipa- ción Americana. Llegada dk buques de guerra españoles después de la Independencia. El C4obierno de Urquiza y los españoles. Reimpatriación de los restos de Liniers y dk sus compañeros. Reconocimiento dk la independencia por España. La España y la Argentina después de la Independencia. El viaje de la Sarmien- to. — Agasajos en España. El Gobierno y el Pueblo Argentino retribuyen las demostraciones. La Colonia Española de la Re- pública se adhiere á las fiestas mayas dk 19C0. Fiestas de la con- fraternidad.— Benéficos resultados.

Los albores del siglo XIX vieron luchar unidos á es- pañoles y argentinos contra los invasores ingleses.

Los acontecimientos ocurridos en España por la in- vasión francesa, produjeron la insurrección de las colo- nias americanas, resultando de ello la emancipación de estas.

Españoles y americanos se dividieron en dos bandos, los unos para conservar sus colonias y los otros buscan- do su libertad.

Consumada la independencia nacional, la situación de España y de la República Argentina quedó en statu quo hasta que la Madre Patria reconoció la Indepen- dencia.

Durante la presidencia del General Urquiza, se inició la reconciliación con España, con motivo de la llegada de las corbetas de guerra españolas Masonedó y Luisa Fernanda, hecho que se realizaba por primera vez d <

608 BUENOS AIBES

de la independencia, cuyos marinos fueron muy agasa- jados al pisar nuestras playas.

Hasta entonces los españoles eran considerados como hijos del país, sirviendo como tales en el ejército.

Una comisión compuesta de los señores Vicente Ca- sares, Benito Hortelano, Vicente Rosa y Lázaro Elor- tondo, se apersonó en ese tiempo al General Urquiza, obteniendo de éste que los españoles no prestasen ser- vicios militares en adelante.

Fué durante el gobierno de este general que se acre- ditó el primer cónsul español en Buenos Aires, que lo fuá el señor José Zambrano, apareciendo también el primer periódico de la colectividad española con el nom- bre de EL Español, bajo la dirección de Don Benito Hor- telano.

Antes del tratado del 63, el Gobierno de la Confede- ración había accedido á los deseos de la reina Isabel H (21 de Mayo de 1861), de reempatriar los restos de Li- niers, Gutiérrez de la Concha, Allende y Moreno, ejecu- tados el año 1810 en la Cabeza del Tigre (Provincia de Córdoba), y que se encontraban en la Cruz Alta, siendo trasladados al Paraná donde el 31 de Agosto de 1862 fueron entregados con todos los honores militares co- rrespondientes por el General Mitre, encargado provi- sorio del Gobierno Nacional, al Cónsul Español Don Joaquín Fillol, encargado por su gobierno de la recep- ción de estos restos, los que fueron embarcados en el bergantín de guerra español Gravina, que les condujo á España.

El General Mitre, durante su presidencia, firmó el tra- tado del 21 de Septiembre de 1863, por el que España reconoció la Independencia Nacional.

Desde la Guerra de la Independencia, jamás hubo nube alguna que empañara el horizonte de ambas na- ciones, no sucediendo lo mismo con otros países ameri- canos con los cuales llegó España á estar en guerra.

BUENOS AIRES 609

Con estos antecedentes, una reconciliación amplia con la Madre Patria no era difícil, faltando para ello única- mente la oportunidad, la que se presentó á fines del siglo XIX, con motivo del viaje de la Sarmiento alre- dedor del mundo.

La presencia de esta nave en los puertos españoles motivó una serie de manifestaciones, que comenzaron en Manila y continuaron con mayor explendor en Bar- celona, Madrid, Cartagena y la Habana.

El Gobierno Español se asoció oficialmente á estas manifestaciones, como asimismo la sociedad y el pue- blo español.

Durante su permanencia en Madrid, los marinos ar- gentinos fueron agasajados de todos modos, siendo reci- bidos á su llegada á la coronada villa, por los Ministros de Estado en medio de las aclamaciones de un pueblo entusiasta.

Sus Majestades les concedieron una audiencia espe- cial, obsequiándoles con un banquete en el Palacio Real.

En el Ayuntamiento, en la Gobernación, en la Socie- dad Ibero Americana, en los Círculos Naval y Militar, en el Ministerio de Marina, etc., se celebraron fiestas y banquetes en honor de nuestros marinos.

La prensa de Madrid les obsequió con un banquete en Lhardy; el Senado manifestó oficialmente su com- placencia por la presencia de los marinos argentinos en la capital de España; la función de gala en el Teatro Real de Madrid, donde al escucharse por primera vez nuestro himno, Sus Majestades y séquito oficial acom- pañados de la ¿aristocrática sociedad madrileña lo escu- charon de pió, aplaudiendo del principio al fin nues- tro himno.

Y si á estas fiestas se agregan las salutaciones solem- nes de los gremios y de centenares de personalidades distinguidas que pasaron á saludar á los marinos, la vi-

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RUEÑOS AIRES

sita de éstos tuvo todo el carácter de una demostración de simpatía nacional de España á la Argentina.

No podía el Gobierno de la República permanecer indiferente ante estas manifestaciones y mucho menos el pueblo argentino, el que por un movimiento espon- táneo y unísono, resolvió corresponder á tanta hidal- guía, tanta mayor, cuanto que era la primera vez que un país americano era objeto de ella en la noble tierra española.

El Gobierno Nacional, interpretando fielmente estos deseos, decretó la reglamentación del Himno Nacional suprimiendo las estrofas que herían el sentimiento es- pañol.

La Plaza de los Inválidos recibió el nombre de Plaza España, y la Municipalidad, secundando el sentimiento nacional, resolvió obsequiar con un artístico jarrón á la Reina de España, que fué encargado al notable escultor español Mariano Benlliure, que el Intendente Bullrich personalmente entregó en 1901.

La numerosa colectividad española residente en la República, correspondiendo á su vez á la actitud del pueblo y poderes nacionales, resolvió concurrir el 26 de Mayo de 1900 en manifestación pública á entregar al Presidente de la República un pergamino que atesti- guase la gratitud del pueblo español al argentino al mo- dificar las estrofas del Himno.

El día señalado se organizó una gran manifestación, la que durante todo el trayecto dio entusiastas vivas y aplausos á la Confraternidad Hispano- Argén tina.

La Plaza de Mayo ofrecía un aspecto imponente. Mi- llares de personas esperaban desde temprano la colum- na ávidas de escuchar el Himno de la Confraternidad y el Himno Nacional, por la masa coral de todos los or- feones españoles.

El entusiasmo fué indescriptible cuando los manifes-

BUENOS AIRES 611

tantes llegaron á la Casa Rosada y se desprendió de la columna la Junta Ejecutiva de la Asociación Patriótica Española, con el objeto de entregar el álbum dedicado por la colectividad española en homenaje al Pueblo Ar- gentino.

En el balcón de la sala de recepciones esperaba á los manifestantes el General Roca, acompañado del Minis- tro de España, Secretarios de Estado, Intendente Muni- cipal, Diputados y Senadores y numerosos militares y marinos.

Unas veinte mil personas rodeaban en esos momentos el Palacio de Gobierno.

Las masas corales y las orques tillas de los orfeones se colocaron en la terraza para cantar los Himnos men- cionados, haciendo un total de cuatrocientos ejecutan- tes.

Cuando el Doctor Ángel Anido Presidente de la Aso- ciación Patriótica Española, hizo entrega del álbum al señor Presidente de la República, pronunció el siguiente discurso:

«Excmo. señor Presidente: Los españoles residentes en esta República, agrupados alrededor de la Asocia- ción Patriótica Española que tengo el honor de presi- dir, vienen á ofrecer á V. E. el testimonio de su grati- tud por las recientes demostraciones realizadas en ho- nor de España, á iniciativa del Gobierno de su digna presidencia, secundado por las autoridades provinciales y municipales.»

«Interpretando los sentimientos de mis compatriotas, me permito entregar á V'. E. este modesto álbum. En él están incriptas las firmas de las comisiones de las so- ciedades españolas que tienen su asiento en esta capital y demás pueblos de la República, donde al amparo de leyes tan liberales desenvuelven su vida próspera y bri- llante.

612 BUENOS AIRES

«Dígnese V. E. aceptarlo como recuerdo de gratitud de los españoles hacia la persona de Y. E. y de todo el pueblo argentino, sentimiento que vivirá perpetuamen- te grabado en nuestros corazones.»

El Presidente contestó, que era muy sensible á de- mostración tan elocuente y expontánea de parte de los españoles residentes en el país y que conservaría el ál- bum como una prenda de fraternidad hispano argentina.

cHan desaparecido para siempre, dijo, los motivos que os impedían manifestar vuestro amor por la tierra donde formáis vuestros hogares, nacen vuestros hijos y donde procuráis, por el trabajo, el bienestar que todo hombre anhela, alcanzando no pocos, á la realización de grandes fortunas, y nos acompañáis con la alegría y el entusiasmo, propio de las almas generosas, á solemnizar el aniversario de la independencia nacional.

«Desde hoy en adelante, estas festividades tendrán más vida y significación, porque no habrá nadie, dentro de los vastos confines de la República, á quien mortifiquen los cantos de júbilo en los aniversarios de la emancipa- ción, y al contrario, tendremos quinientas mil voces es- pañolas sonoras y viriles, que entonarán con los argen- tinos el Himno Santo y Sagrado para todos los pueblos, el Himno de la Patria».

« Señores: A la comunidad de sangre, de idioma y de costumbres, viene á agregarse ahora otro vínculo que hará eterna la unión entre españoles y argentinos.

«¡Honor, señores, á España! á quien la humanidad debe muchas conquistas y que tiene para nosotros el doble mérito de ser la patria de Solís, Q-aray, Mendoza, Ca- brera y demás audaces conquistadores que echaron los cimientos á la civilización en esta inmensa cuenca del Plata».

La inscripción de la tapa del álbum era la siguiente: «Al Noble Pueblo Argentino, en su representante el Ecxmo. señor Presidente de la República».

BUENOS AIRES 613

La dedicatoria del pergamino decía:

«Al Generoso Pueblo Argentino, quien desde los al- bores de su historia consideró como sagrado el grito de ¡Libertad!; quien tomó á la Igualdad hasta colocarla en su trono predilecto, y quien sabiendo aparecer con glo- ria sabe aparecer y seguir por la escena del mundo co- mo una noble y gloriosa nación».

«La Colonia Española rinde homenaje á sus elevados sentimientos y hace votos porque sean eternos los lau- reles que supo conseguir y porque viva coronado de gloria por los siglos de los siglos».

Después de esta ceremonia, los coros entonaron los Himnos de la Confraternidad y Nacional, dirigidos por el maestro Félix Ortiz de San Pelayo, los que fueron es- cuchados por el Presidente de la República y su comi- tiva desde los balcones de la Casa de Gobierno.

El Himno de la Confraternidad era letra del joven argentino Manuel López Weigel, y música del maestro español Félix Ortiz de San Pelayo.

Transcribimos dos estrofas de la letra de este himno.

I.

De la fiesta sin par de la madre Recibiendo á los hijos amados, Tras los mares, de gozo agitados La armonía á nosotros llegó,

Y al oirle estrechemos los pechos En los brazos amantes cautivos

Y el gran sol, con fulgores más vivos, De alegría los cielos bañó.

IX.

¡Españoles, unámonos siempre!

¡Argentinos, venid á los brazos!

No hay poder que desuna estos lazos

Que la madre también estrechó,

¡Y juremos que nunca en nuestra alma

Dejará de irradiar sus fulgores

Este sol que es emblema de amores

Y que hoy ve de la raza la unión!

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BUENOS AIBBS

A las tres de la tarde empezó el desfile de la columna por delante del Palacio de Gobierno, encabezada por la Asociación Patriótica Española, en la que formaron los delegados de las sociedades españolas de los pueblos y ciudades de las provincias, Orfeón Español, que osten- taba los estandartes regionales de España; Orfeón Ga* llego Primitivo, Orfeón Gallego, que llevaba á su frente dos niñas representando á la España y la Argentina; Catalunya, Orfeón Asturiano, Salamanca Primitiva, So- ciedad de Mozos y Cocineros, Asociación Española de Socorros Mutuos de Lomas de Zamora, Círculo Valen- ciano, Juventud Española y varias otras.

El mismo día se realizaron festejos análogos en toda la República.

Siguieron á estas fiestas las que se celebraron en el Centre Cátala y el banquete que la Asociación Patrió- tica Española dio en el Prince George's Hall, en honor de los marinos de la Sarmiento.

Desde entonces la bandera española flamea al lado de la nacional en los aniversarios y festividades patrias, cesando al mismo tiempo los incidentes que, al cantarse la Canción Nacional, se producían entre españoles é hijos del país.

Coronan estas manifestaciones, el tratado de arbitraje que salvará en el porvenir la más remota dificultad, el arreglo arancelario y otros de largo estudio y trámite.

CAPITULO OXLVII.

Confraternidad ítalo Argentina.

La guerra de África. Su repercusión en Buenos Aires. El conde Antonelli. Su acción en las relaciones entre Italia y la Argen- tina.— LOS ITALIANOS EN LA REPÚBLICA. Bl CONTRAALMIRANTE CaN-

diani. Iniciativas del Ministro Canevaro. La muerte de Hum- berto I. Manifestaciones oficiales y populares de condolencia.

Los desastres de Italia en África en 1895 tuvieron en Buenos Aires honda repercusión, produciéndose gran- des manifestaciones de simpatía á Italia.

El Conde Antonelli, de grata memoria, fué uno de los que más contribuyó á estrechar los vínculos italo ar- gentinos.

Este diplomático fué uno de los buenos amigos de este país, debiéndose á él la adquisición de los grandes cruceros que vinieron á ser la base de nuestra escuadra de mar, cuya cesión obtuvo de su gobierno en momen- tos críticos para la República.

La Nación se encontraba desprevenida cuando las re- laciones con Chile se pusieron tirantes, el que poseía una numerosa escuadra de que nosotros carecíamos. . *

Fueron Antonelli, Brin y Crispí los que allanaron las dificultades obteniendo la República las cuatro podero- sas naves que decidieron la paz.

El Gobierno del Quirinal dio esa prueba de amistad á nuestro país, en momentos difíciles, lo que empeñó nuevamente la gratitud nacional hacia esa Nación.

616 BUENOS AIRES

Nuesteo Ministro de Italia, Enrique Moreno, fué un factor importante en estas negociaciones.

Los italianos, á quienes miramos como compatriotas, fueron nuestros primeros colonizadores y su sangre ge- nerosa corrió unida á la argentina en la campaña del Paraguay.

Chiarlone, Oliverio, Murature, Rossetti, Giribone,etc., son nombres inolvidables para todo argentino.

El capitán Deleuse, organizador de la Legión Italia- na, reunió bajo sus banderas á más de 30.000 italianos, los que en unión del ejército nacional hubieran concur- rido á la defensa del territorio argentino si este hubie- se sido atacado.

En Diciembre de 1898 la escuadra italiana, al mando del contraalmirante Candiani, visitó las aguas del Plata siendo objeto de las más cordiales manifestaciones de simpatía.

El almirante enarbolaba su insignia en el crucero Ca- labria y durante su estadía hizo declaraciones de la más franca simpatía á este país, que en esos momentos críti- cos se supieron apreciar.

Los marinos italianos fueron obsequiados con ban- quetes á bordo de la Sarmiento, paseos campestres á Vi- lla Devoto, funciones de gala en los teatros, etc., llevan- do consigo las más gratas impresiones de nuestro país. Después de la cesión de los cuatro cruceros se firmó el tratado de arbitraje entre Italia y la Argentina, propo- niendo el Ministro de Relaciones Exteriores de Italia al parlamento de su país, una ley por la que se eximia del servicio militar á los hijos de italianos nacidos en la Re- pública Argentina.

La Constitución Italiana declara ciudadanos ó subdi- tos italianos á los hijos de sus hijos nacidos en el extran- jero, en contra de la teoría americana que sostiene la nacionalidad de todo ciudadano nacido en sus países respectivos.

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BUENOS AIBES 617

La iniciativa del Ministro Canevaro plantea el gran desiderátum, aunque el Parlamento no puede abrogar ese privilegio, la iniciativa italiana hace que en un plazo más ó menos largo esto sea un hecho.

U Italiano y dirigido por el doctor Basilio Cittadini, fué uno de los más entusiastas sostenedores de la Legión Italiana.

Pasadas las alarmas y normalizada la situación del país, se produjo la muerte de Humberto I, alevosamen- te asesinado en Monza, por el anarquista Cayetano Bres- ci el 29 de Julio de 1900, á las 10 y 30 de la noche, al retirarse de una distribución de premios.

La noticia de este suceso llegó á Buenos Aires el 30 de Julio á las 12 y 15 a. m. y cuando, en la mañana de ese día, se supo la triste nueva, grandes fueron las de- mostraciones de pesar que le siguieron.

La muerte de este Bey caballero, produjo en el país el mismo efecto que hubiera causado una desgracia na- cional.

Los estudiantes fueron los primeros que pasaron á saludar en la persona de su Ministro á la Nación Italia- na, hablando con este motivo, en nombre de sus compa- ñeros, el estudiante de Derecho Silvestre Blousson.

En las primeras horas de la mañana de ese día, el Pre- sidente de la Bepública recibió la visita del representan- te de Italia, que le trasmitió personalmente la dolorosa nueva.

El Presidente á su vez manifestó al Marqués de Ma- laspina su profunda condolencia por*el asesinato del Rey. Poco después, por nota oficial, Malaspina comunicaba al Gobierno la noticia, el que contestó manifestando á nombre del país, su inmenso sentimiento, trascribién- dole el decreto que ordenaba el duelo nacional.

El Presidente Boca dirigió á la Beina Viuda el si- guiente telegrama:

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«A Su Magestad la Reina Margarita. Roma. El criminal atentado de que ha sido víctima Su Majestad el Rey Humberto, ha llenado de consternación á esta Re- pública, que profesa tan sinceras simpatías á la noble Nación Italiana y á sus ilustres soberanos.

Al condenar este monstruos o crimen, presento á Vues- tra Majestad mis sentimientos de más viva condolencia que son unánimes en este país. Julio A. Roca, Presi- dente déla República.»

El Ministro de Relaciones Exteriores dirigió al Mi- nistro Argentino en Roma este otro:

«Ministro Argentino. Roma. El atentado criminal de que ha sido víctima S. M. el Rey Humberto, ha im- presionado dolorosamente al Gobierno y Pueblo Ar- gentino.

En su nombre presente áS. M. el Rey Víctor Manuel III, á S. M. la Reina Viuda y al señor Presidente del Consejo de Ministros, su más profunda condolencia. Amando Alcorta.*

Los presidentes del Senado y de la Cámara de Dipu- tados, dirigieron telegramas en igual sentido á sus cole- gas italianos, como asimismo el Intendente Bullrich al Sindaco de Roma.

La muerte de Humberto repercutió en toda la Repú- blica y no hubo pueblo ni ciudad de alguna importancia en que no se levantase la protesta popular, honrándose la memoria del Rey amigo con ceremonias de todo gé- nero, dándosele su nombre á calles y paseos.

El Gobierno Nacional decretó un día de duelo nacio- nal, se levantó una suscripción para colocar una placa de oro en la tumba del Rey, se suspendieron las fiestas, se celebraron funerales, se hicieron infinidad de tele- gramas de condolencia á Italia, hubo manifestaciones de estudiantes, de italianos, de las Cámaras nacionales, del Consejo Deliberante, de los gobiernos de provincia, de

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BUENOS AIRES 619

las damas argentinas, de la Bolsa, de los círculos milita- res, del comercio, de los bancos, de las sociedades, de los clubs, de la prensa, etc., rindieron homenaje á la memoria del ilustre muerto, viéndose en las puertas de las casas de comercio este letrero: « Cerrado por duelo nacional».

La suscripción abierta por la Municipalidad para co- locar una placa de oro en la tumba de Humberto, dio un brillante resultado, dando cumplimiento á este propósi- to, el Ministro argentino en Boma, á principios de Mar- zo de 1901.

La calle Comercio recibió el nombre de Humberto I.

El funeral que se celebró en la Metropolitana el 9 de Agosto de 1900 fué solemne.

Concurrieron á él el Presidente de la República acom- pañado de las altas autoridades nacionales, cuerpo di- plomático y numeroso pueblo.

La Catedral presentaba un severo aspecto, habiéndo- se levantado en el crucero un magnífico catafalco, al que hacían la guardia los marinos del Etruria.

La orquesta de la Opera, aumentada con muchos ele- mentos de valor, bajo la dirección del maestro Venzo, ejecutó el Ave María, de Verdi, y el Crepúsculo de los Dioses de Wagner.

La señora Carelli cantó el lnflamatus de Rossini.

En la Plaza de Mayo los batallones 2, 3 y 10 de infan- tería, la Escuela Naval y el Regimiento Escolta rendían los honores militares.

4

El 12 de Agosto tuvo lugar una de las grandes ma- nifestaciones populares que ha presenciado Buenos Aires.

Se llevó por argentinos é italianos, una gran corona que estos destinaban á la tumba del Gran Rey, como ca- riñoso homenaje de respeto y de duelo.

Junto con esta se enviaron muchas otras y un álbum

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que las damas argentinas dedicaban á la Reina Viuda.

La columna partió de la Plaza del Once, tomó por Rivadavia á la Avenida de Mayo, pasando por delante de la Casa de Gobierno, bajó por la calle de Cangallo, donde se había levantado un gran palco en el que se encontraba el Ministro de Italia Marqués de Malaspina, continuando al Dique 3 donde se hizo entrega por el doctor Tarnassi de las ofrendas que se llevaban, al co- mandante del Etrwria para que las transportase á Italia.

La ceremonia fué imponente, partiendo el Etruria el 14, dando su comandante cumplimiento á su misión á la llegada á Italia.

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CAPITULO CXLVm.

T,a Visita de Campos Salles.

Política Internacional. El general Boca y bus yiajes al Estre- cho, Montevideo y Rto db Janeiro. Preparativos kn Buenos Ai- res PARA RECIBIR AL PRESIDENTE DEL BRASIL. El PALACIO DEVOTO. El PALACIO DORREGO. A D ORNO 8 DE LA CIUDAD. La COMITIVA OFI- CIAL.— LOS PERIODI8TAS BRASILEROS. HONORES OFICIALES.

El general Boca inició su segunda presidencia con las visitas internacionales.

El horizonte internacional estaba cargado de nubes belicosas que el presidente Uriburu con sabio tacto supo disipar, completando su obra el general Boca, con la entrevista celebrada del Estrecho de Magallanes con el presidente de Chile señor Errázuriz que afianzó la paz entre ambos países (1).

Después de realizada esta entrevista se dirigió á Bío de Janeiro, visitando primero en Montevideo al presi- dente Cuestas.

Tanto en Montevideo como en Río, el general Boca fué agasajadísimo, poniéndose de relieve la fineza y cul- tura brasilera.

Gratas fueron las emociones del presidente argentino y de la Nación que representaba, ante estas manifesta-

(1) Desgraciadamente las alarmas recrudecieron posteriormente hasta que los pactos de Mayo de 1902 las han disipado por completo. Los recientes agasajos á la comisión argentina en Chile nos auto- rizan á creer, que una era de paz y de concordia se inicia sincera- mente entre ambos países.

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ciones, y por eso cuando el presidente Campos Salles vino en Octubre de 1900 á retribuir su visita á Roca, la recepción que se le hizo será memorable.

Campos Salles se alojó en el palacio del señor Tomás Devoto, situado en la esquina de las calles de Callao y Charcas.

Antes de la venida de los huéspedes, fué bendecido el alojamiento por Monseñor Sabatucci, siendo padri- nos de la ceremonia el presidente Roca y el intendente Bullrich y madrinas la señora Bullrich de Casares y la señorita Angela Picard.

La servidumbre del palacio Devoto vestía los si- guientes trajes:

Porteros: frac cruzado de paño verde con dos hileras de botones dorados y pantalón verde con vivos ama- rillos.

Traje de chasseurs: chaquetilla y pantalón con gorra de paño verde.

Maitre d'hotel: frac negro.

Trajes de valets de pied: frac marrón, con vueltas de seda amarilla, chaleco piqué blanco con botones dorados.

Culotte de terciopelo amarillo y medias de seda blanca.

Toda la servidumbre usaba zapateas Luis XV con he- billas doradas.

Al costado del edificio se habilitó un local para la es- colta de cien hombres del regimiento 9, que prestó sus servicios al presidente Campos Salles.

El señor Cipriano de la Peña fué nombrado intenden- te del palacio.

La comitiva presidencial se alojó en el palacio Dor- rego regiamente decorado.

Las salas lucían expléndidos muebles en los que pre- dominaba el estilo gótico y en los de las habitaciones el Luis XV y XVI, teniendo un servicio especial de pri- mer orden.

BUENOS AIRES 623

Buenos Aires estuvo de gala, vestida de pies á cabeza con la más fastuosa de sus vestiduras, para rendir home- naje á sus ilustres huéspedes.

Un movimiento inusitado se notaba en esos días. Los tramways que fluyen á la Plaza de Mayo, venían llenos de pasajeros ansiosos de presenciar los festejos. Los fer- rocarriles transportaban á cada rato trenes llenos de concurrencia.

Las arterias principales estaban intransitables de la gran concurrencia que las llenaba, presenciando los adornos ó instalaciones luminosas que en la noche ilu- minaban la ciudad.

La Avenida de Mayo presentaba una grandiosa pers- pectiva, desapareciendo los grandes edificios bajo los millares de banderas que flotaban gallardamente meci- das por el viento.

Los balcones se convirtieron en palcos adornados de guirnaldas con los colores brasileros entrelazados con los del pabellón nacional.

La simetría de los arcos que cruzaban las calles le da- ban un aspecto encantador.

Los arcos de la calle Florida eran de celuloide con los colores patrios y brasileros.

Las calles de Florida, Charcas, Piedad, Bivadavia, Victoria, Callao, etc., estaban cubiertas de banderas y cenefas hábilmente combinadas, que tapaban la arqui- tectura de los edificios.

Toda la ciudad, en fin, ostentaba gallardetes y bande- ras asociándose á los festejos.

En la Casa Rosada se construyó un magnífico dosel de grana, oro y azul que sirvió de gran palco á las co- mitivas, de donde presenciaron los desfiles militares y las aclamaciones del pueblo.

La iluminación eléctrica de primer orden ostentaba en la parte superior del gran arco de la Casa de Gobier-

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no, los escudos entrelazados del Brasil y la Argentina, qne en el fondo oscuro de la noche destacaban de sus discos deslumbrantes; á la izquierda las veintiuna estre- llas sobre el fondo gualda y la leyenda « Ordem é Pro- greso», que parecían completarse con los símbolos del escudo Nacional á continuación: «Libertad y Unión».

En el fondo de la Avenida de Mayo se construyó un pórtico de tablas, de bastante buen gusto, donde fun- cionó un poderoso foco eléctrico cuyas proyecciones ilu- minaban la Avenida y la calle Callao.

La Plaza de Mayo con el riente follaje de sus plantas, lucía millares de luces y banderas y en el centro un pre- cioso kiosko central de luces con los colores nacionales y brasileros.

La Intendencia Municipal lucía veinte transparentes que en su conjunto representaban El Panteón Histórico del Brasil.

Representaban estos transparentes personalidades brasileras desaparecidas ya, y eran:

José Bonifacio de Andrada, Martín Francisco de An- drada y Carlos de Andrada, estadistas de la indepen- dencia.

Tiradentes, precursor de la República.

Deodoro da' Fonseca y Benjamín Constant, fundado- res de la República.

Floriano Peixoto, consolidador de la República.

El general Osorio, Marqués de Herval y Duque de Caxias, héroes militares.

Tamandaré y Amazonas, héroes navales.

Odorico Méndez y Gonzalvez Díaz, poetas.

Pedro I y Pedro de Alcántara, Emperadores.

Carlos Gómez, músico distinguido.

Joaquín Serra, eminente abolicionista.

Y en grandes dimensiones el retrato de Campos Salles.

La Catedral, La Preiisa, Los Bancos, El Cabildo, El

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Congreso, El Jockey Club, El Club del Progreso, El Pa- lacio Dorrego, La Previsora, etc., lucían infinidad de adornos y de noche profusas iluminaciones, como asi- mismo los buques de la escuadra, empavesados y de gala.

El Correo puso en circulación tarjetas postales con los retratos de los presidentes Boca y Campos Salles con las fechas 1852, 1866 y 1900, teniendo el cierre de los memorándums el facsímil de las estampillas brasileras de cien reis.

La comitiva que acompañaba al Presidente Campos Salles la componían las siguientes personas:

Ministro de Relaciones Exteriores, Olyntho de Ma- galhaes; de Marina: Contraalmirante José Pinto da Luz; Diputados: Doctores Serzedello Correia; Gastáo da Cun- ha y Eduardo Ramos; Senadores: Quintino Bocayuba, Pinheiro Machado y Bernardino Campos, Ministro del Superior Tribunal Federal; Lucio de Mendo9a, Secre- tario del Presidente Tomás Wallace Cockrane, Jefe del Estado Mayor General del Ejército; Mariscal J. Tomás de Cantuaria; General Dionisio Cerqueira; comisionado de límites, General Carlos Eugenio de Andrade Gui- maraes, director general de la Escuela de Ingeniería Militar; General Bibiano Costallat, Comandante de la Escuela Militar: Capitán J. Tomás de Cantuaria, Con- traalmirante; Julio Cesar de Norónha, Capitán de Mar y Guerra; Alejandrino de Alendar, Comandante del aco- razado Biachuelo, Capitán de Mar y Guerra, Alvez de Barros; Jefe de la casa militar, Capitán de Mar y Gue- rra Enrique Pinheiro Guedes; Comandante del crucero Barroso, Capitán de Mar y Guerra, Antonio Countinho Gómez Pereyra; Comandante del Tamoyo, Teniente Pedro Velloso; Ayudante de órdenes del Ministro de Marina, Teniente Tedín Costa Conde de San Salvador de Mattosinhos, señor Regís de Oliveira Ministro del Brasil en Roma: Teniente de Navio Tancredo Barla-

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macq, y Alféreces Octavio de Acevedo Countinho y Rai- mundo Pereyra.

Junto con la venida del Presidente Campos Salles coincidió la visita de los periodistas brasileros los que fueron agasajados por el señor Alberto I. Gaché, presi- dente del Círculo de la Prensa, secundado eficazmente

por éste. Olavo Bilac fué el que más simpatías se granjeó por

su inteligencia y amenidad de su trato.

Los compañeros de Olavo Bilac, que vino en repre- sentación de la Gazeta de Noticias, fueron:

Alvarez de Acevedo de A Noticia; Filinto de Al- meida, de la Academia de Letras; Tobías Monteiro, del Jornal do Comercio; Francisco Guimaraes, del Jornal de Comercio; Cassio Farinha, de A Imprensa; I. de Mezquita, de la Semana Sportiva; Fernando Mendes de Almeida Júnior, del Jornal do Brazil; Doctor Carlos Seidl, del Brazil Médico; Doctor Florio Penna, de La 2H- buna Médica; Riveiro Guimaraes y Arturo Werenech, del Comercio Paulistano; Aurelio Figueredo, Literata Julia Almeida, Francisco Méndez de Almeida (hijo), del Jornal do Brazil; Félix Bocayuba, Enrique Hollanda, Alfredo Gómez de Almeida, A. C. S. da Silva, Jo- sé Vicente Sobrinho, Pedro Rabello, José Fia vio de Mei- ra, Armando Laiva, Gustavo Van Erven, Pinto de Guimaraes, Roberto Méndez, Aurelio Figueredo, Luis M. Delion de Almeida, etc.

El Gobierno Nacional decretó feriados los días 24 y 25 de Octubre y el del regreso de Campos, Salles y los festejos y agasajos de que fué objeto el Presidente huésped, pasamos á relatarlos.

CAPITULO CXLIX. tt& Visita de Campos Salles.

Ll.KOADA DB LA COMITIVA PkRSIDKMCIAL. ADORX08 DE LA DÁRSENA

Norte y Diques. La recepción. El desfile por la ciudad.

El Presidente Campos Salles llegó á Buenos Aires el 25 de Octubre de 1900 abordo de la escuadra blanca compuesta del Riachuelo, Almirante Barrozo y el Ta- moyo.

El temporal remante en esos días demoró un día la llegada de la escuadra brasileña.

El día del desembarque amaneció lluvioso, pero como si el tiempo quisiera asociarse á los festejos, á la hora de la llegada, el sol alumbró la ciudad que esperaba enga- lanada á sus huéspedes.

La escuadra brasileña hizo su entrada al puerto es- coltada por infinidad de vapores y vaporcitos llenos de familias, que fueron los primeros que dieron la bienve- nida en la rada al ilustre viajero, el que con su comiti- va retribuía los saludos con su sombrero desde abordo.

La Dársena Norte y los Diques 3 y 4 tenían infinidad de banderas y gallardetes viéndose numerosas de ins- cripciones gratas á los viajeros.

Entre estas recordamos las de la Dársena Norte que decían: «Saudades», «Andrada», «Caseros», «Riachue- lo», «Benjamín Constant», «Tamandaré», «Yatay», etc.

La entrada al dique número 4 fué soberbia.

Se había construido un arco que cerraba la entrada,

628 BUENOS AIBES

el que al llegar el Riachuelo se partió por su altura culminante separándose sus mitades, y centenares de pa- lomas partieron de su interior en todas direcciones, lle- vando la buena nueva á la ciudad. Más de cien volaron desorientadas en un principio y un grupo compuesto casi todo de palomas blancas se refugió en las vergas y torres del buque brasilero.

Infinidad de papelitos oon leyendas y retratos de pro- ceres brasileros, cayeron sobre el buque, del mismo ar- co, siendo victoreado desde tierra el noble huésped.

A lo largo del dique se veían estas" inscripciones: «Silva Jardim», «Grito de Ipiranga>, «San Solano >r «Alianza contra la Tiranía, 1861», «Itapirú», «7 de Septiembre», «Deodoro», «Paso de la Patria», «Sauda- des», etc.

Al penetrar el Riachuelo en este dique, los buques de guerra nacionales fondeados en él, tronaron los aires con el estampido de sus cañones.

En el Palco de Honor esperaba á los huéspedes el Presidente Boca, teniendo á su derecha al General Mi- tre y á su izquierda al Doctor Aloorta, rodeado de sus ministros y altas autoridades nacionales.

Al desembarcar el Presidente Campos Salles, cuatro- cientos músicos hicieron oír los acordes del Himno Bra- silero.

Después de las salutaciones y presentaciones de esti- lo, la comitiva se puso en marcha para la ciudad.

Una de las notas más emocionantes de la recepción, la dieron un grupo numeroso de militares que, agitando sus kepis, vivaban al Presidente Campos Salles cuando tomó asiento en su carruaje.

El General Boca se adelantó, dando la derecha á su huésped, á quien invitó á subir al carruaje, colocándose á su frente los edecanes de ambos presidentes, capitán de mar y guerra Joaquín Pedro Alvez Barros y el coro- nel Gramajo.

bubnos aires 699

La escolta presidencial evolucionó brillantemente, y poniéndose al frente de la comitiva se inició el desfile en el orden siguiente:

Io El coche presidencial.

2o Calache d la Daumond, en la que iban el Vice Pre- sidente Quirno Costa, Ministro de Relaciones Exterio- res del Brasil Olyntho de Magalhaes, Ministro de Rela- ciones Exteriores doctor Amancio Alcorta, Enviado Ex- traordinario y Ministro Plenipotenciario del Brasil en la República, doctor Cyro de Azevedo.

3o Vis á vis á 4 caballos. Ministro de Marina del Bra- sil Contralmirante José Pinto da Luz, Ministro de Ma- rina Comodoro Martín Rivadavia, Jefe de Estado Ma- yor del Ejército del Brasil José Tomás Cantuaria, Mi- nistro de la Guerra Coronel Pablo Richierí.

4o Mylord. Senador Quintino Bocayuba y General Bartolomé Mitre.

5o Vis á vis. Senador Gómez Pinheiro Machado, Mi- nistro de Obras Públicas doctor Emilio Civit, General José Ignacio Garmendia.

6o Mylord. Senador Bernardino Campos, Intendente Municipal Adolfo Bullrich.

7o Ministro del Supremo Tribunal Federal doctor Lu- cio de Mendoza, Ministro de Justicia é Instrucción Pú- blica doctor Osvaldo Magnasco, Gobernador de la Pro- vincia de Buenos Aires doctor Bernardo de Irigoyen.

8o Diputado Inocencio Sercedello Correa, Ministro de Agricultura Martín García Merou.

9o Diputado Eduardo Ramos, Presidente de la Cáma- ra de Diputados doctor Marco Avellaneda, Diputado Juan F. Serú.

10° Comandante de la Escuela Militar, General de di- visión Bibiano Sergio de Macedo da Fontova Costallat; General Francisco Reynolds; ayudante del general Cos- tallat; Alférez, Octavio Azevedo Countinho.

11° Director General de la Ingeniería Militar, General

630 BUENOS AI&B8

de brigada Carlos Eugenio de Andrade Guimaraes; Ge- neral Nicolás H. Palacios y ayudante del General An- drade Alférez Raymundo Pereyra Barboza.

12° Contraalmirante Daniel de Solier; ayudante de ór- denes del Mariscal Cantuaria Capitán Juan Tomás Can- tuaria.

13° Secretario del Presidente Campos Salles, doctor Thomas Wallace Cockrane y Secretario del General Boca doctor Jaime Llavallol.

14° Secretario del Ministro Magalhaes Miguel Fran- cisco de Monte Júnior, Sub Secretario del Ministerio de Relaciones Exteriores Mariano Pelliza y Teniente pri- mero Pedro Valioso Rabella Júnior secretario del Mi- nistro de Marina.

El cortejo iba al paso, los presidentes saludaban con manifiesta emoción, siendo aclamados á su paso, lo mis- mo que los demás huéspedes, especialmente Quintino Bocayuba y el General Mitre.

Al pasar la terraza de la Casa Rosada comenzó una lluvia de ñores que no cesó hasta la llegada de los pre- sidentes al Palacio Devoto.

La marcha por la calle Florida fué un continuo triun- fo, un continuo vivar al Presidente del Brasil, cubriendo las flores la calzada y agitando las damas sus pañuelos.

Un pueblo numeroso que no bajaría de 300.000 per- sonas participaba de la demostración, y cuando los pre- sidentes llegaron al final de su jornada, el pueblo entu- siasmado rompió las filas en el momento que Campos Salles descendía de su carruaje, aclamándolo y vito- riándolo sin cesar.

El pueblo pidió su presencia en los balcones saliendo Campos Salles á uno de ellos, de donde, todo conmovi- do, lo saludó.

El Presidente huésped quedó en su domicilio y su co- mitiva pasó al alojamiento que en el Palacio Dorrego se les tenía destinado.

CAPITULO CL.

¿a Visita de Campos Salles.

Los festejos. El banquete en la Gasa dk Gobierno. Discursos dk los presidentes. Enumeración de las fiestas oficiales. Fiestas populares. La partida. Honores militares. La escuadra bra- silera en viaje.— Fin de las fiestab.

Sería dar mucha extensión á la visita del presidente Campos Salles si siguiésemos enumerando detalladamen- te los festejos que tuvieron lugar- durante su permanen- cia en Buenos Aires, como asimismo de los que fué ob- jeto el numeroso grupo de periodistas

La noche de la llegada de Campos Salles, tuvo lugar el banquete oficial en la Casa de Gobierno, además de numerosas fiestas populares.

En este banquete se pronunciaron los siguientes brin- dis por los presidentes Boca y Campos Salles:

El del general Roca:

«Señor Presidente:

«El pueblo argentino os da con júbilo la bienvenida.

«Por do quier que extendáis vuestra mirada, encontra- réis de ello el más elocuente testimonio.

cEstos actos no pertenecen á las formas consagradas de la diplomacia americana; pero aunque nuevos, han te- nido el sentimiento caluroso y unánime de nuestros dos países, penetrados de la influencia considerable que han de ejercer en sus mutuos intereses y en las relaciones de los estpdos que forman nuestra familia continental.

632 BUENOS AIRES

«Los vítores y aplausos tan espontáneos como cordia- les que escucháis desde que habéis pisado nuestro suelo, traducen los anhelos que animan al pueblo y al Gobierno Argentino y muestran que estas naciones tienen desti- nos solidarios; que pueden ellas desarrollarse armoni- zando sus aspiraciones y encontrar su engrandecimien- to por el camino de la paz y de la confraternidad.

«Excmo. señor Presidente de los Estados Unidos del Brasil:

cEn nombre de la República os saludo y os invito á sentaros en su hogar para recibir las demostraciones de simpatía que la animan hacia vuestra persona y hacia el gran pueblo que representáis.»

Campos Salles contestó:

c Señor Presidente:

cLas primeras y profundamente tocantes demostra- ciones de afecto con que me honra la hidalguía argen- tina, en la calidad de supremo magistrado de una nación vecina, reclaman desde luego la afirmación de mi más sincero y efusivo reconocimiento.

«Realizo el vivísimo deseo que siempre alimenté de visitar á este noble é inteligente pueblo y conocer á es- te rico y próspero país, tanto más satisfecho cuanto que preveo que de esta visita, como de aquella que sirve de retribución y que tanto comprometió la gratitud de los brasileros, han de surgir nuevos y leales estímulos para fortalecer la amistad entre la República Argentina y el Brasil.

«Admiré al entrar en el hermoso Estuario del Plata la hermosa escuadra argentina, saliendo al encuentro de sus aliados de otrora, y al ver confundidos en fraterna- les saludos nuestras banderas, sentí la emoción de remi- niscencias históricas, por igual lisonjeras al justo orgu- llo de nuestros marinos.

«Comunes fueron entonces nuestras glorias y sacrifi-

BUENOS AIEBS 633

cios, iguales han sido nuestros esfuerzos en pro de la grandeza y la prosperidad de nuestros países;, comunes aeran también nuestros esfuerzos en beneficio de la paz y de la civilización, obra digna de las altas aspiraciones de todos los pueblos de la tierra,

«Señor Presidente: traduciendo en esta ocasión los sentimientos de cordial simpatía de la Nación Brasilera, tengo el honor de brindar por Y. E. y hago los más sin- ceros votos por su felicidad personal y por la prosperi- dad siempre creciente de la República Argentina.»

El segundo día tuvieron lugar los banquetes que los ministros de Querrá y de Marina ofrecieron á sus cole- gas brasileros, recibiendo el presidente del Brasil la vi- sita de numerosos delegados que pasaron á saludarle, efectuándose por la noche uno de los bailes más suntuo- sos que ha presenciado Buenos Aires en los salones del Jockey Club.

El tercer día Campos Salles visitó la Exposición Bu- ral, repartiéndose los premios á los expositores y en la noche tuvo lugar la gran función de gala en la Opera, dándose la Bohéme.

El ouarto día se efectuó la excursión á Cañuelas, vi- sitándose el establecimiento La Hartona, honor de la industria lechera del país, en donde se sirvió un sucu- lento almuerzo criollo, y á la noche se efectuó un gran desfile de ciclistas por delante de la casa de Campos Salles.

El quinto día se celebraron las grandes carreras en el Hipódromo Argentino y el banquete del comercio en el Teatro de la Opera,- ofrecido por el señor Vicente L. Casares.

El sexto día se efectuó el Corso de las Plores en Pa- lermo, patrocinado por la Sociedad de Beneficencia y una comisión de señoras, nombradas por la Intendencia. Por la noche el señor Carlos Casares abrió sus salones en honor del Presidente huésped.

634 BUENOS AIRES

El séptimo día Campos Salles ofreció una matinée á bordo del Riachuelo.

Además de estos festejos oficiales, tuvieron lagar in- finidad de banquetes entre periodistas y estudiantes, entre militares de mar y tierra de ambos países, reinan- do en todos la más franca fraternidad.

£1 Círculo de la Prensa obsequió con una excursión al Tigre á sos colegas brasileros, la masonería dio ana so- lemne recepción en honor de Bocayuva y en el templo de Santo Domingo se ofició un funeral por los caídos en la guerra del Paraguay.

Si imponente fué la recepción de Campos Salles, la despedida no fué menos.

El día de la partida, á las once de la mañana, llegó el General Boca al Palacio Devoto en busca del Presiden- te Campos Salles, tomando asiento ambos en un carrua- je á la Daumond, con el General Garmendia y el Coro- nel Gramajo, seguidos de la comitiva oficial.

El desfile se hizo por las calles Charcas, Cerrito, Pa- raguay, Florida, Perú, Avenida de Mayo, Rosales y prolongación de Cangallo al dique número cuatro.

Las tropas que rindieron los honores militares esta- ban formadas en el orden siguiente:

Frente al palco de honor la Escuela Militar con cua- tro piezas de artillería, á continuación la Escuela Naval de cabos de cañón con siete piezas, en la esquina de Cangallo y Rosales el cuerpo de Torpedistas, el 1 y 3 de infantería en la calle de Piedad y Rosales, el 2 de arti- llería frente á la Casa de Gobierno sobre el Paseo Co- lón, el 8 de infantería en la calle 26 de Mayo y Rivada- via, el 10 de igual arma en la calle Bolívar y Avenida de Mayo y por ésta hasta Chacabuco el cuerpo de Bom- beros dividido en dos batallones y el batallón Guardia de Cárceles de la Plata.

El Regimiento Escolta abría la marcha de la comi- tiva.

BUENOS AIRES 635

Las despedidas á bordo fueron emocionantes, par- tiendo Campos Salles y sus acompañantes profunda- mente conmovidos ante lo imponente de las manifesta- ciones que se les hacía.

Retirada la planchada del Riachuelo quedaron á bor- do con los viajeros el General Roca, el General Mitre, los Ministros del Ejecutivo, el Vice Presidente Quirno Costa, el Presidente de la Cámara de Diputados, el In- tendente Municipal, el Prefecto General de Puertos y el Presidente de la Suprema Corte de Justicia.

Las sirenas de más de trescientos vapores saludaron la partida de la escuadra.

Al llegar al arco de triunfo que cerraba la entrada de la Dársena Norte, este se abrió saliendo de su interior infinidad de globos atados con cintas con los colores argentinos y brasileros.

Al llegar á la boya número uno, el Riachuelo saludó la plaza con una salva de despedida. Detrás de este bu- que seguían el Barrozo y el Tamoyo y una cantidad enorme de vapores con bandas de música y llenos de familias que escoltaban la escuadra blanca.

La escuadra argentina marchaba en conserva de los buques brasileros en este orden: Buenos Aires, 9 de Ju- lio, 25 de Mayo y Patria.

El Presidente Roca después de almorzar en el Ria- chuelo con su comitiva se trasladó al Patria, regresando á Buenos Aires al anochecer.

Antes de su partida, el Presidente Campos Salles, hizo un donativo de veinte mil pesos para que se repartiesen entre los pobres de la capital, lo que se efectuó por in- termedio de la policía.

Tales fueron las fiestas con que Buenos Aires recibió á Campos Salles, correspondiendo á las que en Río se hi- cieron al General Roca.

CAPITULO CLI.

Actividad Urbana.

Movimiento urbano.— Lo que son de día las calles centrales de Bue- nos Aires. Trapico nocturno.

El activo movimiento comercial de las estrechas calles del centro de la ciudad ha preocupado seriamente á la autoridad municipal, lo que entre sus disposiciones para facilitar el tráfico ha tomado la de la mano, prohibien- do la circulación en contra de ésta.-

La mano izquierda es la que rige en contra de la tra- dicional derecha.

La animación y concurrencia de las calles de Buenos Aires solo es comparable con el de las grandes ciudades europeas.

El pregón de los vendedores de diarios, los timbres y cornetas de las bicicletas, las campanas de los traxn- ways, los clarines de los cuarteles, las sirenas de los va- pores del puerto, el triángulo de los vendedores ambu- lantes, el pito de los vigilantes, los músicos afiladores, los automóviles, el chasquido del látigo de los cocheros, los carros anunciadores de avisos, los mayorales que protestan de las demoras, los mensageros, los changa- dores formando grupos en las esquinas, las vendedoras de cigarrillos y revistas, los distribuidores de avisos de todas clases, los vendedores de lotería, la profusión de reclames comerciales, la aglomeración de carros, coches y tramways, etc., y mil otros ruidos, dan una idea de

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lo que es el centro de la ciudad, en las horas de labor diaria.

El continuo entrar y salir de concurrencia á los Ban- cos, Bolsa, restaurante, bars, etc., las calles de Florida y Avenida de Mayo llenas de personas que contemplan los innumerables objetos que se exponen en las vidrie- ras, los curiosos, vagos y desocupados que obstruyen el tráfico de las veredas, etc.

En 1901 los carruajes de alquiler eran 2.808, los parti- culares 2.181, y de cochería había 574.

Desde la construcción del Puerto Madero, ha dismi- nuido el tráfico de carros en el centro de la ciudad por tener muchas casas mayoristas sus depósitos en otros barrios más apartados, á donde se dirigen aquellos con las mercaderías que conducen.

Por la noche la actividad renace, apareciendo en las primeras horas los músicos ambulantes tocando sus ór- ganos.

Todo el centro de la ciudad, iluminado á luz eléctrica, con buenos afirmados y vigilancia continua, hacen que los que se retiran de los teatros, conciertos, clubs, reu- niones familiares, etc., den animación á sus calles.

CAPÍTULO CLH.

Conclusión.

Buenos Aires ha sido en todo tiempo la capital histó- rica y de hecho de la Nación hasta llegar á ejercer, como lo hace hoy, su predominio moral sobre todos los países que la rodean.

Las agitaciones políticas que conmueven de cuando en cuando á los países vecinos dan periódicamente asi- lo en ésta ciudad á sus principales hombres, que en- cuentran en su seno consuelo á sus desdichas y terreno propicio donde ejercer sus libertades.

La Revolución Brasilera contra Peixoto nos trajo á Custodio de Mello, Ruy Barbosa, Silveyra Martins y á otros emigrados que encontraron en nuestra capital la más franca y cariñosa acogida.

La Revolución Chilena que derribó á Balmaceda reu- nió en Buenos Aires á gubernistas y revolucionarios.

Enrique Mac Iver, Luis Pereyra, Adolfo Guerrero, Bianchi Tupper, y otros revolucionarios gozaron de nuestra hospitalidad como asimismo Don Claudio Vi- cuña, Domingo Godoy, Antonio Vidal, el General Val- divieso, etc., que tuvieron los mismos agasajos.

La revolución que dio en tierra con el orden de cosas existente en Bolivia nos trajo al ex-Presidente Fernán- dez Alonso, lo mismo que la que en el Perú obtuvo idén- tico resultado nos trajo al ex-Presidente Andrés Avelino Cáceres.

BUENOS AIRES 639

Los ex-Presidentes del Paraguay González, y Aceval y los hombres que les acompañaban en sus gobiernos, bus- caron su asilo en Buenos Aires.

Las continuas revoluciones en el Estado Oriental han radicado en nuestro país importantes elementos que comparten con nosotros, nuestros progresos y adelantos.

Buenos Aires ha dejado de ser la modesta ciudad co- lonial y por su desairólo y gran poder de asimilación se ha colocado á la cabeza de las ciudades de esta parte de América para ejercer una hegemonía moral provechosa para todos.

En ella nació la idea emancipadora, al mismo tiempo que sus legiones la afirmaban con los hechos.

Ella ha sido el foco de civilización y de luz en esta parte del Nuevo Mundo y sus progresos solo son com- parables con los de las grandes ciudades europeas y americanas, á las cuales imita y sobrepasa algunas veces.

Tal es á grandes rasgos la vida y desarrollo de esta gran capital.

FIN

I

ÍNDICE.

Pag.

Introducción vu

Carta del Doctor Don Vicente Fidel López xi

CAPÍTULO I.

RESEÑA HISTÓRICA.

Situación Geográfica de Buenos Aires. Fundación de la Ciu- dad. Breve reseña histórica hasta nuestros dias 1

CAPÍTULO II.

ESCUDO DE ARMA8.

El primer Blasón. El Escudo Actual 3

CAPÍTULO III.

BUENOS AIRF.8 ANTIGUO.

Buenos Aires a fines del siglo XVIII. Fama de que gozaba en América. Lo que fué la costa. Aspecto de la ciudad desde el rio. Opinión Felipe IV. El Virrey Vertiz. Condiciones en que encontró á Buenos Aires. Iniciativas de Vertiz. Buenos Aires en 1800 y en 1880. Lo que fue- ron las Calles hasta 18(>Ü 4

CAPÍTULO IV.

BUENOS AIRES ANTIGUO.

La Plaza de la Victoria. Lo que ha sido. Diversas trans- formaciones que ha sufrido. Los costados de la Plaza en diversas épocas. La Pirámide de Mayo 12

CAPÍTULO V.

BUENOS AIRES ANTIGUO.

El Fuerte. Cuando se fundó. Lo que era. Su demolición.

Lo que representaba. Lo que sería en nuestros días.... 16

CAPÍTULO VI.

BUENOS AIRKS ANTIGUO.

La Recoba Vieja. Lo que era. Cómo la enagenó el Gobier- no. Su compra por los Murrieta. Precio que pagaron. Cómo la adquirió Don Tomás de Anchorena. Su demo- lición 18

41

642 ÍNDICE

Pag-

CAPÍTULO VII.

BUKXOB AIRES ANTIGUO.

.Reflexiones sobre nuestro pasado. Opinión de Rivadavia. Donde se hace el estudio de la civilización de los pue- blos. Espíritu demoledor. Consideraciones. Lo que re- presentaban nuestros antiguos edificios. Observaciones. 21

CAPÍTULO vm.

Rt'KMOB AIRKS ANTIGUO.

Las primeras construcciones. Los maestros albañiles. Lk>

que era una casa colonial. Las construcciones modernas. 21

CAPÍTULO IX.

BUKNOSAIKKS ANTIGUO.

La Casa del Monte Piedad. La Legislatura de la Provincia. El Consulado. Las Temporalidades. La Casa de Expó- sitos. La Aduana Vieja. La Casa de Ejercicios. Las Cár- celes. La primera venta de Tierras. La Recoleta. La calle del Pecado. Lo que fué el local que ocupa la Casa de Moneda. El Retiro 29

CAPÍTULO X.

BUKNOS A1KKS ANTIGUO.

Algo de lo que queda en pié. Casas particulares antiguas.

Quintas de antaño. Los Saladeros 85

CAPÍTULO XI.

BUENOS AIRKS ANTIGUO.

La Sociedad de antaño. Impresiones de los Mérmanos ütobert- son. Familias antiguas. Las bellezas de 1880. Barrio Sud. Barrio Norte. Los salones de la señora de Mande- ville. Las tertulias de lo de Senillosa. La casa de Riglos. Tertulias de esa época. Cómo eran las reuniones so- ciales. Los ingleses. Costumbres y gustos 38

CAPÍTULO XII.

BUENOS AIRKS ANTIGUO.

La mujer de antaño. Lecturas predilectas. La9 visitas. Las Serenatas. Respeto por los mayores. Las fiestas fami- liares. Los regalos. Costumbres caseras. Los nacimien- tos. Los matrimonios. Los partes de casamiento. Pa- seos campestres. El mate de las Morales 46

CAPÍTULO XIII.

BUKNOS AIRKS ANTIGUO.

lia comida. Platos predilectos. Los pasteles. La verdura. Las aves. El pescado. Postres. El pan. Las frutas. El vino. Desayuno y horas de comer. Vida casera. Di- versiones. Los cafés 50

ÍNDICE 643

CAPÍTULO XIV.

BUENOS AIRES ANTIGUO.

Oficios de los criollos. Los vendedores de velas. Los fru- teros. Los primeros carros. Las basuras. La leña. Los aguateros 58

CAPÍTULO XV.

BUENOS AIUKS ANTIGUO.

Costumbres pasadas. Los baños en el rio. Escenas pinto- rescas. El zahumerio. El abanico. Los peinetones. El miriñaque. Los velorios. Los serenos , 56

CAPÍTULO XVI.

BUENOS AIRES ANTIGUO.

Los mazamorreros. Los pasteleros. El trabajo no deshonra. Señoras que con su trabajo sostuvieron sus familias. Origen de los bollitos de Tarragona. El agrio. La pajue- la. La macana. El apero 59

CAPÍTULO XVII.

BUENOS AIRES ANTIGUO.

La raza negra. Cuando se introdujo. Aspecto fisiológico del negro argentino. Su conducta en las invasiones inglesas. Recompensas que obtuvieron. Su conducta como escla- vos. Disposiciones gubernativas sobre los negros. La raza negra y la guerra de la Independencia. Sus costum- bres. Sus sociedades. Diminución de los negros. Su vi- da actual. El monumento á Falucho. El negro y el in- dio «2

CAPÍTULO XVIII.

BUENOS AIHKS ANTIGUO.

La primera Sala de Comercio. Libertad de comercio. El co- mercio de 1850. La Anécdota de Balbastro. Mercaderías que se importaban. Casas de comercio minoristas tft>

CAPÍTULO XIX.

OBISPADO.

Creación del Obispado de Buenos Aires. Noticia biográfica

por orden cronológico délos obispos porteños 72

I CAPÍTULO XX.

i

ARZOBISPADO.

Monseñor Escalada último Obispo de Buenos Aires. El Pa- tronato Nacional. Creación del Arzobispado. Monseñor Escalada primer Arzobispo. Monseñor Aneiros. Monse- ñor Castellanos. Monseñor Espinosa. Lo que es el Palio.

(>44 ÍNDICE

CAPÍTULO XXI.

LA IGLESIA PORTERA.

1m Catedral. El Obispo Carranza fundador. Lo que fué en su origen. Derrumbe y primera inauguración. Diversas épocas en que se decretó su terminación. Su ornamenta- ción. Quien la bendijo definitivamente. La fachada pri- mitiva. Reformas de Rivadavia. La decoración exterior. Cuando se concluyó. Lo que contiene en su interior. El altar mayor: lo que representa. El panteón. Sepulcros de San Martin y Aneiros. El Cristo de Van Dick. Dis- tinciones de León XIII a la Catedral. El decorado de Pa- risi 82

CAPÍTULO XXII.

LA IGLK8IA PORTERA.

San Francisco. Antigüedad de los franciscanos en el Río de la Plata. Construcción de la iglesia. Derrumbes que ha sufrido. Lo que contiene el convento. Local de la Uni- versidad. Hospital de sangre en 1880. Demolición de la cúpula. San Roque. Cuando se empezó á construir esta capilla. Lo que contiene. Santo Domingo. Quiénes fun- daron a Santo Domingo. Expulsión de la Orden. Museo y Observatorio. Restauración de la Orden en 1885. Las invasiones inglesas. Iniciativa del padre Becco. Lo que eran las inmediaciones de Santo Domingo 8&

CAPÍTULO XXIII.

LA ÍUI.KSIA PORTESa.

San Ignacio. Cuando se fundó. Los jesuítas. Su expulsión. Lo que contiene esta iglesia. El Piíar. Cómo se fun- dó. La orden de los Recoletos. Obras de arte. La Mer- ced. San Nicolás. Las Catalinas 89

CAPÍTULO XXIV.

LA IULKHIA POKTKXA.

Balvanera. La Piedad. Monserrat. Socorro. San Miguel. San Juan San Telmo. La Concepción. Regina Mar- tyrum. Capilla del Carmen. Santa Felicitas. San Juan Evangelista. San Cristóbal. Santa Lucia. Nuestra se- ñora de Nueva Pompeya. El Salvador. Espíritu Religio- so de Buenos Aires. Costumbres criollas y costumbres yankees. Creación de nuevas parroquias 95*

CAPÍTULO XXV.

LA IGLESIA POHTKÑA.

Costumbres religiosas. El viático. Festividades. La semana

Santa de antaño. El día de difuntos 99

ÍNDICE 645

Pág.

CAPÍTULO XXVI.

IGLESIAS PISIDEN'SES.

Libertad de cultos. La Iglesia Anglicana. Su origen y dos- arrollo. La Iglesia Escocesa. Su origen y desarrollo 1*15

CAPÍTULO XXVII.

IGLESIAS DISIDENTES.

Los Misioneros Americanos. Cuando vinieron al pais. Sus trabajos. Iglesias con que cuentan. Los Hebreos. Su existencia en Buenos Aires. La iglesia alemana 10K

CAPÍTULO XXVIII.

IGLESIAS DISIDENTES.

La Iglesia Rusa. Importancia y desarrollo de esta iglesia.

Los Turcos 111

CAPÍTULO XXIX.

CONGREGACIONES EXTRANJERAS.

El Ejército de Salvación. Las Escuelas Evangélicas. Los

Apóstoles 114

CAPÍTULO XXX.

ESPIRITISMO.

Lo que es esta doctrina. Cuando se estableció en Buenos Ai- res. Sus propagandistas. Revistas y Centros Espiritistas 117

CAPÍTULO XXXI.

MASONERÍA ARGENTINA.

l^a Logia Lautaro. Establecimiento del Oran Oriente Argen- tino. Diversos Ritos. Fundación de Logias. División de la Masonería. Logias con que cuenta. Masones ilustres 119

CAPÍTULO XXXII.

SOCIALISMO.

El Socialismo Universal. El Socialismo en la República. Ca- rácter del Socialismo Argentino. Sus pro-hombres. Cen- tros socialistas en Buenos Aires 128

CAPÍTULO XXX III.

ANARQUISMO.

Carácter del Anarquismo en la República. Su acción turbu- lenta. Quienes forman su mayoría. Malatesta. Pricipa- les Grupos 125

646 índice

Pag. CAPÍTULO XXXIV.

( KMKNTERIOR.

Como se enterraba á principios del siglo XIX. Los cadáve- res de los pobres. Iglesia» que tienen panteones. Muerto» enterrados en las Iglesias 127

CAPÍTULO XXXV.

CKMKXTKKIOS.

La Recoleta. Origen é historia «le este cementerio. Los pri- meros inhumados. Aspecto de sus primeros tiempos. Las mejoras de Alvear. La calle Larga: lo que fué y lo que es. Monumentos y sepulcros. Estado actual l¿)f>

CAPÍTULO XXXVI.

( KMKNTKKIOH.

Cementerios de Disidentes. El del Socorro. El de Victoria y Pasco. Cementerio del 8ud. Lo que fué. La Chacarita. Cómo se llegaba antes á la Chacarita. Algunos panteo- nes. El sistema crematorio. Cementerios de Flores y Bel- grano 133

CAPÍTULO XXXVII.

SOCIEDAD.

Las fiestas van perdiendo su sencillez primitiva. Los Clubs. Los salones particulares. La misa de una. Las plazas del Retiro, del Parque y de la Victoria. El Barrio Norte. 137

CAPÍTULO XXXVIII.

SOllUDAD.

Los estancieros. La sociedad moderna. Como se puede divi- dir. Espiritu que reina en ella. Obligaciones sociales. El por qué valen las personas. Lo que dice Legouvé. Las conversaciones. El lujo. Los matrimonios. El por qué de la desgracia de muchos de éstos 13Ü

CAPÍTULO XXXIX.

SOCIKDAD.

Los dueños de la casa y las reuniones sociales. Antaño y ogaño. Los bailes del día. Costumbres criollas y costum- bres inglesas 145

CAPÍTULO XL.

SOCIEDAD.

Bailes modernos. Grandes bailes de estos últimos años. Sa- lones particulares. Palermo: lo que es socialmente. La calle Florida. El corso de las Flores. Las fiestas del Pa- tronato. Las kermeses. Lo»* conciertos. Los teatros. La sociedad y los diarios 148

ÍNDICE 647

Pág.

CAPITULO XLI.

VKHANEO.

Las Quintas. Desde cuando se inició la costumbre de vera- near. Pueblos preferidos. Montevideo. Mar del Plata. Las Sierras de Córdoba. Las Emigraciones en invierno ai Interior y a Europa 1">2

CAPÍTULO XLI I.

CARNAVAL.

Recuerdos del Carnaval. El Carnaval en tiempo de Hozas. Bailes y recibos. El corso de antaño. Máscaras espiritua- les. Las comparsas. Versos de la comparsa «Los Ne- gros». Los bailes en los teatros. Juego del carnaval en las casas de familia. Desenfrenos. El carnaval moder- no. Prohibición del juego con agua. Los corsos del día. Comparsas. Los bailes en los teatros. Profusión de disfraces. El Carnaval en los pueblos de campo 155

CAPÍTULO XLIII.

CLUBS.

Club de Residentes Extranjeros. Club del Progreso. Club del Plata. Club Español. Círculo Italiano. Club de Gim- nasia y Esgrima. Jockey Club. Club francés. Círculo 1(51 de Armas

CAPÍTULO XLIV.

MENDICIDAD.

El pobrerío. Su desarrollo. Mendigos ricos. Los certifica- dos de pobreza. Movimiento estadístico 10H

CAPÍTULO XLV.

CARIDAD.

Abusos de las fiestas de caridad. La Sociedad de Beneficen- cia. Sociedad Damas de Caridad de San Vicente de Paul. Patronato de la Infancia. Sociedad de San Vicente de Paul. Otras Sociedades de Beneficencia. Sociedades ex- trangeras Ifií)

CAPÍTULO XLVI.

HOSPITALES.

Hospitales antiguos. La Asistencia Pública. La ('asa de Aislamiento. Manicomios. Hospitales Municipales. Hospitales Rivadavia, de Clínicas y Militar 170

CAPÍTULO XLVII.

HOSPITALES.

Hospital San Luis Gonzaga. Hospital Español. Hospital In- glés. Hospital Francés. Hospital Italiano. Hospital Alemán 181

648 ÍNDICE

Pág.

CAPITULO XLVIII.

EPIDEMIAS.

Pestes. La viruela. La Fiebre Amarilla de 1858. El Cólera de 18fw. Diversas epidemias de Cólera. La Fiebre Ama- rilla. Diversas epidemias. Fundación del Conservatorio Nacional de Vacuna. Quienes la proporcionaban antes. La Peste Bubónica. El Coup de Chale 186

CAPÍTULO XLIX.

KPIDKMIAS.

Epidemia de la Fiebre Amarilla de 1871. El primer caso. Condiciones de la ciudad. Dudas acerca de la existencia de la fiebre. Pánico que se apoderó de la población al confirmarse su existencia. Huyen las autoridades La Comisión Popular. Quienes la componían y quienes fa- llecieron en el cumplimiento de suaeber. El 10 de Abril. Aspecto de la ciudad. Se llenan los cementerios. As- pecto de la Chacarita. En terrados vivos. Dos casos me- morables de ls epidemia. Estadística negra 189

CAPITULO L.

CLIMA.

Primeros observadores de clima de Buenos Aires. Ki ob- servatorio de Mossotti. Manuel Egula. Humedad del clima. Viento norte. Viento Pampero. Observaciones populares. Los astrónomos del Pergamino. Observato- rios de Córdoba y La Plata. El Doctor Benjamín Gould. La oficina metereológica del Ministerio de Agricultura. Variación del clima. La despedida del siglo XIX 194

CAPITULO LI.

TKATRO.

Primeras representaciones teatrales en Buenos Aires. El tea- tro de la Ranchería. Origen de este teatro. Quién lo construyó. Lo que fué. Los artistas. Piezas que se re- presentaban. El virrey autoriza los bailes de máscaras. Propaganda de Fray «fosé Acosta. Sus consecuencias, incendio del teatro. Cuartel en tiempo de las invasiones. Salón de bailes después 196

CAPÍTULO LII.

TEATRO.

El Teatro Argentino. Su origen. Su primitivo interior. Sus primeros tiempos. La primera compañia de ópera. La compañia de Trinidad Guevara. Casacuberta. Mer- cedes Rovere. Matilde La rosa. Artistas líricos. La com- pañía de Al vara (Sarcia. Programa de uno de sus benefi- cios. Adelaida Ristori. Lh compañía dramática france- hh de Mr. D'Hnte. Demolición de este Teatro 206

ÍNDICE 649

T>ág. CAPÍTULO Lili.

TKATKO .*

El Teatro de la Victoria antiguo. Quienes fueron sus dueños y cuando se inauguró. La Puerta. Casacuberta. (Jar- cia Delgado. Cordero. Beneficio de Pablo Sentati. Ma- tilde Larosa. Jarques. Diversos artistas que han actua- do. La compañía de Elisa Barreda. Vilardebó. El actor Cuello. Artistas antiguos y modernos. La Compañía del Teatro del Palacio Real y Variedades de París. La Compañía Dramática Española de Berenguer. Luis Cu- bas. La Compañía de Opereta francesa de Mr. Philippe. *211

CAPÍTULO LIV.

TKATKO.

El teatro Colón. Antecedentes. Lo construye el ingeniero Pellegrini en 1855. Su inauguración. Tamberlick. La compañía de María Toral. La Briol de Nicolau. Julián Gayarre. El Silforama de Dubore. Piccioli. La Carla- ny. Hermann. Linsky. Los Hermanos Lees. Julio Pe- rotti. La Marzilai Passerini. La Rossi Gheli. Ernesto Rossi. La Borghi Mamo. El empresario Ferrari: su ac- ción en la Sociedad de Buenos Aires. Artistas que trajo á este teatro. Cuando se clausuró Colón 21."»

CAPÍTULO LV.

TKATKO .

El Alcázar y El Dorado. Carácter de estos teatros. Piezas y

artistas. Teatro de la Alegría. Compañías y artistas.. 211)

CAPITULO LVI.

TKATKO.

El Politeama Argentino. Su origen. El Circo Arena. Lo estrena Rossi como teatro. Artistas que han actuado. Eleodora Duse. El tenor Stagno. La Pezzana. Adelina Patti. Circos. Emanuel. Janne Hading. Anne Judie. Coquelin. Sarah Bernahrdt. Margarita Preciozzi. Re- gina Paocini. María Barrientos. Novelli. Diversos Ar- tistas y compañías. César Ciachi: su despedida del Po- liteama. La Réjane 222

CAPÍTULO LVII.

TEATRO.

»

La Opera. Compañía que la inauguró. Diversos artistas. Francisco Tamagno. La Scalchi Lolli. La Reyter. Di- versos artistas que han actuado. Hericlée Darclée. Transformación de la Opera. Los sucesores de Ferrari. Directores de orquestas 227

A \

V \

\

\

650 ÍNDICE

Pág. CAPÍTULO LVJII.

TRATROB.

Artistas contemporáneos. LaPrivat. Pontis. La Limoes. La Tubau. Fernando Díaz de Mendoza y María Ouer- rerro. La Pezzana. La Tetrazzini. Leopoldo Frégoli. Clara della Guardia. Frank Brown. La Mariani. La Lanthenay. La Vitaliani. Mariano (Jalé. Onofroff. Rogelio Juárez. Julio Ruíz. Knrique (Sil. José Palma- da. Antonio Vico. Tina di Lorenzo. Las Millanes. Jo- mó Podestá. Cavalli 231

CAPÍTULO LIX.

TKATRO.

Cuando »e iniciaron las representaciones de aficionados in- gleses. Kl Buenos Aires Amateur Dramatic Club y el Buenos Aires Choral Unión. Kxito de esta clase de repre- sentaciones. Aficionados Alemanas 238

CAPITULO LX.

COMUNICACIONES.

Primitivos medios de comunicación. Mensajerías y tropas de carretas de la mitad del siglo XIX. Comunicaciones flu- viales. Primer ensayo de navegación á vapor en el Rio déla Plata. Comunicaciones entre Montevideo y Buenos Aires. Los vapores. Empresas que se establecieron. In- cendio del vapor América. Comunicaciones del día 240

CAPÍTULO LXI.

COMUNICACIONK*.

Lo que era un viaje al Interior. Las Postas. Postas de Bue- nos Aires á Mendoza en 1834. De Buenos Aires á Jujuy. De Buenos Aires a Santa Fé. Las Postas en 1858. T»e Buenos Aires a Corriente.*. De Buenos Aires á Tarija. De Buenos Aires a Mendoza. Los maestros de Postas. . .. 245

CAPÍTULO LXIf.

COUUNICACiONKH.

Lo i iiie era la Galera. Las Mensajerías en la Provincia de Buenos Aires en 1855. Las mismas en 18ho. Itinerarios y pueblos que servían 250

CAPÍTULO LXriI.

KKRKOCAHKILKS.

Como pueden d i vid irse los ferrocarriles argentinos. Apoyo

Siue tuvieron de los gobiernos en sus primeros tiempos. \A ferrocarril á Bolivia. Los fletes. Extensión de los ferrocarriles en 1ÍJ0O. Fracaso de la Estación Central de Ferrocarriles. La hora < >ficial 255

ÍNDICE 661

Pag. CAPÍTULO LXIV.

FERROCARRILES.

El ferrocarril del Oeste de Buenos Aires. Origen de este ferrocarril. Quienes fueron sus principales cooperadores. El primer descarrilamiento.* Lo que era el trayecto del Parque á la Floresta. Fiestas de su inauguración. La Porteña. El gobierno abona la primera cuota. El go- bierno adquiere la empresa en 1862. Diversas prolonga- ciones. Horario oficial que regía en 1802 . . 258

CAPÍTULO LXV.

FERROCARRILES.

El ferrocarril del Oeste. Reglamento del servicio de ómni- bus. Se levantan los rieles del Parque al Once. Rama- les en la ciudad. Las Aguas Corrientes. Interés de los gobiernos de la Provincia por este ferrocarril. Lo que se hizo para enagenarlos. La enageriación. The New Wes- tern Railway of Buenos Aires. Estado del ferrocarril cuando lo adquirió esta empresa. Ramales que vendió. Nuevos ramales. Los talleres de Tolosa. Vías á bajo ni- vel. La Estación del Once 265

CAPÍTULO LXVI.

FKRHOCAHUILRS.

El ferrocarril del Sud. Origen de esta empresa. Su primer gerente. Horario de 1HÍ>5. El trainway de la calle Lima. Adquisiciones. Líneas de este ferrocarril. La linea al Neuquén. Empresas fluviales. Ensanche de Constitu- ción. Vías á alto nivel. Los talleres de Banfield. El re- cord de las velocidades. Capital, extensión y tráfico 271

CAPÍTULO LXVII.

FERROCARRILES.

Origen del Central Argentino. Como llegó A Buenos Aires. Adquisiciones. Su fusión con el Buenos Aires y Rosario. El ferrocarril Buenos Aires y Rosario. Origen de esta empresa. Prolongaciones y adquisiciones. El viaducto de JPalermo á Retiro. Causas de la fusión con el Central Argentino 277

CAPÍTULO LXVIII.

FERROCARRILES.

El ferrocarril del Norte. Su origen. El tramway del Paseo de Julio. Importancia de esta linea. La vía y las inun- daciones . Pequeña idea de lo que fué este ferrocarril. Su prolongación del Retiro á Central. Lo que fué esta estación. Su incendio y demolición definitiva. Lo ad- quiere el Central Argentino. El Ferrocarril Buenos Ai- res y Ensenada. Los primeros tiempos. Horario de 18bo. Su importancia cuando se fundó La Plata. Lo adquiere el Ferrocarril del Sud 280

662 ÍNDICE

CAPÍTULO LXIX.

PKRROCARRII.K8.

El ferrocarril Buenos Aires al Pacifico. Condiciones en que se inició esta empresa. Recorrido. Adquisiciones. Su futura entrada al Retiro. El Tramway Rural á vapor. El ferrocarril al Rosario de trocha angosta. La propues- ta Kurzer 284

CAPÍTULO LXX.

TRAM1VATS.

Medios de comunicación usados antes del establecimiento de * los tramways. Los ómnibus. Oposición que encontró el establecimiento de los tramways. Quiénes fueron sus de- fensores. El Poder Ejecutivo aprueba el establecimiento de esta clase de vehículos 2Bti

CAPÍTULO LXXI.

TRAMWAYS.

El primer tramway de Buenos Aires. El tramway del fer- rocarril del Sud. El del ferrocarril del Norte. Tramways urbanos 299

CAPÍTULO LXXII.

TRAMWAYS.

Tramways actuales. La Compañía Ciudad de Buenos Aires. El Anglo Argentino. El Tramway de la Capital. Tram- way Rural. El Gran Nacional. Otras empresas 292

CAPÍTULO LXXIII.

TRAMWAYS.

Tramways eléctricos. Victimas que causaron. El sistema Trolley. Tramway eléctrico a JBelgrano. Otras empresas. El ferrocarril metropolitano. Varios 296

CAPÍTULO LXXIV.

TRAMWAYS.

Costumbres y cosas que han desaparecido en los tramways. Ventajas que han producido los tramways. El levanta- miento de las vías centrales. Empresas que tiene Buenos Aires. Extensión, tráfico y producido 299

CAPÍTULO LXXV.

COK REO.

Importancia del Correo, ('orno lo consideraban los antiguos. Privilegio concedido en España al doctor Lorenzo Galin- dez de Carbajal. División del correo en tiempos de Car- los I. Carlos III lo oficializa. Nombramiento del primer Correo Mayor de Buenos Aires. Comunicaciones que se

ÍNDICE 653

p¿g.

establecieron entre España y el Rio de la Plata. Don Do- mingo Basabilbaso. Reformas que introduce. Centrali- zación administrativa en España. La correspondencia se declara inviolable. Romero de Tejada 802

CAPÍTULO LXXVI.

CORREO.

Don Melchor de Albín. La guerra de la Independencia y el Correo. Supresión de la correspondencia oficial gratis. Prohibición de conducir correspondencia fuera de balija. Dificultades que pasa. Nacionalización del correo por Po- sadas; La estafeta inglesa. Reformas de Rivadavia. Se nacionaliza por segunda vez. Los primeros paquetes in- gleses. La guerra civil absorbe al correo. Establecimien- to del servicio urbano. Gervasio de Posadas lo reorganiza en 1862. Casas que ha ocupado. Preocupación y esfuer- zos de sus directores 806

CAPÍTULO LXXVII.

COKKKO.

Como se franqueaba la correspondencia para el exterior has- ta 1872. La Unión Postal Universal. Incorporación del Correo Argentino á la Unión Postal. Desde cuando data la organización actual. Desarrollo del Correo. Movi- miento habido á fines del siglo XVIII. Cifras y uroduci- do postal de estos últimos años. Presupuesto del Correo en 1901. La administración Caries. Movimiento urbano de correspondencia en 1901. Progresos de esta institución. Oficinas existentes 809

CAPÍTULO LXXVin.

CORRK08.

La estampilla. Origen de la Estampilla. La estampilla de Co- rrientes. La de Buenos Aires. La de la Confederación Argentina. La de Córdoba. La primera estampilla na- cional. El primer contrato de estampillas hecho con Es- tados Unidos. La estampilla oficial de 1902 812

CAPÍTULO LXXIX.

TELÉGRAFOS V TELÉFONOS.

Proyectos de Don Santiago Wilde en 1821. Las primeras lí- neas telegráficas. Inauguración del telégrafo al Rosario. Extensión de los telégrafos durante la administración de Sarmiento. Refundición de los telégrafos en la adminis- tración de Correos. Movimiento y producido telegráfico de los últimos años. Construcción de telégrafos a los te- rritorios del Sud. Extensión de los telégrafos. Convenios telegráficos. El telégrafo Marconi. La convención de San Petersburgo. Compañías telegráficas submarinas. La Eastern Telegraph Company. Carácter de los cables sub-

654 ÍNDICE

Pág.

marinos. La Compañía del Rio de la Plata. Cuando se estableció. Servicios que presta. The Central y South American Telegraph Company. Compañía Telegráfica Telefónica del Kio de la Plata. La Agencia Havas. Ven- tajas del telégrafo. Teléfonos de la Ciudad de Buenos Ai- res 81K

CAPÍTULO LXXX.

INDUSTRIA LECHERA.

Beneficios que reporta. Quien vendió la primera leche al por mayor. La manteca: diversas tentativas para su fabrica- ción. La Martona y La Granja Blanca. Diversas socie- dades que han seguido el ejemplo de éstas. Los lecheros. Quienes fueron los primeros y sus costumbres. Los vas- cos. El lechero moderno #22

CAPÍTULO LXXXI.

MATADER08.

Los primeros mataderos. El matadero del Miserere. El ma- tadero del Sud: lo que era. Los Corrales. Los matade- ros de Liniers: lo que son. Transporte de la carne á la ciudad ¿©>

CAPÍTULO LXXXII.

MERCADOS Y TABLADA8.

Donde se vendia la carne. El Mercado del Centro. Diversos mercados de la ciudad . Las tabladas en 1855. Tabladas modernas. La de Barracas al Sud. La tablada central. Proyecto de unificación de los mercados de ganado 331

CAPÍTULO LXXXIII.

EL COMERCIO DE LA CARNE.

Riqueza ganadera. Exportación de ganado en pié. El Ch¡- lled-Beef. La carne congelada. El aire aséptico. El ta- sajo. Causas de la carestía de la carne. Matarifes y car- niceros 884

CAPÍTULO LXXXTV.

COMERCIO DE FRUTOS DEL PAÍS.

La Bolsa de Cereales. Origen de esta institución. Su desar- rollo é importancia. Sala de Comercio de Constitución. Cámara mercantil . Mercado Central de Frutos 841

CAPÍTULO LXXXV.

SAQUEO DE 1852.

Cómo quedó Buenos Aires cuando Rozas marchó á Caseros. Lo que ocurrió en la ciudad cuando se supo la derrota de éste. Saqueo de la ciudad. Pacificación de Buenos Ai- res. Nombramiento de Gobernador Provisorio. Entrada de los aliados. Festejos 34ó

ÍNDICE 6B5

Pag.

CAPÍTULO LXXXVI.

I.A ROI.KA DK COMERCIO.

Lo que significa la Bolsa. Primera tentativa para su esta- blecimiento. Documentos que lo atestiguan. Causas de su fracaso. El Camoatí. Locales que ocupó. Quiénes lo formaban. Causas de sus persecuciones 848

CAPÍTULO LXXXVII.

LA IIOLSA DE COMERCIO.

Fundación de la Bolsa de Comercio. Construcción é inaugu- ración del Edificio de la calle San Martin. Operaciones y tipos bursátiles. Fundación del Centro Comercial. Su refundición en la Bolsa. Liquidación de la Bolsa Vieja. Fundación de la actual. El Gobierno la interviene en 1887. El crack de Junio de 1888. La cotización del oro en 1889. Tipos bursátiles. La Bolsa y el País. Importancia de ésta institución. Las operaciones en 1RV4. Años de más movimiento 852

CAPÍTULO LXXXV1I1.

MANCOS.

Primera tentativa para establecer un Banco de descuentos, iniciativas de Pueyrrcdón. El Crédito Público de la Pro- vincia. La primera Caja de Ahorros. El Banco de Des- cuentos de Buenos Aires. El primer Curso Forzoso. El Banco Nacional de 182(5. Fundación del Banco de la Pro- vincia. Idea de lo que fué. La primera Comisión Admi- nistrativa. Emisiones. El Crédito Público Nacional. El Banco Hipotecario de la Provincia. El Banco Hipoteca- rio Nacional. Establecimientos bancarios particulares de otros tiempos. Bancos del día. El Banco de Londres y Kío de la Plata. El Clearing Bank. Diversos estableci- mientos Bancarios. Emisión fiduciaria 858

CAPÍTULO LXXX1X.

KL HIMNO KACIOMAI..

La Marcha Patriótica. El Himno de López. Su reglamenta- ción por el Presidente Roca 8Gtí

CAPÍTULO XC.

FIESTAS PATRIA8.

El 25 de Mayo de 1847. Te Deum y Parada Militar. Cuerpos que formaron y quienes los mandaban. El desfile. Ador- nos de la ciudad. Los fuegos. En los teatros 8b'í)

CAPÍTULO XCI.

FIESTAS PATRIAS.

Carácter que tenían las fiestas patrias. Fiestas populares. El

equilibrista Blondín. Los desfiles militares. Las Rifas.. 878

G56 ÍNDICE

Pág. CAPÍTULO CXII.

FIESTAS PATRIAR.

Kl 25 de Mayo de 1895. El 25 de Mayo de 1900. La formación militar. Inauguración de la estatua de Sarmiento. Los Españoles 376

CAPÍTULO XCIII.

I'OUI. ACIÓN.

La población de Buenos Aires en diversos años. Población de la República en distintas épocas. La población de la Ca- pital y la del resto de la República. Consideraciones 879

CAPÍTULO XC1V.

INSTRUCCIÓN PÚBLICA.

Los primeros educacionistas. Primeros profesores de Latín, Filosofía y Teología. Fundación del Keal Colegio de San Carlos. Las Matemáticas. La educación á principios del siglo XíX. Iniciativas de Pueyrredón. Fundación déla Universidad y del Colegio de Ciencias Morales 882

CAPÍTULO XCV.

INSTRUCCIÓN PÚBLICA.

La Facultad de Medicina. La Universidad. Facultad de De- recho y Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Facultad de Filosofía y Letras. La Biblioteca Nacional 886

CAPÍTULO XCVI.

INSTRUCCIÓN PÚBLICA.

Desarrollo de la educación común. El censo de 18%. Escue- las de Buenos Aires en 11KX). El Consejo Nacional de Edu- cación 890

CAPÍTULO XOVII.

IIOMBRKS PK f'IKNCIA.

La medicina en Buenos Aires. Naturalistas. Estadísticos.. 396

CAPÍTULO XCVIII.

I'ROKKSIONKS MRKRAf.KH.

Abogados. Escribanos. Procuradores. Ingenieros. Rema- tadoras 899

CAPÍTULO XCIX.

MÚSICA.

Origen de la música en Buenos Aires. La Sociedad del Buen Gusto del Teatro. Juan Antonio Picazzarri. La Acade- mia de Música. La Sociedad Filarmónica. Su importan-

cia,

406

ÍNDICE 657

k Pág.

~~~ CAPÍTULO C.

MÚSICA.

Consideraciones. El violinista Massoni. Juan Pedro Esnao- la. Músicos de antaño. Seguismundo Thalberg. Aficio- nados distinguidos. Maestros distinguidos. Desarrollo del gusto musical. Maestros y establecimientos musicales modernos. Asociaciones musicales extranjeras 410

CAPÍTULO CI.

FOTOGRAFÍA Y PINTURA.

Retratistas y pintores de antaño . La exposición Pellegrini.

La fotografía y las clases populares. Fotógrafos del dia. 416

CAPÍTULO CU.

PINTORES MODERNOS.

El Museo de Bellas Artes. La Colmena Artística. Pintores

actuales. Raimundo de Madrazo 421

CAPÍTULO CIII.

IMPRENTA.

A

*

C h'igen

i*

de la imprenta en el Rio de la Plata. La imprenta de los Niños Expósitos. Trabajos que en ella se hicieron. La Primera Sociedad Literaria. El Telégrafo Mercantil. Quiénes lo escribieron. El coronel Cabello. Causas de la desaparición del Telégrafo. El Semanario de Agricul- tura. Ideas Nuevas. El Correo de Comercio. La Gaceta de Buenos Aires. Espíritu de la prensa de la Independen- cia. Periódicos de esa época. El Padre Castañeda. Dia- rios y Periódicos. Intransigencia partidista. Las luchas civiles: su reflejo en la nrensa. La Uaeeta Mercantil. El periodismo en tiempo ae Rozas 124

CAPÍTULO CIV.

IMPRENTA.

El periodismo de 1851 ú 1800. La Reforma Pacifica. El Or- den. El Nacional. La Nación Argentina. La Tribuna. Héctor F. Várela. Diversos diarios. La República. Dia- rios v Periódicos hasta 1901 432

CAPÍTULO CV.

IMPRKNTA.

Los diarios del día. La Nación. La Prensa. El País. La Voz de la Iglesia. El Pueblo. Boletín Oficial. El Dia- rio del Comercio. The Standard. The Buenos Aires He- rald. The Southern Cross. Deustche La Plata Zeitung. Argentinisches Tageblatt. La Patria degli Italiani y L'Italia al Plata. El Correo Español. Le Courrier de la

42

668 ÍNDICE

p&g.

Plata. El Diario. El Tiempo. Tribuna. El Fígaro. El Don Quijote. Periódicos extranjeros. El Diario de los morenos. Periódicos Anarquistas. Revistas: Algunas de las que se publican y varias de las que han aparecido antes 43H

CAPÍTULO CVI.

IMPKRNTA.

Disposiciones administrativas sobre la prensa. El diarismo deldia. Asociaciones de periodistas. Congresos periodís- ticos. Lo que es el periodista. Los vendedores de diarios. 451

CAPÍTULO CVII.

IMPRENTA.

La prensa de antaño. Lo que costaba componer un diario. Papel del redactor. Cuándo empieza la evolución de pro- greso del periodismo argentino. Como se vendían los dia- rios. Leguina y Trillo. Composición de los diarios mo- dernos. Sus adelantos. Abusos en las publicaciones. La prensa de la capital 458

CAPÍTULO CVIIJ.

KL PÜKRTO.

El Río de la Plata. Los primeros trabajos en el Bajo. Pro- yecto de Rivadavia. Lo que era el Puerto. Impresiones de un viajero. Las tarifas de la carretillas. Construcción de muelles 468

CAPÍTULO OIX.

F.L PÜKRTO.

El Puerto Madero. Su descripción. Ensanche de las obras. Movimiento marítimo. Producido en 1901. El Dock Sur. El Riachuelo 469

CAPÍTULO CX.

HIPÓDROM08.

Circos de carreras. Breve reseña de lo oue fueron. El Hipó- dromo de Palermo. Fundación del Jockey Club. Sus primeros tiempos. Importación de caballos de carreras. Principales premios. Fundación del Hipódromo Nacional. El juego y los hipódromos. Las patentes. El Hurlin- gham Club. El Club Hípico 475

CAPÍTULO CXI.

KL JUEGO.

Como se jugaba la lotería á principios del siglo. Las riñas de gallos. Juegos diversos. Las carreras. Carácter que tenían las instituciones que implantaron las carreras mo-

ÍNDICE 669

Pag.

demás. Monto de lo jugado en los hipódromos en 1900. Las casas de sport. El Jockey Club y el juego. La prensa y el juego. Iniciativas en el Congreso y en el Go- bierno contra el juego. La Lotería Nacional. Lo jugado en 190U. Loterías clandestinas. Los Clubs. Desarrollo del juego 478

CAPÍTULO CXII.

DESAFÍOS.

Consideraciones sobre el duelo. Duelo Mackenna-Carreras. Medidas del Director Posadas contra los desafios. Due- los fatales. Opinión del escritor español Juan M. Viller- gas sobre los desafíos 488

CAPÍTULO CXIII.

ESGRIMA.

Esgrimistas. Centros de esgrima. Maestros Modernos. Con- curso Sud Americano de Esgrima. El Semi Circulo 488

CAPÍTULO CXIV.

POLÍGONOS DE TIBO.

El Tiro Federal. Tiro Suizo. Tiro a Segno Italiano de Villa Devoto. Diversos Stands de la capital. Desarrollo de esta clase de instituciones 490

CAPÍTULO CX V.

KX POSICIONES.

Exposición Continental de 1882. Exposición Vinícola Italia- na de 1896. Exposición Nacional de 1896. Exposición Rural 492

CAPÍTULO CXVI.

CARCELKfl.

La Cárcel del Cabildo. La Penitenciaria, ('árceles Correcio-

nalos 49iJ

CAPÍTULO CXV1I.

AGUAS CORKIKNTKS.

Medios de que se abastecía la ciudad antes del establecimien- to de las Aguas Corrientes. Proyectos de Rivadavia. El Ingeniero Pellegrini. El Ferrocarril del Oeste establece el primer servicio de Aguas Corrientes. Se sanciona en 1871 el establecimiento oficial del agua corriente. El an- tiguo tanque de la Recoleta. Las cloacas. Como se ha- ce el servicio de aguas corrientes en el día. Las nuevas instalaciones. El servicio de cloacas. Consumo de agua en el verano. La clarificación. Desagüe de las aguas pluviales. Rescisión del contrato de arrendamiento de las obras de salubridad. Proyectos de Módici y Devoto her^ manos. Aguas corrientes de Belgrano y Flores 495

660 ÍNDICE

Pág.

capítulo cxvni.

EL ROBO Á LA CA8A DE MONEDA EN 1851.

Circunstancias en que se verificó el hecho. Comunicación del Jefe Interino de Policia Juan Moreno á Rozas en el que se refiere el hecho ;V> >

CAPÍTULO CX IX.

POLICÍA.

Locales de la Policia. Puntos peligrosos antaño y ogaño. Formalidades con Jos extranjeros. Atentados crimina- les. Criminalogía. Kl crimen de Olavarría. El del hom- bre descuartizado. Asesinato del señor Pastor Castillo. 510

CAPÍTULO CXX.

POLICÍA.

El comercio de mala y los comerciantes honrados. La Jus- ticia de Instrucción y las Agencias de Informaciones. La Agencia de Pedro Sasso. Prisión de éste. El Vade Mecum. Lo que era. Cómo se informaba Sasso. Fallo en primera instancia 5irí

CAPÍTULO CXXI.

ADELANTOS DE BUENOS AIKES.

El Virrey Vertiz. Iniciativas de Rivadavia y Torcuato de Alvear. Proyectos de José M. Lagos, Daniel de Solier y Carlos Carranza. La Avenida de Mavo. Buenos Aires hasta 1880 T ól8

CAPÍTULO GXXII.

CAPITAL DE LA REPÚBLICA.

La ley del G de Marzo de 1826. Limites que fijaba. La ley de 1863 y su ampliación en 1867. Inconvenientes que ofre- cían entre si las autoridades nacionales y provinciales en una misma ciudad. Los sucesos de 1880. La ley del 20 de Septiembre de 1H80. Su promulgación el 6 de Diciem- bre del mismo año. Buenos Aires, Capital definitiva de la Nación. Ampliación del Municipio en 1887. Funda- ción de la ciudad de la Plata. Porteños y provincianos. ÍY21

CAPÍTULO CXXII1.

LAS CALLES.

La nomenclatura. Diversos cambios. La nomenclatura ac- tual. Nombres que han tenido las calles centrales en di- versas épocas. Clarovidencia de Rivadavia. Calles que el trazó. Las calles más largas del moderno Buenos Aires. 524

CAPÍTULO CXXIV.

LAS CALLES.

La numeración. Inconvenientes de la numeración antigua.

Desde cuándo rige la actual. Sus ventajas 527

ÍNDICE 661

CAPÍTULO CXXV.

AFIRMADOS.

Los primeros afirmados. El empedrado. Adoquinado de gra- nito. El afirmado de madera. Asfalto de la Trinidad. Ensayos de otras clases de afirmados. El Macadam. El camino antiguo de Palermo. Cuadro Demostrativo de la construcción de afirmados. Afirmados que hoy tiene la ciudad de Buenos Aires. Lo que cuesta su conservación. Proyectos sobre pavimentación 529

CAPÍTULO CXXVI.

ALUMBRADO.

Quién estableció el alumbrado público. El primer alumbrado. El alumbrado de aceite. Establecimiento del alumbra- do á gas. La compañía Primitiva de Gas. Compañías de Gas. El alumbrado á gas en 1900, El alumbrado eléc- trico. Compañías que hacen este servicio. Otras clases d*> alumbrado 532

CAPÍTULO OXXV1I.

PASEOS.

Palermo. La casa de Rozas. Lo que era Palermo en esa

época 585

CAPÍTULO CXXVIII.

PASEOS.

Palermo. Una broma d»» Rozas al Ministro Mandeville ñ88

CAPÍTULO CXXIX.

PASEOS.

Palermo. Después de Caseros. Fundación del Parque 8 de Febrero. Las Avenidas. Demolición de la casa de Rozas. El Palermo moderno 541

CAPÍTULO CXXX.

PASEOS.

Paseo de Julio. Origen de este paseo. Lo que fué. Diversas

denominaciones que ha tenido. Transformación actual.. 51h"

CAPÍTULO CXXXI.

PASEOS.

El Parque Argentino. Paseo de la Guardia Nacional. Paseo de la Recoleta. Parque Lezama. Jardín del Sud. Jardín de Infantes. Jardín Zoológico. Jardín Botánico. Paseo de la Barranca. Paseo de Saavedra. El Parque del Oeste. 54H

I

662 ÍNDICE

Pág. CAPÍTULO CXXXII.

PLAZAS.

Beneficios de las plazas. Necesidad de ellas. La ornamen- tación de Buenos Aires y el señor Carlos Thays. Plazas anticuas y modernas. Plazoletas Ht¿

CAPÍTULO CXXXIII.

ESTATUAS.

Las estatuas de la capital. El monumento de Saavedra. El monumento de la Revolución de Mayo. Monumentos en la Recoleta. La estatua de San Martin. Las de Belgra- no, Alsina. La valle, Mazzini, Sarmiento, Falucho, Alvear y Costa. Diversas estatuas. Homenaje á Mariano Mo- reno. Monumentos á Rivadavia y á la Imprenta. La es- tatua á Garibaldi 555

CAPÍTULO CXXXIV.

DIVISIONES ADMINISTRATIVAS.

División eclesiástica. Policial. Judicial. El Registro Civil.

Escolar. Municipal y Electoral otfu

CAPÍTULO CXXXV.

NUEVA DIVISIÓN ADMINISTRATIVA.

Unificación de las Divisiones Administrativas. Comisión i[U»B la proyectó. El Gobierno Nacional la aprueba. Lo que es Ja nueva división. Falta de cumplimiento del Decreto del 27 de Diciembre de 1Í30U 562

CAPITULO CXXXVI.

LA CAPITAL FEDERAL.

Extensión de la capital. Diferencias entre los diversos barrios de la ciudad. Clasificación v división que hace el autor de los barrios de la Capital, barrio del Puerto. La City. Barrí oComercial. Barrio Norte. Barrio de la Recoleta. Barrio Centro América. Barrio de Palermo, Barrio Mal- donado. Barrio Villa Alvear. Barrio Villa Malcohn. Barrio Villa Crespo. Barrio Villa Ortúzar. 3arrio Bel- grano. Barrio de Saavedra. Barrio Rivadavia. Barrio Villa Mazzini. Barrio Villa Catalinas. Barrio Villa Mo- delo. Barrio Villa Devoto "rf>4

CAPÍTULO CXXXVII.

LA CAPITAL FEDERAL.

Barrio Oeste. Barrio del Once. Barrio de Almagro. Barrio del Caballito. Barrio Flores. Barrio Villa Santa Rita. Barrio Floresta. Barrio Monte Castro. Barrio de Liniers. Barrio Nueva Chicago. Barrio Villa del Riachuelo OtS)

ÍNDICE 663

Pag. capítulo oxxvni.

LA CAPITAL FEDERAL.

Barrio Sud. Barrio de los Corrales. Barrio de la Boca. Ba- rrio de Barracas. Barrio del Paseo de Julio 572

CAPÍTULO CXXXIX.

LA CAPITAL FEDERAL.

Los deslindes de la capital. Transformación operada de 1880 á 1902. Descripción amena de la costa del limite norte á la Boca 574

CAPÍTULO CXL.

LA CAPITAL FEDERAL.

Descripción amena de los deslindes sud, sudoeste, oeste, nor- este y norte del Municipio 579

CAPÍTULO CXLI.

FLORES.

La calle de Rivadavia. Las primeras quintas en el camino á Flores. La Iglesia Antigua. Historia de la Iglesia Nueva. Vecinos. Nomenclatura de sus calles 28H

CAPÍTULO CXLII.

BELGRANO.

Los primeros tiempos. Los vecinos. Sus adelantos. La no- menclatura de sus"calles 587

CAPÍTULO CXLin.

BRLORANO.

Bailes y tertulias. La juventud ahora quince años. Tipos

populares. Los políticos. Periódicos 591

CAPÍTULO CXLIV.

COSAS QUE PASAN.

Modas de otros tiempos. Costumbres callejeras que desapare- cen. Baratillos populares. Tipos callejeros 595

CAPÍTULO CXLV.

LA CRISIS.

Riquezas del país. Origen de esta crisis. Los Bancos Libres. Emisiones clandestinas. El oro y el Gobierno. Causas de la crisis. La Revolución de Julio de 1890. El Gobierno y la crisis. La ley de Conversión. Causas del malestar económico. Los tiempos pasados. La justicia del día. El Comercio. La industria. Quiebras y moratorias. Las cuestiones con Chile KOI

664 ÍNDICE

Pag.

CAPÍTULO CXLVI.

CON FRATERNIDAD HI8PAKO ARGENTINA.

Españoles y argentinos á principios del siglo XIX. La eman- cipación Americana. Llegada de buques de guerra espa- ñoles después de la Independencia. El Gobierno de Urqui- za y los españoles. Reimpatriación de los restos de Liniers y de sus compañeros. Reconocimiento de la Independen- cia por España. La España y la Argentina después de la Independencia. El viaje de la Sarmiento. Agasajos en España. El Gobierno y el Pueblo Argentino retribuyen las demostraciones.^ La Colonia Española de la Repúbli- ca se adhiere á las* fiestas mayas cíe 1900. Fiestas de la confraternidad. Benéficos resultados 607

CAPÍTULO CXLVII.

CONFHATKKNIDAI) ÍTALO ARGENTINA.

La guerra de África. Su repercusión en Buenos Aires. El conde Antonelli. Su acción en las relaciones entre Italia y la Argentina. Los italianos en la República. El contra- almirante Candiani. Iniciativas del Ministro Canevaro. La muerte de Humberto I. Manifestaciones oficiales y populares de condolencia lilo

CAPÍTULO CXLVIII.

LA VISITA DK CAMPOS SALLES.

Política internacional. El General Roca y sus viajes ai Estre- cho, Montevideo y Rio de Janeiro. Preñara ti vos en Bue- nos Aires para recibir al presidente del Brasil. El pala- cio Devoto. El palacio Dorrego. Adornos de la ciudad. La comitiva oficial. Los periodistas brasileros. Honores oficiales 611

CAPÍTULO CXLIX.

LA VISITA DE CAMPOS SALLES. j

Llegada de la comitiva presidencial. Adornos de la Dársena I

Norte y Diques. La recepción. El desfile por la ciudad. K27 I

CAPÍTULO CL.

LA VISITA DE CAMPOS SALLES.

Los festejos. El báñemete en la Casa de Gobierno. Discur-

sus de los Presidentes. Enumeración de las fiestas oficia- les. Fiestas populares. La partida. Honores militares. La escuadra brasilera en viaje. Fin de las fiestas H81

CAPÍTULO CLI.

ACTIVIDAD URBANA.

Movimiento urbano. Lo que son de día las calles centrales

de Buenos Aires. Tráfico nocturno KHl>

CAPÍTULO CLII. Conclusión 63J8

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